Capítulo 25: Asuntos de demonios

Corriendo a gran velocidad, y esquivando todo tipo de obstáculos, Hiroshi logró llegar hasta cercanías de la muralla, donde se encontraba aquella aberrante monstruosidad. Fiki sobrevolaba la ciudad a unos diez metros por sobre su cabeza para visualizar de mejor manera sus movimientos. 


No tardaron demasiado en estar lo suficientemente cerca como para oficializar el inicio del combate. El primer movimiento lo realizó Hiroshi, quien lanzó un fuerte grito y se envolvió en una especie de fuego verde. Pronto, su vestimenta también adquirió esta tonalidad. 


Se lanzó sobre el monstruo, y mientras se encontraba en el aire, realizó unos movimientos con su katana que generaron unos proyectiles color esmeralda que impactaron contra la criatura. Cuando se acercó lo suficiente, atravesó el gran ojo con su katana. 


Aquellos proyectiles, al parecer, si le habían dolido, ya que emitió un sonido que podría interpretarse como un quejido, pero la estocada ni la sintió. El monstruo lo tomó con sus tentáculos y lo arrojó contra el suelo. 


Fiki respondió a esa defensa, volando en círculos alrededor del ojo, y dejando detrás de sí, una estela blanca que empezó a juntarse en el centro de ese recorrido, cubriendo completamente la  pupila del enemigo, quien otra vez soltó los sonidos de quejidos. 


—Está enceguecido, ¡ataca ahora! —avisó el pequeño dragón, mientras se mantenía volando alrededor de la criatura. 


Hiroshi, asintió y nuevamente, realizó un salto, disparando varios de esos proyectiles verdosos mientras se mantenía en el aire. Todos impactaron directamente, sobre el gran ojo del monstruo, pero este comenzó a golpear al azar con sus tentáculos, logrando golpear a ambos, lanzándolos lejos y dejándolos estampados contra el suelo. 


—Asi que le gusta jugar fuerte, ¿eh? Pues, vamos. —comentó el joven antes de lanzar otro fuerte grito, que cambió la coloración de su aura a plateado. 


Fiki se recuperó rápidamente, y empezó a volar, pero esta vez no estaba orbitando alrededor de esa criatura, sino que se mantuvo quieto delante de ella. Agitó rápidamente las alas,  creando un viento brillante blanco que salió disparado hacia el enemigo, aunque parte de él se desvió hacia Hiroshi, quien sintió una fuerza y vigor mayor a lo normal cuando le llegó. 


—Eso te hará mas fuerte por un breve momento mientras esa cosa es más débil durante el mismo rato. —aclaró rápidamente, Fiki. Mientras veía como su compañero de combate se lanzaba, cubriéndose con un aura plateada que crecía mientras más se acercaba al enemigo. Realizó un gran corte en el ojo del monstruo, y apareció del otro lado, dejando un rastro de una sangre color marrón. Lo había atravesado, y dañado por dentro. 


Rápidamente, Hiroshi repitió lo mismo varias veces, antes de finalmente, dejar de sentir ese impulso de energía y dejarse caer sobre el techo de una casa cercana. La criatura tenía un aspecto muy demacrado. Parecía que no le faltaba mucho antes de, finalmente, perecer. 


—Esto está resultando bastante fácil. —exclamó el joven.


—Yo no estaría tan seguro. —respondió rápidamente Fiki mientras aterrizaba a su lado.


—¿Y por qué lo dices? 


—Sólo observa. 


La criatura finalmente, cayó al suelo muerta. Pero algo despertó la sorpresa de Hiroshi, puesto que el gran ojo explotó revelando a un hombre que se encontraba dentro de ese ser. Tenía un cuerpo totalmente desnudo, con piel dorada y una larga cabellera blanca, con cuatro ojos que no poseían iris ni pupila, y desprendían un inquietante brillo azul. 


Tanto el joven como el pequeño dragón, se acercaron a él, posicionados para el combate, pero después de dar unos pocos pasos, ese extraño hombre cayó inconsciente y su cuerpo se desintegró. 


—Bueno, al parecer sí fue fácil entonces. —Fiki no tuvo más opción que admitir su metida de pata. 


—No te preocupes. Querías estar seguro de que no nos llevemos una sorpresa con la guardia baja. Pero ahora, debemos ayudar a los demás. Deben estar en problemas. —comentó Hiroshi.


—Cierto, vamos. —Ambos corrieron juntos en dirección al castillo de la ciudad. 


***


Araki no podía creer lo que estaba viendo. Los cuerpos de la madre y la hermana de Fukugawa estaban destrozados. Tenían sus pechos reventados, posiblemente con una maza. Sus abdómenes estaban cortados y abiertos, con todas las vísceras sobresalidas. 


En el caso de la hermana de Kaneko, presentaba varias agujas clavadas en ambos ojos, y la madre, presentaba restos de semen por todo su cuerpo, indicando que había sido salvajemente ultrajada antes de morir, o tal vez después de perder su vida. Araki sospechaba de ambas por alguna razón. 


—¡Maldita zorra! —Ella logró oír mas o menos cerca, un grito que, seguramente, estaba dirigido hacia ella. Volteó para ver detrás de ella, y vio algo acercándose hacia ella a gran velocidad. Afortunadamente, tuvo los reflejos suficientes para esquivarlo y evitar el choque. 


—Tu... —Cuando eso se detuvo al impactar contra una pared, pudo observar de qué se trataba. Reconoció enseguida ese aspecto grotesco y monstruoso. Era su marido, a quien había transformado en algo horripilante a pedido de Yoshida. 


—Me transformaste en esta cosa espantosa, por un momento de lujuria con ese daimio maldito. ¿Con qué objetivo? ¿Es que un humano no puede enamorarse de una demonio? ¿O tu amor hacia mí nunca fue real? Si, eso debe ser, me usaste para escalar y ser cercana a Yoshida, porque sabías que eso te daría la oportunidad de persuadirle para que invadiera Osaka, y puedas reclamar el trono de este lugar. Porque eso es lo único que siempre quisiste, gobernar, para poder tener riquezas y poder. —dijo el hombre transformado en monstruo en un arrebato de furia.


—Bueno, en algo tienes razón. Sí, te usé para acercarme a Yoshida. Pero te equivocaste en que lo hice para convencerlo de invadir Osaka. Yo sólo quería destronarlo para ser yo la gobernante de Kyoto. Pero cuando llegué hasta él y entendí mejor como son las cosas, vi que Osaka tiene mucho más de todo. Por lo que fijé un nuevo objetivo y armé el plan para tenerlo en mis manos.  Si quería, precisamente, riqueza y poder, este territorio era una idea mucho mejor. —respondió Araki sin temor. 


—¿Y por eso estás aquí ahora? Seguro tu queridito Yoshida está cerca, ¿verdad? —comentó de forma prepotente, la monstruosidad. 


—Para nada. Ya no necesito a ese idiota. Nakamura ha muerto. Mi único obstáculo ahora es Hori, que quiere ganarme en la carrera para reclamar el trono de Osaka, y no tengo intenciones de perder. Asi que, por favor, deja de molestar, y permíteme avanzar.


Estas últimas palabras, al parecer, enfurecieron mucho a quien alguna vez, fue el samurai marido de ella. Ya que tomó velocidad e intento embestirla con todo su cuerpo una vez más. Pero esta vez, Araki no intentó esquivarlo, sino que disparó un proyectil rojo desde los dedos índice y medio de su mano derecha, que lanzó a la criatura lejos de ella, estrellándola nuevamente, contra la misma pared. 


—Si soy lo suficientemente descorazonada como para arruinarte la vida al transformarte en esta cosa horrible, también soy lo suficientemente descorazonada como para quitarte la vida, asi que si me permites... —Una inquietante aura roja cubrió ambas manos de la fémina.

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