Escena Final y Cierre de Telón

A la mañana siguiente, en medio del rastro dejado atrás por una inminente explosión, Las Loud y el señor Patrick Martin regresaron a ver los escombros de donde antes se alzaba La Cocina de Lynn e Hijo; pero su apreciada y rentable planta estaba intacta, vivita y coleando, con sólo un poco de polvo encima. De Lincoln en cambió, además de uno de sus tennis sueltos, no vieron rastro alguno.

–¿Pero dónde se habrá metido ese tonto? –llegó a preguntar Lori.

–A quien le importa que se haya echo –dijo Lola–, la planta sigue aquí.

Mírenme, soy Lincoln y me da miedo ser rico –lo imitó Luan burlándose.

–Por favor prosiga –se dirigió Rita al hombre de negocios.

–Gracias. Niñas, ayúdenme con esto.

–Si, papi –acató su orden Jordan junto con Cristina y Mollie.

Las tres, que iban vestidas con batas de laboratorio, procedieron a cosechar los esquejes de la gran Paige II para empezar el negocio que llevaría a la familia Loud a la buena vida... y también significaría el fin de la humanidad.

Y después de los sucesos presenciados...

–canturreó entonces Jordan.

Algo similar en los pueblos de toda América...

–continuó Mollie.

Sucesos con un gran parecido...

–siguió cantando Cristina–.

A los que ahora han visto, pronto empezaron...

***

En poco tiempo, cada floristería y tienda departamental, grande o pequeña, tenía en su existencia pequeñas Paiges II las cuales se vendían como pan caliente.

Y después de los sucesos presenciados...

–corearon Jordan, Mollie y Cristina afuera de un Wallmart en el que la gente se peleaba por entrar a adquirir las plantitas que, como en todo punto de venta existente, se agotaban en un abrir y cerrar de ojos–.

Más de un tonto desde Main a California...
Se encariñó con esa especie de planta...
Que los engañó y consiguió sangre...

***

Como se predijo, pronto hubo al menos una Paige II en cada hogar de América... y eventualmente de todo el mundo.

Decidieron salir a buscar...

–cantaron en coro las chicas asomándose por la bocaza abierta de una de las plantas que se alzaba muy por arriba de la alberca de Jordan y ya era lo suficientemente grande para engullirlas a las tres–.

Tontos que las pudieran sacar...
Y las plantas crecieron más...
Y más...
E iniciaron su horrible misión...
Comerse a la población...
De Cleveland...
De Chicago...
De Los Ángeles...
Y de Unión...
¡Y en pedazos!

¡CRUNCH!
...
¡GLUP!

***

A las pocas semanas, las ahora acaudaladas mujeres Loud miraban El Barco de los Sueños en la pantalla grande de su nueva mansión repleta de sirvientes. Todas ellas sentadas en lujosos sillones reclinables y degustando sabrosos manjares para los que usaban como servilletas billetes de veinte dólares obtenidos de la inmensa fortuna que les había dado la planta del peliblanco cuya desaparición no les importó en absoluto.

Entonces, hubo una interrupción en el programa para anunciar un boletín de emergencia: en el que los reporteros arriesgaban sus vidas para transmitir un ataque a gran escala de plantas carnívoras gigantes que devoraban todo a su paso.

Así mismo, de pronto una robusta enredadera salió disparada del televisor y atrapó primero a Rita.

Las hermanas Loud trataron de salir huyendo de ahí, pero a donde iban las enredaderas salían por todos lados e irremediablemente las atrapaban a ellas también.

Al instante, afuera de la mansión se oyeron sus lastimeros gritos de agonía.

Y de este mismo modo se oyeron gritos en la casa del señor Quejón, y en la de los Yates, y en toda la Avenida Franklin, y en la gasolinera de Flip, y en todo Royal Woods, y en todo el estado de Michigan, y así sucesivamente...

***

En un concierto de Mick Swagger, la multitud aplaudía y saltaba frenéticamente al compás de la música.

Si te ofrecen fortuna y acción

–cantaba el rockero al micrófono–,

fama, chicas y gran diversión.
No hagas caso y olvídate,
no riegues más.

De repente, otra planta de quince metros de alto irrumpió en el lugar destruyendo la tarima por completo y empezó a atacar a la gente del publico que salió corriendo despavorida.

Si te ofrecen lujuria y placer...

–canturreó Chunk de entre los muchos que huían por sus vidas.

O mansiones en pleno Bel Air...

–continuó Tabby.

No hagas caso y olvídate...

–canturreó Mazzy.

No riegues más...

–acabó de cantar Sam, antes de ser atrapada por una de las enredaderas que la arrastró hacia la boca de la planta.

***

En la gran ciudad, sus habitantes corrían aterrados de los edificios que colapsaban y de las gigantescas plantas carnívoras que los derribaban al abrirse paso por entre ellos.

Ya...

–canturreaban aterrorizados los Casagrande y la gente de su edificio al tratar de huir del peligro–.

Viene Paige II...
Ya...

Vengo por ti

–canturreó burlona una de las plantas que estaba apunto de acorralarlos para devorárselos a todos.

¡No por mi...!

–canturreó Ronnie Anne.

¡No por mi...!

–la imitó Bobby.

¡No por mi...!

–igual hizo Sid.

En dado momento llegaron las fuerzas armadas a tratar de detener a las invasoras; pero por mucho que lo intentaron vieron que estas eran imparables. El mundo entero estaba condenado.

La invasión puedes tu detener

–cantaron a lo alto los últimos supervivientes en la tierra–.

Nuestro mundo se quieren comer.
Si no luchas te arrepentirás.
No hagas caso y olvídate.
Si te tientan, resístete.
Te rogamos, olvídate, no riegues más...
No hay un mañana...
No riegues más...

FIN?!?

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