Capítulo 28: La horrible criatura

En el interior del castillo, Araki disparó desde la palma de sus manos, una energía roja inquietante de ver, que se dirigió hacia el monstruo que alguna vez supo ser su marido. Echándolo atrás varios centímetros, y haciendo que lance un grito de dolor.


—Bueno, este comienzo lo sentí divertido, incluso, creo que confirmaré que soy toda una descorazonada. —comentó la fémina mientras soltaba una risa.


—Si eres una maldita demonio, ¿por qué no te vas de una puta vez al maldito infierno al qué perteneces? —preguntó la horrorosa criatura en un arrebato de ira.


—Por qué allá tengo todo fácil. Puedo conseguir todo lo que quiera sin esfuerzo. Puedo tener a todos a mis pies con solo chasquear los dedos. ¿Qué tiene eso de divertido? ¿Qué hay de positivo tener todo sin esforzarse? Es infinitamente mejor tener que luchar por lo que quiero. Además, los humanos temen a existencias como yo. Es de lo más placentero destripar sus cuerpos, oyendo el estruendoso grito de terror que lanzan con su último aliento, mientras su alma se arranca de ese recipiente de piel y carne.


La gesticulación y la forma de hablar de Araki sólo se podía interpretar como que estuviera transitando sobre un estado de muy fuerte lascivia. Algo que no es de extrañar para nada, teniendo en cuenta que ella tiende a encontrar placer y satisfacción en la muerte y el caos.


—Mírate. Incluso parece que disfrutaras de imaginar toda esa escena. Eres una maldita zorra despreciable. No sé como es que algún día fui tan estúpido como para creer en tí. —El hombre transformado en monstruo padecía un constante crecimiento de su estado de furia.


—Ja, ja, ja. Es posible. Si, puede ser. Aunque debo confesarte que eso es lo que más me encantaba de tí. Que eres demasiado estúpido. Siempre fue muy fácil engañarte y manipularte. ¿Por qué otro motivo querría estar al lado de un tipejo como tu? —Araki se detuvo unos segundos y tomó un poco de aire—. A propósito, ¿ves este lugar? Es un bonito castillo, ¿no? Pues prepárate para que en los próximos minutos sea yo quien gobierne aquí. —Ella se movía por esa sala y observaba detalladamente, cada rincón y adorno.


—Sobre mi cadáver, maldita bastarda. —El ser aberrante tomó carrera y se abalanzó sobre ella. Logró esquivarlo, pararse detrás de él y apuñalarlo con un kunari que escondía en su vestimenta.


El monstruo soltó un fuerte alarido de dolor, y sin decir una sola palabra más, volvió a abalanzarse sobre Araki. Sus movimientos eran bastante torpes, debido a que nunca se había acostumbrado completamente a ese nuevo cuerpo monstruoso con el que lo maldijo la fémina de la que alguna vez estuvo enamorado.


La batalla continuó repetitivamente durante un buen rato, hasta que ingresaron al castillo Fukugawa junto a quien afirmaba ser la verdadera Hori. La abominación aprovechó que esto generó una pequeña distracción en Araki y la embistió nuevamente, golpeándola en todo su cuerpo y dejándola varios metros atrás, sobre el suelo y escupiendo sangre.


—¿Estás necesitando algo de ayuda? —preguntó Fukugawa mientras se acercaba a la chica demonio.


—Estoy bien, pero unas manos adicionales no me vendrían mal. Por cierto, antes que... —Araki intentó continuar hablando, pero la sorpresa la dejó sin palabras—...Hori...¿eres tú?


—Araki, tiempo sin vernos, ¿eh? No se te ve mucho mejor que la última vez que nos vimos. Te noto bastante cambiada. —comentó quien afirmaba ser la verdadera Hori.


—Mi forma demoníaca está siendo mostrada. Tal vez sea ese el motivo por el que me notas diferente. De todas formas, yo también te recordaba con un aspecto distinto. —Araki volteó hacia la fémina con rasgos de zorro.


—Bueno, mi aprendiz me asesinó y suplantó mi identidad, pero nunca supo que al morir, las kunoichis se convierten en esto. En cuanto se enteró de que yo estaba por ahí, me encerró en el alma de un monstruo horrible.


—¿Guki? ¿Resultó ser una demonio cambiaformas? —Araki se soprendió mucho al oír eso.


La criatura en la que se transformó el hombre que se creyó el falso amor de la demonio, aprovechó la distracción de la conversación para abalanzarse y derribar a quienes estén en su paso. Hiroshi y Fukugawa fueron lanzados al suelo. El masculino se puso de pie muy rápidamente, pero ella tuvo bastantes dificultades para recuperarse. Sentía un dolor muy fuerte en la barriga y vomitó algo de sangre.


—¿Te encuentras bien? —preguntó el hombre alarmado.


—Sí, solo un poco de dolor. Nada más. Ya estoy mejor. —Finalmente, logró ponerse de pie con un poco de ayuda de él.


En ese instante tan solo hubo un silencio fuerte y profundo. Todo esto, acompañado de un poderoso grito de ira que soltaron Hiroshi y Hokano. Fiki y Ubume se mantenían algo callados, pero también se podía notar un sentimiento similar en sus rostros.


Araki, se lanzó a atacar al monstruo justo después de que Ubume lanzara una de sus flechas de distracción. La demonio utilizó las garras presentes en sus manos para dañarlo en la cara. Hokano disparó una flecha hacia arriba y con el poder de la Luna la convirtió en una lluvia de proyectiles que cayeron sobre su objetivo.


Fukugawa envolvió su katana en poder lunar para lanzarse sobre él, mientras que Fiki dotó a su arma de un poder extraño que se unió junto con la luz lunar, formándose una única energía de un color entre rosado y morado.


Ella realizó la estocada en el pecho de la criatura, quien soltó un fuerte grito de dolor. Lanzó unos torpes pasos hacia atrás hasta que cayó por la torpeza de sus patas. Mientras yacía ahí, la fémina que decía ser la verdadera Hori, formó un orbe de energía rojo en una de sus manos, y lo utilizó como una maza para reventar la cabeza del monstruo.


El cuerpo de esa bestia amorfa en la que había sido transformado un simple hombre, comenzó a sacudirse violentamente durante unos segundos, tras los cuales, el cuerpo simplemente se desintegró, dejando en donde se encontraba, un charco de un extraño líquido negro, espeso y pegajoso.


—¿Y eso? Nunca antes vi algo así. —comentó Hokano.


—Un orbe de energía demoníaca. Truquitos básicos al alcance de cualquier ser, y que no necesariamente te vincula con cosas de demonios. —respondió la kitsune con cierto nivel de alegría.


—Basta de charla. La impostora debe encontrarse más arriba. Debemor ir a por ella antes de que, oficialmente, reclame el trono, de otra forma, todo estará perdido...para todos. —dijo Araki mientras comenzaba a caminar hacia unas escaleras ascendentes que se encontraban en un extremo de esa sala en la que se encontraban.


Los demás la siguieron en silencio.

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