Aroma a pirata, un extraño al que comienzo a querer

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Reportándome con el segundo capítulo, haber si no me reclaman mucho por lo que va a pasar… pero nada en la vida es fácil U_U

Trataré de estar actualizando lo más rápido que pueda, esta vez no prometo nada, ya que andamos en finales de semestre y pues… ya se imaginaran (para colmo ando enferma ¬¬).
TwT los títulos de este fic son lagos y no me caben :( así que solo pondré la primera parte en el indice y en el texto aparecerán completos.

Sin más por ahora los dejo que lean.
Un beso enormeeeeeeee a todos 😘

Disclaimer: One piece no me pertenece, todo es obra de la loca mente de Oda-chin!

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Abrió los ojos con pesadez, parpadeó un poco queriendo reconocer la habitación dónde se encontraba. No le era familiar en lo absoluto, así que pensó que lo ocurrido durante la noche solo había sido un sueño, o tal vez alguien terminó golpeándolo y cayó inconsciente, por lo cual se encontraba en alguna habitación del Sunny Go… sí, eso era lo que había pasado.

Tiró las sabanas a un lado, se puso los zapatos y en un intento por levantarse volvió a la cama, estaba mareado. En su bermuda comenzaron a caer unas cuantas gotas carmesí: era sangre. Llevó su mano al rostro para cerciorarse que provenía de él, efectivamente, sangraba por la nariz y no sabía porque. Se recostó de nueva cuenta unos segundos hasta que paró el sangrado ¿Qué había pasado la noche anterior? ¿Por qué no recordaba con claridad?

Sujetó con fuerza el picaporte antes de girarlo para poder abrir la puerta, posiblemente Luffy estaría afuera esperando a que despertara para preguntar por su salud, lo que le parecía extraño era no tener a Neil o Jihan sobre él. Se encogió de hombros y cruzó el umbral, le estaba dando muchas vueltas a un asunto insignificante.

Arqueó la ceja izquierda, no recordaba que el Sunny fuera de esa manera, no lo había recorrido en su totalidad, pero, estaba seguro que esos no eran sus interiores, de hecho, le recordaba a los de otra embarcación. Siguió caminando por el largo corredor y subió las escaleras para llegar a la parte superior del barco. En cuanto cruzó la puerta todos los ojos se posaron sobre él; eso tenía que ser una broma.

¿Cómo es que había ido a parar con la tripulación de Shirohige? Era físicamente imposible que una noche antes estuviera sobre el Sunny y ahora pisara la cubierta de ese barco. Su mirada recorrió a los presentes, podía reconocer algunos cuantos. Todos comenzaron a cuchichear entre sí, mirándolo con un semblante de asombro.

Su mirada se mantuvo fija en el gran hombre del fondo, sentado con una botella de sake en la mano, mirándolo igual de expectante que el resto. No sabía que pensar, su mente estaba trabajando a mil por hora… ¿Lilineth realmente lo había llevado al pasado?

-Parece que ya te encuentras mejor, me alegro.

Gray volvió su rostro a quien había hecho el comentario, no pudo evitar sorprenderse al notar a un joven Marco acercarse a él.

-¿Qué pasa? ¿Eres mudo? –preguntó el rubio.

-Marco… -Fue todo lo que salió de su confundido ser.

-Vaya comandante, siempre tan reconocido –alardeó uno de sus hombres.

-¿Qué rayos está pasando? –Preguntó Gray mientras se llevaba la mano a la cabeza.

-Te encontramos naufragando la tarde anterior, los hombres de la novena división te salvaron –Aclaró Atomos.

-¿Naufragando?

-Sabes estoy realmente sorprendido –dijo alguien más acercándose al muchacho-. Tienes un monstruoso parecido con alguien que conozco.

-Demonios –pensó.

Era verdad, no había pensado que el parecido que mantenía con Ace le acarrearía problemas… y hablando de su padre ¿no debería de estar ahí? Sintió como cada fibra de su cuerpo se estremecía, no estaba preparado para encontrarse todavía con él. Observó sus alrededores con cautela una vez más, sintió un poco de alivio al darse cuenta que entre los presentes no estaba Hiken.

-¿Cómo te llamas muchacho? –Preguntó el comandante de la cuarta división.

-Laffyte Gray –mintió con naturalidad, después de todo estaba acostumbrado a esconder su verdadero origen.

-Esto es aterrador –se acercó más el comandante al chico- No quiero tener a dos bestias como Hiken.

-Yo… -No sabía que decir, no reconocía a ese sujeto, por lo cual no estaba seguro de que responder.

-Vamos Thatch, deja de hablar estupideces –dijo Haruta.

-Cuéntanos que pasó –le pidió Fossa.

Sintió un piquete en su cabeza, como un flashazo de luz, la plática con Lilineth parecía volver a su mente con extrema rapidez, recordando todas las indicaciones que le había dado en el túnel. Debía inventarse una mentira y rápido.

-Bueno… no recuerdo bien, pero, el barco donde iba fue atacado por… -trató de pensar en algo creíble- un rey marino. La embarcación quedó destrozada, no sé qué pasó después de quedarme a la deriva.

-No encontramos vestigios de algún barco, tuvo que perderse todo –dijo alguien de la novena división.

-Tal vez alguien más encontró al resto de la tripulación –lo tranquilizó Marco-. Podemos llevarte hasta la siguiente isla, ya después decidirás que hacer.

-Gracias.

-A mi no, díselo a Padre, fue él quien ordeno que te rescatáramos.

Su mirada se posó en el viejo de grandes dimensiones que se encontraba en el fondo. Así que ese sujeto era el gran Yonkou Edward Newgate, Shirohige. Su corazón comenzó a latir con más fuerza, no sabía si por nerviosismo, emoción o miedo, pero era grandioso conocer al capitán original de su adorada tripulación, la persona que sacrifico su vida sin un ápice de duda por su padre.

Con pasos temerosos avanzó hasta él, quedando el frente suyo, se agachó para ofrecerle una reverencia.

-Muchas gracias Shirohige-San.

-No es nada, después de todo, aun eres un chiquillo –expresó serio.

-Sí… tiene razón –contestó nervioso.

-Dime ¿de dónde provienes? –Preguntó Newgate muy curioso al observar el descomunal parecido con el comandante de su segunda división.

-Nací en la primera mitad Gran Line.

-Ya veo…

-Me alegra mucho que papá no esté aquí, gracias al cielo la mentira fue creíble… -pensó.

-Siéntete con libertad en el barco, serás nuestro invitado hasta que toquemos puerto –dijo el capitán.

-Bienvenido al Moby Dick –dijo Vista para el muchacho.

No lo acababa de creer, estaba de pie sobre la cubierta del famosísimo Moby Dick, ese que tanto le presumían Marco y los otros. Sin duda, tenía que recorrerlo de punta a punta, conocer cada detalle de ese barco, solo contaba un poco de tiempo así que debía apresurarse. Además, había que encontrar con su padre, ¿pero como preguntar por él? ¿No sería sospechoso? Debía ingeniar un plan para saber donde rayos se había metido.

Alguno que otro seguía observándolo detenidamente, casi de manera acusadora; no los culpaba, siempre que encontraba a alguien que hubiera conocido a Ace se les saltaban los ojos por su parecido, que si no fuera por el color de sus ojos, bien pudieran decir que era un clon o algo por el estilo.

¿Ahora que debía hacer? Tal vez el comandante de la segunda división estaba en alguna parte del inmenso navío, solo tenía que buscarlo. Por donde comenzar, ese era el problema. Observó a Marco quien conversaba con algunos hombres, caminó en dirección a él, esperando que mantuviera ese carácter sereno como lo conocía.

-Comandante Marco –lo llamó.

-Dime –se volvió en dirección a él.

-Me… gustaría –sus mejillas se enrojecieron un poco- conocer a todos los comandantes ¿podría presentármelos?

-Claro –le sonrió

-Muchas gracias.

-Aunque no estamos completos –se llevó la mano a la barbilla-. Los comandantes de la Segunda y Tercera división salieron a una misión.

-Ya veo –comentó algo decepcionado.

-Te presentare a los otros.

-Así que papá y Jozu está en una misión… espero vuelva pronto –pensó.

Cada comandante se presentó amablemente, Gray tenía que aguantarse la risa cuando los escuchaba hacerlo, era curioso por el hecho de que en realidad ya conocía a todos, a excepción del comandante de la cuarta división: Thatch. No recordaba algo sobre él, debería, pero aun así le era imposible rememorar algo al respecto.

Una vez que Marco había terminado su recorrido por todas las divisiones, lo llevó al lugar donde pasaría la noche; bajo el cuidado de la séptima división, en el camarote que compartían los subordinados. Después de eso, Gray quedó en libertad de explorar por cuenta propia el gran navío.

Iba de aquí allá, captando todo lo que podía del inmenso barco, recorriendo con lentitud cada centímetro. Uno de sus más grandes sueños siempre fue conocer al grandioso Moby Dick, pues este había sido en su tiempo uno de los mejores barcos, además claro, del cual era tripulante su padre. No pretendía acabar con su tour esa misma mañana, se daría un par de días para degustar apropiadamente de todo lo que podía ofrecer.

Sentado sobre uno de los barandales laterales de la cubierta inferior observaba a los tripulantes, sonrientes, llenos de júbilo. No eran muy diferentes de la tripulación a la cual él le había tocado conocer, seguían bebiendo bajo el sol, practicando en cubierta, gritándose entre ellos para ver quien limpiaba los pisos. Todo era muy agradable, tal como lo recordaba.

De pronto un News Coo levitó sobre el navío, dejando caer el periódico de ese día. Un hombre lo tomó y comenzó a hojear el contenido; una sonrisa de satisfacción se dibujo en su rostro y sacó un cartel de entre las páginas para ondearlo con vehemencia. Corrió hasta Padre y le extendió el papel; este a su vez se lo mostró a Marco. La hoja rodaba por las manos de todos, gritando de emoción. Gray seguía el movimiento del cartel, muy curioso por saber de que se traba. Al final alguien grito para todos.

-¡Ace lo ha hecho de nuevo!

-Ese cretino de Hiken, nunca puede quedarse sin llamar la atención –dijo otro.

-Su recompensa ahora es de 550.000.000 beries.

-¡Él comandante Ace es el mejor! –gritó alguien de la segunda división.

-Siempre tan escandaloso –dijo Tatch quitándole el cartel a un hombre.

-Comandante no sea envidioso.

-¡No es envidia! –expresó molesto.

-¿Pue…puedo ver eso? –preguntó Gray un tanto apenado.

-No es nada del otro mundo –le entregó el papel con desdén.

-Vaya…papá es genial –pensó con emoción mientras clavaba bien sus ojos en el wanted.

-Mañana que vuelva ese par festejaremos por el aumento de su recompensa –dijo Vista.

-¿Mañana? –Habló Gray en voz alta.

-Sí, ya que terminaron su misión deberían de estar aquí para mañana.

-Ya quiero ver la cara de Hiken cuando te conozca –dijo Izou mientras tomaba de la cabeza al joven moreno.

-Ah… no creo que me parezca tanto –trató de sonar indiferente.

-Por favor… no es precisamente una cara común –Se metió en la plática Tatch-, solo mira –colocó la imagen de Ace junto al rostro de Gray.

Todos los ojos se desviaron a ese punto; ya habían escuchado algo sobre que había por lo menos dos personas parecidas a uno mismo en el mundo, afortunadamente o no, Gray mantenía el exacto parentesco con Portgas para la sorpresa de todos.

-Basta, dejen de cohibir al chico –pidió Marco.

-Lo siento –se disculpó el comandante de la cuarta división-. Sé que debe ser horrible que te comparen con una bestia como lo es Hiken.

-En realidad…

-Suficiente, vuelvan a lo suyo todo mundo –exigió Vista.

Al final el cartel había quedando en manos del ojigris, quien no dejaba de observarlo, era la primera vez que tenía entre sus manos un verdadero "wanted" de Portgas D. Ace. Los otros que anteriormente se habían cruzado por sus manos eran viejos y opacos, pero ese, apenas acababa de salir de la imprenta, reluciendo a vivo color cada detalle. Ahora que lo recordaba, esa cantidad era la mayor que había alcanzado su padre… un nudo se hizo en su garganta.

Volvió su vista a la tripulación, la pena invadió todo su ser de pies a cabeza. Sus lágrimas parecían querer salir, pero no debían, no podía mostrar debilidad en esos instantes; pero ¿cómo no sentir tanta desdicha al ver festejar a todas esas personas con alegría por la victoria de Ace? Cuando él perfectamente sabía que dentro de un año la vivaz llama de su existencia se apagaría.

¿Qué iba hacer una vez que estuviera frente a su padre? Esa era la pregunta que por toda la tarde se había hecho. En el comedor si quiera probo alimento, no tenía mucho apetito, sus sentidos se habían concentrado en tratar de responder la pregunta del millón. ¿Cómo evitar las ganas de gritarle, abrazarlo y decirle que él era su padre? No podía hacerlo, no si quería mantenerse a su lado.

Era frustrante, pero, lo que en verdad le importaba, más allá de todo lo que pudo haber imaginado, era simplemente agradarle, aunque él no supiera que se trataba de su hijo. Quería conocerlo, comprobar por cuenta propia si todas las historias que habían llegado a sus oídos eran verdaderamente ciertas.

Ya caída la noche, con un pie columpiaba la hamaca que le habían asignado para dormir, no podía pegar el ojo; en unas horas conocería al hombre que le dio la vida. Era tanto el nerviosismo que su sueño se había espantado totalmente.

Optó por caminar un momento por el barco, solo los encargados de la guardia nocturna se encontraban despiertos. Su boca pedía un poco de agua, así que trató de buscar la cocina para beber un poco. Guiándose –según él- por el camino que le habían indicado por la tarde, trató de llegar a ella, sin embargo, la inmensidad del navío era confusa, los corredores parecían ser los mismos. Abría puerta por puerta tratando de encontrar la bendita cocina, pero solo era camarote tras camarote, atiborrados de piratas.

Ya no sabía ni en donde estaba, tal vez si subía a cubierta y descendía como lo había hecho por la tarde podría encontrar la cocina. En un último intento por descubrir su localización se adentro en una habitación, estaba oscura totalmente, pero entre la penumbra podía distinguir un olor peculiar.

Siguió avanzando hasta que chocó con algo, parecía ser una cama. Tanteó los alrededores con las manos y logró descubrir una lámpara, la encendió. La luz que provenía de esta no era muy fuerte, pero alumbraba lo suficiente como para dejar ver tenuemente el camarote en su totalidad.

Salvo por la cama destendida, todo lo demás estaba en orden. Movió la lámpara y comenzó a examinar el lugar, no debía ser entrometido, pero ese estaba seguro que conocía ese olor. Abrió el armario, solo había unas cuantas camisas, una gabardina de color negro, dos pares de botas y –para su sorpresa- un sombrero de color negro, que juraba, era idéntico al que usaba su padre.

Su corazón comenzó a latir con más fuerza, se dio la vuelta y trató de buscar algún indicio más claro de lo que sus sentidos ya presentían. En el buró contrario al cual había hallado el objeto para iluminar, se encontraba un portarretratos, lo tomó con su mano libre y comenzó a reír nervioso; la imagen era una fotografía de Ace junto a su antigua tripulación, los piratas Spade.

Colocó los dos objetos sobre el buro y se tiró a la cama, con la vista fija en el techo… sin duda alguna, era el camarote de Ace. Lo que su olfato estaba percibiendo era nada más y nada menos que el aroma a pirata de su padre, no pudo evitar sonreír ampliamente ante el accidental descubrimiento.

Se quitó los zapatos y sin importarle nada se acomodó en la cama, arropándose con las sabanas y abrazando una de las dos almohadas que ahí se encontraban: también olían a él. Los recuerdos invadieron su mente, cerró los ojos con pesadez y suspiró.

Cuando era más pequeño, muchas veces por las noches, escuchaba los sollozos de su madre, aferrada a la única prenda que tenia para recordarle a Ace. Era muy joven en ese entonces como para comprender el sufrimiento que ella estaba sintiendo, pero lo que si podía sentir, era ese margo sabor de boca que le dejaba el observarla en ese estado.

La flota principal de los piratas de Shirohige se componía del Moby Dick, y tres navíos más pequeños semejantes a la ballena blanca. El barco en el cual primeramente Marco los había adoptado era de las embarcaciones pequeñas, donde precisamente, Ace también poseía un camarote privado. Ahí había aprendido a reconocer por lo menos su olor; la madera mantenía impregnado el aroma de pirata proveniente de él.

Se aferró con fuerza a la blanca almohada, aspirando la fragancia que despedía… no eran más vestigios de lo que alguna vez fue; era algo reciente, fresco y abrazador. Esa noche dormiría en la misma cama de Portgas D. Ace.

Por la mañana todos los hombres se movilizaban a lo suyo, sin embargo, ya habían advertido al comandante de la séptima división que el invitado no se encontraba en las hamacas. Rakuyou movilizó un grupo para buscar al muchacho, avisándoles también a los otros comandantes para que le echaran una mano.

Cada habitación fue revisada con cautela, si bien se trataba de un niño, no descartaban la idea de que el naufragio pudiera ser solo una fachada para verdaderas intenciones. Marco abrió la puerta del camarote de su camarada, no esperaba realmente encontrarlo dormido placenteramente ahí. Estaba extendido cómodamente a sus anchas, esa imagen le recordaba tanto a su amigo, no pudo evitar reír con fuerza.

Cerró la puerta detrás de él, Gray se movió entre quejidos por el escándalo que había hecho el comandante. Abrió entre parpadeos los ojos, observando en primera instancia al rubio; su rostro se coloreo del tono rojo y levantándose con rapidez trató de decir algo, pero todo lo que salió de su boca fueron balbuceos.

-Vaya, vaya –dijo Marco cruzándose de brazos.

-Yo… es que… bueno –No tenía la mas mínima idea de que decir.

-Supongo que la cama del comandante Ace es mucho más cómoda que cualquier hamaca.

-Buscaba la cocina y termine perdiéndome –se excusó-, al final termine aquí y me quedé dormido.

-Sí, ya me di cuenta.

-Siento mucho mi impertinencia comandante Marco –pidió disculpas, ya sabía lo estricto que era.

-Que no vuelva a repetirse –sentenció.

-Así será tí… tí… tiempo de irme ya ¿no? –Se apresuró a corregir entre una risita nerviosa.

-Muévete antes de que termines sin desayuno –abrió la puerta.

-No volverá a pasar –salió muerto de vergüenza de la habitación.

Dejó escapar un suspiro profundo contra su plato, esa no había sido una muy buena impresión que digamos, y si existía otra persona, además de Ace, la cual quería que lo viera de buena manera, ese era Marco. Pero valía toda la pena del mundo, había dormido de maravilla y eso nadie se lo quitaría.

Ya era cerca de medio día, pronto se cumplirían dos días desde su llegada al pasado, lo cual indicaba que había entregado a Lilineth un año de su vida; y aun no miraba a su padre. Esperaba que pudiera controlarse y solo gastar dos, tal vez, tres años… pero esa mujer le había advertido que una vez envuelto en la maravilla de su deseo más profundo, terminaría por echar a segundo plano las advertencias y gastando cuanta vida derrochaba por permanecer ahí; solo esperaba que no fuera su caso.

Toda esperanza que mantenía por cumplir con un pronto regreso se vieron opacadas una vez que alguien, a lo lejos, gritó la proximidad de un navío: se trataban de Jozu y Ace. Todos comenzaron a reunirse en la cubierta principal, Padre estaba muy contento y ya los piratas estaban más que listos para comenzar el festejo por una nueva victoria.

Las piernas de Gray comenzaron a flaquear, sus manos sudaban, clara señal de su nerviosismo. El barco se acercaba cada vez más, de seguro no se escaparía que el comandante de la cuarta división lo presentara ante él. Eso no era lo peor, lo que en verdad le asustaba a morir era el hecho de que no podría hablarle con la verdad, tenía que mentir y seguir mintiendo si quería permanecer un tiempo más ahí.

Era imposible, pero, sintió por unos segundos cómo su corazón literalmente se detenía al escuchar el contacto con la madera. Fue el primero pisar la cubierta, seguido de dos hombres grandes de cabellos negros, solo conocía a Jozu, del otro no recordaba nada.

Los pasos resonaban en su mente como si emitieran un eco exclusivamente para él, era más alto de lo que imaginaba, estaba seguro que pasaba el metro ochenta, inclusive más gallardo a como lo relataba su madre. Pasó saliva con pesadez al verlo caminar a la distancia. Sus pupilas bailan al ritmo de su nerviosismo, no podía quitarle los ojos de encima.

Dio un paso al frente, intentando avanzar para observarlo mejor, pero ¿Qué iba a hacer? No podía, aunque quisiera decirle cara a cara "Soy Gray, tu hijo"; quitando el hecho de que solo se reirían de él, porque dada las edades de ambos era prácticamente imposible, tenía un trato con Lilineth y si quería disfrutar más tiempo, forzosamente debía callar la verdad.

Cerró los ojos, apretó los puños y se mordió el labio inferior. Cuantas ganas de correr en dirección a él y decírselo, podría matar por un abrazo suyo, uno solo, no pedía mucho… tal vez, una sonrisa. Pero claro, dichas acciones no tenía cabida por el momento…

-Escúchame bien Gray, porque de ello dependerá que tanto permanecerás en el pasado –habló seriamente para él, el muchacho solo dirigió una mirada seria, pues era todo lo que podía hacer.

-A pesar de que puedes viajar al pasado, se nos está rotundamente prohibido intervenir en los acontecimientos del futuro. Es decir, no puedes revelar información que pueda terminar cambiando el futuro. Puedes hablar sobre ciertas cosas siempre y cuando no vayan a tener repercusiones. Si rompes esta regla, automáticamente el contrato se cancela y volverás a tu tiempo correspondiente. Así que una vez que decidas que es momento de regresar, lo único que tienes que hacer es revelar alguna información trascendental, por ejemplo, decirle a Portgas D. Ace que eres su hijo.

-Estás diciendo que iré al pasado pero no podré decirle a mi padre que yo soy…

-Correcto. Tal vez otras personas si puedan saberlo, pero te advierto, si ellos hacen algo que pueda alterar el futuro, el trato se cancela por igual. No puede haber nada de filtrado de información relevante; no puedes hablar sobre la muerte de Ace, sobre quien la provocó, o acontecimientos venideros.

-Tienes que estar bromeando…

-¿A caso pensabas evitar su muerte? –preguntó burlona-. Eso me recuerda a las consecuencias de tu viaje…

-¿Consecuencias? ¿Hay más aparte de entregarte mi vida? –preguntó molesto.

-Para evitar precisamente que hagas una locura –tomó el rostro el azabache entre sus manos- borraré todo recuerdo sobre el causante de la muerte de tu padre, ya que, al lugar a donde te diriges se encuentra uno…

-Teach –dijo con rabia.

-¿Lo ves? Eres tan colérico como Hiken… sé que arremeterás contra él apenas y lo mires, por ello, para evitar tú pronto regreso olvidaras de momento quién es él.

-No tengo otra opción… ¿Eso es todo?

-Para nada, eso tómalo como un regalo de mi parte –le sonrió-. Te advierto que mientras más tiempo pases en el pasado, más olvidaras con respecto a tu vida.

-¿Qué?

-Así es, poco a poco iras perdiendo tus recuerdos… si estas el tiempo suficiente, no acabarás recordando siquiera de dónde provienes o quien realmente eres. Perderás todo si te embelesas. Y a consecuencia de ello te quedaras ahí hasta que yo tome toda tu vida y mueras.

-Iré perdiendo la memoria gradualmente… -repitió atónito.

-Solo estarás un par de días ¿no?

-Ese es el plan… pero ahora que lo dices, ya no estoy tan seguro.

-Todo depende de ti.

-¿Por qué sabes esto de mi? ¿Quién eres? –La cuestionó con la mirada fija en sus ojos.

Por un instante su mirada pareció vacilar, más allá de la usual ironía con la que hablaba, con lo realmente vanidosa y un tanto pedante que resultaba ser, había duda, un ligero sentimiento de desasosiego en su semblante. Tan solo se limitó a sonreír.

-Si no hubiera sido tan egoísta en ese tiempo, si tan solo el odio no me hubiera nublado la mente… pero incluso ahora, no puedo ser totalmente buena o amable. Gray, no quiero que la misma historia se repita, tú no lo odies a él.

-No puedo entender lo que dices…

Los labios de la ojivioleta besaron la frente del menor, contrario a lo que pudo creer, el contacto era tierno y cálido.

Después de eso sus ojos se fueron cerrando, para cuando despertó solo noto la silueta de Marco, pensando que era un sueño; No lo era, pues sólo a unos cuantos metros estaba la persona que le había dado la vida.

-Realmente no puedo entender tus motivos Lilineth. A pesar de todo, gracias… gracias por darme la oportunidad de observarlo –Pensó mientras llevaba sus pasos lo más cercano de Ace posible.

Los demás hombres se apresuraron a felicitar al comandante de la segunda división, él solo reía y bromeaba al respecto, no era realmente importante para él la fama. Se dirigió de inmediato hasta el imponente capitán para informar sobre el resultado de la misión.

-Hijos, han hecho un buen trabajo –alardeó Newgate.

-No fue gran cosa –dijo Ace.

-¿De qué habla comandante? Si usted solo se encargó de los marinos.

-Al final las cosas se complicaron y la marina intervino en nuestra pelea contra los piratas de Oriol –habló Jozu.

-Pero gracias a eso pudimos traer muchos tesoros –sonrió alegre Hiken.

-Lo principal es que han llegado con bien –expresó el capitán.

-¿Algo nuevo en nuestra ausencia? –preguntó un hombre semejante a las dimensiones de Jozu.

-Solo lo de siempre, Teach –respondió Curiel.

-¿Todavía no terminan con las reparaciones de la cubierta?

-No, los de la novena división estuvieron un poco ocupados.

-¿Paso algo? –preguntó curioso Jozu.

-Rescatamos a un niño hace dos días –Aclaró Marco.

-Te vas a sorprender mucho, Hiken –se metió en la plática Thatch.

-Usualmente no me gusta apoyarlo, pero concuerdo con él –dijo Haruta.

-¿Qué es? –cuestionó Ace.

-¿Dónde está ese chico? –preguntó a voz alzada el comandante de la cuarta división.

De pronto todas las miradas se enfocaban en buscar a Gray, quien apenas y había escuchado el comentario de Thacth se había quedado petrificado en medio camino. Una vez localizado todos abrieron paso para que los recién llegados lo observaran.

Su cerebro le decía que escapara corriendo de inmediato, pero sus piernas no parecían querer responderle. Maldición, la mirada acusadora de todos estaba clavada él. Afortunadamente Ace estaba un poco distante y no podía distinguir bien qué era lo que todos deseaban que mirara.

El comandante de la segunda división dio un paso al frente junto con el de copete prominente, Gray comenzaba a sudar frío, sin la menor idea de que hacer o decir. Lucia tan tenso que resultaba cómico, algo que atrajo la atención de Newgate, ¿Cómo es que se ponía tan nervioso por la presencia de Ace y cuando se presentó ante él parecía mucho más relajado? Algo raro estaba ocurriendo.

Tan solo el cabello de Gray era lo que se movía, y por ayuda del viento, que si no hubiera en esos instantes, estaría igual de inmóvil que él. Ambos se detuvieron al frente, a un metro del joven, los ojos de todos iban y venían entre los dos morenos; frente a frente, cara a cara… parecía una ilusión.

Esos ojos negros se clavaron en los grises, lo cual intimidó por mucho a Gray, pero tenía que sostenerle la vista, no debía ser tan débil. El semblante de Ace era serio a morir, el silencio sepulcral de la cubierta solo aumentaba la tensión del ambiente. Después de unos segundos su vista comenzó a recorrerlo de pies a cabeza, observando a detalle su cuerpo. A Gray le faltaba el aliento, apenas y respiraba.

-Vaya… -expresó Ace, quien parpadeaba como no creyendo la cosa.

-Sorprendido ¿no? –Aseguró Thatch- Hasta te has quedado sin palabras.

-¿Cuál es tu nombre? –preguntó Hiken al menor en total seriedad.

Tras unos cinco segundos de procesar la pregunta pudo hablar.

-Gr… Gray –contestó muy nervioso.

-Es un grandioso nombre –dijo muy feliz mientras reía-. Es un poco extraño encontrarme con alguien tan parecido físicamente.

-Si… lo… lo mismo digo.

-Soy Portgas D. Ace, comandante de la segunda división de los piratas de Shirohige –le extendió la mano-. Mucho gusto Gray.

El alma parecía volver a su cuerpo, inconscientemente y sin pensarlo tomó la mano al frente suyo: era cálida, un poco áspera tal vez, pero fuerte. Esa era el primer contacto que mantenía con su padre, no lo podía creer, realmente estaba entrelazando su mano con él.

-El gusto es mío –le sonrió con timidez.

-Aún no lo creo –comenzó a reír.

-¿No serán parientes? –preguntó alguien a lo lejos.

-De ninguna manera –se apresuró a contestar Gray.

-Lo dudo mucho –respondió Ace.

-Realmente es idéntico al comandante –dijo sorprendido Teach.

-No hay que exagerar tampoco –trató de minimizar el joven moreno, a lo cual Teach se carcajeo.

-El Gran Line tiene muchas sorpresas.

-Espero tu situación pueda solucionarse satisfactoriamente –le sonrió Hiken.

-Sí… yo también –respondió con pesadez.

-Bien, es hora de seguir con lo nuestro. Fue un gusto.

-Igualmente… comandante.

Su corazón latía con tanta fuerza que podía sentirlo retumbar en sus oídos, acababa de entablar su primera conversación con Portgas D. Ace, y si bien, no había sido precisamente cómo la había figurado en su mente, el solo hecho de saber que le dirigió unas palabras lo hacía sumamente feliz.

Después de eso no podía dejar de observarlo, de admirar con sus propios ojos la grandeza de ese hombre. Al parecer sus amigos piratas no mentían cuando le dijeron que Ace era uno de los más queridos dentro de toda la tripulación. Siempre estaba alguien sacándole plática, o simplemente él se acercaba a otros para divertirse u en su defecto ayudarlos en cualquier inconveniente que se les presentara; si, también tenían razón en eso, era un hombre trabajador.

La sonrisa en su rostro lo hacía parecer un poco bobo, incluyéndole la mirada llena de júbilo y el sonrojo en sus mejillas… cuanto quería correr a su lado para darle un abrazo fuerte y que este fuera correspondido con los mismos sentimientos. Su padre era alguien genial, y apenas tenía un par de horas de conocerlo.

Por la tarde un gran banquete se preparo en honor a los recién victoriosos llegados, la comida era exageradamente abundante y ni se diga del Sake, que ya desde temprano muchos se encontraban prácticamente botados por el alcohol. Desde lo lejos, Gray, seguía observando con cautela al comandante de la segunda división, no fuera a ser que alguien lo sorprendiera y lo acusara de un acosador o algo por el estilo, aunque tenía el pretexto de decir que seguía asombrado por su parecido.

Ya se imaginaba la cara que pondrían todos si se enteraran que eso era debido a que eran padre e hijo, cuánto hubiera dado por presenciar esa reacción; aunque, en algún momento del pasado o futuro –ya no sabía cómo llamarlo-, ellos la habían hecho cuando su madre les contó la historia sobre su relación con Hiken no Ace. Claro que él no lo recordaba pues apenas era un bebé.

Sentado al borde del mascarón de proa se mantenía pensante, no sabía cuando exactamente tocarían puerto, y como había dicho el capitán el navío, él quedaría en libertad para investigar lo "ocurrido" con el barco que tripulaba, ¿pero y si no se sentía satisfecho en ese tiempo que iba a hacer? ¿Cómo pedirle más tiempo para permanecer a bordo? Le dolía la cabeza de tanto pensarlo.

Escuchó unos pasos acercarse hasta él, levantó la mirada y observó a uno de los hombres que venía esa mañana junto con su padre, y si la memoria no le fallaba, se trataba de Teach. El regordete tomó asiento a su lado y le entregó un plato lleno de comida, Gray lo aceptó y lo miró un poco extrañado… a él tampoco lo recordaba.

-Gracias –dijo Gray.

-No es nada –se rió- ¿Por qué estas tan solo niño?

-Pues… -hizo una mueca- me siento un poco extraño, por así decirlo.

-Anímate, es una fiesta.

-Lo sé.

-Me sigue sorprendiendo mucho tu parecido con el comandante.

-Tan solo es una coincidencia… no deberían tomarle tanta importancia –fingió desdén mientras se concentraba en su plato, la comida estaba deliciosa.

-Pero no solo es eso… -clavó sus ojos en él.

-¿No? –preguntó nervioso.

-Tal vez sea solo mi imaginación –se comenzó a reír.

-Puede ser…

Ambos voltearon hacia el escándalo que se estaba produciendo en la cubierta, Teach comenzó a reír mientras que Gray no entendía lo que sucedía. De entre la multitud pudo ver como alguien movía al pecoso para un lado, quitándolo de encima de la comida, todo indicaba que se había quedado dormido mientras comía –devoraba- sus alimentos.

Gray se unió en coro con el grandulón que tenia al lado. Estaba seguro ahora, Lilineth tenía toda la boca llena de razón, un par de días no serian suficientes… Ace era, por mucho, su más grande anhelo, el conocerlo era un mejor deseo que convertirse en rey de los piratas.

Esa noche no dormiría en la cama de su padre como la noche anterior, pero que importaba, si lo tenía al frente suyo, para respirar su aroma directamente, para corroborar por cuenta propia todo lo que alguna vez fueron solo remembranzas. Su padre estaba ahí y solo eso le importaba a su mente y corazón.

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Sé que lo de Lilineth esta extraño, pero todo tiene su razón de ser… la sabrán en su momento.

Esta vez les no compartiré teorías, sino que les contare sobre como elegí los nombres para los queñenuelos….

Primeramente Gray, hay tres motivos:

El primero fue por Terminal Gray, ya que fue un lugar muy importante para la infancia de Ace (ahí conoció a Sabo y vivió muchas aventuras junto a sus hermanos).

Segundo por su madre (Bellany) ya que ha heredado su color de ojos.

Tercero y más ridículo de todos… porque Gray Fullbuster me recuerda a Ace (físicamente hablando por que no miro FT).

Para Solana me pareció bonito nombre y significa "la luz del sol, viento del este"… Ussop es del East Blue así que lo consideré adecuado.

Para Nash…. no sé, la verdad que fue lo primero que se me ocurrió, tal vez estaba pensando en un súper héroe en esos momentos ¿se nota?

Bellmere creo que no hay dudas y Claus… ¡FUE EL MAS COMPLICADO! No encontraba ninguno que me gustara… al final quedo Claus, derivado de otro nombre (no pregunten cual porque no recuerdo).

Jihan es de origen Kurdo y significa "universo"… que les puedo decir, me gusto.

Para los hijos de Luffy…. Para el varón fue todo un desafío, no sabía cual escoger y quería algo que representara realmente al hijo del rey de los piratas, entonces encontré Neil de origen Celta que significa "Campeón". Para Hana fue más sencillo, ni siquiera tuve que pensarlo dos veces (una semana después de bautizarla mi tía le puso Hana a su perro chihuahua, me dio mucha risa xD).

Kushigi…. Un día mientras iba a la parada del autobús, quería recordar cómo se llamaba Tashigi y dije "Kushigi" me sonó un poco raro y pensando y pensando me di cuenta que había mezclado los nombres de Kuina y Tashigi…. Y pues más que perfecto!... siendo Tashigi su madre (por si no se dieron cuenta) y Kuina la querida amiga de la infancia de Zoro, no pudo ser mejor.

… y como dato curioso, todos los nombres de las ciudades de mis fics de OP son sacados de nombres de flores : )

Ahora sí, me despido y nos leeremos después 😘

Próximo capítulo: Prácticas en cubierta, lazos de sangre que no mienten

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