II
Hace horas que el Capitán Kirkland ha zarpado sin tripulación.
Eso significa más trabajo, pero puede con ello, es el pirata... Es decir, corsario, más talentoso de toda Inglaterra.
Cuando estás solo en el océano, el mismo, se mira infinito.
El cielo se refleja sobre su cristalino ser, hasta el punto donde ambos se unen en un homogéneo azul.
El capitán hace nudos para crear una improvisada red, hacia buen viento, la velocidad del navío era de envidiar. Kirkland sabía las rutas y podría recorrerlas con los ojos cerrados, a este paso llegaría a lo que los marineros llamaban "Roca de las sirenas" mañana, cuando el sol estuviera justo en el centro del cielo.
Ese imbécil francés no sabía con quién estaba hablando.
Pendiente del timón, caminó hasta su libro. Un viejo libro que era de su madre y que sus inútiles hermanos no lograron destruir. En él se relataban las criaturas mágicas que plagaban el mundo.
"Las sirenas son doncellas marinas que engañan a los navegantes con su gran belleza y la dulzura de su canto; de la cabeza al ombligo tienen cuerpo de virgen y forma semejante al género humano, pero poseen una escamosa cola de pez, que siempre ocultan en el mar". Se puede leer en las páginas, algo maltrechas del almanaque.
Da vuelta a la página para encontrar una ilustración de Murgen.
Murgen fue una sirena capturada en Gales, que aprendió el idioma de la corona e incluso a bordar.
El capitán Kirkland tiene su esperanza en esta leyenda, piensa que puede lograr hablar con una sirena y no solo eso, si no que también educarla para convertirla en algo más que una salvaje.
Pero recuerda lo que su madre le relataba por la noche, aquellos cientos dónde las sirenas representan un peligro, pues hipnotizan y matan sin consideración humana. Mujeres de corazón negro como una arpía, que harán de ingenuas enamoradas para ahogar a cualquier imbécil que les entregue su corazón.
Por ello, Kirkland solo tiene una regla ahora; jamás enamorarse de una sirena.
Las olas comienzan a volverse más feroces, puede sentir esto en la madera de su navío. Levanta la vista, divisando en el orizonte formaciones rocosas.
Puede reconocerlas, son las islas rocosas que preceden al Reino de Castilla, hogar de las sirenas.
Toma el timón para dirigir su barco a tales formaciones minerales, el silencio, solo interrumpido por el romper de las olas es casi insano.
Antes de que el navío impacte con alguna roca, el capitán hace todo su esfuerzo para soltar el ancla, la cual no tarda en atorarse, provocando que el barco esté asegurado.
Con las velas aseguradas y todas las cuerdas atadas, el capitán toma su libro por última vez, leyendo con rapidez el capítulo de las sirenas.
Suspira.
Camina hasta su camerino, ahora solo suyo, pues lo había abandonado su tripulación, de un cajón obtiene lana de cordero y un puñal.
El arma la asegura en su cinturón, mientras que la lana de cordero la coloca en sus oídos. El sonido de las olas se opaca.
Espera que eso sea suficiente para no escuchar el canto de las sirenas, para no dejarse embelesar por aquella armoniosa voz y poder ser capaz de capturarla con todos sus sentidos activos.
Sale de su camarote, dispuesto a soltar en el agua su barca de remos, donde ya tenía dispuesta una red, destinada a contener a la criatura.
~
Kirkland rema con calma, habilidoso para evitar impactar con las formaciones rocosas, mirando a todos lados en su panorama.
El sol hace un aparente movimiento por el cielo, sin piedad con el marinero, quién se ha visto obligado a ponerse su sombrero y disponer de su saco, pues el calor de estas latitudes le está haciendo mal.
Pierde la noción de cuántas horas ha estado esperando por el cantico de una criatura. Mas, la nada gentil espera en pleno rayo de sol no será suficiente para hacerle desistir.
Puede escuchar la risa del doctor Francis si regresa a Inglaterra sin una sirena, detesta la risa de ese bastardo.
De pronto nota un chapoteo en las aguas frente a él. Rápidamente toma sus remos para acercarse.
No, no es una sirena lo que encuentra, no en el estricto sentido de la palabra.
∆•∆•∆
¿Por qué estos capítulos son tan cortos? ¡No lo sé!
Ok, antes que nada, por el momento solo soy un triste ingeniero ambiental, no un biólogo marino. Así que los errores del próximo capítulo en esta disciplina, culpen al sistema educativo que no me permite hacer dos carreras al mismo tiempo.
Gracias por leer.
Viernes de la sirenita eh eh eh
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