39. Valium.


Helen despierta, rodeada de completa oscuridad. Se había golpeado fuertemente contra las ramas y el césped del suelo pero pudo recuperarse con facilidad. Se pone de pie y mira hacia arriba; con algo de magia, era posible subir, pero aun así, algo la impulsaba a quedarse y conocer los secretos que aquel lugar escondía. El característico sonido de aquella bestia retumba los escombros y con una esfera de luz, avanza por el camino.

Poco recorrido más tarde, finalmente llega a su guarida. A pesar de estar dormido, era tan grande y tan imponente como Byron lo describió. Ahora sabía de dónde había salido tal apariencia; su creador no era menos de ello. Sus tres cabezas eran tan largas como todo el palacio y con tan solo un ala, podía aplastar a toda una ciudad.

—No puede ser. — estaba muy asombrada. — Sí eres real. — dice en voz baja. Aunque todo indica que debe marcharse antes de que sea demasiado tarde, su instinto la obliga a acercarse aún más y tocar la dura e impenetrable textura de su piel. Belmont, el grimorio de Ann, las guerras similares que habían desatado fisuras, los portales, las criaturas, los dioses, la presencia de Mohat, Bemus, Byron, Elle, Alan y ella; todas las historias estaban conectadas de alguna manera. Y fue lo que pudo ver al tocar la piel de aquel dragón de tres cabezas. El vaticano de Francia parecía ser el eje de los secretos, el único lugar donde aún existían riesgos para la seguridad de su nación. Así que sabía que debía volver para detener algo que no tenía con claridad.

Aparta su mano y se aleja, pero al darse la vuelta y caminar, se tropieza, expulsando involuntariamente una onda de su poder. Onda que por desgracia, logró sacar al dragón de su larga siesta. Sus huesos crujían y poco a poco lograba moverse con facilidad, hasta que una de sus cabezas, abre los ojos. Byron también lo siente en la superficie y corre hasta encontrar a Elle.

—¿Dónde estabas?

—Caminando por ahí, ¿tú qué tienes?

—El dragón, puedo sentirlo, ha despertado.

—¿Y qué con eso? ¿No era lo que querías?

—Sí, pero no ahora. Leny todavía está aquí.

—¿Leny? ¿Ahora le tienes sobrenombre? Deja las tonterías Byron y mantente cuerdo para nuestros planes.

—No recuerdo la parte en la que todo se haría a tu manera. Ni siquiera tenías cabeza, ni madurez para pensar con claridad.

—Tú tampoco, pero aun así aquí estamos. Helen no está de nuestro lado y ya me aseguré de que no sea un problema.

—¿Qué quieres decir con eso? ¿Dónde está? ¿Qué le hiciste?

—De verdad me sorprende que te preocupes tanto por ella.

—Me preocupa que no entiendas que vale más tenerla como aliada que como contraria. Tú no sabes todo lo que le hizo a mi padre, un poder así es lo que necesitamos para abrir los demás portales.

—¿Y cómo pensabas hacer eso? Está muy claro que no lo iba a permitir. — Byron pasa la mano por su cabello.

—Solo dime qué hiciste, Elle. — intenta mantener la calma.

—La empujé al agujero. Hice con ella lo que tú dijiste que el abuelo había hecho contigo. ¿Tan mentiroso eres?

—No puedo creer que hayas hecho esto. Acabas de empeorar todo.

—No, primito. Acabo de ganar ventaja. Porque ella jamás saldrá de ahí. Valium no lo permitirá. Así que es mejor que empieces a cumplir tu palabra y hagamos lo que desde el inicio debimos. Yo ya comencé. — dice y se retira de su presencia, dejándolo muy disgustado.

Atemorizada, Helen comienza a correr lejos de la bestia mientras esta se levanta, destrozando todo los muros que la cubrían. No sabía a dónde ir pero entraba por el primer camino despejado que veía en tanto el dragón destrozaba todo a su paso persiguiéndola. ¿Había alguna salida en aquel laberinto? Helen esperaba que sí. Pero por qué tendría que encontrar alguna si podía crearla ella misma. Mientras corría hacia un muro, formó enormes campos de poder y los lanzó hasta que abrió un gran orificio por el que pudo salir al campo vacío. Aquel ser abrió sus alas detrás de ella, manifestando a la vista, lo formidable y poderosa que era.

Luego de sobrecargar, aquel dragón arrojó fuego blanco desde sus tres embocaduras, del cual Helen pudo protegerse. Cuando se detuvo, Helen tomó las fuerzas necesarias para crear un contraataque que lograra herirlo, pero aun así no había sido suficiente. Antes de que volviera a defenderse, con su enorme y pesada aleta la golpea, arrojándola lejos de su alcance.

Elle volvió a estar frente a la madre de las mantas, esta vez con un grimorio en las manos y una túnica oscura que la cubría casi por completo. — Mi Amara, mi alma. — toca la textura de su piel. — Es hora de despertar. — dice mientras aquella criatura también volvía de su extensa siesta.

Adolorida, Helen intenta ponerse de pie pero aquel dragón la atrapa con sus pezuñas contra el suelo. No puede moverse y sus tres cabezas se acercan cada vez más a sus ojos.

—¡Valium, ya basta! — Byron lo detiene, después de tantos años aún tenía poder sobre él. Era su creación. — Tranquilo. — el dragón lo mira y obedece. Helen estaba malherida, intentando ponerse de pie. Byron moría por ayudarla pero sabía que su daño ahora había sido su responsabilidad. — Lamento tanto todo esto. No quería que las cosas terminaran así para ti. — Helen lo mira con aborrecimiento. — Mi prima es más ambiciosa de lo que pensé. Solo quería que me ayudaras a cruzar. Que me ayudaras a eliminar la barrera que me dividió de mi hogar. Nunca pensé que Elle te haría esto.

—¿Hacerme qué? — se levanta con dificultad. — ¿Arrojarme a la bestia como tu abuelo lo hizo contigo? Oh no, espera, porque eso ni siquiera fue verdad. Sabía que tanta inocencia no era real.

—Es que así fue como lo sentí. Cuando me dejó en esa maldita celda solo, sin agua, sin comida, sin nada. — recordarlo lo ponía de malas otra vez. — No tienes idea de todo lo que hemos tenido que enfrentar aquí.

—Sí, sí la tengo. Tú y tu prima, están enfermos. No pueden hacerle esto al mundo. Mira esa cosa. — señala a Valium. — ¿Tú de verdad crees que tiene lugar aquí?

—Hemos visto un mundo donde no hay sufrimiento. Para eso estamos aquí.

—Ahora mismo me importa un comino para qué se supone que estamos aquí. No dejaré que hagan esto. Porque también he visto un mundo donde todos están muertos y eso no será gracias a ti. — sus heridas sanan.

—No quiero lastimarte, Leny. — y en verdad no quería. — Pero si me atacas él lo hará. — señala a Valium.

—¿No eres capaz de enfrentarme sin él?

—No, no soy capaz. Porque te hice una promesa que no pienso romper. — Helen se ríe a carcajadas.

—¿Y qué quieres que haga? ¿Que te de las gracias? — Byron se queda en silencio. — Vine aquí para detener el problema desde el fondo, pero tú y tu prima...siguen echando raíces que no puedo permitir.

—¿Y piensas que de verdad...puedes enfrentarte a todos nosotros tú sola? Eres poderosa pero también mala estratega.

—Bueno, maté a tu padre aun con su bola de curiosidades y sigo aquí. — ladea la cabeza, provocándolo. — Entonces, algo me dice que puedo hacer lo mismo contigo. — juega con el poder que emerge en sus manos.

—Bien, veremos si realmente puedes... contra todo lo que soy. — el dragón posa detrás de él, abriendo sus alas y rugiendo fuertemente, mientras cientos de mantas se esparcen por todo el cielo. Incluyendo a la madre, con Elle sentada con las piernas cruzadas sobre ella. Enfadada y decidida, Helen se eleva por los aires, dejando que la magia poderosamente despiadada que llevaba en su interior, saliera a relucir. Con letales y formidables campos de fuerza, golpea las cabezas de Valium. Destruye los cañones de los soldados griegos y los hiere con sus propias municiones. Neutraliza a tantas mantas pueda pero siguen siendo demasiadas contra ella. El dragón recarga su aliento de fuego y lo lanza contra ella, del que puede protegerse con mucha fuerza. Percibía que cuando terminaban de hacerlo, era su momento vulnerable así que sin perder tiempo, arrojó cientos de láminas afiladas contra él, logrando herirle dos ojos a la cabeza derecha y parte de sus pescuezos.

—Te lo dije, es demasiado poderosa. — Byron se acerca Elle, subiéndose a una alta roca.

—No te adelantes a los hechos primo. Esto apenas inicia. — contesta con mucha seguridad. Helen no paraba de lastimar al dragón y esquivar su fuego, pero aun así, no caía. Así que expandió su magia alrededor de toda su estructura hasta tener control total de sus movimientos. Ella abre los brazos y el dragón igual, quedándose completamente inmóvil frente a ella.

—Sé que puedo entrar en ti y puedes estar a mi merced. — dice, aunque nadie pueda escucharla. Intenta establecer aquella conexión con el dragón y aunque casi le cuesta, logra hacerlo. Los ojos de Valium se llenan de luz y sus alas la irradian. Byron cae al suelo, quejándose de dolor. A lo que Elle actúa y la alcanza, haciendo que Amara arroje su ataque sobre ella. En la tierra se forma un agujero por la detonación y todos caen lejos del otro.

Byron logra recuperarse y el dragón, sorprendentemente también.

—Ya ves...— se acerca a ella, quien seguía en el suelo. — No puedes sola. — no podía levantarse, algo dolía muy fuerte en su abdomen pero no presentaba ninguna herida. Justo ahora solo deseaba ponerse de pie y pelear.

—Quien dijo que está sola...imbécil. — Alan hace su entrada. Byron sonríe burlonamente pero poco segundos después, su sonrisa se desvanece al ver que también viene acompañado. Sylvie, Aarón, Loana, Jason, paganos y guerreros tanto de Helen y suyos se habían unido para defender a su reina y sobre todo, vengar a su país. Helen se sentía feliz de verlos y de saber que aunque pudiera, realmente no estaba sola. Nunca lo había estado.

Alan la mira sin expresión y le extiende su mano, la cual ella toma sin dudar hasta ponerse de pie con su ayuda.

—¿Estarás bien? — le pregunta, observándola completamente.

—Sí. — asiente con la cabeza. — Debemos...debemos terminar con esto.

—Lo sé. Todos lo sabemos. — la mira con los mismos ojos de amor que el primer día y besa su frente.

—¡Ay que ternura! Muero de amor. — Byron se burla. — Ya es suficiente. No pueden venir aquí y hacer lo que les plazca.

—¡Ah, qué curioso! Fue exactamente lo que todo tu conglomerado de dioses hizo en el nuestro. Que malo es pagar con la misma moneda. — Alan dice, irónicamente. El dragón vuelve a levantarse y aterroriza a todos los presentes.

­—¡En posición! — Aarón grita sus soldados y preparan sus arcos de inmediato. Los griegos preparan sus cañones para empezar a atacar y comienza la guerra. Sylvie detiene tanto corazones puede, Aarón le guarda la espalda a su hermano aunque mucho no lo necesite, al igual que Jason a su hermana. Loana también mata a tantas mantas podía con sus flechazos encantados.

Valium recarga para herirlos pero Alan deja ver su gran oscuro poder creando un escudo impenetrable que los protegía del fuego. Cuando no se da por vencido y Alan casi pierde el equilibrio, Helen une su poder con el suyo y la magia se vuelve inquebrantable. La piel del dragón comenzaba a desmoronarse y se debilitaba cada vez más. Casi destruyéndolo por completo.

—Iré por la otra, tú encárgate de él. — Helen le ordena, refiriéndose a Byron. Avanzaba hacia el palacio asesinando a todo el que se pusiera en su camino hasta que finalmente la encuentra, de regreso en el puente frente a la cascada. — ¿Huyendo? — la aborda.

—Yo jamás huyo.

—¿De verdad piensas que después de todo esto eres rival para mí? — juega con el poder en sus manos. — Puedo hacer que llores lágrimas de sangre si así lo deseo.

—Entonces qué esperas. — la provoca. Intenta atacarla pero Helen la detiene, haciéndola arrodillarse involuntariamente.

—Debería arrojarte al vacío como lo hiciste conmigo, pero no te daré ese final. — se le acerca. — Tengo otros planes para ti. — entra en su mente y la obliga a hacer que todas las mantas regresen por donde vinieron, incluyendo a Amara. — Fue un gusto conocerte, Elle. — acaricia su cabello y la deja sola, en medio de la nada.

Byron y Alan siguen peleando en el campo de batalla pero ninguno de los dos parecía caer. Byron intentó cambiar la realidad para ganar ventaja pero Alan (aun sin saber cómo) lo pude detener. Con todas sus fuerzas evita que se salga con la suya. Mostrándole que era más poderoso de lo que se podría imaginar.

—Tú...no mereces tener este poder. — Byron dice, escupiendo sangre. Ya no tenía fuerzas para seguir luchando.

—¿Y tú sí, no? — Alan se acerca.

—Solo queríamos un mundo donde todos pudiéramos...

—Coexistir. — completa sus palabras. — He escuchado esa historia demasiadas veces. ¿Y sabes qué? No la repetiremos más. — se agacha y saca su espada.

—Cometes un error. — dice, aun sin poder levantarse.

—Sí, desde luego. — sin pensarlo más, corta su garganta hasta que su cabeza se despega del cuerpo. Todos los griegos que presenciaron la muerte de su rey, se retiraron lentamente de la guerra. Valium, aunque estaba muy herido, aún seguía vivo. Y acababa de quedarse sin un amo a quien servir. Por lo que Alan se acerca a aquella bestia para decidir qué hacer con él.

—Creo que puedo hacer una última cosa contigo. — el séptimo ojo del que Byron a Helen le había hablado se abre y con mucha facilidad, Alan logra establecer aquella conexión entre la bestia y el hombre. Los ojos de Alan se tornaron entre anaranjados y amarillo como el fuego mismo, al igual que a los de Valium. Su fuego en vez de blanco volvió a ser rojo y sus ojos por igual. Ahora aquella temible bestia servía al rey de Francia.

Todos los franceses se reúnen en el campo, observando toda la destrucción a su alrededor.

—Está hecho, hemos vengado a nuestra nación. — Helen se les une. — ¿Cómo supieron dónde encontrarme? — les pregunta.

—Finalmente hice algo bueno con mis dones. — Ana responde y Helen logra comprender. Jason la abraza fuertemente y todos se alegran de haber ganado la guerra esta vez.

—Volvamos a casa. — Helen le pide a su esposo.

—Volvamos a casa. — responde sin más. Mirando a Valium, quien los acompañaría de regreso. 

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top