8. Dreamt
Adormecer el dolor por un tiempo solo lo empeorará cuando finalmente lo sientas.
- J.K. Rowling.
VIII
MORGAN
—Shadow... —pronuncio con voz débil y rota.
Estoy en un campo rodeado de árboles grandes y rosas blancas. El aire frío me besa la piel, enviando escalofríos por mi espina dorsal. Shadow se encuentra a unos metros de mí, pero todo lo que puedo ver es su espalda. Desde atrás noto que no está usando su máscara. Quiero ver su cara. Cuando comienzo a acercarme a él, se gira ligeramente y veo la sangre rodando por un lado de su pálida cara. Me detengo con brusquedad. Siento algo pesado en las manos; cuando miro hacia abajo, me doy cuenta de que estoy sosteniendo una espada manchada de sangre. Tiro el arma y me percato de que mis manos ya están goteando carmesí.
—Shadow... —Me detengo, temblando. Todo se vuelve rojo: rosas, árboles, incluso el cielo.
—Está bien, Morgan —dice, cayendo sobre las rodillas.
—¡Shadow! —grito tan alto como mis pulmones me permiten.
Abro los ojos, dándome cuenta de que ha sido un sueño, o quizás un recuerdo. Pero nosotros, los vampiros, no podemos soñar, ¿verdad?
«¿Qué ha sido esto entonces?».
Reviso mi compartimento y lo encuentro vacío.
El anochecer está aquí. He descansado todo el día. ¿Qué ha pasado? No recuerdo bien la noche anterior. Shadow estuvo aquí, pero ¿qué sucedió después de eso? Me duele la cabeza cuando trato de recordar. Tal vez me desmayé, o Aidan me golpeó como lo hizo la noche anterior.
Me levanto, sintiéndome débil, realmente débil. Me froto los ojos y encuentro algunas lágrimas secas en mis mejillas. ¿Qué demonios ha pasado? No me gusta llorar, solo lo he hecho como dos veces en toda mi existencia. Entonces, ¿qué ha sucedido que me ha hecho llorar?
Cuando salgo de mi compartimento, me siento aún más débil. Mi cabeza palpita con tanta confusión; no puedo ordenar mis pensamientos. ¿Qué me está pasando? Camino hacia el compartimento de Aidan; cuando entro, lo encuentro sentado en su cama, como si me estuviese esperando.
—Aidan...
—Lo sé —dice fríamente.
¿Qué sabe? ¿No va a preguntar qué diablos sucedió la noche anterior? Se levanta y camina para estar justo frente a mí. Envuelve mi cintura con sus brazos.
«¿Qué?». Se cierne sobre mí, su aliento sobre mi cara.
—¿Qué...?
Acaricia mi nariz con la suya en un gesto suave. Estoy demasiado sorprendida para moverme, es muy fácil perderse en el azul de sus ojos.
La respiración de Aidan roza mis labios ligeramente. Sus ojos cargan tanta intensidad que tengo que mirar hacia otro lado. «Esto está mal», pienso. No sé por qué tenerlo así se siente incorrecto. Sigue inclinándose más cerca de mis labios. Giro la cabeza hacia un lado, evitando con éxito su boca. Él sostiene mi barbilla para hacer que lo enfrente de nuevo.
—No —digo tan claro como el día y trato de liberarme, logrando apartarlo de mí—. Solo quiero respuestas. ¿Qué me está pasando?
—No puedo decírtelo —asegura, dando un paso atrás. Parece decepcionado—. Tienes que descubrirlo por tu cuenta.
—¿Qué? ¿Por qué no puedes decírmelo? ¿Qué pasó anoche?
Lo último que recuerdo es escuchar la pelea entre Aidan y Shadow. Mi cabeza late dolorosamente. Mi líder no dice nada.
—¡Explícame qué está pasando! —exijo, caminando hacia él. Recuerdo la conversación que él y Shadow tuvieron frente a mí. Ellos se conocen. ¿Cómo?
—Lo descubrirás pronto, Morgan —dice con tristeza.
—¿Descubrir qué? ¿Por qué no puedo recordar nada de anoche? ¿Por qué no puedes explicarlo? —suplico. El dolor de cabeza se vuelve peor, haciéndome estremecer.
Aidan camina hacia mí; me sostengo la cabeza con ambas manos.
—¿Estás bien? —pregunta preocupado. Trata de agarrarme del brazo, pero le doy una palmada en la mano.
—¡Por supuesto que no estoy bien! ¡No lo entiendo! ¡Mi maldita cabeza duele cuando trato de pensar en lo de anoche! —digo con amargura, mirando hacia otro lado—. ¿Qué me está pasando? —Siento una presencia detrás de mí. No necesito darme la vuelta para saber que es Shadow. Me giro para verlo; ha regresado. ¿Por qué?
—Sí, Aidan. ¿Por qué no se lo explicas? —La voz del Purasangre tiene cierto aire de diversión, sus ojos sobre mi líder.
—¿De dónde se conocen ustedes? —inquiero.
—Larga historia. —Shadow me mira de pies a cabeza, como si estuviera comprobando algo.
—Tengo toda la noche para escuchar —digo muy en serio. Necesito respuestas y él parece más dispuesto a dármelas que Aidan. El Purasangre lo mira maliciosamente.
—No puedes decírselo —le amenaza mi líder.
—¿Por qué no puedes? —Me enoja escucharlos hablar como si supieran algo que yo no sé. Shadow me agarra del brazo.
—Vamos a tu compartimento. Puedes discutir con tu líder más tarde. No tengo toda la noche. —Mee hace seguirlo, pero Aidan aparece justo frente a nosotros.
—Hay una cosa que puedo decirte, Morgan —comienza Aidan—. Es su sangre la que te está haciendo esto.
Antes de que pueda preguntar qué quiere decir, Shadow me coge, forzándome a caminar detrás de él.
Cuando llegamos a mi compartimento, me suelto de su agarre.
—¿Es cierto? —Lo miro fijamente—. ¿Es tu sangre la que me está haciendo sentir así?
Shadow no se inmuta.
—Sí.
Frunzo el ceño.
—¿Por qué?
—Me está prohibido decírtelo —responde, levantándose la camisa oscura. Sus pálidos abdominales aparecen a la vista; tiene un paquete perfecto de seis músculos marcados contra su piel. Me sonrojo, notando la forma en que sus pantalones oscuros cuelgan demasiado bajo de sus caderas.
Me aclaro la garganta.
—¿Qué estás haciendo? —Doy un paso atrás. Él tira de su camisa lo suficiente como para que yo pueda ver una marca en su pecho. Tiene la forma de un sol brillante—. ¿Qué es eso?
—Solo observa —me ordena—. Morgan... la verdad es que tú... —No puede continuar, el brillante tatuaje se pone rojo, quemando su piel. Shadow cae al suelo, agarrándose el pecho, su respiración hecha un desastre.
—¿Estás bien? —pregunto, preocupada. Él asiente, poniéndose de pie—. ¿Qué ha pasado? —inquiero, mirando la figura del sol, que vuelve a ser negra de nuevo.
—Si tengo aunque sea la leve intención de decirte la verdad, esto me matará. —Hace un gesto hacia la marca en su pecho. Entonces, literalmente, no puede decirme nada.
—¿Aidan también tiene esta marca? —pregunto, incluso cuando sé la respuesta. Shadow solo asiente.
—Es una manera de asegurarse de que guardemos el secreto de todos. No podemos decírtelo ni a ti ni a nadie. —Se baja la camiseta y estoy agradecida por ello. Es difícil concentrarse cuando sus músculos perfectos están a la vista.
—Secretos, marcas, no entiendo nada de esto —suspiro.
—No puedo decírtelo directamente, pero puedo mostrarte algunos de mis recuerdos, y tal vez puedas obtener algo de ellos. —Me ofrece su muñeca. Dudo por un minuto.
«¿Y si no me gusta lo que veo?».
Shadow nota mi duda.
—Si no estás lista, lo entiendo.
Necesito respuestas y las necesito ahora.
—Bien. —Sostengo su mano y expongo la muñeca hacia mí. Sus venas laten, llamándome. Respiro profundamente antes de enterrar los colmillos en su fría piel.
La sangre se apresura en mi boca.
Poderosa.
Fría.
Cruel.
Shadow sabe a todo eso y más. Muchos recuerdos pasan por mi mente en un abrir y cerrar de ojos, como si estuviera buscando el adecuado para mostrarme. De repente, se detiene en uno.
Caigo en la memoria del Purasangre como si estuviera allí mismo con él. Se encuentra parado en un acantilado, hay un viento increíble a nuestro alrededor, levantando hojas del suelo y haciendo que los árboles se balanceen de un lado a otro. Los ojos de Shadow observan un pequeño pueblo que se ve desde el acantilado, solo los techos y las calles se aprecian desde aquí. Pero no hay habitantes, parece solitario y abandonado. Se avecina una tormenta, los rayos y los truenos son notablemente poderosos, me hacen entrecerrar los ojos. Shadow está calmado, sus labios en una línea apretada. Hay tristeza en sus ojos. Tose y se lleva la mano a la boca. Una línea de sangre se desliza desde su máscara y rueda por su cuello.
¿Está tosiendo sangre?
Trato de hablar para preguntarle qué sucede, pero no puedo emitir ningún sonido. Un rayo colisiona con un árbol y lo abre en dos, destruyéndolo por completo. Doy un paso atrás, asustada; Shadow no se mueve. Más y más rayos siguen chocando con el suelo y los árboles, el viento se está tornando helado. Él necesita moverse, salir de aquí antes de que sea demasiado tarde. Un hombre se materializa detrás de él. Lleva la misma ropa y máscara negras, es otro Purasangre. Shadow tose sangre de nuevo.
—Tenemos que irnos, Shadow, el pueblo será destruido en solo unos minutos. —El Purasangre no se molesta en ocultar la preocupación en su tono.
—¿Cómo puede causar tal devastación? —Shadow se voltea para mirar al hombre.
—Y eso es solo el comienzo —responde el otro vampiro, alejándose—. Quedarse aquí no detendrá la destrucción. Morirás en vano. —Y con eso, desaparece.
Shadow comienza a alejarse y no tengo más remedio que seguirlo. Nos metemos en el bosque. Miro hacia atrás, viendo la lluvia intensa y los rayos destruyendo la ciudad. La tristeza en los ojos del Purasangre se convierte en dolor. Tal vez ese pueblo significa algo para él.
El recuerdo tiembla y me marea.
La escena cambia y estamos en un salón con paredes de piedra; a pesar de que no puedo ver bien, sé que hay muchos vampiros aquí, muy poderosos. Todos llevan capas, está muy oscuro. Veo a Aidan parado al lado de Shadow frente a los demás. Uno de ellos se pone de pie y habla, pero ningún sonido deja su boca; supongo que no debo escuchar lo que dicen.
Un hombre pequeño camina para estar justo frente a ambos, cuyos torsos están desnudos. Pone sus manos en el pecho de Shadow primero y estas se vuelven brillantes.
—Celare secretum —dice el vampiro, mirando hacia arriba. Sus ojos se vuelven completamente blancos—. Aut mori.
La habitación se mantiene en silencio mientras se forma la figura de un sol brillante sobre el pecho del Purasangre. Cuando el pequeño hombre termina, Shadow cae al suelo haciendo una mueca; entonces, el hombre hace lo mismo con Aidan.
—Ahora, cumplan su deber, guardianes. El Purasangre y el vampiro convertido más antiguos en el mundo. Tienen sus órdenes y deben seguirlas. La desobediencia se pagará con la muerte —anuncia con frialdad el anciano que está en el medio.
Ellos solo asienten y salen de la habitación. Los sigo y otra vez el recuerdo tiembla, transformándose, revolviendo mi estómago hasta que la escena cambia por completo. Estamos caminando entre árboles; el lugar me parece terriblemente familiar. Aidan se detiene por un segundo.
—Puedo sentirla —informa. Shadow no dice una palabra. Oímos un ruido de risas delante de nosotros.
—Está creciendo rápido. —El Purasangre comienza a caminar de nuevo.
Pasamos los árboles y llegamos a un gran jardín donde una pequeña niña corre alrededor de las flores; su risa es encantadora. Leva un vestido blanco; su largo cabello negro le cae hasta el final de la espalda. Shadow da un paso adelante, pero mi líder permanece impasible.
—Algún día tendrás que enfrentarla, Aidan —susurra Shadow antes de dirigirse a la niña.
Lo sigo. Cuando la pequeña lo ve, su cara se ilumina, sus grandes ojos brillan de emoción.
—¡Shadow! —grita, corriendo hacia él. Ella abraza sus piernas ya que es demasiado pequeña. El Purasangre se arrodilla para estar cara a cara—. Papá dice que no existes —comenta confundida. Puedo ver la sonrisa en los ojos del vampiro.
—Quizás tenga razón —responde en broma.
—Está dentro de la casa. Ven a conocerlo —suplica la niña, sosteniendo su mano para levantarlo.
—No puedo hacer eso, lo siento —explica con tristeza. Es tan extraño ver a Shadow siendo tan dulce con alguien.
—¿Por qué? Si vienes conmigo, sabrán que existes. —La niña es inteligente, me hace sonreír. Él acaricia su mejilla suavemente.
—Tenemos que mantener nuestra amistad en secreto. —La mira a los ojos. A él le importa esta niña, puedo verlo—. Si lo saben, tendré que irme y no nos veremos por mucho tiempo.
Los ojos de la pequeña se abren con miedo y lo abraza con fuerza.
—¡No! ¡Guardaré nuestro secreto, pero no te vayas! —suplica, lágrimas formándose en sus ojos.
Echo un vistazo a Aidan, quien solo observaba la escena en silencio. Terminan el abrazo y una lágrima rueda por la mejilla de la niña; Shadow la limpia con gentileza.
—¿Qué dijimos sobre llorar? —pregunta serio.
—Llorar es para los débiles y yo soy fuerte —replica ella con orgullo. No sé por qué, dos lágrimas ruedan por mis mejillas.
—Está bien. —Shadow se pone de pie—. Tu papá ya viene. Debo irme ahora.
—¿Vendrás a contarme una historia antes de irme a dormir? —pregunta la niña con esperanza en su tono.
—Lo intentaré —responde el Purasangre, caminando dentro del bosque otra vez. La niña se queda allí, observando cómo se marcha.
Cuando llegamos al lugar donde está Aidan, Shadow no dice una palabra y pasa junto a él.
—Eres tan patético —murmura mi líder, caminando detrás de él.
—Necesitamos que ella confíe en nosotros.
—Excusas. —Aidan no le cree y yo tampoco.
Vuelvo a mirar el jardín y veo a un hombre acercándose a la niña. Pero no puedo distinguirlo bien y, cuando estoy a punto de caminar hacia él, el recuerdo termina.
Shadow ha alejado su muñeca de mí. Está más pálido que antes; he bebido demasiada sangre. Puedo sentir lo débil que está.
Mi percepción de él ha cambiado después de ese recuerdo; no es tan despiadado como quiere que todos piensen. La forma en la que trató a esa niña, incluso cuando intentó excusarse ante Aidan; era obvio que a él le importaba. Me doy cuenta de que Shadow está mirándome, un destello de tristeza en sus ojos. Nunca he visto ninguna emoción en su expresión antes. Él desvía la mirada. «¿Por qué siento la necesidad de abrazarlo?».
—Aidan y usted son guardianes, ¿verdad? —Rompo el silencio.
—Sí. Hemos sido guardianes durante ciento tres años —Responde lentamente, como si estuviera tratando de encontrar las palabras adecuadas para no revelar nada.
«¿Ciento tres? Esa es mi edad. Mi edad real, contando mis dieciocho años de humanidad y los ochenta y cinco que he sido vampira».
—¿Ciento tres años? Esa es mi edad —digo en voz alta. Me duele la cabeza otra vez. Shadow debe haber visto la confusión en mis ojos.
—Lo sé. —Se gira para irse—. No lo pienses demasiado, tu mente aún no está lista. —Y con eso, sale del compartimento.
Extiendo las manos frente a mí; están temblando, y todo empieza a tener sentido. Conservo muy pocos recuerdos de mi infancia. Me siento en mi roca, sintiendo un fuerte dolor dentro de la cabeza.
Tomo una respiración profunda, tratando de no pensar, para detener el dolor. Dos lágrimas ruedan por mis mejillas.
«¿Qué dijimos sobre llorar?», susurra la voz del Purasangre en mi mente; mi aliento queda atrapado dentro de mis pulmones.
—Llorar es para los débiles, y yo soy fuerte —digo, sosteniendo mi cara con ambas manos para llorar abiertamente, sabiendo que esa niña en los recuerdos de Shadow era yo.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top