| Especial Halloween II |

31 de Octubre, 2002


—Vamos, Hanna —la pelirroja le gritó desde su cuarto—, ¡se nos hace tarde!

—Ya, ya —Hanna soltó una risa, saliendo—, mantén tus panties puestos.

El timbre de la casa sonó por lo que Hanna fue a abrir la puerta, encontrándose con su mejor amigo.

—¿Lista para ir a patear traseros de dulces —Keisuke le sonrió—, Yagami?

—¡Puedes apostar!

Hanna le sonrió de vuelta y lo dejó pasar, Baji la miró de arriba abajo.

Looking good, Yagami —sonrió de lado—: Te ves bien, Yagami.

—Lo mismo digo —ella se mordió el labio ligeramente y lo miró a los ojos.

En algún momento del año la forma en que se miraban cambió, pero no le disgustaba. Keisuke era un diablo esta vez, Hanna se disfrazó de pirata así que ambos se miraron con una sonrisa.

Keisuke tragó fuerte cuando ella se inclinó hacia él con una sonrisa coqueta.

—¡Mikey, espera! 

Ambos se giraron hacia la puerta abierta para ver a Mikey correr hacia ellos, Draken y Emma detrás con expresiones cansadas.

Mikey era como un niño pequeño a veces.

No que ellos fueran muy adultos, en realidad, pero se entiende.

—¡Hola! —el disfraz de pirata de Mikey había visto mejores días que ese—. ¡Ahoy, somos dos piratas esta noche!

Emma soltó una risa ante la dramática entrada de su hermano.

—Alguien está emocionado —le picó la mejilla—. Parece que irán de piratas ambos jaja. 

Hana miró de reojo a Emma, ambas se miraron con esa mirada que sólo ellas podían entender. Hanna estaba algo incómoda con Mikey, habían pasado muchas cosas ese año que simplemente no podía entender. 

Mikey era... más indeciso que ella.

Se tocó los labios un momento, ¿acaso aquel beso no significó nada para él? Porque ella estaba completamente confundida gracias a él. Sintió la mano de Keisuke en su espalda mientras se inclinaba hacia su oído.

—¿Quieres un beso?

Estaba bromeando.

—¿Tú me lo vas a dar? —le susurró de vuelta.

Los ojos marrones brillaron con travesura.

—Dime cuándo y dónde —le guiñó el ojo.

Su mejor amigo estaba apartándose un poco cuando Haruki llegó con ellos, Hanna entrecerró los ojos cuando veía a Baji antes de sonreír. Ya se habían besado un par de veces.

Para... reforzar la amistad o eso decían.

Ninguno de ellos quería aceptar que su amistad era diferente, había muchos factores que les impedían dar el siguiente paso.

—Entonces...

Hanna, por ejemplo, había comenzado a tener problemas de memoria tras cierto suceso a comienzos del año.

—Muy bien, gremlins —Shinichiro salió de atrás de Haruki con una sonrisa—. ¿Listos?

—¡Que empiece esta bonanza! —Haruki alzó las manos mientras reía.

Este año Haruki y Shinichiro llevaban trajes de Superman y Wonder woman, a juego.

—Mira eso, Keisuke —Shinichiro se acercó a Baji—. ¿Ha habido algún progreso?

—Lo de siempre —se rascó la nuca.

—Deberías ser algo más proactivo —le dio un par de palmadas en la espalda antes de acercarse a Haruki—. Sólo digo.

Hanna comenzaba a creer que lo de llevarlos a ellos era sólo una excusa que tenían ese par para disfrazarse a juego. Todos salieron entonces, decididos a ir donde Mitsuya primero.

—Ustedes vayan más adelante —murmuró Haruki, dándoles más espacio este año—, pero no se metan en problemas.

Cuando llegaron a la casa de Mitsuya, Pahchin saltó en frente de ellos vestido como un fantasma al igual que Pehyan.

—Pah —Hanna lo abrazó por los hombros—, ¿no vas a admitir aún que soy la mejor?

—¡Já! El mejor es Mikey.

—Booo.

Mitsuya y Hakkai les sonrieron desde adentro junto a las hermanitas de Mitsuya, Hanna inmediatamente fue a cargar a las niñas con una sonrisa.

—Qué linda escena —Pehyan suspiró—, ¿quién pensaría que es tremendo demonio?

—¡Oi! —Hanna le levantó su dedo medio detrás de la espalda de la pequeña—. ¡¿Quieres pelear?!  

—¿Una pelea uno contra uno? —ofreció Pehyan, burlón—. Alista tus puños entonces.

—¿Yo? —fingió ofenderse—. Yo no soy así, yo venzo a mis oponentes con mis palabras.

—¿Y el putazo que le metiste a Hakkai el otro día que fue?

Mitsuya la volteó a ver burlón.

—Es que no me dejaba hablar —se alzó de hombros.

Todos se soltaron a reír.

—No tienes caso —el pelinegro la observó con una sonrisa. 

—Eres terrible, Hana.

Hana miró a Hakkai.

—Cállate —le sacó la lengua.

—Qué grosera —frunció el ceño.

—Sí, soy grosera, pero, hay personas más groseras que yo —hizo una pausa y señaló a Pehyan—. Como él.

—¿Yo qué? —Pehyan frunció el ceño al verla señalarlo.

Entre risas de todos, luego de despedirse de los Mitsuya y Hakkai, que se quedarían con las hermanas del pelilila, mientras que Pahchin y Pehyan se les unieron en su viaje por dulces.

—¿Hah?

—El cerebro de Pah es gelatina —le recordó—, como el de Hanna.

—¡Oye!

Hanna notó que Keisuke había estado más cerca esta vez de lo normal, lo miró de reojo cuando sintió su respiración en su nuca, Pah y Pehyan se vieron cómplices entre ellos.

—¿Sabes? —Keisuke se acercó a Hanna—. Dicen que si sostienes la respiración y caminas de espaldas a un panteón, los fantasmas no te notarán.

Se inclinó más hacia ella, su cálido aliento cerca a su cuello.

—¿Quieres probar si es cierto? —sus ojos brillaron traviesos.

Hanna no podía evitar sentirse atraída por esa naturaleza extraña de Baji. Usualmente era gentil, sí, pero también era el tipo de chico malo que sólo sería bueno contigo. Lo había visto mucho.

Era inevitable caer por él.

Sonrió y asintió, dejando que la guiara hacia el panteón improvisado de aquella calle.

—Muy bien —la mano de Keisuke encontró la suya y sus pulgares acariciaron el dorso, haciendo pequeños círculos—. Um...

Hanna sintió sus mejillas rojas al tiempo en que sostenía el aliento.

—¿Lista?

La emoción del reto junto a su tacto era demasiado, podía incluso sentir la mirada de Mikey, pero no se atrevió a apartar los ojos de Baji.

—Sí.

Cuando alcanzaron el final del pequeño panteón, Hanna tomó un último aliento fuerte, alzando la mirada para encontrar el rostro de Baji a pocos centímetros de ella.

—¿Estás bien? —susurró, sonriendo.

—Sí —pero estaba sin aire—. Pero creo que nos quedamos con la teoría y no lo probamos.

La mirada de Keisuke parecía pedir permiso.

Bésame otra vez.

Tus besos se sienten tan bien.

¿Por qué me siento así?

Su corazón se saltó un latido y se acercó brevemente también. Justo cuando sus labios se iban a rozar un sonido fuerte de algo cayendo hizo que se alejaran de un salto. Cuando voltearon, Mikey tenía una sonrisa de oreja a oreja.

—¿Qué pasa? —preguntó sin abandonar su sonrisa.

—Sólo —se encogió de hombros, un poco incómodo—, queríamos ver si habían fantasmas.

—No creas que no sé lo que tratas de hacer —Mikey le lanzó un rollo de papel que tenía en sus manos sabrá Dios por qué—, Baji.

Su tono de voz era juguetón pero con un indicio de algo más oscuro bajo la superficie. Hanna lo observó en silencio, él sólo le sonrió y volvió a su estado ¨normal¨ donde actuaba como si nada.

—¡Oi, Pah!

Cuando Mikey se fue tras ellos, ambos pudieron respirar de nuevo. Los secretos que guardaban el par de mejores amigos se habían hecho más y más con los últimos años.

—¿Qué se hizo Kazutora otra vez? —preguntó Hanna a Baji entonces, susurrando.

Kazutora era el mejor amigo de Baji, en general se llevaban bien cuando no se estaban echando la culpa de sus problemas el uno al otro. Hanna y él eran buenos amigos, podían entenderse bien por sus pasados.

—¿Quién sabe...?

Ambos susurrando.

Pahchin y Draken lo observaron en silencio, todos sabían que Mikey estaba celoso, pero... Era Mikey, así que nadie se atrevió a decir nada.

—Ah, oigan... ¿Importa quién gane una pelea —preguntó Pahchin, alzando la ceja, para cambiar el tema—, o discusión?

—Claro que importa —Mikey replicó inmediatamente—, yo quiero ser quien gane.

De algún modo, los comentarios coquetos y los roces gentiles hacían que Hanna se confundiera, por otro lado Mikey la confundía el doble. Le había besado varias veces ese año, luego le dijo que no quería tener nada que ver con ella, pero se ponía celoso. 

Me quiere, pero no me quiere.

No me quiere, pero me cela enfermamente.

Era tan extraño.

Hanna no lo entendía, pero no le gustaba pensar mucho en eso, ya tenía suficientes cosas en la cabeza como para agregarle el hecho de las actitudes de Mikey.

—Importa —afirmó Draken—, pero lo que más importa es la justicia.

—No me importa —Baji alzó una ceja—, pero si tratan de ganarme...

Sonrió de lado.

Todos sabían que significaba eso.

—No importa —Hanna se cruzó de brazos—, lo que realmente importa es quién putas te crees que eres para empezar una discusión o pelear conmigo.

Todos se echaron a reír ante las palabras de la dulce princesa, especialmente Draken y Mitsuya. Hanna sintió a alguien chocar contra su hombro entonces y al reconocerlo, frunció el ceño.

—¡Oye —Hanna, la menos problemática—, imbécil! 

—¡¿Cuál es tu problema, niñita?

—¿Mi problema? —alzó la ceja—. ¡Tú eres quien me chocó el hombro y ni se disculpó!

—¡Tienes un problema de actitud —le gritó, intentando apartarse—, perra!

Fue cuando se vio rodeado por todos, algo que se repetiría muchas veces con diferentes individuos en el futuro.

Hanna tenía toda una pequeña pandilla respaldándola.

—Yo no tengo un problema de actitud, chico... 

Draken se puso frente a ella cuando el tipo la volteó a ver amenazante, porque era la chica, Emma se hizo tras Mikey.

—Tú tienes un problema con mi actitud —Hanna nunca se callaba cuando había problemas, para Mikey era como un chihuahua—, pero eso no es mi problema. Y no me llames perra, y-

Keisuke la agarró de la cintura por detrás para apartarla cuando ella se iba a lanzar sobre el tipo. Ya estaba acostumbrado a calmarla, ella sólo frunció el ceño mientras los otros chicos le daban una reprimenda al tipo por insultarla.

Especialmente Mikey.

—¿Estás bien? —ladeó la cabeza.

Mikey le dio una linda patada en la cara que lo lanzó al suelo enseguida.

—Ese tipo —murmuró ella, viéndolo en el suelo—, una vez molestó a Emma. 

No era un tipo equis, ella lo había visto antes molestando a Emma, ya lo había golpeado por eso antes, aún así se atrevía a pretender que no sabía nada y había chocado ¨accidentalmente¨ su hombro cuando tenía todo el espacio posible para pasar sin hacerlo.

—Lo hizo a propósito —tomó una breve inspiración y se rascó la nuca—. ¿Me pasé?

—No, debiste haberlo pateado —apretó la mandíbula y le dio un beso en la frente—, mejor no. 

—Mikey lo pateó, pero sus amig-

—Déjalo así —le acarició la mejilla—, luego yo me encargaré de él junto a Kazutora. 

Hanna asintió y para cuando cambiaron la calle, Emma se acercó a Hanna para hablar con ella mientras los chicos discutían sobre lo que había pasado.

—¡Debió darle una paliza!

Las risas no tardaron en llegar cuando Baji dijo que Hanna parecía un gato asustado buscando pelea y Mikey dijo que parecía un chihuahua, chiquita pero peligrosa.  

—Entonces... ¿Baji se encargará de ellos?

—Eso dijo —Hanna se alzó de hombros, mirándolo de reojo—, así que sí.

Emma sonrió.

—Bueno, eso está bien —le sonrió—. ¿No?

—Hm —asintió.

Hanna no pudo evitar sentir que debía disfrutar del Halloween perfecto: rodeada de sus amigos más íntimos, compartiendo la alegría de la espeluznante estación.

No quería que acabara.

—Dulce o truco —dijeron con voces cansadas cuando finalmente llegaron con ellos. 

Su mirada terminó en el par de mayores.

—¿A ustedes qué les pasó? —Hanna se burló.

—¡Ustedes corrieron de la nada! —Haruki le jaló la oreja—. ¡Dijimos adelante, pero no que se fueran veinte cuadras más!

—Ay, ay, ay —se soltó entonces y se sobó la oreja—, pues perdón... Pasaron cositas.

Fue cuando escucharon un sonido extraño que los hizo mirarse entre todos antes de voltearse a la casa donde estaban parados enfrente. 

—Dulce o truco —dijeron, confundidos.

Con los años les habían pasado tantas cosas en halloween que ya nada los sorprendía.

—No se preocupen —susurró Pahchin, tocando la puerta.

—Probablemente sean unos mayores —Draken se alzó de hombros—, tratando de asustarnos.

Tenía que lucir rudo frente a Emma.

Pahchin y Hanna vieron este gesto con una sonrisa.

—Sólo consigamos los dulces y vámonos —sugirió entonces—. ¿Hello?

Hanna frunció el ceño y subió las escaleras también, a un lado de Pah.

—No estamos asustados —declaró—. ¿Nos van a dar dulces o hacemos travesuras...? 

Las figuras levantaron lentamente las manos y mostraron unos cuencos llenos hasta los topes de dulces. La tensión se rompió cuando el grupo soltó un suspiro colectivo de alivio y se zambulló en ellos, llenando sus bolsas con avidez.

—Qué mujer —silbó Keisuke, viéndola con una sonrisa.

Al salir de la casa, las figuras se quitaron las capuchas, revelando los rostros sonrientes de algunos estudiantes de secundaria que vivían en la zona.

—¿Hm? —Mikey lo volteó a ver.

—Nada.

Aplaudieron y rieron, felicitando a los chicos por su valentía. La pequeña pandilla no pudo evitar reír con ellos, y la tensión se disipó tan rápido como había llegado.

—Fuiste muy valiente —murmuró, inclinándose contra su oreja—, Yagami. 

Había descubierto que adoraba verla sonrojarse cuando hacía eso.

Emma los observó con una sonrisa hasta que vio a Mikey apretar la mandíbula y escondió su expresión. A Hanna siempre le había gustado Keisuke, pero esta noche su corazón se aceleraba como nunca antes. Lo apartó juguetonamente, sin querer perderse demasiado en el momento. 

—No te pongas muy coqueto conmigo, Baji —se quejó—. Te comeré a besos si sigues.

—¿Premio o premio?

Ese halloween, recordaría Hanna en el futuro, pese a que estuvo con Emma, Mikey y sus amigos, le perteneció de algún modo a Keisuke Baji. No, la mayoría de los halloweens desde que lo conoció estaban plagados de recuerdos de él.

Y quizá... Toda su vida fue así.

Las calles se volvieron su patio de juegos, él la correteaba y le daba vueltas, ella se reía y corría de él.

—¡Ven aquí!

—¡No! —le sacó la lengua, su bolsa de dulces se movía con rapidez junto a ella—. ¡Atrápame si puedes!

Las estrellas brillaban como diamantes, y por un pequeño momento, Hanna se permitió ser libre. Aunque cada vez que veía a Mikey su corazón dolía, ese día fue distinto a los demás.

—¡Muy bien, gremlins!

Shinichiro los llamó, haciendo que se voltearan a ver, el mayor se soltó a reír.

—¡Se creen gremlins de verdad!

Todos comenzaron a quejarse de que simplemente era porque él los llamaba así y demás, Shinichiro decidió que era hora de volver a casa para continuar su velada en la seguridad de la misma.

—No estás asustada —la voz de Baji hizo eco en sus oídos—, ¿o sí?

Acababan de pasar por una casa que era aterradora.

—¿Asustada? —su nariz se arrugó—. Por favor, he visto un montón de fantasmas y arañas falsas.

—Oh, ¿en serio? —Mikey sonrió de lado—. ¿Entonces porqué siempre me abrazas tan fuerte en cada Halloween, Hanchin?

—¡Porque eres tan cálido! —lo abrazó por el cuello con una sonrisa burlona—. Como un peluche de felpa, Maiki.

Draken y Pahchin los observaron una ceja alzada, ya se les había hecho costumbre verlos así.

—¡Oigan —Shinichiro les gritó—, no se queden atrás!

Cuando finalmente se sentaron en la sala de los Sano, Hanna se recostó con Emma mientras hablaban tranquilamente de tonterías sin sentido. Shinichiro y Haruki las veían, sentados del otro lado.

—Cuentas una y dos —de repente le estaba mostrando cómo golpear en el krav maga—, así.

Las dinámicas entre los chicos y Hanna cambiaron, pero ella no estaba segura de querer entender cómo. Se concentraba en disfrutar la noche de brujas con alegría.

—Estiras la palma —continuó.

Al mirar a sus amigos, supo que, pasara lo que pasara, tenía un grupo sólido en el que podía confiar. Y con ese reconfortante pensamiento, continuó con su explicación a la rubia.

—Y golpeas —le hizo una pequeña demostración.

—Realmente... ¿Cómo tienes tanto tiempo para aprender esto? 

—Es porque me salto las clases —soltó una risa—, tienes todo el tiempo del mundo si evades ciertas responsabilidades. ¿Sabes?

La conversación cuando los chicos se unieron cambió a cosas triviales de halloween, Draken y Mikey comenzaron a hablar de las peleas que ganaron, Pahchin escuchaba atento y Emma sonreía al verlos.

—Hanna —se volteó a verla—, ¿quién crees que fue el concurso a mejor disfraz este año?

—No lo sé —murmuró, mirando de reojo a Mikey. 

Estaba actuando raro otra vez.

—Todos son geniales —la mano de Keisuke encontró la suya y le dio un apretón gentil—. Yo creo que la más maravillosa de todos eres tú.

Los ojos de Mikey se entrecerraron ligeramente, pero no dijo nada, concentrándose en destapar un chocolate. El aire estaba cargado de palabras no dichas, la electricidad entre los tres era palpable.

—Ehr —Emma se asomó tras Hanna—, ¿y yo?

—Emma también —él sonrió.

La noche fue pasaron y uno por uno se fueron yendo a sus casas, excepto por ellos cuatro, Shinichiro y Haruki pusieron una película. Mikey se fue al baño entonces. 

—Hanna.

Keisuke la jaló hacia la cocina.

—¿Qué hacemos aquí? —susurró ella, confundida.

—Yo...

He estado enamorado de ti desde siempre.

—Keisuke.

Ella alzó una ceja al verlo en silencio.

—Sé que te gusta Mikey también —murmuró—, pero no puedo seguir pretendiendo que no me..

—Kei —lo detuvo, nerviosa.

No estaba lista para escuchar una confesión, su corazón latía demasiado fuerte para soportarlo.

—¿Puedo...?

Él se acercó a ella, Hanna chocó contra la pared entonces, nerviosa.

—¿Puedo besarte? —susurró en voz apenas audible—. Quiero besarte, de nuevo.

Se le cortó la respiración y asintió con la cabeza, cerrando los ojos cuando él se inclinó hacia ella. Sus labios eran suaves y cálidos como la primera vez que se besaron.

Es diferente a Mikey.

¿Por qué me siento así?

Me confunden.

Pero incluso mientras disfrutaba del momento.

¿Ves, Hanna?

Eres una zorra.

Siempre te besas con cualquiera.

Las voces en su cabeza la hicieron tensarse, algo que Keisuke notó y la acercó más a él para profundizar el beso en orden de distraerla. Aún así, en el fondo, no podían deshacerse de la sensación de que estaban traicionando a Mikey de alguna manera.

Incluso si no fuera la primera vez o el único secreto que guardaban.

—Pero espera —lo apartó—, ¿qué hay de Mikey...?

Keisuke suspiró, pasando su mano por su cabello.

—Sé lo de Mikey —dijo, aunque es un idiota, quiso decir—, pero...

¿Por cuánto tiempo tenemos que fingir?

La puerta se entreabrió haciendo que ellos se voltearan a ver, Haruki los miró con los ojos entrecerrados el uno al otro un momento y luego preguntó si estaba todo bien. Hanna asintió.

—Sí —dijo—, sólo... tuvimos un momento.

—Es hora de ir a dormir —murmuró la pelirroja, bostezando—, ambos.

—Bien, voy enseguida —Hanna forzó una sonrisa, Haruki se fue entonces y ella miró a Baji—. Kei.

—Lo siento, no quería que... 

En cada halloween, Keisuke sentía capaz de decirlo todo, quizá era el hecho de estar disfrazado que le daba un poder que el resto de los días no tenía. 

—¿Qué vamos a hacer?

Sí, de vez en cuando coqueteaba con ella y así, pero realmente no lo hacía siempre porque simplemente no era capaz de hacerlo. 

—Lo averiguaremos —afirmó ella, sonriendo—, el próximo halloween.

Keisuke sonrió entonces antes de volver a besarla, esta vez un poco más suave y largo, escuchando a Haruki decir que su madre lo había llamado y estaba esperando por él.

—¡Baji! —lo apartó entonces—. Se supone que sólo somos amigos.

—Sí... ¿Otro beso para reforzar la amistad?

—Eres imposible —soltó una risa mientras se apartaba.

Keisuke se despidió con un pequeño beso en la mejilla de la pelinegra antes de irse y Hanna se quedó sola ahí antes de ir con Emma.

—Emma...

Mikey sólo miró al techo de su cama sin saber qué hacer con lo que escuchó. ¿Por qué Hanna se dejó besar por Baji? ¿No era suya? Sí, él la rechazó, varias veces, pero... Era suya. ¿O no? Se pasó la mano por el cabello, sin comprenderlo. 

¿Qué debía hacer?

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31 de Octubre, 2003


Era un halloween terriblemente aburrido.

Sin las chicas de esa casa, todo luce gris —tarareaba Baji—, ¿qué sentido tiene Halloween?

El viento soplaba a través de las hojas, había un silencio eterno en aquella casa que era igual a como se sentían los Sano.

Shinichiro y Haruki se habían ido, Hanna no estaba con ellos...

El reloj se movía de un lado al otro incordiando a los chicos que estaban ahí sentados en la sala. 

—Bueno —apretó la mandíbula—, um...

Keisuke Baji estaba sentado con los codos apoyados en la mesa, mirando fijamente la taza de té medio vacía que tenía delante. Su pelo negro le caía sobre los ojos castaños, oscureciéndole la vista mientras recordaba los Halloweens de antaño, cuando la casa vivía entre risas y el sonido de la risita contagiosa de Hanna.

—Esto es realmente aburrido —musitó.

Ahora los únicos sonidos eran los ecos distantes de los niños que jugaban en la calle y los suspiros de Mikey, que estaba a su lado, sentado en una silla. 

—Hm —Mikey, de ahora catorce años, asintió mientras jugaba con un hilo suelto de su camisa—. Bastante aburrido.

Sus pensamientos eran un torbellino de recuerdos y añoranzas. Halloween siempre había sido su noche, el único momento del año en que los tres podían libres de todo, donde él podía hablar de sus sentimientos con Hanna sin problemas.

—Estamos igual —Emma suspiró.

Emma estaba sentada en silencio en un rincón, con el pelo rubio recogido en una coleta desordenada.

Sin Hanna, Halloween había perdido su magia.

—Están tocando la puerta —murmuró Mikey.

Emma sintió una punzada de culpabilidad por no poder llenar el vacío que Hanna había dejado en sus corazones, especialmente en los de Mikey y Baji.

—Es tu casa —masculló Baji, frunciendo el ceño levemente.

—Yo voy.

La rubia suspiró, parándose con lentitud para ir a ver quién era. Cuando la puerta se abrió vio a Draken con Mitsuya y Pahchin detrás.

—Hola —la saludó con una pequeña sonrisa—, Emma.

Emma parpadeó. 

—Hola —musitó, ligeramente avergonzada porque seguro se veía terrible—. Pa-pasen.

Los tres amigos sonrieron antes de ingresar, viendo a Mikey y Baji completamente desparramados en sus lugares. Los saludaron con desgano, los tres recién llegados se vieron entre ellos.

—¿Saben? —Mitsuya tomó la iniciativa—. Creo que... deberíamos hacer algo esta noche, por Hanna.

—Algo que Hanna hubiera amado —agregó Draken, con las manos en los bolsillos—. Que Shinichiro-kun y Haruki-neesan probablemente habrían amado igual.

Baji los miró, la idea sonó bien por un momento, sabían que no podrían revivir a ese par o traer a Hanna de vuelta del extranjero, pero quizá podrían encontrar una forma de mantenerlos con ellos, aunque fuera por una noche.

—¿Qué tienes en mente? —preguntó Emma a Mitsuya. 

—Podríamos visitar sus lugares favoritos —propuso—, como si estuviéramos yendo a pedir dulces junto a ellos. 

Mikey levantó la cabeza y una leve sonrisa se dibujó en sus labios. Había sido idea de la pelinegra salir a pedir caramelos todos los años, sin importar la edad que tuvieran, llegando al punto de hacer que su hermano mayor la siguiera también.

—Sí...

Hanna siempre había sido la encargada de organizar sus fechas especiales, fuesen cumpleaños, halloween o navidades así que la idea de volver sobre aquellos pasos le dio un poco de calor al frío vacío que sentía en su interior.

—Hagámoslo —dijo con una sonrisa.

Los cinco chicos se sonrieron brevemente y salieron entonces, cada punto que visitaron les trajo memorias.

—¿Haruchiyo?

—¿Hm? —el pelirosa vio a Baji—. Hola, Baji.

Y sólo le sonrió antes de irse rápido de ahí

—¿Qué demonios? —Baji frunció el ceño.

El konbini donde Hanna las había convencido una vez para que se compraran los disfraces una semana antes de la noche de brujas, la banca del parque donde habían compartido manzanas caramelizadas y el viejo árbol al que habían trepado juntos.

—Hanna realmente era como un gato —murmuró Baji mientras se trepaba con ellos—. Adoraba treparse en todo.

Inconscientemente se sonrojó al recordar las veces que se trepaban en el árbol cerca a su casa, incluyendo la vez en que casi se cae por culpa de él y terminaron en una situación comprometedora.

—¿Verdad? —se sonrieron.

—Es la vista para mí —murmuró Emma—, Hanna amaba subirse aquí para ver... esto.

Los niños jugando con sus disfraces, corriendo de un lado al otro mientras pedían dulces, las casas decoradas y demás. Emma sonrió mientras apoyaba su cabeza en el hombro de Mikey.

—La extraño tanto —murmuró.

Mikey asintió con sus ojos cristalizados y un nudo en su garganta. La pelinegra había instalado su presencia dentro de ellos tan sutilmente que era ahora, en medio de su ausencia, que se sentía realmente vacío todo sin ella.

—Yo también, Em.

Continuaron su camino entre bromas mientras recordaban momentos donde estaban todos juntos.

—¿Recuerdan cuando Haruki le ganó a Shinichiro en el juego de fuerza?

Draken soltó una risa.

—Oh.

Cuando llegaron al punto final, Baji y Mikey compartieron una mirada, el parque donde tantas veces jugaron con ella. Emma observó en silencio el columpio, si cerraba los ojos podía ver a Hanna ahí, balanceándose.

—Aquí...

Se quedaron parados en la entrada del parque, todos se quedaron en silencio un momento.

—Este halloween es...

—Sí —todos asintieron incluso si no terminó la frase.

No era lo mismo sin ellos.

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31 de Octubre, 2004


—Yo no sería la esposa —frunció el ceño—, ama de casa, de nadie. 

Hanna Yagami estaba sentada en posición mariposa en el cuarto, rodeada de todo el desastre que hicieron mientras se arreglaban, el pelinegro soltó una risa.

¿De verdad?

Debajo de ella, sentado en el suelo con ella en su regazo, estaba Keisuke Baji con una sonrisa traviesa y su mano bajo la camisa de la pelinegra. Hanna lo miró también.

—Quizá —terció.

Si era con Keisuke. 

Keisuke sonrió, besando su hombro descubierto, fue cuando la puerta del cuarto se abrió de golpe y vieron a la mayor asomándose.

—¿Qué están haciendo, pequeños engendros?

Baji sacó su mano de debajo de la camisa de la pelinegra más rápido que la luz.

—¡Nada! —Keisuke y ella alzaron las manos inmediatamente. 

—Mhmm...

La pelinegra sonrió como si ya supiera todo, avergonzándolos, no sería la primera vez que los encontraba en un momento comprometedor, pero seguía siendo algo vergonzoso, sólo un poco.

—Los chicos están afuera esperándolos —anunció con una sonrisa—. Asegúrense de ir rápido con ellos.

Ambos asintieron y tras intercambiar miradas se levantaron.

Ya ordenarían su cama al día siguiente.

Cuando salieron a la sala encontraron a Draken, Mikey, Emma junto a Mitsuya y Hakkai. 

—¡Feliz halloween! —gritó cuando vio a Emma.

Corrió a abrazarla enseguida.

—¡No puedo creer que vayamos a hacer esto de nuevo juntas! 

Los ojos de Emma brillaron con emoción mientras saltaban de la emoción porque finalmente estaba la época favorita de Hanna y ella estaba de nuevo con ellos.

—¡Lo sé —chilló—, han pasado siglos!

Hanna y Hakkai comenzaron a molestarse entre ellos mientras que Draken y Mitsuya hablaban, Mikey observó en silencio a sus amigos, feliz de que estuvieran juntos de nuevo este halloween. Aunque, miró de reojo a Baji, no pudiera estar feliz del todo.

—Agh —rodó los ojos al ver como Mikey y Baji peleaban por el tazón—, ustedes me van a matar.

Es como ver dos niños grandes jugando por la última galleta.

—Oh, vamos, nena —Keisuke la miró con una sonrisa—, sólo nos estamos divirtiendo.

Eran una pareja extraña, Keisuke y ella, a pesar de sus constantes discusiones, la tensión entre ellos era palpable.

—Sí —ella le dio un manotazo al apartar el plato—, excepto que alguien tiene que limpiar.

Ryoko Baji, la madre de Keisuke, salió de la cocina limpiándose las manos en un delantal.

—Muy bien, par de holgazanes, eso es suficiente —los miró fijamente—, van a arruinar sus disfraces antes de que siquiera lleguen a la fiesta.

Keisuke hizo un mohín, pero sabía que no debía discutir con Ryoko.

—Hanna —se giró a la menor—, ¿a quién le tocaba esta vez?

Ella era una fuerza a tener en cuenta, y tenía una manera de traer a todos de vuelta a la línea con sólo una mirada. La habitación se quedó en silencio mientras ella observaba la escena.

—Esta vez... Mitsuya está a cargo de lavar los platos —Hanna señaló al chico de cabellos lila que solo asintió—, Hakkai le ayuda.

—¿Ah?

—Ustedes siempre están juntos —le guiñó un ojo sonriente—de todos modos.

Hakkai levantó su mirada, como estaba la madre de Baji se abstuvo de cualquier comentario ofensivo, pero no de reclamar.

—Pero Taka-chan se encargó de hacernos estos increíbles disfraces —protestó—. No es justo.

—Ya ves como son las reuniones aquí —sonrió con sarcasmo—, ahora, terminen eso rápido para irnos.

Emma los miró con una sonrisa.

—¿No les gustaría —miró a Hanna—, ir por dulces antes de la fiesta?

—¡Sí! —los ojos grises brillaron enseguida—. ¡Vamos por dulces antes de la fiesta!

Mitsuya arrugó la nariz.

—¿No estamos muy grandes para esto?

—¡Nunca se es muy grande para dulces gratis —gritó Hanna—, Mitsu! 

Los chicos intercambiaron miradas entre ellos con una sonrisa antes de asentir. 

—Muy bien —Mikey sonrió—, vamos a hacerlo entonces.

—Los esperamos en la sala —Hanna se fue a sentar, pero Baji la interceptó—. ¡Kei!

—Ven aquí —se sentó y la jaló hacia él—. Mi sexy demonio.

Así fue como Hanna y Keisuke se sentaron en el sofá, uno encima del otro.

—Idiota.

—¿Hah? —le mordió el hombro mientras la abrazaba por la espalda—. No me llames idiota, idiota.

Ella era un demonio aunque le faltaba ponerse la diadema, y él un ángel con unas alas falsas que, sospechosamente, parecían sacadas de una caja de adornos navideños olvidada.

—¡Miren esto! —Manjiro Sano, el menos dramático, flexionó sus músculos—. ¡Reverencien, simples mortales, al rey del infierno!

—¿De nuevo? —Emma rodó los ojos con una sonrisa—. Creo que ya te habías disfrazado de diablito.

—No, no, es que esta vez es el rey —se burló Draken, acomodándose las vendas blancas que estaba usando para completar su look de momias—. No un simple diablillo.

Ryoko se acercó a Hanna, con una sonrisa cómplice en el rostro.

—Keisuke y tú hacen el par más gracioso —le entregó los cuernos para completar su disfraz—, incluso si se vuelven locos el uno al otro en realidad.

—Ryoko-san, sigue haciendo bromas —Hanna achicó los ojos—, y te voy a hacer abuela.

—Me apunto a esa —Keisuke sonrió descaradamente, ambas se giraron a verlo—. ¿Qué?

Ella no pudo evitar sonrojarse.

—Eres un idiota.

—¡¿Hah —Keisuke la apretó contra él y la mordió en el hombro—, a quien le dices idiota, idiota?!

Ya llevaban un tiempo viviendo juntos, y era evidente para todos que su relación había pasado de ser sólo amigos a algo más, unos cuantos meses atrás se habían enterado de una forma capciosa pero aún era impresionante de ver su relación.

—Son como una pareja de ancianos —se burló la mayor—, siempre peleando, pero inseparables.

—Ryoko-san —Hanna soltó un quejido—, lo estás haciendo incómodo.

—Todos lo pensaron —miró a los amigos de ese par—, pero yo lo dije.

Mikey miró a sus amigos, sintiendo una punzada de algo desagradable en el pecho, llevaba algo de tiempo que le estaba pasando.

Odio verla feliz...

Si no es conmigo...

¿Por qué es feliz con alguien más?

Se alegraba por Baji, de verdad, pero era difícil no sentirse un poco excluido de su dinámica. La oscuridad a veces tocaba su puerta. Sin embargo, se encogió de hombros y puso buena cara.

Halloween era para divertirse, no para hablar de su amor no correspondido.

Mitsuya, con su disfraz de bruja, miró a Hakkai, que seguía revisando su atuendo de aprendiz de brujo. Ya habían lavado la poca loza que había sucia y vuelto con ellos.

—Vas a tener que ser cuidadoso con esos hechizos esta noche —lo molestó, acariciando su mano levemente—, no querrás que alguien se enamore de ti hoy. ¿O sí?

El rostro de Hakkai se tornó completamente rojo.

—Ya lo rompiste —Hanna se soltó a reír—, Mitsu.

—¡Cállate! —se quejó el peliazul—. Y a ti, ¿quién te puso los cuernos?

Hanna chasqueó la lengua.

—Ven aquí, Hakkai —sonrió con los ojos cerrados—, no te voy a hacer nada.

—¡No, ya conozco como se pone eso!

Comenzaron a hablar de las peleas de la pandilla, el aire se hizo frío a medida que hablaban. Hanna escuchaba con una sonrisa al igual que Emma.

—No nos pongamos tan sentimentales —Mitsuya sonrió y golpeó a Baji en la espalda—. ¡Tenemos una fiesta a la que colarnos!

—¿Colarnos? —sonrió, acercando a Hanna hacia él—. Creí que estábamos invitados.

Hanna puso los ojos en blanco, pero no protestó cuando él le rodeó la cintura con un brazo. 

—Baji —Mitsuya sonrió—, no le quites la diversión a la vuelta.

Se habían convertido en una imagen familiar en el barrio, el ángel y el demonio que no podían mantener las manos quietas.

—Hmph —Hanna sonrió—, sólo digan dulce o truco.

Era como si sus trajes fueran un reflejo de su tumultuosa relación, llena de peleas apasionadas y reconciliaciones igualmente apasionadas.

—Ustedes no pueden mantener sus manos fuera del otro —Mikey miró a Draken cuando este se quejó—, ¿verdad?

—¡Ey, es Halloween! —exclamó, ajustando su halo con la mano mientras miraba a Hanna, coqueto—. Un tiempo de amor y... otras cosas.

—¿Otras cosas...? —Hakkai repitió—. ¿Qué otras cosas?

—Ya saben, pelear —bromeó Emma, tratando de aligerar el ambiente—, por dulces.

Mikey miraba a Hanna en silencio.

—O pelear con los fantasmas —Mitsuya soltó una risa.

—Hablando de peleas —Draken se volteó a ver a Baji—. ¿Qué pasa contigo hoy?

Keisuke lo miró con el ceño ligeramente fruncido.

—¿Qué pasa de qué?

—Estás todo... osito cariñosito —sonrió burlón—, como si estuvieras audicionando para una telenovela.

La sala estalló en carcajadas, incluso Keisuke no pudo evitar reírse.

Sí, quizá estoy actuando raro.

¿Pero pueden culparme?

Estoy feliz.

Era cierto que estaba actuando levemente fuera de su personaje, pero el hecho de tener a Hanna tan cerca, vestida como su contraparte diabólica, sacaba a relucir una parte de sí que no solía mostrar a menudo frente a ellos.

—Bueno, ya saben lo que dicen —sonrió—, los opuestos se atraen.

—Y vaya que somos opuestos —murmuró Hanna, sarcástica, mientras se acomodaba los cuernos en la cabeza—, mi amor.

¨Mi amor¨ Mikey apretó la mandíbula, era la primera vez que la oía llamarlo así. Las bromas continuaron mientras todos se amontonaban en el salón, con el aire cargado de expectación.

—¡Sí! Luego este par...

Ryoko entró y recorrió la habitación con la mirada.

—Keisuke Baji.

Notó a Keisuke con Hanna sentada sobre sus piernas y su mentón apoyado en los hombros de su novia, su expresión se volvió severa cuando notó como la mano de Baji descansaba cerca a su pecho, dentro de la blusa de la menor.

—¿Qué es esto?

El cuarto se quedó en silencio y Keisuke tragó fuerte al darse cuenta de su pequeño error. Estaba tan acostumbrado a mantener el contacto piel con piel que a veces olvidaba que eso era así.

—Mamá, sólo esta-

—Sé lo que están haciendo —lo interrumpió—, pero tenemos visitas y espero que se comporten.

Hanna sintió el calor subir a sus mejillas mientras se alejaba de Keisuke, sacando su mano de su camisa. Ya les habían pillado antes, pero nunca delante de toda la pandilla, se levantó entonces.

—¿Dónde tenías tu mano, Baji?

Ninguno se había dado cuenta hasta ese momento, pero Draken y Mitsuya aprovecharon para burlarse mientras Mikey fruncía el ceño, tratando de mantenerse sereno para no caer en la locura. 

—Este —carraspeó—, ya va siendo hora de irnos a pedir dulces, ¿no es verdad?

Emma asintió.

—Volveremos más tarde —le sonrió nerviosa a la mayor—, cuando la fiesta acabe.

—Más te vale comportarte, señorita —advirtió—, nada de cosas raras.

—Define cosas raras.

Keisuke sonrió, alzando una ceja a su madre.

—Sabes exactamente a lo que me refiero —lo señaló con el dedo—, jovencito.

Los ojos de Ryoko brillaban de alegría, pero había una firmeza en su voz que no dejaba lugar a debate.

—Si me doy cuenta que se escaparon solos otra vez —los señaló—, será el último halloween que pasen sin supervisión de un adulto.

¨¿Otra vez?¨ Mikey frunció el ceño.

—No nos vamos a escapar, ya hemos crecido —Hanna aseguró—, ¿verdad?

El grupo se vieron entre ellos. Hakkai y Mikey sin entender, Emma fingiendo que no sabía nada, mientras Mitsuya y Draken intercambiaban miradas cómplices.

—Sí —Keisuke asintió.

Ese par ya habían visto antes (todo el tiempo que les conocían) el comportamiento coqueto de Keisuke y Hanna, pero la tensión entre ellos seguía siendo como un cable de alta tensión.

Uno destinado a romperse en algún momento.

—No te preocupes, Ryoko-san —Mitsuya afirmó—. Los mantendremos en línea.

—Confiaré en ustedes —afirmó—. Ahora vayan y no causen problemas.

—Imposible —se rieron Mikey y Draken.

—¡Keisuke, usen condones por el amor de Dios —agregó cuando los vio salir de la sala—, no quiero ser abuela todavía!

—¡A mí me parece que si quieres! —Hanna la miró con una sonrisa—. ¡Sigues y sigues!

—¡Mamá, Hanna! —sus mejillas se tornaron rojas—. ¡No en frente de todos!

—Oh, no seas tímido —Hanna lo codeó entre risas—, Kei-chan.

La sala estalló en carcajadas, e incluso Mitsuya tuvo que ocultar su risita detrás de una mano. Draken sonrió satisfecho.

—Es raro ver a Baji así —se burló—. Está completamente rojo.

Keisuke lanzó a su novia una mirada, mitad avergonzado y mitad divertido.

—Estás disfrutando demasiado con esto —murmuró a Hanna.

Hanna no pudo evitar una sonrisa.

—Es adorable —dijo, acercándose a él para jalarle un mechón de cabello y besarlo—. El gran Keisuke Baji, arrodillado por amor.

Las bromas continuaron mientras salían de la casa y se adentraban en la fresca noche de octubre. En el vecindario ya se oían risas y algún que otro grito provocado por un susto bien ejecutado.

—Tú sabes...

Keisuke sintió que el corazón se le aceleraba al ver a Hanna disfrazada de demonio. Sabía que no era su intención, pero parecía increíblemente tentadora. No pudo resistirse a inclinarse y susurrarle al oído.

—Ángeles y demonios son enemigos naturales —murmuró.

—Pero los opuestos se atraen —los ojos grises brillaban con travesura.

Mikey, incapaz de ignorar la tensión que habían entre ellos, se puso frente a Baji.

—Ya basta —su voz fue tensa—, o te convertiré en un demonio a ti también.

No era un secreto para nadie que Mikey seguía enamorado de Hana, la vista de ellos dos se sentía como un cuchillo en su garganta, siempre. Era un desastre y eso había hecho que su relación con Baji se tambaleara.

—Ey.

Draken y Mitsuya siempre se encargaban de aligerar el ambiente.

—Esta noche es para divertirnos.

—Nada de peleas, Mikey —Draken lo abrazó por los hombros—. Esta noche vamos a divertirnos.

Mikey asintió, de mala gana, sin apartar los ojos de los de Hanna. Ella apartó la mirada, sintiéndose culpable por el dolor que le estaba causando, acercándose a Emma entonces para hablar con ella.

—¡Baji, apúrate —le gritó Mitsuya—, no tenemos toda la noche!

Mientras se acercaron a la primera casa, notaron a unos chicos pidiendo dulces.

—¡Dulce o truco!

Draken saltó de repente, asustando a un grupo de niños vestidos de Power Rangers.

—A la verga —se burló Baji—, un power ranger. 

—Les has dado un susto de muerte —se burló Hanna mientras los veía correr—, hermano.

No pudo evitar sentir algo de nostalgia mientras caminaban.

Ellos estaban creciendo, pero actuaban como grandes.

—¿Sabes? —Keisuke pasó su brazo alrededor de su cintura para acercarla a él—. Siempre has sido la mala influencia en mi hombro, Yagami.

—Y eso siempre te ha gustado —le dedicó una sonrisa traviesa—, Baji.

La noche estaba llena de risas y bromas, de esas que vienen de un grupo de amigos que se conocen por años. Mientras se acercaban a la casa final, Hanna arrugó la nariz.

—Ustedes sigan adelante —murmuró, echándole un vistazo a la casa—, voy enseguida.

Todos la miraron algo confundidos, pero asintieron. Hanna se acercó a tocar la puerta y antes de que pudiera hacerlo, la puerta se abrió sola. Soltó un quejido cuando chocó con alguien.

—Bienvenida —la voz se le hizo conocida así que parpadeó—, Hanna-san.

Chifuyu Matsuno, disfrazado de vampiro, le dedicó una sonrisa.

—Te estaba esperando —murmuró.

Hanna alzó una ceja, su corazón dio un sobresalto cuando la puerta se cerró detrás de ella.

—¿Qué...?

—Llegas tarde —Pahchin se asomó con una sonrisa, acariciando un peluche.

—¿Qué eres? —se burló al verlo así—. ¿El padrino? ¿Qué está pasando?

—Una pequeña sorpresa —se alzó de hombros el castaño detrás de Pahchin—. ¿Qué tal?

—Queríamos sorprenderte —murmuró Chifuyu—, aunque no luces demasiado sorprendida.

—¿Qué onda con la forma tan creepy de hacerlo? —miró a un lado.

—Es parte de la diversión —sonrió Pahchin.

—¿Y esta casa es de...?

—Su papá nos la rentó —explicó Peh—. Tú...

Hubo un pequeño silencio de repente y las luces se apagaron haciendo que Hanna alzara la ceja.

—¡Sorpresa!

Hakkai gritó detrás de ella justo cuando las luces regresaron a estar encendidas.

—¡Idiota! —lo golpeó con el codo sin querer—. ¡Mira eso, jirafa!

—¡¿A quién le dices jirafa, puerca?!

—Ustedes dos —Mitsuya se acercó detrás de ella y jaló a Hakkai lejos de ella—. De verdad no podemos quitarles los ojos de encima un momento.

—A dos metros de mi chica, Hakkai.

Baji abrazó a Hanna por la espalda mientras miraba a Hakkai.

—Te juro que soy gay —afirmó—, si ella fuera la última mujer del mundo.

—Incluso si no lo soy —Hanna se burló—, ya lo eres.

—¡Oye!

El grupo crecía en número a medida que avanzaba la noche. Sin embargo, en medio de los disfraces y los dulces, la tensión tácita entre Hanna y Mikey permanecía, una fuerza palpable que ni siquiera la más extravagante de las decoraciones de Halloween podía eclipsar.

—¡Booo!

Mikey apretó la mandíbula un momento en que sus ojos chocaron mientras continuaban su camino, la forma en la que se veía junto a Baji lo tenía aterrado.

Incluso si ya llevaran meses sabiendo de su relación, no era fácil.

—¡No! —Hanna soltó una risa mientras se dejaba caer al suelo—. ¡Hakkai, te voy a matar!

Es decir, siempre supo que Hanna también quería a Baji, pero verla ser feliz junto a él era un dolor completamente diferente. La había tenido tan cerca y la perdió por idiota.

—¡Ja! 

Baji realmente había conquistado a su mundo en cuestión de segundos.

—¡Ven aquí!

Cuando él había esperado, quizá muy inocentemente, que Hanna lo esperaría para siempre hasta que se decidiera finalmente por ella. Miró al cielo un momento mientras sonreía tratando de ocultar su dolor.

—¡Atrápame si puedes —le sacó la lengua, corriendo y Hanna fue a perseguirlo—, tonta!

Luego de ser atrapado por la pelinegra, Hakkai estaba sentado en el medio de Emma y Hanna en una esquina de aquella casa mientras los demás chicos molestaban a los menores.

—Y bueno —Hanna movió sus pies—. Hakkai.

Draken y Mitsuya disfrutaban de hacer travesuras junto a Mikey, Hanna notó la forma en la que se sonrojaba cada vez que veía a Mitsuya.

—¿Sabes? Si no le dices como te sientes —lo miró de reojo—, terminarás arrepintiéndote toda la vida.

—¿De qué estás hablando?

El peliazul se cruzó sus brazos.

—Hakka —ella bajó su voz—, sabes perfectamente a lo que me refiero.

Hakkai suspiró.

—Es complicado —vio a Mitsuya asustando a otro grupo de niños.

—¿Complicado?

—Si fuera mujer —la miró—, ¿crees que le gustaría?

—Ey, cállate —lo golpeó en la nuca—, no digas eso. No necesitas ser mujer para gustarle.

Hakkai la miró, sosteniéndose donde la golpeó, con el ceño fruncido.

—Él te debe amar por quién eres, ¿sabes? —le sonrió—. Si no, no valdría la pena.

—Per-

—Mitsuya te quiere —aseguró—, son perfectos el uno para el otro, sólo están igual de estúpidos.

Emma al ver las caras largas, negó con la cabeza.

—No nos pongamos tan serios —les aplaudió—. ¡Tenemos una fiesta a la cual ir!

Hanna vio a Keisuke hablando con Chifuyu y sonrió.

—Luces bastante distraída.

Pahchin y Pehyan estaban hablando también mientras caminaban de vuelta a la casa Baji donde habían dejado las motos para ir a la fiesta.

—Son las voces —murmuró, negando con la cabeza—, siento que nos está vigilando.

—Todo el tiempo —Emma suspiró—. ¿Estará cerca?

Sus ojos chocaron con los de Mikey de nuevo y apretó la mandíbula.

—¿Estás bien?

Emma la agarró del brazo.

—Sí —se rascó la mejilla—, sólo algo cansada, supongo.

Emma estudió su reacción un momento antes de suspirar.

—Ustedes han estado jugando este juego por años —miró a Mikey—. Es como ver un mal remake de una película vieja.

—¿Qué juego?

—El siriri y el sarara —se metió un dulce a la boca—, es aburrido de ver, para ser honesta.

—No es así.

Hanna arrugó la nariz, metiéndose un bombón a la boca también.

—Si tu lo dices —su sonrisa era cómplice—. ¿Qué harán más tarde Baji y tú?

—Ya sabes que haremos —apartó la mirada sonrojada—, ¿por qué me preguntas eso?

—Porque es divertido ver como te sonrojas —soltó una risita—. La poderosa Whitesnake se derrite de amor por el capitán de la primera división de la Toman.

—¡Shh!

Cuando llegaron a la casa todos se sonrieron entre ellos mientras se acomodaban en sus motos para empezar el camino. Hanna iba detrás de Baji en la moto y Mikey decidió llevar a Emma él mismo.

—¿Cuánto tiempo me tomará cogerte?

—Baji, ya cállate —se quejó—. Aún ni empieza la fiesta.

—Sólo decía...

A medida que se acercaban a la fiesta la música se escuchaba más fuerte y el olor a alcohol llegaba a sus narices.

—No te vayas a emborrachar —murmuró—, te pones muy...

—¿Muy qué?

—Muy caliente —se quejó—, pero muy mala al ver los rostros.

—Entonces sólo tienes que llevarme a alguna habitación —susurró en su oído—, y no dejarme salir.

—Hecho —aparcó la moto con una sonrisa.

Era la fiesta a la que los gemelos Kawata los habían invitado, generalmente estos siempre los invitaban a fiestas así, usualmente Hanna y Baji eran los que más iban por una razón.

Hanna amaba las fiestas.

Y como él la amaba a ella, siempre quería verla feliz. Keisuke tomó la mano de la pelinegra y le sonrió.

Eran un poco locas, pero la pasaban bien.

—Vamos a hacer un par de buenas memorias —murmuró en su oído.

La fiesta estaba en pleno apogeo y enseguida se vieron envueltos en un torbellino de saludos y risas.

—¡Miren eso!

Los gemelos se acercaron a ellos.

—¡Ya llegaron!

—¡No! Enviamos nuestra energía antes que nosotros —bromeó Hanna—, aún seguimos unas casas atrás.

—Graciosa y preciosa —Smiley se soltó a reír mientras la abrazaba—, ¿qué más se le puede pedir a la vida? 

—No toques mucho, Smiley —Baji le dio un manotazo—, es mía. 

—Ay —rodó los ojos—, no seas celoso, Baji.

Angry sólo ocultó una sonrisa.

—¿Qué hay, Mitsuya?

Emma se mantuvo del lado de Draken, quien se encargaría de cuidarla, no sólo de posibles problemas sino también de posibles pretendientes, bajo la excusa de que esa noche Hanna no le prestaría mucha atención y Mikey era, pues... Mikey.

—Ven —Hanna jaló a Baji—, vamos a bailar, Kei.

—Bien —la siguió a la pista de baile sin decir nada más.

Bailaron y jugaron, olvidando la tensión de su conversación anterior en la bruma de disfraces y energía azucarada. 

Bailando ella me hipnotiza —susurraba la canción—. Del cuello me agarra... No rompas mi camisa, por favor.

Hanna soltó una risa.

Na, na, na...

Pero cada vez que Hanna miraba a Mikey, podía ver la tristeza en sus ojos.

—¿Esto es alcohol? —se burló cuando Smiley le tendió un vaso.

—¿Quién sabe...?

—¡Smiley! 

—¿Tu mamá se enoja? —preguntó sincero.

Precaución, que llegaron los perros salvajes

—Hm —miró a la pelinegra—, no tomes mucho. 

—Bueno —eso dijo.

Pero la perra seguía y seguía.

—Kei —ronroneó en sus brazos—. Vamos a la cama.

—Está un poco lejos —miró de reojo a los chicos—, ¿o me estás invitando otra cosa...?

—¿Huh?

Hanna chocó su mirada con Mikey.

Ah, es cierto Mikey...

Mikey trataba de ocultarlo, de portarse bien, pero ella le conocía demasiado bien. Estaba dolido y era por su culpa. Decidió hablar con él más tarde, explicarle las cosas y, con suerte, suavizarlas. Por el momento, iba a disfrutar de Halloween con Keisuke y sus amigos.

.

Tres traguitos misteriosos más tarde

.

—Cuando acabe contigo, monstruo —Hanna estaba borracha—, desearás no haber nacidooooo

Y cantando mientras peleaba con Hakkai porque sí, el peliazul sólo esquivaba sus golpes a duras penas, todos se soltaron a reír.

—Ya, ya, vamos a pelear tú y yo —Mitsuya se metió cuando ella le atinó un golpe a Hakkai—. ¿Sí?

Hanna frunció el ceño.

—No, no podemos pelear tú y yo —miró a todos—, porque... 

Piensa en una excusa.

—Uno de nuestros amigos —chasqueó los dedos—, se desmayó.

Una puta genia soy.

—¿En serio —Hakkai la miró, confundido—, quién?

—Tú —le noqueó por la nuca y soltó a reírse cuando Mitsuya agarró a Hakkai—. Oops.

—Ya tomaste suficiente —Keisuke le arrebató el vaso cuando vio sus intenciones de seguir molestándolos—. Ya verás cuando estemos en la casa, señorita.

Yes, daddy —ella le tocó la mejilla con una sonrisa coqueta—: Sí, papi.

Keisuke.exe is not working.

Todos se echaron a reír al verlo sonrojarse violentamente.

—Hanna —apretó la mandíbula y se acercó a su oído—, de verdad quieres que te folle, ¿no?

—¿Huh?

Smiley se acercó a Hanna mientras le recriminaba que necesitaba seguir bebiendo con él.

No podía perder a su mejor competidora.

—Smiley —le tocó la cara—. No le rompas el corazón a nadie, nin...guno de usted...es.

Los gemelos Kawata ladearon la cabeza al mismo tiempo ante esto.

—¿Por qué me dices eso? —sonreía más grande—. ¿Tengo cara de rompecorazones?

—No lo creo —Angry negó—, hermano... O quizá sí.

—¿Hah? —se volteó a verlo, ofendido.

Angry sólo se encogió de hombros.

—Es porque corazón sólo tienen uno —comentó Hanna en voz alta—, en cambio... 

Mikey la volteó a ver algo, ya confundido porque no entendía a donde quería llegar con eso.

—Tienen doscientos y seis huesos —señaló hacia arriba—, o algo así dijo la profe.

Draken parpadeó.

—¿Qué...?

—A veces me da miedo —murmuró Chifuyu, confundido—, en serio.

—Ya somos dos —Hakkai afirmó, tocándose la cabeza—, esa cosa me caga en las patas.

—Y está borracha —fue lo que dijo Smiley, sonriendo—, no quieren saber cómo piensa sobria.

Keisuke cargó a Hanna como un costal de papas esta vez para sacarla de ahí, argumentando que necesitaba algo de aire fresco para que se le bajara algo el alcohol.

—Kei —Hanna comenzó a mover sus pies—, ¿a dónde vamos?

—Afuera.

—¿A la cama?

—¿Estás tratando de seducirme? —pujó—. Vamos a tomar aire fresco.

—¿Entonces no vamos a la cama?

—Hanna, ¿no creas que decirme eso es como una invitación a follarte?

Hanna se acurrucó más cerca de Keisuke, sus alas de ángel ondeaban al viento que se filtraba por las ventanas de la casa.

—Porque funcionó —afirmó—. Ven aquí, mi nena.

Subieron a una de las habitaciones del segundo piso y la bajó tras echarle seguro.

—¿Y bien? —se aflojó la camisa con una sonrisa—. ¿No querías ir a la cama?

Hanna se tambaleó hacia él con una sonrisa antes de besarlo, Baji la cargó,a lo que Hanna apretó sus piernas contra su cintura.

—Tú lo pediste —le recordó.

.

(No había presupuesto para la escena así que...)

.

Ese par estuvo un largo rato más en lo suyo antes de volver con los demás.

—Oi, Baji, ¿dónde estaban? —Draken se acercó a él cuando lo vio—. ¿Y Hanna?

—Por all-

Hanna se había escabullido a donde estaban poniendo la música y colocó la canción más perfecta para la ocasión.

—¡Wey —Emma le gritó—, mi canción! 

Ambas se jalaron hacia la pista de baile y comenzaron a bailar pegadas.

—¡Mueve esas caderas, Yagami!

♪A ella le gusta la gasolina

—¡Tú igual!

Baji observó a su chica mientras le daba un sorbo a su bebida, Smiley, que fue a su lado, se estaba burlando de él.

—Tu novia es realmente...

—¿Realmente qué?

—De otro mundo —sonrió burlón—. Cuídala, Baji.

♪Dale más gasolina

—Descuida, la cuido también que será mía toda la vida —aseguró—. Tanto que si llegara a morir antes que ella, jamás me olvidará.

—Qué humildad —soltó una risa—, se te pegó lo de Hanna.

Hanna lo volteó a ver a mitad de la canción y le movió la mano, señalándole que fuera a bailar con él.

—Ah, mi nena me está llamando —Baji sonrió, dejando su bebida en manos de Smiley y parándose para bailar con ella—. Sóstenme aquí, Smiley.

—Sí, sí.

Mikey apretó la mandíbula cuando los vio bailar.

—¿Quién mierda puso esa canción? —gritó Draken.

Baji lo volteó a ver mientras bailaba con ella.

—Yo fui —Hanna se cruzó de brazos—. ¿Qué vas a hacer al respecto?

♪Tú me debes algo y lo sabes

—Nada —Draken miró a Smiley—, ¿tú no te estabas quejando?

—¡Quieres ver que si!

Hanna se separó de Baji entonces y se acercó a Smiley con el ceño fruncido, este sonrió.

—¡Quieres ver que no!

—¡Me vale ver-!

Ambos comenzaron a pelearse entre ellos como broma, Angry parpadeó y miró a Baji.

♪Nadie tira mejor que yo

Incluso la música se ponía intensa.

—Bueno —Mikey se acercó a ellos al verlos pelear un poco más en serio—, ya paren ustedes dos.

Cuando Smiley y ella peleaban era interminable.

—Bueno.

Primero se quedaban dormidos antes que alguna ganara.

Ambos se soltaron y Hanna lo miró con los ojos entrecerrados.

—¿Pero me lo dices como jefe o como amigo?

—Como amigo —rodó los ojos con una pequeña sonrisa.

El peliazul que estaba junto a Mitsuya y Chifuyu sólo pensaba cómo era de explosiva que se peleaba no sólo con él sino con uno de los capitanes de la Toman y aún así lucía como si nada.

—Yo no le tengo miedo a nada —Hakkai miró a Hanna—, pero esa cosa... De verdad que me aterra hasta las patas.

—¿Quieres que te golpee, Hakkai?

—¡¿Qué pasó con lo de que vencías a las personas con las palabras?!

Entre más bromas y risas, los chicos de la Toman, Emma y Hanna comenzaron a disfrutar de la noche. Hanna sacó a bailar a los chicos, a todos, incluyendo a Mikey.

—Hanna.

Mikey miró al techo cuando comenzó a sonar ¨Salió el sol¨ y aún no se había podido librar de ella.

—Linda rubia, no seas aguafiestas —Hanna se quejó—. ¡Sólo baila conmigo, Emma!

El rubio apretó la mandíbula cuando la vio moverse. 

¿Qué clase de prueba divina es esta, Dios?

Gruñó cuando la pelinegra se acercó a ella mientras le decía lo lindos que eran sus ojos miel (nótese que los ojos de Mikey son negros) y lo llamaba por el nombre de su hermana. 

Está tan borracha...

—¿Recuerdas eso que hiciste hace un momento?

—¿Hablas de esto?

Hanna volvió a mover sus caderas al ritmo de la canción.

—Sí —gimió—, más de eso. 

Y yo quiero saber como es que baila la muñeca

—Vamos, Emy —Hanna soltó una risa mientras se iba hacia adelante—, muévete más.

Mikey la agarró para que no se fuese a caer pero ella seguía bailando y tuvo que mirar al techo otra vez, rezando un poco porque Hanna recobrara la lucidez y se apartara o porque alguien la apartara de él.

Antes de que cometiera una locura. 

—Joder —masculló—, Hanna... detente, por favor.

Emma, que estaba hablando con Draken en una esquina, se quedó boquiabierta al ver a su hermano bailando.

♪Baila sexy con la mano en la cabeza

—Ejem.

Baji se puso detrás de ella mientras bailaba y miró a Mikey, ambos se vieron en silencio, pero Hanna seguía bailando como si nada. 

—Soy un sandwich de nuevo —Hanna soltó una risa, moviendo sus caderas contra Baji, sus ojos se fijaron en los de Mikey, quien sonrió—. La costumbre del halloween, huh. Sólo que esta vez es Emma-chan juju.

¿Dos sexys rostros bailando reggaetón con ella?

La verdadera lotería se sacó, era una lástima que no pudiera enfocar bien su vista en su mejor amiga. Sintió las manos de Baji apretar sus caderas por lo que recostó su espalda en el pecho del mayor con una sonrisa de ojos cerrados.

—Mi nena.

Mikey la observó, la forma en que se acercaba a él, con los labios entreabiertos y la mirada perdida mientras bailaba de esa forma, lo estaba volviendo loco.

Pero no le disgustaba nada.

—Está haciendo calor —gimió—, Baji, quítame la ropa.

Mikey frunció el ceño cuando su corazón latió fuerte. La pelinegra frente a él tomó las manos de su novio y las llevó a su pecho logrando que los ojos negros fueran a esa zona, inconscientemente. 

—Hanna, estás ebria —Keisuke le mordió el hombro cuando ella se iba hacia los lados—, vas a incomodar a Mikey así.

—¿Um...?

Hanna dejó de ver a Baji con los ojos desorbitados para fruncir el ceño.

—¿Por qué voy a incomodar a Mikey? —Hanna se volteó entonces y parpadeó al ver a Mikey al frente—. ¡¿Mikey?! 

¿No era Emma?

De repente se sintió completamente sobria y salió corriendo, Baji miró a Mikey antes de ir tras ella.

—Ah, mierda —hizo una mueca—. Hanna...

Cuando la encontró estaba llorando en una esquina, Keisuke suspiró, eso era lo que pasaba por dejarla tomar cuando sabía bien cómo era.

La última vez besó a Hakkai pensando que era... Ah, mejor no pensar en eso.

No eran novios para ese tiempo pero no podía evitar sentirse celoso cuando escuchaba sus historias. Sí, ella había hecho eso por dinero y él no la juzgaba, pero a veces los celos ganaban.

—Ven aquí, mi amor.

Se agachó en frente de ella y le acarició las piernas.

—Perdón —hipó—, no sé lo que estaba pensando.

—No estabas pensando.

—Sí, no estaba pensando —sollozó, tapándose el rostro con las manos—. No era mi intención, te juro que pensé que era Emma con quien yo...

Hanna borracha era... un dolor de cabeza.

—Lo sé —se sentó a su lado—, ven aquí —la jaló hasta que ella quedó encima de él y la besó.

Le costó un poco pero luego de asegurarle que todo estaba bien, Hanna finalmente se calmó, ambos estaban disfrutando de su compañía entre besos suaves y apasionados.

—¿Qué demo-?

Y todo estaba perfectamente hasta que de un momento al otro, todo se salió de control y alguien lanzó el primer golpe ahí. La música se apagó de repente.

Estaba claro que este Halloween iba a ser uno que nunca olvidarían.

Keisuke sintió que el ambiente cambiaba a medida que la sala se alborotaba, agarró con más fuerza a Hanna y se inclinó para susurrarle al oído. 

—Salgamos de aquí —su voz sonaba urgente.

—Pero aún tenemos tiempo —se quejó ella—. Yo...

—No me gusta la vibra aquí —escaneó el lugar con la mirada—, algo anda mal.

Antes de que pudiera responder, estalló una pelea en aquel salón. Empezó con algo pequeño, pero rápidamente se convirtió en una pelea en toda la regla. Se tiraron sillas y se rompieron disfraces. La pandilla se miró, con una mezcla de sorpresa y excitación en sus rostros.

—Bueno...

Mitsuya parpadeó ante los chicos de otra pandilla random de repente declarando la ¨guerra¨ contra la Toman en plena fiesta de halloween.

—Esto es para lo que vivimos —sonrió, crujiéndose los nudillos—. ¿No?

—No exactamente —Hakkai sonrió—, pero parece que esta noche usaremos los puños.

Entraron en acción, separando a los luchadores y repartiendo golpes. Hanna no pudo evitar reírse al ver a Mitsuya intentando contener a un ¨hombre lobo¨ enloquecido.

Era un caos, pero era su tipo de caos.

Incluso en medio de aquel random pandemónium, los ojos de Keisuke nunca dejaban de mirar a Hanna. 

—Bueno, cariño —Hanna se recogió el cabello en una coleta alta y lo miró—. ¿Dulce o truco?

—Truco —sonrió, recogiéndose su propio cabello también—, y un beso. 

Ambos se dieron un pequeño beso antes de separarse.

—Qué mujer —silbó al verla golpear a un tipo.

La vio moverse por la habitación con elegancia, con sus cuernos de demonio inclinándose cómicamente al esquivar un puñetazo.

—Y es mía —sonrió, golpeando él a otro—. ¿Debería darle flores porque sí? Hace como un mes que no le doy. ¿Tú qué opinas?

El tipo al que estaba golpeando frunció el ceño sin comprender.

—Olvídalo, tienes cara de que ni novia tienes —lo pateó lejos—. No me disculparé si eso te hirió.

Hanna, en sus ojos, era fogosa y feroz, como el demonio del que iba disfrazada, pero había algo en ella que le hacía sentir que era la mujer de su vida. La mujer a la que quería entregarle todo.

Ella definitivamente es...

La única mujer para mí...

En todo este mundo.

—Emma —la rubia asintió, viéndolo echar a correr—, quédate con Kenchin.

Cuando por fin terminó la pelea, los asistentes a la fiesta eran una pila de moratones y bebidas derramadas.

Uff —Hanna se sentó en las piernas de su novio a tomar aire—, se me... quedó... ya sabes...

—Ah, mierda —Keisuke había olvidado su inhalador por completo—, descuida, cariño. Respira.

La tensión entre ellos era palpable, habían peleado codo a codo y eso los había excitado mucho.

—Tienes que respirar —le susurró al oído—, aún tenemos algo pendiente en casa.

—¿Ah, sí? —alzó la mirada coqueta—. ¿Qué es ese algo, huh?

Mitsuya los miró con una sonrisa cómplice.

—Ustedes dos se van a liar en cualquier momento —los molestó—, o ahora mismo.

El grupo, que salió victorioso por supuesto, estalló en risas, rompiendo la tensión.

—No vamos a hacer nada —Keisuke rodó los ojos—, por ahora...

—Oh, vamos —Draken se cruzó de brazos, apoyándose contra la pared de la casa—. No pueden quitarse las manos de encima ni siquiera peleando. ¿Qué les hace creer que tienen la forma de controlarse en una fiesta?

—Oi, ustedes lo que están es celosos —Hana les sacó la lengua—. Además, tenemos más autocontrol de lo que ustedes piensan.

—Sí, claro —Emma soltó con sarcasmo—, por eso siempre están peleando como gatos y perros.

—No es cierto —protestó Baji—, sólo... tenemos mucha pasión.

Las bromas continuaron, sus amigos se burlaban de su evidente atracción.

—Para discutir —Mikey murmuró bajo, incluso Hanna se soltó a reír—. Y tú, ¿qué hacías peleando?

—No sé de qué hablas, Mikey —Hanna hizo una mueca—, seguro que viste mal. Yo estaba bailando.

Keisuke sintió que su habitual confianza se esfumaba, sustituida por algo más suave, algo que no sabía muy bien cómo manejar.

—Como sea —chasqueó la lengua y miró a la otra pandilla en el suelo—, mejor volvamos ya. Baji, ¿a tu casa?

Pero cada vez que la mano de Hanna encontraba la suya, cada vez que ella lo miraba con aquellos ojos grises que parecían ver a través de él, sentía que un calor se extendía por su pecho.

—Sí —asintió.

Todos estuvieron de acuerdo y comenzaron a caminar a sus motos.

—Muy bien —le dio una patada y el motor rugió—. Allá vamos.

Todos volvieron a reunirse en la sala de los Baji, con la luz proyectando sombras parpadeantes sobre sus rostros agotados. Ryoko salió de su cuarto a la sala y sus ojos escudriñaron a los recién llegados. Cuando vio el estado de los asistentes a la fiesta, no pudo evitar reírse.

—Qué desastre —meneó su cabeza—, parece que tuvieron una noche agitada...

Baji y Hanna sintieron un escalofríos en sus espaldas.

—No es nuestra culpa —Hakkai se sostuvo la mano porque le dolía—, ¡unos idiotas empezaron todo!

—Nosotros tuvimos que salvar el día —afirmó Keisuke, tratando de sonar casual—, lo normal.

 —¿Por eso están así de cerca? —bromeó al ver a ese trío juntos otra vez.

Hanna estaba sentada encima de su hijo, con la espalda recostada en el pecho de Keisuke y como estaban sentados en el suelo, la espalda de Keisuke estaba contra el sillón donde Chifuyu estaba sentado, Chifuyu tenía las piernas abiertas y estaba apoyado sobre la cabeza de Baji.

—¿Todos acurrucados?

—Sólo nos mantenemos calientitos —se quejó Keisuke—, es normal.

—Uh-huh, ¿seguro que eso no tiene nada que ver con cómo están vestidos?

Hanna se sonrojó y Keisuke tuvo que reprimir una sonrisa. Sabía que su madre sólo estaba bromeando con ellos, pero había una pizca de seriedad en su tono. No sabía lo que sabía, pero podía ver la preocupación en sus ojos por la pelea.

Sólo se estaba conteniendo.

—Debes realmente querer ser una abuela —se burló, tratando de cambiar el tema—, después de todo.

La expresión de su madre no cambió, de hecho, se acercó a ellos. Ambos creyeron que los iba a golpear, no sería la primera vez que lo hiciera.

—Ey, manténgalo PG ustedes dos —una pequeña sonrisa se asomó en sus labios—, recuerden que esta es mi casa y preferiría no tener que hacerlos limpiar en medio de la noche de brujas.

—Sí —Hanna asintió—, no estamos tampoco para limpiar, gomen.

—¡Y cúrense esos golpes!

La promesa de que no los golpearía por esa noche fue suficiente para ellos, Chifuyu sonrió, acomodando su mentón en el cabello del pelinegro mayor.

—¿Manténgalo PG? —Mitsuya los miró confundidos apenas la señora Baji se fue a su cuarto.

—Es como en las películas, ¨PG¨ como en ¨parental guidance¨ —explicó Hanna—. Lo dice para que mantengamos un tono apropiado para todas las edades como en horario familiar.

—Oh.

Todos los demás estaban ocupados hablando y riendo mientras Emma y Hanna se encargaban de desinfectar los golpes y heridas que los chicos recibieron.

—¡Hanna-san derribó a ese idiota de una patada!

—¡Era un gorila!

—Les dije que esa cosa da miedo —aseguró Hakkai—. Es aterradora.

Cuando fue el turno de Mikey, este la observó en silencio y ella sólo tragó saliva, incómoda.

—¿Estás bien?

—Sí —murmuró, entreabriendo sus ojos y mirándola desde abajo.

No podía dejar de recordarla bailando con él.

Cuando ella terminó le dio un pequeño beso en la nariz a Mikey y sonrió, Baji se acercó a ella y le puso la mano en la espalda mientras le señalaba al pasillo. Ambos salieron al pasillo de la casa.

—¿Es sobre Mikey? —se cruzó de brazos.

—Él aún siente algo por ti —murmuró—, pero es... sobre nosotros.

Hanna asintió. 

—¿Estás bien?

Todos habían pasado por muchas cosas juntos y ella no quería arriesgarse a perder a ninguno de ellos. Se sentaron en silencio un momento, observando cómo los chicos se reían adentro.

—¿Sabes, Hanna? —su voz era suave—. Nunca creí que estaría con alguien como tú.

—¿Alguien que te molesta todo el día?

Lo codeó con una pequeña sonrisa.

—Alguien que me desafía, me empuja a ser mejor —la miró a los ojos—, alguien con quien... quiero pasar el resto de mi vida. 

A Hanna le dio un vuelco el corazón. Ella también lo había sentido, la promesa tácita entre ellos que iba más allá de todo lo demás. Se giró hacia él, sus ojos grises escrutando los marrones de él.

—Kei, yo...

Antes de que pudiera decir nada más, Keisuke se inclinó hacia ella, presionando sus labios contra los de ella en un beso suave y delicado.

—Está bien —susurró—, puedo esperar a que estemos en la cama para oír tu respuesta.

Era una declaración, una promesa de lo que estaba por venir.

Hanna se fundió en el beso, con el corazón acelerado por la excitación y el miedo, Baji la cargó en sus piernas y metió sus manos por su blusa haciéndola jadear.

Quizá Draken tenía razón.

No podían quitarse las manos de encima.

¿Pero podían culparlos?

—Baji —se quejó bajito—. Olvidé contarte... Quizá debamos hacer menos ruido en las tardes.

—¿Huh? —se detuvo y la miró—. ¿Y eso por qué?

—El vecino  de al lado me saludó por mi nombre el otro día —sus mejillas se colorearon.

Baji frunció el ceño.

—¿Y...?

—Nunca le he dicho mi nombre.

—Oh —lo procesó un momento—. ¡OH!

Ambos se soltaron a reír por lo bajo mientras bromeaban al respecto, sólo para terminar viéndose a los ojos fijamente antes de volver a besarse, se amaban demasiado. Pero el momento se dañó cuando escucharon un golpe en la pared.

—¿Qué demonios? —masculló, separándose—. Ah...

Baji alzó la mirada para encontrarse a Mikey, sus ojos estaban llenos de dolor y rabia. Por un momento creyó que era algún vecino.

—Mikey —lo miró serio—, no es el momento ni el lugar para esto.

Mikey tomó una inspiración y se fue a sentar en el sofá, todos los chicos lo miraron en silencio y Emma sólo apretó los labios. Intentaron dejarlo sólo un rato.

—Agh, me arruinó el momento —se quejó Baji—. ¿Hana?

—Voy a hablar con él —determinó.

—Bien —suspiró—, estaré con Chifuyu.

El grupo se dispersó, cada uno se dirigió a su casa, a su cama y a sus pensamientos. Cuando se comenzaron a ir, Draken dijo que llevaría a Emma así que Mikey sólo asintió. Hanna se sentó a su lado mientras Chifuyu se acercaba a Baji.

—Lo siento —murmuró ella—, no era mi intención ignorarte hoy.

No habían hablado mucho esa noche y sabía que era incómodo, especialmente porque ahora que estaba algo más sobria no podía evitar incomodarla el hecho de que se dejó llevar un momento por el alcohol.

—Hanna....

Mikey la miró con una expresión imposible de leer.

—Está bien —apoyó su cabeza en el hombro de la menor, rindiéndose ante ella—, Baji y tú lucen bien juntos.

—Es complicado, ¿no? 

—No tiene que serlo —murmuró.

—Mikey —lo hizo levantar la mirada hacia ella.

—¿Qué?

Te quiero —ella sonrió, mirándolo a los ojos—, pero sabes que hice mi decisión. ¿Verdad?

—Lo sé —bajó la mirada—, pero eso no lo hace más fácil.

Mikey sabía que Hanna era feliz con Baji, lo había visto, normalmente se controlaba mejor que ese día, pero... quizás eran la bromas que hacían lo que le molestó.

Sentía que enloquecía por momentos.

La forma en la que Hanna se llevaba con la mamá de Baji, el ¨quieres ser abuela¨ lo molestaba a cada instante.

Hanna nunca quiso ser una esposa, pero si ser madre.

El hombre que se convirtiera en el padre de sus hijos sería el hombre que la ganó para siempre, por lo que el hecho de que una parte de ella considerara a Keisuke como ese hombre (aunque fuera en una broma), lo destrozaba.

—Pero estoy feliz por ustedes —forzó una sonrisa—, ambos se merecen ser felices.

Mikey se levantó del sofá y con una pequeña sonrisa, desapareció de la sala, siendo el último de ellos en irse aquella noche. Hanna lo observó en silencio con el corazón adolorido, pero era lo mejor.

Ya no eran los mismos niños de los halloween anteriores.

Cuando Chifuyu se fue, ella vio a Keisuke apoyado en el marco de la puerta, con las alas tiradas en el suelo. Sus ojos buscaron los de ella, con una pregunta en ellos.

—¿Está todo bien? —preguntó, con voz suave.

Hanna dio un paso hacia él y su mano encontró la de él.

—Sí —dijo, con una sonrisa de verdad en los labios—. Todo va perfecto.

La noche se volvió más tranquila a medida que pasaron los minutos. El silencio entre ellos era un cálido manto de comprensión. No necesitaban palabras para expresar lo que sentían el uno por el otro, así era su vínculo. 

Un vínculo que se había hecho más fuerte con cada año.

—Ven aquí.

Una vez dentro, Keisuke acercó suavemente a Hanna, buscando en sus ojos cualquier signo de duda.

—Mi niña —se inclinó hacia ella.

Ella lo encontró a mitad de camino, sus labios rozándose en un suave y dulce beso. Fue un beso lleno de promesas de amor, una confesión susurrada en el lenguaje de los corazones.

—¡A dormir! —escucharon a Ryoko gritar—. ¡Está muy tarde!

—¡¿Qué dormir?! —Keisuke le gritó de vuelta—. ¡Sigue y te haré abuela esta misma noche!

—¡Mocoso, quieres probar la chancla, ¿verdad?!

Hanna y él comenzaron a reír mientras iban a su cuarto.

—Mañana nos va a matar.

—Bueno, eso es mañana —murmuró—, hoy es hoy.

Una vez que cerraron la puerta, Baji la miró con una sonrisa coqueta, adentrando sus manos en la camisa de la pelinegra. 

—¿No quieres hacerla abuela —la agarró de las caderas, jalándola hacia él—, de verdad?

—Hm —lo rodeó con sus brazos y sonrió—, todavía no, pero sí podemos practicar.

—Enseguida —la volvió a besar.

Esta vez sin contenerse como estuvo haciendo todo el rato.  Se acurrucaron juntos, el ángel y el demonio, la luz y la sombra, encontrando consuelo en el abrazo del otro. La empujó contra la cama.

—¡Keisuke!

—Sh, baja la voz —le tapó la boca con una sonrisa—. ¿Quieres que mamá nos encuentre así, otra vez?

—Qué vergüenza —se cubrió las manos.

Las velas que encendieron parpadeaban, proyectando sombras sobre sus rostros, mientras compartían besos y algo más. Keisuke besó cada parte de su cuerpo, dándole especial cuidado a las zonas donde tenía sus cicatrices mientras le aseguraba lo perfecta que era ante sus ojos.

Era el hombre perfecto.

.

—¿Qué piensas? 

Cuando ambos volvieron al cuarto tras una ducha, él habló al verla perdida en pensamientos. Ella, que estaba secándose el cabello, lo volteó a ver.

—¿No te dijo nada?

—¿Por qué nos bañamos a las cinco de la mañana? —se burló—. Nah, está dormida. 

Finalmente compartieron historias de sus pasadas noches de Halloween, de las travesuras en las que se habían metido y de la alegría que habían encontrado en su mutua compañía en la cama.

—Te estás durmiendo —susurró. 

—Hm —Hanna asintió, acurrucándose en el pecho de su novio—, te amo.

—Yo te amo más. 

Mientras se dormían, Hanna sintió una extraña mezcla de emoción y tristeza. Había elegido su camino, y era uno bueno, lleno del calor y el amor de Keisuke.

—No te voy a discutir solo porque tengo sueño —murmuró—, pero ya verás...

Sin embargo, no podía ignorar el dolor en su corazón por Mikey, sentía que lo había dejado atrás, incluso si él la dejó caer primero.

—Descansa —la besó suavemente antes de dormirse—, mi niña.

Pero, por el momento, estaba contenta, acurrucada en el abrazo del amor de su vida, el hombre con el que decidió estar, deseando que todos sus fechas especiales siguieran siendo así.

Deseando que siempre fueran felices.

.

.

.

Por desgracia, el próximo Halloween no sería así.

.

.

.

La vida tenía una forma de cambiar.

De mover el suelo bajo sus pies.

De destrozar sus planes y corazones.

.

.

.

31 de Octubre del 2005

Hospital central

Fue ese día. 

Halloween, huh.

—¿Dónde... está...?

El 31 de octubre de 2005.

Un día que quedaría grabado en su memoria.

«El sangriento Halloween»

Hana se desmayó luego de ver a Keisuke, la pero los doctores la dejarían volver a casa esa misma noche porque estaba bien pese a todo, la carga era enteramente mental.

—Mamá me dijo que tú eras el chico correcto —miró sus manos—. Keisuke, siempre fuiste tú...

Pero ella había perdido su corazón, ¿cómo podía estar bien? Miró el calendario. 

—No creo que pueda amarte más —apretó los labios—, quizá... no sea mucho, pero te amaré hasta el día en que muera. No, incluso después de eso...

El día había empezado como cualquier otro, el aire fresco con la promesa de travesuras y risas.

Quiero morir.

No tiene caso estar viva.

Mi único motivo eras tú.

Pero había terminado con un silencio ensordecedor, el eco de los llantos de Hanna en el hospital sustituyendo a las risas despreocupadas y la noticia que la había llevado al borde del colapso.

Keisuke Baji ya no estaba con ellos.

El ángel había caído en una brutal pelea entre pandillas, dejando atrás un enorme agujero en sus corazones y un rastro de sangre en el pavimento de aquel lugar. 

Es tu culpa.

Todo es tu culpa.

¡Tu culpa, Hanna!

Las voces habían vuelto para atormentarla y sentía manos alrededor de su cuello, buscando hundirla. Ni siquiera entendía qué estaba pasando por su cabeza, era como si alguien hubiese oprimido el interruptor en su cerebro, el que había estado apagado todo ese tiempo.

—Hey...

—Mikey —ella ni siquiera lo volteó a ver.

Hanna había estado allí esa tarde, con los ojos abiertos por el horror mientras el hombre al que amaba yacía sin vida, con su traje manchado de carmesí.

—Hanna...

Era una visión que nunca olvidaría.

Una pesadilla real que le atormentaría para siempre.

Esa noche la encontró en una fría habitación de hospital, el olor a antiséptico dominaba el débil rastro del yakisoba casero de Ryoko.

—Ah, dijeron que podía pasar —se explicó—, quería verte antes de ir a casa.

Ella permaneció en silencio, sin responderle y el pitido del monitor cardíaco era un cruel recordatorio de que los corazones podían romperse sin posibilidad de reparación.

Mi amor...

—¿Estás... estás bien? 

Había entrado con los ojos hundidos y su traje aún teñido con el olor del miedo y la pérdida. Verla ahí, tan pálida y frágil, había sido como un puñetazo en el estómago.

—¿Qué es estar bien? —ella sólo miraba a la ventana—. Mikey, jamás... estaré bien después de hoy. 

Escuchaba los gritos de los niños corriendo y apretaba la mandíbula.

—Cuando murió Shin, sentí un terrible vacío, pero mi mejor amigo estuvo ahí para mí —sonrió triste—. Sé que Emma va a estar para mí ahora...

Pero el vacío que Keisuke dejó era enorme.

Él estaba sentado junto a su cama, su mano flotando sobre la de ella, inseguro de si debía tocarla. Las palabras no dichas entre ellos se hicieron más pesadas con cada segundo que pasaba, una conversación silenciosa llena de dolor y arrepentimiento.

—Lo siento, Hanchin —dijo con voz ahogada, con la emoción cargada—. Lamento no haber podido salvarlo.

Los ojos de Hanna se abrieron de golpe, su mirada se encontró con la de él. Las lágrimas brotaron, amenazando con derramarse. No necesitaba preguntar de quién estaba hablando.

Todos lo sabíamos.

—No es tu culpa —susurró, su voz apenas audible—, no es la mía tampoco.

Mientes.

Sí es tu culpa.

Debiste ir por él más rápido.

Hanna se cubrió los ojos entonces, tratando de acallar las voces que la estaban enloqueciendo por dentro. Cuando estaba con Keisuke las voces no desaparecían, pero sus susurros eran distintos, estaban llenas de mensajes positivos y amor propio.

Ya no es lo mismo...

¿Qué amor propio? Nadie te amará.

Ni siquiera tú misma.

Mikey, sin poder saber lo que pasaba por su mente, pero con un tumulto de emociones en la suya propia, respiró profundamente, tembloroso, tratando de recomponerse.

—Pero lo es —insistió—. Debería haber estado allí. Debería haberlo detenido.

—No puedes controlarlo todo, Mikey —dijo, apretando ligeramente su mano—. Nadie puede.

La habitación estaba en silencio, excepto por el pitido rítmico de las máquinas a su lado. 

—Yo...

Mikey siempre había sido el que entraba en batalla, el primero en ponerse de pie y luchar por lo que creía. Sin embargo, cuando se trataba de lo único que realmente importaba, había fallado.

—Es extraño —susurró ella, mirando a la ventana.

No podía salvar a Keisuke, y ahora Hanna tenía que soportar la carga de su amor perdido, una carga que sólo se haría más pesada con cada día que pasaba.

—Baji y yo...

Recordó el video que había estado grabando a diario, mes con mes, con Keisuke para su bebé. Ahora sería probablemente la única forma en que su bebé escucharía la voz de su padre, la idea la atormentó terriblemente.

¨Hola, cariño, um... esta es mamá...¨

La voz de keisuke retumbó en sus oídos.

¨Y este es tu papá¨

¿Por qué...? Miró sus manos, era su karma, seguramente. Hanna estaba perdiendo la cabeza, lo único que quería hacer era dejar de respirar. No podía vivir en un mundo sin él, ¿cómo iba a vivir sin él? ¿Cómo vivía antes sin él? No, nunca vivió sin él realmente, prácticamente toda su vida estaba plegada de memorias de Baji.

Desde pequeñitos.

—Íbamos a disfrazarnos de rey y reina hoy...

Aquellas palabras le hicieron picar la garganta a Mikey.

—Planeábamos tomarnos muchas fotos así —continuó, esta vez acariciando su vientre—, que pudiéramos enseñarle a nuestro bebé... cuando crezca.

Hanna, sentada en la cama del hospital, tenía un rostro semi sonriente pero era una máscara de dolor y agotamiento. A pesar de su condición, todavía era hermosa, su cabello negro era un marcado contraste contra la blancura absoluta de la almohada. 

—Ahora no sé qué haré con eso —bajó la mirada a su regazo, no quería llorar—. ¿Qué voy a hacer sin él?

¨De rey y reina¨

Mikey sintió aquello demasiado personal.

Hanna aceptó a Baji como su rey.

Ese era el fin de ellos dos, definitivamente. La miró, con los ojos llenos de disculpa y anhelo. Quería contarle todo lo que estaba sintiendo en ese momento, pero irónicamente, era el peor momento de todos para hacerlo.

—Baji siempre me pidió que perdone a Kazutora —ambos apretaron la mandíbula ante eso—, sólo por él... Yo... Voy a perdonarlo todo, aunque me duela. 

Porque Baji murió por esa razón.

Mikey quiso confesar que la había amado durante tanto tiempo, incluso mientras la veía enamorarse de su mejor amigo. Pero las palabras quedaron atrapadas en su garganta, un revoltijo de miedo y arrepentimiento.

¿Perdonar a Kazutora?

La miró a los ojos.

—Tú también deberías hacerlo, Mikey —le dijo—, por él.

Ella miró a Mikey, sus ojos grises llenos de una tristeza tan profunda que amenazaba con tragarlos a ambos por completo, Mikey dio un paso tentativamente más cerca, su corazón latía con fuerza en su pecho.

—Quizá no sea fácil —agregó en voz baja—, pero es lo que Baji quería. 

Sabía que debía ser él quien hablara, quien ofreciera alguna apariencia de consuelo, pero las palabras lo eludieron. En cambio, le apretó la mano, lo único que se le ocurrió hacer para transmitir la profundidad de su arrepentimiento.

—No tienes que decirlo —murmuró Hanna, su voz apenas por encima de un susurro—. Lo sé. 

Hizo una pausa, tomando una respiración temblorosa.

—Keisuke era... Él era todo para mí.

Mikey sintió que se le cerraba la garganta, el amor tácito que había sentido por Hanna durante tanto tiempo amenazaba con derramarse en un torrente de emociones, pero lo mantuvo bajo control, sabiendo que este no era el momento ni el lugar.

—Siempre fue así, Mikey —susurró—. Nunca fui capaz de admitirlo porque tenía miedo de lastimarte.

Mikey asintió.

Sus palabras son como dagas.

—Hicimos un libro de aventuras —lo miró—, el año en que nos conocimos todos... Se lo di en su cumpleaños.

Mikey parpadeó sin comprender.

—Nos escapamos a la playa un par de veces —agregó—, sólo él y yo.

A medida que Hanna confesaba los momentos especiales que Baji y él ocultaron de él, Mikey bajó la mirada y apretó las manos en puños, dándose cuenta de lo tonto que fue al creer que él era el indicado para ella, pero Baji no estaba más.

No tenía caso sentir celos.

No tenía caso enojarse.

Baji...

Hanna se quedó callada un rato, sintiéndose un poco mejor de haber confesado todo, quizá había herido a Mikey como tanto había temido en el pasado, pero no le importaba porque no esperaba seguir viviendo mucho tiempo más.

Voy a darte a luz, Daisuke.

Y perdóname por abandonarte, cariño.

Pero tu mamá y papá te cuidarán desde el cielo. 

Era la primera vez en que se alegraba profundamente de ser incompatible con su bebé, de saber que moriría mientras daba a luz al bebé producto del amor de su vida. 

Porque así me reuniré contigo, mi amor.

—Hanna...

En cambio, el rubio le ofreció una sonrisa triste, sus ojos llenos de comprensión y dolor en partes iguales.

—No... no puedo cambiar lo que pasó aunque quisiera —continuó, apretando su agarre en su mano—. Y no puedo cambiar el hecho de que voy a tener a su bebé.

La habitación se volvió más fría, el aire se espesó con el peso de sus palabras. Mikey sintió que su corazón se rompía en un millón de pedazos, cada uno siendo un grito silencioso de dolor.

Oh, es verdad.

El bebé.

Hanna va a tener su bebé.

Siempre supo que Hanna y Keisuke tenían algo especial, pero la realidad de su hijo no nacido era un duro recordatorio de lo que había perdido. Dio un paso atrás, su mano permaneció en la de ella solo un momento más.

—Siempre estaré aquí para ti, Hanna —dijo, su voz ronca por las lágrimas contenidas—. Y... para el bebé, te lo prometo.

Ella le ofreció una pequeña y triste sonrisa a cambio.

—Gracias, Mikey.

—Estaré contigo en el parto —aseguró con la voz rota—, y durante sus primeros días de vida, cuando diga sus primeras palabras e incluso en su boda. 

Aunque me parta el corazón.

—Siempre has sido un exagerado —sonrió con lágrimas de los ojos—, pero gracias, lo aprecio.

Sí, Hanna sintió que sería bueno que Manjiro estuviera junto a su bebé ya que ella no podría estarlo.

Manjiro...

Si no cumples esta promesa...

Te jalaré los pies en las noches.

La puerta de la habitación del hospital se abrió con un crujido. Draken y Mitsuya asomaron sus cabezas con expresiones tristes al ver a su pequeña hermanita dragón consumida por el dolor.

—¿Están bien? —preguntó Draken—. Mikey... Hanna...

Mikey asintió, su mirada nunca dejó la de Hanna.

—Sí —dijo, su voz más fuerte de lo que se sentía—. Estamos bien.

El grupo se reunió alrededor de la cama, con risas tensas y el corazón apesadumbrado. Hablaron del bebé, de Keisuke, de cualquier cosa menos de la herida abierta que su ausencia había dejado en sus vidas.

—¿Estarás bien? —murmuró, preocupado al verla sola.

—Sólo es...

Y mientras la noche se hacía más oscura, Mitsuya y Draken hicieron un pacto silencioso de apoyar a Hanna, de ser el apoyo que ella necesitaba ahora más que nunca.

—Estaré bien —ella les sonrió tan brillante como el sol. 

Quizá por eso, por su radiante sonrisa y la forma en la que Hanna había reído durante su corto tiempo a su lado. Ninguno de ellos se imaginaría que, tan pronto se fueran, Hanna volvería a casa junto a Ryoko tras ser dada de alta.

Sólo para volver al hospital pocas horas más tarde.

Tras haber sido encontrada por Ryoko, hundida en la bañera tras sucumbir a las voces, aquella madrugada. Pero con suerte Seishu y Hajime habrían llegado justo a tiempo para ayudarla a cargar a la pelinegra hasta el taxi para llevarla al hospital.

Donde pasaría las siguientes semanas ahí.

.

.

.

¡Hello〰️♡!

Tenemos la segunda parte del especial de Halloween.

En corto estaré subiendo la segunda parte, espero que la disfruten uwur〰️♡.

Y démosle un minuto de silencio por el 31 de octubre del 2005.

Psdt:

La foto del disfraz que Baji hubiese usado abajo

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