~Capítulo 23~
—¿Mamá?— una vocecita lloraba en medio de la noche—. ¿Dónde estás, Mamá?
La puerta de su habitación se abre y pasa una mujer con una vela en la mano. Tiene pinta de cansada pero acostumbrada a esa situación.
—¿Ocurre algo, pequeño señor?—le pregunta al niño.
El pequeño se agarra fuertemente de sus sábanas antes de hablar.
—Tengo miedo...¿Y Mamá? ¿Ha vuelto ya?
La mujer sonrió. Llevaba años cuidando de ese niño y comprendía por lo que estaba pasando.
—No tienes que tenerle miedo a nada.— Se sentó en la cama para tranquilizarlo—.¿ A qué puedes temer aquí?
—Hay monstruos...
—¿Crees que tú mamá dejaría que los monstruos te hagan daño?—le preguntó tranquila con una sonrisa.
{ ﹀﹀﹀﹀﹀﹀(🥀)﹀﹀﹀﹀﹀﹀﹀﹀ }
Las noches las aprovechaban para seguir planeando la estrategia a seguir. En un primer momento, lo ideal sería liberar a las gentes por la vía diplomática. Tenían oro, pero puede que no fuera suficiente. Según Marie, los jefes esclavistas (los afentikós) tenían a su disposición grandes compañías de mercenarios que se encargaban de mantener el orden. Estos guerreros, que recibían el nombre de polemous por los esclavos, era guerreros implacables dispuestos a todo por su oro. El primer paso era dirigirse a la asamblea de afentikós. Si eso fallaba,no quedaba más remedio que la segunda opción: la vía no tan diplomática.
—¿Piensas dormir alguna vez?— le dijo Drogo a Bastet.
Bastet llevaba días sin apenas dormir. Ocupaba las noches pensando. Sin embargo, en ese momento no apartaba la vista de una caja. Bastet llevaba el nombre de una diosa, asociada a la luna. El capitán Jack y Syntrofos le habían contado todas las historias que pudieron sobre la diosa.
—¿Crees que esto funcionará?—contestó Bastet.
Bastet era principalmente una diosa benigna representada con cabeza de gato. Cuando se enfadaba, su cabeza mutaba y se convertía en la de un león, siempre dispuesta a atacar.
Y eso le había dado una idea a Bastet. Con las descripciones de Jack y Syntrofos, había mandado hacer a los mejores herreros una caso en forma de cabeza de gato que lo ocultaba la cara. Eso era lo que había en la caja. Drogo la abrazó por la espalda.
—Si tanto te preocupa, no uses esa cosa— le dijo mientras le depositaba un beso en cuello.
Bastet sentía la calidez que emanaba la piel de Drogo. Ella ahora vestía unos trajes más adecuados para montar a Viseniam pero Drogo no, él seguía vistiendo al estilo dothraki. Era un dothraki y la sangre de los señores caballo corría por sus venas como un caballo galopaba por la hierba.
Bastet abrió la caja. El magnífico casco de plata se encontraba sin ningún tipo de desperfecto. La diosa había bajado de su reino Sirio para liberar a Érinos de los seres oscuros que lo infestaban. Las gentes la llamaban la "la Desgarradora" por su brutales ataques a los seres. La diosa trajo la paz y se fue. Volvería si otra vez había peligro.
—Ven a dormir— dijo Drogo—. Es tarde y necesitas descansar.
Bastet se giró entre sus brazos y pasó sus manos alrededor de su cuello. Tras un rato mirándose a los ojos, ella mirando los ojos oscuros de carbón de él, él mirando los inmensos mares violetas de ella; Bastet lo besó. Fue un beso largo, como si realmente lo necesitara. Cuando Bastet, alejó su cara de la de Drogo, apoyó su cabeza sobre su pecho.
Se quedaron otro rato sin hacer nada. Sintiendo sus respiraciones y latidos acompasados.
—Si, por alguna razón, me vuelvo cruel, si me vuelvo como mis hermanos, si cambio, ¿me seguirías queriendo?— le Bastet sin mirarlo.
Drogo sujetó su barbilla y la obligó a clavar su vista en él. Volvió a besarla y luego acercó su boca a su oreja.
—Siempre... yer jalan atthirari anni...—le dijo despacio para que captara todas las sílabas y volvió a mirar a Bastet.
—Yer shekh ma shieraki— susurró Bastet antes de volver a colocar sus labios sobre los de él.
{ ﹀﹀﹀﹀﹀﹀(🥀)﹀﹀﹀﹀﹀﹀﹀﹀ }
—¡Cómo te atreves a tratar así a tu superior! —gritaba Asha.
Tyrion y Bastet rieron. Esa ya debía ser la quinta vez que Asha le gritaba a Jack ese día.
—¿¡ Y a ti te parecerá bonito hablarme así!? —respondió el capitán Jack.
—Son como niños —reía Bastet.
—Niños que parecen cada vez más cercanos —respondió Tyrion.
Bastet se quedó sin habla.
—¿Crees que Asha y Jack...? —logró articular sorprendida—. No creo. Mi amiga me lo habría dicho.
—Puede que ella tampoco lo sepa —contestó Tyrion dando un sorbo a su copa de vino.
—¿No ibas a dejar el vino?
—Cuando comience la guerra. Hasta entonces, mi mente puede distraerse con otra cosa.
Cada día estaban más cerca de Érinos. El calor durante el día se hacía insoportable pero por las noches el frío era peor. Richard estaba bastante tranquilo esos días (sorprendentemente). Cuando tenía tiempo le pedía a Marie Antoniette que le enseñase el arte de combate de Érinos.
El tío Pedro se acercó.
—¡Wilson me acaba de contar una historia buenísima! ¿Queréis oírla?
—Claro que sí —respondió Tyrion dando otro sorbo largo al vino.
{ ﹀﹀﹀﹀﹀﹀(🥀)﹀﹀﹀﹀﹀﹀﹀﹀ }
Dany se despertó. Ya habían pasado algunos días desde el accidente y se sentía un poco mejor. Una reina tenía obligaciones desde por la mañana. Se intentó levantar.
—¿A dónde vas tan temprano? —le dijo Daario con voz soñolienta al tiempo que le sujetaba un brazo.
Sabía que no era lo adecuado para una reina. Lo sabía. Aquello no era adecuado para una reina.
—Tengo cosas que hacer —le respondió Daenerys sonriendo.
Se vistió y salió. Missandei ya estaba esperándola en el salón del trono. No le había dado explicaciones...
—Cuando acabe el día te tengo que explicar todo —le dijo desde su improvisado trono.
— ¡La reina abre la sesión! —gritó mientras asentía.
Los guardias abrían las puertas. Otro día más de audiencias. Dany adoptó una postura regia, preparada para el largo día que le esperaba.
{ ﹀﹀﹀﹀﹀﹀(🥀)﹀﹀﹀﹀﹀﹀﹀﹀ }
La diosa Bastet también era conocida por su afinidad con la luna. Algunas versiones de las leyendas decían que Sirio, su reino, estaba en aquel orbe plateado. A Bastet no dejaba de sorprenderle las diferentes historias sobre la luna. Para los dothrakis, la luna era un gran huevo de dragones. Recordó cuando aún Viseniam aún no había salido del huevo. Haía crecido mucho desde aquello.
Esa noche Drogo la convenció para que volase un rato con la dragona. Bastet acepto.
—¿Cuándo vendrás conmigo? —le preguntó a Drogo antes de besarlo.
—Cuando Viseniam sea un caballo —respondió Drogo cuando pudo hablar peor enseguida el impulso de darle un último beso antes de que Bastet se fuera fue demasiado.
—Me voy. No me esperes —dijo sonriendo Bastet antes de soltarse de los brazos de Drogo.
—Espero no encontrarte estudiando en la noche otra vez —se despidió su marido.
Bastet subió a su dragona y las dos ascendieron hacia la noche. Drogo se quedó un rato mirando. Casi podía ver el pelo plateado de su esposa ondeando al viento.
Bastet en el aire sintió que por fin podía respirar. Llevaba días sin pasar mucho tiempo con Viseniam. Hasta la dragona parecía alegrarse de volver a estar juntas.
—Sansa te ha cuidado bien, ¿verdad? —acarició el lomo de la dragona—. Cuando yo no esté en la batalla contigo, debes cuidar de ella. Aún tiene mucho que aprender.
Bastet contempló la luna que tanto la hacía pensar. La misma que su madre había visto cuando ella nació y por la que tiene su nombre. «Diosa, tu sierva que lleva tu nombre te pide tu favor» pensó para sus adentros mirando el orbe de plata.
{ ﹀﹀﹀﹀﹀﹀(🥀)﹀﹀﹀﹀﹀﹀﹀﹀ }
—¿Por qué no me lo conteste antes? —preguntó Missandei mientras abrazaba a su amiga.
—No me veía capaz. Casi nadie lo sabe.
«Solo lo sabe Jorah por el momento. Y él lo descubrió el solo. Ni Daario lo sabe», pensó Dany.
—Vamos a escribir una carta. Para que te sientas mejor— la animó Missandei.
Daenerys sonrió.
{ ﹀﹀﹀﹀﹀﹀(🥀)﹀﹀﹀﹀﹀﹀﹀﹀ }
El buen día les permitió salir al jardín.
—¡Llevó días sin tener miedo a la oscuridad! — exclamó el niño a su cuidadora.
Megara sonrió. Desde aquel día dejaba una vela encendida en la habitación del niño.
—¡Megara tenías razón! —seguía alegre gritando el niño—¡Si algo me daba miedo pensaba en mi mamá!
Megara volvió a sonreír.
—Si alguien te intentará hacer algo, tu mamá mandaría a sus dragones— le dijo Megara haciendole cosquisllas
Alguien les interrumpió. Megara fue a ver que quería. El niño miraba curioso.
—Aerys, tu madre te ha enviado una carta.
Aerys la cogió rápido.
Mi pequeño Aerys:
No sabes cómo te hecho de menos. Los dragones siguen creciendo y están deseando conocerte. Prometo dejarte subir al que quieras cuando seas un poco más mayor. Hijo mío, sé que no he estado mucho contigo pero te quiero. Mi pequeño príncipe, tu mamá te quiere mucho. Mándame una carta para contarme qué te ha pasado. He enviado un mensajero con un regalo de cumpleaños para ti. Tampoco podré estar contigo este año pero pronto sí. Te quiero, mi principito.
Tu mamá.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top