~Capítulo 45~

-Parece que tu plan va viento en popa.

Bran Stark no podía ver a su interlocutora, pero estaba seguro de que asentía sin mucha convicción. Ella lo había llamado en sueños, ordenando que viniera a este lugar, a conocer al anterior cuervo de tres ojos.

-Pensaba que estarías más alegre -continuó hablando-. Bastet ya está aquí, después de liberar aquella tierra polvorienta. Una gran alianza de bestias: dragones, leones y lobos. Mi hermana también está con ella. No tardarán mucho en venir al Norte.

-No debemos confiar todas nuestras esperanzas a Viseniam -respondió-. Ellos tienen más.

Bran había visto a la dragona en una de sus visiones. Una afxíthiques crece más rápido que los otros tipos de dragones y su poder se veía fortalecido por el profundo vínculo que tenía con su jinete. Pero ella tenía razón: Daenerys tenía tres dragones y Bastet solo uno. Estaba bastante interesado por la dragona. Según lo que había visto, el último afxíthiques había sido Fuegosolar, el dragón del rey Aegon II, o al menos eso creía él.

Era casi desesperante estar allí. Durante los últimos años solo había hecho una cosa: aprender. Vivió la Rebelión de Robert, vio a sus padres de jóvenes, vio los reinados de los reyes Targaryen, la guerra de Epiket, la caída del Feudo Franco; y sin duda alguna, vio lo más importante de todo: la verdad sobre el príncipe Rhaegar Targaryen, el Último Dragón.

Aunque el cuervo de tres ojos no dudaba en responder sus preguntas, ella era diferente. Se guardaba muchas más cosas de las que contaba. Recordaba que en una ocasión le había pedido que fuera más clara respecto a sus pensamientos.

-Cuando sepas mi nombre, significará que estás listo para saber más -le respondió, sin dar más explicaciones.

Y eso había hecho durante mucho tiempo. La busco en sus visiones, pero había una fuerza invisible que le impedía encontrarla... hasta hacía poco. No se lo dijo, pero de alguna manera logró el poder suficiente para romper la coraza que le impedía verla. Se estremeció ante lo que vio. Al principio no entendía por qué no podía llegar hasta ella. Luego lo entendió y se dio cuenta que había sido una prueba para aumentar su poder.

-Ya es el momento de que me cuentes todo -le dijo Bran, rompiendo el silencio.

-Mi pequeño niño del verano, te dije que te contaría todo cuando averiguases mi nombre.

-Los dos sabemos quién eres, princesa Neferbah -le dijo. Ella se colocó dentro del campo visual de Bran, sonriendo ante sus palabras-. ¿O debería llamarte por tu otro nombre?

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-Hay una cuestión que debemos aclarar -le dijo Bastet a Cersei.

-¿Te refieres a que has traído contigo a mi hermano?

-Sí -contestó Bastet, sin sorprender de que lo supiese-. Tyrion no asesinó a tu hijo. Dale el perdón de la corona y di que fueron los Tyrell, así tendrás más gente en su contra.

Cersei no parecía muy agusto con la idea, pero no le quedaba otra. Necesitaba a Bastet. Estaba casi sola, la mitad del reino la odiaba y la otra mitad desconfiaba de ella.

-¿Qué grandes casas están a nuestro lado? -preguntó Bastet.

-Los Velaryon de Marcaderiva y todas las de las Tierras del Oeste. Los Tyrell cuentan con el apoyo del Dominio, como es lógico, de Bastión de Tormentas y el de las Tierras de la Corona, dejando Marcaderiva aislada. El Norte, el Valle de Arryn y las Tierras de los Ríos no se han pronunciado aún, pero la pequeña Sansa puede ponerlos de nuestro lado. Dorne y las Islas del Hierro se han declarado neutrales, pero los Martell tiene a mi hija. Debemos recuperarla antes de que la usen como moneda de cambio.

-Podemos enviar un grupo que pase desapercibido para hablar con Doran Martell, pero nuestro primer movimiento debería ser recuperar el Norte, le corresponde por derecho de nacimiento a Sansa. De esta manera atraeremos a los Tully y a los Arryn, parientes de Sansa. Y Asha puede ocuparse de las Islas del Hierro.

-Entonces centrémonos en el Norte -asintió Cersei-. Cuando tus aliados lleguen a tierra nos pondremos de inmediato a preparar todo lo necesario. Debemos actuar con presteza ahora que las rosas no mueven ficha.

Su charla se vio interrumpida por unos toques en la puerta. Una muchacha entró tras dar Cersei su permiso. No parecía mucho más mayor que Bastet, pero tenía cierto aire de juventud que impedía conocer bien su edad. Su pelo era plateado, como el de Bastet, sus ojos castaños tenían manchas violetas, una extraña combinación de colores que causaba que destacaran sobre el rostro níveo de la muchacha.

-¿Qué ocurre? -preguntó Cersei.

-Mi padre deseaba conocer si Bastet Targaryen había llegado al fin --respondió con voz firme-. Mi padre desea conocerla.

-Bastet Targaryen, la recién llegada es Lucerys Velaryon, hija del Consejero Naval, Lord Lucerys Velaryon. Su padre es un hombre leal que ha servido bien a Tommen y nos servirá a nosotras.

-Mi padre desea conocer a Bastet Targaryen -repitió-. Si no os es mucha molestia, la podría conducir hasta su presencia.

-Adelante -accedió Cersei-. Supongo que tendrán muchas cosas de las que hablar.

-¿A qué te refieres? -preguntó Bastet, extrañada por el interés que Lord Velaryon mostraba en ella.

-Mi padre era un amigo íntimo de vuestro hermano Rhaegar -respondió la muchacha.

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Lucerys guiaba a Bastet por el laberíntico interior de Roca Casterly.

-¿Es cierto eso que dijiste? -le preguntó-. ¿De verdad eran buenos amigos?

Lucerys asintió. Bastet se sentía extraña en su presencia. Debido a sus rasgos casi podrían ser familia.

-Recuerdo que cuando era muy pequeña -empezó a decir Lucerys-, el príncipe Rhaegar solía visitar a menudo a mi padre en Marcaderiva. Era algo habitual porque Marcaderiva está cerca de Desembarco del Rey, pero nosotros no íbamos mucho por la corte. Recuerdo al príncipe como un hombre serio, de mirada triste.

-No es así cómo me imaginaba a mi hermano...

-No siempre era así. Siempre tenía tiempo para jugar conmigo y mi hermano mellizo, Daemon. Le gustaba estar con nosotros. También nos cantaba. Mis favoritas eran «Mi estrella de la mañana» y «Más allá del mar".

-Cersei ya comentó algo de sus canciones. Es una lástima que no pueda oírle yo misma.

-Su voz era preciosa -recordó Lucerys-. En una ocasión, enfermé y no me podía mover de cama. Los maestres no encontraban un remedio para mi mal y daban todo por perdido. El príncipe Rhaegar al enterarse, acudió junto a mi padre enseguida, trayendo con él a maestres de la corte. Estuvo a mi lado todo el día y nos distraía a mí y a Daemon con cuentos y canciones. Me cantó mis canciones favoritas hasta que me dormí. Mi padre me contó que los dos estuvieron toda la noche velando mi sueño, rezando para que saliera adelante. A la mañana siguiente, di muestras de mejora. La amistad que unía al príncipe y a mi padre ya era sólida, pero aumentó tras esa muestra de afecto.

-Os apreciaba mucho.

-Mi padre se burlaba de él y le decía que pasaba más tiempo con nosotros que con sus propios hijos -rio Lucerys-. Ya hemos llegado.

Lucerys Velaryon también tenía las características físicas de un hijo de Valyria. Cuando vio llegar a su hija junto a Bastet, se levantó a recibirlas.

-Padre -saludó Lucerys-, Bastet Targaryen ha venido a conocerte, tal y como pediste.

-Me han hablado muy bien de usted -dijo Bastet-, espero que pueda conocer más a mi hermano gracias a usted.

-Es un honor conocerte al fin. Tenemos muchas cosas de las que hablar.

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Lo había hecho otra vez. Solo servía para hacer el mal a los que lo rodeaban. Era un hombre sin honor, indigno de la confianza que muchos le concedían.

-Hermano, te veo mal -comentó Tyrion-. No pensaba que eras de los que se marean en un barco. Ese es el puesto de Richard, que está allí vomitando por segunda vez hoy. Creo que quiere teñir el mar.

Jamie miró hacia donde señalaba su hermano. En efecto, el dothraki se veía indispuesto. Se preguntaba cómo rayos había llegado aquel mentecato a jinete de sangre. O peor aún, ¿por qué Bastet había pensado que era una buena idea traerlo?

-¿Puedes guardar secretos, Tyrion?

-Bueno, que sepa no he sido yo el que expandió ese rumor tan horrible sobre ti -se mofo él-. Yo nunca revelé que mojabas la cama de pequeño.

-Me encanta tu humor, pero ahora hay una cosa más urgente de la que necesito que te ocupes.

Tyrion escuchó lo que su hermano tenía que decir.

-¿Cuántos bastardos tienes exactamente, Jamie? -preguntó, burlón-. La verdad, no me esperaba esto de ti y de Brienne.

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