Capítulo IV: Cicatrices

Alexei tuvo que dejar a Ashley con los sumisos una hora después de llegar a su cabaña, se sentía mucho mejor ahora que la tenía en donde quería, en su guarida.

Antes de dejar el departamento de James en Lake Saint Jerome, Aria le había pedido que apenas llegaran al territorio fuera a verla.

Las cosas permanecían en calma ahora que ya todo había terminado, Tarah permanecía cerca de Hunter, pero habían otros problemas que necesitaban ser resueltos. El hecho de que la mujer guepardo tenía una dudosa reputación, era uno.

Ella era la hermana de un asesino, que trabajó para uno de los contactos de Curtis Lane, intentó matar al lugarteniente del clan White Claws, pero por suerte no lo logró y Luke Mckane sigue vivo gracias a una de sus compañeras del clan de Alexei.

Kaylee lo salvó y en una curiosa jugada ahora estaba emparejada con el puma.

Tarah era acusada de ser cómplice de asesinato por el alfa de los pumas, por eso Hunter todavía era su guardián para comprobar su inocencia y Aria seguía dudando un poco sobre su decisión de darle alojo a la mujer.

Al pasar por la cascada se detuvo un momento y su mente retornó a la mujer que tenía en casa, le costó mucho dejarla, no era que no confiara en esos tres, sólo que lo que más quería era quedarse junto a ella, aunque tuviera que guardar su distancia.

"Es por su bien" se dijo mientras emprendía su camino, los sumisos sabían muy bien como manejar el miedo, en ese momento eran las únicas personas que podían ayudarla, incluso mejor que él. Así que con la esperanza renovada, comenzó a correr hacia la cabaña de su alfa.

Estaba ubicada a varias decenas de metros de la cascada, aún no se había descongelado del todo. Pero lo haría pronto, la primavera se estaba acercando.

Cuando llegó, notó a tres hombres y dos mujeres desconocidos agrupados en el claro que hacía de patio trasero. No pudo evitar ponerse alerta, a la defensiva.

Tener extraños dentro del clan era una experiencia completamente nueva para todos, incluso para él que era al que mejor se le daba socializar, en casi cinco años los números del clan no habían cambiado, desde su último enfrentamiento con un clan rival; mucho antes de llegar a estas tierras, Aria había mantenido a los catorce miembros del clan a salvo.

Esta era la primera vez que ella meditaba la opción de integrar nuevos miembros.

—Son los nuevos —Aria apareció por la puerta—. Kevin, Tyler, Jason, Lilian y Jane.

Alexei observó momentáneamente a la mujer, su estatura no mermaba su fuerza, cualquiera podría subestimarle en su apariencia, los que no la conocían nunca adivinarían que desde ese tamaño podía hacer tanto daño como el más alto de los hombres.

—Creí que se habían ido una vez afuera de la agencia —respondió después de sonreírle a modo de saludo, Alexei caminó hacia uno de los escalones del porche y se sentó.

Su alfa asintió, ella no era una mujer del tipo afectuoso, sin embargo tenía una sabiduría para cualquier ocasión y un consejo para cada necesidad, eran sus acciones las que le hicieron ganarse la lealtad de todos.

—No tenían a dónde ir —Aria se acomodó a su lado—. Y me pidieron que los dejara quedarse.

Eso era extraño, la vida de un clan no era para cualquier cambiante, de hecho, estaba seguro que gran parte de la población que formaba su raza vivía en solitario. Más extraño aún era que aquellos cinco cambiantes habían sido encerrados, torturados y sometidos a experimentos, eso debía dejar huellas psicológicas muy profundas para ellos, al igual que para Ashley.

Pensar en eso hizo que sus garras presionaran contra la piel de sus dedos.

—¿Y qué decidiste? —preguntó con tono calmo, Aria podía sentir su inestabilidad, por el momento Alexei no quería que nadie supiese que Ashley era suya.

De saberlo, los demás comenzarían a rondar por su casa más seguido y él no quería que nadie la asustara.

Miró por un fugaz momento a los ojos de su alfa, eran de un intenso y brillante azul, como el hielo del interior de un glaciar, y le hacían mérito al mismo frío, porque en su mirada ella podía congelar al igual que su duro temperamento.

—Acepté, se ven confiables, saludables y en buenas condiciones, una de las mujeres, Jane, está embarazada.

La furia que apareció al recordar el encierro de su compañera se aplacó al oír eso, era motivo de alegría cualquier embarazo, una vida más para sumarse al clan, una vida más para cuidar y proteger.

El clan todavía no había tenido el goce de tener sus primeros cachorros, su siguiente generación, por eso era más interesante tener una mujer embarazada.

—¿Y quién es el padre? —preguntó con una sonrisa.

Aria mantuvo su expresión seria.

—Ninguno de ellos. —Entrelazó sus dedos—. Ella me dijo que le hicieron una inseminación artificial para averiguar si los cachorros salían transformados —gruñó, casi por instinto Alexei bajó la mirada—. Una verdadera estupidez.

Alexei pensó en lo que la chica debía haber pasado. A veces no entendía como los humanos podían ser tan crueles e ignorantes.

—Y ahora ¿Qué hará?

—Seguirá adelante con el embarazo, yo le di la opción de abortar, pero ella se negó.

Alexei miró a la chica, probablemente tenía la edad de Mila, unos veintiséis años si no le erraban sus cálculos, era alta y delgada, de pelo negro y ondulado, su vientre era apenas una curva que se pronunciaba débilmente hacia el exterior, debía tener el mismo tiempo de embarazo que Kaylee.

Él también lo había notado poco antes de la última reunión informal del clan, apenas la vio pudo oler el aroma de la nueva vida en ella, pero Kaylee le hizo mantener la boca cerrada, era todo un desafío para alguien que disfrutaba de hablar sin parar.

—¿De qué querías hablar? —Alexei retornó su mirada a su alfa.

El semblante de Aria se relajó un poco.

—Quiero que ayudes a entrenar a uno de ellos, mientras más rápido sepan defenderse y proteger más pronto podrán integrarse al clan.

Era curiosa su decisión, pero le alegraba mucho saber que el clan aumentaría de números.

—De acuerdo ¿A cuál de todos?

—Tyler —apuntó hacia un chico moreno de cabello color castaño claro que estaba de espaldas—. Liam ya tiene a Kevin, Carter entrenará a Jason, James a Lilian y Emma a Jane.

—¿Cuándo comienzo?

—Mañana mismo, Liam lo llevará hasta tu cabaña.

—Perfecto ¿Puedo hablar con él? —sentía mucha curiosidad por conocerlos, hacía mucho tiempo que no veía a otros cambiantes de su tipo.

—Claro —Aria puso una mano en su hombro—. Pero ten cuidado, quién sabe qué otras cosas les han hecho, pueden ser impredecibles.

Alexei se levantó luego de despedirse de Aria y fue en dirección de los nuevos. Ni bien notaron su presencia, los tres hombres rodearon a las mujeres, de tal forma que ambas quedaron fuera de su vista. Eso, pensó, era una buena señal, proteger al indefenso.

Aunque por la expresión de las dos mujeres era evidente la molestia que sentían ante el comportamiento protector de los tres hombres.

—Hola, mi nombre es Alexei —se detuvo a un metro del mayor, tenía el cabello rasurado de color negro y ojos verdes—. Ustedes son los nuevos ¿No es así?

Aquel debía ser Kevin, el más fuerte del grupo, era dominante, Alexei lo supo al instante en que el hombre lo miró de arriba a abajo tenso y listo para un ataque.

—Así es ¿Qué quieres? —le respondió en tono hostil.

El leopardo gruñó en su mente, no había nada mejor que un buen debate territorial para aplacar sus ánimos, las luchas por el dominio eran normales entre compañeros de clan, pequeñas riñas para mantener los temperamentos bajo control, la jerarquía era necesaria y él no iba a dejar que aquel desconocido le intimidase.

—Baja un poco el tono amigo.

Kevin ladeó bruscamente la cabeza y junto a los otros dos, cerraron filas alrededor de las mujeres.

—Yo no obedezco órdenes de desconocidos —gruñó, era evidente el depredador en su voz—. Sólo de la mujer que se llama Aria.

Había algunos inconvenientes al traer nuevos miembros a un clan, la insolencia era uno de ellos. Pero que respetaran al alfa era un buen indicio de que podrían acoplarse al clan de forma correcta.

Pero no bastaba únicamente con obedecer a Aria, el clan era familia, el respeto iba en todas direcciones y hacia todos los miembros, porque al fin y al cabo todos se protegían.

Alexei cruzó sus brazos, lo miró fijamente y procuró mantener el dominio en su voz.

—Primero y principal, Aria también es mi alfa y yo soy parte de este clan. Segundo, no te estoy dando órdenes mi trabajo no es ese, y tercero, si ustedes quieren permanecer en este territorio será mejor que empiecen a respetar a los que ya viven en él.

El tipo lo miró a los ojos, desafiándolo, Alexei mantuvo su mirada, seguro de su fortaleza, hasta que en un minuto de tenso silencio el nuevo desvió la mirada.

—Lo siento —dijo entre dientes— ¿Qué quieres de nosotros?

—Nada, solo vine a conocerlos, y como ya me han informado que empezarán a entrenarlos para integrarse al clan vine a desearles suerte ¿Quién de ustedes es Tyler?

—Yo —habló el chico que estaba a la izquierda del mayor.

—Yo voy a entrenarte, Liam te llevará hasta mi casa mañana por la mañana ¿De acuerdo?

El chico lo miró emocionado, debía tener diecisiete o dieciocho años de edad

—Sí, ahí estaré.

—Excelente, adiós novatos, ha sido un placer conocerlos.

Les dio la espalda consciente de la mirada del mayor, ese sujeto sería duro de roer, pero un par de lecciones de Aria lo pondría en el buen camino.

Relajando su respiración y su corazón ansioso por regresar con Ashley, tomó el camino que lo llevaba hasta su casa, pero unos metros antes de llegar fue interceptado por Michael.

—Hola, señor papá de Hunter.

Él soltó una maldición al aire.

—¿Puedes dejar de llamarme así?

Le resultaba muy divertido bromear, aunque por dentro sentía lastima por el desgraciado. Había sido un lacayo de Curtis Lane con el único objetivo de encontrar a su hijo, y ahora que tenía a Hunter cerca el pobre estaba perdido y desolado rondando por su territorio. Hunter no parecía muy dispuesto a aceptar a su padre biológico y Michael no tenía muchas cosas para hacer ahora que su objetivo principal había sido realizado.

—No, ¿Qué es lo que quieres?

—Saber sobre la chica.

Alexei se puso serio, la bestia posesiva se puso a la defensiva emergiendo en su voz.

—Está bien, la dejé al cuidado de tres sumisos ¿Por qué preguntas?

Michael pareció indiferente a su repentino cambio de actitud.

—Ten cuidado con ella —contestó depositando su mirada del color del aguamarina, tan idéntica a la de su hijo, en un distante punto del bosque—. Revisé un historial que recuperé del banco de datos, le han inyectado dosis muy altas de Amonium por casi cuatro años, según la información que he logrado obtener, el uso prolongado de la droga puede desestabilizarla psicológicamente.

Sus palabras no sonaban muy bien, Alexei no podía encontrar un sentido.

—¿Y eso qué significa? —preguntó con el miedo asomando en su voz. 

-—Que existe la posibilidad de que el Amonium haya provocado daños irreversibles en su cerebro, ella podría volverse salvaje o quizás podría morir. 

Alexei se quedó mudo, no entendía de medicina, pero lo que Michael le dijo no sonaba para nada bueno. Comenzó a transpirar y su pulso se aceleró, no podía entender ¿Ashley estaba en peligro? No, no podía ser posible, pensó, debía haber una manera de solucionarlo.

Calmando a la bestia que gruñía negándose a aceptar lo que oía, Alexei puso sus manos en sus caderas y pensó.

—¿Qué sugieres?

—Es sólo una hipótesis que formulé analizando su historial de dosis, no sé si se haga realidad, pero buscaré información que pueda ayudar, mientras tanto, vigila a la chica, el primer signo de alerta es la agresividad anormal.

Entonces no era tan urgente y peligroso como para desesperar, tal vez lo que Michael decía ni siquiera podía suceder.

—Entendido, por favor, no dudes en llamarme si tienes algo ¿De acuerdo?

Michael asintió y desapareció en el bosque, dejándolo con el corazón en la boca. La angustia quiso tomar su corazón pero él la despachó de inmediato, de nada le servía tener sentimientos malos obstaculizando sus acciones.

Continuó su camino por el frondoso bosque.

—¡Alex! ¡Bola de pelos!

Un frágil y pequeño cuerpo femenino saltó a su espalda, Alexei rió sonoramente mientras evitaba que Riley lo derribara al suelo.

—Enana ¿No se supone que debías cuidar de Ashley?

Ayudó a la joven a estabilizarse en el suelo y esperó para oír una explicación. Estaba a metros de la cabaña, pero no podía evitar sentirse inquieto ante la idea de que ella estuviese sola.

—¿Te atreves a dudar de mí?— Riley bromeó golpeando su hombro.

—¿Yo? Por supuesto que no —fingió aparentar enfado— ¿Cómo se te ocurre?

La risa de la joven era dulce, Riley era parte del corazón del clan, una persona llena de energía dispuesta a contagiar a todo el que lograba tener su confianza.

—Hemos hecho un gran avance el día de hoy —dijo con gran seriedad—. Ella es muy fuerte, el miedo no la ha quebrado.

Eso era lo que deseaba oír, tenía un enorme significado y le dejaba un gran alivio saber que Ashley podía recuperarse, que podía sobrellevar una vida más allá del trauma de su encierro.

—¿Lo dices en serio?

Riley puso los ojos en blanco,  Alexei sonrió notando lo estúpida que sonaba su pregunta, los sumisos podían manejar el miedo, tranquilizar el alma y el corazón de cualquiera, era más que seguro que Riley decía la verdad, pero él necesitaba asegurarse.

—Claro que sí idiota ¿por qué habría de mentirte?

Con un suspiro abrazó a la joven, ella era una de sus más cercanas amigas, pero también una de las más vulnerables del clan. Como todos, Riley tenía un pasado, cicatrices profundas que le hacían ser muy tímida con los hombres, al hacerse amiga inseparable de Aiden había mejorado mucho, pero luego del enfrentamiento que casi destruyó al clan por completo el miedo de ella a los desconocidos había resurgido con fuerza.

Todavía sentía su reticencia al contacto, sin embargo su confianza le permitía sonreír y entornar amistades con la mayoría de sus compañeros de clan, incluido él, a excepción de Liam, Riley podía ser ella misma con cualquiera.

—Me alegra saber que se pondrá bien —murmuró, aprovechó que la tenía cerca para dejar que ella inocentemente lo envolviera en su magia sanadora, para alejar el miedo que le produjo lo que Michael le había dicho.

—Comienzo a creer que ella significa más para ti de lo que aparentas.

—Sólo ha sufrido mucho, y quiero que recupere su fuerza y su espíritu, ella merece vivir.

"A su lado" agregó su animal, pero eso estaba a una distancia muy lejana de convertirse en realidad.

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