Capítulo 20: El ronin de los demonios

Un nuevo amanecer llegó sobre la solitaria casa. Las tres féminas rápidamente despertaron y se vistieron con sus trajes kunoichi, listas para moverse hasta la sala principal y espabilar a Hiroshi, pero para sorpresa de ellas, no se encontraba allí. Salieron del hogar en busca de él, y lo encontraron meditando, sentado sobre un tocón. 


—¿Hiroshi qué sucede? Vente con nosotras, desayunaremos y luego tendremos eso que hablamos anoche. —pronunció Hori a los gritos, puesto que el chico se encontraba alejado, y difícilmente se lo veía. 


Sin mediar una sola palabra, asintió en la distancia, aunque ninguna de las tres mujeres entendió el gesto, y caminó en dirección hacia ellas. Cuando se encontraron, se prepararon para el desayuno, en donde Hori se encargó de preparar arroz, fruta y tortillas para comer, mientras que Fukugawa fue encargada de hacer té. Hokano se encontraba de visita, por lo que no tenía ninguna responsabilidad, pero de todas formas ayudó limpiando y ordenando la casa. 


En cuestión de unos cuantos minutos, el desayuno se encontraba completamente listo, y los cuatro en ronda alrededor de la comida, disfrutando de ese comienzo del día. No tardaron mucho en quedar todos los cuencos y tazas vacías, y Fukugawa lavó todo para dar inicio a los entrenamientos.


—Bueno, iniciaremos con el combate entre Fukugawa y Hokano, ¿les parece bien? —preguntó Hori algo entusiasmada. 


—Me parece bien, ¿vamos? —La chica de traje azul, se posicionó para el combate con su arco yumi preparado, a lo que Kaneko la siguió desenfundando su katana. 


—Un momento, una tiene un arco, y la otra una katana, ¿no podría ocurrir una pelea desigual? Digo, la arquera puede mantener distancia y estar disparando todo el tiempo. —comentó Hiroshi.


—Ya se ha dicho, que el combate será como tenga que ser. Si la arquera decide hacer eso, es totalmente libre. Si Fukugawa se mantiene cerca de ella todo el rato para que la otra no pueda disparar, también puede hacerlo. —respondió rápidamente, Hori. 


Inició el combate, el primer movimiento lo realizó Hanako, quien disparó hacia el cielo para generar una lluvia de flechas sobre Fukugawa. Ella rápidamente evitó los proyectiles corriendo a gran velocidad hacia su contrincante para asestarle un corte horizontal con su katana. La arquera se movió hacia atrás para evitarlo, pero debido al tamaño del arco, no pudo zafarse completamente del daño, recibiendo una herida pequeña en el abdomen. 


La chica de traje azul, respondió con una patada fuerte en el pecho de Kaneko para alejarla de ella y poder dispararle una flecha. El dolor del corte recién recibido, le impidió apuntar correctamente, por lo que terminó impactando sobre el césped cercano a su objetivo. La joven se levantó rápidamente, y encantó su katana con poder lunar para disparar una especie de proyectiles mágicos de luz blanca que emergieron desde la hoja del arma. Los mismos impactaron todos contra Hokano, generando una explosión blanca, que dejó a la arquera en el suelo, sin poder continuar combatiendo. 


—Fukugawa gana con un truquito increíble. ¿Qué era eso? —preguntó la rubia anonadada, hasta ahora nunca antes había logrado ver algo similar. Luchar a distancia con una katana era algo impensado para ella. Pero su aprendiz lo hizo posible. 


—La energía lunar que embebió la hoja del arma, logré separarla y dispararla al asignarle como objeto a fortalecer, el corazón de Hokano. El problema es que las fuentes externas de energía lunar casi siempre son dañinas, a menos que se la empleé como energía curativa, que debió ser el método por el cual, ella nos dio la visión nocturna en el monte. —Las dos féminas que acababan de combatir, se fueron a un lado y tomaron asiento en el césped, húmedo por el rocío de la mañana, para observar el próximo combate. 


—Bien, vamos nosotros. Una maestra kunoichi, contra un ronin que emplea a demonios como armas. —anunció Hori. Ambos se posicionaron, y la batalla comenzó.


La rubia hizo el primer movimiento, lanzando un kunai que, tras recorrer una cierta distancia, se dividió en tres para continuar viajando en forma cónica. Debido a que el proyectil no tenía buena velocidad, Hiroshi logró esquivarlo sin mucha dificultad. En respuesta, el chico realizó su primer movimiento. 


—¡Demonio, invade mi cuerpo! —Un aura negra se formó en torno a él que, de alguna forma, hizo sentir algo aterrada a Hori. El aspecto cambió levemente. Su tono de piel ahora tenía un tono más cercano al rojo, y su cabello había cambiado a un color negro. Sus ojos desprendían un inquietante brillo morado, y el número seiscientos sesenta y seis, se dibujó en su pecho con fuego—. Roku, invade con fuego el campo de batalla.


Hori, estaba confundida, no lograba entender lo que sucedía, pero de todas formas, lanzó un ataque, de cualquier forma, ellos ya habían arreglado que ella ganaría el combate. Pero no contó con que, en efecto, lo de Hiroshi, son posesiones, por lo que él pierde el control de su cuerpo total o parcialmente, y esos demonios difícilmente estarían de acuerdo con perder a propósito.  


La rubia tomó carrera en a su rival, con la intención de apuñalarlo con otro kunai, pero una explosión ocurrió alrededor del masculino, dejando un rastro de fuego alrededor de él que quemaba el césped. Lo que hizo salir volando a la maestra kunoichi. Tras la explosión, el cuerpo de Hiroshi, regresó a su apariencia original. El fuego que dejó la explosión, duró unos dies segundos hasta que se desvaneció. 


—¿Estos son tus demonios, chico? —preguntó Hori mientras se ponía de pie nuevamente. 


—Veo que conociste a uno de mis chicos, ese era Roku, demonio del fuego. Hay algunos más que vienen por el mismo lugar. —El chico tomó su katana, al parecer, quería un momento de pelea equilibrada, sin trucos de ninguna de las partes. 


Hiroshi se lanzó intentando realizar un corte vertical, pero una patada de la rubia en las manos de él, bastaron para hacerlo fallar en su ataque. Hori intentó apuñalarlo luego, varias veces con su kunai, pero él era demasiado rápido y siempre llegaba a tiempo para bloquear con su arma. 


Cuando la rubia empezó a mostrar agotamiento ante la batalla, el chico llamó a un nuevo demonio. Esta vez, su piel se hizo de una tonalidad verde, y le desaparecieron ambos ojos, siendo reemplazados por otro globo ocular que apareció en su frente y no presentaba iris. 


—¡Hitotsume-kozo, toma mi cuerpo y combate! —Una especie de onda sónica salió disparada inmediatamente desde el nuevo ojo de Hiroshi, y la derribó. 


Ella rápidamente intentó levantarse, pero una segunda onda, la golpeó, y la dejó en el suelo, sin poder continuar batallando. El cuerpo del chico volvió a la normalidad.


—Bueno, parece que Hiroshi ha ganado este combate. ¡Felicitaciones! —dijo Hokano, con un tono alegre.


—No...mi maestra, perdió contra un simple ronin. —Fukugawa salió corriendo y se dirigió hacia la rubia, quien yacía en el suelo, sin hacer un solo movimiento. 

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