¿Podemos estar tan equivocados que no nos damos cuenta de que nuestras acciones carecen de toda lógica?
¿Puede la verdad, esa verdad en la que confiabas, no ser más que una gran mentira disfrazada de verdad?
¿Se puede rectificar cuando ya todo el mal está consumado?
Para mí ya no hay redención. Tan solo me resta terminar la tarea que me he autoimpuesto, por muy amarga que ahora me resulte.
Después descansaré. Me digo, intentando creer en mis palabras que ahora suenan ajenas y lejanas para mí.
Descansar.
Descansar.
¿Tanta muerte para qué?