Capítulo X
Yyy... como se acerca el 14 de febrero, les traigo un capítulo con un poco de seducción y tentaciones para los protagonistas. Disfrútenlo.
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Su semblante no había cambiado después de regresar de la universidad, ver tantos alumnos emocionados por el culminar la primera etapa de su profesión los tenía entusiasmados como nostálgicos, para Elizabeth era lo mismo; solo quería no volver a verlos y ya, aunque tuviese uno que otro buen recuerdo, como humillar a la niña de papi de la institución, definitivamente extrañaría devolverle todo el daño que le hizo gracias a Mael.
—Eli. — la menor volteó a ver a su madre. —Deberías invitar a tu novio a la graduación, seguramente le gustaría estar ahí. — esta solo rodó los ojos con un bufido.
—No. Me niego. — espetó en berrinche como niña pequeña. —Puede que no sea muy reconocido, pero llamará mucho la atención entre todos. — la madre solo mostro una risa burlona; tan inocente era su hija como para que se diera cuenta.
—¿Es eso o te dan celos que otras lo vean?
—No. Bueno sí. Eh, no, yo... — titubeó sin saber exactamente que responder. —¡¡Ahg!!, no lo sé. — la mayor soltó una pequeña risa de burla negando levemente. —No quiero que vaya y ya, es todo. — en parte se preguntaba lo mismo, ¿sentiría celos? Claramente, el rubio era una buena vista para cualquier femenina y lo había comprobado las veces en que salieron juntos. Si iba a su ceremonia, seguramente sus compañeras no dudarían en encimarse, algo que no lo agradaba, no por él, si no por ella.
—Pues, no es de que no quieras señorita y tampoco te voy a estar preguntado si quieres o no. — exigió cruzada de brazos. —Lo invitas y se acabó, además, así sirve que le das una visita de vez en cuando. — arqueo la ceja en un jadeo ofensivo. —Llévale algo, no sé. Has lo que hacen los enamorados de hoy en día.
—No estoy enamorada de él. — a regañadientes tomó su bolsa y decidió marcharse, ya que seguramente la mayor no dejaría de insistir. —Al rato vuelvo. — salió de la casa evitando azotar la puerta en señal de rabieta, dejando a una mujer negando por su terquedad.
—Eso dicen todos y son los primeros que caen. — suspiró rodando los ojos.
[...]
Ahí estaba de nuevo en el lugar, parecía haber más movimiento desde la última vez que había pisado el lugar. Con suerte, esta vez no se perdió ya que, antes del incomodo encuentro con el albino de ojos rojos, este le había indicado las direcciones en caso de que volviera a ocurrir ese incidente.
Se detuvo a acomodar la falda blanca que portaba para caminar en dirección directa con la secretaria de cabellos verdes y ojos azules que charlaba desmesuradamente con otras chicas.
—Buenas tardes, señorita ¿Se le ofrece algo? — su tono de voz era irritante como falsamente amable, agregando que su mirada era típica de una mujer presuntuosa.
—Si, vengo a ver a Meliodas. Si fueras tan amable de avisar... — hizo su mejor gesto para no ser grosera; sin embargo, la mujer solo le ignoro rechistando una mueca.
—El señor Demon no está para recibir visitas a ninguna hora, querida. — parpadeo un par de veces mirándole con burla. —No le gusta que le molesten, y por lo que veo, eres otra cualquiera que solo anda de lanzada con mi jefe. — este comentario hizo estallar a carcajadas a las otras féminas a lo que esta solo rodó los ojos rebuscando en su bolso.
—Si, si lo que digas cariño. — sacó su teléfono, llamando al número del rubio.
—¿Qué hace? — cuestionó sin detener su risa mientras hacía un gesto que esperara con el índice, esperando tranquilamente hasta que la otra línea atendió.
—Hola, Meliodas. — sonrió victoriosa ignorando la cara de sorpresa de las mujeres.
—¿Elizabeth? — entono sorprendido, ya que él era quien llamaba y pocas veces respondía. —Esto es raro, ¿se te ofrece algo?, ¿pasa algo? — cuestionó desde su asiento dejando de lado los papeles que estaba leyendo.
—¿Puedes decirle a tu amable secretaria que me deje pasar? — la impaciencia se vio en su voz, una mirada de pocos amigos que estremeció a Deldrey y a sus compañeras.
—¿Estás aquí?, ¿para qué me necesitas? — Elizabeth resopló.
—Escúchame, solo déjame pasar o te juro que me arrepiento y me voy. — una risa se escuchó del otro lado.
—Que amable eres mujer. — rodó los ojos con sarcasmo. —Permíteme. —dicho esto, la jovencita colgó para dirigirse a las féminas. Para sorpresa de la ojiazul, el teléfono de su escritorio la alarmó.
—¿S-Si señor Demon? — titubeo arrugando el entrecejo —Eh, pero... Si señor. — con resignación soltó el aparato dirigiéndole una cara gruñona a la albina de aire burlón.
—En el pasillo das vuelta a la izquierda y luego al fondo a la derecha está la oficina del señor Demon. — suspiró siseando. La albina sonrió amablemente, pero no esperaba una segunda burla por parte de la mujer. —¿Quieres un mapa para que no se pierda otra vez? — de nuevo, ese asentimiento de debilidad, carcajadas que solo causaban eco en sus memorias, lamentablemente para ellas, no se dejaría intimidar.
—No, pero si quieres le pido a mi novio que te de una cuenta de banco para que te ahorres tus palabras. Con permiso. — las risas cesaron mientras esta se marchaba con una mirada serena, indiferente al rostro de furia de la secretaria.
Siempre pasaba lo mismo, trataba de ser amable, pero siempre tenía la mala suerte de encontrarse con personas presuntuosas que trataban de insultarla y como si tratase de un trauma, su personalidad se invertía para regresar los insultos, aunque muy en el fono se arrepentía o se sentía mal por ello. No había tiempo de lamentaciones, no volvería a ser aquella ilusa.
Toco un par de veces la puerta blanca hasta escuchar la voz conocida.
—Adelante. — ingresó a la pequeña oficina, encontrándose con los ojos verdes. —Hola, Elizabeth.
—¿Qué tal? — suspiró. —Uff, tus secretarias son muy groseras. — el rubio rodó los ojos creyendo que quizás ella había iniciado la hostilidad entre todas. —Se ve que necesitan vacaciones o.... alguien que les dé. — murmuró esto último.
—¿Dijiste algo?
—Nop. — se detuvo recargándose en el escritorio. —Iré al punto porque mi madre no parar de insistirme. Vengo a invitarte a mi graduación, si tienes tiempo claro. — se alzó de hombros.
—¿Cuándo es? — cuestiono sin verle.
—El próximo martes a las 4:00 p. m. — Meliodas dejó lo que estaba haciendo para tomar el teléfono ante la mirada confusa de la mujer. —¿Eh? ¿Qué haces? — este no respondió.
—Deldrey, ¿Qué pendientes tengo el próximo martes a las tres de la tarde? — escuchó con atención a la mujer del otro lado. —Hmm, cancela la junta y posponla para el miércoles en la mañana, el papeleo... pídele a Galand que lo adelante para el lunes en la noche, gracias. — colgó el teléfono para mirar a la chica con una leve sonrisa. —Si, el martes tengo tiempo.
—No tenías que hacerlo, ¿sabes? — murmuró apenada, no creyó que cancelaría sus asuntos solo por una invitación irrelevante para él.
—Ya lo hice. — se distrajo nuevamente con su labor dejándola en un largo y aburrido silencio.
—Ah ¿Te molesto si me quedo aquí un rato? — se sentó en una de las sillas giratorias frente a él.
—¿No harás gestos ni serás grosera? — ella negó mientras daba un par de vueltas. —Si, puedes quedarte.
Nuevamente el silencio era lo único que abundaba en aquel lugar, la de ojos bicolores se mantenía relajada observando al rubio tan concentrado y sereno. Ahora que lo veía bien, no estaba tan mal físicamente, cualquiera moriría por él, pero lastimosamente ella no se dejaría engañar por más tentador que él fuera. Por otro lado, se caracterizaba por un aroma tan embriagante, adoraba los perfumes masculinos y no lo iba a negar, pero él solo le causaba una extraña emoción.
Captando sus pensamientos pecaminosos, negó con la cabeza tratando de distraerse.
—Para ser hijo de Demon, tienes una oficina pequeña y muy alejada. — su mirada se enfocó en el área del techo que no era tampoco tan alto como lo imaginaba.
—Si voy a trabajar para mi padre, al menos quiero algo de comodidad. Algo lejos para que no me interrumpan. — respondió con una mueca. —Eres una excepción. —se contradijo al ver la expresión de su novia.
—Hmm... ¿Tan rápido te agrado? — arqueo la ceja en sorpresa. Eso era malo, si él le tomaba cariño, sería aún más difícil para ella en un futuro no enamorarse.
—Eres interesante e impredecible, al menos eres lo que rompe mi rutina. — admitió en un suspiro.
¿Romper su rutina? Un pensamiento travieso pasó por su mente como rayo ante esa confesión, una pequeña broma no haría daño.
—Hay más cosas que rompen la rutina, ¿sabías? — se acercó a él lo suficiente para llamar su atención. Meliodas le vio con una mirada sugerente y un brillo juguetón en sus ojos; no sabía cómo interpretar esa imagen seductora. —Ya sabes, las cosas en parejas.
—¿Te me estas insinuando? — arqueó ligeramente la ceja observándola cruzar su pierna sobre la otra con una sonrisa victoriosa.
—¿Te molesta acaso? — este desvió la mirada con un repentino nerviosismo. Apretó los labios enfocándose en las gráficas que estaban plasmadas en la hoja.
—Solo pienso que...
—No respondiste mi pregunta. — interrumpió la platinada apartando la hoja, obligándole a verle. —Te voy a preguntar algo más y espero me respondas. — Meliodas tragó saliva al verse intimidado por esos ojos penetrantes. —¿Te gusto físicamente? Eso es algo totalmente diferente al amor; amar es diferente a gustar. — se alejó de él desviando su mirada con ligera molestia —Si te soy sincera, tu no me atraes en lo sentimental ni un poco, no eres mi tipo. Eres irritante con tu perfección, tu forma educada de hablar y odio que me corrijas a cada santo segundo, pero debo admitir que tienes ojos hermosos como un buen físico. — tan corta era la distancia entre su rostro y el de él que fácilmente podría escuchar su ritmo acelerado.
Meliodas estaba algo anonadado con su confesión, nunca la había conocido tan directa, siempre era indiferente a lo que pensaba o decía, pero ahora se interesaba en lo que pensaba de ella, ¿Qué debería decir? Se sentía atrapado, hechizado por la mujer; parecía una invitación a algo que claramente le estaba asustando y quería acceder. Bien sabía cuándo tenía una atracción con alguna mujer, pero siempre se reprimía para evitar riesgos, pero con ella era diferente. Podría aceptar sin peligro y Elizabeth lo sabía.
—Eh, yo... — titubeo, la fémina aprovechó su distracción para sentarse encima de él con sus piernas a las caderas; fue tan inocente al creer que nada más pasaría en ese momento.
—Tal vez suene vanidosa o arrogante, pero si logro una mínima reacción, tal vez... — se vio interrumpida por el rostro tenso del rubio. — ...deberías decírmelo.
—Ya te he dicho que estás pesada, quítate de mí. — exigió posando sus manos en las caderas de ellas, dudando si apartarla o pegarla más su cuerpo.
—Hmm, ahora te vez vacilante y dócil. — soltó una risita rodeando su cuello con ambos brazos; comenzó acariciando su cabello que era suave al tacto, le fascinaba que no podía parar inconscientemente. —Solo no quiero aburrirte. — hizo un puchero.
—Si lo dices por lo de Mael, te digo de una vez que yo... — apretó los labios evitando jadear. — ...yo no necesito acostarme contigo para no aburrirme. — la chica amplió los ojos sonrojándose al ver como ella también estaba cayendo con él, pero no quería apartarse, aún no.
—¿Te digo algo? — murmuró en su oído, presionando sus atributos en su fornido pecho. —Lamentablemente ya no soy la chica tímida e inocente de 16 años. — curiosamente movió su cadera para juntarla con el contrario.
—E-Elizabeth. — le sintió temblar sobre sí misma, era realmente cómoda, nunca había tenido tan cerca el cuerpo de una mujer para su satisfacción y realmente le gustaba. —¿Sabes lo que haces? — murmuró soplando en su cuello estremeciéndola, haciendo que sus caderas retrocedieran de poco en poco para volverla a apegar. —No es... un buen lugar para hacerlo de todos modos. — gruñó ligeramente.
—Mmm... ni siquiera sé porque lo hago. — mordió su labio inferior al sentir la pequeña erección entre sus piernas. —Meliodas... — su respiración se entrecortó, su falda se alzaba con cada movimiento que hacía.
El vaivén incrementó, ambos estaban sumidos en ese estanque de tentaciones, el deseo de conocer nuevas experiencias los seguía motivando sin preguntarse, cómo había llegado hasta ahí.
—D-Detente...por favor. — jadeo enterrando su nariz en su cuello, inhalando profundo su olor dulce, sus manos no se quedaron quietas y subieron por su espalda tanteando su piel descubierta.
—Esto... yo no... — balbuceo con un notable sonrojo; sin embargo, el rubio la presionó tan dulcemente contra su miembro, sintiendo como se humedecía. —¡Ahh! — esto fue el colmo del rubio y sus impulsos.
Ese pequeño gemido fue suficiente para que la tomara de los muslos y la levantara para sentarla sobre el escritorio sin cuidado de lo que estaba antes encima; le miró con unos ojos oscuros que le estremeció y sin dudarlo, sin nada que los interrumpiera y por primera vez, sus labios fueron reclamados por él contrario, besándose con intensidad, sin detener sus movimientos anteriores, saboreando los suaves mohines de la joven, deleitándose con ese sabor agridulce. El rubio simulaba embestidas mientras la albina movía sus caderas, jadeando entre bocas totalmente desenfrenados.
—Elizabeth. — gruño besando su cuello, pasaba su lengua por lugares descubiertos. No sabía que hacer, solo se dejaba guiar por los suspiros y pequeños gemidos, sus manos se adentraban de poco en poco bajo su falda.
—Mmmh... ah. — se aferró a sus cabellos para apegarlo más a ella; sin embargo, al momento de llegar a la altura de su pecho para descubrirla de su ropa, el teléfono de la oficina sonó sorpresivamente, provocando que ella lo apretara entre sus atributos en reflejo, deteniendo sus acciones.
Ambos se miraron con un terrible sonrojo en sus rostros; ella lo apartó bruscamente y, debido a que estaba a la orilla de la superficie, por el impulso terminó cayendo de espaldas contra el piso en un grito, mientras el rubio atendía rápidamente el teléfono.
—D-Di... ¡Diga! — aclaró su garganta tratando de calmar su respiración agitada. —¿Eh? Si, ya los leí. En un rato te los dejo. — su mirada se enfocó en los papeles regados mientras la chica se levantaba del suelo adolorida. —Si, adiós. — suspiró colgando el móvil para prestarle atención a la joven. —Elizabeth, ¿estás bien? — escuchó un quejido de su parte frotando su cabeza.
—¿Tu qué crees?, me caí, ¡tonto! — exclamó olvidando por un momento lo que había pasado.
—Elizabeth yo... — relamió sus labios sentándose nuevamente. —Lo siento, no quise faltarte el respeto y... — la albina volvió a sonrojarse desviando la mirada. —Perdón.
—No. Perdóname a mí, yo tuve la culpa de esto. — suspiró relamiendo sus labios sutilmente. —Creo que es mejor que me vaya.
—¿Quieres que te pase dejando a tu casa? — cuestionó algo inseguro.
—¡¡No!! Es decir, no hace falta, yo... eh. — acomodó su falda. —Te veo después o no sé. — dicho esto, salió de la oficina casi corriendo para no volver a mirar atrás. Sentía sus bragas aún mojadas, incómodo a cada paso, aun podía sentir el calor en su cuello y su espalda, su manera intensa de besar y hacerle olvidar su alrededor. Le hizo acariciarse los labios. "Estúpida" se maldijo, pues ahora no sabía con qué cara mirarlo.
Por otro lado, el Demon seguía tratando de asimilar lo que había pasado. El susto por suerte había bajado su excitación, pero su corazón seguía acelerado y con mejillas levemente sonrojadas. Suspiró pesadamente, la chica tal vez no lo sabía, pero solo lo dejó ansioso y temeroso por saber que pasaría cuando se volvieran a ver. ¿Cómo debería actuar después de eso?
Fuera como fuera, no había vuelta atrás, por primera vez había caído a los encantos de una mujer y ya decidiría con el tiempo si retroceder o no.
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Y hasta aquí lo dejo, corto, pero bueno >:3
¿Querían postre?, tomen su flan de coco xd...
¿Cómo convivirán después de esto?, pues déjenme decirles que este es el primero de los varios juegos de seducción entre estos dos 7w7 (no lemon, aún)
Les recuerdo que aún no se enamoran :v
Para eso falta mucho y eso será difícil para los dos.
Oh bueno, quiero saber que les pareció y nos vemos en el siguiente capítulo donde varias cosas se pondrán... Hum, ¿ebrias?...
Sin más, gracias por leer.
Pdta. Buenas noticas, he decidido que esta historia tendrá un final feliz UwU, así que no tendrán que preocuparse por eso. Es una pinky promise.
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