Extra 2: Guerrero

El fuerte guerrero enfrenta enemigos,
nos protege siempre en el vivir.
Con espada, escudo, con arco y lanza.

El príncipe Thorin tenía dos grandes secretos que no pretendía compartir ni siquiera con su adorado hermano Rhaegar.

Tenía más preocupaciones que aquellas dos que le vagaban por la cabeza a todas horas, pero volar con su dragón le hacía olvidarse de todo. Thorin amaba cabalgar, pero con Atram en el cielo se sentía como nunca.

Solo era libre por completo allá arriba, y Thorin amaba sentir la libertad mientras su pelo oscuro bailaba con el viento.

Aquel día el Camino Real estaba más concurrido que nunca. Era el día de su decimosexto día del nombre, día que Rhaegar iba a ser coronado rey de los Siete Reinos.

Thorin imaginaba que muchos de los viajeros que se dirigían a Desembarco del Rey alzaban la cabeza maravillados al verlos por encima de sus cabezas. Estuvo tentado de ordenas a su dragón que hiciese algún maniobra graciosa, pero hacia años que había aprendido la lección sobre pasarse de listo.

Hacía ya años de aquella tarde. Thorin les estaba contando a su hermano y a sus tíos Tyrion y Jon como había asustado a un par de granjeros con Atram. Sólo había querido hacerles una broma, pero Tyrion era el único que se rio mientras su tutor Jon Nieve parecía de todo menos divertido.

-Muchos recuerdan la batalla por Desembarco del Rey -dijo su tutor, empleando el tono de voz que Thorin y Rhaegar llamaban "la fría y dura voz de la razón del Norte"-. Tu madre y tu tía casi destruyen la mitad de la ciudad con sus dragones. Para muchos los dragones siguen siendo bestias salvajes, no lo olvides. Ellos todavía no lo han hecho.

Después de aquello le había prohibido a Thorin volar durante casi una vuelta de luna completa. Al principio estaba tan enfadado por verse privado de su libertad que ni siquiera Dragmir, su mejor y compañero de aventuras, había podido hacer nada por animarlo. Fue Rhaegar el que lo hizo entrar en razón, como la mayoría de las veces.

-El tío Jon tiene razón -le dijo su hermano-. Nuestros ciudadanos deben ser capaces de confiar en nosotros sin temor, pero tampoco deben olvidar su respeto. Un dragón sigue siendo un dragón. Ellos no lo han olvidado, pero nosotros tampoco podemos olvidar lo que somos.

Después de eso Rhaegar había intercedido con Jon y Thorin había vuelto a poder volar con Atram. Eso sí, le había prometido a su hermano no volver a hacer nada semejante.

«¿No deberías estar en otro lugar? No sé, ¿tal vez arreglándote para la coronación de tu hermano?

-Aguafiestas.

Ese era el primer gran secreto del príncipe Thorin: podía entender a su dragón como si fuera una persona, y Atram lo entendía también a él.

"¿Nervioso por el gran acontecimiento? ¿No será que te avergüenza...

-No empieces, Atram. Y por esta vez voy a darte la razón, pero no te acostumbres. Volvamos a casa.

Por desgracia, debido al vínculo que tenían, Atram conocía todo sobre él, incluso lo que se callaba.

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La ceremonia continuaba su curso sin ninguna interrupción. Rhaegar primero había ido al Gran Septo de Balor a presentarse ante los Siete, y luego había vuelto a la Fortaleza Roja a caballo seguido de una gran procesión y Aleunam y Atram en el cielo.

Thorin había acompañado a su hermano de cerca en todo momento, aunque permanecía por detrás de él tal y como mandaba el protocolo. Cuando vio a los dos dragones volando, Thorin los saludó. Rhaegar hizo lo mismo y su hermano se regocijo al verlo y sentir la admiración de los ciudadanos.

Ya en el castillo, la gran comitiva se dirigió al salón del trono. Rhaegar hizo una pequeña parada, y con él todos los demás, ante el cuadro que representaba a sus padres. Hizo una pequeña reverencia antes de continuar.

En el salón del trono los representantes de las grandes casas del reino y los líderes religiosos vieron como Rhaegar recibía la corona de manos del Septón Supremo.

Rhaegar se arrodilló delante del Trono de Hierro, dando la espalda a los presentes, mientras el septón daba un larga discurso sobre las virtudes de un buen rey.

Thorin se distrajo curioseando a su alrededor.

Su tía Sansa con su esposo y sus hijos mayores ocupaban un lugar especial cerca del trono. Detrás de ellos, obligados por su condición de bastardos, su tío Jon también con su familia. Rhaegar les había pedido que estuvieran al lado de los Stark, pero Jon había constado que sabía cuál era su lugar.

Enfrente a donde se encontraba, casi habían necesitado todo un lado de la sala para acomodar a toda la familia de Tyrion. Entre sus hijos destacaban Hanjuntos y Johanna, pero aquellos no eran los Lannister que Thorin esperaba ver. Al lado de sus hermanos, Dragmir también miraba para él. Thorin le sonrió a su amigo cuando sus miradas se cruzaron. El discurso era demasiado aburrido para los dos.

Acompañando a la numerosa prole Lannister estaban sus primos, los hijos legitimados de Brienne de Tarth y ser Jamie Lannister. De los tres, la más parecida a un Lannister era la mayor, Sielle, quien podría pasar como una hermana más de sus primas Johanna y Bastirya, quienes se encontraban a su lado.

Asha Greyjoy también había venido, aunque había abandonado al adicto al ron de su marido en algún punto del camino antes de llegar allí. La guerrera de su madre, Marie, intentaba consolar a su esposo. El tío Richard no paraba de llorar junto con el bardo dothraki y, como no, el coco Wilson se había prensado con su inseparable tío Pedro.

Algunos de los demás presentes le sonaban, pero la gran mayoría de eran desconocidos para Thorin.

El Septon Supremo alzó al fin la corona sobre Rhaegar.

-Los Siete guíen a nuestro nuevo soberano. Un príncipe se arrodilló, pero entre los hombres se levanta un nuevo rey. Rhaegar Targaryen el primero de su nombre, rey de los Ándalos, los Rhoynar y los Primeros Hombres, Protector del Reino.

Thorin no pudo nada más que sonreír con orgullo y aplaudir con más fuerza que el resto al ver a su hermano levantarse con la corona en su cabeza.

Rhaegar ya era su rey.

Los vítores al nuevo monarca los acompañaron mientras ascendía por las escaleras del trono, y continuaron un rato después de sentarse.

Thorin fue sin duda de los que más energía puso en su celebración.

Veía a su hermano justo como hubiera mirado al Conquistador si hubiera estado presente en su coronación. Rhaegar era casi un dios sentado en el trono, una nueva deidad para honrar a partir de aquel día.

La luz de los ventanales desapareció un momento cuando sus dragones pasaron cerca de la fortaleza. Si el estruendo de los aplausos no había sido lo suficientemente alto, los rugidos Aleunam y Atram se debieron de oír en el Muro. Algunos cuentos antiguos hablaban sobre el fuerte vínculo que unía a un dragón y su jinete; Thorin podía confirmar que aquella conexión era tan real como que el fuego quemaba, y todo la ciudad pudo comprobarlo con solo ver a su dragón.

El ruido sólo paro cuando Rhaegar quiso. A un señal con la mano de su hermano, todo el salón del trono se volvió de pronto silencioso.

-Este día ha estado presente en la vida de todos desde que llegué al mundo en medio de una batalla junto con mi hermano -comenzó a decir Rhaegar en voz alta y clara, firme como el acero-. Algunos lo anhelaban como la llegada del verano; una promesa cálida después de años de invierno, un renacer, como el de las plantas despertando bajo la nieve.

»Otros, sin embargo, temían la llegada de este día porque el verano también es cuando el fuego quema más. Ya fuera por miedo a represalias o por odio a mi persona o a alguno de mis seguidores, estaban aterrados por el amanecer de hoy. He de confesar que yo pertenezco a este grupo.

Un risita interrumpió un momento a Rhaegar. Thorin se preocupó, pero la confianza en la mirada de su hermano le dio a entender que no pasaba nada.

-Tenía miedo que hoy llegase porque ahora soy vuestro rey por derecho. Desde hoy, mis errores son solo míos, sin poder esconderme detrás nadie; las tragedias del reino, serán mis tragedias, pero también seré el más orgulloso cuando Poniente tenga buenos tiempos.

»Recibí un reino fracturado, apenas sostenido por débiles alianzas. Juro que eso cambiará
Os prometo que hoy empieza un nuevo camino para todos nosotros: Poniente resurgirá de sus cenizas aún más fuerte, unido y glorioso que antes. Ese es mi cometido como nuevo rey.

»Mi primera decisión como rey será designar a mi nueva Mano. Tyrion Lannister, muéstrate.

Tyrion abandonó a su gran prole para caminar hasta casi el trono. Se arrodilló antes de que Rhaegar hablase.

-Tyrion Lannister, señor de Roca Casterly y Guardián del Occidente. Ayudaste en la crianza de mi hermano y la mía sin dejar el papel de regente de lado. He valorado muchas opciones, y he llegado a la conclusión de que seas la Mano del Rey. El puesto es tuyo si así lo quieres.

Por supuesto que lo quería. Rhaegar ya le había pedido a Tyrion que fuera su mano hacia casi un mes, y muchos de los nombramientos ya estaban más que asegurados.

-Ahora llamo a Jon Nieve para que se presente ante nosotros -dijo Rhaegar.

Aquello sí que se salía por completo de lo planeado. Jon parecía el más sorprendido de la sal. Estuvo unos segundos paralizado, mirando a su esposa y a sus hijos.

Al final Jon se adelantó e imitó a Tyrion arrodillándose frente al trono.

-Jon Nieve, antes de morir mi madre te pidió que cuidaras de sus hijos y los criaras como buenos hombres -dijo Rhaegar-. Hubo quien discutió esa decisión por tu condición de bastado; algunos incluso llegaron a sugerir que mentiste sobre las palabras de mi madre para conseguir más poder. Pero yo tengo algo que decir: nadie podría haber hecho mejor su trabajo. Siempre estuviste al lado de mi hermano y el mío cuando necesitábamos amor y cuando debíamos ser castigados. Nos enseñaste qué era el honor y nos enseñaste a usar las armas para defenderlo.

»Así pues, te doy las gracias en mi nombre. Te doy las gracias en nombre de mi hermano, aunque sospecho que él también querrá dártelas personalmente. Te doy las gracias en nombre de mi padre, el gran Khal Drogo, por criar a unos guerreros. Y sobretodo todo te doy la gracias en nombre de Bastet Targaryen, mi madre, por cumplir la promesa que le hiciste.

»Es por eso que quiero hacerte un regalo. Desde que mi madre derrotó a Ramsay Bolton, Fuerte Terror no ha tenido un amo fijo. Te doy Fuerte Terror para que lo gobiernes como señor.

La gente comenzó a murmurar.

-Y eso no es todo -continuó Rhaegar-. Me complace anunciar que te retiro la lacra que tanto y tan injustamente te atormenta: yo, el try Rhaegar Targaryen, os retiro a ti a tu familia el estigma de bastardos. Un Nieve se arrodilló, pero es un Stark el que se alza. Así que levántate, Jon Stark, Señor de Fuerte Terror.

Thorin nunca había visto a Jon Nieve tan feliz, no, a Jon Stark como en aquel momento. La mujer de su tutor lloraba abrazada a sus hijos. Rhaegar les había devuelto el honor que tantos les denegaban. Sólo la tía Sansa permanecía seria, y Thorin temía que Rhaegar no le hubiese dicho nada de su plan.

-Y ahora llamo a mi hermano, el príncipe Thorin.

Ahora fue el turno de Thorin de quedarse de piedra. ¿Qué título podría ofrecerle a él?

Thorin avanzó como los otros dos antes de él, se arrodilló. Rhaegar no dijo nada de inmediato, en su lugar de levantó y bajo los escalones del trono para reunirse con su hermano.

-No, hermano mío, tú no debes arrodillarte ante nadie -dijo mientras lo ayudaba a levantarse. Rhaegar puso una mano sobre su hombro-. A partir de ahora no te arrodillarse ante nadie, porque yo te nombro príncipe Thorin de Rocadragón, mi heredero.

-Es un gran honor, hermano -respondió Thorin, sintiendo como el calor del amor por su hermano se expandía por su pecho. Thorin también pudo una mano sobre el hombro de Rhaegar porque, ¡al cuento el protocolo!, antes de ser su rey era su hermano-. Yo también deseo decir algo, si me lo permites. Juro por el recuerdo de nuestra madre que no tendrás una espada más leal que la mía, ni mejor protección que mi escudo. Desde hoy soy tu más fiel guerrero, combatiré tus guerras porque también son las mías. Lucharé por mi rey, por mi hermano mayor, hasta el fin de mis días, porque la sangre del dragón debe permanecer unida.

-Así sea, hermano.

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Nunca había visto tanto gente reunida en el salón de fiestas.

Después de la coronación, había comenzado la celebración que muchos esperaban más que la ceremonia anterior. Había comida dispuesta para todo el mundo, y también estaba siendo repartida por Desembarco del Rey. Los músicos animaban aún más el ambiente con su arte, y varias parejas bailaban ya al son de su música.

Thorin no deseaba bailar más porque había muy pocas parejas de su agrado. Había con las hijas de sus tutores porque las conocía desde que era niño, prácticamente se habían criado juntos. Con ellas se sentía cómodo; sentía más afinidad que otras, pero eran casi su familia. Otras de sus parejas eran completas desconocidas o sus nombres le sonaban de oídas y solo bailó con ellas por educación. Ninguna mujer le llamaba la atención para invitarla directamente por gusto.

Estaba bebiendo tranquilo. Miraba a Dragmir, quien acababa de salir a bailar acompañado por una dorniense, cuando una mujer no mucho mayor que él apareció a su lado.

-¿El príncipe heredero está libre? -preguntó-. Pensé que seríais uno de los más solicitados.

-Me temo que casi nadie supera los encantas de mi hermano o de Hanjuntos -Thorin señaló a los bailarines. Hanjuntos bailaba con una muchacha desconocida, mientras que Rhaegar lo hacía con Bastirya-. ¿Mi señora no tiene pareja?

-No, le doy demasiado miedo a los hombres normales como para que me saquen a bailar.

-Desconozco la razón -Thorin rio, imaginado cómo debía de ser el carácter de aquella mujer para espantar al resto-, pero si queréis puedo hacerlo yo. Si sobrevivo a vos, tal vez el resto también se anime.

Thorin y la mujer salieron a la pista de baile. Parte de su educación había incluido unas pocas lecciones de baile. La tía Sansa había insistido mucho en que ambos tuvieran mejor modelas que un jabalí, y en su cabeza los buenos modales iban acompañados de dotes de baile. Por lo visto, todo caballero sabía bailar.

-No me habéis dicho vuestro nombre, mi señora. Me parece descortés que sepáis el mío, pero yo no el vuestro.

-En mi tierra me llaman la Estrella de la Mañana.

-¿Venís de lejos, Estrella de la Mañana? Lamento decir que nunca he oído hablar de vos.

-De Érinos.

-He oído muchas historias sobre esa tierra, sobre todo las de la conquista de mi madre, peor nunca he estado allí.

-Es un sitio hermoso, cada vez más recuperado de las penurias anteriores gracias a la reina Aukaman, cuyo trabajo lo está devolviendo la gloria de sus antepasados.

-Espero que la diosa Bastet la ayude.

-La diosa nunca olvida a su reino, ni a sus hijos-la mujer sonrió-. Nunca lo ha hecho y nunca lo hará. Cuida a sus protegidos con la furia de una leona que cuida a sus cachorros.

-Entonces mi abuela hizo bien en llamar a mi madre en su honor.

-¿La joven que baila con el rey es su prometida? -preguntó la mujer, cambiando el tema de conversación.

-No, es solo una de las hijas de la Mano y una de sus grandes amigas. Mi hermano aún no está comprometido.

-¿Y vos, mi señor? ¿Estáis comprometido? ¿O alguna dama ha llamado vuestra atención?

Thorin vio que Dragmir y la dorniense habían desaparecido de la sala. Tal vez la gente los ocultaba...

-Ni una cosa, ni la otra. Me temo que el amor está prohibido para mí y me tendré que conformar con un matrimonio político.

Un nuevo bardo tomó protagonismo. Si bien la canción era alegre, adecuada para la ocasión, parecía que había una irremediable melancolía en la voz del hombre.

-Eso pensaba yo hasta que conocí a mi compañero, el que ahora está cantando. Siempre parece triste cuando canta, no tiene remedio. Con él aprendí a amar.

Dragmir había vuelto, pero su anterior pareja estaba con otro hombre.

-Tenéis suerte, Estrella de la Mañana. Yo no podría hablar tan francamente como vos.

La pieza terminó, y la mujer se despidió de él para ir junto a su compañero.

-Amar no es un pecado, mi príncipe -le dijo a modo de despedida-. Todo el mundo debería ser libre para amar, no importa a quién.

-No os entiendo...

-Vuestro secreto. No os avergonceis por vuestros sentimientos. Os lo dice la Estrella de la Mañana.

Y la mujer se marchó sin más, dejando a Thorin sintiéndose solo en un salón lleno de gente.

De alguna forma, aquella mujer había descubierto su mayor secreto.

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Había tirado la segunda piedra al diminuto lago cuando Dragmir llegó.

-Por fin te encuentro, llevo horas buscándote -saludó, bajándose del caballo.

Thorin había salido temprano. Tenía mucho que reflexionar sobre el día anterior, y montar a caballo solía ayudarle. Se había alejado bastante de la ciudad, pero Dragmir lo conocía demasiado bien.

-Rhaegar estaba preocupado.

-Necesitaba estar solo para pensar.

Tiró dos piedras más. Salpicaron un poco al caer.

-¿Es por tu nombramiento como príncipe de Rocadragón? -preguntó Dragmir-. ¿Estás enfadado?

-No, de hecho creo que es lo correcto, así nuestra prima lo dejará en paz durante un tiempo.

-Por lo que he oído, Zhaerys no es una mujer que olvide fácil.

-Y no lo es -respondió Thorin-. Desea el Trono de Hierro a cualquier precio; con un heredero designado, Zhaerys no va a tenerlo fácil si Rhaegar sufre un extraño accidente... Aunque nunca dejaría que a mi hermano le ocurriese algo así. Pero Zhaerys no me importa ahora.

-¿Ah, no?

-Al menos no mucho. Dragmir... -Thorin quería gritarle muchas cosas, pero no era capaz. Se estaba quedando sin piedras que lanzar, y cuando eso ocurriese tendría que enfrentarse directamente a sus problemas-. He estado pensando y... Quiero ver cómo es el mundo más allá de Poniente. Quiero ir primero a Vaes Dothrak para ver el lugar donde se crío mi madre. Y... -Tiró la última piedra-, me gustaría que me acompañaras. Solo si quieres, quiero decir.

-Por supuesto, eres mi amigo. Tú y yo, siempre.

Thorin se emocionó porque no tenía esperanzas de que aceptara.

«Amar no es un pecado».

-Hay algo más -dijo Thorin. Si estaba por cometer una estupidez, si Dragmir iba a huir de él, mejor hacerlo cuanto antes-. Yo... te quiero.

Dragmir no lo miró raro ni huyó. Simplemente se encogió de hombros y acarició la crin de su caballo.

-Yo también a ti.

-No me has entendido -dijo Thorin, pensando que había malentendido sus palabras-. No te quiero como a uno más de la familia o un simple amigo. Es... algo más, diferente.

-Eres tú el que lo ha entendido mal.



¡Gracias por los más de 100 k de lecturas!

Y aquí tenemos al segundo hijo de Bastet para celebrarlo. Thorin es un gran cambio hasta el momento en nuestra historia porque (a diferencia de lo que pasó con su madre y sus tíos) haría lo que fuera por su hermano mayor y está dispuesto a luchar por él hasta el último aliento.

¿Os ha gustado? ¿Qué hijo de Bastet os gusta más?

¿Qué os gustaría ver en otro extra?

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