10-. La Caida Del Leon

Aquí narrará Allen. Tengan sus pañuelos a la mano ;-;

*-.-*

Las tres en punto.

Leonhart, completamente borracho, tararea para sí mismo mientras camina en el solitario jardín, al verlo me coloco frente a él.

- Te ves muy ebrio.

Al escucharme, Leonhart me responde sonrojado y tosiendo:

- Ah, Allen... Me he estado resistiendo al alcohol, pero hoy me pasó algo muy agradable y accidentalmente termine bebiendo de más.

- De esta manera, si alguien te ataca me temo que no soportarías ni un solo golpe.

- Probablemente, pero no creo que eso ocurra. ¡Hurra!... ¡Ah! ¡Cierto! Tengo que darte algo.

Saco una espada, Riliane me la prestó. Al verlo, la expresión de Leonhart inmediatamente se congela.

- ... ¿Qué pasa... Allen?

- Lo que pasa es que: tengo que matar al comandante Leonhart.

Ahora Leonhart también saca una espada y se coloca en postura. Fue bastante rápido, ni siquiera pude notarlo.

- Debes estar muy determinado para dirigir tu espada hacia mí, ¿quién te adoctrinó para ello? ¿Qué te dijeron?

- No te lo diré.

- Aunque no me lo digas, sé quién es. Es ella, ¿no? Siempre estás con ella.

Ya veo, ha podido saberlo. Pero sabiendo de la mala relación que tiene Leonhart con la princesa recientemente, era una cuestión bastante sencilla de responder.

- No fui adoctrinado. Se me sugirió matarte y acepté, es todo.

- ¿Eso es una confesión?

- No importa. Tu vida terminará aquí mismo, esta noche. No podrás decirle a nadie.

Mientras hablo, siento el sudor llenar la palma de mi mano. De pie frente a mí se encuentra quien me enseño esgrima, el espadachín más hábil de toda Lucifenia.

Una pequeña sonrisa aparece en el rostro de Leonhart, a la vez que agita la punta de su espada, intentando provocarme.

- La lealtad que tienes hacia la princesa... O más bien el afecto, o incluso amor, que sientes... Bueno, no importa lo que sea. De cualquier forma, nunca imagine que incluso eso te motivase para intentar matarme. El Allen que conozco no es un tonto precipitado.

- Si desobedezco sus órdenes me matarán.

- Tampoco lo haces por eso. No eres débil cuando se trata del miedo a la muerte... ¿Cuántos años crees que vivimos juntos?

Leonhart no deja de mirarme directamente a los ojos. Me mira con una firmeza de acero, como si pudiese verlo todo.

- ... ¿Eres realmente una buena persona? ¿O acaso solo estás disfrazado con una máscara de bondad? Como sea, ella no dará marcha atrás. No es alguien que retire lo que dice fácilmente.

-Es porque es terca. Lo heredó de su madre.

- ¿Como sabe eso?

- Se muchas cosas que ustedes dos no recuerdan....-murmuro para el mismo.

- Incluso si yo no estuviese aquí, ella enviaría a un asesino diferente, tantas veces como fuese necesario para quitarte la vida. Tu enemigo es la princesa de un país entero, no podrás contra ello. Incluso Germeine podría recibir algún daño en el proceso... ¡Y si ese es el caso...!

Comienzo a quitar la distancia entre Leonhart y yo.

- Y si alguien hiciese eso....

- ¿Para evitarlo, lo harás tú mismo? Ya veo. Si es así, puedo entender esa motivación más que cualquier otra.

Leonhart deja de mover su espada, luego apunta a mi garganta.

- Desde que eras niño, yo solía pensar: "Eventualmente llegará el día en que este niño me dirija su espada". Siempre hubo una bestia al acecho detrás de esa mirada perspicaz, como si quisieras alcanzarme. Pensé que quizá querías probarte a ti mismo. O tal vez era que tu sangre real no te dejaba ser feliz siendo inferior a alguien. Hacerte un sirviente fue en parte para poder frenar esa naturaleza... siquiera un poco... Pero evidentemente no funcionó.

- ¿Sangre real....—abrí ligeramente mis ojos sorprendido, más nunca baje la guardia, ¿a que se refiere con la sangre real que no me dejaba ser feliz?

Tengo que estar de acuerdo en que él tiene la razón en muchas de las cosas que afirma. Siempre quise ganar la aprobación de Leonhart, llegar más allá. Pero nunca pensé siquiera en que esto terminara así, no habría querido que las cosas ocurrieran de esta manera.

Pero ya es tarde, nada volverá a ser como era antes, no mientras Leonhart y Riliane estén ambos aquí. Lo sucedido con la comida solo fue un catalizador, esto iba a terminar así tarde o temprano.

- Solo dime una cosa, ¿me convertirías en un sirviente del palacio para que así yo pudiera asesinar a la princesa cuando nadie más estuviera cerca, cuando hubiera una oportunidad?

- ¿Si te dijera que sí, lucharías con más espíritu? Tienes que juzgar eso tú mismo. Sea verdad o no, yo soy el tipo de hombre que podría usar un plan tan improvisado como ese.

- ...Tienes razón. Ciertamente estoy de acuerdo.

- Entonces, ¿qué vas a hacer ahora? ¿Me matarás o no?

Fortalezco mi postura y sujeto firmemente mi espada. Esa es mi respuesta.

Aun no comprendo porque fue que tomé una decisión como esta. ¿Por qué elegí quedarme con Riliane y no con Leonhart? ¿Es porque es la princesa? ¿Por qué no confió en Leonhart? ¿Por qué siempre quise pelear con él? De alguna forma siento que todas esas afirmaciones son correctas y a la vez erróneas.

Pero ya he posicionado mi espada, no hay vuelta atrás. Leonhart me enseñó algo muy importante: si dudas en el campo de batalla, te matarán.

- Normalmente no podría en contra tuya... ¿Pero crees poder escapar de mi espada estando en ese estado?

A decir verdad, me hubiera gustado pelear contra Leonhart en circunstancias normales. Estando así, no puedo perder contra él. Aunque quizá solo es una sensación de autoconfianza sin fundamento.

- Atacar a un enemigo debilitado es una técnica de combate.

- Sí, pero como espadachín entrenado no me atacarías por la espalda. Es lo que un buen espadachín hace y, de hecho, es honorable, ¡pero...!

Leonhart se agacha repentinamente y ataca con su espada horizontalmente. Yo estaba distraído pensando. Me muevo hacia atrás lo más rápido que puedo, tratando de esquivar el golpe, ¡pero es demasiado tarde! Apenas soy capaz de usar mi espada para detener el golpe y, después, intento atacar a sus piernas, sin embargo Leonhart ajusta inmediatamente su postura, como si hubiese predicho mi movimiento. Esta es la técnica que refleja, de inmediato, la brecha entre nuestra experiencia.

- A veces hablas mucho mientras combates.

Leonhart sonríe ligeramente, señalándome su relajación.

- Podría decir lo mismo de ti.

Quito mi espada de en frente de mi pecho y la coloco centrada frente a mí. Sera mejor hacerlo ahora.

- Estilo del unicornio, ¿eh?... el movimiento que inventaste, Allen.

- Si uso los movimientos que tú me enseñaste, lo más seguro es que me vuelva predecible y bastante fácil de evitar.

Leonhart levanta su espada a la altura de su cabeza, y me apunta con su filo. El estilo del toro... su postura más fuerte.
Hubo unos momentos de quietud, pero luego... ¡Finalmente empezó un largo combate!

Mis expectativas eran que el resultado de la pelea se decidiese pronto, pensé que sería bastante fácil ganar a un borracho, pero ahora veo que no es así. Fue algo arrogante de mi parte.

Lo intento, pero al bajar mi espada, él me bloquea rápidamente. ¡Es demasiado fuerte! ¡Esta es la verdadera fuerza de uno de los Tres Héroes! ¡Incluso si esta ebrio, no puedo ganarle!

Antes de poder darme cuenta, me encuentro entre la espada y la pared. Ya no podré seguir alargando nuestra distancia.

- Bueno... Te has vuelto más fuerte, Allen.

Leonhart respira muy acelerado.

- No quiero matarte, pero... tú sabes que cuando una espada empieza una pelea, no se puede volver a envainar sin terminar el trabajo. Eso también te lo enseñé. Si te dejo ir... será rápido... y sin dolor.

Al acabar sus palabras, Leonhart se muestra debilitado y se arrodilla en el suelo.

- Maldita sea... algo me pasa... mi cuerpo no responde.

Me acerco a un lado de Leonhart.

- Al fin está haciendo efecto... O más bien, lleva un rato haciendo efecto, pero te has estado resistiendo.

- ¡El vino! ¡Pusiste algo en él!

- Anestesia general. No pude encontrar ningún veneno tóxico, pero afortunadamente se me ocurrió usar esto. Para ser honesto, tenía miedo de perder en tu contra.

Es un último truco que yo, o más bien Riliane, pensó.

- Lo diré de nuevo: atacar a un enemigo debilitado es una técnica de combate.

- Ugh... Sí, es como dices... Pero de esta manera... No es como un espadachín lo haría... No lo apruebo.

- Desde tiempos inmemoriales un gran número de gobernantes y personas importantes han sido asesinados por veneno, quienes se encargaban de ello en la mayoría de los casos eran sirvientes que llevaban la comida o bebida. Tú no lo entiendes. Yo no soy un espadachín, soy un sirviente, tú me convertiste en eso.

Levanto mi espada y me preparo para darle el tiro de gracia.

Sus piernas ya no soportan su peso y termina por caer al suelo. A la vez algo sale rodando de entre sus brazos.

- ... ¿Eh?

Observo atentamente. Parece un pequeño y muy bien decorado... ¿Espejo de mano?

- Ah... Eso es... Para tu cumpleaños, de hace unos días. Te lo traje porque pensé que te gustaría... Ya que tú y su Alteza Real comparten cumpleaños... Me sorprendí cuando me di cuenta que lo había olvidado por completo. Lo siento.

No puedo dejar de mirarlo. Esa decoración, siento que la he visto antes.

- Es el mismo... que tiene Riliane. Me encargué de un negocio y es solo una imitación. Como tú sirves en el palacio... hay que prestar atención... a tu apariencia.

- Pap... Señor Leonhart.

Me cuesta trabajo sostener mi espada, pero... tengo que hacerlo.

Muevo la espada hacia mi oponente, y le atravieso con ella.

- ¡Ugh!

- De esta manera nadie va a lastimarla.

Saco la espada y la sangre salpica todo el entorno. He limpiado esto antes, puedo hacerlo de nuevo.

- ¿Por qué...?

Leonhart pregunta con una voz ronca.

- ¿Qué...?

- ¿Por qué no has dado el golpe final?

Mi espada no atravesó el pecho o la garganta de Leonhart, sino su brazo dominante.

- Dudo que puedas volver a manejar una espada. Ahora estás muerto... como espadachín y como héroe. Si huyes antes de que amanezca, y sales de Lucifenia para nunca volver, quizá la princesa Riliane no te encuentre. Adiós, héroe Leonhart.

Limpio la sangre de mi espada y la envaino de nuevo.

No tengo más remedio que irme de aquí ahora. No creo que haya soldados patrullando aquí a esta hora, pero es mejor no arriesgarme a estar aquí más tiempo.

Pero repentinamente, cuando doy la espalda a Leonhart para alejarme del lugar, escucho algo detrás de mí:

- Como pensé... solo eres... ¡Un fracaso como espadachín, Allen!

Ese grito me indica que estoy a punto de ser atacado, y casi instintivamente me volteo desenvainando mi espada y apuñalando al hombre que se acercaba a mí.

- No podía hacer otra cosa.

- ¡Gah!

¿Cómo consiguió pararse y atacarme aun con el veneno corriendo en su cuerpo y los tendones del brazo cortados? No puedo responder a esa pregunta si no es diciendo que, después de todo, él es uno de "los tres héroes".

- Lo diré otra vez:... No puedo... envainar... mi espada cuando...

Leonhart se cae en el suelo sin poder terminar su dialogo.

- ¡Comandante Leonhart! ¿Por qué...?

- Bueno... Al final nunca me volviste a llamar "papá". Pero supongo que ya está bien, de todos modos... voy a morir aquí. Esta es mi "sentencia"... ¿Por qué tuviste que... hacer todo esto?

Tengo que protegerla, proteger a esa chica solitaria. Aunque también me hubiera gustado salvar a mi padre, él tiene razón. Cuando una espada empieza una pelea, no se puede volver a envainar sin terminar el trabajo. Cuando los engranajes enloquecen no pueden volver a tranquilizarse.

- Allen, te has convertido en el "sirviente del mal"... pero ya no hay nada que puedas hacer. Es como si hubieras contratado con un demonio... Te volverás más fuerte... pero te hará enloquecer....

Mi espada sigue clavada profundamente en su pecho. Es una herida fatal, esta vez no podré intentar salvarlo.

- Hace mucho tiempo... un hombre se enamoró de una reina... y, por ella, él traicionó a su país y mató a su hermano menor. Ese fue el contrato que él hizo... pero pudo obtener a aquella mujer... y siguió matando por ella... para verla a salvo y feliz.... con los cuatro hijos que lograron ambos tener.

¿Cuatro hijos?, solo se que Riliane es hija única a no ser que....

[Hace tiempo hubo otras dos Princesas y príncipe, según me enteré murieron en un debate politico]

Esas fueron las palabras que Ney me dijo entregándome la llave del cuarto de la reina.

Leonhart tose sangre. Le digo que deje de hablar, pero él sigue moviendo la boca.

- No existe solo una "Hija del mal"... desde hace mucho tiempo... e incluso ahora... Allen... ten cuidado...

- ¿De qué hablas? ¿De qué tengo que tener cuidado?

La voz de Leonhart se hace cada vez más silenciosa, apenas puedo oírla.

Mi visión se empieza a tornar borrosa. ¿Por qué...? ¿Por qué hay tanta sangre derramada?

- Allen.... no llores.... te dije hace un tiempo.... que un hombre no llora.... Ágatha, al fin.... Voy a ir contigo.... donde quiera que estés....

Después de terminar esa frase, Leonhart finalmente deja de moverse.

No podía dejar su cuerpo en el palacio, así que llevando el cadáver de Leonhart, salí a la oscuridad, solo. No hay estrellas ni luna esta noche. Todo está muy oscuro. Como si todo el mundo estuviese dentro de una caja negra.

Mi padre adoptivo y mi princesa. Tuve que elegir uno. Cualquiera que haya sido el motivo, elegí a mi princesa, y no me arrepiento de ello.

Envaino mi espada. Si me arrepintiese ahora sería como un insulto a la muerte de Leonhart. Así me siento, y a lo mejor es solo mi excusa para la elección egoísta que tomé. Aun así, ya no hay más remedio que seguir este camino.

No importa lo que venga, protegeré a Riliane. Incluso si hacer eso puede ser llamado "contrato con el demonio".

Riliane está sola. Incluso rodeada de tantas personas en el palacio, todos ellos son sus enemigos.

Pero no tienes de que preocuparte, yo estaré aquí para protegerte. Mientras tú sonrías sentada en tu trono, todo estará bien.

"El sirviente del mal"... No importa.

Si es con el fin de protegerte, yo me convertiré en malvado.

*-.-*

Allen se detuvo frente a la habitación de los reyes, Chartette decidió acompañarlo bajo la tierna condición de no romper nada o pagara las consecuencias. El sonido de que la puerta fue abierta se escuchó, entraron en silencio y vieron la habitación, una cama lo bastante grande para seis personas dormir.

- Es más decente que la de la princesa-comenzó la sirviente mientras iluminaba todo con la vela. Hasta ver a Allen detenerse frente a una pintura donde habían seis personas.

Chartette se acercó preocupada, pero se quedó boquiabierta al ver bien la pintura y la descripción

[Los Reyes de Lucifenia, Agatha y Leonarth Lucifen D'Autrich junto a sus hijos,
Zita, Narumi, Riliane y Alexiel]

- Allen, ¿el niño eres....?-se fijó en ambos.

Dos gritos se escucharon por el lugar alertando a los sirvientes y guardias.

Un dolor de cabeza había invadido a ambos hermanos. La princesa gritaba por el dolor al igual que el sirviente.

- Me duele....mi cabeza....mi pecho.....por razones extrañas duele-gritaban ambos hermanos mientras se sujetaban sus cabezas con fuerza, antes de que ambos perdieran el conocimiento.

*-.-*


Ustedes en este instante:

*se hace atras*


Yo quien escribí el capituló!

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top