EL TAMBOR DEL DIABLO

Loba escritora: 

Categoría: Fantasía

En plena fiesta de Carnaval, donde no había para comer, pero si para beber y emborracharse, estaba Cheche Herrera en la esquina con sus dos mejores amigos: Bambucha, un hombre de 26 años panzón, medio calvo y siempre andaba sin plata; el flaco, su amigo de confianza licenciado en administrar el puesto de empanadas de su mamá en el norte, y cheche un muchacho sin dinero, clase baja y sin mucha educación. Los tres estaban planeando encontrarse en la noche, ya que iniciaba el carnaval.

— Bueno ya tú sabes Bambu, tu coges moto-taxi y yo me voy a pie. — dice Cheche mientras se comía un pan de quinientos pesos.

— Eso va manito, todo bien.

— Bueno, ya saben a las nueve en la verbena.

Todos se fueron a sus respectivas casas. Al llegar a su casa, Frígida Tinoco, la mamá de Cheche, una anciana puritana le dijo que no saliera, para ella el carnaval representa un acto lujurioso que motiva al pueblo a hacer acciones indebidas.

Cheche le juró muchas cosas y ella accedió con la condición de que él se colocara la cruz de ceniza el día miércoles. Se preparó para irse a la verbena y se puso su mejor pinta, cuando dieron las ocho y quince se fue.

Cuando llegó a la verbena, vio a lo lejos su amor no correspondido, Dolores Collantes, tenía una blusa de organdí roja, una falda negra y tacones de igual color.

— ¡Su madre! Llegó Lolita — dice acomodándose el pantalón— voy a caerle.

— ¡Vaya con todo! — exclamó Bambucha.

— Firme compa — dice el flaco — ¡Suerte pana!

Cheche se acercó a Lolita y trató de hablarle, pero ella siempre lo rechazaba.

— ¡Ajá Lola! ¿Por qué no me hablas? ¿Bailamos mami?

— ¡Ay niño! Tú y yo no tenemos nada que hablar. Tú sabes que a mí me gustan los músicos.

Todos se burlaron de él.

— ¡Vaya cheche! El propio tramador — dijo el flaco.

— ¡Bienvenido al club hermano! — dijo Bambucha con un gran tono de burla.

A Cheche no le quedó más ganas de estar en ese lugar y se fue sin despedirse de sus amigos cabizbajo, refunfuñando sobre aquella mujer.

Llegando a su casa, vio a lo lejos en la penumbra un tambor resplandeciente. El hombre al verlo se impactó tanto, que sintió como si algo lo atrajera.

Cheche tocó el tambor, sintió un gran poder y una seguridad en sí mismo que le daba felicidad.

"eso cheche, sigue así". En su mente estaban múltiples pensamientos, sus manos se movían al son del tambor, haciendo sonar una perfecta melodía carnavalera.

"¡Sonaron cheche! Aquí es. Nos llevamos el tambor y le mostramos a Lola". Cuando pretendía llevarse el tambor, sintió un gran escalofrío.

— ¡Epa! ¿A dónde crees que vas con eso muchachón?

Él giró su cuerpo hacia donde estaba aquella voz. Sus manos empezaron a sudar y su frente.

— ¡Su madre el patas! — dijo temblando de miedo.

El diablo se le había aparecido, justo cuando este intentaba llevarse el tambor mágico.

— ¿Te quieres llevar el tambor?

— Sí señor. — temblando y con voz entrecortada.

El diablo lo rodeó y ambos quedaron frente a frente.

— Vamos a hacer una cosa Cheche. Yo te presto el tambor y tú a cambio me darás tu alma cuando mueras.

— ¡Ajá! ¿y si yo muero mañana, qué?

— No sé, es tu decisión, lo tomas o lo dejas.

— Listo, trato hecho.

Ambos estrecharon sus manos luego del trato.

— Hasta luego Chechelín — se despidió en tono burlesco el diablo.

Y delante sus ojos desapareció el hombre de las tinieblas. Cheche se fue a su casa contento con su tambor.

Al día siguiente, Cheche se encontraba en una caseta con su tambor acompañado de un grupo folclórico, deleitando a ritmo de puya a los asistentes carnavaleros. Al ver a Lola llegar, se puso contento, haciendo que el ritmo fuera más pegajoso y sabroso. Todos estaban encantados con él.

— Hola Cheche. — dijo Dolores.

Su corazón latía más fuerte que su tambor, su cuerpo estaba lleno de sudor y su mirada cambió al ver a la esbelta morena.

— Cheche ¿Sabes algo? — dijo Dolores.

— ¿Qué pasa Lola? — dijo extrañado.

— ¡Me encantas! — dijo Dolores.

Después de esas palabras, ella le da un beso a Cheche y él queda atónito, levantándose emocionado, quedándose sin respiración y se desplomó. Sus ojos se abrieron poco a poco, hasta que vio aquella oscuridad y una sensación de calor insoportable.

— Hola Cheche... — dijo el diablo riéndose.

— ¡La virgen! ¿Estoy muerto? — dijo Cheche.

— Sí cheche. Ahora tu alma me pertenece — dijo el diablo con un tono escalofriante.

El diablo se le acercó y Cheche trató de resistirse. Lo único que podía hacer era pelear.

— ¡No, déjame patas! — dijo Cheche tratando de resistirse.

Las manos del diablo lo quemaban y se sentía mareado. En su mente estaba un nombre, pero no sabía si le iría peor al mencionarlo.

— Padre nuestro que estás en los cielos... — dijo Cheche.

— ¡Cállate bastardo! — dijo el diablo.

El diablo quería arrancarle la cabeza, en ese instante Cheche reaccionó y recordó que él tenía un rosario en el cuello. De inmediato lo sacó y se lo mostró al diablo recitando el padre nuestro.

— ¡La sangre de Cristo tiene poder! — dijo Cheche.

— ¡Ay ay! — quemándose— me las pagarás algún día — dijo el diablo desvaneciéndose.

El diablo se hizo poco a poco polvo cuando Cheche con fuerza decía el padre nuestro. Al final se desvaneció ante sus ojos y Cheche se desmayó.

— ¡Cheche mi hermano! — llorando— ¿te moriste compita? — dijo el flaco.

Sus ojos se abrieron lentamente. Él se levanta de su horrible suceso y todos se alegraron al verlo con vida.

— ¡Cheche, 'tas vivo manito! — dijo Bambucha lleno de euforia.

Cuando todos le preguntaban lo que le había pasado, él sólo respondía "me llevó el diablo compi". El carnaval siguió con música y el gran tambor del diablo siendo tocado por Cheche. ¡Que viva la fiesta!

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