Capítulo XLVIII

Asegúrense de haber leído la parte anterior en caso de que mami Wattpad no les haya avisado o que no haya cargado el capítulo ;w;

Ya anulé la publicación y volvía a publicarlo, incluso le edite un poquito, pero la verdad no sé si haya funcionado.

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—¡¿Cómo que no puedo tener una cita con Meliodas Demon?! — se quejó aquella terca mujer de ojos morados y cabellos cobrizos, casi rogando entre falsos lloriqueos, llevando a Deldrey, la secretaria, a impacientarse y perder los estribos con esa mujer de actitud dramática. —Solo un ratito chiquito. — la intensidad de la mujer era la misma o más por más que le negara por doceava vez en esos largos treinta minutos.

—Se lo vuelvo a decir, señorita. — si es que así podría llamársele. —El joven Demon tine muchos asuntos más en su agenda, tendrá que esperar al menos un mes para que la reciba y eso si es que confirma su cita. —, pero la terquedad de Vivian era imparable cuando se trataba de insistirle a los hombres en su desespero por conseguir una pareja.

—¿Si entiendes que yo fui una de las aspirantes para "La Señora De Demon"? — esperaba que eso le convenciera y le diera una prioridad, pero inclusive la de cabellos verdes, prefería por mil veces más a la platinada que a la loca desquiciada que tenía en frente.

—Pero usted no es la señora de Demon, con ella necesitaría una cita muy especial ya que está aún más ocupada que Demon, pero el joven Zeldris la puede atender. — por fin se dio por vencida y para colmar, ella resultó ofendida.

—Esto es ridículo, ¡hum! — no le quedó de otra que salir de aquel edificio al que se le hizo difícil entrar como para ser corrida por una simple secretaria. —¡¿Que se creé esa tipa?! ¡¡Yo debí ser la señora de Demon!! — refunfuño en el estacionamiento buscando las llaves de su auto sin notar cómo una camioneta se estacionaba cerca de ella.

—¿Señorita Vivian? — volteo a ver al dueño de esa voz áspera para encontrarse con singulares ojos turquesas.

—Ah, ¿sí? — arqueo la ceja con poca emoción. —¿Para qué me buscan? — el hombre sonrió levemente, parecía de confiar o al menos eso pensó la torpe mujer.

—¿Tiene un tiempo libre? — al parecer no lo pensó antes de acompañar al sujeto sin saber que saldría más que beneficiada por el plan detrás de la persona que la buscaba.

[...]

—¿Tu mujer? — se soltó a las risas, burlándose de tan patética afirmación. —No me hagas reír, solo aparece otro hombre ya le pones interés en ella. Hasta te volviste posesivo. — si tan solo supiera este pobre hombre que de pies a cabeza la conocía y más. Cada gesto, cada sonrisa, cada sonido proveniente de sus labios provocados por él; era más que suya, pero no se rebajaría a restregarle algo que claramente nunca tendría, ni avergonzar a su mujer.

—¿Solo porque es alguien mejor que tú la quieres?, ¿solo porque usa un prestigioso apellido te interesa?, ¡¿solo porque sabes que no volverá a caer en tus juegos te pones a implorar su atención?! ¡¡¿Hasta ahora te das cuenta de lo valiosa que es por sí misma y no por un estúpido apellido?!! — Mael se quedó callado soltando un gruñido al ver su ego más roto que su nariz. —No voy a tolerar que estés cerca de ella siquiera, mucho menos que vuelvas a tocarla. — como si fuese parte de su instinto, cubrió el cuerpo de la albina detrás de él a modo de defensa, pero poco le importó al albino que a duras penas se levantó.

—Entonces, deberás ser muy cuidadoso, Demon — advirtió antes de irse agradeciendo que el sangrado se haya terminado. Si eso era un reto, claramente tomaría cartas en el asunto, lo que fuera necesario para protegerla.

El Demon soltó un bufido alivio después de que sus señales de estrés disminuyeran con la ausencia de aquel varón, por su parte, Elizabeth se sintió avergonzada por su debilidad y tener que esperar a que él la rescatara. Sin embargo, continuaba en su cabecita esa duda: ¿a qué se refería con "mujer"?

—Lo siento, yo debí alejarme cuanto antes y... — sin esperarlo, él se inclinó a ella para abrazarla en consolación. Aún le sentía temblar y su abrazo era muy cálido para una persona indiferente con él; sus manos acariciaron su cabeza con delicadeza, dejándola sollozar en su hombro. No podía juzgarla, usó mucha fuerza que incluso dejó marca como advertencia.

—¿Estas bien? — esta se aferró a su cuello temblorosa dejando que un par de lágrimas cayeran en el suelo.

—Si. — agradecía que no hubiese pasado a peores o como la última vez hace años en un salón de clases que, si no hubiese sido por la intervención de uno de los profesores, Mael la hubiese arruinado de por vida.

Había claras diferencias entre ambos; Mael aquella primera vez que quiso sobrepasar ese límite, solo besaba sus labios con agresión mientras intentaba arrancarle la blusa del uniforme a pesar de ella solo imploraba tiempo para acostumbrarse, pero no fue así. Igual que esa vez, tomó sus muñecas cuando comenzó a resistirse, si no fuera por el profesor que los encontró y los detuvo antes de que se arrepintiera. Mael era un chico lindo y atento con los demás alrededor, a solas era totalmente otra cara. Por otro lado, no podía ni siquiera compararlo con Meliodas que, pese a su actitud indiferente, su amabilidad era nata y generosa, tan atento, considerado y en ocasiones cariñoso que no dudó en confiar en cuerpo y alma, y aún sin esperarlo, él llegó por ella.

—Vamos a tratarte esas heridas. — rodeando su cintura ayudó a levantarse, tomando sus manos como si fuesen lo más delicado del mundo, hasta la oficina del rubio donde se encontraron a él peli negro en el camino.

—Oye, hermano, puedes... — sin embargo, quedó pasmado al ver aquellos moretones en las muñecas de la albina. —Elizabeth, ¿qué te sucedió en las manos? — preguntó casi horrorizado buscando respuesta en los ojos de la mujer, pero solo bajó la mirada sin querer responder. Meliodas por su parte, le dedicó una mirada muy severa que nunca había presenciado a pesar de tratar con mucho cuidado esas marcas en la piel de su esposa.

—Zeldris, háblale a seguridad. Los quiero a todos en la puerta, ahora. — indicó. El menor no cuestionó más y salió rápidamente de la oficina mientras el rubio maldecía en bajo con solo ver lo que su prudencia no pudo ser evitado. —Debo hacer unos cambios al parecer. Las cámaras deben ser más fijas y más personal revisando las instalaciones. — comenzó entre dientes, si quería le contrataría diez personas que cuidaran de su seguridad, pero era exagerado. —¿Te duele? — pasó sus yemas por esos hematomas.

La muñeca izquierda estaba mucho más dañada que la derecha, pues empezaba a tomar un color morado como mancha que arruinaba la pureza de su piel nívea.

—Un poco. — se quejó al tratar de moverla. Incluso la articulación dolía y hormigueaba, pero no podía evitar sentirse mal por la expresión de su marido, ¿qué significaba exactamente? —Estas molesto, Meliodas.

Berreo en bajo; ¡claro que estaba más que molesto! ¡Quería matar al desgraciado por hacerle a algo para maltratar tan hermoso pétalo! Lo maldecía sin parar, quería acumular todo lo que le hizo a la albina en el pasado y regresárselo a golpes hasta escucharlo pedir piedad, pero no lo hizo. Dejó que le hicieran daño y eso no se lo iba a perdonar jamás, pero tenía miedo a que realmente se me saliera de las manos y lo llegara a matar; en un pasado se metía en diversos problemas e incluso mandó compañeros al hospital por su agresión, no podía arriesgarse a revivir nuevamente esa pesadilla, pero por sacarla a ella estaba dispuesto a sufrir en silencio.

—¿Qué quieres que te diga? — chistó la lengua sin detener sus tratos en su piel afectada. —No estoy molesto contigo si no con él, me molestó que te usara de ejemplo como un objeto y que yo no hubiera intervenido antes. — soltó tanteando la muñeca de la albina hasta que escuchó un quejido de su parte. —Solo olvidemos mientras lo que pasó ¿de acuerdo? Iré por hielo, se te está inflamando. — dicho esto, salió de la oficina con un ligero temblor en su voz.

No logró adivinar su mirada, pero estaba inquieto y no solo por el maltrato en sus muñecas.

—Ya volví. ¿Y mi hermano? — cuestionó el peli negro entrando al pequeño cuarto buscando al mencionado.

—Ya vuelve en un momento. — mencionó cubriendo esas manchas, pero no pasaron desapercibidos por el oji verde

—¿Puedo preguntar qué fue lo que pasó? — relamió sus labios bajando un poco la mirada.

—Mi ex pareja, t-trato de... de... — apretó los labios, no podía ni siquiera mencionarlo sin balbucear. Zeldris palmeo su espalda en consolación al entender su mensaje, pensando en que su hermano realmente no exageraba; si algo similar le ocurría a su esposa o hija en un futuro, se volvía loco.

—Tranquila, nos encargaremos de esto. — aseguró con notoria intuición de querer protegerla. ¿Cómo no querer a su cuñada? Era prácticamente la amiga más cercana que había tenido.

—Ya volví. — apareció enunciando su llegada con la misma vacilación en su tono, trayendo consigo una caja de botiquín y una bolsa de hielo que le entregó a su hermano. —Zel, por favor ponle esto hasta que baje la hinchazón. Hablaré con los de seguridad. — este asintió esperando a que se marchara para comenzar colocando el hielo cubierto en una tela sobre la hinchazón escuchando un pequeño quejido siseante.

—Lo siento. Está muy enojado. — esto llamó la atención de la fémina. —Está hablando muy rápido y se pone algo ansioso, eso sucede después que pierde el control de sus emociones. Lo digo para que no te sorprenda si después no te vuelve a dirigir ni la palabra o te hable de forma que necesites un diccionario a la mano. — la oji bicolor rio por esto.

—Honestamente me dio algo de miedo ver su mirada agresiva... — su cuñado quitó el hielo y exceso de agua para comenzar aplicando una pomada que aliviara su dolor prosiguiendo con envolver la zona con unas gasas esperando que eso disminuyera su dolor. —Era muy distinto a las demás veces que lo vi molesto.

—¿Cuántas veces golpeó al sujeto? — esto le desconcertó un poco, pero parecía preguntárselo por una razón.

—Eh, como unas cuatro veces. — no pareció sorprenderse con la cifra.

—Tuvo suerte entonces. — ¿tuvo suerte? ¡Le rompió la nariz con solo un golpe! Aunque se lo merecía, le pareció más de lo necesario. —¿Sabías que una vez casi mata a un compañero de escuela que lo molestaban? Tenía solo 12 años cuando golpeó su cabeza contra el pavimento. Tuvieron que hacerle puntadas en el rostro. — Elizabeth se vio algo pasmada, no creyó que fuese tan violento desde una edad tan temprana, pero dado a lo que sufrió desde su infancia, solo eran secuelas. —Créeme, no está orgulloso de eso, pero esa vez lo hizo porque las burlas no funcionaban con él, pero yo era un blanco más fácil.

Entendía que ese rubio desataba una gran ira por defenderse, pero cuando se trataban de sus seres queridos, incluso no temía arriesgar su integridad. ¿Debía temer por él o por los demás?

—Creo que mencionó algo de eso. — esta vez, Zeldris se vio algo asombrado.

—Es raro que lo cuente, por lo regular se oculta después de que alguien lo ve en ese estado, por eso está actuando así. — terminó hundiéndose de hombros antes de que la puerta se abriera, dejando a la vista al rubio ansioso.

—Listo. — apareció repentinamente caminando hasta la mujer para revisar que sus heridas hubieran sido correctamente tratadas. —Lo vieron entrar, dicen que son varias veces en que se le ha visto por aquí, así que será fácil reconocerlo en caso que se le vea de nuevo. — apretó sus labios en una línea dubitativo y temeroso por su seguridad. —Elizabeth, estarás más segura con tu madre ya que tu no necesitas moverte y te conocen todos, aquí es un laberinto de oficinas, es más probable que seas blanco fácil. Necesito hablar con Inés e informarle esto. — la albina no dijo nada, discutir con él sería igual que pelear contra una pared. —Pediré tus horarios y yo te llevaré y recogeré a donde seas que vayas, no puedo arriesgarme a que suceda algo peor.

—¿No crees que exageras? — agregó su hermano menor ganándose una mirada molesta.

—¿Eso es exageración? — mencionó refiriéndose a las vendas de las muñecas de la fémina. —No hay discusión. De ser necesario también le pondré una orden de restricción. — entre cuñados se vieron algo preocupados por las medidas drásticas que estaba tomando el blondo, pero sería una pérdida de tiempo si se negaba a esos cuidados.

—Bueno, no creo que necesiten más problemas. Hablaré con mi padre de esto y que apruebe los permisos para incrementar la seguridad. — suspiró el menor de los Demon, dejando a la pareja en un silencio bullicioso que la peli plata decidió romper.

—Gracias por sacarme de ahí y lamento mucho lo que presenciaste. — comenzó avergonzada, incluso le repugnaba no solo los moretones en sus manos, también el moretón que dejó en su pierna cuando la tomó con brusquedad, su quijada también sufrió de dolores y sin olvidar que limpio desesperadamente la zona en su cuello donde mordió. —No quería que sucediera y créeme que no soy capaz de engañarte con alguien más. — el rubio la tomó de sus manos entre las suyas con suavidad sonriéndole levemente.

—Lo sé, y espero que así sea ya que no es solo mi reputación la que se pone en juego. Nuestra confianza y créeme que es lo más valioso que tengo. — finalizó tomando depositando un beso sobre las vendas con una mirada afligida y llena de temor; estaba ahí nuevamente, como si fuese un pequeño aterrado del mundo y de cualquier cosa que le pudieran causar dolor.

—Meliodas... — su sonrojo no tardó en aparecer con esa pequeña acción, relamiendo sus labios con inseguridad. Sin quererlo, siempre terminaba con las palabras de Mael clavadas en su cabeza como estacas. —¿Tu tendrías tiempo para nosotros?

—No. — respondió en seco antes de tomarla por la barbilla para acercarla a su rostro tanteando sus labios. —Te daría todo el tiempo incluso si no lo tengo.

[...]

Se habían acostumbrado a trabajar juntos que sentían que era mejor cuando convivían en el mismo espacio, pero desde aquel incidente de hacía una semana, no se habían vuelto a ver avistamientos de el peli plateado, pero eso no significaba que el rubio no estuviese alerta como paranoico. Cumplió su palabra de llevarla y recogerla de cualquier lugar al que fuera, incluso si él personalmente no tenía la posibilidad, enviaba a su hermano o a Grayroar ya que no confiaba en nadie más. Aumentó de manera drástica el personal de seguridad tanto de noche como de día en la empresa como en la de Goddess, solo como medida de precaución. Sin embargo, a pesar de los pensamientos que tenían respecto su exagerada preocupación, no todo había sido tan malo.

Ese día, Elizabeth acompañó a su cónyuge a revisar más de los tantos tratos que tenían los Demon con Goddess en el pasado y que terminaron en el olvido, con el afán de encontrar la manera que esos proyectos que quedaron vigentes entre las cajas viejas, tuviesen manera de volver a ser ejecutadas al pie de la letra. Un trabajo arduo y aburrido por tener que leer papeles viejos, pero nada que no pudiese hacer la peli plata cuyas marcas quedaron casi invisibles en su piel gracias a los constantes cuidados (e inclusive innecesarios) del rubio y de su madre, quien se unió a la paranoia de su esposo al sobreprotegerla en su ámbito laboral, dejándola siempre al cuidado de Nerobasta u otro colega. Sin embargo, ahora recuperada de la movilidad de sus manos, ya no las podía mantener quietas.

Simplemente comenzó jugando con pequeños tanteos y burlas con el rubio y, de un momento a otro, ya estaba encima del blondo sentado en la silla con sus caderas bailando sensualmente sobre las contrarias, las manos en su cintura y pecho mientras las suyas solo revoloteaban entre sus cabellos.

—Hmm... — suspiró jugando con sus mechones, impulsándolo más a su cuello. Su blusa se encontraba desabrochada lo suficiente para dejar a la vista su sostén blanco y dejar paso a la mano del rubio jugando con su pecho. —Meliodas, no creo que sea buena idea... — mordió su labio evitando soltar gemidos fuertes. Este le miró con pillería y adorando su simple sonrojo al momento de detener su vaivén.

—¿Tu empiezas y quieres retractarte ahora? — sus manos sobre sus caderas le hicieron restregarse contra su creciente erección sobre el pantalón oprimiendo un gruñido. —Eso no es un juego justo. — murmuró comenzando a mordisquear su oreja sacándole otro gemido.

No es que no quisiera que lo hicieran en ese momento, la oficina resultaba tentador y erótico, pero la gente alrededor contando que alguien podía entrar inesperadamente o escuchar lo que hacían. ¡Moriría de vergüenza! El señor Demon salía de la empresa un rato y cada quien se ponía a actuar deliberadamente y claro, no eran la excepción; además, ¿hacía cuánto no la tenía cerca? En su hogar solo llegaba cansados del trabajo o uno se tenía que quedar en la oficina como para tener tiempo de hacer algo.

Ahora entendía por qué cada vez que alguien decía que se quería casar para tener sexo todos los días, una persona casada terminaba burlándose de tan inocente pensamiento.

—Tú me seguiste la corriente. — se excusó dado que claro, ella empezó jugando y él la atrajo a sus labios para besarle con calma a la vez que demostraba todo lo que guardaba: ansioso por tenerla nuevamente entre sus brazos y escucharla vociferar sin censura alguna.

—Entonces, ¿quieres que pare? — se burló de ella deteniendo sus acciones y mantener sus manos lejos de aquel calor que dejó en su cuerpo, la fémina se mordió más el labio inferior sonrojándose por el simple hecho que deseaba que volviera a tocarla sin ninguna restricción, que se hundiera en ella y satisfaga como él solo sabía hacerlo.

—Meliodas, por favor. — mordió su labio inferior acercando su rostro a su cuello para comenzar a succionarla, esperando a darle motivos para continuar mientras sus manos arañaban su pecho por encima de la camisa, tirando de la corbata para deshacer el molesto nudo.

Meliodas decidió no dejarla esperar.

—Tendrás que ser silenciosa, preciosa. — musitó adentrando sus manos bajo su falda tanteando su ropa interior para quitarla; sin embargo, escuchar muchas voces cada vez más cerca le hizo reaccionar al instante, retirando a la mujer con cuidado. —Alguien viene, acomódate rápido. — indicó a lo que esta obedeció al instante abrochando su blusa y acomodando su falda, usando una de las hojas para abanicar su rostro sonrojado, solo debía ignorar la humedad entre sus piernas. Meliodas imitó la acción, distrayendo su mente para ayudar a bajar su excitación y aparentar que nada había pasado o que estaba a punto de pasar.

Pasaron los segundos antes que muchas de las voces sonaran alteradas y preocupantes antes de que el peli negro de ojos verdes entrara con una exaltación que preocupó a la pareja, ¿por qué había tanto alboroto y cuchicheos?

—Meliodas, ¡rápido!, ¡es urgente! — habló alterado y en voz ansiosa sin poder mantenerse tranquilo.

—¿Qué pasó Zel? Me estas preocupando. — frunció el ceño, el menor se relamió los labios antes de hablar. — Primero cálmate y...

—Me llamó Fraudrin... — interrumpió tragando saliva en un intento de aclarar su garganta. —A-Acaban de hospitalizar a nuestro padre. — fue como un cubo de agua helado acariciando su cuerpo. La albina jadeo llevando sus manos a la boca mientras el rubio soltó un aire turbio a la vez que apretaba los labios para evitar alterarse, ¿cómo pudo ser? El de cabellos se suponía que estaba con él para hablar de sus negocios, ¿qué pudo haber pasado? —Al parecer tuvo un ataque cardiaco.

No lo pensó más de dos veces; tomó sus llaves y salió a paso rápido de aquella molesta oficina seguido de su hermano y esposa hasta el estacionamiento, montando el auto para ir la clínica de la capital, esperando que aquello que le haya pasado a su padre no fuese nada grave.

—Fraudrin estaba con él dices. — a diferencia de los otros dos, estaba más calmado y con mejores condiciones para manejar en eso momentos de tensión. —¿No sabe que pudo causarle la taquicardia? — el menor negó mordiéndose las uñas.

—No me dijo nada, solo me avisó y no me recibió las llamadas. — esto se le hizo algo extraño por parte de el de cabello morado, no era una actitud común en él. Fuera lo que fuera, ya sabrían qué fue exactamente lo que pasó para que causara dicho incidente, su padre no tenía una enfermedad conocida que le haya causado el ataque ¿cierto?, o eso pensaban.

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Se viene la parte de una revelación muy importante que tal vez cambien el rumbo de la historia uwu

¿Qué les pareció?, ¿qué persona esta detrás de vivian?, ¿el ataque abra sido accidental o provocado?

Un misterio se resuelve, pero se abren otros >:3

Ahora si, tuve posibilidad de actualizar dos capítulos, espero que mañana tambien... dependiendo mi insomnio.

Sin más, gracias por leer.

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