Capítulo 05
El sábado alrededor de las seis y pico de la tarde, Venus empezó a buscar uno de los vestidos que tenía guardado, pero todos los que tenía eran cortos, y necesitaba uno, prácticamente, largo, ya que la fiesta de compromiso era de gala. Su madre, le tenía una muy bonita sorpresa que iría a estrenar esa misma noche.
—¿Se puede pasar?
—Claro que sí mamá, eso ni siquiera me lo tienes que preguntar.
—Lo sé, pero siempre es muy bueno preguntar antes de invadir tu espacio.
—Tú jamás me molestarás, mamá, ni tú, y ni papá —le confesó, sonriéndole abiertamente, sonrisa que su madre le correspondió también.
—Te he traído una pequeña sorpresa, y hasta creo, opacarás a la prometida de tu jefe con este vestido —le dijo y abrió la caja sobre la cama.
—Mamá, ¿de dónde lo has sacado? Es un Oscar de La Renta original.
—Tu papá y yo decidimos comprártelo para ésta noche.
—¿Por qué? Vale una fortuna este vestido de noche.
—Tú y yo sabemos perfectamente lo que significa tu jefe para ti, Venus.
—Pero eso no tiene nada que ver con el valor del vestido, mamá.
—Puede que para ti no tenga valor monetario alguno, pero queremos que ésta noche la disfrutes y mucho hija, te lo mereces, y yo intuyo que con este lindo vestido de fiesta, más de un hombre clavará los ojos en ti, incluyendo al prometido de esa arpía que tiene por novia —le dijo riéndose a carcajadas y la joven no pudo evitar reírse de su comentario tan irónico también.
—Ay mamá, me haces reír y mucho —le dijo y la abrazó por su cuello, apoyó la cabeza sobre su hombro, y no pudo contener sus lágrimas—, no quiero que se case.
—Lo sé bien, hija, lo sé perfectamente que no quieres que se case.
—¿Por qué tiene que casarse con ella y no conmigo?
—Porque los hombres, la mayoría, no ven lo que tienen frente a sus ojos, y se dan cuenta muy tarde de ello, querida, lo que no entiendo es, ¿por qué no le dices lo que sientes por él?
—No quiero un rechazo por su parte.
—Si no arriesgas, no ganas, Venus, y Caden no es el único hombre que hay en la tierra.
—Pero para mí, sí es el único, mamá.
—Venus... —le dijo y la abrazó fuertemente contra su pecho para que pudiera llorar tranquila y mejor.
Lloró por casi una hora y media más, y cuando se le pasó la angustia, decidió darse una ducha de agua bien caliente, y comenzar a vestirse.
Optó por tener el pelo suelto, con un maquillaje de noche, con una sombra en verde oscuro, y los delineados intensos en negro, y mucha máscara de pestañas. Y lo completó con un labial color piel.
Aros al tono, zapatos de encaje negro, al igual que la parte de arriba del vestido, el cuál, el mismo, tenía dos tiras anchas que estaban en sus hombros, escote recto, y ajustado hasta su cintura, y de allí un cinturón de raso negro, y la falda en color verde esmeralda amplia y con frunces por debajo, que se asemejaban a pequeños pellizcos. Ese efecto que daba, dejaba ver los zapatos, los tobillos y parte de las piernas sin medias de nylon.
Y lo completó con una cartera de mano pequeña de encaje negro también.
—Estás hecha toda una beldad.
—Muchas gracias, mamá, pero no es para tanto —le dijo sonriéndole.
—Es la verdad, y creo que ya es hora de que te vayas a esa fiesta, y cuanto antes mejor.
—De acuerdo, me iré ahora mismo —le dijo dándole un beso en su mejilla, beso que su madre le correspondió.
Venus bajó las escaleras apenas salió de su habitación, saludó a su padre, y le dio las gracias por haberle comprado el vestido.
—Te quiero papá y gracias por todo esto.
—Yo también te quiero, hija, y no tienes que agradecerme nada, tu mamá y yo queremos verte feliz y contenta.
—Pero para eso no tienen porqué gastarse una pequeña fortuna en un vestido como este.
—No fue nada, pero ya vete de aquí, sino llegarás tarde a esa fiesta.
—Sí, papá, hasta luego.
—Que te diviertas mucho, hija —le dijeron los dos, y cuando ella le dio las gracias, salió de la casa, y se metió dentro del taxi que ya la estaba esperando para llevarla a la casa de los padres de su jefe.
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