|Capítulo 21|

―El problema sigue creciendo, Matthew. Ya no podemos evitarlo por más tiempo.

Bass lo miró con una ceja alzada mientras esperaba la respuesta del conde.

Llevaban meses lidiando con el problema de la fábrica textil. Le habían invertido tanto, que el dinero se les iba como agua entre los dedos. Cada día se perdían tantos miles, que la quiebra les estaba acariciando la columna. Era inevitable no pensar negativamente, no ver las cosas desde el ángulo más pesimista. Debían de actuar inmediatamente y solucionar aquello de la forma más beneficiosa posible, porque de no ser así, el resultado sería fatal.

― ¿Tomarás ahora mi sugerencia de despedirlos a todos?―preguntó el conde, mientras se paseaba por el despacho con una mano en la cabeza, como si con ello pudiera hacer que los engranes se movieran y una respuesta divina llegara con querubines―. No podemos encontrar al ladrón con métodos comunes. Nos tardaríamos más, y mientras eso sucede, el dinero se seguirá yendo por la borda.

―Es una alternativa muy drástica.

―¡Es la única alternativa!

Benjamín se estaba desesperando. ¿Cómo era posible que aquel negocio se les estuviera yendo a pique?

Al principio fue una empresa muy rica. Les caía dinero como si éste lloviera, y la inversión iba tan bien, que los nobles gozaron por un buen tiempo de las ganancias, hasta que últimamente, con los constantes robos, todo se estaba saliendo de control.

Las primeras veces creyeron que eran perdidas y que reponiéndolo, todo seguiría en marcha, pero solo causaron que se hiciera más frecuente. Cada vez perdían más, y eso no podía tratado como una simple casualidad.

―Piénsalo bien, Bass. Ya no es una cuestión de si queremos ser buenos jefes o grandes samaritanos. Por ésta vez tenemos que ver por nosotros y por la empresa.

El marqués lo miró, esta vez, con el rostro serio. Sabía que Benjamín tenía razón. Despedir a todos los empleados era la única alternativa para arrancar el mal desde la raíz, aunque le doliera admitirlo, esa era la opción más viable, aun cuando se sintiera miserable por aceptarla.

―Debemos de hacerlo lo antes posible para comenzar a reclutar más personal― fue la única respuesta que dio, reacio a admitir su derrota.

Benjamín se le acercó y colocó una mano en su hombro para darle apoyo. Aquello para él también era difícil. Sabía que iban a dejar sin comer a cientos de personas, y ser el causante de ello, no se sentía nada bien, pero era lo mejor para ambos. Ya no podían darse el lujo de perder más dinero. Debían de evitar que una soga les apretara el cuello.

―Pronto verás los buenos resultados que tendrá. Apuesto a que querrás llenar de joyas a tu nueva protegida―se burló el conde para darle a aquello un poco más de ligereza.

El semblante del marqués se hizo más pronunciado, y miró a su amigo con los ojos serios.

―Por cierto, ¿qué has hecho con ella?―siguió hablando Benjamín.

Bass soltó un largo suspiro, profundo y cansado.

―La mandé a una de esas escuelas de señoritas para que la preparen para su presentación. Volverá en un par de años.

Asintió interesado por lo que su amigo hablaba.

―¿Y es linda?

El marqués soltó una carcajada que lo descolocó.

―¿Quieres que sea totalmente sincero?―respondió levantando una ceja.

―Me decepcionarías si no lo fueras.

Bass Jenner puso los codos en sus rodillas y se inclinó un poco hacia el frente, como preparándose para hablar.

―Jamás le he visto el rostro―confesó provocando que el conde se quedara con la boca abierta.

― ¿Nunca?

Su amigo negó.

―Nunca. Estaba de luto cuando la conocí y siempre llevaba puesto un velo negro que la cubría.

Benjamín asintió, un poco más enganchado en eso. Lord Matthew no era de los que conversaban mucho con amigos, de hecho, con Bass, apenas y hablaba tres palabras sobre finanzas y empresas, y todas aquellas personas con quien se relacionaba, llevaban conversaciones vacías que se calificaban como secas y jamás eran interesantes.

Sabía que estaba cambiando, que estaba comenzando a preocuparse por los demás, a pensar que había más mundo, más vida, y que no todo giraba alrededor de él. Y es que una de las inevitables pruebas yacía en que estaba charlando con su amigo, en su despacho, con un poco de vino en la mano, mientras disfrutaba de la conversación.
Dichosos sean los ojos que estaban causando magia en sus venas para hacer a su interior más puro.

―Pero has hablado con ella, ¿no?―siguió preguntando el conde.

Bass volvió a negar.

―No me dirigió ni una sola palabra. Creo que es tímida.

El rubio le dio un sorbo al vino mientras asentía.

― ¿Y ya le tienes pretendientes?

―Me preocupare de eso en unos dos años más. Por mientras me concentrare en lo importante. La empresa no se manejará sola.

Bass era un hombre serio y fuerte, de esos caballeros pulcros que siempre llevaban bien acomodado el saco y se sentaban con la espalda recta. Era intachable y tenía un corazón bondadoso. Siempre pensaba en los demás, y eso era una gran virtud que él mismo apreciaba, y por eso había aceptado cuidar de la joven dama que había llegado al cobijo de su techo. Sabía que pronto iba a tener que buscarle un prometido, que no se podía huir de aquello, y aunque ahorita le sonara mucho "dos años", sabía que pronto habría una dama haciendo resonar sus tacones por su casa silenciosa.

― ¿Qué hay de tu prometida?―cambió de tema el marqués, intentando sacar todos aquellos pensamientos del bullicio que había en su cabeza―. Todo Londres habla de que por fin el cazador ha sido cazado.

Una sonrisa pintó los labios del conde. Un día después de su altercado con el barón, éste mandó a su esposa a Londres para que esparciera la noticia del compromiso que se consumaría la próxima temporada. No había tiempo que perder, y los preparativos habían comenzado.

De pronto recordó que, la noche anterior cuando fue a visitar a Violetta a su habitación, ésta le contó, completamente emocionada, que su madre había mandado a una costurera para que le tomara medidas para su vestido de bodas. Se había probado unos cuantos también, y él escuchó la conversación mientras admiraba fascinado aquel rostro que se le iluminaba de la ilusión.

Con el paso de los días sus heridas poco a poco se habían vuelto menos notorias, y con algo de maquillaje y la ayuda de la experta mano de Eva, parecía como si nada hubiera sucedido.

Él se encargaría de que nada, nunca, volviera a perturbarla.

―Violetta es encantadora.

Fue la única respuesta que le dio.

―Hace unos meses me dijiste que la querías para hacerla tu amante.

Bass arqueó una ceja con una sonrisa juguetona en los labios, mientras Benjamín soltaba una carcajada que marcó su rendición.

― ¿Qué quieres que te diga? Fue una dama lista que logró seducir al conde.

Y ambos hombres siguieron conversando con una copa de vino en la mano, sin pensar siquiera que aquellos problemas que veían como una pequeña gota de agua, pronto los comenzarían a ahogar.






***

Hola, corazones.

como algunos sabrán, no me he estado sintiendo muy bien y si le sumamos a eso que estoy comenzando a trabajar de nuevo, no he tenido energias para nada, pero bueno, aquí está el capitulo. Yo sé que es corto, pero creanme, guarda algo muy importante entre lineas.

Intentaré actualizar lo más pronto que pueda.

¡Los adoro!

-Kathia.

pdt.-Prometo ponerme al corriente con todos sus comentarios.

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