Capítulo XXXIV
—Realmente me sorprendió que me llamaras, pero es agradable pasar un buen rato fuera. ¡¡Mmh, estos scones son tan deliciosos!!— exclamó antes de meterse otro bocado de ese postre lleno de dulce y chocolate dejando a la albina algo perpleja, pues este era su cuarto postre desde que había llegado en el café que acordaron.
—Me sorprende que puedas comer mucho dulce, no te ofendas. — musitó con una sonrisa deformada en una pequeña mueca. Ella bien, amaba el dulce, pero a esos extremos.
—Tranquila. Me fascina el azúcar. — limpio sus comisuras antes de prestar atención a la mujer. —¿Para qué me necesitas?, Meliodas no me mencionó nada al respecto. — esta vez dio un sorbo a su taza de café sin apartar la mirada.
—Bueno; él y yo vamos a casarnos. — no evitó ruborizarse, era extraño decirlo sin sentirse incómoda.
—Me parece una maravillosa noticia, ya era hora que formalizara esa cosa sin sentimientos. — soltó una pequeña risa. —Los felicito.
—Gracias. — escondió un mechón detrás de su oreja antes de continuar. —Bueno, Meliodas me hablo de tus habilidades de diseño y realmente necesito un consejo para empezar. — la pelirroja escuchó atenta. —Así que quiero contratarte para que me ayudes con algunas cosas para organizar la boda. Realmente me aliviaría realizar esto con una persona que ya lidié a un extraño. ¿Qué dices? — una amplia sonrisa se pintó en los labios carmín a la vez que sus luceros eufóricos gritaban emocionados.
—¡Claro que sí!, estoy muy honrada de esto, de verdad; sirve que nos empezamos a conocer de nuevo. — añadió con claro pudor al recordar aquella vez en que se conocieron. —Nuestro primer encuentro fue algo grotesco, he de admitir, pero no fue intencional hacerte enojar o algo parecido, solo que nadie me había desafiado así, nunca. Realmente eres buena para defenderte.
—Gracias, supongo. ¿Lo dices por Meliodas? — liberó un suspiro.
—Y sus novias anteriores. — rodó los ojos con un gesto torcido. —Conocí a esas cabezas huecas en algún punto y créeme que se iban a llorar por un pequeño insulto en claras peleas que ellas empezaron, pero realmente, ni Meliodas me desafía tanto como tú. — se hundió de hombros dejando a Elizabeth con un extraño pensar, ¿realmente era de agresividad bruta?
—No creo que mi agresividad verbal sea de admirar.
—Ya somos dos. — completó la ojizarca. —Pero creo que por eso mismo a Meliodas le gustaste. Digo, de chicas falsas y delicadas a escoger una mujer con agallas, creo que es mejor. — un guiño de ojo dejándola con mil pensamientos y un sonrojo. ¿Él gustaba de ella? Bien le dejó en claro porque ella fue elegida, pero nunca fue específico. Agitó su cabeza, lo menos que quería era poner en duda sus sentimientos y terminar en falsas ilusiones. —Bien, ¿por dónde quieres empezar? — la llamada de Liz rompió su burbuja de inseguridades. —En mi opinión podrían ser los colores de la temática.
[...]
Dejó de ver el reloj, pero de minuto a minuto parecía una eternidad y realmente odiaba que lo hicieran esperar. ¿Qué tanto tramaba la albina? Suficiente tuvo con que con el resto de la semana ignorara sus llamadas o muy apenas respondía sus mensajes de texto alegando lo ocupada que estaba. Una boda no llevaba tanto tiempo, ¿cierto? Para su desgracia, Liz tampoco comentó nada al respecto, lo único que le podía aliviar es que aún no peleaban esas dos, pero empezaban a llevarse bien, ¿eso no debería ser preocupante?
Suspiró profundamente. Tal vez su semana no fue realmente la adecuada con su estado mental; estaba cansado y eso le causaba más estrés, al menos le aliviaba en ese momento estuviese en la comodidad de su casa tomando un vaso de whisky mientras esperaba impacientemente a la albina, quien le comentó que tenía que hablar con él de urgencia. Para ser algo urgente, ella no tenía prisas.
—¿Necesita algo más, señor Meliodas? — cuestionó Zaneri al distraído rubio quien solo se limitó a negar.
—No, puedes retirarte. — no insistió y la mujer se retiró. —¿Por qué tarda tanto es mujer? — rechisto en bajo tomando el teléfono dispuesto a llamarle y pedirle una explicación, pero sus conocidos zapatos bajos y apresurados pasos llamaron su atención.
—Lamento la tardanza, pero Liz y yo nos quedamos discutiendo con un florista. — Meliodas lamento en silencio aquel desafortunado que haya causado la ira de esas dos mujeres.
—¿Para qué tanta la urgencia? — una amplia sonrisa tomando un gran sobre lleno de lo que parecían ser varias tarjetas.
—Bien. — sacó el contenido y eran simples muestras de invitaciones sin letras, solo tarjetas de colores —Escoge, Demon. — ladeo una mueca, eran al menos 20 ejemplos diferentes, ¿Cómo se supone que escogería? Eran lo mismo.
—Eso es...
—Los varios diseños para las invitaciones. — completó. —Tienes tu lista y yo también, escojamos un diseño, no es tan difícil realmente; Liz y yo nos entusiasmamos con los colores. — soltó un chillido de emoción tomando entre sus manos un de tonos azules y otro en un matiz más claro. —Aunque no me decidido si el índigo es mejor que celeste.
—Solo es azul. — Elizabeth frunció un puchero. Antes de que pudiese decir nada, el azabache salió a las espaldas del rubio después de escuchar su conversación.
—Eso no decías cuando peleaste por una corbata color carmín y una cereza. — el mayor lo fulmino causando terror en este. —Mejor me voy, sigan con los suyo. — Meliodas exhaló.
No tenía más de otra que concentrarse en las muestras que su pareja le había traído. Unos eran más claros que otros, otras eran tarjetas de colores difuminados, otros tenían colores más fuertes, algunos solo tenían franjas. Solo podía pensar en lo peculiar que era Elizabeth al momento de escoger colores.
—Es curioso este. — terminó tomando entre sus manos una tarjeta blanca difuminándose en colores verdes y azules. La albina sonrió.
—Verde y azul. Es hermoso el color agua que se forma agregando el blanco claro, ¡me gusta! — procedió a tomar el resto y volverlos a guardar dejando fuera el que escogió el blondo. —Entonces ese será el color de la temática. Hice un pedido de algunas flores amarillas, azules y blancas, no serán muchas ya que prefiero luces o algunas farolas.
—Solo no exageres con las luces; algo puede incendiarse o alguien puede quedar ciego. — sus bicolores rodaron.
—Tengo todo bajo control. Por ahora tengo que mandar a hacerla invitaciones. — afirmó con un rostro determinado que incluso dejaba a su pareja algo... pasmado. —Por cierto, hice una cita para la siguiente semana, tienes que venir conmigo. — alzó la ceja con indiferencia.
—¿Para?
—Son cosas como la comida y el pastel; esas cosas, pero tienes que venir. Si quieres que esto sea creíble, creo que debes ayudarme, te guste o no. — terminó alzando la voz terminando así con la seguridad corrosiva de Meliodas. Parpadeo un par de veces sin despegarse de esa mirada autoritaria.
—D-De acuerdo. — volvió a una sonrisa amable.
—Bien, mi querido prometido, tengo cosas que hacer. — depositó un beso burlón en su mejilla aprovechándose de su pequeño estado de conmoción. —No vemos.
Ahí, sentado en el mismo sofá, pero esta vez vacilando y un ceño fruncido opacando el ligero rojo en sus pómulos, ¿Cómo lo dejó pasar? Esa chica claramente estaba jugando; lo graba manipularlo de una manera u otra para después solo desaparecerse de su vista dejándolo confuso.
—Creo que voy viendo quien va a domar en la relación. — apareció de nuevo el menor con una sonrisa socarrona al ver la expresión de su hermano. —¿En serio vas a dejar que tu mujer te controle?, aprende de mí. — Meliodas solo negó y se apartó de él sin decir más.
—¿Qué dices cariño? — llamó la rubia con una sonrisa difícil de descifrar, pero causaba estragos a su marido. Sudó en frío.
—N-Nada linda.
[...]
¿Algo más que detestaba que el tiempo corriendo? La gran cantidad de gente y olor empalagoso del lugar. ¿Cómo es que lo obligó a ir en contra de su voluntad? Tenía en claro que fácilmente ella no necesitaría de su opinión como para organizar dicha celebración, pero era tan terca como insistente como para arrástralo. Solo se dio por vencido, resignado siguiendo a la mujer que entusiasmada hablaba con la pelirroja sobre detalles que ni él comprendía y ni consideraría necesarios.
—Es interesante cómo las mujeres se dejan llevar por cosas poco necesarias. — habló su primo acompañando el silencio entre ellos mientras el par de chicas hablaban con la encargada. —Aunque es nuevo que te hayan obligado a venir. — torció los ojos con una mueca.
—Ven Meliodas. — la albina lo tomó del brazo y lo jaló consigo ocasionando la risa de él peli blanco.
Terminaron apartados en una mesa donde darían algunas muestras y ejemplos de lo que eran dichos postres dulces y se encargarían de seleccionar, cosa que para el rubio solo le daba mareo ver tanta azúcar acumulada en un solo lugar. Al contrario de su prometida y mejor amiga, estaban que estallaban de emoción de tantos colores y sabores que parecían que babeaban.
—Bien, supongamos que esto es correcto, pero ¿Cómo para qué vienen esos dos? — interrogó refiriéndose a la pelirroja y a su primo. Elizabeth negó ante su descortesía de brazos cruzados.
—Liz se encargará del diseño de la repostería y Estarossa solo quiso acompañarnos. Tu y yo solo vamos a escoger. — se alzó de hombros sin lograr convencerlo.
—Vamos Meliodas, es aburrido quedarse solo, ¿sabes? — se excusó el de ojos negros.
—¿Segura o solo es una excusa para comer? — podía deducirlo por sus ojos brillantes con aquel catálogo extraño de pasteles, ¿en serio? ¿Qué tan difícil podía ser?
—Tu cállate y siéntate ahí.
No tardaron mucho para servirles pequeñas muestras de varias combinaciones y sabores que las féminas no dudaron en comenzar a opinar al respecto mientras daban pequeñas probadas de cada uno con entusiasmo y fascinación.
—Hmm, me gusta este. — exclamó degustando el pan de vainilla prosiguiendo con uno de cubierta de cereza. —Huh, este también, pero es muy dulce.
—Uuum prueba este, Elizabeth, las fresas son muy tradicionales. — recomendó la pelirroja. La mencionada dudó un poco.
—Podría ser, pero no son mis favoritas.
—Tranquilas, los pasteles no se irán corriendo. — bromeó el rubio que solo se entretenía con aquellos diseños en las hojas como excusa para ignorar el excesivo olor dulce de vainilla y chocolate en conjunto. Elizabeth gruñó internamente.
Tomó un tenedor nuevo y agarró una porción de lo que era un simple pastel de limón, pensando que tal a la vez un sabor amargo sería de buen gusto para el rubio.
—¿Qué te parece este? Solo abre la boca. — los ojos verdes vacilaron echándose ligeramente hacia atrás, pero su novia era insistente. —Ándale, solo es un poco. — ¡esto era absurdo! Él solo podría hacerlo, pero sabía que ella no lo dejaría, por lo que solo desistió dándose el lujo de probar lo que esta ofrecía ya que no tenía de otra.
—Muy empalagoso. — respondió para mala pasada de su prometida.
—Vamos, necesitas endulzarte y un poco. — tomó una servilleta y limpio la pequeña mancha que quedó en sus labios. —No queremos que amargues este momento, ¿o sí? — pestañeo un par de veces. Ahí andaba de nuevo con sus juegos, pero esta vez él tomaría la ventaja.
—Eli, prueba este. — llamó una muy emocionada ojizarca ofreciéndole un pastel de nueces. —¿Y qué te parece? No muy dulce y ni tan simple. — antes de poder responder, soltó un suspiro amortiguador dejando a Liz dudosa por su expresión y es que, para el rubio era una ventaja que la mesa tuviese un mantel que escondiera su mano izquierda tentando la pierna descubierta de la albina.
Sintió su pierna temblar y su piel erizarse con solo el roce de sus yemas dándose cuenta de lo sensible que era en esa zona.
—¡Gya! Eh es... hum, es...— su lengua tropezó un par de veces a la vez que esa mano cálida viajaba hasta por debajo de su falda. —...es rico.
Meliodas rio internamente; la pobre se removía con cada tacto lento y luchaba contra los pequeños jadeos involuntarios que escapaban de sus labios. ¡Maldito Demon! Lo peor era que lo disfrutaba.
—Ya lo creo, podría ser una buena opción, aunque la crema es un poco espesa. — Elizabeth le mandó una mirada asesina al oji verde, pero este ni atención le prestaba, estaba entretenido con las decoraciones del catálogo.
—Hum... — esta vez fue un suspiro más largo, Meliodas aprovecho a apretar un poco su muslo sorprendiéndose que esta parecía darle un acceso más amplio, como buscando un toque más íntimo que, por supuesto le privaría para burlarse.
—Veo que te gustó mucho. Deben escoger para comenzar con el diseño y es ahora. Ven Estarossa, necesito ver algunas cosas. — este obedeció sin rechistar dejando solos a la pareja.
—S-Si. Meliodas... — este le volteo a ver con una sonrisa descarada. —Escojamos rápido y... Hmm, deja de hacer eso. — se removió tomando su muñeca con afán de detenerlo.
—¿Por qué la prisa? Te vez ansiosa. — apretó nuevamente su muslo consiguiendo un gemido quedito. Apretó sus labios, desviando la mirada de los penetrantes verdes. No iba a negarlo, le gustaba como la tocaba, pero...
—Elizabeth, qué opinas de... ¿Estás bien? De pronto de tornaste un poco roja. — Liz apareció en su punto de visión, percatándose de su semblante bochornoso.
—Si, solo que comí mucho. — se levantó rápidamente de su lugar alejándose lo suficiente del más bajo que parecía indiferente a lo que había sucedido previamente.
—Oh, ¿y ya decidieron?
—Bien, este es el que parece más aceptable. — interrumpió el rubio posándose al lado de la de ojos bicolor, señalado un simple y tradicional sabor a vainilla.
—Bien, solo queda escoger el diseño, las comidas y listo. — animó ignorando las pequeñas travesuras de Demon.
—Me parece perfecto, ¿verdad Eli? — apretó su cadera disimuladamente tensándola con un sonrojo sobre su lugar.
—Ugh... S-Si.
Fue un desastre, o así lo catalogaba después de varios de los mismos incidentes (toques sorpresivos por parte de Meliodas) mientras seleccionaban comidas. El Demon se las ingeniaba de una u otra forma para acariciar su pierna por debajo del mantel, tantear sobre la escotadura de su espalda o soplar en su oído y entre su cuello, ¿Cómo es que terminaron enredados en este juego?; un juego entre ellos que solo en silencio y a vista ciega se planteaba.
Pero pronto llegaría su turno y no le importaría que tan lejos llegaría con solo verlo ceder.
[...]
—Volvieron muy pronto ¿Cómo les fue Elizabeth? — pregunto la de ojos rojos una vez que ambos llegaran de aquel asunto a cubrir y dado por su rostro algo había pasado. —¿Fue divertido?
—Si, claro. — bufó dejándose caer en el asiento con frustración. "¡Maldito Demon!, no creí que fuera un pervertido"; pensó para sus adentros.
—No te quejes, fue interesante. — respondió el rubio ganándose una mirada de odio. —¿Y mi hermano? — le pregunto a su cuñada que fácilmente podía adivinar el porqué de esa tensión juguetona entre ambos, solo se las ingeniaba para disimular frente a ellos.
—Con Amice en el cuarto, no quería dormirse. — soltó una risita. —Lo más seguro es que esté leyéndole un libro o un cuento.
—Si es que no se queda él primero dormido. — rodó los ojos.
—Meliodas, Elizabeth... — en la sala apareció Froi con un tranquilo andar y una sonrisa amplia. — Los esperaba, tengo que hablar con ustedes de algo. — ambos se quedaron viendo el uno al otro intrigados. —No te molesta dejarnos un momento a solas, Gelda.
—Claro que no Señor Demon. — sonrió gustosa. —Debo ver a Zel, capaz si es él quien terminó dormido antes que Amice. — el hombre soltó una risa esperando a que su amada nuera desapareciera del lugar para quedar frente a frente con el futuro matrimonio.
—¿Cómo van las cosas? ¿Ya tienen una idea de cómo se empleará la boda? — Elizabeth asintió.
—Todo marcha a la perfección señor, no tiene de qué preocuparse. — el rubio contrario asintió complacido. "Solo por el pervertido de su hijo". Pensó.
—Bien. — aclaró un poco su garganta, gesto que su hijo interpreto como algo oculto que tenía guardado o más bien, un plan tramado. —Seré franco y directo; Elizabeth, te casaras con mi hijo. Tu madre y yo lo estuvimos hablando y pensamos que sería correcto que comenzaran a vivir juntos. — el par parpadeo unas cuantas veces con incredulidad.
—¿Habla en serio? — titubeo.
—Muy en serio.
—Padre, no creo que... — él mayor interrumpió. Si algo conocía de su hijo es que insistiría en negarse una y otra vez.
—Nada. Zeldris y Gelda viven aquí juntos, no veo el problema del porque ustedes dos no. — la albina negó una vez más en desacuerdo.
—La verdad es que me parece muy acelerado, no quiero que mi madre esté sola. — en dado caso, la albina era quien más tiempo pasaba sola en su hogar mientras su madre pasaba largas jornadas en el trabajo; sin embargo, solo buscaba excusas para no aceptar.
—Por eso mismo estuvimos hablando ella y yo. Está completamente de acuerdo y yo no te voy a separar de ella permanentemente. Siendo honestos, ella fue la de la idea. — ¿no tenía más opción? Su madre también accedió a esa descabellada y repentina idea, no podía contra los dos adultos.
Meliodas notaba la incomodidad de la mujer. Si ella no quería, no la obligaría y estaba dispuesto a discutirlo con su padre si era necesario, pero esta se adelantó a tomar nuevamente a tomar la palabra.
—Bien, señor Demon, pero con una condición. — el aludido se mantuvo atento. —Será después de la boda, aún no me siento lista para dejar mi hogar, ¿entiende? es algo sentimental. — el mayor sonrió.
—¡Por supuesto!
—¿Eso era todo, padre? — se atrevió a preguntar el rubio; sin embargo, algo en esa sonrisa le hizo arrepentirse de haber preguntado.
—Bueno, lo segundo es que, Inés y yo queremos darles su regalo de bodas por adelantado. — otra interrogante por encima de sus cabezas. —Es algo que hemos estado pensado y... — Meliodas berreo con inquietud.
—Ya dilo de una vez.
—Díganme, ¿ya tienen un lugar en mente para ir en su luna de miel? — dos pares de ojos ampliados, dos muecas y marcados sonrojos. Quizás había un pequeño e insignificante detalle que se negaban a tocar, sin embargo, aquel hombre se encontraba relajado al respecto y divertido por sus expresiones. ¡Debía ser broma!; y de mal gusto.
—¡¡¿Qué?!!
.
.
.
Realmente esta pequeña parte de la historia me emociona, no sé porque, pero Lol. ¿Qué les pareció?, ¿con cual personaje se identifican? Yo en la vida soy Liz xD. No me gusta tanto el dulce ni el chocolate, pero dame un pastel y si me lo termino xD
F para los que creyeron que Liz era mala. La verdad es que no quiero que ella sea el enemigo, al contrario, ya deseaba incluirla por que es la que ayudaría a Eli en varias cosas y no solo con la boda uwu
Por otro lado, ya vemos que Meliodas hizo de las suyas XD Créanme que Elizabeth tomará venganza de eso.
Anyways, tal vez estos quieran una luna de miel, pero sus padres si 7w7 Aquí es donde yo pregunto, ¿a donde los mandamos a estos dos? Honestamente para eso no tengo imaginación, así que si me dan algunas sugerencias no me enojo ;w;
Es todo por ahora, sin más gracias por leer.
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