Capítulo 15
Venus y Caden, vieron en silencio cómo aquel auto blanco se aproximaba hacia la casa, ninguno de los dos podía distinguir quién era la persona que lo manejaba.
—¿Y si es tu esposa? —le preguntó ella, tragando saliva con dificultad y mirando a su rostro.
—No le tengo miedo.
—Pero yo sí.
—No te hará nada, Venus. La enfrentaré de ser necesario. No permitiré que a ti te haga daño.
—Estoy haciendo mal las cosas, lo sé, pero no quiero que me humille. Creo que me iré, será lo mejor. Prefiero irme ahora antes que se siga acercando cada vez más a tu casa.
—¿Por qué no esperas un poco más? Hasta que vea bien quién es.
—De acuerdo, pero aun así, iré a acomodar mis cosas, por las dudas.
Cuando el auto estuvo a mitad de camino, Caden se relajó. No por tenerle miedo a su esposa, sino, porque temía por ver sufrir a Venus por culpa de Begoña, y sobre todo, por su culpa. La joven no se merecía ningún desprecio, sino, todo el amor que él le podría dar.
—Venus.
—¿Qué? —le preguntó ella cerrando la cartera.
—No te preocupes, es Taylor.
—¿Quién es?
—Hutson, se llama Taylor.
—Me siento un poco más tranquila.
Apenas lo vio estacionarse frente a la casa, Caden salió a recibirlo.
—¿Qué haces con esta lluvia, aquí?
—Vine a visitarte, y a decirte algo muy importante.
—¿Qué es lo importante? —le preguntó, haciéndolo pasar al interior de la casa.
—Vaya, veo que tienes compañía.
—Hola, Taylor.
—Hola, Venus —la nombró con una sonrisa—. Caden, necesito decirte algo —le contestó y luego miró a la joven—, en privado.
—Lo que tengas que hablar, lo harás frente a ella también.
—De acuerdo, tu padre le ha dicho a Begoña que estás aquí.
—¿Qué? ¿Cuándo apareció, Begoña?
—En estos días volvió. Y exigió verte.
—Y mi padre le dijo dónde estaba.
—Como verás, tu padre es jodido y cuando quiere complicarte las cosas, lo hace sin titubeos.
—Ya me di cuenta.
—Es mejor que me vaya. No quiero que me encuentre aquí.
—Y no lo hará.
—Caden —lo llamó Taylor—, Begoña pronto estará aquí, eso es seguro, y sé de antemano que vendrá apenas ésta tormenta cese. Fue un riesgo el que haya venido aquí, pero era mejor decírtelo en persona que por teléfono.
—Y te lo agradezco mucho, Taylor.
—En serio, es mejor que me vaya.
—¿Tú escuchas cómo llueve? Es imposible que salgas de aquí.
—Si me quedo, será peor.
—Hasta que la lluvia no pare, no saldrás de aquí. Eres mi responsabilidad.
—Gracias por eso, pero lo peor de la tormenta ha pasado ya. En serio, necesito irme, tengo que preparar muchas cosas para las materias de ingreso a la carrera.
—No saldrás y es mi última decisión.
—No puedes retenerme en contra de mi voluntad.
—¿Quieres irte? ¿Te sientes encerrada?
—Me quiero ir solo porque sé lo que se nos avecina.
—No le tengo miedo a Begoña, ya te lo he dicho.
—¿Y a tu padre? ¿Le tienes miedo? —le preguntó ella, desafiándolo.
—Amigo, creo que Venus ni contigo tiene pelos en la lengua —le dijo riéndose por la escena que estaba presenciando.
—No, no le tengo miedo a él tampoco.
—Entonces, ¿por qué no te negaste cuando él quiso casarte con Begoña? —le volvió a preguntar, frunciendo el ceño mientras lo miraba con atención.
—Quería estar en la firma, ya lo sabes.
—O sea que, ¿preferiste sacrificar tu felicidad por un trabajo? Me decepcionas. Creo que eres un cobarde.
—Puede ser un idiota a veces, pero no un cobarde —le contestó Taylor a Venus.
—Yo creo que sí, sino, no se habría casado con ella por una estúpida firma.
—Amaba a Begoña, pero con el tiempo...
—Con el tiempo dejaste de hacerlo, porque supiste la clase de mujer que era, sin embargo no hiciste nada al respecto.
—En eso tiene razón, Venus —le contestó Hutson a Caden—. Ahora que en unos días más vendrá, podrás pedirle el divorcio, y quedarte con Venus.
—No será tan fácil pedirle el divorcio.
—Si quieres a Venus, tendrás que hacerlo —le dijo Taylor.
—Ya se lo dije antes.
—Sabes bien que se lo pediré, Venus, pero sabes bien cómo es Begoña, no me lo dará tan fácilmente. Pero sabes bien también, que quiero estar contigo.
—Y lo sé, y no te lo niego, a pesar de no verlo bien, estaré contigo, Caden.
—Bueno —acotó Taylor mirando el reloj pulsera—, es casi mediodía, ¿quién cocina?
—Tú —le dijo la pareja.
—¿Estás parando en alguna parte o te quedarás aquí? —le preguntó su socio.
—Estoy en un hotel cerca de aquí, así que, no se preocupen, los dejaré solos.
Los tres, alrededor de la una de la tarde, se dispusieron a almorzar. Entre la poca charla que había entre ellos, Caden le habló a Venus.
—Estoy pensando en tener unas vacaciones productivas.
—¿A qué te refieres con vacaciones productivas?
—Ya que dentro de unos dos días más este tiempo cesará, tengo pensado ir el viernes hacia Jamestown, y para eso necesito compañía.
—Ya que en unos días más el tiempo mejorará, tu esposa vendrá. Dudo mucho que puedas ir a Jamestown.
—No me importa, Venus. Mientras tanto puedo hacer las cosas que yo quiera hacer.
—Yo no he venido hasta aquí por vacaciones, sino por estudios, Caden, y te lo agradezco, pero por ésta vez paso.
—Eres aburrida.
—Ya me conoces.
Unas horas más tarde, Taylor volvió al hotel donde tenía la reserva, y ellos se quedaron a solas.
—¿Quieres ir a caminar un poco? No llueve más —le preguntó Caden.
—De acuerdo, vayamos a caminar.
Caminaron hasta el centro de la ciudad, y quedaron frente a la cafetería donde ella trabajaba, la cuál, había quedado casi en ruinas, mitad del techo se había desplomado, los vidrios repartidos de la fachada estaban deshechos, y las mesas y las sillas estaban tiradas y destrozadas por todas partes.
—Ni siquiera en dos semanas va a poder terminar la cafetería.
—Tiene por lo menos un mes para que vuelva todo a la normalidad.
—No puedo estar un mes sin trabajar.
—¿No te gustaría seguir trabajando conmigo?
—No voy a volver a Kansas.
—Si me instalo un estudio aquí, bien podrías llevar la agenda de mis trabajos de Newport.
—¿Piensas abrir un estudio aquí? —le preguntó ella mirándolo a los ojos.
—Lo había pensado para más adelante, porque sé que hay buenos clientes, pero puedo adelantarlo.
—Me gusta la idea —le respondió ella, y lo vio entrar al lugar derrumbado—. ¿Qué haces?
—Voy a entrar.
—No lo hagas, puede caerse por completo el techo —le dijo sujetándolo del brazo.
—No me pasará nada, descuida, Venus, la mayoría de las veces tuve que entrar para inspeccionar el lugar que estaba en ruinas, ese es mi trabajo como arquitecto.
—Lo sé, pero estás de vacaciones, Caden.
—Eso no importa —le dijo, dándole un beso en sus labios y luego entró a lo que quedaba de la cafetería.
El dueño de la cafetería llegó poco tiempo después, para ver cómo había quedado su negocio, vio a una de sus empleadas en la puerta del local y sola.
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