35.

Capitulo dedicado para:
MrSuicidalKitten














-Entonces, Asi es como deberías de reinar, Mi pequeña niña.- decía Comyet mientras tomaba de los hombros a Ink y veían ppr los ventanales.

-Pero.. ¿No debería tener consideración por lo que necesiten los demas?-

-¿Consideración? ¡Una reina roja jamás muestra piedad a nadie! Comprende.-

-Pero... Tengo que reinar como yo quiera, como sea lo mejor, para bien común. ¡Debo escuchar a todos y ser paciente! Así me van a odiar como dices...-

La Reina Roja no se veía para nada feliz.

-¿Qué clase de tontería hablas? Jamás te he enseñado ese tipo de cosas, Ink. ¿Quién te lo ha dicho?-

-¿De que... hablas?-

-Yo nunca te enseñe esas cosas, es imposible que hables de ellas si nadie te las ha contado, ¡Yo no te las he contado! ¡Dime quien fue!-

Ink no sabia que responder, tenía miedo.

Sino lo decia, quien sabe de lo que su madre sería capaz de hacer.

Y si lo decía...

Jamás volvería a ver a Gerson, nunca volvería a ser feliz en aquel horrible castillo.

-Y-Yo...-Ink dudaba mucho.

-Bien. Undyne.- llamó la Reina a su caballero Rojo de aquel momento.

-¿Si, Majestad?- se acerco dando una reverencia.

-Reune a todo el castillo en la sala de ejecución, que los guardias rodeen todo el lugar.-ordenó.

-Como desee, Reina Roja.-Dijo para luego retirarse.

-¿Qué harás?...-Pregunto Ink.

-Si no me dirás quien fue, asumiré que fue alguien del castillo, cualquiera, una criada quizás... Así que, Los mataré a todos, ¡No te preocupes! Conseguiremos personal nuevo.- Dijo sonriendo psicópatamente.


-Preparen, Apunten... Fuego.- Ordenaba la Reina Roja cada cierto tiempo.

Cuando decia fuego, todos los soldados disparaban matando al que estuviera delante con la pared tras suyo.

Así funcionaba la sala de ejecución.

Actualmente, los fusilaba.

Una simple pena de muerte mínima.

Todos los servidores de la reina roja morían alli, uno tras otro.

Ink estaba en un asiento en primera fila, presenciando la acción.

No porque quisiera, sino por orden de su madre.

Lo tomaba de los hombros y lo dejaba allí sentado.

-Observa... Esto lo has provicado tú.- Susurraba al oido de su hija. -Esto pasa cuando quieres encubrir a alguien... Nunca trates de ocultarme algo, Ink.-

Las lagrimas salian sin parar de las cuencas del menor, No quería seguir viendo, no más.

-¡Sigue mirando! Si llegas a dejar de ver mataré al pueblo tambien.- Dijo su madre molesta.

Todos los sirvientes ya habían muerto, solo los soldados de cartas y la caballero rojo quedaban allí.

Aparte de la reina y su "hija".

-La orden ha sido cumplida con éxito.-dijo Undyne dando una reverencia.

-Agarrenla.-Ordenó Comyet.

Los soldados amarraron con cadenas como pudieron a Undyne.

La cual, se resistía.

-¡Majestad! ¡Le juro que no he sido yo!¡Le imploro piedad!- pedía mientras luchaba por liberarse.

-¿Sabes, Mi pequeña? Te he traído un regalo...-Dijo señalando a unos guardias que traían consigo una gran guillotina.

La acomodaron y la prepararon para lo que vendría.

-¿Porqué no la pruebas? Será tan divertido...-dijo sonriendo la Reina. -Preparenla.-ordenó.

Los soldados pusieron a Undyne en la guillotina.

-¡No, Por favor, No!- Lloraba Ink.

No quería seguir en aquel lugar.

No soportaba ver a todos los que alguna vez lo cuidaron, muertos.

Y Undyne que siempre le cuidaba, tambien.

La Reina se acercó con su hija agarrada del brazo, obligandola a ir.

-Toma la cuerda, Mi niña.- Dijo La Reina dandole en mano la cuerda que mantenía a la guillotina arriba.

Ink tenia demasiado miedo, No quería, No.

-¡AGARRA LA MALDITA CUERDA!- Ordenó.

Por el miedo la tomó.

-De tí depende si vive o muere... -Dijo para luego comenzar a reirse. -Diviertete, Mi pequeña...-

Comyet volvio al puesto donde estaba antes Ink, observaba con una gran sonrisa la escena.

Las manos de Ink temblaban, La guillotina pesaba para el pequeño, y ademas tenía mucho miedo de todo.

-Lo siento... lo siento... lo siento...-murmuraba Ink entre sollozos y muchas lagrimas.

Quería quedarse alli y nunca soltar la cuerda, Pero...

Su fuerza no era suficiente.

Al tener las manos sudadas del miedo, Se le resbaló.

Y de sangre se manchó.




















-Necesitaremos un nuevo caballero Rojo, ¿Alguno en la lista que cumpla lo que busco?- preguntó la Reina.

El soldado asintió.

-¿Es el de la otra vez?-

-Sí, Majestad.-

-Déjalo pasar.-

Y en ello, Entro Reaper.

Se arrodilló completamente.

-Su Majestad, Soberana Reina Roja, Me presento.- dijo.

-Me agrada, es de la edad de mi hija, quizás un poco más mayor... Y se ve bien formado, por lo que ví eres un genio de la espada. ¡Eres casi como la muerte! Me gusta, Por lo que vi ganaste una batalla completa tu solo... y a tu edad...-

-Es correcto.-

-Bien, Contratado. Serás El Nuevo Caballero Rojo. Tenle paciencia a mi hija, es algo... especial.-

-Lo tendré en cuenta...-













-¿Puedes dejar de seguirme?-Preguntó Ink molesto, deteniendo su caminar.

-Es mi trabajo.-respondió Reaper.

-No me interesa.-

Siempre era lo mismo, Desde hace dos meses aquel era el nuevo caballero rojo, y cumplía a la perfección su rol, aunque en mayoria era cuidar de Ink, ya que la Reina roja no solia solicitarlo mucho.

-Déjame sola.-Dijo Ink siguiendo caminando.

-No la puedo dejar sola, Princesa.-

-¡Estoy cansada de ti! He tenido que soportarte cada maldito segundo, eres solo mi enemigo. ¡Largo!¡Vete!¡Muerete!-

Reaper solo suspiró y se retiro.

Claro que no la dejó sola, simplemente que esta vez le seguía más sigilosamente.







-Entonces, ¡Se subió a un gran barco! Y navegó por años...- contaba Gerson.

-¡Eso es genial!- Decía con una amplia sonrisa Ink.

Le encantaba oir las historias de Gerson.

Le contaba la historia de cuentos que desconocía, no eran muy conocidos.

-¿Sabes a quién te pareces, Mi pequeño rey malcriado?-

-¿A quién?-

-Al Reyenzuelo, Es idéntico a tí.-

-¡Oh, Por favor!-

-¡Es verdad, es verdad! Solo mirate, alardeas y alardeas.-

Ink reía.

Aquella alegría que casi nunca se notaba en el.

Pero un ruido cercano a la entrada del lugar le asustó.

-¡Tio Gerson! ¡Alguien esta cerca!- dijo preocupado, No quería que descubrieran su secreto.

-Anda, sal, Yo me iré, tengo mis trucos... Adios pequeño.- dijo abrazandole para luego retirarse por una ventana.

Ink salió rapidamente, mirando a los lados, buscando el dueño de aquel ruido.

-A la Reina no le gustará saber eso.- Dijo Reaper, atrás de El.

-¡Tú!... -Ink no sabía que decir, pensaba que sería una sirvienta fácil de sobornar, pero...

-¿Qué cara pondría cuando le cuente que todo el rato ves a ese señor que te mete esas ideas en la cabeza?... Estaría muy feliz.-

-Por favor, no se lo digas, Te lo suplico, por favor...-

A Reaper le sorprendió aquella reacción, no esperaba que rápidamente le rogara, como si fuera algo que realmente le importara.

Esperaba que dijera algo como: "Te cortaré la cabeza" o "No te atreverias".

Algo típico de aquel principe Engreido y malcriado que era.

-Con una condición.- dijo Reaper.

-Lo que sea...¡Te puedo dar dinero! A mamá no le importara, tengo y... ¿Joyas?¿Eso quieres?-

-No, Nada de eso será necesario.-

-¿Entonces?...-

-Sonrie más seguido. Así como lo hacías con el.-

-...¿Qué?-

-Desde que llegué, solo me he ganado tu odio, y no es divertido... Cuando te ví con el, conocí esa expresión tuya, nunca pensé que podías sonreir tanto. No sueles hacerlo nunca. Ní con tu madre.-

-Oh...-

-¿Entonces?¿Me darías una oportunidad? ¿Y sonreirías?-

-¿No le dirás nada a mi mamá?...-

-Nada saldrá de mi boca ní aunque me pongan en la guillotina.-

Ink sonrió.

-A eso me refería.-Dijo Sonriendo Reaper.

Ambos se tomaron de la mano cerrando el trato.

Y desde allí, inició la amistad de Ink y su fiel caballero rojo.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top