| 7; Malentendidos |
Luego de dos semanas en el hospital, a Hanna Yagami finalmente le dieron el alta de aquel hospital. El doctor le había recetado suplementos para mantener saludable su gestación y muchas recomendaciones que estaba segura que la madre de Keisuke y la madre de Chifuyu le obligarían a seguir al cien por ciento.
—Keisuke, estoy aburrida —susurró, mirando de reojo a la cama vacía—. ¿Qué debería hacer?
Vio a la pelinegra mayor terminar de empacar sus cosas en la bolsa y sonreírle suavemente, dejando entrever aquellos caninos que Keisuke había heredado, se removió incómoda.
—¿Te duele algo, cariño? —preguntó, preocupada.
Hanna negó con la cabeza.
—Sólo estaba pensando —murmuró.
Ambas salieron del hospital tras llenar los respectivos formularios y pidieron un taxi hasta la casa, el viaje fue silencioso. Hanna miraba aburrida las calles.
—Kira-chan te ha extrañado mucho —la señora Baji finalmente rompió el silencio.
Hanna se volteó a ver a la madre de Keisuke, su apariencia era joven para ser mamá y era como ver a Keisuke versión mujer, cuando sonreía o se enojaba podía ver los colmillos que Keisuke había heredado. Sus ojos se cristalizaron, cada vez que la veía no podía evitar recordarlo.
Al punto en que ella se cortó el cabello para evitarlo.
—Es una suerte que Kei-chan y Fuyu-kun la encontraran el otro día —afirmó, aquello le hizo comenzar a soltar lágrimas—, Kei estaba muy triste de verte llorar por tu gatita.
Cierto.
Cuando fue a la casa le contó a Keisuke sobre aquel idiota capturando a Kira-chan. Al día siguiente, Keisuke llamó a Chifuyu a escondidas de Valhalla y Toman para buscarlos, darles una paliza y volver a casa con su gatita.
Peke J había golpeado a Kira-chan cuando la vio.
Como si la estuviera regañando por desaparecer y preocuparle. Keisuke se había soltado a reír antes de besarla. Apretó la mandíbula.
Ya no podría hacerlo...
—Oh, cariño —le acarició suavemente la mejilla—. No llores, es dañino para ustedes dos.
—Gomen, Ryoko-san, yo... No pude detenerlo —sollozó, pasándose una mano por los ojos—. No pude...
Ryoko la miró en silencio, para ella fue terriblemente doloroso haber recibido aquella llamada cuando le informaron sobre su hijo, pero no podía imaginarse haber estado ahí en ese momento.
¿Hubiera tenido la capacidad de verlo realmente y no seguir a su hijo al otro lado?
La menor había estado en un intento de... Ryoko apretó la mandíbula mientras la veía lentamente marchitarse. Las sonrisas que su hijo trabajó tanto por crear, desaparecieron en un parpadeo.
—No pude hacer nada —Ryoko la empujó hacia sus brazos y la abrazó, dejando un beso en su cabeza.
Luego de que estuviera en el hospital, un psicólogo las había visitado, la señora Baji fue quien escuchó su veredicto, pero ahora se portaba el doble de cariñosa con ella así que supuso que estaba mal.
—Descuida, cariño —susurró—, lo entiendo. Saldremos adelante, tranquila.
Poco sabía ella que lo que el psicólogo le dijo a Ryoko había cambiado su vida para siempre.
¨Es una suerte que esta chica esté viva y el bebé igual, no solo su incompatibilidad, el impacto psicológico fue demasiado, debe cuidarla de que no intente suicidarse o recurrir de nuevo a malos hábitos que pueden ser dañinos, especialmente en este estado. Ya sabe que las hormonas son...¨
La señora Baji la oyó llorar hasta que llegaron a la casa.
—Señora Baji.
Chifuyu, que había ido a la casa después de visitar la tumba de los Baji, hizo una pequeña reverencia al verlas bajar.
—... Permítame ayudarle con esto —le recibió las bolsas y miró de reojo a Hanna, quien se estaba limpiando las lágrimas con la manga de su saco—. Hanna-san.
—Chifuyu —saludó con voz ronca.
Ambos se miraron con tristeza.
—¿...Estás mejor?
—De salud, sí.
—Ya veo...
Era incómodo, Matsuno sabía bien que ella sabía lo que él sentía por Baji. Ella siempre lo supo y una parte de él siempre estuvo agradecido de que no intentara apartarlo de él por celos o cosas así, pero ahora que no estaba Baji sentían que había una pared entre ellos.
Después de todo, su punto de conexión, era el mayor.
—¿Chifuyu, cariño, tienes planes para hoy? —Ryoko preguntó tras entrar a la casa.
Chifuyu dejó las bolsas donde le indicó y Hanna sólo abrazó a su gatita, negando con la cabeza. El Matsuno vio a Peke J a su lado recibiendo una caricia también.
—Mm, creo que hoy cumplía años alguien... ¿Por qué no van juntos a celebrarlo? Es bueno cambiar de aire.
—¿Puedo salir tan rápido? —murmuró, perpleja.
Si bien el doctor había dicho que sí... ¿No era muy rápido?
Ella sólo quería dormir...
Ryoko les sonrió.
—Es mejor para que te distraigas un poco, cariño, recuerden venir a la hora de la cena —dijo con una sonrisa—. Prepararé yakisoba.
Chifuyu y Hanna se miraron entre sí antes de sonreír levemente, asintiendo. Hanna se cambió de ropa mientras Chifuyu cuidaba de Kira-chan. Según el doctor.
Si todo salía bien...
Su hijo nacería en abril del 2006 así que todavía tenía un largo tramo por aguantar, decidió que viviría por su bebé, es lo que Baji hubiese querido.
—¿Qué debería regalarle a Emma-chan? —preguntó Hanna, mientras caminaban.
—Hm, no soy bueno con los regalos —miró de reojo una tienda—, pero ese collar está lindo.
Hanna volteó a mirar también y sonrió.
—Bien, lo compraré.
—¿Has visto el precio —abrió los ojos, sorprendido—, de dónde sacas dinero?
—¿Hm? Tengo una linda billetera con mucho dinero —alzó los hombros, y lo agarró del brazo para obligarlo a entrar—. Aunque Keisuke no le agrada ni un poquito jaja, ¿de dónde crees que podemos pagar por este? —se acarició levemente el vientre.
Chifuyu rodó los ojos. Luego de enterarse del embarazo entendió por fin porque Baji había conseguido trabajo anteriormente y tan de repente.
Las señales estuvieron ahí siempre.
Pero él fue demasiado ciego.
O quizá solo no quería confirmar.
—Nee, Chifuyu, ¿por qué nunca le confesaste tus sentimientos a Keisuke? —preguntó entonces, entrando a la tienda.
—¿Estás loca? —la vio como si fuera un bicho raro—. Eres su novia, bueno, ¿eras...?
Hanna sonrió triste.
—Él también te quería —le aseguró y se apartó del rubio para saludar al dueño de la tienda, comentando que quería aquel collar de la exhibición—. Sólo que nunca supo cómo decirte.
Matsuno no supo qué decir al respecto, pero recordó la carta que Baji le había dejado y sonrió brevemente.
.
.
.
—En cualquier caso —Takemicchi sonrió—. Se ve que a Draken-kun le gusta Emma-chan.
Iba caminando luego de haber estado en casa de Draken, recordando la foto donde estaban ese par juntos.
Resiste, Emma-chan, si lo amas con todo tu corazón, seguro que tu sueño se hará realidad.
—Hacen una buena pareja —afirmó para sí mismo—. ¿Hm?
Parpadeó al ver a Emma, casualmente, caminando justo a unas calles más adelante.
—¿Emma-chan? ¡Oe, espera un poco! —intentó alcanzarla—. Estaba... ¿eh?
La vio abrazarse a alguien así que se acercó, sorprendido.
—Te amo, Mikey.
¡No puede ser! Takemicchi abrió grande los ojos y la boca, sin poder creerlo. ¿Emma-chan y Mikey-kun? No, pero entonces... ¿Qué pasaría con Draken-kun y Hanna-san?
¡Esto era un desastre atómico! Se puso las manos cual grito de Munch.
—Se acabó —el verdadero final de la Toman había llegado, Takemicchi podía imaginarse la pelea entre Draken y Mikey por el amor de Emma—. ¡Es el armageddon!
—Lo es —una voz a su lado dijo—. Esto huele a escándalo, mi querido Watson.
—¡¿Ah?! —se volteó a ver, asustado.
Hinata y detrás de ella Naoto, ambos le miraron con distintas expresiones.
—Me di cuenta que no he sabido nada de ti últimamente —la expresión de Hinata era seria—. ¿Esto es lo que has estado haciendo?
—Hola —la expresión de Naoto era alegre.
—¡Hina-chan! Y... ¡Naoto!
—Estamos de compras y te encontramos —explicó Naoto. Takemicchi parpadeó, confundido.
—¡Como sea! No hay forma de que Emma-chan, que haría cualquier cosa por Draken, se rebajaría a algo como esto —dijo Hinata, viendo como Emma caminaba del brazo de Mikey—. Tiene que haber una buena explicación para esto... ¿Verdad, Takemicchi-kun?
—Uh, claro —se sonrojó al ver el rostro de Hinata tan cerca del suyo.
Hinata se levantó de un salto.
—¡Voy a resolver este misterio! —juró por el nombre de su abuelo.
Takemicchi abrió grande los ojos y Naoto sólo suspiró.
—Sólo ignorala, Takemicchi-kun, ha estado muy metida en series de detectives últimamente...
—¡Vamos, chicos! Tenemos que seguirlos —Hinata ya había comenzado a caminar hacia donde se habían ido los otros dos.
Irónicamente habían terminado detrás de unos arbustos cerca de donde Mikey y Emma estaban comiendo, la rubia estaba disfrutando de darle de comer al Sano, cosa que hizo a los tres "detectives" sorprenderse.
—¡Observa, mi querido Watson —dijo Hina—, esa mirada en los ojos de Emma-chan...!
—¿Sus ojos?
—Esos son ojos de amor, estoy segura —afirmó—. ¡Mis instintos femeninos me lo dicen!
—¡Ya veo, es muy convincente! —la mirada de Takemicchi se desvió ligeramente hacia los pechos de Emma, ganándole un golpe de Hinata en la mandíbula—. Se ve totalmente enamorada.
—¡Pervertido, ¿a dónde estás mirando?!
Naoto no evitó reír.
—Ahí está el golpe de detective —murmuró.
Al voltear con su puño la cara de Takemicchi notaron a Yamagishi acercándose.
—¡Ah, hay un rumor al respecto! —dijo él.
Entonces le contaron la situación con cautela, por lo que él comentó que había escuchado rumores de esa chica saliendo de la casa de Mikey con él, aclarando que fue en la mañana por lo que claramente habían pasado la noche en aquel lugar.
—Lo siento mucho, pero... ya resolví este caso —Hinata señaló a Emma—. Ella es, sin duda alguna, una infiel.
—¡No puede ser! —Takemicchi no podía creerlo.
—Ven conmigo, Takemicchi-kun, necesitamos confesiones de los involucrados —lo jaló del brazo.
El peliteñido palideció. ¨¿Cómo podríamos hacer eso?¨ vociferó sus dudas mientras caminaban, ¨¡Estamos hablando de Mikey-kun!¨
—Pero me siento mal por Draken-kun —agregó también.
Sería malo si Draken los viera juntos, no, peor aun, ¿qué pasaría si Hanna los viera también? Ya estaba muy sensible por lo de Baji... Probablemente eso la haría sentir peor. ¿Aun estaría en el hospital?
—¿Por quién te sientes mal en este momento?
—¿Draken-kun? —Oh, estaba al borde del colapso—. ¡¿Q-qué estás haciendo aquí?!
Hanna, que estaba atrás de Draken, luego de encontrárselo en su camino a felicitar a Emma, se asomó de reojo, causando un segundo malentendido entre Takemicchi y haciendo que Hinata frunciera el ceño, con la boca bien abierta.
—¡Otro par de infieles! Esto es increíble —Hinata no se quedó callada y comenzó a afinar su paso hacia Mikey y Emma—. Necesito respuestas, luego los interrogaré a ellos dos.
—¿Infieles? —Hanna parpadeó y tomó a Draken del brazo, haciendo que Takemicchi abriera grande la boca—. ¿De qué habla ella, Kenny?
—No tengo idea —Draken ladeó la cabeza viendo a Takemicchi—. ¿Qué pasa?
—Nee, pulga teñida, cierra la boca o se te entra una mosca —se burló la pelinegra, saliendo de atrás de Draken con una cajita rosada en una de sus manos, que captó la atención de Takemicchi.
—Ustedes dos... ¿Siempre han sido así de cercanos? —musitó, confundido.
Draken alzó la ceja.
—¿Sí...?
¿Qué era este mal momento que estaba viviendo Takemicchi? Se giró a ver a Hinata, pero justo en ese momento estaba interrumpiendo la mesa de Mikey y Emma.
—¿Hm?
¿Debería él, Takemicchi Hanagaki, comenzar a rezar por sus vidas?
—¿Hina-chan? —Emma le miró.
A este paso nadie saldría vivo... Mikey y Draken se pelearían a muerte por ese par de mujeres. ¡Estaba claro que todo se iría a la...!
—¡Ustedes son de lo peor! —les gritó Hina.
Chifuyu, que iba mucho más atrás porque había ido a comprar un helado, observó en silencio la escena frente a sus ojos con la cabeza ladeada.
¿Qué demonios estaba haciendo Takemicchi?
—¡Emma y Mikey...!
—¡No es lo que parece, Draken-kun! —movía sus manos, desesperado.
—¿Tú entiendes algo, Kenny? —la voz de Hanna era dulce, haciendo que Takemicchi se tensara.
¿Acaso la pelinegra no sabía cómo sonaba? Se aterró.
—¡Ni lo que parece aquí —la tapó con su espalda—, Mikey-kun!
—¡¿Hm?! —Mikey estaba más confundido.
Hanna se había escondido detrás de Draken de nuevo.
—¡Draken! —Emma se sorprendió de verlo ahí, sonrojándose.
La pelinegra sonrió del otro lado.
—¡Hanna-chan! —logró verla.
La pelinegra sólo sonrió y le saludó con una mano, asomándose levemente por la espalda de Draken sin soltar al mayor.
—¡¿Qué?! —Hinata se volteó a verlos.
El descaro de ese par...
—Kenny, mira eso —señaló la pelinegra con una sonrisa burlona—, es una reunión de hermanos.
Takemicchi miró a Hanna, Hanna miró a Emma, Emma miró a Draken y Draken miró a Mikey.
—¡¿Estás paseando a tu hermanita por su cumpleaños, Mikey?! —soltó una risa.
—¡Qué tierno! —secundó Hanna con una risita.
—Cállense —Mikey hizo un puchero y apartó la mirada, levemente sonrojado—. Además tú también pareces estar paseando tu hermanita.
Takemicchi parecía recobrar su vida.
—¿Hermanita? —los miró, confundido.
—¿No lo sabías, Takemitchy? —preguntó Draken.
—Mikey y Emma son hermanos —comentó Hanna, con la ceja alzada.
La cara de Hinata, Takemicchi y Yamagishi estaban para morirse de la risa.
—¡¿Qué?! Espera, de hecho sí tienen parecido... ¿Por eso salieron de la misma casa? —murmuró.
—¿En serio? —Mikey le vio con aburrimiento.
—¿Oh?
Emma miró a Hinata.
—Aunque ya se lo había dicho a Hina antes —Emma se tocó el labio, pensativa.
—¿...Qué? —Takemicchi miró a su novia y amigo, su ojo estaba temblando.
Hanna se cubrió la boca mientras reía levemente.
—¿Señorita detective... Yamagishi?
Hinata y Yamagishi de repente estaban absortos viendo los helados que estaban en la vitrina, Naoto se rió al notar que se le había olvidado a su hermana. Algo le hizo clic en la cabeza y se giró a verlos.
—Espera, ¡¿Draken-kun y Hanna-san son hermanos?! —la cabeza le iba a explotar.
—¡No, ella es mi hermana! —Emma le sacó la lengua al mayor.
—Ya les dije que sí se casan seré hermana de ambos —la pelinegra se rió.
Takemicchi no entendió nada de lo que estaba pasando.
—Toma —Draken puso un peluche rosado sobre la cabeza de Emma—. Feliz cumpleaños.
Emma sonrió, asombrada.
—¡Ah, es el que querías del arcade la última vez! —comentó Mikey.
Draken dijo que eso era todo y se alejó con una sonrisa, pretendiendo ser cool, mientras que los niños presentes (Dícese de Takemicchi, Yamagishi y Naoto) veían esto y coreaban al ver como sólo se iba: ¡Genial!
—Qué bien por ti, Emma-chan —Hinata sonrió al ver a Emma abrazar feliz su nuevo peluche.
Hanna carraspeó.
—Esto también es para ti —le entregó la cajita de regalo, Takemicchi por fin comprendió.
No era algo que Draken le hubiera dado, era el regalo que había preparado ella, ahora todo tenía sentido.
—¡Wow! Es un collar muy hermoso —sonrió la rubia—. ¡Gracias, hermana!
Takemicchi vio como el malentendido finalmente se resolvió y entonces miró a Hanna, procesando de nuevo.
—¿Hm? ¡Hanna-san! —Takemicchi se volteó a verla entonces—. ¡Ya saliste del hospital!
—¿Eh? Es verdad —Emma le miró—. ¿Ya te sientes mejor?
—Hm —asintió.
Mikey le miró.
—¿Puedes salir sola tan rápido? —le preguntó, serio.
—No estoy sola, Fuyu está conmigo —señaló al chico algo alejado comiendo helado—. La señora Baji hizo que me sacara para distraerme, porque vivimos en el mismo edificio así que...
Mikey asintió, no es como si dudara de Chifuyu, pero le gustaba que ella se explicase con él. Lo hacía sentir especial.
.
.
.
Los días pasaron y con eso llegó el día de la reunión de la Toman, los últimos días gracias a Ryoko casi obligando a Chifuyu a sacarla de la casa prácticamente todos los días había estado un poco más tranquila. Es cierto que cuando llegaba la hora de dormir no lograba hacerlo bien porque era difícil hacerlo sola luego de acostumbrarse al mayor, pero al menos estaba mejor.
—¿En serio es necesario que te acompañe hoy?
—La señora Baji me pidió que lo hiciera —suspiró, bajándose de la moto en el lugar de la reunión, Hanna se bajó también y recogió su cabello—. Además Mikey te dio permiso de venir.
—Mikey no me prohibiría venir aunque quisiera —bufó, cruzándose de brazos.
—¿Quieres dejar de quejarte?
—¿Quieres dejar de quejarte de que me queje? —suspiró—. Lo siento, son las hormonas.
—Hm... ¿Cuándo tienes ya? —Chifuyu siempre caía cuando le recordaba su estado.
—Empezando el quinto mes —respondió—. ¿Crees que me veo gorda?
—Yo...
Chifuyu palideció, su madre le había dicho que por ninguna razón del mundo debía contestar mal esa pregunta. Mujeres, tsk.
—¡Mira, es Takemicchi! —señaló para distraerla.
—¿Ara?
—¡Takemicchi tiene su propio uniforme!
Hanna se rió al notar que se había escapado y miró a los demás subiendo las escaleras. Malditas escaleras, se dijo, ¿no podían hacer la reunión abajo? Miró alrededor.
—Nee, Matsu-kun, cárgame —ordenó. Matsuno suspiró.
Baji-san, ¿por qué me dejaste tu trabajo a mí?
Se agachó frente a ella y le tomó a caballito para empezar a subir las escaleras. Hanna le dio un pequeño beso en la mejilla.
Era tan molesta.
Para cuando llegaron a la cima, Takemicchi estaba hablando con Draken. Ambos se quedaron en silencio un momento y Draken dio por comenzada la reunión, Chifuyu la dejó sentada en una de las escaleras cerca a donde estaba Mikey.
—¡¿EH?!
Hanma salió con la chaqueta de Valhalla y atrás de él, Chifuyu hizo su aparición con desgano.
—Hanma.... ¿Y Chifuyu?
—La reunión de hoy va a ser un poco movida —Mikey se puso en medio de los anteriores—. Estamos aquí... ¡Para concluir el bloody halloween!
—¨Bloody Halloween¨ 300 de Valhalla contra 150 de Toman —Mikey comenzó a hablar, Hanna observó desde atrás con la ceja alzada—. A pesar de ser una desventaja abrumadora, cada uno se valió por sí mismo para obtener nuestra victoria. Shuji Hanma, colíder de Valhalla, tiene un mensaje.
Hanna clavó su mirada en la chaqueta blanca de Valhalla, había algo que no le agradaba de ese hombre. Especialmente porque Baji había muerto gracias a Valhalla, quería golpearlo, pero dado que Mikey había puesto primero su liderazgo de Pandora a su amistad era imposible.
A menos que quisiera declarar la guerra entre sus pandillas.
No escuchó mucho de lo que dijo Hanma, demasiado concentrada en tomar agua para oír.
—Valhalla nunca ha tenido líder, en consecuencia de nuestra derrota, nos uniremos bajo la bandera de Toman así que... ¡Valhalla ahora está afiliada con la Tokyo Manji Gang!
Hanna escupió el agua al otro lado de donde estaba al escucharlo, todos comenzaron a alabar el nombre de Toman, felices de su expansión. No para su sorpresa quien se encargó de unificarlos fue, nada más ni nada menos que Kisaki Tetta. Miró a Mikey.
¿Qué demonios estaba pensando?
—Hay una última cosa que discutir —comentó—. Aunque ganamos mucho del bloody halloween, hay alguien que perdimos.
Sus ojos fueron brevemente a la pelinegra y agachó la mirada un instante.
—El capitán de la primera división, Keisuke Baji, murió ese día...
Los gritos desaparecieron y hubo un silencio solemne entre todos.
—Debemos reflexionar profundamente esta realidad y tomarla en serio... Te dejo decir el resto —se dio la vuelta entonces y miró a Chifuyu—. Vice capitán de la primera división, Matsuno Chifuyu.
—Consideré en abandonar la Toman —comenzó a decir, agachando la cabeza—, pero nuestro líder me retuvo diciendo...
¨¿Piensas dejar que se extinga la llama de la primera división?¨
Chifuyu miró de reojo a Hanna.
—Liderar la primera división es demasiado para mí, así que lo hablé con el jefe por días y días...
Hanna sonrió brevemente al chocar su mirada con él.
—Después de tanto llegamos a esta conclusión... ¨¡Voy a nombrar a la persona a la que quiero seguir!¨ —levantó su cabeza de nuevo—. ¡Hanagaki Takemicchi! ¡Te nomino como capitán de la primera división!
—¿Qué estás...? —Takemicchi parpadeó, incrédulo.
—Takemitchy, es lo que Baji-san hubiese querido —le dijo—. Nuestro líder y yo decidimos que Baji-san dejó esta responsabilidad para ti.
Hanna miró entonces al que sería el sucesor de su novio con duda. ¿Estaría listo para esto?
—Hanagaki Takemicchi, ¡levanta tu cabeza —exigió Mikey—, y dános tu respuesta!
Estaba llorando, Hanna soltó una pequeña risa, era un pequeño bebé llorón.
—¡Daré lo mejor de mí! —juró, mirando al cielo.
—Hombre, ¿por qué estás llorando ahora? —se burló Draken.
—Levantaste demasiado la cabeza, tonto —se rió Mikey.
Takemicchi sonrió, sabiendo que era hora de volver al futuro. Había logrado volverse el capitán de la primera división, gracias a Baji, Mikey no mató a Kazutora y Hanna no perdió su bebé, eso debía prevenir a Mikey de volverse malo... Había algo más que podía hacer.
Y volver al futuro donde todos eran felices.
.
.
.
—Hmm —lo primero que hizo fue mirar su teléfono y confirmar que estaba de vuelta en el 2017, luego miró a su alrededor.
La misma tienda de alquiler, y la manager viéndose igual que antes.
—Perdón por hacerlo esperar —hizo una reverencia—, parece que el video que estabas buscando no está en stock es nuestra tienda.
—¿Eh?
Se miró a sí mismo. ¿Un bolso de marca? ¿Un reloj? Miró a su lado a un espejo y notó que su cabello negro estaba peinado hacia atrás de una extraña manera, frunciendo el ceño salió de la tienda.
—Realmente te gusta esta tienda, ¿eh? —un hombre le dijo—. Vas atrasado, Takemicchi.
—¿Eh?
—¡Apúrate y entra!
Luego de una extraña conversación con el hombre se dio cuenta que iban a su casa, como él lo había ordenado. Supuestamente.
Al estar tan confundido buscó en su teléfono a Naoto, fallando en encontrar su número.
—¡Buenas tardes, señor!
Ni siquiera notó que ya habían llegado, el hombre de la cicatriz le gritó y salieron. Para su sorpresa, hubo muchos hombres al llegar que le saludaron con un buenas tardes, señor.
—Llegas tarde, Takemicchi —un hombre de cabello negro corto habló—. Yamagishi, haz mejor tu trabajo.
Takemicchi abrió grande los ojos y volteó a ver al tipo de la cicatriz. Si ese era Yamagishi, volvió su vista al pelilargo y al que habló... ¿Esos eran Takuya y Makoto? Luego de regañarlo, le hicieron caminar hacia adelante comentando que el segundo al mando estaba perdiendo la paciencia.
—Hmm —vio como el elevador seguía subiendo.
¿Aquí es donde vivo? Imposible...
Todos le saludaron con respeto.
—Contesta tu teléfono, Takemitchy —escuchó al hombre pelinegro que estaba frente al ventanal.
—¡¿Chifuyu?! —se sorprendió de verlo ahí—. Gracias a Dios, Chifuyu, no tengo idea de qué mierda está pasando —se alegró de ver a alguien conocido por fin.
Chifuyu frunció el ceño.
—¿De qué mierda hablas? Tenemos reunión de líderes... Andando.
—¿De líderes? —preguntó—. ¿Quién la dirige?
—¡Vamos, compañero! —le sonrió mientras le señalaba el camino—. ¿Quién más que tú? El líder top de la Tokyo Manji Gang, Haganaki Takemicchi.
Él abrió grande la boca.
¿Ahora él era un pez gordo de la Toman?
.
.
.
Nada podía haberlo preparado para lo que iba a ver cuando llegó a aquel lugar, una gran mesa redonda, casi diez personas sentadas y los vicecapitanes parados detrás de cada líder. Su mirada sin querer dio con la pelinegra, tragó fuerte al verla, no se veía nada como lo hacía antes.
—Oi, Hanagaki, por fin llegas —ella lo saludó.
—Hanna-san —le devolvió el saludo, aturdido por su imagen.
La Hanna del futuro llevaba puesto un vestido negro sugerente, apretado y que exponía un poco su pecho, tenía los labios de un rojo fuerte y lo que más le impactaba era ver a las dos personas que estaban sentadas a su lado, abrazándola.
—¿Esto es lo que ordenaste para mí? —inquirió Hanna, mirando al pelinegro con mechones blancos en un tono coqueto—. ¿Qué es esto?
No los conocía de nada, un rubio con una marca de nacimiento(?) en el rostro y tenía su mano sobre la de la chica, al otro lado de ella un pelinegro con rayitos blancos que la abrazaba con una mano de los hombros y tenía una postura despreocupada.
—Sólo pruébalo —le respondió—, te gustará.
¿Qué estaba pasando?
—Um, dámelo en la boca —ordenó ella, con un rostro de aburrimiento.
Takemicchi parpadeó cuando lo vio hacerlo de forma sugestiva.
¿Qué demonios pasaba?
En el futuro anterior ella estaba casada con Manjiro, pero en este no parecía estarlo, su mano no poseía ningún anillo o alianza como la otra vez, en su lugar tenía muchos anillos extravagantes y la forma en la que estaba con ese par le daba a entender que no eran solo buenos amigos.
Escuchó una voz conocida entonces.
—Pero todavía quiero mi arroz frito, maldito idiota —Haruki Hayashida, administrador de la Toman—. Además todavía estamos esperando a alguien más.
—¡Pah-chin!
—Deja de lloriquear, Pahchin —Yasuhiro Muto, un líder de la Tokyo Manji Gang—. En cuanto a quién esperamos, creo que se refiere a Mitsuya.
—¿Mitsuya-kun? —Takemicchi parpadeó.
—Hay otros que aún no están aquí, idiota —murmuró Pah—. Ahora, ¿dónde está mi maldito arroz frito? ¡No puedo seguir comiendo sin eso!
—¡Oye, idiota! El arroz frito viene al final —Nahoya Kawata, otro líder, a quien Takemicchi reconoció como el anterior capitán de la cuarta división de vuelta en el pasado—. Maldito imbécil.
—¿A quién le estás llamando imbécil? —gritó Pehyan—. ¡El cerebro de Pah-chin es sólo aire, idiota, imbécil no lo cubre. ¡Y deja de estar esperando a Mitsuya!
Takemicchi no pudo evitar sonreír al ver que no habían cambiado nada. Pah, Pehyan e incluso Mitsuya-kun, Hanna y ellos seguían en la Toman, la pelinegra seguía viva. Vio a un hombre que no conocía interrumpirlos, su cabello era corto y de un azul casi descolorido.
—¿Podrían dejar de quejarse —su nombre era Hakkai Shiba, otro líder—, malditos viejos?
De inmediato le respondieron, Takemicchi no pudo seguir el ritmo de la conversación porque vio al chico rubio darle de comer a la pelinegra, de nuevo la forma en que aceptaba comida era demasiado sugestiva.
Estaba confundido, ¿quiénes eran ellos y por qué estaban tan cerca de ella? ¿Y si los veía Mikey? El solo pensamiento le aterró.
Sería algo terrible.
—¿Quién cree que proporciona la carne en primer lugar? —el rubio habló sin dejar de alimentarla, chasqueando la lengua—. Ni siquiera tienen que pagar tanto, lo único que tienen es jerarquía, bastardos flojos y arrogantes.
Takemicchi se quedó boquiabierto.
—¡¿Qué?! —gritó Pahchin—. ¿Cuál es tu puto problema?
—¿Qué...? Espera —Takemicchi tragó, preocupado de que esto fuese a escalar más.
Hanna sólo puso sus dedos en la boca del rubio para callarlo, sin quitar su mirada de Takemicchi, algo que lo puso nervioso por alguna razón que desconocía. Esa mirada de ella, cómo si ella pudiera ver más allá de todos sus secretos igual que la primera vez que le vio.
—¡Haha! Eres demasiado directo, Inupi —el pelinegro a su otro lado habló—. Harás que nuestra señora se enoje.
—Calla, Sei-chan —la voz aterciopelada de la chica hizo que todos la miraran en silencio—. Tú igual, Koko.
—Lo que usted diga, mi señora —ambos dijeron al mismo tiempo, con una actitud repentinamente sumisa. Takemicchi ladeó brevemente la cabeza sin comprender.
¿Quiénes eran esos tipos? No podía quitarles la mirada a como actuaban cerca de ella.
—¿Crees que esa diferencia los hace mejores que nosotros? —interrumpió Chifuyu.
—¿Eh? —lo volteó a ver—. Chifuyu...
—Sólo porque ustedes son los ex-Black Dragons —continuó Chifuyu con el ceño fruncido—. Al final... sólo son las perras de la ex-líder de Pandora aquí.
Hanna chasqueó la lengua y miró a Chifuyu seriamente.
—Cállate, Matsuno —ordenó, haciendo que el susodicho carraspeara—. Si son mis perras, pero eso no te da ni a ti ni a ninguno la razón de tratarlos mal. Son míos al final, no. me. provoquen.
Takemicchi miró de reojo como todos optaron por cambiar el tema cuando ella dijo lo último. ¿Qué clase de poder manejaba ella ahora? En la línea anterior era la tercera al mando, ¿no? Podría ser igual.
—Como sea, ¿qué le pasa a Mikey? —preguntó Pah.
—Como si hubiera venido a ver a un perdedor como tú —Hakkai siguió comiendo—. Al segundo que algo sucede... ustedes viejos son como: ¡Mikey, Mikey!
Pahchin no lo soportó más y se levantó, pateando la silla en el proceso.
—¡Hagamos esto afuera, Shiba! —fue hasta él.
—Qué aburrido —la voz de Hanma hizo que se erizara, lo volteó a ver—. Hoy día no tenemos nuestra típica reunión, así que discutíamos sobre los pagos.
La mirada de Hanna fue al mismo, haciendo que Takemicchi también lo mirara.
—El negocio público de Koko, la cadena de burdeles de Yagami, el plano empresarial de Shiba... Y otros negocios que maneja nuestra pandilla, somos buscados por la policía desde hace tres años, en otras palabras —señaló—. Esto no es un patio para niños.
Hanma frunció los labios.
—Alguien de aquí nos delató...
La pelinegra jugó con sus manos en los rostros de los dos a su lado, quienes solo se apegaron a ella disfrutando de sus caricias, poniendo a todos los demás nerviosos. No parecía importarle lo que Hanma dijo.
Hanna parecía... Ligeramente drogada.
—¿Alguien nos delató? —preguntó Pehyan.
Takemicchi, que no entendía nada, podía ver que la Hanna del futuro había cambiado. Se preguntó sobre su hijo, ¿estaba vivo? No lo había perdido en el pasado, así que probablemente tendría... ¿once años?
—¡Demonios, ninguno de nosotros haría eso! —Pah gritó—. Incluso si alguno de ustedes son mierda, ¡nunca delataría a mi propia pandilla!
—Tú, idiota, ¿si no nos delataron cómo es que investigaron tantos sitios... el mismo día?
Hanna se sacó un bombón de la boca haciendo un sonido que todos voltearon a verla.
—Quieran o no, hay una maldita rata —dijo—. ¿Ya olvidaron lo que le pasó a la rata de Pandora?
Cuando dijo eso, Takemicchi recordó algo de un pasado que no existía, donde Hanna había roto el brazo de un hombre de un rodillazo. Tragó fuerte de nuevo, ¿quién era ella en realidad? Creyó que la conocía.
—¡Oye! —Pah la ignoró—. ¿A quién crees que le dices idiota?
Esto hizo que Koko frunciera el ceño e Inupi se levantara.
—Si quieres pelear, voy a derrotarte, gordo de mierda —se puso en frente de él.
Hanna rodó los ojos mientras los veía así y miró a Takemicchi.
—Hace rato no te veía —sonrió con los ojos cerrados.
—Ah... ¡Hai! —se rascó la mejilla—. Tú... te ves muy hermosa.
—Gracias, lo sé —sonrió—. Ah, eso me recuerda... Daisuke quiere ver a su tío Fuyu, nos lo prestarás por un día, ¿verdad?
—Po-por supuesto —así que era un niño, sonrió, le había puesto como Baji pidió.
Hanna sonrió, era claro que aunque había cambiado, en el fondo seguía siendo la misma.
—¿No nos estamos divirtiendo?
Takemicchi parpadeó y se volteó a ver de donde provenía la voz que había escuchado. Todos menos Hanna y él se habían levantado a reverenciar al hombre que acababa de llegar. Kisaki...
—¡Buenas tardes, señor!
Takemicchi al ver al resto hizo una pequeña reverencia, Hanna solo movió su mano normal.
—Suficiente con la formalidad rígida, muchachos —Kisaki sonrió—. Hanna-san.
—Hello, Kisaki.
Todos volvieron a sus respectivos asientos.
—Hace rato no te pasas por nuestras reuniones, Kisaki-san —Hanma se notó emocionado.
—Tengo un asunto menor que tratar —murmuró—. Takemicchi, Chifuyu, ¿puedo tomar algo de su tiempo más tarde?
—Uh... Sí.
Hanna los miró de reojo.
—Debes esperar tu turno, Kisaki —dio un trago a su cóctel y lo miró con la ceja alzada—, yo también tengo cosas por hablar con ese par. No te importará, ¿verdad?
Kisaki puso una expresión fría por un momento y luego sonrió de nuevo, asintiendo.
—Por supuesto, Hanna-san, entonces esperaré mi turno —comentó, dando la orden de que continuaran con la reunión—. Bien, comencemos con esto.
Takemicchi ladeó la cabeza y todos comenzaron a hablar, vio como ella le guiñaba el ojo y reanudaba su sesión de ser atendida por aquellos dos extraños. Por alguna razón se sentía algo incómodo de ver aquello, no quería imaginarse cómo se sentía Mikey.
¿Mikey lo sabía? ¿Dónde estaba Mikey?
Debía aprovechar y preguntarle a Hanna cuando se reunieran.
.
.
.
—Es bueno verte de nuevo, Take-kun.
La vio incrédulo al escucharle llamarle así, pero parecía ser algo normal porque Chifuyu sólo les miró de reojo. Esta vez estaban en otra parte del gran lugar, la mujer se había sentado en un asiento de cuero rojo junto a los otros dos, de nuevo estaban a una cercanía de ella que le daba curiosidad.
—Hm, no sé si recuerdas a Daisuke —ella se zafó de los brazos del rubio y le enseñó su teléfono.
En su fondo de pantalla pudo ver a un pequeño de casi doce años que era la viva copia de Baji.
—La última vez que lo viste... estaba como de ocho años —sonrió.
—Está grande —fue lo único que se le ocurrió decir—, se ve igual que... Baji-kun.
—¿Verdad? —sus ojos brillaron.
Takemicchi escuchó al pelinegro gruñir mientras la abrazaba de la cintura posesivamente, ella soltó una carcajada.
—No seas celoso, Hajime.
—Sólo te comparto con Inupi... y sabes bien por qué —murmuró entre dientes.
—Calma ya, cariño —le acarició el rostro con una mano y miró a Takemicchi—. Hmmm.
Chifuyu apartó la mirada, Takemicchi sólo observó incómodo como el pelinegro besaba su cuello mientras el rubio besaba su mano.
¿Qué mierda pasaba? Su cabeza no lograba comprender lo que estaba viendo. ¿Cuánto cambió el futuro para que no sólo ya no estuviese casada con Mikey ni tuvieran hijos sino que ahora parecía haberse convertido en una...?
—¿De qué querías hablar con nosotros, Yagami —habló Chifuyu—, o querías que viéramos tu show?
—No doy show gratis, Fuyu —se burló ella—, y lo sabes.
¿De qué clase de show hablaban ahora?
Takemicchi parpadeó, confundido.
¿Hanna seguía cantando?
—Como sea, quería hablar con ustedes —agregó y miró de reojo a Koko—. Hajime...
Él sólo le miró a los ojos en silencio, Takemicchi sintió demasiada tensión cuando su vista se fue a él. No sabía que estaba pensando, pero era claro que esa mirada no era de amigos solamente.
—Basta ya, quiero hablar con Chifuyu y Takemicchi a solas —carraspeó—. Hagan guardia afuera.
Inupi se detuvo inmediatamente y se levantó, por otro lado el pelinegro le mordió el hombro antes de levantarse, Takemicchi vio con preocupación el morado que tenía en su cuello, pero ella sólo lo cubrió un poco con el cabello sin darle importancia.
—¿Y bien? —Chifuyu suspiró.
—Siéntense —la pelinegra agitó un whiskey en sus manos. La vio tomarse una pastilla con la bebida y frunció el ceño.
¿Eso era saludable?
Ambos se sentaron frente a ella en unas sillas separadas.
—Sé lo que has estado haciendo —sus ojos estaban en Takemicchi.
Él palideció. ¿Sabía que había estado viajando en el tiempo, pero cómo...?
—¿Y bien? —Chifuyu estaba a la defensiva, cruzándose de brazos—. ¿Acaso pretendes entregarme?
Takemicchi lo miró, confundido.
—No le haría eso al tío querido de mi hijo, podré no ser una buena persona, pero al menos soy una buena madre —ella chasqueó la lengua, fijando sus ojos en los del Chifuyu.
—¡Te vendiste por dinero! ¿Realmente te crees una buena madre? —escupió—. Baji-san jamás...
—¡Baji está muerto! —gritó, su rostro claramente mostró que le seguía doliendo.
Takemicchi se sobresaltó.
—Perdón —tosió levemente—, son las pastillas... Te enloquecen después de la quinta dosis.
—Deberías cuidarte si realmente amas a tu hijo —masculló Chifuyu.
—¿Eh?
La forma en que ambos interactuaban era extraña. Como si Chifuyu la culpara por algo y Hanna no estuviese interesada en eso. ¿Qué significaba que se había vendido por dinero? ¿Y pastillas? ¿Como la que se acababa de tragar?
—Ah... Takemicchi, quizá no recuerdes, pero luego de tener a mi bebé, hubo un... Um, tuve un episodio de histeria y desde entonces tomo pastillas para la depresión —comentó, como si fuera algo que pasara siempre, agitando su bebida—. Las dosis no hacen nada más que aumentar y mis tiempos cuerdos descender, como un sube y baja emocional...
—Ha-Hanna...
—Estaré bien —le restó importancia—, la pregunta aquí es... ¿Ustedes lo estarán? —alzó la ceja.
Takemicchi se quedó en silencio al notar el video que estaba sonando en el fondo detrás de ellos, Hanna y Chifuyu al verlo, decidieron pausar brevemente su conversación. En el video podía ver una presentación de la Hanna actual.
Así que seguía cantando, sus mejillas se colorearon al ver que la ropa que utilizaba era más reveladora que el vestido que estaba usando en ese momento.
♪Solía ser una escala mayor♪
♪Pero la melodía se volvió viciada♪
♪Algo musicalmente cacofónico dejando♪
♪A incy-wincy araña libre♪
—Este idiota —se quejó Chifuyu al notar que, de nuevo, Takemicchi estaba pendiente de las letras de las canciones de Hanna.
Era un mal hábito que siempre tuvo, desde doce años atrás. Hanna sonrió.
♪Tú eres un pequeño niño rico♪
♪Que tuvo que trabajar por sus juguetes♪
♪Tienes todas las sensibilidades♪
♪De un chico de clase alta♪
—¡Haha! No has cambiado nada, Take-kun —ella soltó una risita.
Takemicchi era probablemente el único que, a pesar de todos estos años, seguía apreciando sus letras como la primera vez. El empeño que le ponía a leer los subtítulos, como si quisiera conocerla tan bien como ella se mostraba en sus canciones.
—Odio esa canción porque se la compusiste a ese desgraciado de Koko —se quejó Chifuyu, rodando los ojos.
Takemicchi lo miró de reojo. ¿Era una canción para ese pelinegro?
♪No, no soy tu pequeña esclava♪
♪No, no voy a girar y volverme de ese modo♪
♪Sólo tienes malas cosas para decir♪
♪Siempre me estás preguntando qué pasa conmigo♪
—¿Y qué tiene? Le compuse cientos de canciones a Keisuke también —suspiró ella.
Takemicchi solo miraba las letras, no le parecía que tuvieran una relación muy romántica que digamos, por las letras podía notar que de alguna forma era más bien... ¿Tóxica? Sí, bastante.
♪Nunca podría decirte lo que pasó♪
♪El día que cumplí diecisiete♪
♪La ascensión de un rey y la caída de una reina♪
♪Diecisiete, diecisiete♪
—¿Y eso qué? ¡Lo olvidaste! —se exasperó el pelinegro.
Hanna alzó la ceja.
—Está mu-er-to, Chifuyu —bufó—. ¿Pretendías que me enterrara con él acaso?
Takemicchi se sintió incómodo ante aquella estrofa. “El ascenso de un rey y la caída de una reina, diecisiete...” Por alguna razón sentía que con eso se refería a su relación con Mikey, después de todo.
En el futuro anterior ella había sido llamada ¨la reina de Tokyo¨ cuando la encontraron muerta.
♪Oh, estás avergonzado de mí♪
♪Porque uso mi lengua tan libremente♪
♪Apuesto que deseas que no pudiera hablar♪
♪Porque cuando lo hago, tu sabes♪
♪Te digo porqué me siento débil♪
—Eres imposible —se quejó el pelinegro, pasándose una mano por la cara.
Hanna sólo chasqueó la lengua y se giró a ver el video como Takemicchi. Esa canción le traía recuerdos.
♪Quieres una vida libre de problemas♪
♪Ve y consíguete una esposa de clase alta♪
♪Oh, ella tiene toda la personalidad♪
♪de un limón que ya ha sido♪
♪totalmente exprimido♪
—Hanna-san...
—¿Hm? —lo miró.
♪Me enseñas como comportarme♪
♪Siento que tú cuestionas la forma♪
♪en que fui criada cuando bebé♪
♪Bueno, no sabes ni mierda de mi familia♪
—¿Dónde está Mikey-kun? —se atrevió a preguntar—. ¿Qué pasó... con ustedes?
Chifuyu lo vio boquiabierto y Hanna sólo miró al suelo.
—No lo sé —murmuró con una mirada gélida que hizo a Takemicchi sudar. La música seguía sonando—. Supongo que sólo estábamos destinados a hacernos daño el uno al otro.
—Oh —Takemicchi no supo qué decir.
♪Nunca podría decirte lo que pasó♪
♪El día que cumplí diecisiete♪
♪La ascensión de un rey y la caída de una reina♪
♪Diecisiete, diecisiete♪
—Eso... Lo siento, no quería —se disculpó, de nuevo aquella frase hizo que pensara en eso.
¿El ascenso de un rey y la caída de una reina? ¿Qué fue lo que ocurrió cuando tenía diecisiete?
—Haha, descuida, Takemicchi —ella se rió de nuevo—. No te preocupes por estupideces ahora. ¿Recuerdas esta canción? Diecisiete... La escribí luego de tener que separarme de mi hijo.
♪Nunca me sentí como una princesa♪
♪Solía engañarme a mí misma en angustia♪
♪Que así era como las cosas♪
♪Estaban destinadas a ser♪
♪Oh, diecisiete, diecisiete♪
—¿Sí? —tragó fuerte.
.
.
.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top