7. El lado oscuro.

Después de dejar a Helen cerca de casa, regresó al castillo para informar de lo que había sucedido. El rey tomó precauciones y reforzó no solo la seguridad de la realeza, sino del pueblo también. Una estrategia para ganarse la confianza de Alan nuevamente. Inglaterra y Francia a pesar de los años nunca han encontrado la forma de llevar las cosas por la paz, no porque los ingleses no lo quisieran, sino porque siguen culpándolo de la desgracia que ocurrió en el campo de los condenados donde su rey y todos sus guerreros habían perdido la vida de una manera misteriosa.

—¿Pactarán otra guerra? — Aarón pregunta mientras debaten la situación en el salón de reuniones del rey.

—No, no de momento. — el rey contesta.

—¿No? ¿Y qué esperamos? ¿Que llegue todo el ejército? — Alan refuta. — Encontré un mapa en sus bolsillos, obviamente querían entrar de alguna forma y atacar.

—¿Pero por qué serían solo tres? — el coronel Cristóbal duda. — Para entrar y atacar a todo un reino deben ser más que eso. A menos que tuvieran un buen plan.

—Quizás querían infiltrarse con los nuevos y en el mejor momento, atacar. — dice Vittorio.

—No lo creo. Llevaban la bandera de Inglaterra en sus armaduras. Para querer infiltrarse es algo absurdo. — Alan recuerda.

—Tienes razón. Quizás hay más escondidos en el pueblo, esperando su momento para atacar. — el rey está de acuerdo. — Dime, hijo mío. ¿Qué crees que podría hacer en este caso? — Alan lo fulmina con la mirada.

—¿Es esto una especie de prueba?

—Debería serlo pero no. Simplemente creo que en estos momentos, podrías sobrellevar la situación mejor que yo. — el príncipe sabe que el rey nunca dice ni hace nada sin sus segundas intenciones pero no armará otra discusión ahora, suficientes problemas tienen ya.

—Si no tuviera la certeza de que ya están entre nosotros pediría que aseguraran la frontera pero ¿de qué sirve si seguramente ya están por aquí? Entonces será mejor organizar escuadrones para que busquen en los lugares más escondidos de Francia y los encuentren.

—¿Y qué hacemos con ellos cuando los encontremos?

—Serviles té no será. — Alan contesta y el rey esboza una media sonrisa. — Supongo que algún líder tendrán, así que lo usaremos como medio para negociar con su rey.

—¿Ya tienen un rey? — Aarón pregunta.

—Cuando el rey murió, su único sucesor era apenas un chiquillo, así que esperaron algunos años antes de coronarlo. El trono fue regido por la reina hasta entonces. — responde el coronel Cristóbal. — Ahora que su hijo ya creció, al parecer quiere venganza.

—¿Quiere vengar la muerte de su padre? Es estúpido. Si fue a esa guerra ya deberían saber que morir es una opción. —Aarón dice.

—Díganos algo, mi rey. — Alan se acerca a Belmont. — ¿Qué fue lo que realmente pasó en ese lugar? ¿Cuál fue el verdadero causante de tanta muerte? — camina a su alrededor mientras el rey mira sospechosamente a Vittorio.

—Ya lo sabes, fue una maldición. Una peste que consumió la naturaleza misma.

—Pero si también fue una maldición para Inglaterra, ¿por qué sus tierras no están en sequía como las nuestras? ¿Por qué todo lo extraño parece venir de aquí? — Alan pregunta tranquilamente.

—No sé cómo responderte eso. Supongo que yo tampoco lo sé. — miente y Alan lo sabe pero prefiere no hostigarlo más, al menos no por hoy.

—Hablando de ingleses, acaban de informarme que tienen a otro en la mazmorra. — informa Vittorio después de escuchar a otro guerrero en la puerta. Todos se miran entre sí, después de todo Alan tenía razón.

—Yo me encargo. — dice el príncipe y se retira con Vittorio hasta el calabozo donde tienen al inglés colgado de las cadenas. Cruzan casi todo el castillo hasta llegar allí y tenerlo frente a frente. Tiene la cara ensangrentada por los aparentes golpes que los demás guardias les han proporcionado y al príncipe no parece importarle demasiado.

— Así que eres otro de los intrusos. — se coloca los guantes de cuero negro para no mancharse las manos con su sangre.

—¿Seguirán torturándome? No me sorprende. Es lo único que los franceses saben hacer. — osa al decir y Alan lo sujeta fuertemente de la mandíbula, presionando tanto que no lo deja respirar.

—Ten cuidado cómo le hablas al futuro rey de Francia. No tienes delante a un niño como seguramente lo es tu rey. — lo suelta bruscamente y lo deja recuperar el aliento. — Te haré una sola pregunta: ¿por qué están aquí? — empieza el corto interrogatorio mientras Vittorio disfruta del espectáculo.

—Creo que eso ya lo sabe. — por la forma en que responde, casi podría asegurar que es algún capataz de alto rango en la realeza de Inglaterra. — Mi rey solo quiere arrebatarle lo que también se le fue arrebatado.

—¿Qué es...?

—A su padre. — aunque Belmont no sea su padre sino su abuelo, ante todos es así. El coronel Cristóbal no ha tenido presencia como el verdadero padre de Aarón y Alan, ya que el rey siempre estuvo detrás de todo lo que son hoy. — Y he venido aquí para cumplir el deseo de mi rey. — aunque Alan no tenga la mejor relación con su abuelo, tampoco lo quiere muerto y menos en manos enemigas.

—¿Y dónde está tu rey ahora? Tanto significas para él que te envió a una misión suicida. — se acerca, despertando ese lado sádico que tanto le cuesta controlar. — ¡Libérenlo! — a todos, incluso al inglés, les sorprende.

Los guardias rompen sus cadenas y lo mantienen de pie frente a él.

—¿Tendrá una gota de misericordia? — Alan se burla de la corta esperanza del Inglés.

—Ni siquiera sé qué significa. — un silencio escalofriante se apodera del momento y Vittorio sonríe mientras observa todo desde la oscura esquina. — Ahora quiero...que te arrodilles ante mí.

—¡No! No me pida que haga eso, sabe perfectamente que no lo haré. Mi honor solo permite que me arrodille ante mi rey. — le hace señas al guardia y con un golpe en las piernas, lo obliga a caer de rodillas. — Pagará por esto. Algún día usted también caerá de rodillas. — el Inglés se queja de dolor.

Alan se ríe y vuelve a sujetarlo del cuello.

—Yo jamás me arrodillo ante nadie. — es lo último que le dice antes de clavar una daga en su corazón y quitarle la vida instantáneamente. — Cuelguen el cuerpo en la frontera, si más quieren entrar se llevarán una linda bienvenida. — Alan les ordena y los guardias lo hacen de inmediato. Meten el cadáver en un saco y en una carroza, lo llevan hasta allí.

El príncipe se quita los guantes, se lava las manos, se cambia rápidamente de túnica y baja por su caballo. Todo el castillo está rodeado de guerreros por todas partes y se entiende la razón.

—¿A dónde va mi lord? — Vittorio le pregunta, a lo que el príncipe solo responde con una mala mirada y simplemente cabalga hasta salir del castillo.

En el pueblo.

El caos y el miedo fueron sembrados en el pueblo tras el hecho de que los ingleses podrían estar asechando desde la oscuridad. Aunque los guardias aseguraban algunas zonas importantes, no era suficiente. La mayoría de las familias se encerraron en sus casas mientras que otros no tenían dónde dormir. Algunos aportaron mantas y cobijas para ayudarlos, dentro de ellos, la familia de Helen. Algo que se destaca del pueblo, es la generosidad.

Habían encontrado otro cuerpo pero no era de un inglés, sino de aquel pagano que intentó asesinar a Helen. Pudo haber dicho la verdad, ya que todos sabían que los paganos eran considerados peligrosos y no gratos pero guardó silencio para no causar más escándalos. ¿Sylvie, qué habrá pasado con ella? Se preguntaba pero caminando un poco, trató dejar de sobre pensarlo todo demasiado. Lleva un manto gris para cubrirse del frío mientras todos están encerrados en sus casas con fe y esperanza de que estas malas noches terminarán.

Primero las tierras en llamas y ahora los ingleses. Tal parece que nunca tendrían paz.

Me siento cerca de casa aprovechando que Lucas y Jason están a una cuadra para mirar hacia las estrellas y rezar para que Dios proteja a su pueblo. Cuando cierra los ojos, un viento ligero pasa cerca y cuando los abre de nuevo, parece estar en otro lugar. Un lugar donde no hay nada, solo oscuridad.

Helen. — escucha varias voces pronunciar su nombre como si vinieran de muchas partes. Helen, sin entender, se levanta y camina hacia donde cree que vienen las voces pero sigue sin ver nada. — Helen. — sigue escuchando.

—¿Quién está ahí? ¿Qué quieres? — pregunta desesperadamente. Esto la atormenta demasiado. — ¿Quién eres? — grita y de repente, una enorme puerta aparece en medio de la nada con una brillante luz que sobresale de sus pequeñas rejas laterales aunque nada parece sostenerla. Helen se acerca lentamente y observa los símbolos. Son muchas estrellas de diferentes formas (siete para ser exactos) y todas parecen estar conectadas con líneas largas que pasan a través de ellas. Para ella es tan hermoso como misterioso y justo cuando intenta seguir observando, la puerta se abre. Molestando a sus ojos por la inmensa luz. Un sonido muy fuerte emerge y cuando atraviesa la puerta, cinco chicas con ojos brillosos miran a su dirección mientras parecían estar arrodilladas en el suelo de un oscuro aposento.

¿Qué está pasando? ¿Qué significa? ¿Quiénes son estas chicas?

Helen se pregunta pero antes de que pueda ver más, abre los ojos y regresa a la realidad. Pasó de estar sentada en un banco a estar en medio de un callejón oscuro sin saber a dónde ir. ¿Se habrá movido mientras tenía estas alucinaciones?

Asustada intenta dar la vuelta pero choca con el alto y fuerte torso del príncipe Alan, lo que casi la mata del susto (otra vez). Últimamente han tenido encuentros muy peculiares.

—¡Santo Dios! ¿Qué cree que hace? — intenta calmar sus nervios.

—¿Es normal que me hagas la misma pregunta dos veces en un día? — recuerda su similar encuentro en el lago.

—¿Por qué parece que siempre aparece desde la sombras? — Alan se queda en silencio mientras la observa recuperar el aliento. — ¿Qué hace el futuro rey de Francia en el pueblo a estas horas? — está más calmada pero sigue confundida por lo que acaba de ver.

—Mejor dime cómo es que andas por el pueblo sola aún después de lo que pasó. ¿Estás consciente de que los Ingleses podrían estar justo detrás de esa roca? — señala la roca gigante que queda detrás suyo y cuando la mira, casi lo duda. — Descuida, mientras camines conmigo nadie te hará daño. — le suena más como una amenaza que como una promesa.

—¿Qué hace aquí? No conozco nada sobre la realeza pero estoy muy segura de que tiene cosas más importantes que venir aquí. — caminan de regreso.

— No tengo ganas de regresar al castillo de momento, me quedaré un buen rato por aquí. ¿Tienes algún problema con eso? — mientras él sonríe, ella pone los ojos en blanco.

—Llámeme delirante pero podría asegurar que hace todo esto porque algo intenta desmantelar o simplemente intenta sorprenderme. — lo mira a los ojos por cortos segundos.

—¿Para qué querría sorprenderla? ¿Qué ganaría yo de eso?

—Mi amistad. — incluso para ella es demasiado casi admitir que le agrada.

—¿Y es tu amistad tan valiosa para que el príncipe Alan Rutherford, futuro rey de Francia haga todo lo que esté en sus manos para ganársela? — se refiere a sí mismo en tercera persona.

—Es demasiado altanero, ¿lo sabía?

—Es bueno ser altanero algunas veces.

—A veces pero usted lo es siempre. Si sigue así se quedará solo y su única compañera será la corona. — Helen le es honesta. — Su corona y sus posiblemente tres amantes y una esposa.

—¿Tres amantes y una esposa? ¿De dónde sacas eso? — Alan se detiene y frunce el ceño.

—¿No es lo que todos ustedes en la realeza suelen hacer? — ahora parece estar más confundida.

—No. Bueno, es una opción pero...a mí me criaron para ser hombre de una sola mujer. — se acerca tanto que puede sentir su palpitante respiración.

—Ah, que bien. — le cuesta respirar. — Entonces...olvide lo que dije. — Alan solo mira sus labios y ella escapa de su encanto para seguir con su camino. Finalmente, llegan a su aldea.

—¿Esos son tus hermanos? — le pregunta viéndolos desde la esquina.

—Sí y debo regresar antes de que se preocupen por mí. — intenta irse pero Alan la sujeta del brazo para evitarlo.

—Me temo que me acompañarás a otro lado. — le dice y se la lleva caminando hacia otro lado sin dejarle más opción. ¿A dónde la llevaría el príncipe a estas horas de la noche y en medio de tanto peligro?

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