Capítulo 16: Rastro
Por suerte, todos se encontraban bien tras el ataque.
—Natsu, vamos a por él—dijo Irene.
—¿Sabes donde se encuentra?.
—Conozco el aura de cada uno del gremio. Solo hay un aura que no pertenece a los presentes y que se va alejando—le extendió su mano—vamos.
Sin dudarlo ni un momento el joven mago agarro la mano de su amada y salieron haciendo un agujero en la pared.
—¿No podéis salir como las personas?—grito Makarov enojado viendo que tendría que reparar de nuevo esta.
Mediante la magia, Irene hizo que ambos pudieran volar creando unas alas mágicas.
—Se dirige a esa zona—a lo lejos una sombra volaba camuflada entre las nubes.
—Si, lo veo. Voy a golpearle—dijo apretando el puño.
—No, sigamos desde la distancia hasta llegar a su escondite—a Natsu no le gustaba tener que esperar y más viendo que se trataba de una persona que había hecho daño a sus amigos.
Al cabo de un rato y vigilando de que este no les detectara descendieron hasta un viejo edificio que estaba abandonado. O por lo menos, era el aspecto que presentaba desde fuera.
—Ve con cuidado—advirtió la mujer al ver la gran cantidad de hojas secas que había por el lugar pudiendo advertir de su presencia.
Iban con pies de plomo, cada vez que pisaban un trozo con hojas era hacerlo como a cámara lenta. Pudieron acercarse hasta la ventana donde se asomaron con cuidado.
—Ahí esta—el hombre se encontraba a la luz de una pequeña vela leyendo un libro y con una sonrisa en su rostro.
—¿Cual es el plan?—pregunto el joven.
Pero no hubo respuesta, Natsu al mirar a su chica pudo ver que el rostro le cambio por completo.
—¿Qué ocurre?—pregunto en voz baja.
—No puede ser...él, él es uno de los guardias que me encerró y torturo—los recuerdos inundaron su mente. Aquellos días en los que era tratada como basura le provocaban dolor.
—Irene, por favor mantén la calma—viendo que su cuerpo temblaba la agarro de la mano.
La calidez de su mano poco a poco fueron haciendo presencia en ella que desvió su mirada para ver la sonrisa del mago.
—Mientras este conmigo no tengo nada que temer—pensó mientras los preciosos momentos de ellos dos juntos sustituían los de la tortura.
Ella finalmente esbozó una gran sonrisa.
—Gracias...Natsu.
—¿Cual es el plan?—pregunto ahora confiado.
—Usare un poder para adormecerlo y así atraparlo sin luchar.
—Pero ese bastardo merece morir.
—Natsu, no eres un asesino. No te conviertas en él, tu vales mucho mas—acerco su rostro y le dio un pequeño beso.
Con cuidado hizo aparecer su bastón y de la esfera comenzó a salir unos polvos que se filtraron por debajo de la ventana entrando a toda la sala.
El hombre al darse cuenta se tapo la boca y nariz. Tenía que salir de allí antes de que hiciera efecto, de lo contrario estaría perdido.
—Cof, cof...por los pelos—dijo saliendo por una de las puertas y respirando el aire fresco del lugar.
—Hubiera sido mejor que te hubieras quedado dormido—Natsu sorprendió a este mientras salía llamas de sus puños.
—¿Qué haces aquí?—pregunto sorprendido.
Irene apareció y se posiciono al lado de este.
—Tiempo sin verte—dijo con cierto enfado en su tono.
—¡Asqueroso monstruo!, debí haberte matado en su día y—un puñetazo en su rostro le impidió acabar la frase.
Natsu lo tomo de la camiseta.
—¡No vuelvas a llamarla monstruo!, ¡aquí el único monstruo eres tu!—otro puñetazo, luego otro y otro.
—¡Basta Natsu!—este lo tiro al suelo y puso el pie encima de su pecho para evitar que se escapase.
—Dime...¿como es que sigues vivo?—Irene apunto con su bastón.
—Porque yo también tengo esa maldición por usar demasiada magia—dijo con una sonrisa.
Ella no supo que quería decir. Pero cuando lo hizo fue demasiado tarde.
—¡Natsu aparta!—grito preocupada.
Una luz brillo y luego, algo tumbo al joven. Fueron enviados unos cuantos metros atrás. Al levantarse y mirar vieron a un enorme dragón blanco, de ojos amarillos y preparado para atacar.
—¿Dragón?—Natsu no daba crédito a lo que veían sus ojos.
Continuara.
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