Capítulo 19: La prueba de Hiroshi

—¿De verdad no eres guerrero ni del Sol ni de la Luna? —Hori, prácticamente, se encontraba haciéndole un cuestionario a Hiroshi. A pesar de conocerlo, no tenía confianza plena en él como para tenerlo en esa casa, rodeado por tres mujeres.


—No, yo aprendí a usar la katana por mi cuenta, nunca recibí entrenamiento, y lo que suelo usar no son técnicas como las que ustedes conocen. Son proyecciones demoníacas, lo cual podría describir como que me dejo poseer por algún habitante del mismísimo infierno por algunos segundos. Lo que haga ese 'truco', depende de quién haya tomado mi cuerpo, algo que ya no manejo yo, por lo que mi actuar en batalla es completamente impredecible. Algo que me da bastante ventaja en los combates, debo decir. —El chico hablaba con total normalidad, como si todo lo que acababa de decir fuera lo más normal del mundo. 


—Claro, eres como un cascarón vacío que necesita ser llenado con demonios. Un estilo de combate que no se ve todos los días, pero me asombra y me pone curiosa. Sería interesante tener un combate contigo, para ver como luchas. Por cierto, tu usas una katana, ¿eres un samurai o intentaste serlo alguna vez? —Hori, no podía despegar su vista de aquella arma que no estaba viviendo sus mejores días, pues se la veía algo desgastada, además de que estaba muy cubierta por sangre, tierra, polvo y otros tipos de suciedades. 


—Soy un ronin. Alguien que depende de los demonios para poder combatir no es bienvenido como samurai en ningún lugar, así que no tengo más opción que vagar por toda la isla de Honshu, junto a mi soledad. —Hiroshi observó a través de una ventana, el profundo cielo nocturno.


—Los ronin, generalmente, tienen fama de delincuentes y mercenarios. Ahora que sé de esto, ¿cómo puedo confiar en tenerte aquí conmigo y esas dos chicas? —La expresión de la rubia pasó a ser de molestia, combinado con un poco de incomodidad. Si el masculino se revelaba y la atacaba, ella era una experta guerrera, podría combatirlo, pero no sabría cómo, puesto que ahora sabe que su estilo de lucha es impredecible.


—Ustedes están con Fukugawa, cuando la conocí aquel día en que le compraste a mi padre, su belleza me dejó atónito. Es tan hermosa, tiene un cuerpo y un rostro perfectos, es tan dulce...yo siento que me enamoré de ella. —respondió con seguridad Hiroshi, poniéndose de pie y levantando el volumen de su voz.


—Bueno, desde que fue aceptada por el poder de la Luna, la dulzura no está tan presente en ella. De todas formas, estoy dispuesto a ayudarte a que estés con ella si tanto la amas, pero sólo si logras demostrarme que sabes de lealtad, eres capaz de proteger a otras personas, y que puedo confiar en tí. ¿Qué me dices? —Una sonrisa macabra se dibujó en el rostro de Hori, pero el chico parece no haberse dado cuenta de esto. 


—¡Acepto! Haría de todo, y daría todo por tener el amor de ella. —Hiroshi rápidamente se arrodilló enfrente de la rubia, agachó su cabeza y apoyó ambas manos en el suelo, muy cerca de los pies de ella. 


—Ellas dos no saben nada de lo que estamos hablando, ni alcanzan a escuchar. Bien, lo primero que debes saber, es que si quieres estar con ella, no debes tener ojos para ninguna otra chica. Vamos a probar si esto es real. —Hori se movió un poco el cabello con las manos, y empezó a quitarse su traje de kunoichi lentamente, y haciendo un gran uso de su sensualidad. Una vez que ya se encontraba completamente desnuda, empezó a masajear suavemente sus pechos mientras caminaba hacia el chico, mirándolo fijamente a los ojos.


Hiroshi, comprendía muy bien el objetivo de esa prueba, pero era un muchacho joven y que nunca había estado con ninguna mujer, por lo que fue muy difícil tomar las riendas de su propia mente. Hori lo arrinconó contra una pared y besaba el cuello del chico, mientras le toqueteaba los brazos, las piernas e incluso, la ingle. 


Finalmente, el chico no fue capaz de soportar la situación. Tomó a la rubia por la cintura, y la colocó a ella arrinconada contra la pared. Procedió a quitarse el pantalón, y a llevar su boca a los labios y los senos de la maestra kunoichi. Hori continuaba provocándolo, al rozar sus piernas con su miembro viril que denotaba un gran nivel de excitación sexual, de parte del Hiroshi. 


No pasó mucho más tiempo, hasta que él terminó de explotar por completo en lujuria y decidió insertar su pene dentro del sexo de la mujer cuarentona, realizando embestidas fuertes y salvajes que lejos estaban de hacer gemir de placer a la fémina, sino que ella simplemente lo veía, con su sonrisa malévola, e intentando aguantar las ganas de soltar una carcajada de villana. 


La escena continuó de manera similar durante un par de minutos, Hiroshi, en un estado de lascivia completa, terminó eyaculando dentro de la mujer. Rápidamente tomó un poco de distancia para admirar cómo se derramaba una gran cantidad de semen desde el interior de la vagina. 


—No, ¿qué hice? Fallé. —comentó el chico en un tono culposo.


—Ciertamente, fallaste, caíste en la trampa y tuviste ojos para otra chica más, pero no temas. Aún hay algo que puedes hacer para redimirte, y no es una prueba tan difícil. Todo lo contrario. Te debería resultar muy sencilla. —Hori, se mostró pensativa, observando el techo de esa solitaria casa, mientras tomaba con los dedos el semen que se le derramaba, para llevárselo a la boca, y posteriormente, de vuelta a su interior. 


—Dime qué hacer. Estoy dispuesto a hacerlo, y no pienso fallar esta vez. —Hiroshi se arrodilló una vez más ante ella apoyando sus manos en el suelo.


—Mañana en la mañana, pensaba aprovechar antes de que Hokano se vaya a continuar con sus cosas, que Fukugawa tenga un combate contra ella para observar lo que ya aprendió. Podríamos sumar un combate más, a modo de demostración, tu contra mí. Pero tendrá una condición especial, ya que, si quieres acercarte a mi chica, deberás perder la batalla. ¿Qué me dices? —propuso la rubia, mientras volvía a colocarse su atuendo.


—¿Combatir? ¿Y sólo debo perder? Si es por tener el amor de Fukugawa, lo haré. —respondió el chico rápidamente.


—Tengo una idea mejor, debes perder, pero de forma humillante. Debes sentir esa humillación que te haga llevar esa katana con la cabeza gacha durante unos cuantos meses, al menos. —Hiroshi, asintió y volvió a ponerse de pie.


—No me gusta perder  en combate, pero estoy enamorado, cuando un hombre se encuentra en mi situación, tiende a hacer todo tipo de locuras. Estoy dispuesto. —Al escuchar eso, Hori lanzó una risita apenas audible. 


—Muy bien, entonces vayamos a dormir, que tienes una prueba importante mañana —Ambos, finalmente, marcharon en dirección a dónde se encontraban las otras dos féminas, pero la rubia detuvo a Hiroshi—. Alto, no puedo permitir que alguien como tu, duerma entre tres chicas lindas que no conocen de pijamas. Dormirás aquí, en la sala principal, sobre el suelo, y entre esa cosa blanca que demuestra que fracasaste en tu primera prueba. —El chico simplemente asintió tímidamente, y se recostó en el suelo sin pronunciar una sola palabra, mientras oía a lo lejos, a la maestra kunoichi cerrando la puerta de la habitación. 

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