| 26; De sueños y pesadillas |
—Keisuke —Hanna saltó a sus brazos y sonrió—, te extrañé tanto. ¿Dónde estabas?
—Estaba aquí, esperándote —el pelinegro la cargó, dejando que ella abrazara sus piernas en su cintura y la miró a los ojos—. Te ves hermosa, como siempre.
Hanna sonrió grande.
—Hanna —acarició su rostro—, hace un tiempo te hice una pregunta.
—¿Sí?
—¿Recuerdas? Te dije...
¨Hanna, ¿quieres ser mi felices para siempre?¨
—Sí —Hanna sonrió, con los ojos brillando—. Te dije que sí.
Ambos se miraron a los ojos. Hanna recordó con una sonrisa cuando eran más pequeños, su primer beso en aquel cumpleaños del mayor, el modo en que su amor siempre estuvo simplemente destinado a ser.
—Quiero vivir a tu lado para siempre —murmuró el pelilargo—, ¿vivirías por mí?
—¡Oh, Keisuke!
Habían recorrido un largo camino donde su indecisión casi la hace perderse de los mejores momentos de su vida. Sí, por momentos recordaba a Mikey, pero... Keisuke era su mundo. No podía ni quería cambiar su realidad junto al pelinegro.
—Por supuesto que sí —lo besó entonces—. ¡Ven aquí!
La sensación que tanto había extrañado de sus labios contra los suyos, su pecho en el del contrario, sus brazos rodeándola y el calor que el mayor emanaba contrastando con su frío cuerpo. El pelilargo simplemente le devolvió el beso con la misma fogosidad de siempre.
—¿Estás lista? —se separó de ella levemente y gruñó—. Mierda, Hanna, ¿no quieres no ir? Quiero quitarte este vestido.
Ella parpadeó al escuchar la palabra ¨vestido¨ y se miró a sí misma, notando que llevaba puesto un vestido rojo. Keisuke la miró entonces y ella gimió cuando sintió sus manos en su trasero.
—¡Keisuke Baji!
Ambos se tensaron ante el grito de la tercera y se voltearon a ver.
—¡No le hagas nada a mi hermana —Emma le gritó—, me tardé horas en arreglarla!
Keisuke chasqueó la lengua y con desgano la dejó sobre el suelo, Hanna se acomodó la falda del vestido y se limpió la boca con una mirada de perrito regañado mientras Emma negaba con la cabeza.
—Ven aquí —le jaló de la mano—, tendré que volver a aplicarte el labial.
—Perdón —se quejó.
—Es una suerte que ese bruto no haya arruinado tu peinado.
Emma la sentó frente al espejo y ella notó entonces que tenía el peinado, parecía una reina.
—Debes dejar de aceptar todo lo que él diga —la estaba regañando—. Un día vas a terminar embarazada si sigues así.
A Hanna le dio gracia aquel comentario.
Porque ya lo estaba y vaya que lo estaba.
—Dile a Baji que no te puede tocar tanto esta noche —le dijo la rubia con una sonrisa.
—¿Qué no qué? —Baji se asomó con los brazos cruzados—. Eso es imposible.
—Eres un bruto —frunció el ceño.
Luego de que le terminara de retocar los labios, Emma los despidió con una sonrisa diciendo que ella esperaría a Draken ahí porque él aún seguía despierto.
Hanna no entendió a qué se refería.
Keisuke la llevó entonces de la mano hasta un salón que extrañamente quedaba frente a su casa, no recordaba que eso existiría ahí.
Qué raro.
—¿Qué pasa?
—¿Hm? —lo volteó a ver y sonrió—. Nada.
—¿Segura?
—Hm... Sólo... quería dejarte saber que eres el mejor —aseguró—, Keisuke.
—Mi nena —él le sonrió mientras le daba un beso en la mejilla y la jalaba hacia el interior del lugar—. Ven, vamos a bailar.
Era una fiesta, en algún punto comenzaron a bailar entonces, Hanna veía la luna llena de aquella calurosa noche de verano y frunció el ceño un momento. Qué raro era el clima.
¿No estaba nevando hace poco?
Pero la mano de Keisuke bajando por su espalda le lanzó un escalofrío inmediato por lo que dejó de pensar. La imagen de Keisuke usando ropa formal siempre la dejaba en la luna.
—Quítate eso, es molesto —le señaló a sus pies—, no puedo sentirte bien con ellos.
¡Tenía tacones!
Arrugó la nariz, si usaba tacones últimamente pero eran bajitos y no de aguja o al menos no de esos.
¿Cuándo fue la última vez que usé tacones rojos de aguja?
Keisuke la apegó más a él cuando se los quitó.
—¿Estás bien? —le preguntó mientras besaba su cuello.
—Cariño —jadeó—, estoy en llamas.
Por un momento vio a su hermana Haruki hablando con Shinichiro afuera en la ventana y frunció el ceño.
¿Qué demonios...?
Los labios de Baji en su cuello hicieron que apartara la mirada de la ventana.
—¿Quieres que nos vayamos de aquí?
—¿A dónde? —lo miró, curiosa.
—Hm...
Él sonrió de lado coqueto. Hanna tragó saliva y asintió repetidas veces.
—No lo sé —meneó la cabeza y señaló hacia atrás—, vamos en la nena.
La moto de Baji.
—Oh.
Ya ni siquiera iba a preguntar de dónde había salido, simplemente se dejó llevar.
—Okay.
¡Ah! Hacía tanto tiempo no se sentía así de viva.
Dejó que el aire de la noche azotara su rostro mientras iba abrazada al pelinegro en la moto, cruzando carreteras sin ningún rumbo cerca a la costa, con grandes sonrisas en sus rostros.
Deseaba que esa noche jamás acabara.
—¡Keisuke, hace tiempo no me había sentido así —sonrió—, me siento tan viva contigo!
La motocicleta se detuvo en medio de un puente un rato más tarde y Hanna se asomó, volteándose a verlo con una sonrisa mientras le susurraba lo mucho que lo amaba. Vio a Keisuke sonreír.
Como adoraba esa sonrisa.
Keisuke la subió a la barandilla, poniéndose en medio de sus piernas, ella se abrazó a él y se comenzaron a besar.
—Debes despertar —le dijo él de repente—. Es peligroso si te quedas mucho...
Hanna lo miró a los ojos, confundida, pero el sonido de los cables de electricidad chisporroteando como locos la distrajo.
—Hanna, despierta —Keisuke la agarró de los hombros, preocupado—, puedes morir.
—Estoy a tu lado —le sonrió—, mi chico malo, esto es el cielo...
—¡Hanna!
—Sé que si muero —lo miró a los ojos—, lo haría feliz, Keisuke.
—Tienes que irte —insistió—. Perdóname, pero tienes que irte.
—Keisuke —Hanna tragó fuerte, prendiéndose del barandal.
Keisuke estaba intentando lanzarla al río.
—¿No vendrás conmigo? —comenzó a llorar—. No quiero irme sin ti.
Keisuke negó con una sonrisa triste.
—Perdón, mi amor —le susurró, acariciando su rostro—, aún no es tu hora.
—Bésame fuerte —le susurró—, antes de que te vayas.
Keisuke asintió y volvió a besarla, Hanna sintió que el aire le faltaba y comenzaba a perder el equilibrio mientras las manos de Baji la empujaban despacio.
—¡AAHHHH!
Hanna comenzó a respirar con dificultad cuando despertó en el suelo, se había caído de la cama, tenía la sábana amarrada al cuello, se la quitó entonces para ver en el espejo la marca.
¿Qué...?
Parpadeó, recordando que esa noche estaba sola en la casa y vio a Kira-chan durmiendo en su cama. Realmente pudo morir, se tocó el cuello en shock, sintió a Daisuke pateando.
—Mierda —se abrazó las piernas como pudo mientras lloraba—. Lo siento, bebé, lo siento...
Se acarició el vientre, pero no podía parar de llorar.
Emma, Baji, Haruki y Shinichiro estaban ahí.
—¿Qué voy a hacer? —gimió—. ¿Por qué no puedo olvidarlo todo como siempre?
Pero, en la vida real, no lo estaban.
Luego de la muerte de Haruki, Hanna comenzó a perder la memoria, era una cosa llamada amnesia disociativa o algo así, ¿por qué no podía olvidar a Keisuke y Emma? Quizá si los olvidara completamente no dolería tanto.
¿Dónde está mi cabeza...?
Unos minutos más tarde se cambió la ropa, tomó sus llaves y celular antes de salir. Justo frente a la puerta, Chifuyu la observaba con un rostro preocupado.
La había escuchado gritar desde afuera.
Como Hanna había salido casi a la misma hora todo el tiempo ya se estaba acostumbrando, justo la escuchó gritar cuando estaba a punto de tocar la puerta. Por un momento pensó en derribar la puerta, pero a juzgar por como se veía, no pasaba nada.
—Supuse que querrías salir a caminar de nuevo —se metió las manos a los bolsillos y se dio vuelta—. Anda, vamos.
Hanna no dijo nada, como ya era costumbre, y sólo lo siguió. Chifuyu apretó los labios cuando estaban pasando por el pasillo donde Baji y él solían hacerse a hablar.
Era su lugar favorito.
La miró de reojo, ella sólo miraba al suelo.
—Ahora entiendo —fue lo que susurró Hanna.
Perdí la cabeza...
—¿Por qué desperté...?
Sus ojos se cristalizaron cuando sintió sus manos llenarse de sangre, era la de Kisaki, estaba segura de eso. Apretó la mandíbula. ¿No era lo suyo vengarse? Porque no lo entendía.
Pensé que me sentiría mejor.
—¿Sabes? Baji-san estaba tan enamorado de ti como tú de él —Chifuyu se atrevió a hablar entonces—. Cuando... cuando me contó que estaban saliendo, él... estaba tan feliz.
Le dolía el estómago.
Hanna lo miró y Chifuyu puso sus manos sobre las de la pelinegra.
—Hanna, no sé qué está pasándote —la miró fijamente—, pero no estás sola.
—Lo sé —fingió una sonrisa—, gracias, Fuyu.
Pero Hanna sólo estaba cansada de vivir, de recordar, sólo desearía tener la cabeza bajo el agua.
¿Dónde está mi cabeza...?
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Hanna se sentó en aquella tarima que ya la había visto tantas veces, mirando al suelo, no paraba de pensar en él y en Emma.
—Gracias... A todos —le dedicó una pequeña sonrisa a su audiencia—, por venir esta noche.
Aclaró su garganta un momento y chocó miradas con Mikey, ambos se sonrieron tristes antes de que ella apartara la mirada.
—Esta noche...
Se recordó aquella fiesta de Halloween donde lo confundió con Emma, ahora cada vez que veía a Mikey... No podía verlo.
♪Todo lo que quiero es nada más♪
♪Que escucharte tocar mi puerta♪
♪Porque si pudiera ver tu rostro una vez más♪
♪Podría morir feliz, estoy segura♪
—¿Estás bien —Takemicchi vio el rostro cansado de su amigo—, Chifuyu?
—¿Hm?
Chifuyu apretó los labios, ¿cómo le podría explicar que no estaba durmiendo bien? No podía hacerlo sin decir la razón, negó con la cabeza y le sonrió.
—¿De qué hablas, compañero? Estoy perfectamente.
♪Cuando dijiste tu último adiós♪
♪Morí un poco ese día♪
♪Me acuesto en la cama entre lágrimas toda la noche♪
♪Sola, sin ti a mi lado♪
—Una canción más a su repertorio —murmuró Akira, bostezando—. Keisuke Baji es, oficialmente, el hombre al que Hanna le ha dedicado más canciones en su vida.
Senna lo miró de reojo.
—¿Más que a Mikey?
♪Pero si me amabas♪
♪¿Por qué me dejaste?♪
—Sí —Yuki se acomodó las gafas—, muchas más que a Mikey.
Eso era algo impresionante considerando que Hanna realmente le había escrito cientos de canciones a Mikey a lo largo de su corta vida.
♪Toma mi cuerpo♪
♪Toma mi cuerpo♪
♪Todo lo que quiero es♪
♪Todo lo que necesito es♪
♪Encontrar a alguien♪
♪Encontraré a alguien♪
—Odio ver estos billetes.
Koko levantó la mirada hacia ella un momento mientras contaba el dinero reunido.
—Les gusta verla sufrir —masculló entre dientes—, lo odio.
♪Ooh, oh♪
♪Ooh, oh♪
♪Ooh, oh♪
♪Ooh, oh♪
—¿No luce más cansada todavía?
Mitsuya lo volteó a ver y asintió. Hanna estaba en una situación que era difícil, debería estar descansando, pero no lo hacía. Era como si quisiera apagar su cerebro de todo a su alrededor.
La música era su refugio.
—No parece estar tomándolo con calma —murmuró de vuelta a Draken—, no hace mucho que salió del hospital.
♪Porque sacaste lo mejor de mí♪
♪Una parte de mí que nunca he visto♪
♪Tomaste mi alma y la limpiaste♪
♪Nuestro amor nació para las pantallas de cine♪
—Baji-san...
Chifuyu vio a la pelinegra sonreír levemente entre lágrimas. Igual que Hanna, él también podía sentirse identificado con esa parte de la canción.
♪Pero si me amabas♪
♪¿Por qué me dejaste?♪
♪Toma mi cuerpo♪
♪Toma mi cuerpo♪
♪Todo lo que quiero es♪
♪Todo lo que necesito es♪
♪Encontrar a alguien♪
♪Encontraré a alguien♪
—Hanna.
Mikey empuñó su mano bajo la mesa.
♪Ooh, oh♪
♪Ooh, oh♪
♪Ooh, oh♪
♪Ooh, oh♪
♪Ooh, oh♪
♪Ooh, oh♪
Quizá Mikey y ella estaban enloqueciendo un poco...
—Tú...
Sin embargo, incluso en medio de esta devastadora pérdida, Manjiro Sano no podía evitar seguir amándola profundamente y desvivirse por ella. Su pecho latía con fuerza cada vez que la veía.
♪Ooh, si me amabas♪
♪¿Por qué me dejaste?♪
♪Toma mi cuerpo♪
♪Toma mi cuerpo♪
♪Todo lo que quiero es♪
♪Todo lo que necesito es♪
♪Encontrar a alguien♪
♪Encontraré a alguien♪
Sus ojos conectaron con los grises, quiso creer que podrían recuperarse de todo eso y quizá, en el futuro, estar juntos.
♪Como tú, ooh♪
El pelirosa que la observaba desde la esquina bajó la mirada cuando la oyó terminar. ¿Encontrar a alguien como Baji? Miró a Mikey un momento. ¿Porqué Hanna...? Se pasó una mano por el cabello mientras su otra mano tocaba su mascarilla.
No tenía caso intentar comprenderla.
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Akira Mito, el capitán de la tercera división de Pandora y el autoproclamado hermano mayor de Hanna era un chico al que nunca le agradó Manjiro Sano.
¿Tenía razones? Sí.
¿Buenas razones? Sí.
¿Cuántas razones necesitaba? Ninguna.
No le agradaba y punto. Era por eso que siempre había impulsado la relación de Keisuke y Hanna, pero nunca pudo preveer lo que ese amor terminaría haciéndole a la pelinegra. La miró de reojo.
Hanna había enloquecido.
Es decir, ya estaba loca e incluso muchos creerían que era el diablo en persona, pero esta vez era distinto. Akira lo había notado, todos en Pandora lo habían notado, la forma en que actuaba, hablaba y hasta pensaba.
—Estoy bien —Hanna seguía asegurándoles con una sonrisa.
Hanna se aislaba, su comportamiento era extraño por momentos, veía a Keisuke donde claramente no estaba, todo el tiempo estaba fatigada y sufría de arranques violentos de repente. Era como si otra persona hubiese poseído su cuerpo, no, como si fuese un cascarón vacío.
—Muy bien —Akira se echó hacia atrás en el sillón—. ¿Qué sucede, Yuki?
Yuki comenzó a explicar lo que había sucedido en Shinjuku mientras ellos estaban peleando con Toman, todos oían atentos las explicaciones.
—Lo que pasa...
Había una nueva pandilla que estaba causando problemas, a medida que explicaba, todos los capitanes se giraron a ver a Hana, quien sólo estaba sentada en su trono viendo a la ventana.
Keisuke... Emma...
Últimamente se la pasaba así, preocupándolos, ya ni siquiera sabían que hacer para llamar su atención. Tras la muerte de Emma, Hana se volvió como un ente que iba y venía sin propósito.
Como una marioneta sin vida.
—¿Qué vamos a hacer al respecto?
Akira sabía que Hana estaba intentando actuar como si nada pasara, pero el dolor la estaba carcomiendo por dentro, no había nada que la distrajera y eran pocos los momentos de lucidez que tenía ahora.
¨Los doctores dijeron que...¨
Kaede apretó la mandíbula, ella había hecho todo lo posible por pagar las cuentas de Hanna por lo que tenía derecho a conocer su historial clínico, no eran muy buenos. Si Hana no presentaba mejorías... Quizá podrían medicarla, siendo muy optimistas.
—Yo opino que los hagamos trizas —comentó Senna, jugando con un balón del otro lado—. ¿No?
Hanna su mejor amiga, se la pasaba ahora en su propio mundo, entre sueños con Keisuke y las pesadillas que la empezaron a atormentar desde sus siete años, cada vez parecían ser más intrincadas, específicas y extrañas.
—Concuerdo con el estúpido.
Ella tanteó las yemas de sus dedos sobre el marco de la ventana, miraba el reflejo de la marca en su cuello.
A veces sentía manos alrededor de su cuerpo, listas para...
—¡Oi!
Se volteó a verlos entonces mientras se masajeaba la sien tras oír a Yuki y Senna peleando entre ellos.
—Estoy rodeada de idiotas —masculló, mirando a la castaña que se volteó a verla enseguida—. Sobre esa pandillita... ¿Los tenemos que considerar una amenaza?
—No exactamente, pero —hizo una breve pausa—, ¿recuerdas el incidente de Moebius?
Hanna chasqueó la lengua y entornó la mirada.
—¿Cómo olvidarlo?
Si la pandilla nueva era comparada con Moebius, Hanna sabía que era mejor aplastarlos antes de que pudieran convertirse en un verdadero problema, miró por la ventana el distrito rojo de Shinjuku un momento antes de meterse a la boca un bombón y asentir.
—Ni modo entonces —miró al techo—. Sólo hay una solución.
—Como dijo Sócrates...
—La violencia siempre es la solución —Hana sonrió de medio lado—. ¿Verdad, Yuki?
—No creo que Sócrates haya dicho eso... pero qué más da.
Hanna sabía que sólo había una solución a ese problema si quería que no se repitiera eso.
—Hay que destruirlos —sentenció.
Ni loca dejaría que lo de Moebius se repitiera.
Akira asintió y comenzaron a hacer los planes para la siguiente pelea. Una vez que todos los planes estuvieron listos, los demás miembros se dispersaron mientras los cuatro inseparables se quedaron ahí.
—Toma —Senna se acercó y le entregó un paquete de papas—, para que no luzcas así de triste.
Hanna tomó el paquete con una ceja alzada.
—¿Estás intentando consolarme con comida?
—Pues funciona —señaló como ella comenzaba a comerlas—. ¿O no?
Hanna solo recibió la limonada que Yuki le entregó.
—Viste, si se puede —el pelimorado le dio palmaditas en el hombro con una sonrisa—, échale ganas.
—Te voy a matar —rodó los ojos.
—Está bien —meneó la cabeza—, pero no te voy a visitar en la cárcel por hacerlo. ¿Sabes?
Hanna miró al techo un momento mientras disfrutaba el sabor a limón de las papitas, era su favorito, pero no podía evitar pensar en Manjiro cuando las comía haciendo que frunciera el ceño.
—Deberíamos ir sólo nosotros cuatro —murmuró Yuki—, y si siguen molestando, iremos a la pelea.
—Sí —el peliblanco asintió—, creo que no es necesario ir con todo un batallón por una pequeña pandilla.
Los tres se pusieron a hablar hasta que Senna la volteó a ver y soltó una carcajada limpia, a veces tenía esperanzas cuando la veía así.
—¿Estás usando tu barriga de portavasos?
Hanna estaba recostada lo suficiente para que pudiera poner su bebida sobre su barriga y tomarla sin necesidad de usar sus manos ya que tenía el pitillo. Lo miró por encima.
—¿Qué tiene?
—Esa, señores y señoritas, es Whitesnake —se burló el pelimorado—. El ¨terror¨de Shinjuku.
Hanna rodó los ojos.
—Inui te está esperando afuera —Akira, que estaba fumando su cigarrillo desde la otra ventana, viendo al rubio abajo—. Hanna.
—Hm.
La pelinegra asintió entonces y les recordó que el día siguiente al anochecer irían a la guarida de esa pandilla nueva para negociar, todos asintieron mientras se dispersaban. Seishu le sonrió tan pronto la vio y la llevó hasta su casa donde Ryoko la esperaba con un yakisoba.
—¿Estás mejor luego de salir?
—¿Se puede estarlo...?
Hanna jugó con sus fideos un momento, notando que fue demasiado seca, pero sin poder disculparse por ello. En su cabeza a veces sentía que eran dos personas en ella, ya no sabía que le estaba pasando.
Keisuke, Emma... Me estoy enloqueciendo.
—No puedo parar de pensar en ellos —murmuró—. ¿Por qué...?
Ryoko la abrazó cuando la vio comenzar a llorar.
—¿Por qué no están aquí? —sollozó—. No lo soporto, Ryoko-san, me duele demasiado.
Su día a día fue así durante las vacaciones.
Se la pasaba en las mañanas junto a Akira y los de Pandora, Inui y Koko se turnaban para verse con ella, a veces iba con Draken y Mitsuya o salía a caminar con Chifuyu cuando no podía dormir. Mikey... Mikey y ella estaban tomando distancia, igual que cuando murió Shinichiro.
Y en las noches, las pesadillas no la dejaban descansar.
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Oscuridad.
Era una palabra que Hanna conocía bien al derecho y al revés, se había criado en ella toda su vida, pese a que tuvo pequeños faros de luz en toda esa oscuridad que la rodeaba, de nuevo estaba dentro y no podía escapar de ella.
Las pesadillas también estaban de vuelta.
Esta vez era distinta a las anteriores, en esta pesadilla su cabello era largo y blanco, llevaba puesto un traje fino y su rostro denotaba mucho cansancio cuando se veía al espejo.
—Dime, Yagami —ahí estaba Kisaki, más adulto, mirándola con seriedad—. ¿Dónde está Mikey?
¿Cuándo comenzaron estas pesadillas?
A los siete años, pero a medida que iba creciendo y conociendo nuevas personas, las pesadillas cambiaban, evolucionaban poco a poco. Las de Kisaki eran probablemente las peores de todas.
Se sentía como un peón en un juego de shogi gigante.
—¿Quién sabe?
Ella miraba alrededor para encontrarse en un lugar extraño, estaba atada a una silla y su rostro se veía terrible, al parecer le habían dado una paliza. Observó en silencio el tatuaje de tigre en su cuello, le recordaba a Kazutora.
¿Cómo estaría él en ese momento?
Se había propuesto perdonarlo porque era lo que Baji quería, aunque no era fácil, pero al menos esperaba que cuando él saliera de la cárcel fuera capaz de ir por él. Incluso Chifuyu le dijo que la acompañaría a hacerlo.
—No me hagas perder la paciencia —masculló Kisaki, se veía más maduro—. ¿Quieres morir acaso?
—Sí —alzó la ceja, notando por el espejo que tenía una cicatriz en ella—, ¿quién no?
Kisaki soltó una carcajada. Ella sólo podía pensar en lo triste que se veía su reflejo, podía ver que se había dejado consumir por la oscuridad, hizo una pequeña mueca.
La vida no te ha tratado bien, Hana Yagami.
—No has cambiado nada —masculló Kisaki—. ¿No es suficiente para ti que tu esposo te haya abandonado?
¿Su esposo la había abandonado? Wow.
Eso apestaba. Miró sus manos, la sensación de la sangre siempre se asentaba más y más en sus pesadillas. Era como si jamás hubiese salido de ese círculo vicioso de la venganza.
—¿De verdad? Deberías callarte —masculló—, eres horrible.
Los ojos de Hanna fueron a su mano, en su delicado dedo yacía un anillo blanco con la palabra Manjiro escrita en ella. Frunció el ceño al reconocer aquel anillo, era el mismo que le regaló en el pasado, el cual ambos compartían.
—Mi esposo no me abandonó.
Su voz salía por su propia cuenta y nunca podía interferir.
—Pero eso no te incumbe.
Estas pesadillas siempre eran iguales, ella estaba dentro de su cuerpo pero solo podía controlar su mirada, de resto era como si fuera un ente en su propio cuerpo. Sus movimientos y palabras no le pertenecían nunca, era como se sentía últimamente.
Como una marioneta.
—¿Segura?
—Estás mal de la cabeza, Kisaki —ella escupió a un lado—. Mi esposo probablemente te matará.
En un momento dejó de prestarles atención porque cuando lo hacía, al despertar tenía un terrible dolor de cabeza y usualmente era acompañado del dolor que experimentaba en las pesadillas.
—¿Crees que Mikey va a matarme?
Miró el espejo de aquella habitación de reojo.
Así que sí te casaste con Mikey, huh.
Su reflejo parecía burlarse de ella, no podía evitar mirar el cabello blanco. ¿Dónde estaba Akira? Sus ojos se cristalizaron un momento ante el pensamiento que cruzó después.
Necesito llorar, pero no puedo.
—Sí —volvió a mirar a Kisaki—. Estoy segura que lo hará. Secuestraste a su reina, ¿lo olvidas?
—Tú te dejaste capturar.
—¿Estás diciendo que es mi culpa? —se inclinó hacia adelante—. Pandora puede haber desaparecido por tu culpa, pero sigo siendo la reina, Kisaki.
¿Pandora desapareció?
Vio como Kisaki se cruzó de brazos, la sonrisa en su rostro hacía su sangre bullir.
—Tú tienes una debilidad —sonrió de lado—. Incluso después de tanto, su nombre era... Kei-su-ke Ba-ji. ¿Verdad?
Hanna retorció sus expresiones faciales de inmediato, adolorida ante la mención de aquel hombre, probando las palabras de Kisaki ciertas.
—¿No es gracioso? Tu esposo es el hombre más buscado de todo el país —vio al mayor tomar un arma y apuntarla con ella—. Pero tú te retuerces ante el recuerdo de tu patético amor de escuela. Un pobre estúp-
—No te atrevas a llamar a Baji así —masculló entre dientes—. O te mataré.
—Odias las armas, ¿no es así?
Ella sólo se acercó más a la pistola en su frente.
—Porque tu hermana murió así —soltó una carcajada que la hizo fruncir el ceño—. ¿No es triste que tú misma fueras la causa de su muerte?
Hanna bajó la mirada, pudo notar que estaba llorando y eso la hacía sentirse mal. La vida no fue buena con ella, tuvo que ensuciarse las manos desde muy joven para sobrevivir, inconscientemente pensó en su ¨familia¨ cuando era pequeña.
Hanna, no tengas miedo, yo estoy aquí.
Era irónico que los recuerdos de esa persona vinieran a su mente justo en un momento como ese. ¿Por qué su madre, Akane, Shinichiro y Haruki tuvieron que abandonarla?
Si ellos estuvieran ahí...
Nada de eso habría pasado, sus manos nunca se habrían manchado de sangre y todos serían felices a su alrededor. ¿No es así? Era una maldición que tenía, cada vez que amaba algo... Terminaba perdiéndolo.
Como fue con Keisuke y Emma también.
—Si vas a matarme —murmuró—, haz que sea rápido, Kisaki.
Necesitaba correr, pero no podía salir de la cama.
—Vivir dejó de tener sentido hace mucho para mí —aseguró—. Tú me arrebataste lo que más quería.
—¿Baji —Kisaki la miró—, Emma? Aún tienes a tus hijos ahí. ¿No te da vergüenza?
Hanna sintió su corazón detenerse por un microsegundo, cuando miró al reflejo, se vio a sí misma completamente inexpresiva. No pudo leerse, ¿estaba pretendiendo o era real?
¿Tenía hijos?
¿En plural?
¿Con Mikey...?
No sabía que le impactaba más, si darse cuenta que tenía hijos o el hecho de que su yo en la pesadilla no parecía interesarle nada.
¿Qué tan miserable fue su vida que no parpadeó ante la idea de sus hijos?
¿Dónde estaban sus hijos? ¿Por qué ella estaba ahí? Un montón de preguntas se amasaron en su cabeza, escuchó un disparo a su lado.
—Jamás te diré dónde están —fue lo que dijo—, ni Mikey ni mis hijos.
—¿De verdad?
—Vivirás toda una vida sin poder hallarlos —le aseguró.
Kisaki le dio un golpe con el arma que la hizo soltarse a reír a carcajadas, en realidad estaba loca.
—Mátame, Kisaki —llevó su mano a la del mayor que sostenía el arma—. Sólo aprieta el maldito gatillo.
—No, Yagami, eso sería muy fácil —lo vio sonreír cuando se acercó a su rostro—, no voy a hacer eso... ¿Recuerdas a Kazutora?
—Kisak-
—Antes de morir a manos de Mikey —se acercó a ella con una sonrisa—, Kazutora te vio desangrarte y lloró. ¿Recuerdas?
—¿Qué tien-?
Kisaki dijo algo más pero no pudo escucharlo por un extraño pitido en su cabeza.
—Perdón, Mikey —se escuchó a sí misma en un susurro—, por dejarme atrapar... Cuida... nuestros... hijos... por mí.
Lo escuchó disparar tres veces al aire y se desmayó, fue cuando la pesadilla acabó finalmente.
—¡AHHHHHH!
Su corazón latía fuerte y estaba sudando.
Una pesadilla, Hana, todo fue...
Tuvo que recordarse muchas veces que Kisaki estaba muerto, Kazutora nunca murió a manos de Mikey y todo eso simplemente fue una pesadilla. No era la primera vez que la tenía, ahora que lo recordaba consciente, se pasó la mano por la cara.
¡Maldita sea, de nuevo esa pesadilla!
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Hanna estaba cansada, quería llorar pero no podía sacar nada de sus ojos, sentía como si estuviera muerta en vida, ni siquiera podía salir de la cama a veces. Había escrito un par de canciones y se daba cuenta de algo.
¿Qué sentido tiene vivir?
Esta vez le costó demasiado salir de la cama y ahí estaba, mirándose en el reflejo de su celular y notando sus ojeras. ¿Estaba viva? Se miró las manos, estaban heladas como siempre.
Keisuke, necesito el calor de tus manos.
—Llegas tarde —dijo, sin molestarse en levantar la vista de su teléfono—. Kira.
Golpeando el suelo con el pie con impaciencia y el cuero de su bota haciendo un sonido agudo contra el concreto mientras el peliblanco apagaba su motocicleta.
—Buenas noches a ti también...
—¿Por qué llegas tarde?
El peliblanco la observó en silencio. Hanna siempre actuaba como si lo supiera todo, pero en realidad sólo era una niña que tuvo que crecer rápido. Ya saben, aprender a escuchar los pasos, diferenciar las pisadas y demás.
Eso no era normal.
—Tráfico —respondió Akira, deslizando su motocicleta hacia el callejón—. Ya sabes cómo se pone todo por aquí a estas horas.
Hanna miraba su teléfono en silencio, ni siquiera estaba viendo algo en específico, sólo miraba la pantalla perdida en sus propios pensamientos.
Estoy enloqueciendo...
Quería pedir ayuda, pero no podía, sólo esperaba que alguien la ayudara antes de que lo perdiera todo. Miró su vientre donde el hijo de Baji descansaba, ¿realmente sería una buena madre? Ni siquiera era capaz de vivir por ella misma.
¿Dónde está mi cabeza?
Yuki emergió entre las sombras, con un cigarrillo colgando de sus labios, observó a Hanna con una mirada triste, consciente de que su estado mental empeoraba cada día.
—Tenemos asuntos que atender, Hanna —exhaló una columna de humo, tratando de llamar su atención—. ¿Quieres irte o irás con nosotros?
Senna llegó y el motor de su motocicleta ronroneó suavemente.
—Sí —Hanna sonrió—, tenemos que hacer una declaración así que iremos todos.
Hanna siempre sonreía para ocultarlo todo.
Los cuatro eran el núcleo de la pandilla Pandora, cada uno de ellos era considerado un jinete del apocalipsis, expertos y una fuerza formidable a tener en cuenta.
¿Cómo alguien la podría ayudar?
—Extraño manejar —chilló la pelinegra, mirando a Senna.
Luego de que tuviera el accidente se había acostumbrado a que Baji, Ryusei, Akira o Senna la llevaran a todas partes por lo que no había pensado mucho en manejar.
Su moto seguía en el taller.
Así que lo hacía de vez en cuando en las motos de los anteriormente mencionados o en la babu cuando Mikey se dormía, pero... eso era antes. Mikey ni siquiera le hablaba ahora, quizá era mejor así.
—¿Por qué lleva tanto tiempo mirándome?
Akira se volteó a verlo con una sonrisa burlona.
—Ah, maldición —el pelimorado se dio cuenta—, no me está mirando a mí. ¡Está viendo mi moto!
Yuki y Akira se soltaron a reír.
—Senna —se inclinó levemente hacia adelante y sonrió—, ¿no quieres irte caminando?
Senna sonrió de vuelta al verla sonreír, de verdad, no como esas feas sonrisas falsas que últimamente se adueñaban de su rostro todo el tiempo.
—¿Por qué yo? —se quejó—. Dile a Aki.
Hanna miró su teléfono para encontrar un mensaje de Mikey que respondió enseguida. Era irónico que hacía un par de minutos estaba pensando en él, era como si lo hubiese invocado.
Manjiro♡
Necesito que hablemos.
Hanchin
Okay, ¿cuándo y dónde?
¨Tú sólo dime cuando y donde¨ La voz de Keisuke en aquel halloween hizo eco en su mente al escribir su respuesta. Apretó la mandíbula y se recordó que debía dejarlo ir.
—No seas llorica —Hanna levantó la vista de su teléfono con una sonrisa—. Senna-chan.
También se tuvo que recordar a sí misma lo que estaban haciendo esa noche.
Pandora...
La pandilla que lideraba el este y las caóticas calles de Shinjuku, Pandora, era su reino. Eran jóvenes, sí, pero el peso de sus responsabilidades los hacía parecer mucho mayores a veces. A medida que crecían tenían más, como la de esa noche.
Era encargarse de la otra pandilla.
—Iré con Akira —se acercó al peliblanco—, pero si las cosas se ponen serias... Tomaré tu moto.
Senna suspiró.
—Bien —aceptó a regañadientes—, con tal de que no pelees... ¡Pero no quemes mis llantas de nuevo!
—No prometo nada —sonrió de lado.
—Te voy a acusar con Waka-san si lo haces —la señaló—, ¿oíste?
Hana observó a su equipo. Yuki, la capitana de la primera división, terminó un cigarrillo en ese momento y lo lanzó al suelo para pisarlo. Akira, el sereno capitán de la tercera división, ya estaba calentando el motor de su Honda.
—Aguafiestas —fue lo que dijo entonces.
Y Senna, el bufón, no, el capitán de la segunda división, que estaba acusándola en ese momento, de pie con los brazos cruzados.
—Te ves como un mapache —se burló Akira entonces—. ¿No has dormido bien?
—Pesadillas.
—Ugh, ¿otra vez?
Akira la miró fijamente.
—Sí...
El hijo de Baji y Hanna ya era una fuerza a temer, se había aferrado a la vida más que su madre, de todas las cosas que habían pasado, ese bebé seguía bien, fuerte y sano.
Podía ver lo fuerte que el niño sería en el futuro.
—Vamos a aplastar un par de hormigas —bostezó—. Antes de que sea hora de la presentación.
La regla tácita del distrito de Shinjuku era clara:
Pandora gobernaba Shinjuku.
Cualquier recién llegado tenía que jugar según sus reglas. Pero este nuevo grupo, que se hacía llamar los ¨Vipers¨ parecía pensar que podían entrar y establecerse sin siquiera una llamada de cortesía. Eso era algo que Hanna no podía dejar pasar.
—Es verdad —meneó la cabeza—. ¿Cantarás nuestro himno y qué más?
—Una canción que compuse en el extranjero.
La idea era dialogar con ellos a modo de advertencia, pero si no querían hacerlo, sólo se encargarían de darles una lección para que quisieran.
—Muy bien, Pandora captains —deslizó su teléfono en su bolsillo—. Vamos a rodar.
Los motores rugieron y el sonido resonó por los estrechos callejones. Se adentraron en la jungla de neón de Shinjuku, con el viento en el pelo y la emoción de la noche por delante. Iban a asegurarse de que los Vipers supieran quién estaba al mando.
—Sólo vamos a dialogar —sonrió Senna—. ¿O vamos a aplastarlos?
—Vamos a hacer lo que nos enseñó el anime.
—¿Matarlos?
Todos se voltearon a ver a Senna con las cejas alzadas.
—¿Qué? —ladeó la cabeza al ver sus miradas—. ¡Es lo que me ha enseñado el anime!
Todos asintieron, recordándose que los animes que veía Senna no eran los mismos que veían ellos.
—Aplastarlos, Senna, aplastarlos —Hanna sonrió, detrás de Akira—. ¿Quién se creen que son para hacer problemas en mi territorio?
—Puedo oler sus intenciones desde aquí —afirmó—. Son novatos.
—Uh, acabo de recordar —sonrió Hanna—, lo que dijiste sonó como el himno de Pandora.
—¿El himno para paganos? —se burló Akira—. Un poco, casi fue intencional.
Las calles eran un borrón de luces y sonidos mientras se abrían paso entre el tráfico.
—Si Serpiente blanca usa una pistola —Senna los miró desde su moto—, ¿se vería graciosa?
—Argumenta —Hana alzó una ceja—, argumenta la pendejada que acabas de decir.
—Las serpientes no tienen manos —alzó una de sus manos para hacer movimientos serpenteantes con su dedo—. ¿Entienden?
La ciudad era un organismo vivo, que latía con una energía que solo se hacía más intensa a medida que se acercaban al corazón de su dominio.
—Como comediante te morirías de hambre —aseguró Yuki, acomodándose las gafas con una mano mientras conducía con la otra—. Pobre Senna, de payaso quizá te vaya mejor.
—¡Oi!
Todos se soltaron a carcajadas. Las luces de neón bailaban bajo la lluvia, pintando las calles con una vívida gama de colores que se reflejaban en el cromo y el cuero de sus motos.
—¿Puedo patearlos?
—Hm.
—¿Y quemarlos?
—¿Por qué querrías quemarlos? —Akira lo miró de reojo.
—¿Por qué no querría? —se alzó de hombros—. Hanna y Baji-kun incendiaban autos por hambre.
—Pero eran autos —afirmó la castaña—, no personas vivas.
—Hm...
El olor a tierra mojada flotaba en el aire, mezclándose con el aroma de los gases de escape y el asfalto empapado por la lluvia.
—Eres un psicópata —se quejó la castaña al ver su titubeo—, Senna.
Senna miró de reojo a Hanna.
—¿Tú crees?
Pandora era una pandilla completamente opuesta a la Toman, nunca sabrías la clase de psicópata como él o asesina como Hana te encontrarías, incluso estando a tu lado.
No siempre fueron así.
Cuando Shinichiro murió, Hanna perdió los estribos, mató por primera vez y la sensación de victoria aquella vez la lanzó a un espiral del que ya no pudo salir jamás. Pandora sólo creció perdiendo su tercera regla.
—No tienes ni idea —bufó el peliblanco—, pero descuida, mientras no haya evidencia...
—No hay sentencia —se rieron las dos mujeres—, ni condena.
El distrito de Shinjuku era un mundo que ellos conocían como la palma de su mano, un mundo donde ellos eran los depredadores y todos los demás extras eran presas.
—¿Pero puedo o no?
—Senna —Hanna chasqueó la lengua—, ya cállate y guíanos a las viboritas estas.
—Yes, boss —asintió, solemne—: Sí, jefa.
Pero esta noche, no estaban cazando por diversión o por ganancias. Estaban en una misión para proteger lo que era suyo antes de que fuera la hora de su presentación.
—¿En dónde se están reuniendo?
Hanna miró atenta la calle.
—Al parecer es en...
Hanna parpadeó.
—No le expliques así —Akira se rio—, tiene pésimo sentido de orientación. Igual que Senna...
Los Vipers tenían que aprender una lección, y Hanna estaba decidida a ser quien la enseñara. Mientras se acercaban al límite de su territorio, ella podía sentir la tensión aumentando en el aire, como la estática antes de una tormenta.
—¿Le devolviste su navaja a Asa?
—Nah —soltó una risita—, no sabemos si la necesitaremos.
Akira aceleró su motor más fuerte, una declaración de guerra silenciosa, mientras todos se soltaban a reír por lo que dijo Hanna.
—Esperemos que acepten las condiciones —murmuró el peliblanco—, sin que haya necesidad de pelear.
—Seh.
Los Vipers eligieron el vecindario equivocado para hacer su posición. Pandora tenía una pequeña reputación de ser despiadados, pero justos, no se tomaban bien las faltas de respeto.
—Oye —Akira bajó la voz sólo para ella—. ¿Estás bien?
—¿Tú crees?
—Hana...
—Lo estoy —miró a los lados, sintiendo la lluvia sobre sí—, supongo...
—¿Sí?
—Sí.
Rodaron hacia el corazón de la zona no reclamada, donde los edificios se hicieron altos y las calles se hicieron más estrechas. El aire estaba denso por la anticipación y el murmullo distante del latido del corazón de la ciudad se hacía más fuerte con cada momento que pasaba.
—Ya estamos llegando —anunció Yuki—, atentos.
Vieron la base de los Vipers, un almacén sucio con paredes pintadas de graffitis sin sentido y una barricada improvisada de escombros.
—Qué feo —Senna soltó una risa—, parece que no tenían presupuesto.
Hanna les hizo una señal para que se detuvieran, los motores se apagaron hasta convertirse en un murmullo bajo.
El silencio que siguió después era casi ensordecedor.
La pelinegra se bajó de la moto, sus botas golpearon el suelo mojado con un golpe sordo.
—Keisuke —la pelinegra vio la imagen de Baji parándose a su lado—, ¿qué haces aquí...?
—¿Estás bien?
Yuki, Akira y Senna siguieron su ejemplo, cada uno era una sombra silenciosa en la noche iluminada por luces neón.
—Sí —miró alrededor—. ¿Esta es la supuesta guarida de las viboritas?
—Hm, eso parece.
Senna pateó una lata que estaba en la entrada y observó todo el lugar.
—Este lugar apesta a rata —murmuró—. Oh...
Senna sonrió.
—Ey, ey, ey —una voz hizo que voltearan a ver—. ¿Qué tenemos aquí?
Una figura emergió del almacén, un chico no mucho mayor que ellos, de cabellos negros. Tenía una mirada petulante en su rostro, una clara subestimación del poder que tenía ante él.
—Hablando de ratas —Senna miró al hombre de arriba abajo—, apareció una gigante.
—¿Estaban buscando problemas?
—No queremos problemas —la voz seria de Hanna hizo eco en el lugar—. Pero si tú los quieres, encontraste a las personas indicadas.
—¿Es así? —se burló—. Bueno, este es el escondite de los Vipers, este es nuestro territorio.
Los ojos de Hanna se entrecerraron.
—Tienes dos opciones —dijo, con voz baja y peligrosa—. Vete en paz o enfrenta las consecuencias.
El chico de cabellos morados en Pandora se burló.
—¿Crees que nos asustas?
—¿Oyeron eso, muchachos?
El chico de cabellos negros hizo un gesto hacia las sombras detrás de él, y emergieron más figuras, todos listos para luchar.
—¡Hmph! —Hanna sonrió al ver a un par con puñales en sus manos.
Sin decir una palabra, los Pandoras sacaron sus propias armas, una sinfonía de acero y cuero.
—Hana-sama, por favor —Yuki hizo crujir sus nudillos con una sonrisa burlona en sus labios—. Estamos tratando de no meternos en problemas hoy.
—Eso no es lo que parece —dijo el chico—, viendo como se metieron a nuestro territorio y armados...
Los ojos de Akira se volvieron fríos. La mano de Senna se cernía sobre la navaja automática que llevaba en el cinturón.
—Están buscando que los matemos.
—Bueno —Hanna los miró de reojo—, parece que todos están algo tensos hoy.
Los cuatro inseparables formaban un frente unido, un muro de acero listo para defender su honor en cualquier momento. El líder de los Vipers dio un paso adelante.
—Estoy algo oxidado —se quejó Senna—. Así que consideraré esto un mal día...
—¿Un mal día?
—Senna, el menos exagerado —Akira se burló—. ¿Estás teniendo un mal día, moradito?
—A veces eso pasa —Hanna le sonrió—. ¿Sabes cuál es el lado positivo de la vida?
Senna sonrió.
—Que algún día se acaba esta mierda —le enseñó el pulgar antes de mirar al líder de los Viper—. En tu caso, mi amigo, ese día es hoy.
El chico frunció el ceño enseguida.
—Tienen una clara inferioridad numérica —dijo, con la confianza ligeramente vacilante—. ¿Por qué no se dan la vuelta y se largan de aquí?
—No eres de por aquí —Senna soltó una pequeña risa—, ¿o sí?
—Escuchen.
El chico fijó su vista en Akira, que se veía como el más fuerte, por lo cual supuso era el líder de esa pequeña bandita de idiotas.
—Les estamos dando la oportunidad de sobrevivir —se acercó a él—. ¿Tú eres el líder de estos idiotas?
—Nop, respuesta incorrecta.
—¿Entonces él? —señaló al pelimorado—. Oye, chic-
—Tampoco es esa —Hanna fue a la moto de Senna mientras hablaba con voz tranquila—. Pero verás, amigo, no somos unos tipos cualquiera. Nosotros somos... Pandora.
Y con eso, le dio una patada a la motocicleta tras subirse para que cobrara vida, el motor rugió como una bestia despertada.
—Y nosotros gobernamos este distrito —sonrió con los ojos cerrados—. Así que ustedes escogieron el lugar incorrecto para crear una pandilla.
—¿Pandora? —el chico soltó una risa—. Jamás he oído de ustedes.
—Oi —Senna la miró—, ¡no arruines mis llantas!
—Descuida, Senna —señaló a los otros hombres antes de arrancar—. Lo único que arruinaré son sus caras.
—Ahí va ella —Yuki se acomodó las gafas—, despídete de tus llantas, Senna.
—¡Agh, son nuevas!
Akira sonrió cuando Hanna comenzó a perseguirlos en la moto, le recordó al reporte del ataque de Tenjiku donde decía que Smiley había hecho lo mismo esa vez.
—¿Está...?
¨¿Cómo Baji domesticó esa bestia?¨
Era lo único que podían pensar los tres de Pandora viéndola sonreír de esa forma. Cuando Hanna estaba en el ring siempre era así, olvidaba todo lo malo en su vida y sólo tenía una gran sed de adrenalina.
—¿Persiguiendo a los Vipers con su moto? Sí —Akira se rió al ver las reacciones de los otros—. Debieron haber escuchado cuando intentamos dialogar.
El aire estaba cargado con una mezcla de emoción y miedo. Los Vipers se dieron cuenta, demasiado tarde, de que habían mordido más de lo que podían masticar.
—¿Cuando hicimos eso?
—Ah, creo que sólo lo pensamos —se puso la mano en el mentón, pensativo—. Bueno, les juro que lo intentamos.
La experiencia y la unidad de los Pandoras brillaron mientras Hanna derribaba a los Vipers uno por uno. La motocicleta donde estaba Hanna se convirtió en una extensión de su cuerpo, un arma de precisión y poder.
—¡Basta!
Hanna se detuvo antes de llegar al líder, quien cayó al suelo tras casi ser atropellado por la pelinegra. La persona que le enseñó a manejar tenía una técnica de manejo especial, que ella heredó, claramente.
Es igual que él cuando conduce.
—Ey —sonrió—. ¿Ya estás listo para hablar o no?
—¡Sí, sí!
—Okay —Hanna apagó la moto, bajándose de ella y se acercó al tipo con la navaja de Asa en manos—. Dejemos de perder el tiempo con juegos. ¿Tú eres el líder de los ¨Vipers¨?
—S-sí.
—Mucho gusto, mi nombre es Whitesnake —extendió la mano, con la navaja, hacia él—. La líder de Pandora.
El chico palideció al reconocer ese nombre.
—Shinjuku es nuestro territorio —continuó—, oímos que ustedes han estado causando problemas mientras estábamos ocupados.
—Ah...
Los Vipers se veían con ojos bien abiertos como su líder quedó arrodillado ante la pelinegra, su arrogancia destrozada, la pelinegra se inclinó hacia abajo.
Era una vista espectacular.
Sus ojos brillando en el reflejo de las luces de neón.
—Recuerden esta noche —su voz era fría y clara—. Hoy fui agradable con ustedes como una pequeña advertencia.
Los Vipers se miraron entre sí. ¿Eso era agradable? Comenzaron a cuestionarse qué clase de personas eran en la pandilla adversaria.
—Pero si vuelven a hacer mierdas así —cerró la navaja y sonrió—, conocerán el verdadero precio de desafiar a Pandora.
Tras decir esto, Hanna se subió a la moto de Senna de nuevo y se acercó a él, quien se subió detrás de ella antes de despedirse con la mano. Akira y Yuki les dieron unas últimas miradas a todos antes de seguirla.
—Bye, bye!
Los cuatro de Pandora se alejaron entonces, dejando el almacén detrás de ellos y un testimonio de su dominio en el distrito. La lluvia había parado, y la luna se asomó detrás de las nubes, arrojando un brillo plateado sobre las calles empapadas.
El mensaje era claro:
Pandora gobernaba Shinjuku, nadie debía olvidarlo.
Mientras regresaban a su propio territorio, la adrenalina lentamente se drenó de sus venas, dejando una sensación de logro a su paso. Entraron a su cuartel general.
—¡Ya llegaron!
Los otros miembros de la pandilla ya los estaban esperando, ansiosos por escuchar los detalles de la victoria de la noche. Se reunieron alrededor, palmeando a los cuatro jinetes en la espalda, gritando felicitaciones y haciendo preguntas sobre la pelea.
—¡Atención —Kaede gritó al verlos—, nuestra reina ha llegado!
Hanna sonrió de medio lado al oírla.
¨¡Nunca serás nadie en la vida!¨
¨Jamás serás reconocida¨
¨¡Tú jamás lograrás nada!¨
Los ecos de las voces de ese hombre y su esposa sólo eran acallados por las voces de Pandora gritando su nombre. Ese era el imperio que Hanna había logrado construir con sus manos.
Su propio reino.
—¡Jefa〰️♡!
Hanna se bajó de la moto, con la chaqueta pegada a la piel húmeda, su cabello era un lío alrededor del rostro gracias a la combinación de la lluvia y el viento.
—Hola, Kimi —dejó que la abrazara un momento antes de sonreírles a todos—. ¡Pandora ganó!
—¿Lo habían dudado? —se burló Kaede.
Yuki, Akira y Senna hicieron lo mismo, con expresiones que combinaban satisfacción y agotamiento.
—¡Entonces Whitesnake los persiguió!
Relataron los acontecimientos de la noche y sus voces se elevaban de emoción al describir cada victoria. La pandilla escuchó absorta, con los ojos brillando de admiración y orgullo.
—¡Con mi moto! —Senna siguió quejándose toda la noche—. ¡La mía!
Hanna se recostó sobre su trono mientras los veía celebrar. Estando embarazada no había podido beber o fumar como ellos así que sólo se dedicaba a ver la ventana desde su trono.
Haruki-neesan, ¿estás viéndome?
Sin embargo, la celebración duró poco, ya que la gravedad de la situación comenzó a hacerse evidente tras el tema de Tenjiku metiéndose en la conversación de a poco.
—No sabemos en qué momento...
Puede que los Vipers hayan sido derrotados, pero no serían los últimos en desafiar el reinado de Pandora.
—Toman se ha fortalecido.
Los murmullos comenzaron a tomar fuerza.
—Pandora igual.
Siempre había más pandillas que buscaban hacerse un nombre y no podían permitirse el lujo de bajar la guardia.
—Bueno, así es como este mundo es —Ashido miró a Hanna—. ¿No es así, jefa?
La ciudad era un campo de batalla sin fin y tenían que estar preparados para lo que viniera después.
—Lo hicimos bien esta noche —dijo Hanna, con voz tranquila pero firme—. Pero no podemos volvernos complacientes. Tenemos que estar preparados para la próxima vez.
Los demás asintieron con la cabeza.
Sabían que su victoria era sólo temporal.
El equilibrio de poder siempre estaba cambiando en las calles de Shinjuku, y tenían que mantenerse en la cima.
—¡Muy bien, Pandora —aplaudió—, dispérsense!
De inmediato la pandilla se dispersó y se dirigieron a sus respectivas casas. El escondite quedó en silencio, el único sonido era el suave tictac de los motores alejándose.
—¿Hanna?
Hanna se quedó allí un momento más, mirando el mapa en la pared, que marcaba los lugares donde habían estado y los lugares que aún no habían reclamado.
Sabía que debía hablar con Mikey.
—¿Qué pasa, Kira?
Posiblemente era hora de unificar Toman y Pandora.
Por ahora estaba contenta, el distrito estaba a salvo y su equipo había demostrado su fuerza, gracias a la pelea su cabeza se abía despejado un poco del mal sabor de las pesadillas.
—¿Estás pensando en Keisuke-kun otra vez?
Hanna miró de reojo al espejismo de Baji, era imposible dejar de pensar en él cuando se la pasaba a su lado todo el tiempo, así que asintió.
—Nunca dejo de pensar en él —lo volteó a ver con una pequeña sonrisa—. Ya es hora, ¿no?
Akira asintió.
—Andando, reina de Shinjuku —la codeó levemente—, es hora de tu presentación.
—Hai, Hai.
Las luces de neón pintaron su camino con un arcoíris de colores y ella se sintió invencible como Mikey.
—Déjame conducir —murmuró.
—Muy bien —Akira suspiró, entregándole las llaves de su princesa—. Cuidado con mi princesa.
—Siempre soy cuidadosa.
—Tu pancita de embarazada no me dice precisamente eso —murmuró—. ¿Cómo es que...?
—Es culpa de Kei.
—Claro que lo es —se subieron a la moto—, con tanto que te manoseaba, me sorprende que no quedaras embarazada más antes.
La ciudad era suya y lucharía para que así fuera por más tiempo. A medida que los edificios se hacían más pequeños en sus espejos, supo que la historia de Pandora estaba lejos de terminar.
Recién estaba comenzando.
.
Akira la observó en silencio, había hecho tantos cambios el último año, desde el momento en que comenzó a salir con Baji hasta que se enteró que iban a ser padres y ahora, luego de perder no sólo el amor de su vida sino a su mejor amiga que consideraba una hermana.
Hana, a duras penas, está sobreviviendo.
https://youtu.be/hccpZfM_g7k
♪Todos mis amigos son paganos, tómalo con calma♪
♪Espera a que te pregunten a quién conoces♪
♪Por favor, no hagas ningún movimiento brusco♪
♪No sabes la mitad del abuso♪
—¡Pandora's Anthem, bitches! —gritó Senna entre risas—: ¡El himno de Pandora, perras!
Hanna se estaba desmoronando por dentro sin poder gritar por ayuda, pero sin poder evitar sonreír todo el tiempo y confundir a los demás, sus ojos chocaron un momento con Akira y sonrió.
—¡Wohoo!
Akira le devolvió la sonrisa y vio como Asa, Kimi y Ashido gritaban mientras coreaban la canción.
♪Todos mis amigos son paganos, tómalo con calma♪
♪Espera a que te pregunten a quién conoces♪
♪Por favor, no hagas ningún movimiento brusco♪
♪No sabes la mitad del abuso♪
—Son unos idiotas —se quejó la castaña a su lado.
—Ya lo sabíamos —le sonrió.
—Hanna se ve... mejor hoy.
—Tuvo otra de esas pesadillas esta mañana —volteó a verla cantar—, se ve bastante compuesta, debe ser porque pudo descargarse en la pelea con los Vipers.
♪Bienvenido al cuarto de personas♪
♪Que tienen habitaciones de personas que un día amaron♪
♪Encerrados♪
♪Sólo porque revisemos por las armas en la puerta♪
♪No significa que nuestros cerebros dejen de ser granadas de mano♪
—¿Por eso ofreciste que fuera con nosotros?
Yuki asintió.
—Necesita de algo que la distraiga —movió su dedo sobre la mesa—, sólo le di algo con que distraerse.
Akira la miró de reojo con una sonrisa perspicaz.
—Nunca existió realmente una amenaza con ellos, ¿o sí?
—¿Quién sabe...?
♪Nunca conocerás al psicópata sentado a tu lado♪
♪Nunca conocerás al asesino sentado a tu lado♪
♪Pensarás: "¿Cómo llegué aquí, sentado a tu lado?"♪
♪Pero después de todo lo que he dicho, por favor no lo olvides♪
—¿El himno de Pandora? —Chifuyu estaba masticando su yakisoba.
—No hables con la boca llena —se quejó Hakkai—, es asqueroso.
—¿De verás?
—Ahí vas de nuevo —rodó los ojos y se fijó en Mitsuya, el cual estaba viendo hacia los asientos de Pandora por lo que frunció el ceño—. Taka-chan, ¿qué tanto miras?
No estaba celoso.
—A Akira.
Borra eso, si que lo estaba.
—¿Por qué lo miras?
Draken sonrió burlón al ver los celos del peliazul.
♪Todos mis amigos son paganos, tómalo con calma♪
♪Espera a que te pregunten a quién conoces♪
♪Por favor, no hagas ningún movimiento brusco♪
♪No sabes la mitad del abuso♪
—Porque sí —se volteó a verlos—. ¿Vieron a Hana hoy? Se ve mejor.
La pelinegra cantaba tranquila, por dentro miraba en silencio a Keisuke, tratando de calmarse porque había visto a Mikey y no sabía qué hacer. Él había dicho que hablaran. ¿Pero estaba lista para hacerlo?
♪No tratamos muy bien con los forasteros♪
♪Dicen que los recién llegados tienen cierto olor♪
♪Tienes problemas de confianza, sin mencionar♪
♪Dicen que pueden oler tus intenciones♪
—Hm —miró a Chifuyu, él también se veía mejor—. ¿No ha ido a caminar estos días?
—No —torció la boca—, no conmigo al menos.
No sabía bien quién era la persona que la estaba recogiendo en la moto a mitad de la noche, pero a juzgar por la mirada intranquila de Inupi, tampoco era él, hizo una mueca.
♪Nunca conocerás el espectáculo de monstruos sentado a tu lado♪
♪Tendrás algunas personas raras sentadas a tu lado♪
♪Pensarás "¿Cómo llegué aquí, sentado a tu lado?"♪
♪Pero después de todo lo que he dicho, por favor no lo olvides♪
—Esta canción me recuerda a cómo me sentí esa vez que fui al escondite de Pandora —comentó Takemicchi—. Realmente me preguntaba eso.
Hakkai lo volteó a ver con una expresión de horror.
—¿Fuiste a su escondite?
—Sí, hace un par de semanas —comentó—, creo que fue uno o dos días después de que nos atacarán los de Tenjiku por primera vez.
Fue una experiencia extraña, fue cuando pudo notar realmente el poder que Hanna tenía, era igual que Mikey cuando fue por primera vez a una reunión de la Toman.
♪Todos mis amigos son paganos, tómalo con calma♪
♪Espera a que te pregunten a quién conoces♪
♪Por favor, no hagas ningún movimiento brusco♪
♪No sabes la mitad del abuso♪
—¿Por qué fuiste allá?
Draken y Mitsuya le vieron con curiosidad.
—Hm... Hana-san me mandó a llamar —se alzó de hombros—, para hablar sobre Tenjiku.
♪Todos mis amigos son paganos, tómalo con calma♪
♪Espera a que te pregunten a quién conoces♪
♪Por favor, no hagas ningún movimiento brusco♪
♪No sabes la mitad del abuso♪
—Hanna...
Mikey apretó la mandíbula, quería hablar con ella, pero ella había estado evitándolo últimamente desde el día del funeral de Emma. Aún así no le negó verla cuando le escribió.
♪¿Por qué viniste? Debiste haberte quedado♪
♪Traté de advertirte que te mantuvieras alejado♪
♪Y ahora están afuera listos para reventar♪
♪Parece que podrías ser uno de nosotros♪
—Luces más cansado —murmuró el pelinegro—, que de costumbre.
El mayor sólo sacó su paleta de dangos de la boca antes de mirarlo.
—¿Tú crees? No he estado durmiendo —miró a la culpable de eso, cantando tranquila—, pero vale la pena el trasnocho.
Hanna tomó un descanso de un par de minutos antes de comenzar la siguiente canción. Sus ojos chocaron con los de Mikey entonces, quien sólo le vio incómodo, no pudo no apartar la mirada cuando comenzaron a arderle los ojos.
https://youtu.be/05d2wbSkNSE
♪Sí, siento que estoy diluida♪
♪Siempre que él está cerca♪
♪Me puse la corona de payasos♪
♪Y me derretí lentamente hasta el suelo♪
—Inupi.
El rubio levantó la mirada al notar al pelinegro atrás de él.
—Koko.
♪Sí, lo siento venir♪
♪Cuando he estado estático por mucho tiempo♪
♪Y una explosión llega a tiempo♪
♪Antes de irme y cruzar la línea♪
—Hay algo que... debo decirte sobre Hanna —le señaló hacia el segundo piso—. Ven conmigo.
El rubio asintió mientras le hacía una seña a Draken, quien sólo le sonrió, ambos subieron a la segunda planta. Estaba nervioso.
♪Dicen que ¨Solías ser tan amable♪
♪Nunca supe que tenías una mente tan sucia¨♪
♪Bueno, fui a los médicos creyendo♪
♪El diablo tenía control sobre mí y♪
♪Me costaba respirar♪
♪Me resulta difícil luchar contra el sentimiento♪
—A veces sus canciones no tienen sentido —Draken soltó una risa—. Es extraño.
Takemicchi lo vio con una sonrisa mientras miraba la letra de la canción. No siempre era tan fácil de comprender las letras de Hanna. Mikey se apartó de ellos en silencio.
♪Cuando mi corazón estalló como un globo de cristal♪
♪Lo dejé volar demasiado alto y se hizo añicos demasiado pronto♪
♪Yo era la maldita chica equivocada en la maldita habitación equivocada♪
♪Se me rompió el globo de cristal♪
♪Solté mi globo de cristal♪
—Para odiarla —el pelirosa ladeó la cabeza al oír a Mikey—, vienes a verla seguido.
Los ojos verdes se fijaron en él, el rubio se metió las manos a los bolsillos mientras entornaba la mirada en Haruchiyo. El pelirosa sabía lo que estaba pensando, se acomodó la mascarilla.
—Vengo a verte a ti —le sonrió con los ojos cerrados—, mi rey.
Mikey observó en silencio a su perro rabioso antes de asentir y volver la vista a la pelinegra.
♪Oh-oh, oh-oh, oh♪
—¿A quién le escribió esta canción, Haruchiyo?
♪Le llaman la rana ermitaña♪
♪Él está buscando un perro♪
♪¿Encontraste a tu perra en mí?♪
♪Oh, eres abominable, socialmente♪
♪Eres demasiado como yo♪
—No lo sé —se cruzó de brazos—. Hanna-san tiene muchas cosas en la cabeza.
Mikey asintió, tras la muerte de Emma, Hanna había estado evitándolo.
—¿Por qué me está evitando?
—Hm —el pelirosa vio la expresión dolida de Mikey y apretó la mandíbula—. ¿Dolor?
Cuando veía a Mikey sufrir por ella, la odiaba tanto que podría llenar toda una piscina con su odio e incluso ahogarse en ella, no sería suficiente para describirlo.
♪Ella dice que ¨Solías ser tan amable¨♪
♪Bueno, cariño, te tengo tu mente sucia♪
♪Bueno, yo quiero contarte un secreto♪
♪Puedes tomar tu amor de doble rasero y conservarlo♪
♪No puedo evitarlo. Al diablo le gusta hacer de mi corazón una cama doble♪
♪Y no puedo evitar que a veces le guste venir♪
♪Y descansar su cabecita♪
—¿A dónde fue Inupi-kun...?
Draken volvió a ver a Takemicchi antes de señalar el segundo piso.
—Está con Koko.
♪Cuando mi corazón estalló como un globo de cristal♪
♪Lo dejé volar demasiado alto y se hizo añicos demasiado pronto♪
♪Yo era la maldita chica equivocada en la maldita habitación equivocada♪
♪Rompí mi globo de cristal♪
♪Solté mi globo de cristal♪
—¿Saben? Ahora que Emma y Keisuke-kun no están —miró al pelimorado—, nosotros somos los que más conocen a Hanna.
Los otros dos se vieron entre sí antes de asentir.
—Así que... Ya no existe nadie que sepa que ocurrió —miró a la pelinegra cantar—, durante el tiempo en que Hanna estuvo en el extranjero ahora, huh.
Aquello era algo que Hanna nunca mencionó a ninguno de ellos, sólo Emma y Baji lo sabían, pero ahora que ninguno de ellos dos estaba, la historia sería llevada sobre los hombros de Hana.
♪Oh-oh, oh-oh-oh-oh-oh-oh, oh, oh, oh-oh♪
♪Oh-oh, oh-oh-oh-oh-oh-oh, oh, oh, oh-oh♪
♪Dum-dum-dum-dum-dum-dum-dum-dum♪
♪Dum-dum-dum-dum-dum-dum-dum-dum♪
—¿Qué vamos a hacer si tiene otra... recaída...?
Senna apretó su mandíbula.
—¿Están listos para ensuciarse las manos?
—Siempre.
Ninguno dudó, todos harían lo que fuera por Hanna, esa era la verdadera fuerza de Pandora.
♪Oh, mi corazón estalló como un globo de cristal♪
♪Los dejamos volar demasiado alto y se hicieron añicos demasiado pronto♪
♪¿Somos las malditas personas equivocadas en la maldita habitación equivocada?♪
♪Rompimos nuestros globos de cristal♪
♪Soltamos nuestros globos de cristal♪
—¿Deberíamos obligar a Mikey a confesarse? —inquirió el ojiverde, mirando al peliblanco—. Hanna lo ama aunque diga que n-
Akira se cruzó de brazos.
—¿Crees que eso funcione? —preguntó Senna a la castaña.
♪Rompimos nuestros globos de cristal♪
♪Soltamos nuestros globos de cristal♪
—No —el peliblanco negó—. Hanna no querrá verlo en un tiempo.
—Hanna dijo que cada vez que veía a Mikey —se acomodó las gafas—, ve a Emma.
—Por eso está huyendo de él —Akira hizo una mueca—, ¿pero cuánto más puede huir?
—No mucho —les señaló con el mentón al rubio que iba detrás de Hanna tras acabar la presentación—. ¿Deberíamos ir detrás de él?
El peliblanco los observó y negó con la cabeza.
Hanna sabía luchar sus propias batallas.
—Hanna.
—Mikey...
El rubio se mordió el labio mientras la jalaba hacia el interior del camerino, hubo un silencio entonces, la pelinegra miraba al suelo y él no apartaba su mirada de ella.
—Has estado evitándome —murmuró—. ¿Por qué...?
—No sabía que estabas aquí —se rascó la mejilla—, lo siento.
Mikey sabía que ella estaba mintiendo y ella sabía que él lo sabía, pero ninguno dijo nada al respecto.
—¿Por qué me estás evitando...?
—Lo siento —ella miró al suelo—. Cada vez que te veo, Mikey, es...
Sólo la veo a ella.
—Me duele el corazón.
Ella alzó la mirada hacia él y Mikey sólo observó sus labios, era algo que odiaba de él mismo, siempre que la tenía tan cerca no podía evitar querer besarla.
—Hanna —susurró cerca a sus labios.
Nunca lo pudo controlar, se acercó a ella y, para su gusto, Hanna no se apartó.
Una parte de él gruñó feliz.
—Mikey.
Sus respiraciones chocaron entonces y Mikey apretó la mandíbula cuando sintió la tan conocida sensación de cosquilleo en sus manos, lo estaba volviendo loco aunque sabía que estaría mal.
—Te he extrañado tanto estos días —murmuró, sus labios rozándose—. Yo...
Debería dejarlo todo atrás, pero...
—Mikey —ella alzó la mirada hacia él, buscando alguna respuesta de qué iba a pasar—, ¿qué...?
Pero en el momento en que sus ojos chocaron con los de Mikey no pudo decir nada más, sintió un pinchazo en su pecho enseguida y sus ojos se cristalizaron inmediatamente.
La veo en el fondo de mi mente.
—¿Qué pasa?
—Emma —fue lo único que pudo decir.
Mikey cerró sus ojos, adolorido ante el recuerdo de Emma, Hanna bajó la mirada.
Todo el tiempo.
Estaba perdiendo la cabeza con ella tan cerca. Había una línea que él sabía que no debía cruzar, era la chica de Baji, incluso si él ya no estaba, ella aún lo amaba con locura. Ambos estaban tristes por la muerte de Emma y Hanna, a duras penas, estaba cuerda.
—¿Puedo...?
Pero cuando él se acercó y ella no se apartó como las veces anteriores, no pudo resistir las ganas de besarla. Su corazón se aceleró y sus manos estaban temblando, era el tipo de escenas que veías en las películas.
—¿Hm?
Cuando ella alzó la mirada hacia él, confundida, se veía tan jodidamente hermosa que Mikey sintió su cerebro desconectarse por un momento y su corazón tomar las riendas.
—No —él meneó la cabeza—, voy a besarte y no es pregunta.
—Mik-
Su corazón estalló de felicidad y su cabeza fue un lío de emociones en el momento en que sus labios conectaron con los contrarios. Un beso lleno de desesperación, anhelo y esperanza.
Ah, había esperado tanto por esto.
La realidad era mucho mejor que las miles de veces que lo imaginó, especialmente porque Hanna no dio ningún paso atrás, llevó sus manos a su cintura y la jaló más cerca a medida que el beso se hizo más profundo.
¡Estaba demasiado feliz!
Las manos de Hanna se aferraron a su camiseta en el pecho del mayor, lanzándole miles de escalofríos en la espina dorsal. Hanna es mía. La oscuridad comenzó a cernirse en sus hombros.
Esa maldita posesividad que lo azoraba.
Cuando se separaron por la maldita falta de aire, Mikey se apartó y palideció un poco al ver el rostro de Hanna. Sus ojos estaban al borde de las lágrimas, estaba triste, seguramente pensando que la rechazaría de nuevo como todas las veces anteriores.
—Hanna —se mordió el labio—, yo...
Ella soltó una pequeña risa amarga.
—Ya sé, aquí es donde me dices que sólo fue un impulso y no significó nada para ti —se apartó de él y se dio la vuelta—. Descuida, Mikey, ya conozco lo que dirás.
—Hanchin.
—Lo mismo de siempre —aseguró—, no tienes que malgastar tu saliva.
Ella negó sin mirarlo y sólo tomó su mochila para alejarse de él, incluso cuando intentó agarrar su mano, no la alcanzó. Mikey miró al suelo y se pasó una mano por el cabello, maldiciendo por dentro.
¿Cuántas veces hizo lo mismo para que Hanna...?
.
.
Si Keisuke estuviera ahí, Hanna cerró los ojos un momento, ¿por qué no podía parar de pensar en él? Sus labios temblaron cuando quiso gritarse a sí misma por ser tan masoquista.
—Entonces te besó —repitió—, de nuevo.
Hanna asintió, lanzando la piedra hacia el río mientras la veía rebotar, no lograba entender a Mikey. ¿Por qué jugaba con ella de ese modo? Se mordió el labio mientras recordaba el beso.
—¿Y estás bien con eso?
La pelinegra se detuvo y lo volteó a ver con una mirada interrogadora.
—A veces no te entiendo, Sei —murmuró—. Sé que tú y yo no somos novios, pero...
El rubio sonrió levemente.
—Es Mikey —fue su respuesta.
¨Nadie puede contra Mikey¨
El parecido entre ciertas actitudes que tenía Seishu con Keisuke era increíble, a veces sentía que su novio había poseído al rubio en un intento de no abandonarla, hizo una mueca ante esto.
—¡Agh! Lo odio —se quejó, sentándose a su lado en la manta que pusieron sobre el suelo—. ¿Por qué sigue haciéndome esto? No es gracioso.
—Hm...
Porque sigues perdonándolo y permitiéndolo.
—No lo sé —Seishu apretó los labios, no podía decirle lo que en verdad pensaba—. Quizá esta vez iba a ser diferente y huiste.
—¿Tú crees?
Hanna miró el agua calmada, como si no le hubiese tirado aquella piedra un par de minutos atrás, así se sentía ella. Como el agua que se calma tan fácil a pesar de los golpes de la vida.
—Yo no lo creo —hizo una mueca—. Esa expectativa ha dolido muchas veces.
¨Quizá esta vez sea diferente¨
—No sabes cuantas veces he pensado eso —lo miró a los ojos antes de apagar su sonrisa, sus ojos fueron a la mano del rubio—. ¡Oh! Te pusiste el brazalete.
—Sí —miró el brazalete que Hana había hecho para él en uno de sus cumpleaños—. Es mi favorito.
Hanna sonrió.
—¿Por qué me amas? —su voz fue un susurro que ella esperaba no escuchara—. No merezco tu amor, Sei.
—¿Quién eres tú para decidir eso?
Ella sonrió cuando lo vio cruzarse de brazos. Pero Seishu lo sabía bien, que Hana no se amaba a sí misma por lo que para ella era difícil creer que alguien la amaba.
Todo fue diferente cuando estaba con Baji.
Él, por más que detestara admitirlo, había visto como era Hana amándose a sí misma mientras amaba a Keisuke, pero eso acabó cuando el pelinegro murió. Hana murió un poco con él.
—Yo puedo sola...
—Claro que puedes —tomó su mano y la jaló hacia él, besando el dorso de esta—. Pero me tienes a mí, no tienes porque estar sola. Somos un equipo ahora...
—Sei.
—Déjame ayudarte —pidió—, mi reina.
Las palabras de Keisuke, huh.
¿Cómo podía ser tan parecido en ciertos aspectos? Hanna tomó su mano y cubrió sus ojos. Estaba enloqueciendo, escuchaba a Keisuke en cada palabra de Seishu y lo veía en cada sonrisa de Koko.
¿Acaso nunca podría olvidarlo?
Estaría condenada para siempre a ver su fantasma en todo, así de mucho amó a Keisuke Baji, quizá por eso Mikey no la quería.
—Ryoko-san dice que eres uno en un millón, como Keisuke —señaló a su lado—. Yo le creo...
Seishu se tornó rojo ante sus palabras.
—Eres muy penoso para ser un pandillero —se burló, picándole la mejilla con el dedo—. ¿Qué vamos a hacer, Seishu?
—¿Yo? Amarte —murmuró—. ¿Tú? Recibir mi amor.
—¿Sí?
El rubio la abrazó por los hombros y le dio un beso en la sien.
—Algún día te vas a dejar querer —murmuró—, quisiera ser yo esa persona a tu lado.
Hanna sonrió mientras miraba el río de nuevo. ¿Existía forma de dejarse querer? Luego de Baji creía que no, le había entregado su alma, corazón y cuerpo a ese hombre.
¨Hanna, ¿quieres ser mi felices para siempre?¨
Cerró los ojos, pensando en la canción que compuso en el pasado para Koko, ahora el significado parecía haber cambiado y encajaba a la perfección.
—Me gustaría cantar una canción que sea solo para los dos —susurró—, pero ya se las canté todas... A otro amor.
—Lo sé, cariño —le dio otro beso en la mejilla—. Estoy bien con eso.
Hanna consideraba que jamás lo entendería, el tamaño del amor de Seishu Inui por ella o qué hizo para que la amara de ese modo, pero agradecía su capacidad de entenderla y no presionarla.
—Gracias.
Seishu la vio llorar en silencio, se dedicó a acariciar su rostro con la misma devoción que Gomez acariciaría a Morticia.
—No me tienes que agradecer.
Hanna miró a Keisuke a su lado, mirando el río pensativo, se preguntó si algún día dejaría de verlo o si la acompañaría por el resto de su vida. A diario enloquecía un poco más.
Deseaba que su muerte hubiese sido sólo una pesadilla.
Pero no lograba despertar
.
.
Hanna miró en silencio a Akira un rato, la había llevado al taller donde tenían a su preciada Katana, había un par de arreglos que faltaban porque ella había estado usando el dinero que tenía en otras cosas.
—Ah —Akira se inclinó hacia ella—. Mikey está aquí...
Ella se giró a ver al rubio entonces, con las manos en los bolsillos de su chaqueta y suspiró. Le dio una mirada al peliblanco que sólo le guiñó el ojo antes de ir hacia el interior del taller.
—Hey, Kev.
—Hola, hermano —chocaron los puños—. Esta linda bebé estará lista pronto.
—Eso es genial —sonrió—. ¿Cómo ha estado el negocio?
Akira miraba de vez en cuando a Hanna, estaba claramente nerviosa por la presencia de Mikey, lo cual era algo que él consideraba bastante molesto.
—Hanchin.
—Mikey —lo miró de reojo—. Estaba viendo mi moto, debería estar lista para rodar pronto.
—Eso es genial —le sonrió grande—. Vamos a rodar cuando esté lista.
—Sí —le sonrió de vuelta.
—Sólo tú y yo —añadió Mikey—, como en los viejos tiempos.
Akira se volteó a ver al hombre de nuevo cuando escuchó a uno de sus amigos decir que Hanna tenía el ego por las nubes, Kev sólo lo señaló con el mentón a lo que él les sonrió.
—¿Y cómo no va a tener Hanna el ego en las nubes? —se cruzó de brazos—. Si lo que quiso, lo tuvo. Lo que quiere, lo tiene... Y lo que no tiene.
Miró a Mikey y pensó en Izana.
—Es porque no le interesa —concluyó, chasqueando la lengua.
Por otro lado, cuando Hanna vio la sonrisa de Mikey no pudo evitar sentir un pinchazo en el corazón que la hizo apartar la mirada de inmediato.
Emma...
—¿Estás bien?
Mikey quería hablar con ella, decirle que quizá... Si le daba algo de tiempo podrían intentarlo, realmente se desvivía de amor por ella, pero siempre había algo que se interponía entre ellos.
—Sí, es sólo que... yo, uh, tengo cosas que hacer —huyó de su mirada—, y debo irme ya. ¡Akira!
El peliblanco, que estaba hablando con el dueño del taller donde Pandora arreglaba sus motos, se volteó a verla, entrecerrando los ojos al verla temblar.
—¡Ya voy! —se giró al hombre para despedirse luego de agradecer y se acercó a ellos—. Hana, aquí estoy.
—Hanchin —Mikey tragó al ver que no podría hablar con ella de nuevo—, quiero qu-
Akira se puso en frente de Mikey al ver que la iba a tomar de la mano.
—Lo que quieras decirle puede esperar —lo miró a los ojos—, tenemos cosas que hacer, Sano.
Manjiro, que era consciente que no le agradaba a Akira, sólo asintió y apartó la mirada al despedirse de Hanna que fue, literalmente, cargada por Akira para llevársela de ahí.
—Qué vergüenza —murmuró—, mínimo me caras como princesa, no como un costal de papas.
Akira la dejó sobre su moto antes de mirarla con el ceño fruncido.
—¿Qué está pasando con Manjiro, Hana?
—Hm...
Hanna dudó antes de contarle lo que había sucedido y cómo se sentía al respecto, Akira era su confidente en muchas cosas como el amor. Luego de Emma, era el único que conocía todas sus relaciones.
Incluyendo esas que ella no recordaba.
—Creo que necesitas tiempo —comentó—, quizá sea bueno que se lo digas si no quieres seguir así.
—Oh.
Hanna miró al suelo y asintió.
Tiempo, huh.
.
.
Un par de días después, Koko la citó frente al río, Hanna fingía estar bien así que fue a verle.
—Hola, princesa.
Nadie además de Chifuyu, Takemicchi y Hina sabían de sus salidas por las noches, ni siquiera ellos sabían de las pesadillas que no le dejaban dormir, o de los sueños en que vivía una vida junto a Keisuke. O esos sueños que la atormentaban a veces.
Ella creía que era mejor así.
Necesitaba sonreír, incluso si por dentro se estaba consumiendo lentamente, le habían recetado pastillas para dormir, pero Hanna sentía que, si las usaba, terminaría volviéndose adicta a ellas.
Porque Emma no estaba, la idea de estar drogada para no recordarla...
Meneó la cabeza y miró a Koko.
—Hola —ella le sonrió, mientras lo veía sentarse a su lado en la orilla del río—, príncipe tonto.
Su sonrisa y el apodo le dio a entender a Kokonoi que, al menos no lo odiaba, eso le daba esperanza. Definitivamente no quería perderla, de algún modo se aseguraría también de que le dijese la verdad. Koko se había puesto a pensar...
—¿Cómo te sientes?
Faltaba poco más de un mes para el parto y ella podía, o no, sobrevivir a ello. Ni Seishu ni él querrían que ella sufriese por ellos durante ese tiempo restante. Vio sus ojos irritados.
—Hm... Supongo que estoy —miró el río—, bien...
Se preguntaba si era el mismo de ese sueño.
Hanna había estado pensando mucho en el pasado últimamente, era irónico que esos días su memoria parecía funcionar mejor que otras veces. Tocó el arete en su oreja, Kakucho se lo dio.
—Estaba pensando en Izana —acababa de pensar en él al ver el reflejo del arete en el río.
—¿Sí?
—Es un idiota —aseguró con una mueca—, pero... no lo sé, el hecho de que está... es...
—Difícil de procesar para ti —le puso un mechón de su rebelde cabello tras la oreja y miró en silencio su arete—. Lo entiendo.
Hanna rara vez hablaba de Izana en el pasado, ahora menos, pero Koko e Inupi eran conscientes que no lo odiaba.
—Y en Emma-chan —los ojos grises se oscurecieron—. ¿No es...? Irónico.
Quizá sí lo resentía mucho por sus acciones, pero no lo odiaba. El hecho de que usara uno de sus aretes en ese momento simbolizaba lo mucho que su muerte la había marcado igual.
—¿Y Seishu? —decidió cambiar de tema.
—Él está bien —murmuró—, aún sigue molesto contigo... Tienes que darle tiempo.
—Sí —sonrió.
Ella estiró sus piernas y le señaló su regazo, cansada de que le mirara así, Koko no tardó en recostarse ahí y dejar que ella le acariciara el cabello, disfrutando su cercanía.
—¿Cuánto falta...? —tocó su vientre con una sonrisa.
—Ha estado demasiado movido —murmuró con una mueca—, me patea mucho últimamente.
Hanna intentó apartar esos pensamientos de su cabeza y miró a Koko con una sonrisa que, él podía verlo, no llegaba a ser real.
—El doctor dijo que ya está en su posición...
—¿Te patea mucho?
Está inquieto.
¿Era por su culpa quizá? Sentía que su cabeza se estaba partiendo en dos, una parte de ella quería morir para estar junto a su novio y mejor amiga de nuevo mientras la otra se decía que debía cuidar de su bebé por lo que no podía acompañarlos.
—Sí... Siento que será bueno en las artes marciales —sonrió, de verdad—, igual que su... papá.
Koko la miró entonces, las únicas veces que veía esa sonrisa últimamente era cuando hablaba de Daisuke o Baji, supuso que realmente estaba así de mal.
—Espero que sea igual de hermoso que su mamá —alzó su mano hasta la mejilla de la chica.
Ambos se miraron en silencio, sin decir nada, por un par de minutos. Koko no podía evitar pensar en sus palabras del otro día:
¨Hajime, Seishu, esta es la verdad. Yo... estoy segura que sobreviviré.¨
Pero realmente no había forma de que ella pudiera conocer el futuro así que era inútil que les dijera eso.
— Ey... Bésame —pidió—, Hanna.
Quería servir como una distracción para su dolor, él entendía mejor que nadie lo que estaba pasándole por la cabeza, no quería verla terminar como él.
Así que úsame, cariño.
—Lo que usted diga —bromeó y lo vio acercarse a ella, besándole con suavidad—, príncipe.
Koko no tardó en controlar el beso y acercarla más a él, con su mano en el cuello de la menor.
Keisuke...
Cuando su corazón latió más fuerte, él la recostó y se posicionó sobre ella, con cuidado y sin parar el beso.
—Ha-Hajime...
¿Por qué no puedo parar de pensar en ti?
—¿Hm? —le besó el cuello sutilmente.
—Es-estamos en público.
Hanna se sonrojó mientras apartaba su mirada, cubriéndose con su mano. Realmente no le molestaría si fuera Keisuke, pero era Koko quien estaba a su lado, no quería ese tipo de situaciones con alguien que no fuera su novio.
—¡Jaja! —se hundió en el cuello de la menor y sonrió—. Realmente me encantas .
¿Por qué...?
Estuvo quieto un momento y luego levantó sus ojos con una mirada zorruna.
—Entonces... ¿Adentro de la casa sí?
Ambos estaban ajenos a su mirada así que Mikey solo bajó la cabeza, ¿qué podía hacer? No sabía cómo sentirse.
—Bueno...
Él perdió.
—Ya está decidido —se dijo a sí mismo.
Hanna era... su karma, pero eso no importaba, él caminaría a su lado ciegamente, si ella lo quería así.
.
Mientras tanto, al otro lado del río a unos cuantos metros, Takemicchi acababa de lanzarse al río, sorprendiendo a Chifuyu que estaba hablando con él en ese momento.
—¡¿Takemicchi?!
Tras un par de minutos sin respuesta, Takemicchi finalmente salió del agua tomando una gran bocanada de aire.
—¡¿Qué mierda estás haciendo, idiota?!
—¡Odiaba a Kisaki hasta la muerte —gritó—, tú sabes cuánto lo detestaba!
Chifuyu apretó sus labios.
—¡Jamás me agradaría alguien como él!
Takemicchi comenzó a llorar entonces.
—¡Él me dijo que todo fue por Hina y que me respetaba como rival —pujó—, es por eso que-!
Se limpió el agua de la cara un momento.
—Es por eso que...
Tomó otra bocanada de aire.
—¡Yo... quiero enfrentarme de nuevo con él! —chapoteó en el agua—. ¡Mierda!
Chifuyu sonrió.
—Sal de ahí, te vas a resfriar —le dijo—. ¿Te sientes mejor ahora? Con tus sentimientos...
—No puedo manejar esto —negó con la cabeza—, Chifuyu.
—Lo entiendo —le dijo—, Hanna-san está igual.
—¿Hanna? —se sorprendió—. Pero cuando le dije de Kisaki no reaccionó...
Cierto, Chifuyu la había notado bastante extraña con el tema de Kisaki, cuando escuchaba su mención era como si entrara en modo automático.
—No para de pensar en Izana...
—Oh...
Cierto...
—Supongo que...
Hanna e Izana tenían una historia del pasado juntos, no era quizá una noticia fácil para ella. Además según lo que dijo Draken, la forma en la que murió la hermana mayor de Hanna era la misma forma en que murió Izana, debía haberle abierto esa herida.
—No importa que tan malo sea alguien —murmuró Chifuyu.
Miró el río en silencio un momento antes de continuar.
—Es difícil de aceptar su muerte.
Takemicchi asintió.
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