~Capítulo 12~
—¡Pero te repito que no puedo aceptarlo! —replicó Bastet—.¡Es de mi hermana!
Había esperado a la mañana siguiente para ir a devolver el huevo de dragón petrificado. Drogo se mantenía firme en su postura de que aquello era un presente. Bastet le seguía diciendo que aquello era parte del regalo de bodas de Daenerys.
Bastet se sorprendía que ante tal tamaña discusión nadie los hubiese oído.
—¡Esto no va a ayudarte a recibir más favores del Dosh Khaleen!
—No me importa —contestó Drogo.
—¿Y qué pasará mi hermana?
—? por qué piensas que me casé con ella? —respondió el dothraki.
Aquella pregunta cogió desprevenida a Bastet. Se relajo un poco para meditar.
—Fue un regalo para que le devuelvas el favor a Viserys luchando por él junto a tu khalasar.
—Sí, en parte.
—¿Y qué más hay? —preguntó Bastet alzando la voz—. Me... me dolió mucho que me fueras. Sentía algo por ti que creo que aún perdura. Antes de que te fueras pensaba que tú sentías lo mismo y los siguiente que supe de ti era que te ibas a casar con Daenerys. ¿Valió la pena el regalo?
—No todo está acabado.
Bastet se quedó muda, algo inusual en ella que siempre tenía la mala costumbre de querer tener la última palabra.
—¿Y qué pretendes? ¿Que sea tu amante?
La cultura dothraki no permitía la poligamia. Muchos khales tenían concubinas y amantes, pero estas no eran bien vistas por el resto. Tenía aik muchas costumbres de Poniente, pero Nana Cotha la había criado como una dothraki.
Por eso, por respeto a ella, pero sobretodo a sí misma, no aceptaría tal insulto.
Además parecía la típica acción que Viserys le hubiera obligado a hacer.
—¿Pretendes que avergüence a Nana Cotha si alguna vez se descubre? ¿Pretendes dejar que caiga en desgracia ante aquellos que me acogieron, aquellos que también bien me trataron?
—Mataría a cualquiera que te insultase.
—¡Calla! Ahora me toca hablar a mí. Si la ocasión fuera diferente te habría dicho que sí. No puedes casarte con mi hermana y luego decirme que me deseas a mí.
Al finalizar le espetó el huevo endurecido de dragón en el pecho.
—No soy un objeto de que puedas disfrutar a tu antojo.
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Todos los años se organizaba una gran fiesta en honor al Gran semental, el único dios dothraki, el día en el que según la tradición se empezó a construír Vaes Dothrak.
La celebración consistía en un gran día de fiesta que comenzaba al amanecer y acababa al anochecer. Todos los khales que estuviesen por las cercanías de la ciudad tenían la obligación de acudir allí con sus seguidores.
En la plaza principal se celebraba un gran banquete al mediodía al cual estaban invitados las principales personalidades del pueblo ecuestre.
Bastet de encontraría allí dada su condición de protegida de Nana Cotha al igual que Drogo, los jinetes de sangre y sus dos hermanos.
Viserys no le había vuelto a dirigir la palabra desde la boda de Serhat y a Daenerys llevaba días sin verla.
Para aquella ocasión Bastet llevaría el atuendo tradicional de los dothrakis con su habitual trenza.
La comida empezó sin contratiempos. Bastet se sentó cerca de Nana Cotha y de las otras viudas. Al poco de empezar se percató de que no estaba su hermana. Viserys estaba un poco alejado de ella hablando con Ser Jorah mientras que Drogo y Richard estaban más cerca. Su hermana tendría que estar al lado de Khal Drogo pero no la veía por ningún lado.
—¿Estás bien mi niña? —le preguntó Nana Cotha.
Bastet sonrió. Nana Cotha la conocía tan bien como si fuese su verdadera madre.
-—Me parece extraño no ver a mi hermana Daenerys.
-Tal vez se encuentre indispuesta —contestó Nana Cotha.
Conocía demasiado bien a sus hermanos. Algo andaba iba mal pero no sabía el qué.
El banquete transcurrió con normalidad, pero cuando ya estaba apunto de terminarc todo las sospechas de Bastet se hicieron realidad.
Su hermana llegó con paso firme y decidido. Su cara era una máscara de hielo.
Se colocó donde todos la viesen y comenzó a hablar.
—¡Grandes khales! ¡ Venerables viudas del Dosh Khaleen! —Comenzó a gritar en un buen dothraki—. ¡Me presento hoy ante vosotros para denunciar algo que desde mi punto de vista y el vuestro es inaceptable!
Viserys se intentó acercar para detener a su hermana pero el caballero exiliado lo detuvo. Bastet no sabía que pensar. Se giró hacia Drogo y vio que el también se giraba hacia ella.
—¡Para aquellos que no me conozcan me presentaré! —continuo su hermana—.! Mi nombre es Daenerys Stormborn de la casa Targaryen, princesa de Rocadragón, khaleesi del "gran" Khal Drogo! ¡Y a él es quien vengo a denunciar este día ante todos vosotros!
Todas las miradas se fijaron en Drogo.
Él se levantó y fue hacia Daenerys, pero una anciana del Dosh Khaleen lo detuvo levantando una mano.
—Espera, gran khal. Deja que tu khaleesi exponga lo que quiere hacernos saber —dijo con una voz llena de autoridad.
Drogo acató de mala gana esa orden y volvió a sentarse. La anciana le dio permiso a Daenerys para continuar con un movimiento de cabeza.
—¡Cómo todos sabéis Khal Drogo me desposó hace unas pocos lunas a las afueras de la Ciudad Libre de Pentos! — volvió a comenzar Daenerys—. ¡En todo es tiempo me he visto privada de mi derecho como khaleesi por una razón!
»¡Vuestro gran khal deshonra a su única y legítima esposa al estar en estar en concubinato con otra mujer! ¡Esa mujer es mi propia hermana, Bastet Moonborn de la Casa Targaryen y protegida de la venerable Cotha!
Bastet ignoró a todos los ojos clavados ahora en ella y habló a Nana Cotha.
—Nana Cotha, es mentira. Yo nunca...
—¡Esas últimas lunas he sido maltratada, ninguneada y a abusada por parte de mi marido y su amante sin que alguno haya recibido castigo! ¡He sido testigo de cómo mi khal y su amante han cometido atrocidades incluso contra el Gran Semental!
¡Ruego a las sabias viudas que se haga justicia y que mi persona recupere el honor arrebatado!
Acto seguido se fue. La gente se en silencio. Todos miraban alternativamente a Drogo y a Bastet. Entonces las viudas se empezaron a levantar. La más anciana hizo una señal y Drogo fue tras ellas. Lo iban a someter a juicio. Cuando pasó por el lado de Bastet le dedicó una fugaz mirada apenas perceptible.
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Bastet estaba en su habitación.
Había dado su versión de lo sucedido a varias viudas de Dosh Khaleen (a Nana Cotha le prohibieron hablar con ella hasta que todo estuviese aclarado). Bastet les contó todo: el episodio del huevo de dragón, sus verdaderos sentimientos...
Ya era noche cerrada cuando Nana Cotha entró en su habitación.
Bastet había intentado dormir pero no era capaz. Nana Cotha se sentó en la cama y la acarició su largo cabello platino.
—No hicimos nada, Nana Cotha... — intentó explicarse Bastet mientras le caía una lágrima.
—Lo sé, ya lo sé. —Nana Cotha se veía más cansada que nunca—. Puede que no sea tu madre de sangre, pero yo te he criado. Sé que dices la verdad.
—¿Y Drogo? —preguntó Bastet.
—Tras oír varios testimonios y deliberar durante horas, hemos llegado a la conclusión de que ambos sois inocentes.
» Puede que Drogo no consumara el matrimonio, pero tampoco ha hecho todo lo denunciado por tu hermana
—¿Qué pasará con ella? —se interesó Bastet.
—Mañana iremos a hablar con ella para comunicar su castigo.
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A la mañana siguiente Bastet quiso ir con las viudas a por su hermana.
La sorpresa fue enorme.
Al llegar al lugar donde se asentaba el campamento de Drogo notaron que faltaba la mitad de las tiendas.
Drogo estaba hablando con Richard muy serio.
—¿Qué ha ocurrido? —les preguntó una de las ancianas—. No quiero rodeos.
—Anoche, cuando vigilaba el khalasar, Daenerys empezó una revuelta —dijo Richard—. Intenté detenerla pero...
—Te han dicho que sin rodeos, Richard —interrumpió Khal Drogo.
Richard tomó aire y lo soltó.
—La mitad de nuestro khalasar a decidido irse con Daenerys.
Bastet miró a Drogo y él le devolvió la mirada.
Ambos sabían que aquello significaba una cosa.
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