—¿¡Bastet, qué ocurre!? —siguió preguntando preocupada Asha.

Bastet no reacciona. Parecía que la vida a abandonado su cuerpo.

—¡Bastet, dime ya qué ocurre!— continuó Asha

—Viserys... —Fue lo único que pudo pronunciar.

Pelo de plata, ojos lilas y sonrisa demasiado sincera para ser verdad. Su hermano mayor: Viserys de la Targaryen, el Rey Mendigo.

No estaba preparada para verlo.

Aún no.

Nunca lo estaría

—¡Pero mira quién ha vuelto! —dice Viserys—. ¡Mi hermanita regresa junto a su familia! Te ves bien para estar presuntamente desparecida.

Bastet nunca le había hablado a Asha sobre su relación hermano y por qué se habían separado, pero si amiga la miró, acercando poco a poco su mano a un cuchillo. Estaba lista para ayudarla si se lo pedía

—Daenerys estaría orgullosa de verte, pero está muy ocupada —dijo Viserys—. Va a casarse, ¿sorprendida, hermanita? Ahora que nos hemos reencontrado, quedas invitada a su boda.

«Me sorprende que exista una persona que piense casarse con Daenerys. ¿Emparentado el rey sin reino?».

—¿Qué dices, hermana? —inquirió Viserys.

—Nada, como siempre que estaba decía. Nada.

—Me has pillado de compras , estoy muy ocupado preparando la boda. Dime que vendrás. Es dentro de tres días a las afueras de la ciudad. Daenerys estará encantada de tenerte allí.

Asha interrumpió la conversación.

—Bueno, si nos disculpas tenemos negocios que atender.

Ambas muchachas se alejaron de allí.

—¿Qué acaba de pasar? ¿Quién era ese?

—Mi hermano mayor, Viserys —contestó Bastet—. ¿Quieres saber por qué abandoné a mis hermanos?

Asha no tuvo que responder; Bastet le contó su historia con Viserys y con su hermana melliza Daenerys.

Asha escuchó todo en silencio, sin interrumpir, solo negaba con la cabeza a lo que oía.

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—Y por eso decidí escaparme. Nana Cotha me encontró y me crío desde entonces

—¿Entonces vas a ir a la boda de tu hermana? —le preguntó Asha.

—No, si puedo evitarlo.

—Pentos es demasiado pequeña para tres dragones. No te preocupes, yo me encargo si hay problemas.

Pentos era una ciudad portuaria perteneciente a las nueve Ciudades Libres. Su riqueza provenía del comercio: su localización le permitía comerciar con Poniente, el resto de Ciudades Libres e incluso con los dothrakis.

La ciudad estaba delimitada por torres cuadrangulares y edificios de ladrillo. El gobernante era el príncipe de Pentos, sin embargo, la verdad era que el consejo de magísteres ostentaban el verdadero gobierno de la ciudad. Mientras los magísteres gobernaban, el príncipe asistía a fiestas.

Por lo que Asha había descubierto, Viserys y Daenerys eran los protegidos del magíster Illyrio Mopatis y sus criados cuidaban de ellos día y noche

A diferencia de sus ciudades hermanas, en Pentos se había abolido la esclavitud, pero sólo por perder una guerra.

Era el mejor lugar para pasear entre puestos diversos: frutas de mil colores, telas de todos los rincones y joyas de todo tipo por aquí y por allá.

Bastet se sorprendió al ver entre la multitud a un grupo de dothraki en el que descubrió una cara conocida.

—¡Richard! —vociferó Bastet.

—¿Quién es, Bastet? —preguntó Asha.

—Es uno de los jinetes de sangre de Khal Drogo. ¡Richard!

Richard vio a Bastet y se acercó. Parecía alegre de volver a verla.

—Hija de la venerable Cotha —saludó desde la caballo

-Hace mucho que no nos vemos, ¿está vuestro khalasar aquí?

—Sí, nuestro khal se casa con la protegida del magíster Mopatis.

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Bastet llevaba horas tirando flechas a la diana. La mantenía ocupada.

—Protegida de la venerable Cotha.

—¿Qué haces aquí? —preguntó Bastet sin aparatar la mirada de la diana .

—Richard me contó vuestro encuentro.

—Ah, sí. —Bastet tensó la cuerda y disparó. Otra vez en el blanco.

—Sería un desagravio no invitar a la protegida de la venerable Cotha.

Su orgullo le dolía más que nada. Se dio vuelta y comienzó a correr hacia casa de Asha.

Drogo no la paró. Ni siquiera le gritó que se detuviera. Y eso hizo que se le partiera el corazón.