La Sangre que llama II


Parte final de esta historia que debía ser un one.

ADVERTENCIA: ES POSIBLE QUE POR ESTA HISTORIA ME FUNE WTP DEBIDO A QUE TIENE DESCRIPCIÓN SEXUAL EXPLÍCITA.

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A las once de la noche no hay más gente en las calles que un par de vigilantes desvelados. Corre el viento frío que sacude las ropas mal tendidas de los altos techos, y es el chillido de un animal moribundo, lo único que rompe el hechizo del abismo.

Tiempo atrás, cuando los mitos habitaban profundamente en los corazones de los habitantes, los seres nocturnos eran dueños del miedo. Los duendes robaban mujeres para procrear, los vampiros para alimentarse. Monstruos que devoraban carne humana y nosotras, las brujas, que necesitábamos caprichosos ingredientes para nuestros conjuros y ritos.

Era tan fácil robar un niño. Eran nuestros preferidos. Llenos de energía lista para darnos años y años de juventud, órganos tiernos y sanos, magníficos para pociones, y esa sangre tan pura que no hay vino que se le compare. Y a veces también, por el simple gusto de la pertenencia.

Amo a Hilda y la voy a hacer mía. Voy a desentrañar de su vientre, la dulce miel. Me meteré en su piel y he de doblegar su férrea voluntad, a mis pies.

A las once de la noche un niño está encerrado en lo más profundo de una biblioteca, seguro temblando como un cervatillo, terriblemente asustado, mientras observa que las paredes carecen de puertas y ventanas. Solo el candelabro que ilumina todo encima de él.

Ella aparecerá de pronto para observarle un momento, luego se acercará mientras él le pregunta quién es, qué donde está. Marie le tomará de las mejillas y le acariciará, le apretará, primero suave, luego cada vez con más fuerza hasta hacerlo llorar al enterrarle las uñas. Le tomará del pelo y lo escuchará gemir y comenzará a escuchar, por fin, las súplicas.

Le besará a la fuerza, le morderá un labio. Le morderá una mejilla y el cuello. Lo acunará para llevarlo a su enorme cama donde le colocará entre las sábanas pulcramente blancas. Que amanecerán tintas de dos tipos de sangre.

Puedo sentir algo de culpa por lo que va a pasarle, lo admito. Recuerdo que podía escuchar su pequeño corazón latir con fuerza cuando se acercaba a mí. Percibir el calor de su rubor. Su naciente interés en las mujeres.

Presiento que Marie lo va a destrozar. Pobre niño.

Desde la sombra que proyecta una esquina mal iluminada puedo observar la ventana que da al cuarto de Hilda. Observo un poco la calle, vacía. Como me gusta.

Me elevo lentamente hasta su ventana mientras brillo levemente en azul. La poción ya debió hacer efecto y debe dormir tan profundamente como una pequeña Aurora de cabello azul.

Apenas me asomo y en efecto, está completamente inconsciente.

Luego está él.

El ciervozorro.

Me ha visto y ha comenzado a gruñir.

Pequeño animal insulso con sueños de perro guardián. Si fuera adulto, sería un verdadero problema, no podría acercarme ni de broma; pero paralizar a un cachorro es de risa.

Con la pequeña criatura neutralizada, abro la ventana sin nada que me detenga más que un simple pestillo. Me adentro flotando con lentitud y en completo silencio. Acercándome de forma pausada, pero sin detenerme nunca.

Ahora estoy frente a tu cama, sin que nadie se interponga entre tú y yo, amor mío.

Me doy unos segundos para admirarte. Noto que siseas al respirar. Trago saliva.

Puedo confundir esta sensación de lujuria con el apetito más voraz del mundo.

Espero hayas besado a tu madre pues esta es la última noche en esta casa y la última vez que los verás a todos. Vendrás conmigo a tu nuevo hogar. Conmigo para siempre.

********

Es probar la llanura que es tu pubis hasta tu pecho mientras el aroma infantil que aun despides me enloquece. Saliva no me falta para dejar el rastro que brilla con la luna de esta noche nuestra. Tienes un gusto salado y dulce; como tu fragancia misma. Sudor de niña y hormonas recién activadas, aquella que yo mismas induje a actuar en ti.

Me regreso a tu ombligo para meter mi lengua y te mueves, comienzas a despertar del hipnotismo al que te indujo el brebaje que tan inocentemente tomaste.

Al abrir los ojos lo primero que vez es a mí, encima de ti. Te descubres con las manos apresadas extendidas hacia arriba en una cama extraña e intentas escapar, sacudiéndote, usando cada vez más fuerza.

-¡Suéltame, Kaisa!- Has gritado.

Descubres que no traes tu suéter, ni tus mallas, que solo estas en una íntima prenda que te cubre. Tu respiración cambia, te sonrojas mortalmente y estoy segura de que recuerdas tus sueños, esos donde ya te he hecho mía; y que intuyes lo que va a pasar.

- ¡¿Que me vas a hacer, Kaisa?! ¡Déjame ir!-

Y yo sonrío por anticipar tus reacciones. Te acarició la mejilla con amor. Porque te amo, ¿sabes?

-Nunca te irás. Estaremos juntas aquí para siempre, mi amor.-

-¡¿Mi amor?! ¡¿De qué hablas?!

-De que hoy seremos una para siempre. Vamos, creo que ya lo sabías desde que me dabas esos besos a escondidas. Desde que te abrazaba y te pegaba a mí. No te escuche nunca quejarte cuando puse mi mano en tu cadera y te acariciaba.-

Con eso doy por terminada la plática. No puedo aguantar más y me lanzo a besarle el cuello y me pegó para succionar fuerte, como para saciarme de su sabor. Me dejo caer en ella cuando empieza a pelear y la aplasto a la cama con todo mi peso. Quiero que me sienta, que aprenda que está bajo mi control. Pongo mi mano en su incipiente pecho y clavo levemente las uñas. Su pezón se siente increíble quedando justo en la palma de mi mano. Ella se retuerce de placer.

Me muevo para besar del otro lado de su cuello y me rozo en su cuerpo para impregnarnos de nuestros aromas. Me he dejado solo mi capa y mis botas negras, no quiero ningún intermediario entre las dos.

Deslizo mi mano izquierda desde su mejilla hasta su hombro, luego su pecho donde con el pulgar presiono su pezón una y otra vez. Me encanta como abre los ojos mirando a todos lados como buscando ayuda, luego me ve a mi y me suplica que me detenga mientras mi mano sigue bajando por su vientre. Sabe a donde voy. Sabe lo que quiero y lo que voy a obtener.

Desesperada con la cabeza me dice que no una y otra vez, luego cierra los ojos y grita cuando siente mi mano llegar a su pubis y adentrarse sin más preámbulos por debajo de la tela. Mi dedo medio va delineando lentamente su pequeña entrada. Cerrada, impía de invasores esta ahora. Justo hasta ahora que entrometo mis dedos, profanando la santidad de tu pureza.

-No, por favor, Kaisa.- Me dice dolorosamente y yo en respuesta la beso violentamente metiendo mi lengua profundo, como un relámpago en la noche, y retirándome de golpe por que sé que intentará morder. Gruñe al no lograr su objetivo.

Ahora me ve con furia y yo detengo mi dedo en el centro de sus labios mayores aun empeñados en mantenerse cerrados. Que piel tan tersa tienes. Los voy separando, moviendo mi dedo de un lado a otro haciendo paso en un círculo pequeño que entra poco a poco.

Y ella va cediendo; lo desea. Siento el primer punto de humedad.

Como lo dije desde el inicio, nos he traído en un lugar apartado en el bosque, uno que fui buscando con paciencia y en donde sé que nadie nos molestará. Aquí, en una cabaña que llevo diez años construyendo, cerca de un arroyo, viviremos. He seguido la tradición de las brujas de antaño y me traje al niño que me gusta para que sea mi amante.

Hilda. Aquí no importa cuanto grite. Aquí ella es mía para siempre.

Apenas será alrededor de la media noche y estoy, por fin, acariciando la pequeña vagina de Hilda mientras succiono y juego con sus pezones. Ya están rojos por que no puedo detenerme de chupar y halar con fuerza de ellos mientras sus gritos y súplicas rebotan por toda la casa, llenándome de placer.

Sé que lo disfruta, o lo disfrutará, gradualmente.

Mi dedo apenas ha abierto un tanto sus labios, suficiente para distribuir los líquidos que ha soltado por toda su vulva y clítoris. He metido solo un poco mi dedo y empieza un chapoteo que crece con sus gemidos. El calor que de allí irradia es poderoso.

Abandono su entrada. No puedo esperar más. Necesito conocer ese sabor que me he imaginado desde que mi deseo por ella se despertó. Voy dejando mordidas en su dorso mientras me escurro entre sus piernas, solo para quedar frente a esa prenda blanca con adornos azul celeste. Desde allí le volteo a ver y ella me mira con súplica. Le sonrió mientras con mis manos voy retirando aquella pequeña prenda arrojándola lejos. Hilda cierra los ojos, sé que es por vergüenza.

-Acostúmbrate, amor mío. Haremos esto todos los días.-

-¡Maldita!- Me ha gritado y yo, como un disparo, me le dejo ir para lamer y chupar golosamente su ingle derecha, ella se agita y grita pero no puede escapar. Entonces paso del otro lado y disfruto más de esa piel escondida, luego bordeo sus labios una y otra vez, casi como una desesperada, hasta por fin posar mi lengua en medio de su pequeña vagina. Comienzo por lamer en ese centro que me enloquece con su sabor eléctrico, mientras casi me ahogo en mi propia respiración agitada por poder realizar este sueño por fin. ¡POR FIN! Me pego completamente a ella mientras la levanto con mi cuerpo para poder entrar a lo más profundo.

Ella comienza a patalear, pero con su tamaño y amarrada, simplemente está a disposición a lo que yo decida. Ha comenzado a respirar rápido, poco a poco va entendiendo su situación; puede que se eche a llorar al caer completamente en cuenta de que no puede hacer nada. Pero estoy convencida que, si va a llorar, será de placer.

Chupo sus labios una a uno con fuerza haciendo un ruido chocante cuando me separo, su pequeñísimo clítoris palpita y uso toda mi boca para chupar su entrada completa como si en ella encontrara la fuente de la vida, mi eterna juventud. Hilda, grita, gime muy fuerte, se arquea, las correas que la atan a la cama se tensan e intenta patearme; la he tomado de los tobillos y le he tirado las piernas hacía adelante haciendo que su cadera se eleve dejándola completamente sometida. Me encanta esta posición porque puedo meter mi lengua completa y sentir como le palpita el cuerpo por dentro. Con ese sabor tan delicioso que se me hace parecido a la canela, me envuelve la lengua poderosamente, ella ha comenzado a soltar más y más líquidos.

-Te encanta, mi pequeña, sé que te encanta. - Digo de forma pastosa y entrecortada. La falta de oxígeno me esta mareando.

Ella agita los brazos, nuevamente, quisiera usar sus manos para alejarme y hacerme daño, pero le es imposible y solo le queda mover la cabeza de un lado a otro de forma violenta ante las potentes sensaciones que le hago sentir cada vez que mi lengua entra profunda al pegar mi cara, y que quedan en evidencia en los salvajes gemidos que se hacen cada vez mas fuertes, a medida que mi lengua se mueve completamente dentro de ella mientras restriego mi nariz en su clítoris, mojándome toda.

-Eres lo más exquisito que he probado.- Digo con la cara embadurnada. Uso mi mano para distribuir sus deliciosos jugos por mi boca, mis mejillas, toda mi cara. Su aroma me impregna y siento mi sangre hervir. Has tenido un orgasmo y es mío.

**********

Atrapada bajo mi cuerpo me he dado el gusto de observar cómo respiras trabajosamente por la boca, generando leves bocanadas que se manifiestan en un constante vapor. Te idealizo como una hermosa tetera que arde completa por mí. Todo tu cuerpo está cubierto de sudor y tiemblan esas piernas que están atrapadas por mis piernas, en leves sacudidas que vienen en vaivenes.

Me pego a ti nuevamente y me electriza el sentir el roce de mis pezones con los tuyos, me acerco a tu oído para repetirte cuanto te amo, mientras, tus pupilas se mueven y me apuntan espantadas.

-Eso que sentiste, mi pequeña, se llama orgasmo. Dime, ¿Te ha gustado?-

-No...- Respondes .- Te odio, Kaisa...-

Le sonrío, -Mentirosa, me bañaste la cara con tus fluidos, sucia...- Le digo mientras le acaricio la cabeza. -Acepta que te encantó y haré que tengas uno aun más fuerte.- Le dije bajando mi mano por su vientre hasta llegar nuevamente a su vagina, la cual cubrí completamente con mi mano. Irradia un calor allí parecido al carbón al rojo vivo. Le presionó un poco y ella sufre un ataque de contracciones mientras lanza gemidos que me fascinan.

-Te voy a desatar, pero si haces algo estúpido, te tocará un castigo y te prometo que allí si no será placentero.- Le sentencié. Luego con un movimiento, las ataduras de sus muñecas quedaron liberadas. Ella inmediatamente baja los brazos y se abraza a sí misma, yo aprovecho para obligarla a girar y dejarla nuevamente debajo de mí, pero boca abajo.

En su espalda se desperdiga de manera desordena ese bellísimo cabello largo y azul. Puedo ver que ella se ha dejado acostar completamente en la cama, sin tensión alguna, sin aparentar un dejo de resistencia.

¿Se habrá dado por vencida tan pronto?

No lo sé, pero no me tomará con la guardia baja. Le separo el cabello a los lados para descubrir su cuello y toda su espalda; la descubro llena de pecas, como leche espolvoreada con canela. Incluso sus pequeñas nalgas, en el borde superior, están llena de pequeñas manchas.

Creo que ella ha sentido la carga de mi mirada por que ha escondido su sonrosado rostro en la almohada.

-Que no te de pena, amor, eres preciosa. - Y ella se hunde más entre las sábanas.

Me dejó caer de nuevo para pegarme a ella y la abrazo mientras le beso el cuello atrapando las nacientes de su cabello en el cuello con mis labios. Su aroma es a shampoo y sudor. Ella se estremece.

He comenzado nuevamente a frotarme contra ella, nuestros cuerpos mojados nos permiten que la fricción sea un tanto morbosa, rica; me comienzan a arder los pezones y mi pubis choca con su trasero; pienso en las dos completamente desnudas y es allí donde no puedo aguantar: Pongo mis manos en su espalda y enterrándola levemente en la cama, de esta manera puedo moverme en un vaivén marcado que me vuelve loca; dejo caer mi peso en su cadera para poder frotarme directamente en sus nalgas.

Como una danza donde ella se somete a mí. Su dueña que marca su territorio. En una cópula a todas luces.

Mi cuerpo se estremece al sentir como cada vez se va haciendo más fácil el poder deslizarme de un lado a otro. Su trasero se pone cada vez más brilloso y mojado por mis fluidos, mi clítoris se hincha mientras en el ir y venir puedo sentir claramente sus deliciosas y golosas esferas. Comienzo a enterrar mis uñas sin darme cuenta. La escucho lanzar un quejido. Yo acelero el vaivén empujándola más a la cama, marcando mi dominio.

-Si, Hilda, si, eso, eres deliciosa, amor...- Me tiró un poco hacia atrás mientras arrastro mis uñas por su espalda dejando unos leves rastros. No marcas, no quiero arruinar su hermosa piel.

Ella ha desenterrado la cara de la almohada y mira sobre su hombro izquierdo, de la comisura del ojo que se cuela entre su cabello revuelto, se acumula una lágrima. Su boca se frunce una y otra vez demostrando coraje.

-¿No te gusta amor? Puedo hacerlo mejor- Y ella solo me mira con terror cuando me siente detener y colocarme en una posición donde separo sus piernas y me coloco entre ellas. La empujo un tanto hacia adelante y con mis pulgares separo sus nalgas; la observo. Luego paso mi dedo por su clítoris de arriba abajo, lentamente, para luego subir y acariciar su vulva, empapo mi dedo de sus jugos y sigo hasta mojar su pequeño y sonrosado ano.

Ella se estremece. -De-déjame...- Me dice.

-Creo que estas lista, amor.- le respondo.

Entonces, junto las yemas de mis dedos y cierro los ojos para recitar el conjuro que con más ahínco he estudiado en mi vida. Aquel con el que te haré mía para siempre.

"Desiderium meum domat animam tuam, pervadat corpus meum, tangat semen meum animam tuam"

Entonces ocurrió algo que Hilda no previó. Kaisa comenzó a hacer una mueca de dolor mientras se aferraba con fuerza a las sábanas de la cama, apretó los dientes emitiendo sonidos guturales y un leve brillo se manifestó entre sus piernas.

-Por Hécate...es demasiado intenso...- Dijo la bruja mientras su clítoris comenzaba a incrementarse en tamaño de una manera anormal. Algo que era a todas luces producto de un efecto sobrehumano.

En algún momento en la historia las brujas más siniestras no se conformaban con lo que la naturaleza les había otorgado. En algún momento habían creado un hechizo para poder culminar con éxito la cópula, una penetración perfecta y satisfactoria.

Kaisa había investigado estos viejos y prohibidos hechizos en pos de su enorme deseo de poseer a Hilda. Con todo el dolor que podía causar esta transformación y mientras saliva escurría de la comisura de sus labios, el hechizo se estaba consumando.

Hilda, acostada boca abajo y con las piernas separadas, ya que Kaisa estaba colocada allí, sintió de pronto que algo grueso se posó entre sus nalgas. Algo caliente y palpitante que no supo reconocer; fue entonces que decidió mirar por encima de su hombro y cayó en espanto cuando se dio cuenta que aquello era un falo enorme, que se movía invasor sobre su cuerpo, y que provenía de Kaisa; quien le cruzó la mirada llena de una lujuria animal.

Hilda contuvo un grito de espanto.

-Vamos a consumar nuestra unió, amor.

Kaisa tomó de la caderas a Hilda y con fuerza hizo que las levantara para quedar a la altura de la entrada de la chica.

Hilda aprovecho este movimiento para sacudirse logrando en el movimiento, darle una fuerte patada a Kaisa en el pecho, lo cual la aventó hacía atrás, sin embargo la bruja tomó del tobillo de la niña, enterrándole fuertemente las uñas y evitando así caer.

Hila comenzó a gritar y patalear, hasta que Kaisa se fue sobre ella y le colocó un fuerte puñetazo a la nuca de la joven, luego dos más a la espalda que hicieron que su presa no se moviera más. Kaisa estaba fúrica-.

-¡Te dije que si cometías una tontería te iba a ir terrible, Hilda! ¡Te voy a enseñar modales!

Kaisa retomó de las caderas a Hilda y la obligo a levantarlas alto, luego colocó una manta enrollada debajo de su vientre para que se quedará de esa forma. El rostro de Hilda estaba enterrado en la cama, había quedado aturdida con los golpes.

Kaisa enredó la mayor parte del cabello de Hilda en una sola mano y tiró mientras tomaba aquel extraño miembro que la brujería le había generado, colocándolo firmemente en la entrada de la niña.

-¡Kaisa, NO! ¡No por favor!

-Esto iba a ser con amor, pero tu necesitas aprender modales.

Hilda quiso alejarse al comprender las intenciones de la bruja, pero Kaisa la tenia tomada por todo el cabello con una mano, solo tuvo que tirar con fuerza para detener su huida mientras iniciaba a abrir las estrechas paredes.

Hilda abrió la boca intentando halar aire al sentirse invadida, imposibilitada para moverse, opto por dejarse caer y abrir más las piernas para recibir lo que fuera y mermar el dolor ya que el primer intento de entrar le había dolido horrores y no se quería imaginar lo que podría pasar si Kaisa intentaba con más fuerza.

Kaisa notó que la chica se relajaba y adoptaba una posición receptiva, lo cual le dio la sensación de poder que buscaba. Volvió a presionar un poco mas y apenas si avanzó, aun apenas teniéndola emboquillada, ya podía sentir su palpitar, no podía esperar para estar toda dentro de ella.

-Ka-Kaisa, por favor, si vas a hacer esto...no me lastimes. Hazlo despacio.- Dijo y Kaisa supo que la tenía derrotada.

-¿Soy tu dueña?

La respiración de Hilda se entrecorto de pronto, pasaron algunos segundos de silencio.

-Si...-

-¿Soy tu esposa?

-Si...

-Soy tu ama y señora?

-Si...

--Excelente, amor. Ya ves, no te costaba nada.- Dijo y se retiró un momento dándole a Hilda una extraña sensación. -Y esto es la prueba de nuestro amor.-

Kaisa volvió a empujar, esta vez con menos fuerza, sin embargo, con la suficiente para abrir un poco más la entrada de Hilda y sentir que, por fin, avanzaba y resbalaba aquel miembro sobrenatural. Kaisa agradecía a Hécate mil veces por aquella sensación de humedad creciente y a la vez de presión que la vagina de Hilda le estaba produciendo.

-Mi vida...- Dijo Kaisa entrecortado.

-Ka-Kaisa...- Gimió Hilda cuando ambas sintieron, en la presión constante, como iba poco a poco resbalando, que a la vez estirando el interior de la joven. Para Hilda era un dolor en expansión que a la vez le dejaba un placer al borde de la locura, por que rozaba el límite de su resistencia. Hilda estiraba y encogía los dedos de sus pies y manos, la almohada y sábana ya estaban húmedas con su saliva, movía la cadera sin saber bien cómo reaccionar. Si retirarse o seguir, si gritar o desaparecer.

Kaisa sentía igual al borde la locura, en cada milímetro que avanzaba sentía una sensación cortante por la estrechez de Hilda. Sin embargo, era un placer absoluto enmarcado en el dominio.

Kaisa se detuvo y Hilda respiró por fin, comenzó a retirarse y sintió a Hilda relajar el cuerpo, luego no le dio mucho tiempo, porque lanzó su cadera de nuevo y esta vez sintió como su miembro entró a la mitad. Hilda apretó los puños y enterró la cara en la cama mientras murmuraba cosas ininteligibles.

-Lo siento, mi amor, pero no puedo resistir más.- Fue lo último que escuchó Hilda antes de sentir como Kaisa se lanzaba firmemente hacía ella manteniéndola agarrada aun por el cabello, dejándola sin posibilidad alguna mas que la de recibirlo todo. Soportarlo todo.

El miembro de Kaisa fue resbalando lentamente y, cuando llego a un punto donde la parte mas gruesa termina y declinaba en una de menor diámetro, resbaló lentamente hasta el final.

Hilda encogió los hombros y encorvó un poco la espalda al sentirse tan llena y expandida. La sensación era imposible de describir. Dolía horrores, pero al final de ese dolor la expansión dentro de si le provocaba algo tan intenso que se le secó la boca completamente. Comenzó a halar aire por la boca. Comenzó a soltar chisquetes de no sabía qué.

Kaisa por su parte cerró los ojos y sonrió. Hilda estaba penetrada completamente por ella, podía sentir claramente como los pliegues de la chica le apretaban casi dolorosamente. Era tan fuerte el placer que sintió un cosquilleo que comprendió era el inicio de una eyaculación que no se permitió, no aún.

-Eres mía para siempre.-

********

Desde la profundidad del bosque, allí donde era raro ver a ser humano alguno, se alcanzaban a escuchar gemidos, gritos, declaraciones de un enorme amor y de una terrible guerra.

-¡Ay! ¡Por Dios! ¡Kaisa! ¡AH!-

-¡Si, mi amor! ¡Tómalo todo!

Frases, exclamaciones que nadie más que ellas dos podían escuchar.

Kaisa ya había soltado el cabello de Hilda, quien después de haber sido completamente penetrada y sentir un orgasmo tan poderoso que la había hecho liberar todos sus líquidos; había tirado por tierra cualquier dejo de resistencia.

Kaisa, al entender que tenía a Hilda exactamente como quería, había comenzado a entrar y salir lentamente, azuzada por los gritos y gemidos de la niña.

Sacaba su falo casi todo, dejando dentro la punta, solo para observar en su morbosidad cómo tenia de expandida a Hilda, luego lentamente volvía a entrar sintiendo como todos sus liegues se volvía a extender, amoldándose a ella. Luego, comenzó a entrar y salir cada vez más rápido hasta que se había vuelto un frenesí de ambas.

-Te amo, Hilda...te amo, mi amor.- Decía Kaisa mientras entraba y salía de su pequeña amante. Y para su completa sorpresa, la escucho decir: -Yo ¡ah! ¡AH!...yo...yo también, Kaisa...-

Kaisa se detuvo, quedando dentro de Hilda. En ese lapso pudo sentir incluso el respirar agitado y el corazón enloquecido de ambas en esa extraña e innatural conexión.

-¿En...en serio?- Dijo la bruja.

Hilda respiraba irregularmente por boca y nariz. -S-si...te amo...-

Kaisa sonrió y comenzó nuevamente su vaivén haciéndolo cada vez más rápido. Ambas comenzaron a gemir fuertemente y al unísono hasta que Kaisa le tomó de las caderas con más firmeza y aquello que había estado deteniendo, por fin decidió liberarlo y en un tremendo grito que le fue casi doloroso, Kaisa derramó dentro de Hilda una muy abundante carga que la llenó al grado de desbordarse de manera escandalosa.

Hilda enterró la cara en la cama, clavó las uñas en el colchón y lanzó un grito muy fuerte, ya que al sentir que ese líquido caliente la llenaba tuvo un orgasmo diferente, nuevo y muy explosivo. Tenso tanto los dedos de los pies que le dolieron por días.

De la comisuras de los labios de Kaisa escurría un leve brillo de saliva por la intensidad del orgasmo y justo después de lanzar lo último que le quedaba dentro de Hilda, aquel falo brillo y se fue desvaneciendo hasta regresar a ser el incipiente y palpitante clítoris de la bruja, la cual se derrumbó al lado de Hilda, completamente vencida por el enorme e indescriptible placer alcanzado.

******

Esa mañana Kaisa despertó asustada. Ante el cansancio que no supo le vendría por el conjuro prohibido, se había quedado profundamente dormida. Notó de inmediato que su cama estaba vacía.

A la garganta se le vino un enorme nudo cuando volteó a ver de un lado a otro y no vio a su niña, a su hada, a su Hilda. La boca se le amargó y los ojos se le inundaron.

-Kaisa.- Escuchó de pronto, la bruja volteó y en la cocina se encontraba su niña; se bajó de la cama y corrió hasta donde estaba Hilda, quien se cubría con una bata blanca que le quedaba un tanto grande. Kaisa se fue a sus pies.

-¡Hilda! No te fuiste...yo... ¡HILDA!, yo...perdóname, yo...-

Hilda le puso una mano en la cabeza y le revolvió el cabello.

-Eres una tonta, Kaisa. Si sentías esto, ¿por qué no me lo dijiste?

-Tenía miedo de que huyeras de mí. Que te perdería para siempre si te decía.

-¿No te quedó claro que yo también tenía interés? Nunca hice nada para alejarte cuando te acercabas lascivamente a mí. Y tu me drogaste, me robaste y me abusaste.

Kasia bajó la cabeza.

-Yo...creí que era la única forma...-

-Tonta, Kaisa.- Hilda se agachó y le besó la cabeza.

-Primero, claro que voy a volver a ver a mi mamá, estás loca con eso de que no.

-Está bien.

-Y claro que seré tuya, de vez en cuando en esta cabaña. Las hadas tenemos un fuerte deseo sexual y lo de anoche fue algo increíble.-

Y la niña peliazul le sonrió de la manera más pícara posible. Kaisa estaba que no se lo podía creer.

-¿Qué rayos pasó aquí?- Se preguntó por de pronto.

**********

Lejos de allí, en una zona escondida en la biblioteca de Trollberg, una bruja de semblante serio, llamada Marie, peinaba a un niño que tenía sentado en sus piernas. Él le sonreía dulcemente y ella se sonrojaba.

-Entonces- Dijo David.- ¿Mi mamá no va a recordar que no estuve toda la noche?

-Ni, mi niño. Es un hechizo inofensivo donde ella recordará que estuviste en tu cama durmiendo.

-De ser así, Marie, cada vez que quieras pasar tiempo conmigo, dímelo y con gusto te hago compañía. – El chico se dejó caer en el regazo de la bruja quien le abrazó con amor.

Marie le había contado a David, al inicio de la noche, cuando Kaisa se lo había entregado, que hacía mucho tiempo, había tenido un hijo muy parecido a él. Y solo le pedía si podía estar con ella mientras le peinaba, y le contaba una historia antes de dormir.

Y David, bueno como era, había aceptado.

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Quejas y sugerencias antes de que me desaparezcan. 

Esta historia igual esta en AO3 y Fanfiction.

No me quiero ir señor Stark.

Gendo - Sparrow- Uribe

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