Capítulo 13

Caden salió tranquilamente del baño, con un pantalón deportivo y una remera de mangas cortas, y le habló.

—Ha bajado un poco la temperatura, encenderé el hogar.

—¿Quieres que te ayude?

—De acuerdo, si quieres, ¿cuánto tiempo piensas quedarte aquí?

—Lo que dure la carrera, ¿por qué me lo preguntas?

—Porque creo que me quedaré también.

—¿A qué te refieres?

—A que me quedaré el tiempo que dure tu carrera. Begoña me abandonó, no tengo nada que hacer en Kansas.

—Tienes un trabajo y un estudio que llevar adelante. Y no seas tan idiota en querer quedarte aquí, creo que estás siendo un obsesivo conmigo.

—Para nada, te quiero, esa es la verdad.

—Tienes una esposa, te abandonó, ya me lo has dicho, pero te guste o no, la tienes de todas maneras. Y si quieres algo conmigo, vas a tener que buscarla y divorciarte de ella.

—Aunque la busque, no quiero esperar tanto.

—Entonces quiere decir que no me quieres.

—No me malinterpretes, te adoro, y sé que siempre te he querido y amado, pero divorciarme de Begoña implica mucho tiempo, y no será nada fácil.

—Puedes demandarla por abandono de hogar, y todo se simplifacará.

—Begoña es arpía, y hará todo lo posible por atraparme.

—Eres un tonto si te dejas manipular por ella.

—¿Qué es Malcom de ti?

—Vaya, recuerdas su nombre.

—Con competencias como él, recuerdo perfectamente su nombre, Venus.

—¿Te interesa saberlo?

—Por supuesto que sí, porque no pienso aguantarme a ningún hombre a tu alrededor.

—Lo mismo tendría que decir yo de ti, sin embargo, sigues casado.

—Ya te he explicado que no llevo argolla de matrimonio.

—Pero ciertos papeles dicen lo contrario Caden.

—No puedo hacer nada al respecto.

—Puedes, no quieres, que es diferente.

—Venus —la nombró, acercándose a ella, y acariciando sus brazos desnudos—. Sabes bien que te quiero, y que quiero estar contigo, solo te pido tiempo, y mientras tanto, me gustaría que nos conozcamos mejor, y sobre todo, quiero tener una relación contigo.

—No me sentiré cómoda si me pides que tengamos una relación amorosa, y más cuando tú sigues casado.

—Lo sé, pero aquí nadie nos conoce, y es posible que Begoña jamás aparezca y con el tiempo se disolverá el matrimonio que tuve con ella. Solo te quiero a ti.

—No me gusta ser la segunda opción de nadie.

—Para mí eres la primera, siempre. Siempre has sido la primera en todo.

—Creo que lo sé, en el trabajo siempre fuiste muy caballero conmigo, y me defendiste de Hutson y de Begoña en cada oportunidad que tenían para decirme algo.

—Entonces, ¿qué me dices?

—No te aseguro que será fácil, y menos sabiendo que hay alguien más en tu vida, pero lo intentaré.

—Esa es mi chica, gracias, Venus. Siempre has sido leal conmigo y eso para mí vale más que cualquier otra cosa.

—Lo hago solo porque me interesas, y porque estoy muy enamorada de ti.

—Sé que lo estás, al igual que yo de ti, y dime, ¿quién es Malcom?

—Malcom es un excelente compañero de trabajo y un gran amigo, congeniamos muy bien apenas empecé a trabajar en la cafetería de la ciudad.

—¿Qué edad tiene?

—Tan solo veinticuatro años de edad.

—¿Tiene novia?

—No, porque Malcom es homosexual, y si supieras las de cosas que me ha dicho de ti, te horrorizarías.

—Cuéntamelas, me interesan.

—Si no fuera homosexual, no te interesaría en lo más mínimo las cosas que me ha dicho de ti, Caden.

—Puede que no, pero quiero saberlas, por favor.

—Pues me ha dicho que estás mejor que comer pollo con las manos.

—¿Y tú? ¿Qué piensas al respecto de lo que te ha dicho de mí ese tal Malcom?

—Creo que tiene razón, ¿tú dime cómo quieres que te mire si me la he pasado tres años seguidos queriéndote a ti?

—No pensé que fuera para tanto, Venus.

—Pues créelo, Caden porque sí lo es, entré a tu estudio de arquitectura de tan solo dieciocho años, me gustaste desde el primer momento en que te conocí, pero como tenía esa edad creí que iba a ser muy pasajero, terminó el año, me fui de vacaciones con mis padres y al año siguiente volví a verte y más me gustaste, pasó lo mismo que el año anterior, y el siguiente año volvió a pasar lo mismo que los otros dos anteriores, y jamás pude quitarte de mi mente y arrancarte de mi corazón, y a pesar de todo, yo jamás te negué algo.

—Es verdad, jamás lo has hecho, Venus.

—Terminaste casándote con Begoña, y todo mi mundo se vino abajo, y ya no tenía más nada que hacer en tu estudio, por eso decidí alejarme y olvidarme de ti, luego te pasó todo eso con tu esposa, nos terminamos encontrando aquí en Newport, luego me dices que has sido un tremendo tonto en no darte cuenta antes de cometer ese gran error al casarte con Begoña, me dices que soy muy importante para ti, y a pesar de aceptarte, tengo mis dudas.

—Y es la verdad, Venus, quiero una mujer a mi lado.

—La tienes ya, y no soy yo, Caden.

—La que tengo me abandonó como un pobre perro, llevándose consigo mucho dinero que tenía ahorrado, y sí, me di cuenta muy tarde que la única mujer que me importaba eras tú, tú siempre estuviste acompañándome en reuniones, viaje de trabajo y todo lo que te pedía que hicieras por mí.

—Solo te pido paciencia, no estoy acostumbrada a esto, y será todo nuevo para mí.

—Contigo tendría toda la paciencia del mundo —le dijo, acariciando su mejilla.

Venus, se había acostado sobre la alfombra de piel blanca que yacía frente al hogar de la sala, y puso sus brazos y manos por debajo del almohadón que tenía recargando su cabeza, estaba boca abajo, mientras él terminaba de acomodarse frente a ella. Él la miró, de manera que sus cabezas quedaron invertidas, la luz terminó por cortarse, y Caden aprovechó para besarla. La joven, respiró de manera entrecortada, sabiendo que aquel beso que él le daría se estaba aproximando.

En ningún momento lo rechazó, solo disfrutó del beso, se sentía extraño por cómo se sentía de aquella manera el beso que él le estaba dando. Y el fuego del hogar, hacía más romántico el ambiente. Venus, lo abrazó por su cuello, tocando su pelo, y él solo pudo abrazarla por las mejillas, manteniéndose, siempre arrodillado para no caerse sobre ella.

—Siento muy raro el beso —le dijo ella—, ¿por qué no te das vuelta, y me lo das como corresponde? —le preguntó con una sonrisa en los labios.

Caden le sonrió también, y se acomodó a su lado para quedar cara a cara, y poder besarla como correspondía. Le quitó el mechón de pelo de la mejilla, y la besó con tranquilidad y ternura. Ellos se abrazaron mientras se besaban. Él profundizó más el beso, y ella se acomodó a él.

—Eres muy bella —le respondió, acariciando su mejilla, y besándola nuevamente—, te amo, Venus —le confesó mirándola a los ojos con detenimiento.

—Sabes bien lo que yo siento por ti también, Caden.

—Lo sé, jamás me sentí tan vivo como ahora —le dijo él, y ella lo miró sorprendida.

La muchacha, sin decirle una palabra, apoyó sus manos en las mejillas masculinas, y le dio un beso en su boca. Para hacerle saber que estaba sorprendida ante tal declaración de amor.

Apenas se separaron del beso, él le habló.

—Iré a prender el generador, quédate donde estás, por favor.

—De acuerdo —le dijo ella, mirándolo irse.

Poco tiempo después, se acostó a su lado nuevamente.

—¿Venus?

—¿Qué, Caden?

—Quiero mantener una relación estable contigo, sé que no puedo darte un matrimonio pero quiero que sepas que si te ofrezco tener una relación conmigo, es porque te considero una mujer buena y de esas que son difíciles de alcanzar, y no la segunda opción.

—¿Por qué me dices esas cosas? Me lo has dicho antes.

—Porque así lo siento en verdad, y sé que te lo dije, pero vuelvo a repetírtelo, porque no quiero que tengas dudas de mí.

—Es muy bonito todo lo que me has dicho, pero yo siento que en vez de intentar ser tu pareja, parezco tu amante.

—Entiendo, Venus. Pero por el momento, solo podemos mantener algo como novios.

—Sé lo que vendrá después, y no me importa, haría lo que fuera por ti, siempre lo haría, y si me dices todas esas cosas, pues, te creo, y jamás te pediría que te cases conmigo, me conformo con muy poco, prefiero tenerte así por tu propia voluntad antes que obligarte a hacer algo que no quisieras realizar.

—¿Crees que si me sugieres que te pida matrimonio me estarías obligando?

—Sí.

—Si ya estuviese divorciado de Begoña, con gusto te pido matrimonio. Lo haría por voluntad propia, sin que nadie me obligue. ¿Por qué? Porque te amo.

Se acercó al rostro femenino, y posó sus labios sobre los suaves y carnosos de la joven.

—¿Sabes? Hace más de seis meses que no tenía intimidad con Begoña, antes, cuando la conocí, después de un mes, nos acostamos juntos, era fabuloso, pero con el tiempo perdió lo fabuloso que era al principio, y Begoña parecía que estaba conmigo por una obligación y no porque quería estar conmigo.

—¿Por qué me cuentas esto?

—No lo sé en verdad, pero necesito desahogarme, Venus.

—Ya veo —le contestó, un poco molesta, y se sentó sobre la alfombra—, pero para serte sincera, no quiero saber tu intimidad con Begoña.

—Perdóname, pero solo quería que lo supieras. Para que sepas cómo era convivir con ella.

—Cómo no darme cuenta, si las pocas veces que estuve entre ustedes dos, ella siempre te desairaba creyéndose superior en todo, te daba gritos y no una conversación civilizada, lo bueno era que tú no le hacías caso, si no, hubieras sido un tremendo dominado por una arpía maquiavélica.

—Tienes toda la razón, Venus.

—Escucha —le respondió ella, tomando una de sus manos—, no quiero molestarme contigo, pero si quieres que sea algo más que tu exsecretaria, no quiero que metas a Begoña entre nosotros. No quiero saber nada de ella, ni cómo era contigo, ni cómo era dentro o fuera de la cama. Para mí va a ser mejor. Ya sé cómo es Begoña, y creo que ningún adjetivo malvado encaja con ella, todos le quedan chicos.

—Es verdad lo que dices, y te pido disculpas, tienes razón, no tengo porqué meterla en nuestra relación.

Él la miró detenidamente, y volvieron a besarse.

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