| 32; Rivales |
—Oh, ya lo recuerdo —Takemicchi asintió—. Hanma dijo...
«Me disculpo amablemente por lo que hicieron
los subordinados de Kazutora el otro día,
él ya les rompió las piernas»
—Sip —Hanna asintió—. Ya conoces el resto de la historia. ¿No?
El resto de la historia se tiñó de rojo en la mente de Hanna así que prefería dejarlo así.
—¡Ah, sí!
Inupi se sentó a un lado de ellos mientras cargaba a Daisuke con una sonrisa.
—Normalmente no hablas de Kazutora —la miró—. ¿Estás bien?
—Sí —Hanna lo había perdonado finalmente—. Estoy bien...
Takemicchi la miró curioso.
—Kei quería que pudiéramos ser como antes —aseguró—, por eso lo perdoné, por... Kei-chan.
Kazutora era el mejor amigo de Keisuke, solían ser buenos amigos también aunque peleaban mucho por la atención del Baji.
—Eso está bien —Inupi le acarició el rostro con una sonrisa—, Daisuke podrá tener a su tío así.
Ella quería creer que su muerte no fue en vano y que Kazutora finalmente entraría en razón, esperaba que, en el futuro, incluso pudieran llevarse bien de nuevo como solían hacer en el pasado. Takemicchi sonrió ante esto último.
—Espero que sea así —le dijo a Hanna con una sonrisa—. Me gustará ver esa amistad de vuelta en el futuro.
Hanna le dedicó una sonrisa y asintió. Un rato más tarde, Takemicchi seguía observando la forma en que Inupi cuidaba de Hanna y Daisuke, le generaba un extraño sentimiento.
—Ustedes dos... se ven como una familia —murmuró Takemicchi—. Es tierno.
Antes de que Hanna o Inupi pudieran decir algo, el teléfono de la pelinegra sonó, Inupi lo alcanzó para ella.
—Es Waka —Inupi le entregó el teléfono tras ver el nombre—, otra vez.
—Oh —ella se levantó y les sonrió antes de irse para contestar—, ya regreso.
Takemicchi vio la sonrisa en el rostro de Inupi cuando Daisuke hizo un ruidito que le pareció tierno.
—Daisuke-chan es igual a Baji-kun —comentó, viendo al niño en los brazos del rubio—. Es increíble.
Takemicchi se preguntó entonces si en esa línea de tiempo, Hanna decidió quedarse con Koko e Inupi por esto.
—Sí —lo vio besar la nariz del pequeño—, pero es igual de magnífico que su madre.
La forma en que Inupi veía
a Daisuke era increíble.
Hanna volvió con una sonrisa.
—¿Quieren ir afuera?
—Sí —Inupi sonrió.
Takemicchi asintió también y los tres salieron, Inupi seguía cargando a Daisuke, cuando ya estaban abajo.
—Es increíblemente pequeño —chilló—, no puedo creerlo.
—Ah —Seishu se volteó a verla—, Draken dijo que vendría en un rato.
Hanna se dio cuenta que dejó su teléfono en la mesa así que les pidió que la esperaran ahí, los rubios se sentaron en el parque a esperarla. Takemicchi veía al Inui hacerle cariños al bebé.
Era una escena
muy feliz.
Nadie se imaginaría que, para él, que estaba afuera de la casa viéndola a un par de metros, sólo era una escena que rompería su corazón.
¿Una escena
muy feliz?
Apretó su mandíbula cuando vio a Hanna unirse a Inupi y mimar a su bebé mientras el rubio lo acariciaba.
—Mikey, ¿no vas a venir?
¿Él algún día podría hacer eso? El sólo hecho de ver al bebé de Baji lo aterraba.
—No —miró a Draken—, recordé que tengo algo que debo hacer.
Daisuke era el recordatorio de que Baji murió, ninguno fue capaz de evitarlo, él se había prometido que la dejaría ir.
¿Por qué estoy aquí
en este momento entonces?
Miró al suelo. No era capaz de hacerlo, no se sentía capaz de hacerlo, ella quizá no querría verlo luego de que rompiera una más de sus promesas. ¿No es así? Se mordió el labio.
—Ve tú solo, Kenchin.
Draken frunció el ceño, creyó que lo había convencido de ir a verla, pero al parecer Mikey no dejaba de ser un cobarde cuando se trataba de Hanna. Lo vio en silencio irse en su moto y suspiró.
—¡Ey!
—¡Hermano! —Hanna le dedicó una de esas sonrisas que parecían el sol—. ¡Hey!
—Oho, Takemicchi también está aquí —Draken se acercó a ellos y luego de saludarlos se asomó a Hanna que ya había empezado a cargar a Daisuke—. ¡Daisuke-chan, mi bello sobrino!
Daisuke comenzó a llorar e Inupi se soltó a reír mientras Hanna regañaba al mayor, Takemicchi vio a Inupi calmar a Daisuke mientras Hanna perseguía a Draken entre risas, sonrió grande.
No quiero que
acabe esta felicidad.
Los ojos menta vieron a Mikey irse en silencio antes de volver a la escena, apretando la mandíbula tan pronto notó la sonrisa de la pelinegra, no podía soportarla. Sintió una mano en el hombro.
—Hombre, Haruchiyo, qué raro es verte por aquí —Senna le sonrió grande, abrazándolo por los hombros—. Akira y yo vimos a...
El pelirosa miró al pelimorado con una ceja arqueada.
—¿Qué?
—Nada, Kaito —suspiró—. ¿Venían a visitar a su jefa?
—Nah, está muy bien acompañada —miró a Hanna a la distancia antes de girarse a Akira—. ¿No crees?
El de ojos grises asintió, con las manos metidas en los bolsillos, bajo ambas miradas verdes.
—Vio a Mikey —le susurró a Sanzu—, así que está de mal humor.
Sanzu rodó los ojos, Senna era un bufón que no conocía las palabras 'espacio personal' mientras que Akira era un chico callado pero perceptivo. Incluso si fueran amigos de infancia, a veces no los toleraba, volvió la vista a la menor.
—Han-
—Haruchiyo —Akira encendió un cigarrillo, recostándose sobre la pared detrás de ellos—. No digas su nombre con tus estúpidos labios si no quieres iniciar una pelea.
Ambos se miraron a los ojos fijamente antes de chasquear la lengua.
—Como sea —se volvió hacia su moto y alzó la mano—, yo tengo cosas que hacer.
—Ah —Senna frunció los labios, soltándolo—, adiós entonces.
Senna se volteó a ver a Akira y este solo hizo un gesto desentendido con las manos.
—Tú...
Una vez que el par de Pandora estuvieron a solas, se volvieron hacia su líder, quien ahora estaba regañando a Takemicchi por alguna razón. Senna se cruzó de brazos al ver a Akira exhalar el humo.
—Eres muy hostil con Haruchiyo.
—Tú también deberías serlo —lo miró de reojo—. ¿No has visto el odio en sus ojos cuando ve a Hanna?
—¿Cómo no? —sonrió burlón—. Es el mismo odio con el que tú miras a Mikey.
Akira rodó los ojos.
—Se lo merece totalmente.
Senna suspiró, no era quien para juzgar a ninguno de los dos, aunque debía admitir que Mikey era desesperante. Ambos se sentaron en el borde de la acera entonces, viendo a Hanna desde ahí.
—¿Qué crees que ocurra ahora?
—No tengo idea —Senna abrió su pastillero—. La Toman se disolvió y nosotros estamos vagando, Hanna es más sentimental de lo que crees. ¿Sabes?
—Está fingiendo que no le afecta el hecho de que Mikey la haya estado ignorando estos días.
—Sí —escogió una pastilla morada antes de metérsela a la boca—, es un idiota que no sabe cumplir promesas. ¿No es así?
Akira miró al cielo entonces, estaba tan azul como el color de los ojos de Melissa. Inevitablemente pensó en su hermano mayor un momento, la última vez que lo vio fue cuando fue terriblemente grosero con Hanna.
—¿Eh? —la voz de Senna lo hizo bajar la mirada—. ¿No es Takahiro-san?
Hablando del
diablo...
—¿Takahiro?
Sus ojos dieron con el pelinegro de ojos grises, su hermano mayor, que iba con un ojo morado y el labio sangrando. Incluso si estaban a unos cuantos metros de distancia podían verlo claramente.
—Parece que su noviecito volvió —silbó Senna—. ¿Cómo se llamaba...? ¿Kazuki?
—Katsuki —lo corrigió, mirando fijamente a su hermano mayor—. Es un tremendo hijo de puta, no respeta a nadie y ojalá Hanna hubiese acabado con él en ese entonces.
—¿Qué dices? —Senna masticó un dulce ácido e hizo una mueca—. ¿De verdad crees que hubiese sido bueno? Hanna no debería mancharse las manos de sangre.
Akira alzó la ceja.
—Con sangre sucia como la de él —agregó rápidamente—, hay niveles. Ese no merece ser matado por nuestra reina. Ese no merece tal cosa.
Akira vio a un tipo alto bajarse de la motocicleta que acababa de parquearse cerca a su hermano, quitarse el casco rojo solo para revelar la imagen de Katsuki Nanami, el estúpido novio de su hermano mayor.
—Hablando del diablo —Senna suspiró—. ¿Qué está...?
Akira miró sus manos un momento, por alguna razón le recordó a ese día.
.
.
.
Fue después de hablar con los nuevos reclutas de Pandora, era abril del 2004 después del cumpleaños de Hanna, los cuatro fueron al bar de Shibuya donde Hanna, Takahiro y su banda tocan usualmente.
—¿Qué onda?
Su hermano y ella se saludaron brevemente antes de subir juntos a la tarima, Takahiro era uno de los guitarristas que tocaban junto a ella de vez en cuando, al menos eran profesionales pese a no agradarse mucho.
—¿Lista? —Takahiro se acercó a ella con su guitarra eléctrica en manos, ella asintió—. ¡1, 2, 3, cua-!
Akira sonrió brevemente al ver a su hermano tocando, pero sus ojos se desviaron al ver a los miembros de Toman. Especialmente a Mikey.
♪Sentada en un auto estacionado♪
♪Ya ni siquiera peleamos♪
♪Ya ni siquiera nos tocamos♪
♪Solía ser mi mejor amigo♪
♪Ya ni siquiera nos reímos♪
♪Ya apenas nos hablamos♪
—Vas a hacer un agujero en su cabeza —se burló Senna.
Hanna comenzó a cantar mientras Akira observaba a Mikey, quien realmente le desagradaba desde el principio de los tiempos, así que cada vez que estaba allí, lo miraba fijamente.
—Ojalá —bufó—, si sólo fuera posible.
Senna negó con la cabeza.
♪Quieres sostener mi mano y luego no lo haces♪
♪Me dices que me amas y luego dices que no♪
♪Sigues haciéndome perder el tiempo♪
Mikey estaba enamorado de Hanna, supuestamente, pero era muy indeciso, así que terminó lastimándola varias veces. En realidad, la canción que estaba tocando fue escrita para ella, como si le rogara que dejara de jugar con ella.
—Simplemente no me gusta —miró hacia el otro lado donde podía ver a Haruchiyo y Baji, sus amigos de la infancia, mirando a Hanna cantar, el último con una gran sonrisa—. Por otro lado...
—Sabes —interrumpió Yuki, notando que la mirada de Akira se desviaba hacia el otro lado—. Hanna puede cuidarse sola.
Akira asintió, sus ojos nunca dejaron el escenario.
♪Si no soy todo lo que necesitas♪
♪Entonces sólo déjame libre♪
♪Estoy de rodillas♪
♪Si tú no eres el indicado para mí♪
♪Entonces déjame ser♪
♪Te estoy rogando, por favor♪
—Lo sé —aseguró—, pero eso no quiere decir que...
—Esta canción —Senna lo interrumpió—, es para Mikey, ¿no?
La voz de Hanna era poderosa, resonando por toda la sala, y estaba claro que estaba derramando su corazón con cada nota.
♪Rezo por puertas cerradas y ventanas abiertas♪
♪Seguiré en la dirección del viento♪
♪No tengas miedo de irte♪
♪Si no soy todo lo que necesitas♪
♪Entonces sólo déjame libre♪
♪Estoy de rodillas, esta noche♪
—Sí —Yuki se acomodó las gafas—, así es...
Akira apretó la mandíbula, sus ojos desviándose a veces hacia su hermano, llevaba como dos capas de maquillaje ese día para cubrir los moretones que su novio le había hecho.
♪Solíamos tener citas♪
♪Ahora no quieres ir a ningún sitio♪
♪Se siente como si estuviéramos atrapados en el mismo lugar♪
♪Desearía que pudiera leer tu mente♪
♪En cambio tengo que leer tus ojos♪
♪Oh, ¿por qué me dicen mentiras?♪
—¿Cómo ese idiota pueda sonreír así? —Senna señaló a Baji con el mentón—, no lo entiendo.
La canción hablaba de Mikey, aunque era una canción vieja que había escrito en el 2002, Hanna seguía confundida sobre sus sentimientos y había vuelto a cantarla tras los repentinos avances de Mikey desde que se enteró de su regreso.
—Es un idiota —aceptó Yuki—, ¿por qué actúa como si nada?
—Porque son mejores amigos que se besan —bromeó el pelimorado—. No hará nada hasta que la vea con alguno de sus...
Kaede lo codeó.
♪Quieres sostener mi mano y luego no lo haces♪
♪Me dices que me amas y luego dices que no♪
♪Sigues haciéndome perder el tiempo♪
—Ay —se quejó—, ¿qué? No es broma.
—En realidad —miró a Kaito—, es impresionante que deba decir que tienes razón.
El pelimorado sonrió con prepotencia.
—Finalmente usaste tus neuronas —Yuki fingió limpiarse una lágrima y palmeó el hombro del ojiverde—, felicidades, Senna.
Akira sonrió ante lo estúpidos que eran al verlos comenzar a pelear en voz baja.
♪Si no soy todo lo que necesitas♪
♪Entonces sólo déjame libre♪
♪Estoy de rodillas♪
♪Si tú no eres el indicado para mí♪
♪Entonces déjame ser♪
♪Te estoy rogando, por favor♪
—Oigan —Kaede se giró a verlos—, ¿qué vamos a hacer con la pandilla de Nanami?
Todos cambiaron sus sonrisas por expresiones serias en un segundo. Akira miró de reojo a Takahiro.
♪Rezo por puertas cerradas y ventanas abiertas♪
♪Seguiré en la dirección del viento♪
♪No tengas miedo de irte♪
♪Si no soy todo lo que necesitas♪
♪Entonces sólo déjame libre♪
♪Estoy de rodillas, esta noche♪
—Aplastemoslos.
—Hanna no se ha decidido —le dio un trago a su bebida—, no podemos mover un dedo.
La forma en que Hanna se había reincorporado a Pandora literalmente un par de días después de despertar de su accidente fue algo cómica, especialmente con el hecho de que seguía con un brazo lastimado.
♪De-de-déjame ser libre, de-de-déjame♪
♪Estoy de, de rodillas♪
♪De-de-déjame ser libre, de-de-déjame♪
♪Estoy de, de rodillas♪
—Seguro que no quiere pelear contra ellos por lo de su brazo —murmuró Senna, mirándola fijamente—, puede que pretenda estar bien, pero...
Kaede apretó los labios.
—Estará bien mientras ellos no busquen pelea —afirmó Akira, suspirando—. Estamos manteniendo un perfil bajo ahora que ella está viviendo con los Baji.
No era algo que funcionara muy bien todo el tiempo, Hanna era demasiado impulsiva desde pequeña, no pensaba mucho antes de irse a los golpes como Keisuke. Miró a Baji al pensar eso.
♪Si no soy todo lo que necesitas♪
♪Entonces sólo déjame libre♪
♪Estoy de rodillas♪
♪Si tú no eres el indicado para mí♪
♪Entonces déjame ser♪
♪Te estoy rogando, por favor♪
—Odio esa canción —Kimi, que estaba sentada a su lado, se quejó en voz baja, llamando su atención—. Odio todas las canciones que hablan de como Mikey la hace sentir.
Akira asintió de acuerdo, le pasaba igual, especialmente porque Hanna era como una pequeña hermana para él.
♪Rezo por puertas cerradas y ventanas abiertas♪
♪Seguiré en la dirección del viento♪
♪No tengas miedo de irte♪
♪Si no soy todo lo que necesitas♪
♪Entonces sólo déjame libre♪
♪Estoy de rodillas, esta noche♪
—¡Mi jefa es la mejoor〰️♡!
—Cállate, Kimi.
Su actuación fue hipnótica como siempre, atrayendo la atención de todos, incluso de aquellos que nunca antes la habían mirado.
—Cállate tú —le sacó la lengua—. Estoy apoyándola. No como otros.
Cuando el último acorde de la canción resonó por toda la sala, los ojos de Hanna se encontraron con los de Akira. Ella le sonrió mientras su hermano mayor lo fulminaba con la mirada.
—¡Gracias a todos!
Hanna sonrió frente al micrófono antes de apartarse hacia el chico de la guitarra con una sonrisa juguetona. Akira vio como Mikey frunció el ceño enseguida al verla junto al mayor.
Sus celos no
tienen fin.
—Estuviste genial hoy, Takahiro-kun —se agachó levemente, viéndolo tomar agua y cerró los ojos al sonreír—, casi hasta olvido que te declaraste nuestro enemigo el otro día.
Takahiro, el de cabello negro y ojos grises, la miró con una sonrisa sarcástica.
—Sí, es bueno que podamos mantenerlo profesional —respondió—. No querrías pelear en el bar, ¿verdad?
—Para nada —ella fingió una sonrisa—, pero es diferente fuera así que, ya sabes, cuida tu espalda.
Takahiro se tensó y se acercó a ella peligrosamente, ella alzó la mirada ante él, estaba intentando intimidarla con su diferencia de altura.
—¿Qué dijiste, enana?
La atmósfera se puso tensa a medida que la rivalidad entre ellos comenzaba a crecer, Akira iba a intervenir pero Keisuke Baji fue más rápido.
—Nanda, nanda...
El 'mejor amigo' de Hanna, si así podía decirle al chico que ha estado enamorado de ella desde que tenía siete años, siempre era del tipo perceptivo.
—Oye, Mito, no sabía que se llevaran tan bien con la música —le sonrió al hermano mayor de Akira antes de mirar a Hanna—, pero agradecería que no hagas eso.
—¿Qué cosa?
—Lo que hiciste hace unos segundos.
Baji no abandonó su sonrisa aunque Akira podía ver el fuego en sus ojos, ansioso. Él se puso a un lado de Hanna, mirando fijamente a su hermano mayor, quien lo miró de vuelta.
—¡Oi, Baji!
—Tengo que ir con la pandilla por órdenes de Mikey —señaló hacia donde los chicos de la Toman se estaban dirigiendo a la salida—, si necesitas que te recoj-
—Estoy bien, Kei —le sonrió—, Akira me llevará a casa más tarde.
Y sí, para ese momento ya vivían juntos aunque, por supuesto, todavía no eran pareja.
—Nos vemos en la noche entonces.
Keisuke suspiró y asintió, sabiendo que no podía discutir con Hanna cuando ella ya había tomado una decisión, le hizo un gesto con el pulgar hacia arriba y se giró para irse con el resto de los miembros de Toman.
—Bueno —Hanna miró a Emma, su mejor amiga y asintió—. Iré a cambiarme primero, chicos.
Akira, Senna y Yuki asintieron de vuelta, diciendo que la esperarían. Una vez que Emma y ella regresaron del probador, se separaron de la rubia que se fue a casa en un taxi que Hanna llamó para ella.
—Vaya, vaya —oyeron una nueva voz—, no esperaba ver tanta basura junta.
En la entrada del bar, sobre una motocicleta roja y con casco metalizado rojo, estaba su actual y molesto rival: Katsuki Nanami. Él los estaba mirando con una sonrisa fría.
—Vamos —dijo Akira, sin apartar la mirada de Katsuki hasta que estuvo fuera de la vista—. Nunca había oído a la basura hablar en mi vida, debo haber tomado una de tus pastillas, Senna.
Senna soltó una carcajada, Hanna salió luego de esconder su brazo herido tras una chaqueta puesta por encima de su hombro con ayuda de Yuki.
—Te aseguro que ninguna tiene tal efecto —miró a Hanna—. Andando, reina.
—Let's go, babe —ella sonrió—: Vamos, nene.
Se subieron a sus motos, el rugido de los motores perforaba el aire nocturno mientras pasaban a toda velocidad por las calles de Tokio. Las luces de neón de la ciudad se reflejaban en sus chaquetas de cuero, creando un vívido contraste con el cielo oscuro que había encima.
—¿Viste su cara?
—¿La de quién?
—La de Katsuki.
Mientras se acercaban al edificio en ruinas que servía de escondite a Pandora, Akira no pudo evitar sentir una sensación de incomodidad.
—¿Quién es ese?
—El líder de Nanami gang —se acomodó las gafas con una mano mientras maniobraba con la otra—, la pandilla del este.
La tensión entre la banda de Nanami y Pandora estaba aumentando, aunque eran del este, del distrito de Chiyoda, estaban empezando a cruzar los límites de Shinjuku desde que empezó el rumor de Whitesnake y la purga.
—Ah, ese —todos rieron al notar que no se acordaba para nada—, sí, claro, el pelirrojo.
—Es rubio, Hanna-sama.
—Ya lo sé —brotó una sonrisa burlona en su rostro—, sólo los estaba probando.
Una vez dentro, el aire estaba cargado con el olor a humo de cigarrillo, marihuana y el murmullo de los miembros de la banda que comentaban los acontecimientos del día.
—¡Otsukare sama desu, rīdā! —saludaron—: ¡Buen trabajo, líder!
Hanna, siempre la líder tranquila, atravesó la habitación a grandes zancadas, su presencia exigía atención. Akira la seguía de cerca, con los ojos buscando cualquier signo de problemas.
—Entonces, ¿cuál es el plan? —preguntó Yuki, apoyada contra la mesa de billar desgastada, con los brazos cruzados—. Nanami se está...
—Supongo que hay que estar alerta —Hanna se encogió de hombros—. No podemos dejar que nos manejen en nuestro propio territorio.
—Pero no podemos ir a la guerra —dijo Kaito, con una mezcla de frustración en su voz—. No es que estemos buscando pelea.
—No, pero tampoco podemos ignorarlo —intervino Akira—. Tenemos que estar preparados para protegernos.
—Lo sé —dijo Hanna, con la voz tensa—. Pero no quiero empezar nada, a menos que sea necesario.
Hanna era particularmente cautelosa con las peleas que debían tener, después de todo, necesitaba mantener oculta su identidad.
Todo es por
culpa de Mikey.
La sala quedó en silencio por un momento, el peso de su situación flotando pesadamente en el aire. Entonces, la capitana de la cuarta división y hermana pequeña de Senna, Kaede, entró en la habitación junto con su vicecapitana, Makio, jadeando.
—¡Tenemos —jadeó—, problemas!
—No digas eso, son apenas las siete de la noche —se quejó su hermano—. Danos un respiro que acabamos de llegar, hermana.
—Hablo en serio, idiota —Kaede puso los ojos en blanco y miró a su líder—. Hanna-sama, tenemos problemas.
La chica de cabello negro, que estaba comiendo una paleta, la miró con la cabeza inclinada hacia un lado.
—Déjame adivinar —Yuki inclinó sus lentes para juzgarla mejor—. ¿Ustedes lo causaron?
Moneymaker y Sashi los miraron con una tremenda molestia en ese momento.
—No, ustedes tienen un problema —Makio siempre era tan grosera al hablar, era realmente divertido verla enojarse—. En serio.
—¿Pueden ir directamente al grano, señoritas? —Akira exhaló el humo de su cigarrillo con una expresión aburrida—. Straight answers, please.
—If you want straight answers, ask a straight person —Hanna sonrió burlona, mirando a Kaede, quien se sonrojó al instante—: Si quieres respuestas directas, pregúntale a una persona hetero.
Akira rodó los ojos.
—Imposible en Pandora —masculló, mirando a Ashido—. Bueno, no del todo, pero no creo que ella sepa.
—¿Hm?
Akira negó con la cabeza, sonriendo al ver la ojimiel ladear la cabeza, era tan linda que le daba un tremendo dolor de cabeza solo con verla.
—Si, bueno —Hanna sacó su paleta de la boca—. Moneymaker, ¿qué es l que pasa?
Kaede respiró profundamente, sus manos temblaban ligeramente.
—Miembros de la banda de Nanami por los alrededores —le costaba respirar bastante por haber corrido—, muy cerca de nuestro territorio. Estaban buscando algo... o a alguien.
La habitación volvió a quedar en silencio. La tensión aumentó a medida que la gravedad de la situación se asentaba. Esto era más que una simple demostración de poder, era una intrusión.
—¿Estás segura de que fueron ellos?
La voz de Yuki era aguda, su mano ya buscaba las llaves de su moto, incluso antes de que alguien dijera cualquier cosa.
—Sí —Makio asintió con firmeza—, yo misma vi el símbolo de Nanami en sus chaquetas.
La sonrisa de Hanna desapareció, sus ojos se entrecerraron hasta convertirse en dos rendijas.
—Ya decía yo que todo estaba calmado —dijo, con voz fría y decidida—. No puede estar uno tres minutos quietos...
Akira la vio morder la paleta, cosa que normalmente no hacía a menos que se molestara, luego Hanna sacó un cigarrillo y lo puso en su boca, reemplazando el dulce.
—No podemos dejar que nos falten el respeto de esta manera —masculló—. ¿Fuego?
Ashido encendió el cigarrillo de Hanna como solía hacer con Akira, ambos le sonrieron.
—Gracias, Ashi —miró a Akira—. Prepara a los demás.
Con un asentimiento, Akira salió de la habitación, sus pasos resonando en el pasillo mientras se dirigía a reunir al resto de la pandilla. Yuki y Kaito lo siguieron de cerca, con rostros sombríos.
La confrontación era
probablemente inevitable.
Mientras tanto, Hanna sacó su teléfono y llamó a Asa, el vicecapitán de la segunda división, su voz estaba cargada con una mezcla de ira y urgencia.
—Oye, Kamisori, revisa la entrada sur —dijo, golpeando la pantalla del teléfono con el pulgar con impaciencia—. Asegúrate de que nadie pase sin mi permiso.
El teléfono sonó y se volvió hacia Yuki.
—Necesitamos establecer un perímetro —murmuró—, que nadie del distrito entre a este sector.
Yuki asintió, su expresión reflejaba la determinación de Hanna.
—Yo me encargo del norte —agitó sus llaves—. Ustedes encárguense del este y el oeste.
Kaito dio un paso adelante, con la mano en el bate de béisbol que había colgado casualmente sobre su hombro.
—Yo me encargo del este —miró a Akira—. Tú encárgate del oeste.
Akira asintió con la cabeza en señal de comprensión, con la mandíbula apretada.
—Muy bien.
La idea de una pelea con la pandilla de Nanami nunca estaba lejos de su mente, especialmente sabiendo que el novio de su hermano mayor era su líder. Pero su lealtad estaba con Pandora y Hanna, así que incluso si Takahiro fuera su hermano, lucharía contra él sin pensarlo dos veces.
Espero que no vengas
Takahiro-niisan.
Los cuatro se dispersaron rápidamente, el sonido de sus botas resonó a través del viejo edificio mientras se movían hacia su posición.
—Mira que meterse a nuestro lugar —Hanna masculló a su lado—, es realmente molesto.
Conocían el diseño de su territorio como la palma de su mano, cada callejón y azotea era un campo de batalla potencial.
—Ya lo creo —ambos exhalaron el humo de sus cigarrillos al mismo tiempo—. ¿Lista para patear traseros?
Hanna se tomó un momento para ordenar sus pensamientos antes de sonreír.
—Sabes que siempre estoy lista, Aki.
Ella no quería una guerra ahora mismo, pero amaba la dopamina que una buena pelea le provocaba, Akira lo sabía bastante bien.
—Nadie mata a nadie si yo no lo digo— la segunda al mando, Yuki, miró a sus subordinados—. ¿Está todo claro?
Todos asintieron, entendiendo la gravedad de la situación. Lo último que Pandora necesitaba era una pelea total con la pandilla Nanami, pero tenían que mantenerse firmes.
—Está bien, chicos —Ashido miró a Akira con una sonrisa, imitando la voz de Hanna—. Vamos a darles algunos problemas ya que vinieron a buscarlos.
Akira no pudo evitar reírse entre dientes ante su imitación perfecta, era la habilidad especial de Ashido, poder imitar cualquier voz que escuchaba.
—Eres demasiado, Ashi.
Se separaron y Akira se dirigió al oeste, el aire era más fresco allí y estaba más tranquilo, el lugar perfecto para una emboscada. Su mente corría con posibles escenarios, pero sabía que no debía bajar la guardia.
—Oh —miró su teléfono, viendo el recordatorio de la cita de Hanna—. Esta idiota lo olvidó.
La luna estaba alta cuando vio al primer miembro de la pandilla de Nanami, un chico que parecía aterrado. Akira suspiró.
Esta va a ser una
noche muy larga.
Salió de la sombra y el chico saltó, con los ojos muy abiertos por el terror.
—¿Dónde está tu líder, pulga? —preguntó Akira, con voz tranquila pero firme—. ¿Qué haces aquí?
—N-no sé —el chico tartamudeó—, solo seguí órdenes.
—Bueno, tu líder está en el lugar equivocado. Dile que se vaya —empujó al niño suavemente, viéndolo huir—. ¡Y dile que si lo vuelve a hacer, no seré tan amable la próxima vez!
Continuó su patrulla, sus ojos escaneando cada rincón y grieta, sus instintos en alerta máxima. Sabía que Nanami estaba tramando algo y no lo iba a dejar pasar.
—¿Sabes qué olvidaste algo? —le dijo a Hanna por el teléfono.
—¿Las llaves?
—No —se soltó a reír—, te olvidast-
Se detuvo cuando escuchó el sonido distante de unas motocicletas acercándose, su corazón latía con fuerza en su pecho.
—Voy a colgar —avisó—, viene alguien.
—¿Qué? Esp-
Colgó, guardando su celular en su bolsillo, cubriéndose detrás de un contenedor de basura y esperó, el olor a comida podrida lo hizo hacer una mueca.
—¿Dónde estará...?
Cuando estuvieron lo suficientemente cerca, salió, su mano apretando el cuchillo dentro de su bolsillo. Pero lo que vio le heló la sangre. No era un miembro cualquiera de la pandilla Nanami, era su hermano, Takahiro, y el líder en persona, Katsuki Nanami.
—¿Akira? —Takahiro palideció un poco—. ¿Qu-?
—Bueno, bueno, bueno —el rubio lo miró con una sonrisa burlona—, si no es mi querido cuñado, el lacayo del legendario Whitesnake.
La mano de Akira se apretó alrededor del mango del cuchillo, sus ojos se encontraron con los de su hermano.
—¿Qué quieres? —escupió—. Y no me llames cuñado, no te reconozco como tal.
Takahiro dio un paso atrás, levantando las manos en señal de rendición.
—Solo una charla con tu adorable líder —dijo, sus ojos brillando con picardía—. Hanna...
Akira frunció el ceño al darse cuenta que sabía que Hanna era Whitesnake, dio un paso adelante, bloqueando su camino hacia el escondite.
—No te acercarás a ella.
—¿Es así?
La sonrisa burlona de Nanami se hizo más amplia.
—Parece que tu lealtad está dividida, Mito.
La mandíbula de Akira se apretó, pero no dijo nada. Sabía que lo mejor que podía hacer era mantenerlos hablando, para ganar tiempo para que Hanna se preparara.
¡Vamos, Hanna!
¿Dónde estás?
El sonido de un teléfono sonando atravesó la tensión, era el tono de llamada de Hanna, el que había elegido porque era de una canción que le gustaba de ella.
♪Sí, la niñita se fue, consiguió
un arma de un gángster♪
♪Corre niñita, corre
niñita, bang, ha♪
♪¡Dilo otra vez,
no te escuché bien!♪
—¡Pfft! —el rubio soltó una risa—. Adelante, parece que es tu jefita.
Akira frunció el ceño y sacó su teléfono del bolsillo.
♪Te metiste con la perra equivocada
en la era equivocada♪
Contestó el teléfono enseguida, a Hanna no le gustaba mucho que la hicieran esperar.
—Yes, boss.
—No me gusta usar esta palabra de que estoy perdida —comenzó—, pero encontrada no estoy.
Akira frunció el ceño al escuchar algo de ajetreo de su lado, parecía que lo había llamado en medio de una pelea, la escuchó soltar una maldición y luego oyó un ruido seco.
—Como decía... Where are u again? I got lost —respondió ella—: ¿Dónde es que estás? Me perdí.
No pudo ocultar la sonrisa que apareció en su rostro. Ella era así, sonaba muy tranquila, pero no le sorprendería si realmente se había perdido por andar pensando cualquier estupidez.
—Check the text —colgó y le envió un mensaje con la respuesta—: Revisa los mensajes.
No necesitaba mirar hacia atrás para saber que estaba rodeado. Miró a su hermano, luego a Nanami, su decisión tomada.
—¿Quieres hablar con ella? —inquirió en voz baja y peligrosa—. Entonces tendrás que pasar por mí.
El rubio se rió entre dientes, sus ojos brillaban de emoción.
—Oh, en realidad esperaba que dijeras eso —hizo una señal y dos hombres se pusieron frente a él entonces—. Oí que eres muy fuerte así que traje este par de gigantes.
—¡Ja! —Akira lanzó su cigarrillo, pisándolo, eran realmente enormes—. Eres un puto cobarde.
La tensión estalló como cuerda floja. Vio a Kimi llegar con una de sus especiales patadas voladoras y derribar dos tipos, lo cual lo hizo sonreír.
—Ustedes no saben la estupidez que hicieron —afirmó, pateando a uno de los tipos al suelo y mirando al rubio atrás—, ven acá, Nanami, acabemos con esto.
Puños volando a diestra y siniestra entre los tres, el sonido de sus respiraciones agitadas y el ruido en su mente estaba haciéndole perder la cabeza por momentos.
—¿Eso es todo lo que tienes para decir, cuñadito?
Takahiro, aunque no se llevaban bien desde que murió su hermana pequeña Melissa, seguía siendo su hermano, su familia, así que no quería hacerle daño.
Pero Hanna y Pandora eran mucho más
valiosos para él que hasta su familia.
Y eso era, principalmente, porque ellos eran prácticamente su familia. Le lanzó un puñetazo a uno de los hombres de Nanami y lo vio desplomarse en el suelo con un ruido sordo.
—Quizá si peleas tú mismo —le dijo a Katsuki—, en lugar de enviar tus hombres contra mí.
Sus ojos nunca dejaron de mirar a su hermano, desafiándolo sin palabras. Takahiro se puso frente a su novio, protegiéndolo y sacó su cuchillo, con una sonrisa torcida en su rostro.
—No quiero hacerte daño, hermanito...
Pero en realidad, Takahiro también amaba a su novio más que a su familia, era algo que Akira descubrió muchos años atrás cuando dejó que su novio le diera una paliza frente a sus amigos.
—¿De verdad? —sonrió burlón—. Porque pareces muy feliz de apuntarme con esa mierda.
Aún podía saborear la sangre en su lengua y la terrible humillación que sintió en aquel entonces.
—Pues no me dejas otra opción, Aki —cargó contra él enseguida—. ¡No lo tomes personal!
Los instintos de Akira tomaron el control y sacó su propio cuchillo, listo para proteger su hogar, su pandilla y, lo más importante, a Hanna.
—Oh, señor —Takahiro alzó la mirada al cielo un momento—, ¿por qué siempre me haces pasar por tales pruebas como estas? ¿Por qué tengo que... matar a mi amado hermano menor?
Akira apretó la mandíbula y lo envió al suelo de un golpe en la sien.
—No seas hipócrita —escupió a su lado, agachándose para darle otro golpe—. ¡No te atrevas a decirme así cuando estás de su lado siempre y no del mío!
Takahiro miró hacia atrás antes de sonreír y golpear a Akira de vuelta, levantándose rápido, estaban igualados en cierto punto. Ambos esquivando la navaja del otro con tranquilidad.
Como si fuera una inocente
pelea de hermanos normal.
Se rodearon el uno al otro, cada uno esperando que el otro hiciera el primer movimiento.
—¿Por qué estás haciendo esto? —gritó Akira por encima del ruido, esquivando un golpe del cuchillo de su hermano—. ¡¿Qué mierda ganas con esto?!
—Porque si mi novio lo quiere —sonrió—. Mi novio lo tiene, Aki.
—¿Aunque literalmente te golpea todos los malditos días? —escupió Akira, sus ojos brillando con una mezcla de ira y desesperación—. ¡Es peor que escoria!
La sonrisa de Takahiro no vaciló.
—No lo entiendes, ¿verdad? —hizo un amplio arco con su cuchillo, obligando a Akira a saltar hacia atrás—. El amor hace que la gente haga locuras.
La mano de Akira se apretó alrededor del mango del cuchillo, sus dientes rechinaron.
—¡El amor no te hace traicionar a tu propia sangre!
El rubio se lanzó hacia adelante nuevamente, pero esta vez, Akira estaba listo. Se hizo a un lado y golpeó la pierna de su hermano con la parte sin filo de la navaja, haciéndolo tropezar.
—¡No solo estás luchando contra mí —le recordó—, estás luchando contra toda Pandora!
Las palabras parecieron tocar una fibra sensible, porque los ojos de Takahiro brillaron con algo que parecía arrepentimiento, pero desapareció en un instante.
—Tú elegiste este camino, Aki —se puso de pie—. Tú elegiste proteger a un maldito monstruo.
Akira sintió que su temperamento se encendía.
—¡Hanna no es un monstruo! —gritó—. ¡No te atrevas a llamarle así!
El sonido de un látigo chasqueando en el aire los dejó a ambos congelados.
—¡Hmph! —Akira sonrió al reconocer esos tacones, dejó a su hermano a un lado—. Te tardaste un buen tiempo... Líder.
Whitesnake se quedó allí, con uno de los brazos cruzados y los ojos expectantes, analizando la situación.
—Mira esto —chasqueó la lengua al notar las heridas en el rostro de Akira—, te ves terrible.
—Tú no te ves mejor —masculló cuando volvió la mirada hacia ella—. ¿Qué mierda te pasó?
Hanna se tocó el rostro un momento con la mano derecha y Akira recordó que tenía una mano menos de las que normalmente tenía, podía imaginar que no había mucha forma de evitar ser lastimada cuando sólo estás peleando con la mitad de ti.
—Te dije que me perdí —se relamió los labios, sintiendo el sabor de su sangre—, mientras me encontraba pasaron cosas.
Hanna se giró entonces, el dolor en su brazo la estaba matando, pero fingía que estaba bien.
No podía dejar ver
su tonta debilidad.
Pandillas como las de Nanami aprovechaban cualquier pequeño punto a su favor para hacer y deshacer. Hanna pensó que quizá sería buena idea conquistar el este ahora que se habían metido en su camino.
—Deja de pelear con Takahiro y ayuda a Kimi —señaló al pelinegro—, yo seré tu oponente.
—Han-
La pelinegra atinó el primer golpe rápidamente, Akira suspiró antes de hacer lo que ella dijo, incluso si intentaba decirle algo jamás le haría caso así que no tenía caso gastar su saliva.
—Ahora —Hanna se limpió de nuevo la sangre que brotaba de su labio—. Nanami, ¿qué demonios hacen aquí tu pandilla y tú?
Katsuki se rió entre dientes, saliendo de entre la sombra de sus tres guardaespaldas.
—Solo una pequeña visita, Whitesnake —la miró con sorna—. Escuché que tenías algo mío.
—¿Qué? —se cruzó de brazos—. ¿De qué están hablando ahora?
Akira le echó un vistazo a su alrededor, habían menos de los que eran y su división estaba igualando los números en ese momento así que no faltaba mucho para que ganaran.
—¿Se te perdió una neurona o algo así? —Hanna se burló, sus ojos nunca dejaron el rostro de Katsuki—. Aquí en Shinjuku todo lo que hay y respira es mío, entérate.
Nanami sonrió, sus ojos azules brillando.
—Digamos que quiero lo que es legítimamente mío.
A Akira se le heló la sangre.
—¿Qué quieres decir?
—Sabes exactamente a qué me refiero —Nanami se acercó más y su voz se convirtió en un susurro—. Tu hermano es mío.
Las palabras golpearon a Akira como una tonelada de ladrillos y sus ojos se abrieron de par en par por la sorpresa. Sabía que su hermano tenía una relación complicada con Nanami, pero no tenía idea de que había llegado tan lejos.
—Tu novio ya dijo que es enemigo de Pandora —Hanna dio un paso adelante, con su cuchillo todavía listo—. Aléjate de Aki —advirtió, con una voz helada—. Él me pertenece a mí.
Pero antes de que pudiera decir otra palabra, una figura emergió de las sombras detrás de Nanami, sacándole una sonrisa.
—Sabes —Asa apuntó su cuchillo a la garganta de Takahiro, quien se tensó al no haberlo sentido antes—. Si se retiran ahora, todos saldríamos muy felices... y vivos.
El rubio no se movió, con los ojos fijos en Akira, como si esperara su respuesta.
—Pero si quieres seguir jugando, simplemente los acabamos a todos —dijo Hanna, encogiéndose de hombros, su voz era tranquila pero la ira era clara en sus ojos—. ¿Sabes? No me gusta repetir mis palabras.
Nanami se rió entre dientes, sus ojos nunca dejaron los de ella.
—Eres algo más, Yagami —su voz sonó coqueta—. Me gusta.
Hanna alzó una ceja y el líder de Nanami gang miró a su novio.
—Puedes seguir adelante y matarlo —Katsuki se alzó de hombros y Akira apretó los dientes, sus ojos nunca dejaron los de su hermano—, yo todavía quiero pelear.
—El novio del año —Asa le dio una palmadita en el hombro a Takahiro—. Seguro que no tienes gusto por los chicos, al menos eres bueno en la música, hermano.
La mirada de Hanna se dirigió a Akira, luego de nuevo a Nanami.
—Toma a tu pandilla —ordenó—, y piérdete.
La sonrisa de Nanami se volvió más fría.
—¿O qué?
El sonido de más motocicletas acercándose cortó la tensión. Era el resto de Pandora, liderado por Yuki y Kaito. Habían escuchado la conmoción y habían venido a apoyar a su líder.
—O te enfrentarás a todos nosotros, imbécil.
Nanami entrecerró los ojos, evaluando la situación. Sabía que iniciar una pelea en toda regla ahí, en pleno territorio de Pandora, no iba a ser bueno y menos con todos sus miembros reunidos.
Además, la persona por encima de él,
tenía otros planes para Hanna Yagami.
Con un suspiro dramático, levantó las manos.
—Bien, nos iremos por ahora —su sonrisa no llegó a sus ojos—. Pero esto no ha terminado.
Hanna no rompió el contacto visual mientras envainaba la navaja que Keisuke le regaló.
—Si no te alejas de nosotros —afirmó en tono dulce—, se acabará.
Con eso, la tensión se rompió y los otros miembros de la pandilla de Nanami se retiraron, sus motos volvieron a la vida rugiendo y desaparecieron en la noche. Akira miró a su hermano, que seguía sostenido por Asa, con los ojos llenos de ira y confusión.
—Takahiro, ¿qué está pasando? —exigió, dando un paso hacia él—. Explic-
Asa soltó al mayor tras ver a Akira acercarse, no le gustaba mucho meterse en dramas familiares, especialmente cuando eran así de dramáticos.
—Un paso más y estarás muerto —Katsuki abrazó a su novio y miró mal al de cabello blanco—. Incluso si es tu hermano, sigue siendo un miembro de la pandilla de Nanami, métete esa mierda en la cabeza.
—Ni un paso más, Kira —ordenó Hanna—, déjalos ir.
Akira sintió la rabia hirviendo en él, sus nudillos blancos por el agarre que tenía en su cuchillo, pero sabía que no debía ir en contra de la orden de Hanna. Respiró profundamente y envainó su arma.
—Bien —apretó los dientes—. Pero este no es el final.
El rubio se rió entre dientes, sus ojos brillando con intenciones maliciosas.
—Oh, es solo el comienzo —susurró algo más al oído de Takahiro antes de darse vuelta para irse—. ¡Hasta luego, Pandora!
—Ojalá no haya ningún luego —le sacó el dedo medio—. Pandora, volvamos adentro.
—Qué maldito imbécil —masculló Senna, viendo hacia donde se fueron—. Si se aparece de nuevo...
Una vez que la pandilla rival desapareció en la noche, los miembros de Pandora se reunieron alrededor, revisándose entre sí para ver si había heridas. Todos miraron a Hanna.
—Te ves terrible.
Hanna, que usualmente negaría eso, asintió con los labios apretados.
—Terrible me veré cuando Ryoko-san me vea —afirmó, sintiendo escalofríos—. Me va a dar una paliza que ni dios me libra.
Todos se rieron menos el peliblanco por lo que Hanna se acercó a él, con su mano sobre su hombro.
—Oye —lo llamó—. ¿Estás bien?
Él asintió, con los ojos todavía en el lugar donde su hermano había estado hace unos momentos.
—Es complicado —afirmó—. Pero me encargaré de ello.
Yuki y Kaito intercambiaron una mirada, ambos entendiendo la gravedad de la situación. Sabían que Akira estaba pasando por un momento difícil, pero también sabían que no podían dejar que los lazos familiares comprometieran la seguridad de su pandilla.
—Estamos contigo, pase lo que pase —le dijo Yuki con firmeza, con su mano ya en el manillar de su moto—. Pero no podemos dejar que nos pisoteen.
Hanna asintió, su mirada se endureció.
—Lo resolveremos de algún modo sin dañar al estúpido de tu hermano —le dio un par de palmaditas en el hombro—, pero primero, regresemos a nuestro escondite. ¿Sí?
—Sí...
Mientras regresaban, las calles de Shinjuku parecían extrañamente tranquilas. Las luces de neón parpadeaban a su paso, proyectando sombras extrañas sobre sus rostros. Todos estaban perdidos en sus propios pensamientos, la tensión aún se palpaba en el aire.
—¿Por qué Nanami le puso Nanami a su pandilla? —preguntó Hanna de repente, rompiendo el silencio—. Eso es un poco egocéntrico de su parte.
Todos la miraron, especialmente Akira que la llevaba en su moto, antes de echarse a reír.
—¡Es de verdad!
Una vez dentro, la pandilla se reunió alrededor de la gran mesa en la sala principal. Hanna se apoyó contra el espaldar de su trono, mientras observaba a sus leales miembros. Eran un grupo muy exótico y algo estúpidos, pero al final, más que una pandilla, todos eran su familia.
—Necesitamos averiguar qué es lo que realmente busca Nanami —su voz sonó tan calculadora como ella—, debemos estar preparados para cualquier cosa, incluyendo un nuevo ataque como el de hoy.
Yuki sacó un mapa de Tokyo y lo extendió sobre la mesa.
—Podemos dividiros en pequeños grupos y patrullar las fronteras de Shinjuku —señaló los cuatro puntos cardinales—, especialmente la del este.
Kaito asintió, todavía agarrando con firmeza su bate de béisbol sobre su hombro, ahora estaba un poco manchado de sangre por la diversión que tuvo esa noche.
—No podemos dejar que nos vuelvan a tomar desprevenidos —meneó la cabeza—. ¿Sabes lo extraño que es pelear estando drogado?
—Pues no te drogues —dudó Yuki—. ¿Estás idiota?
—No lo entenderías —Senna sonrió, sacando su porrito de su boca—. Quizá deber-
—Cállate, Senna —Hanna suspiró, mirando a Akira de reojo—. Siento que estoy olvidándome de algo...
—Si te olvidaste es que no era importante —Senna le restó importancia—. ¿Hablaremos con las otras pandillas de por aquí?
La mente de Akira estaba acelerada, no podía creer que su hermano hubiera sido engañado por Nanami, que se hubiera vuelto de ese modo contra su propia sangre. Tocó su rostro lastimado.
—Advertirles sobre la expansión de Nanami...
Hanna asintió, con los ojos fijos en el mapa, todos estuvieron hablando un rato hasta que sólo quedaron los cuatro inseparables en la sala.
—Parecías concentrada —Akira jugó con las llaves de su moto—. ¿Pero no estás olvidando algo?
Ella lo miró confundida.
—A tu novio no le gustará que lo hayas plantado.
—¿Con quién estás hablando ahora? —Hanna sonrió—. No tengo novio.
—Ah, cierto, olvidé que tienes como cuatro —se rió—. Pero se suponía que hoy verías cierto personaje de cabello rosa, ¿recuerdas?
—... Oh, mierda —murmuró Hanna, llevando su mano al bolsillo para agarrar su teléfono. Se había olvidado por completo de su cita con él—. Mierda, es verdad, me va a matar.
—¿Quién es el de cabello rosa? —preguntó Yuki, levantando una ceja mientras estudiaba el mapa—. ¿De cuál hablamos? Más bien.
—No es asunto tuyo, gafitas —dijo Hanna, marcando el número de su teléfono—. Ahora él es la menor de nuestras preocupaciones en este momento.
La habitación zumbó con el sonido del teléfono sonando, haciendo eco en las paredes hasta que finalmente se conectó, los tres amigos se vieron con una sonrisa burlona.
—Oye, lo siento, surgió algo —dijo en el auricular, su voz era una mezcla de disculpa y frustración—. Sí, lo sé, lo sé. Es solo que... tenía algunos asuntos que atender.
Akira sonrió.
—Es una estafadora cuando se trata de los corazones de los chicos —bromeó mientras continuaba la llamada telefónica—. En serio...
Hanna le lanzó una mirada fulminante, pero la tensión en la habitación se alivió un poco con la broma alegre.
—Mira —dijo por teléfono—, prometo compensarte, ¿de acuerdo?
Akira miró su reloj, eran alrededor de las 12 de la noche en ese momento, por lo que claramente había dejado plantado al pobre chico durante al menos dos horas, lo peor es que se había olvidado.
—¿Sabes quién también te va a matar? —le preguntó tan pronto como colgó el teléfono—. Su nombre es Keisuke Baji, capitán de la primera división de Toman y tu... roomie.
Hanna gimió, yéndose a poner la frente contra la pared.
—Que me jodan —se quejó—, también me olvidé de él.
—Se dará cuenta de que peleaste hoy, mira tu cara —señaló el espejo en la esquina de la habitación—. Se te está formando un gran moretón ahí arriba.
Akira señaló el moretón que se estaba formando en su mejilla por la pelea, Hanna se miró al espejo y suspiró, tocándose la mejilla suavemente. Su labio también estaba terrible.
Los Baji me
van a matar.
El peliblanco la vio palidecer, seguramente imaginándose el sermón de los Baji al verla en ese estado. Yuki, que ya les había dado primeros auxilios y ayudado a Hanna a usar su inmovilizador de nuevo, suspiró.
—¿Qué les vas a decir?
—Bueno, no puedo decirle exactamente que lo conseguí de una pelea de pandillas —murmuró—. Pensaré en algo.
—O puedes decirle la verdad —sugirió Yuki, con los ojos brillantes de picardía—. Es un niño grande, puede manejarlo.
—¿Crees eso? —Hanna parecía escéptica—. Es verdad que es bastante directo y no se deja engañar.
—No te equivocas —dijo Kaito, su voz seria—. Pero sabes... Pandora ha sido un secreto desde el principio.
Los cuatro asintieron.
—Aunque ni siquiera sé cómo puedes mantener esto en secreto para él mientras duermen en la misma habitación —confesó Senna—. Es un desastre.
Hanna puso los ojos en blanco.
—Sabes, tengo mis métodos.
—¿Eso significa...?
—No ese tipo de métodos, idiota —se sonrojó Hanna—. Solo podría desear...
Akira se rió.
—Si sigues metiéndote con tantos chicos, terminarás creando una nueva pandilla con tus amantes —le dijo con una sonrisa, tratando de aligerar el ambiente—. No creas que Baji sería uno más, probablemente querrá ser el único.
—Cállate —pujó Hanna, pero había un atisbo de sonrisa en sus labios mientras se giraba hacia el mapa—. Como sea... Necesitamos mantenernos enfocados en el problema principal.
Todos Hanna asintió y sus risas se fueron apagando mientras repasaban el plan para la noche. Acordaron dividirse en grupos y patrullar las fronteras del territorio de Pandora.
—Muy bien, hora de ir a casa —se despidieron y Hanna suspiró—, qué suerte que Ryoko-san tiene turno de noche esta vez, al menos podré vivir hasta mañana.
Hanna sabía que tenía que decirle algo a Keisuke, pero no podía arriesgarse a revelar la existencia de la pandilla.
—No si Keisuke te mata esta noche —se burló, esperando a que se montara en la moto—. ¿Qué te dijo tu quer-?
—Hm, dijo que cuando me vea se las va a cobrar —hizo una mueca—, con intereses.
Akira silbó.
—Más te vale comprar una silla de ruedas entonces —soltó una risa—. ¿Cómo ocultarás esos moratones? Hajime y Seishu estarán furiosos también.
—Ni me lo recuerdes —se abrazó a él, suspirando—. Lamento haber golpeado a tu hermano, pero se lo merecía. ¿Sabes?
Akira no respondió absolutamente nada y el resto del camino hacia la casa de Baji fue extremadamente silencioso. Cuando llegaron, de hecho, Keisuke ya estaba esperando en las escaleras cuando llegaron.
—Huelo problemas...
—Cállate, Aki —masculló, tratando de ocultar su rostro—. ¿Y si me quedo a dormir en casa de Sei esta semana?
—¿Y que te deje peor? —se burló—. Es un bruto que no sabe medir su fuerza.
—No digas eso —ocultó su sonrojo—, él es un amor.
Akira la miró con la cabeza ligeramente inclinada. Sí, es cierto que Seishu la amaba, pero la forma en la que Hanna narraba sus hazañas en la cama no era precisamente muy amorosa.
—A veces olvido que te encanta que te maltraten —suspiró—. ¿Será eso lo que...?
Akira cerró la boca cuando se dio cuenta lo que estaba a punto de decir.
¨¿Será eso lo que
piensa Takahiro?¨
Keisuke Baji, siempre tan perceptivo, miró sus rostros con el ceño fruncido tan pronto se bajaron de la moto. No sólo la había visto regresar tarde y con moretones demasiadas veces como para no sospechar, sino que esta vez se veía peor.
—¿Dónde has estado? —a voz de Keisuke fue como un trueno en la noche tranquila, haciendo que tanto Hanna como Akira saltaran—. Mi madre te va a matar, Hanna, mira tu cara.
—Ah...
—Akira —lo miró—, tú también te ves terrible, hermano.
Akira y ella se señalaron al mismo tiempo.
—¡Es su culpa!
Baji alzó ambas cejas con los brazos cruzados.
—Claro —replicó son sarcasmo y señaló su rostro—. ¿Quién te hizo eso?
Hanna respiró profundamente, tratando de pensar en una buena excusa.
—¿Tuve una pequeña pelea con un gato? —ofreció débilmente, rascándose una de sus mejillas, que por cierto, estaban enrojeciendo mientras caminaba hacia la luz—. En el... camino... Cough.
Akira contuvo una risa, a duras penas.
—Cállate, Aki.
Baji frunció aún más el ceño al observar su apariencia, entrecerrando los ojos al ver el moretón.
—Un gato, ¿eh? —su escepticismo era palpable—. ¿Qué clase de gato deja una marca como esa?
El pelinegro no se demoró en extender su mano hacia el rostro de la menor, notando que le habían dado primeros auxilios, pero realmente ese golpe estaba terrible.
—¿Uno... grande? —intentó decir, haciendo una mueca ante su propia mentira—. Muy grande.
Akira no pudo contenerse más y se echó a reír.
—Eres terrible mintiendo, Hanna —dijo, dándole una palmada en la espalda en un gesto de camaradería—. No puede ser.
La mirada de Keisuke se dirigió a Akira, sus ojos afilados.
—¿Qué es tan gracioso, Akira?
—No es nada, Keisuke, en realidad —logró decir Akira entre sus risas—. Solo que... Hanna tiene un don con los animales, ya sabes.
De hecho, se apresuró a recordarle, que en el pasado les había dicho varias veces una frase.
«Ustedes dos son como imanes
de gatos, me inventé una frase»
Baji miró a Hanna, su expresión no cambió, pese a que quiso sonreír por el recuerdo.
—Si estás en problemas —acarició los labios de la menor—, sabes que puedes decírmelo.
Los ojos de Hanna se encontraron con los suyos, y ella sintió una punzada de culpa. Él tenía razón, ella siempre se metía en peleas, pero nunca le había mencionado nada por temor a que la Toman entera se diera cuenta.
—Es solo un pequeño... malentendido —dijo, esperando aliviar su preocupación sin revelar demasiado—, no hay que preocupa-
—Si se trata de tu ex novio otra vez —dijo Keisuke, sus instintos protectores se activaron—, lo mataré, lo juro. ¿O fue Jinmaku?
Akira apretó la mandíbula ante la mención de ese par. Hanna era muy buena para llamar la atención de las personas equivocadas y de las maneras equivocadas, sólo con respirar.
—No es eso —le aseguró Hanna—. Solo algunos niños jugando, eso es todo.
Keisuke asintió, sus ojos todavía buscando los de ella en busca de cualquier signo de engaño.
—Está bien —se inclinó hacia ella y besó su labio—. Un beso para que se cure más rápido.
—Eso escaló muy rápido —Akira les recordó que estaba ahí—, no, pero, no me hagan caso. Sigan besándose, adoro verlos así.
—Qué puta vergüenza, Aki —ella ocultó su rostro sonrojado en el pecho de Baji—. No le hagas caso.
—¿Por qué no? —la sonrisa del pelinegro era grande—. Me acaba de dar permiso para besarte.
—¡Baji!
—Bueno ya —suspiró—, Hanna. De verdad, si necesitas algo, estoy aquí.
—Gracias, Kei, yo...
Akira se hizo a un lado para darles privacidad, sólo viendo desde un par de metros, la forma en que Keisuke la cuidaba. Sabía que Hanna estaba caminando sobre la cuerda floja con su vida secreta, y era solo cuestión de tiempo antes de que se derrumbara a su alrededor.
—¿A quién siguen intentando engañar estos dos? —masculló—. No lo entiendo...
Pero él conocía la respuesta a esa pregunta.
Todo es por
culpa de Mikey.
Un rato más tarde y un par de besos torpes, Hanna se volvió hacia él con las mejillas rojas, una vista que no veía con ninguno de los otros chicos detrás de Hanna. Era una vista que sólo tenía Baji.
—Oye, hermano —Keisuke se acercó entonces—. ¿Qué diablos fue lo que les pasó?
—Mis labios están sellados —fingió ponerse un candado en la boca—, lo siento, hermano.
Baji suspiró y él miró la hora en su reloj de muñeca antes de hacer una mueca..
—Oye, la traje a casa sana y salva esta noche, así qu-
—¿Estás bromeando, Kira? —lo vio fruncir el ceño—. ¿Le viste la cara? Te mataré si dejas que la golpeen otra vez.
Akira asintió solemnemente.
—Harás fila si es así —le prometió—. Descuida, la próxima vez no seré tan débil.
Sí, todo había sido su culpa por haber olvidado que Hanna no podría pelear del todo bien, aunque debía admitir que era su culpa también. Ella nunca se fijaba en su propio cuerpo.
¿Cómo vas a la pelea
con un brazo roto, mija?
—Me voy ahora, que tengan una buena noche —le guiñó un ojo a Hanna—, pero no demasiado buena, ¿eh?
Miró a Baji.
—Cuida esas manos —Keisuke se sonrojó y Akira comenzó a reír—. Hablo de las suyas, tiene un brazo malito, ¿sabes?
—P-por supuesto que lo sé —apartó la mirada—. Imbécil.
Aunque siempre se llevaban bien, era realmente divertido que él siguiera siendo el mismo chico de siempre con Hanna.
—Sí, sí —se burló—, te creo.
Él era, después de todo, el único chico que Akira Mito pensaba que era lo suficientemente bueno como para estar al lado de su hermana pequeña.
—Deberías ir al confesionario, Baji —lo abrazó entonces—, tienes muchos pecados que confesar. ¿Acaso vas a ocultarle lo que sientes?
—¡Na-nada de eso! —lo apartó—. ¡Lárgate de mi casa, Akira!
—Todavía es espacio público aquí afuera —le recordó con una sonrisa y abrazó a Hanna—. Mira si no te vas a dejar ver la herida del brazo.
—Cállate, Aki —se miraron fijamente—. ¿Seguro que estarás bien...?
—Sí —miró a Baji—. Asegúrate que se dé un baño, parece que tiene fiebre.
Baji asintió y se giró hacia Hanna, quien sintió la presión enseguida, puso la mejor expresión seria que pudo poner.
—Gracias por preocuparte —comenzó—, pero en realidad, no es nada de qué preocuparse.
Baji la estudió por un momento antes de asentir.
—Simplemente no lo conviertas en un hábito —advirtió—. Y la próxima vez, ¿podrías quizá evitar que te golpeen en la cara?
—¿Por qué?
—Porque no me gusta cuando te lastimas —dijo Keisuke, su voz más suave que antes—. ¿Ya lo olvidaste? Siempre te dije que no me gusta ver tu rostro lastimado.
Hanna sintió un calor extenderse por su pecho, sabía que le importaba, pero no esperaba que fuera tan... dulce. Keisuke siempre lograba hacerla sentir segura de todo.
—Vamos, entremos —le ofreció su mano—, te darás un baño como dijo Aki, estás caliente.
—¿Cómo sabes?
—Porque te toqué la fr-
La pelinegra se echó a reír.
—¡No seas sucia, Yagami! —lo escuchó gritar—. ¡Muy graciosita, pero cuando t-!
Akira, que todavía escuchaba su conversación porque ya saben, el chisme, sonrió antes de encender su motocicleta, listo para emprender un largo viaje con sus pensamientos acelerados.
.
.
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—¿...ien? —vio una mano agitarse frente a él—. Tierra llamando a Akira. ¿Hola? ¿Hay vida en esta cabeza?
Akira parpadeó, finalmente saliendo de sus recuerdos, para ver al pelimorado a su lado, todavía moviendo su mano frenéticamente en su frente.
—Llaman la atención hasta de los gatos —recitó la frase que creó sobre Keisuke y Hanna cuando eran pequeños—. Estaba pensando...
—¿En Keisuke y Hanna?
—Más específicamente en el día que Nanami...
Senna apretó los labios al saber que era lo que había estado pensando.
—¿Todavía...?
—¿Cuánto tiempo ha pasado ya? —alzó la mirada al cielo y frunció el ceño—. ¿Por qué Takahiro nos ayudó aquella vez a encontrar el topo si sigue con él, Kaito?
—No lo sé —sus ojos fueron hacia el edificio donde habían entrado ese par—. No logro comprender ni un poco a tu hermano. ¿Sabes?
—Ni yo...
Akira miró sus manos un momento y las apretó en un puño hasta que sus nudillos estaban tan blancos como su cabello.
—¡¿Qué están haciendo aquí, par de idiotas?!
Ambos alzaron la vista boquiabiertos al escuchar a su líder hablar, ella tenía las manos en las caderas en forma de jarra en ese momento, viéndolos inquisidoramente.
—¿Estaban espiándome otra vez?
—No es eso —Senna se puso los brazos tras la nuca y sonrió descaradamente—, si fuera así, ¿qué?
Hanna puso los ojos en blanco.
—Vamos, vengan conmigo —les extendió las manos—, saluden a Daisuke si van a venir.
—Sí, señora.
La sonrisa de Hanna hizo que Akira olvidara la sensación incómoda en su pecho, ese era el poder que tenía su pequeña y tonta hermana menor, ambos la siguieron entonces hasta el apartamento de los Baji.
—¡Tontomicchi, baja eso!
Takemicchi se volteó hacia ella, bajando la pieza de shogi que estaba viendo, era diferente a las del tablero y estaba envuelta en una delgada tira de papel con burbujas. Akira la reconoció.
—Esta es...
—¡Akira-kun —Takemicchi se sorprendió al oírlo y los volteó a ver—, Senna-kun!
—¿Qué onda?
—Hola, Hanagaki —Akira volteó a ver a Draken y Seishu—, chicos.
Akira les sonrió, pensando que quizá era mejor no pensar en tonterías. Debía disfrutar lo que tenía en ese momento y no en el pasado.
.
.
.
13 de marzo, 2006
—Entonces...
Akira se sentó a su lado con una sonrisa triste.
—¿Estás bien?
—Supongo —miró al suelo—, estaba pensando en Emma.
Akira la miró de reojo y asintió, recordando la conversación que tuvieron el día del funeral de Emma, Hanna sentía que nada tenía sentido ahora.
¨Siempre pierdo a todos los que amo,
todo lo que no quisiera perder jamás¨
¨Todo lo que amo, al final yo siempre...
termino perdiéndolo cuando lo obtengo¨
¨¿Qué punto tiene alargar
una vida de sufrimiento así?¨
Hanna se había despedido de su vida el día en que le dijeron que podría morir en el parto, su única esperanza yacía con Keisuke, pero luego de perderlo, Hanna terminó dejándolo todo.
—Ya no... tengo pilares —murmuró, pensativa—. Nunca creí que...
Senna y Yuki apretaron los labios, los cuatro eran cercanos a Emma y Baji. El día que enterraron a Emma, enterraron el último pedazo d e corazón de Hanna y la luz que iluminaba sus caminos.
Se vienen
tiempos oscuros...
Como si eso no fuese suficiente, Toman se había disuelto y estaban confundidos sobre su futuro.
—¿Qué haremos ahora?
Todos en Pandora sabían que su sólo propósito de existencia era convertirse en una división de Toman, irónicamente sólo estuvieron juntos en una pelea y ahora no tenían rumbo.
Hanna no sabía
qué iban a hacer.
El hecho de que Mikey disolviera la Toman no estaba en sus planes, incluso si ella fue quien le dijo en el pasado que ser pandilleros no sería algo para toda la vida. Y aunque ella planeaba dejar las pandillas eventualmente, todo le tomó por sorpresa.
—Yo...
Todos la miraron fijamente, aún no superaban que Hanna se hubiese dejado golpear el rostro durante la batalla contra Tenjiku, pero la razón era Baji, siempre, todo en Hanna era por Baji.
—No lo sé —confesó, sentada en su trono y mirando por la ventana de su escondite—. A diferencia de Mikey... Yo no creo que pueda dejar a Pandora de lado.
A menos que algo
muy malo sucediera.
—Hm —miró a sus chicos—. Ey, chicos..
Hanna se inclinó hacia ellos con una sonrisa.
—¿Qué dicen ustedes? —preguntó entonces—. ¿Qué quieren hacer?
Ahora que era mamá sus prioridades habían cambiado, pero eso no quería decir que sería tan insensible como Mikey, ella quería tener en cuenta sus opiniones.
—Pandora es nuestra vida —Asa la miró fijamente—, es todo lo que conocemos.
—Pandora lo es todo para nosotros.
—Te seguiremos hasta el infinito —afirmó Senna—, y el más allá.
—¡Que se haga lo que nuestra reina considere!
—¡Sea como sea —Kimi le agarró las manos—, estaremos contigo, jefa〰️♡!
Hanna sonrió.
Y todos decidieron,
no se disolvería Pandora.
—Pandora...
Ryoko estaba cuidando a su bebé ese día para que ella pudiera descansar un poco así que debía aprovechar ese día al máximo, miró a los chicos antes de tomar su decisión.
—Seguirá en pie —determinó la pelinegra—, hasta que decidamos que es mejor parar.
Miró al techo, claramente habrían ciertos cambios, no podían seguir yéndose por el mal camino como habían hecho antes, esta vez quería cambiar para bien.
Harían de Pandora lo que
eran los Black Dragons.
—Habrán un par de cambios —meneó la cabeza.
Como madre, debía aprender el bienestar de su criatura y por ende, el suyo.
¿Quién cuidaría de Daisuke
si no ella, su madre?
Pensó en los videos que tenía con Keisuke y sonrió triste, serían la única forma de que Daisuke pudiese conocer un poco a su padre. Se agradeció de haber tenido esa idea.
—¿Qué es esto? —inquirió Akira, viéndola terminar de guardar una carta en el sobre.
—Es para mi yo de doce años —sonrió—. La Toman hará una cápsula del tiempo.
—Oh, hablando de cápsulas de tiempo —Senna sonrió—. ¿No deberíamos desenterrar la nuestra? Incluso si faltan unos meses, creo que...
Hanna miró a los chicos antes de asentir.
—Es una buena idea —asintió—, ¿por qué no vamos entonces?
Todos asintieron entre risas mientras salían del escondite para montarse en sus vehículos, Hanna se fue con Akira en la moto del peliblanco.
—¡Muy bien —sonrió con los ojos cerrados—, voy a reírme con las estupideces que pusieron!
Años atrás, cuando fundaron Pandora, hicieron una cápsula del tiempo que debían abrir cuando Pandora cumpliera 3 años. Técnicamente no habían cumplido su aniversario, pero daba igual.
—Es increíble que estemos aquí —comentó, mirando la casa del árbol en la casa de los Mito.
Habían pasado tantas cosas en los últimos meses que era increíble volver a sus orígenes, donde Pandora había nacido, sonrió.
Como estar de
vuelta en casa.
Era una buena idea abrirla ahora que todos necesitaban algo de seguridad en su futuro.
—¿Verdad? —Akira la ayudó a bajarse de la moto con una sonrisa—. Adelante, chicos.
Todos subieron a la casa del árbol, que era más pequeña a como la recordaban. Akira fue entonces hasta la caja fuerte donde guardaron aquella cápsula y sonrió, sacándola.
—¡Muy bien! —Hanna aplaudió—. ¡Manos a la obra!
Lo primero que encontraron fotos de ellos haciendo tonterías, un pañuelo que bordó Hanna en el pasado, muchas manualidades que hicieron juntos, una cometa con la bandera de Pandora y finalmente sus cartas.
—Querida Kimi —comentó a leer la peliazul la suya—, tres años es poco, pero al mismo tiempo mucho tiempo. ¿Qué estamos haciendo ahora? ¿Ya logramos adquirir las patadas que tanto queríamos?
—Sí —Hanna sonrió, la peliazul sonrió alegre mientras se dejaba acariciar el cabello—, lo hiciste.
Nótese que era Pandora, por lo cual Hanna esperaba que sus cartas estuvieran llenas de tonterías o cosas sin sentido, pensó que al menos Kimi era algo centrada en sus metas.
—Akira —leyó el peliblanco—, en tres años espero que estemos siendo productivos en algo, por lo menos.
—Bastante práctico desde siempre —se burló Senna al escuchar lo que Akira se escribió—. ¿Realmente eres un pandillero?
—¿Y tú qué te pusiste, estúpido?
El pelimorado abrió su carta entonces, curioso.
—Kaito, necesitas un corte de cabello —hizo una mueca—. ¿Ya tienes pareja o sigues siendo soltero? No seas aburrido y cómprate una patineta.
Todos soltaron una carcajada.
—¡Qué idiota era! —ocultó su rostro con la carta—. ¿Para qué una patineta? Teniendo moto...
—No te hagas, aún lo eres —se burló Asa—. Sigo yo...
¨Kamisori, ¿ya puedes ganarle a Hanna? Dime que finalmente lo logramos. ¡Oh! Y no cuenta si ella está borracha. ¿Ya eres un yakuza?¨
—Entonces no, aún no puedes, ni embarazada le ganaste —fue el turno de Senna de burlarse de él—. ¿Tu sueño es ser yakuza?
—Sí —replicó tranquilo.
Hanna los miraba hablar en silencio, era curioso que casi tres años habían pasado ya desde que crearon Pandora. Habían vivido tantas cosas juntos durante ese tiempo, vio a Kaede abrir su carta.
—Kaede —leyó la pelimorada—, ¿tu hermano sigue siendo un idiota total o ya está menos idiota?
Todos se soltaron a reír.
—¡Debes ser mi fan —gritó el aludido—, porque siempre estás pendiente de mí!
—Iluso —rodó los ojos y miró a la ojiazul que estaba sentada a su lado en silencio—. ¿Tú qué te pusiste, Makio?
—Makio, debes dejar el dulce —se dio una palmada en la cara al leerlo—. ¿De verdad?
Hanna soltó una carcajada mientras negaba con la cabeza.
—¡Tú también deberías! —la acusó el peliblanco—. No es saludable tanto dulce.
Ella sólo le mostró el dedo medio mientras metía a su boca la paleta de dulce que siempre comía.
—¿Qué escribiste tú —miró a la rubia—, Ashi?
—Jenna —entrecerró los ojos—, espero que estés modelando en alguna revista juvenil.
Ella hizo entonces tres poses rápidamente, haciéndolos reír. Ashido era, de hecho, una gran modelo en una pequeña revista juvenil y también para la revista escolar de donde estudiaba.
—Oye, gafitas —Hanna miró a la castaña que la miró de vuelta—, ¿tú qué pusiste?
—¿Cómo está Pandora? ¿Siguen juntos todos? —leyó, acomodándose las gafas cuando se le iban a caer por la posición—. Sigue siguiendo a Hanna incluso si no están con Pandora. Siempre.
—¡Awww! —Hanna la abrazó entonces—. Kawaii〰️♡
Todos la miraron entonces, expectantes, ella se sentó sobre la mesa de aquella casita y sacó el bombón de su boca.
—Queridos Pandora —comenzó a leer—, espero de todo corazón que todos estemos bien, vivos y alegres. Que sigamos juntos, independiente de si nos unimos a Toman o no.
¨Lo importante es que
todos estemos juntos¨
Su mirada se suavizó y una pequeña sonrisa afloró en su rostro.
—Ustedes, para mí, más que una simple pandilla... son como mi familia —continuó—, los llevo grabados en mi corazón con fuego.
¨Y en mi tobillo
con tinta¨
Todos sonrieron ante la mención de su tatuaje, el cual era el logo de su pandilla, en el tobillo derecho. Todos ellos tenían el mismo tatuaje en el mismo punto, Akira fue quien los hizo.
—También espero que cuando leamos esto, decidamos hacer una nueva cápsula —asintió con la cabeza, de acuerdo consigo misma—, para dentro de cinco años. Y así sucesivamente hasta que lleguemos a viejos.
Los chicos sonrieron y se abalanzaron sobre ella a abrazarse.
—¡Ahora —Senna gritó—, beso de nueve!
Todos se cayeron al suelo de la risa, Hanna que se estaba muriendo de la risa en el suelo se quedó ahí mientras veía a sus compañeros, amigos de toda la vida, con una sonrisa y lágrimas en sus ojos.
Pandora era
su familia.
—¡Por Pandora!
Y ella siempre atesoraba
su familia profundamente.
—Muy bien —Senna le puso el temporizador y corrió con ellos—, ¡digan whiskey!
—¡Sake!
—Hagan cara de serios —bromeó Hanna—, pura gente seria abunda aquí.
Aquella foto iría a parar años más tarde en la nevera de su apartamento de soltera, al igual que en las neveras de cada uno de los apartamentos de los allí presentes, Hanna sonrió a Akira.
Quizá haya esperanza,
de eso trataba Pandora.
.
.
.
Hanna Yagami siempre tuvo sueños extraños, muchas veces era difícil para ella distinguirlos de la vida real, pero había otras ocasiones en las que no lo era tanto, como esta vez en particular.
—¿Qué vas a hacer? —Keisuke Baji estaba ahí, a su lado, con el cabello recogido en una coleta—. Se acerca agosto...
En estos sueños siempre había algo que ella detestaba, se sentía como alienada de su propio cuerpo, se oía hablar aunque ella no lo hiciera y lo único que podía hacer era mover los ojos.
—Ah, agosto.
Hanna odiaba agosto. Tres de sus pilares habían fallecido en agosto así que realmente no había mucho de agosto que le gustara, lo cual era irónico porque solían celebrar los cumpleaños de dos de esas tres personas en agosto también.
—Es verdad —murmuró—, ya casi es esa época del año, cuando los perdí...
—Tu madre, Haruki, Shinichiro y...
Hanna lo volteó a ver. '¿Y?' Frunció el ceño sin comprender a qué se refería.
—Mi hermano, huh —su voz sonó ronca—. La verdad es que los extraño muchísimo...
¿Su hermano? Hanna miró a Baji. Lucía mayor de lo que le había visto en el último sueño como ese así que hizo que sus ojos se fijaron en lo que había frente a ella.
Un caballete, una paleta
de pintura y una pintura.
Estaba a medio hacer, pero sin duda no tenía sentido para ella que estaba haciendo, sus manos detuvieron el pincel mientras ella miraba al espejo frente a ella, sorprendiéndose al instante.
Su cabello estaba rubio en lugar de negro, parecía algo tranquila, quizá porque Baji estaba con ella. La imagen de Keisuke siendo un poco más mayor, parecía acostumbrado a verla pintar.
—Lo sé, yo también —apretó los labios—, especialmente a...
Si Hanna pudiese controlar algo más que solo su mirada, como sus expresiones por ejemplo, estaba segura que habría abierto muy grande los ojos al escuchar aquel nombre, pero no fue así.
—¿Quieres que volvamos a Japón para visitar sus tumbas?
Hanna pudo sentir como ella arrugó la nariz ante esto.
¿A qué se refería con
¨volver¨a Japón?
—¿Realmente deberíamos hacerlo? —su voz sonaba terriblemente aterrada—. No creo que sea buena idea, no quiero llevar a Daisuke tampoco, vivimos felices aquí. ¿No es así?
—Hana.
—En serio —limpió el pincel ya limpio—. Ryoko-san también piensa igual, volver a japón solo sería un problema, ya... no hay nada allá para nosotros, Kei.
Hanna, de nuevo, odiaba estos sueños que a veces fácilmente eran también pesadillas. Volvió la vista a la pintura que estaba haciendo en ese momento, era de Yuki, pudo reconocer fácilmente a la castaña.
—Dices eso pero sé que extrañas a los chicos —Keisuke se cruzó de brazos, viéndola fijamente—. Hanna, incluso si Toman ya no es lo que era antes...
¿Toman ya no era
lo que era antes?
Frunció el ceño, lo notó cuando vio por el rabillo del ojo hacia el espejo, al parecer no le gustaba el tema pero ella estaba intrigada. ¿No era lo mismo? ¡Toman ya ni siquiera existía para empezar! Aunque, miró a Baji, él tampoco estaba vivo y ella no había teñido jamás su cabello.
—No tiene caso pensar en eso, Baji.
Luego de eso, la rubia se dispuso a continuar su pintura. Era increíble cómo podía estar sintiéndose terrible con la conversación pero solo fingía que estaba bien, al parecer era así hasta en sus sueños.
—No me digas eso, Yagami.
Incluso si no lograba entender el contexto entero del sueño, siempre era feliz de ver a Baji en sus sueños, eran las únicas veces en que podía realmente interactuar con él. Aunque este sueño, en particular, fuera más como esos así que no podía controlarlo.
—Como sea —Keisuke suspiró—, Emma debe extrañarte mucho. No has contestado sus mensajes últimamente.
¿Emma? Hanna sintió su corazón agitarse. ¿No había contestado sus mensajes? El teléfono comenzó a sonar y lo vio levantarse hacia él por el rabillo del ojo.
—Es lo mejo-
Baji contestó e inmediatamente puso el altavoz, lo cual la dejó perpleja, ella bajó la mirada al teléfono. Se veía mejor que el que solía tener.
—¡Hanna-chan!
La voz que escuchó le ocasionó un dolor en el pecho inmediatamente.
—E-Emma...
Hanna se despertó entonces, su corazón latía bastante fuerte al oír la voz de Emma de nuevo, se volteó solo para notar a Daisuke durmiendo en su cuna a su lado. Se cubrió su boca cuando notó que estaba llorando.
—Emma...
Por eso odiaba tanto aquellos sueños, incluso si podía oír sus voces de nuevo, en el momento en que despertaba se daba cuenta que eso no pasó ni pasaría. Era horrible, miró al espejo, su cabello negro y sus ojos llenos de lágrimas.
¿Cuando entendería lo
que eran esos sueños?
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TAKAHIRO MITO | Hermano mayor de Akira |
Cabellos negros, ojos grisáceos.
Apodo: Guitarrista, Hiro, el reemplazo
Altura: 1,84cm
Peso: 80kg
Cumpleaños: 25 de diciembre del 1988
Signo Zodiacal: Capricornio
Tipo de sangre: A
Color representativo: Negro
Le gusta: Tocar la guitarra
No le gusta: Que lo molesten cuando toca la guitarra
Habilidad especial: Puño borracho
Persona admirada/Respetada: Haruki Yagami
Persona que no le gusta/Temida: Hanna Yagami
Sueño: Ser el guitarrista más reconocido
Lugar favorito: La banda con la que toca
Historia heroica (o de fracaso): Dejó a su hermano menor descuidado tras la muerte de su hermana menor y se obsesionó con su novio. Luego de la muerte de Haruki detesta a Hanna, pero en una ocasión la provocó en una pelea y perdió.
Actividades que realiza a diario (de día a noche): Hacer ejercicio por las mañanas, estar en la casa de su novio y hacer sus mandados, practicar con la banda, de vez en cuando tiene presentaciones con Hanna (tienen una buena relación de negocios aunque sea caigan como perros y gatos por fuera de la tarima).
KATSUKI NANAMI | Rival de Pandora - Líder de Nanami gang |
Cabellos rubio, ojos azules.
Apodo: Katsu, mar de siete, troublemaker
Altura: 1,94cm
Peso: 86kg
Cumpleaños: 29 de diciembre del 1988
Signo Zodiacal: Capricornio
Tipo de sangre: A
Color representativo: Rojo
Le gusta: Golpear a Takahiro
No le gusta: Que lo molesten cuando golpea a Takahiro
Habilidad especial: Puño borracho
Persona admirada/Respetada: -
Persona que no le gusta/Temida: Hanna Yagami
Sueño: Ser el más fuerte
Lugar favorito: La cama de Takahiro
Historia heroica (o de fracaso): El día que compró su primera motocicleta la estrelló contra un poste por accidente, tuvo que mandarla al taller el mismo día que la sacó de la tienda.
Actividades que realiza a diario (de día a noche): Hacer ejercicio por las mañanas, enviar a su novio a hacer sus recados, golpearlo si lo hace mal o darle atención si lo hace bien, pasar tiempo con su pandilla.
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