| 24; El incidente de Kanto II |

La primera vez que Izana escuchó a Hanna cantar fue en un evento que hicieron en el orfanato, Haruki se ofreció a cantar, pero ese día se enfermó por lo que Hanna fue la que se presentó al final.

—¿Entonces Hanna también canta? —se sentó junto a Shinichiro, este asintió.

Él tenía doce años y Hanna siete.

—Ambas cantan muy bien —afirmó—, debes prestar atención a su música, siempre escriben sus canciones basados en cómo se sienten... O en historias de su vida.

Kakucho se sentó a su lado y ambos veían expectantes hasta que fue el turno de Hanna, la pelinegra se paró en aquella improvisada tarima con una pequeña sonrisa tímida, que desapareció por completo cuando la música empezó.

♪Extraño♪
♪Te puedo mirar♪
♪Estás bien y mal♪
♪Mi corazón late♪

—¡Whoa, su voz!

Izana miró a Kakucho con una sonrisa antes de volver su vista a ella, Hanna brillaba cada vez que estaba en un escenario, se encontró amando esa vista sin querer.

♪Extraño, con miedo y asombro♪
♪Temor pero admiración♪
♪Tu corazón frío valiente y distante♪
♪Seré persistente, sabré comprenderte♪
♪Extraño, me atrae tu peligro, iré en busca de tu luz♪

—La canción de hoy —Shinichiro habló, mirándolo de reojo—, es para ti, Izana.

Su corazón se sintió cálido con esas palabras.

—¿Para mí? —parpadeó curioso.

—Hanna-chan estuvo toda la semana pensando qué cantar —sonrió—, y la escribió.

♪Tal vez quieras a solas estar♪
♪Con el corazón roto, ¿que harás?♪
♪Trataré de ayudar y aprender♪
♪¿Cómo puedo hacer para que vean tu luz?♪

—¿Ella misma la escribió?

—Sí, es muy buena escribiendo.

—Eso es genial —Kakucho le sonrió.

Izana observó a Hanna en silencio, prestando atención a la letra.

—¿Verdad? —Shinichiro sonrió grande.

♪Eres extraño, tan maravilloso y ocultas bondades♪
♪Lo sé, es verdad♪
♪¡Oye, tú! Como ves, no me asustas♪
♪No me rendiré jamás♪

—Ella canta genial —murmuró.

Hanna tenía algo que, a pesar de ser menor que él, parecía entender a las personas demasiado bien, quizá era porque era muy observadora. Se sentía bien saber que alguien estaba ahí para ti.

♪Tal vez quieras a solas estar♪
♪Con el corazón roto, ¿qué harás?♪
♪Trataré de ayudar y aprender♪
♪Cómo puedo hacer para que vean tu luz♪

—¿Haruki volverá pronto?

Izana pensaba en aquel entonces que Hanna y él podrían construir algo increíble juntos, eran quizá los deseos inocentes de un joven chico. Sus ojos brillaban con cada palabra que salía de su pequeña boca.

—Hm, sigue algo malita —hizo una pequeña mueca—, pero se mejorará pronto, es un resfriado.

♪Atrapado en la sombras con tu soledad♪
♪Solo en lo oscuro, te encontrarás♪
♪Si escuchas mi voz, síguela y ya♪
♪A casa te guiará♪

—Ella...

Realmente lo conocía, incluso si nunca hablara de lo que pasaba por su cabeza, Hanna parecía saberlo todo. La canción era una forma curiosa de decirle que estaría ahí para él.

♪Tal vez quieras a solas estar♪
♪Con el corazón roto, ¿que harás?♪
♪Trataré de ayudar y aprender♪
♪Cómo puedo hacer para que vean tu luz♪

—Debe ser duro —murmuró, mirando de reojo a Izana—. ¿No crees?

—¿Hm? —parpadeó confundido.

—La madre de Hanna está enferma así que...

Kakucho apretó sus labios.

♪Tal vez quieras a solas estar♪
♪Con el corazón roto, ¿qué harás?♪
♪Esa luz que hay en ti es amor lo puedo distinguir♪
♪Deja la oscuridad, contigo estoy♪

—Oh —Izana no sabía eso.

Hanna, por otro lado, era difícil de descifrar porque siempre estaba sonriendo.

♪Tal vez quieras a solas estar♪
♪Con el corazón roto que harás?♪
♪Esa luz que hay en ti es amor, lo puedo distinguir♪
♪Día y noche ahí está♪
♪Nos podrán separar a veces el destino es así♪
♪Hace bien y es real♪
♪Algo extraño sin más♪

—¿Es muy grave? —miró al pelinegro, este asintió.

Hanna nunca expresaba sus sentimientos, como siempre sonreía todos en aquel orfanato creían que era feliz, pero Shinichiro siempre cuidaba tanto de ella porque le preocupaba.

—Sí, quizá... no sobreviva mucho tiempo —hizo una mueca y miró a Hanna—, ¿qué te pareció la canción que te compuso? —cambió de tema.

—Yo... Me gustó —sonrió—. Hanna tiene un talento natural.

—¿Verdad? Es una lástima que su sueño no sea ser cantante —murmuró, mirándola hacer una reverencia—. Seguro que, igual que Haruki, sería una gran cantante.

—¿Hm? —se mordió el labio—. ¿Cuál es su sueño entonces?

Shinichiro sonrió juguetón, quizá él sí supo cuál era su verdadero sueño, porque Hanna siempre cambiaba su respuesta a esa pregunta. 

—Quizá deberías preguntarle tú —le dijo.

Con el tiempo se daría cuenta que cada vez que cambiaba de sueño, era el sueño de la persona que perdió.

Para Izana, Hanna era como la luna.

—¿Qué más saber hacer, Izana?

—¿Hm? No lo sé. 

El peliblanco miró al cielo.

—Todo lo que sé... me lo enseñaron Shinichiro-kun y Haruki-san. 

Una pequeña esfera brillante que a veces parecía cercana y otras no.

—¿Sabes hacer aviones de papel?

—¿Aviones de papel? —la miró curioso. 

La pelinegra asintió con una sonrisa.

—No...

Su mirada siempre era cálida y suave.

—Yo puedo enseñarte —su sonrisa era hermosa y suave.

Su voz siempre era dulce y gentil.

—¡Ven!

Lo tomó de a la mano y lo jaló al interior de aquel lugar, mientras corrían la pelinegra tenía una gran sonrisa que lo hacía sonreír igual.

—¡Te enseñaré a hacer aviones y peces en origami!

Su tacto se sentía familiar y amistoso.

—¡Uh, ¿peces?! 

—¡Ujum! —asintió—. He notado que te gustan los peces tropicales en la televisión.

Aquello lo sorprendió gratamente, no sabía que la chica le había puesto la atención suficiente para darse cuenta de eso. Kakucho se les unió a medio pasillo, confundido por verlos correr.

Cuando veía a Hanna, sus días parecían ser más brillantes.

—¡Así no! —lo corregía cada vez que cometía un error mientras plegaba el papel—. Así.

—Oh.

—¿Cómo está esto? —Kakucho les enseñó el suyo.

—¡Wow, está genial, bien hecho! —la pelinegra le había sonreído mientras abrazaba a Izana—. Ahora haz el doblez aquí y aquí.

—Bien —recostó su cabeza sobre el brazo de la menor con una sonrisa—. ¿Así?

—¡Sí! —entre risas, Hanna le dio un beso en la mejilla para felicitarlo cuando lo hizo correctamente—. ¡Bien hecho, Iza-kun! 

Para Hanna quizá, ese acto era algo que hacía siempre con sus amigos por lo que no significaba mucho, pero para Izana era especial.

Demasiado especial.

—¿Cuál es tu sueño?

Kakucho los observaba con una sonrisa mientras caminaban.

—¿Mi sueño...? —ella se mostró sorprendida—. No lo sé, déjame pensarlo.

Hanna se rascaba la mejilla cada vez que mentía, Izana y Kakucho siempre se quedaron expectantes de su respuesta de verdad. Pero quizá no estaban destinados a oírla jamás.

Cuando salía con ella, todos sus problemas desaparecían.

—Entonces... ¿Ese es tu sueño?

—¡Ujum! —ella sonrió orgullosa, rascándose la mejilla—. ¡Seré la reina de Tokyo!

A veces se preguntaba por qué mintió, pero Hanna sonreía tanto que no importaba.

—Yo quisiera mi propio reino —masculló Izana.

Él quería ser el rey.

—¡Izana —ella le gritó desde el castillo de aquel parque—, yo seré la reina que conquiste todo Tokyo!

—¡¿La reina de Tokyo?! —le había gritado él con una sonrisa cómplice.

La forma en la que Hanna sonreía iluminaba todo, incluso en los días más oscuros Izana creía que si la tenía a ella a su lado no necesitaría de nada más.

—¡Debes estar ahí para verme cuando lo haga —le sonrió—, ¿okay?!

—¡Por supuesto que estaré ahí! —le devolvió la sonrisa, feliz—. ¡Lo prometo!

Hanna, para Izana, era un oasis en medio del desierto árido que era su vida.

—¡Hanna! —la agarró de la mano con nervios—. ¿Qui-quieres ser mi reina?

La pelinegra le sonrió.

—No puedo hacer eso —ella negó con la cabeza y el ceño fruncido—. ¡Me voy a casar con Shin-kun!

—¡A Shinichiro sólo le gusta Haruki!

—¡Me casaré con Wakasa entonces!

Hanna le sacó la lengua cuando él alzó la ceja.

—¿Qué diferencia hay de ese peliblanco de ojos violetas a mí? —se cruzó de brazos.

—¿La edad? —se burló Kakucho.

—Hmmm... No lo sé —le sonrió—, déjame pensarlo.

En realidad, Izana sabía que Hanna le veía como un amigo más, pero la naturaleza coqueta de la chica y su debilidad por los rostros atractivos jugaban a su favor.

—¿Qué tanto tienes para pensar? —bufó.

—Es sólo que los rostros lindos... Es una lástima no coleccionarlos —bromeó—, ¿no crees?

—¿Coleccionarlos?

—¡Ah, ya sé! —la pelinegra bromeaba así todo el tiempo—. ¡Cuando tenga mi propio reino, crearé un harem!

—¡¿Un harem?!

Pero Kakucho y él siempre la  vieron sorprendidos, ella asintió.

—No —Izana se curó de brazos—, pero a ver... argumenta la pendejada que acabas de decir.

—Así puedo casarme con muchos rostros bonitos a la vez —argumentó, según ella—, ¿no es así?

Izana ladeó la cabeza. 

—Estás mal de la cabeza —se habían comenzado a reír—, Hanna-chan.

Pero Izana nunca supo en qué momento su necesidad por ella... se tornó peligrosa.

—Kakucho será mi sirviente —dijo entonces él con una sonrisa, recordando la promesa que hicieron días atrás—. Yo seré el rey, nosotros crearemos Tenjiku.

—¿Tenjiku?

—Hm, un reino donde todos se sientan como en casa —le sonrió—. Tú... sólo dinos si quieres ser parte de él. ¿Okay?

—¡Okay!

¿Cuándo fue que...? Ah, sí. 

Ella lo miró.

—¿Pero habrá rostros lindos?

—¡No tienes solución!

No fue hasta que Hanna decidió un día que quería a Mikey...

Todo era culpa de Manjiro, ahora lo recordaba.

.

.

.

Hanna se escabulló de ahí en un momento mientras nadie miraba, refugiándose por un pequeño callejón del puerto, necesitaba respirar.

No paraba de pensar en su conversación con Izana un par de minutos antes.

Sentía una terrible presión en su abdomen bajo, probablemente por el estrés y la ansiedad que había sentido esa noche. Una parte de sí quería llorar.

—Te ves muy mal...

Ella levantó la mirada, asustada. 

—No quiero verte ahora —murmuró cuando notó de quien se trataba.

—No voy a pedirte que lo entiendas.

—Qué bueno, porque realmente no lo entiendo —se abrazó las piernas como podía y lo miró a los ojos—. Lastimaste a Seishu... Kokonoi.

El pelinegro cerró los ojos cuando la escuchó llamarla por su apellido de nuevo. ¿Estaban de vuelta a eso entonces? Se mordió el interior de su boca, estaba preocupado de verla así. La forma en la que respiraba entrecortada.

Ella no debía estar ahí para empezar.

—Hana.

¿Qué creía que hacía peleando en su estado? No era como si su embarazo llevara solo un par de meses, por el amor a los dioses. Estaba en su último trimestre, ¿cómo mierda podía siquiera correr como la había visto hacerlo?

—Déjalo.

—¿Vas a dejarme así como así? —susurró.

El pelinegro se agachó a su lado con los ojos cristalizados y le puso la mano en la mejilla.

—Tú arruinaste todo —lo miró de reojo—, cuando decidiste traicionarnos, Kokonoi.

Koko sintió sus labios temblar.

—Creí que... al menos seríamos amigos.

Ella bajó la mirada al suelo.

—Cruzaste el límite, Kokonoi.

Apretó la mandíbula entonces.

¿Cruzó el límite?

Ellos no lo entenderían.

—Han... Yagami —se corrigió—, ¿tengo permiso de seguir administrando tus presentaciones?

Hanna miró hacia un lado.

—Muy bien —aceptó.

Él sonrió levemente, algo era algo, al menos tendría una excusa para verla.

—¿Dejarás que... te bese una última vez? —preguntó él.

Ella lo volteó a ver, no la escuchó responder así que sólo acortó el espacio y la besó. Suave, lento, húmedo. Su cuerpo comenzó a reaccionar así que se apartó de ella, un hilillo de saliva entre ambos mientras respiraban al compás.

—Koko...

Él tragó fuerte cuando se dio cuenta que iba a ser más difícil de lo que esperaba.

—Ah... Debo irme antes de que noten que no estoy —el pelinegro se levantó y la miró una última vez, con remordimiento—. ¿Es... el fin?

La pelinegra no respondió, solo dejó que sus lágrimas salieran, rompiéndole el corazón.

—Nos... veremos luego.

Ella asintió, acariciando su vientre con la mirada perdida.

—Adiós, Koko.

Eran los momentos como ese en los que su cabeza parecía enloquecer. Su cabeza comenzó a hacer cortocircuito mientras pensaba en Izana, en Koko e Inupi, miró a Keisuke a su lado.

—Todo era más fácil cuando tú estabas aquí, Kei —susurró—. Lo único de lo que tenía que preocuparme era de ser feliz contigo.

Se acurrucó entonces dejando que el dolor pesara en sus hombros un momento, sin fuerzas ni ganas de pelear, sólo quería dormir y no despertar jamás, un mundo sin Keisuke y Emma era...

Su peor pesadilla. 

—¡Hanna! —la pelinegra sonrió al verlos frente a ella, sonriendo—. ¿No quieres despertar?

Keisuke y Emma le sonreían grande, haciendo que su corazón se calentara y ella sintió sus ojos escocer. Quería ir con ellos, de verdad quería hacerlo, pero los gritos de la batalla la detuvieron.

—¿Emma?

Sus ojos se cristalizaron, cierto, al menos en sus sueños podía verlos todavía.

—Hanna —Emma se inclinó hacia ella con una sonrisa—. Debes cuidar a Mikey por mí.

Aquellas palabras hicieron que rompiera a llorar.

—Emma, yo-

—Hanna —Keisuke se inclinó hacia ella.

Pero Keisuke siempre parecía retenerla.

—¿Puedes darme un beso? —susurró—. Podrías hacer que dure para siempre...

Y Hanna veía a Keisuke siempre, pero sólo podía interactuar con él en sus sueños, sólo podía sentirlo cuando cruzaba el umbral de la inconsciencia, como un destino cruel cerniéndose sobre ella.

—Te digo —sonrió triste—, tengo que volver a la batalla y... no sé si te pueda volver a ver.

Lo vio acercarse a ella y besarla.

Ah, cómo extrañaba sus labios...

Emma se inclinó y la abrazó, dándole un beso en la mejilla cuando vio que sus lágrimas comenzaron a brotar. 

—Es hora de despertar, nena —Keisuke acarició su rostro, ella acercó más su rostro para sentir su toque—. Debes asegurarte de ganar esta pelea, estaré contigo siempre, a tu lado.

Hanna asintió. 

—Nunca abandonamos nuestros amigos —la besó en la frente—, ve y patéales el trasero a esos idiotas, mi reina.  

Baji no era el tipo de chico que apreciara que ¨su chica¨ peleara mucho, pero sí tenía un dicho para ella ya que la conocía bien y sabía que siempre se metía en problemas, en caso de peleas...

¨Ve... pelea y gana.¨

.

.

.

Mientras tanto del otro lado del container

En el puerto.


Kakucho se había cargado a Souya, Inupi, Chifuyu y Hakkai en un solo parpadeo.

—Takemicchi... Eres todo lo que queda de Toman —declaró, poniéndose frente a él.

Takemicchi buscó a Hanna con la mirada, la había perdido hace tiempo y seguía sin encontrarla. Una parte de él estaba preocupado, si le pasaba algo a ella...

Mikey estaría completamente acabado.

No había podido cuidarla y, a juzgar por la mirada distraída de Inupi, él tampoco sabía dónde estaba. 

—¿Tienes tiempo de estar distraído, Takemicchi?

Volvió su mirada a Kakucho entonces.

—Uh...

Takemicchi frunció el ceño.

—Realmente te has hecho fuerte, Kaku-chan...

Entornó la mirada.

—Y te uniste a una banda de asesinos —vio a Kakucho fruncir las cejas—. ¿...Qué te pasó?

Kakucho lo levantó de un golpe en el estómago.

—¡No estoy aquí para hablar de historias antiguas, Takemicchi!

Aún no podía comprenderlo.

—¡¿Por qué lo hiciste, Kaku-chan?!

¿Por qué Emma... tuvo que morir?

—Nunca podrías entender el vínculo que nosotros los huérfanos compartimos —replicó.

—¿Y por eso dejaste que le arrebataran a Emma la vida...? —susurró.

No sabía que le había ocurrido a Kakucho en todos esos años, pero no podía evitar creer que eso no era justo de todos modos, Hanna también era huérfana prácticamente... ¿No? 

—¡Hanna-san ha perdido a todos y no es una maldita asesina como ustedes!

Kakucho flaqueó por un momento. ¿Hanna...? Cerró los ojos.

¨¿Eh? Sólo mi hermana mayor, es la única familia que me queda¨

Apretó la mandíbula, justo después de la muerte de Shinichiro, Haruki murió también. Hanna era como Izana y él, huérfana, pero Takemicchi estaba equivocado.

Ella era una asesina.

—¡Puedo matarte sin piedad! —lo mandó a volar de un golpe en la cara.

No la justificaba, jamás lo haría, pero la vida que todos tenían era porque la habían elegido al final. Ella pudo decidir no serlo y vivir de otro modo, pero no lo hizo.

Esa era su cruz para cargar.

—Koko...

Koko se acercó a Inupi entonces y se paró a un lado de su rubio, mirándolo con preocupación.

—Mira, Inupi —se metió las manos a los bolsillos—. Tú me dijiste ¨vi el futuro de los Black Dragons en Hanagaki¨ pero esta es la realidad... Hanagaki va a perder.

Echaron un vistazo a su alrededor antes de conectar miradas de nuevo.

—Toman no tiene a nadie más de pie —le dijo.

—Hanna —lo ignoró—. ¿Dónde está Hanna? 

Koko negó con la cabeza.

—No puede pelear en su estado actual —afirmó.

Para empezar, no debía haber siquiera intentado.

—Tenjiku ganó, Inupi.

Kakucho volvió a lanzar a Takemicchi al suelo.

—Se acabó para la Toman...

Hanna apretó las manos en puños, no era el momento para pensar estupideces o descansar, tenían que terminar esa pelea.

—¡Takemicchi! —Chifuyu chilló al verlo caer de nuevo.

Los hermanos Haitani silbaron al verla sonreír como si nada.

—¡Oi, mierdamicchi!

La voz de Hanna hizo que todos se giraran a verla. La pelinegra se había abierto la chaqueta revelando una camisa blanca por debajo que dejaba marcar su abdomen abultado, todos la vieron con sorpresa.

—¿Qué crees que estás haciendo? —caminó hacia él.

Chifuyu silbó, ¿así estaba de gorda ahora? No, borra eso de tu mente, se dijo al verla fulminarlo con la mirada un momento. ¿Podía leer mentes acaso?

—Hanna-san —Chifuyu parpadeó.

Quizá era el sexto sentido, se dijo Chifuyu mentalmente, recordándose algo que ya había olvidado con todo lo que había pasado últimamente.

La novia de Keisuke Baji era aterradora.

—¿Olvidaste lo que te dije sobre verte en el suelo? —inquirió con su mirada en el ojiazul.

Takemicchi la miró boquiabierto.

Mierda, a veces olvidaba que ella estaba muy embarazada.

¿Y aun así había peleado esa noche? ¿Qué demonios estaba haciendo él entonces? No podía permitirlo, ella no podía pelear más en ese estado... Él tendría que acabar a Tenjiku. Sólo.

—¡No! —Takemicchi tomó una breve inspiración antes de levantarse.

Sonrió.

—No me pises de nuevo la cara, Hanna-san —se quejó—, esa mierda duele de verdad.

Todos se preguntaron qué tanto debió haberlo pisado para oírlo así de asustado cuando ni siquiera parpadeaba ante los golpes de uno de los reyes celestiales de Tenjiku. 

—¡Muy bien!

Ella le devolvió la sonrisa.

—¡Pelea entonces, pulga teñida y gana —lo señaló—, o te aplastaré yo misma!

—¡Ha-Hai!

Koko e Inupi la vieron, brillando, como si no hubiese ocurrido nada y no lo comprendieron.

¿De dónde diablos había sacado fuerzas?

—¡¿Cómo encontraste fuerza?!

Izana se acercó a ella y la agarró del cuello de la chaqueta para acercarla a él.

—Yo te la quité toda —estaba en shock—, te... te dejé cicatrices de por vida.

—Esa es la cosa, Izana... Yo ya tenía muchas de esas cicatrices —lo miró a los ojos con tristeza—, estoy acostumbrada a curarlas.

—Las cicatrices no curan, idiota —frunció el ceño—, son las heridas las que se curan.

—Bueno...

Izana frunció el ceño.

—¿Y qué hacen las cicatrices entonces? —alzó la ceja—. ¿Hm?

—¿Cómo que qué hacen las cicatrices? —estaba viéndole incrédulo—. ¿Eso qué importa? 

Inupi quiso moverse hacia ella, pero Koko sólo lo detuvo en el suelo, pisándolo, en un intento egoísta de tenerlo ahí con él aunque no pudiera hacer nada más.

—¿Eso es todo... Kakucho?

Kakucho abrió grande los ojos al ver a Takemicchi en posición de pelea mientras Izana hablaba con Hanna.

—Supongo que tú... no has cambiado del todo —continuó.

Cuando Takemicchi levantó la mirada, Hanna hizo una mueca y apartó la vista de él. Le sangraba la nariz... Bueno, a decir verdad, ¿qué no le estaba sangrando en ese momento? Él solo sonrió.

—¡Esos fueron golpes de niño! —le aseguró Takemicchi.

—¡Takemicchi! —Chifuyu chilló al verlo.

Hajime abrió grande los ojos.

—Koko —el rubio apoyó una mano en el suelo, tratando de retomar el impulso para levantarse de nuevo—. Hanagaki no va a perder.

—¿Estás... seguro de esto, Takemicchi?

Kakucho lo vio preocupado, todos los cuerpos tenían límites, Takemicchi probablemente había sobrepasado ese límite hace rato, pero era demasiado terco para ceder.

—Si sigues así —advirtió—, vas a morir.

—¡¿De qué hablas, Kaku?! —Hanna lo gritó entonces—. ¡Si se muere, yo misma lo mato! 

Kakucho la miró, evitando sonreír, a duras penas.

¨Es igual de terca que siempre¨

—¡Cállate! —Takemicchi arremetió de nuevo contra el más alto.

Kakucho lo golpeó de vuelta, Koko parpadeó al ver esto.

—¿Qué... demonios? —tragó fuerte—. ¿Cómo... es que sigue de pie?

Vio a Hanna sonreír.

¿Por qué estaba dándole apoyo moral a Takemicchi en ese momento?

No, ¿cómo era que estaba de pie? Él la vio completamente deshecha allá atrás. 

—¡Kakucho los eliminó a todos ustedes de un solo golpe! —se quejó el pelinegro.

—¡Takemicchi, espera!

Chifuyu interrumpió la pelea, mirando de frente a Takemicchi.

—Es suficiente, Takemitchy, Toman perdió.

El rubio estaba temblando.

—Cuatrocientos contra 110...

Soltó una risa amarga al ver el rostro destrozado de Takemicchi.

—Para empezar no había forma de que ganáramos la pelea —le dijo—. ¡Mira, no hay nadie más de pie!

—¡Oi, Chifuyu!

Hanna se acercó a él y lo agarró del cuello de su uniforme, apartándolo de Takemicchi de un golpe.

—Tú y yo seguimos de pie —masculló—. ¿O acaso estás ciego?

Ella estaba llegando a sus nervios.

—¡Tú no debes pelear en tu estado, maldita sea! —ahora estaba llorando, al borde de una crisis nerviosa—. Baji-san... no querría que pelees.

Hanna siempre fue así, nunca sabía cuando parar, incluso cuando se enfrentaba a personas más fuertes, ella seguiría hasta que ganara.

Sin importarle las consecuencias.

Era algo aterrador que no quería ver de nuevo, Baji no estaba para detenerla, era su deber cuidar de ella, se lo prometió a Baji.

—Si siguen... van a morir —sentenció—, los tres.

¨¿Los tres?¨ Los de Tenjiku se miraron entre ellos, confundidos. Chifuyu miró al rubio atrás de ella.

—Takemicchi, hiciste lo mejor—agregó Chifuyu—, pero...

—¡TOMAN NO PERDERÁ! —gritó Takemicchi, interrumpiéndolo.

Chifuyu lo miró sorprendido.

—Mientras yo esté aquí...

No se iba a rendir.

—Toman no perderá —prometió Takemicchi.

Takemicchi miró a la pelinegra.

—Igual que tú... 

Hanna sonrió.

—¿No es verdad, Hanna-san?

—Ya rugiste —ella sacó una liga y se la puso en la boca—, Takemitchy.

Chifuyu reconoció el gesto de Baji en la sonrisa de la chica, pasó saliva al notarlo, ella era igual que Baji en ese sentido. Jamás abandonaría a sus amigos en medio de una pelea, incluso si estaban en desventaja, le recordó a aquella pelea contra Yotsuya Kaidan y suspiró.

Hanna nunca escuchó ni al mismo Baji, no tenía caso.

—¡Pandora, levántense ya! —gritó la pelinegra—. ¡Descansaron demasiado!

Igual que los muertos saliendo de la tumba en thriller, los capitanes y miembros de Pandora que estaban ahí esa noche, comenzaron a levantarse del suelo, pese a estar completamente lastimados.

—¿Vieron eso? —sonrió ella—. Eso es ser genial.

Asa y Senna adoptaron posiciones de pelea enseguida, sus rostros estaban terribles pero sus sonrisas eran suficientes para saber que estaban dispuestos a dar pelea.

—Mientras Takemicchi y yo estemos aquí... 

Se enderezó y miró a Izana a los ojos fijamente, éste frunció el ceño al notarlo.

—Toman jamás va a perder —sonrió con los ojos cerrados.

¨¿Cómo recobró su espíritu de lucha? Yo me encargué de romperla¨

—Kakucho —Izana lo llamó—. ¿Qué esperas? ¡Acaba con ellos de inmediato!

En Tenjiku, Kisaki y Hanma los vieron con seriedad mientras Hajime la miró preocupado.

—Deja a Hanna viva —fue su única orden—, no la toques a ella. 

Kakucho asintió entonces y miró a Takemicchi.

Vamos... Kakucho, tienes que hacerlo.

Apretó la mandíbula. ¿Realmente podía hacerlo?

—No puedes vencernos —Takemicchi pareció leer su mente—, Kaku-chan.

—¿Huh?

Izana creyó que era estúpido.

—Lo sé por tu mirada —confirmó Takemicchi—, tú... no tienes la determinación para ganar.

Izana apretó la mandíbula y se acercó.

Hanna... Ven aquí y ladra —dijo, molesto—. Si lo haces, te perdonaré esto. 

Kokonoi e Inui le miraron enseguida con molestia. ¿Cómo se atrevía a tratarla así?

—Si me gusta como te ves rogando —agregó—, incluso te ofreceré de nuevo lo que te dije allá atrás.

Izana había enloquecido, se dijo Hanna, recordándose a sí misma que ninguno de los dos eran los mismos niños que hicieron aquellas promesas.

—Rezaré por tu alma —masculló, pateándolo en la ingle.

Izana la soltó y ella puso distancia entre ambos, mirándolo en el suelo con decepción. Izana tragó al notar esa maldita mirada. Jamás creyó que la vería en ella.

Así era la vida a veces.

—Hazte a un lado, Kakucho —Kisaki lo quitó, frustrado con la situación—. ¿Esto es todo lo que tienes, Hanagaki?

Hanna se tensó cuando Kisaki apuntó un arma en la frente del teñido.

—¿Tienes tanta determinación para ganar —inquirió Kisaki—, qué estás dispuesto a morir?

—¡¿Una pistola?! —Kokonoi soltó un jadeo.

—¡Oye!

—¿¡Qué demonios?! 

—¡¿No era una pelea de niños?!

—¡Kisaki! —Chifuyu gritó, molesto. 

—Hanna, comienza a ladrar —repitió Izana, señalándole el suelo frente a él, su mirada era completamente vacía—, si no quieres ver a tus amigos morir hoy.

Hanna tuvo que tomar aire y recordarse que ese no era su Izana, de nuevo, no era el niño con el que prometieron crear un mundo mejor, era un hombre que lo había perdido todo, incluyéndose a sí mismo.

Por un momento recordó las palabras de Emma:

¨Si es cierto que Izana está obsesionado contigo, corre, eso es peligroso¨

Lo siento, Emma. Hanna escupió en frente de Izana entonces. Pero yo pelearé, no voy a correr.

—No soy tu perra para estar ladrándote ni rogando —masculló—, hijo de puta.

Takemicchi pudo ver que ella estaba temblando, ¿estaba sufriendo?

Izana, ¿en qué momento...? 

Sabía que su estado mental no era el más óptimo, si considerabas que además de eso estaba embarazada y acababa de perder a su mejor amiga ese mismo día... La admiraba, porque a pesar de eso, estaba ahí dándole frente a Izana y Tenjiku junto a él.

—Toman no va a perder —aseguró Hanna a Izana—, aunque tenga que morir.

Por alguna razón Takemicchi recordó entonces las palabras de la Hanna del futuro.

¨Luego de la muerte de Baji hubo un incidente que me hizo enloquecer y empecé a tomar pastillas¨

Pasó saliva mientras miraba a Kisaki. ¿Era la muerte de Emma ese incidente? ¿Era el futuro de Hanna volver a eso entonces? 

—¡¿Qué?!

Takemicchi no tenía miedo, su mente se nubló por un momento recordando a Naoto, a Baji, Chifuyu, Emma y Hanna... Todos le encomendaron el futuro. No tenía nada qué temer.

—¿De qué tienes miedo?

Kisaki se sobresaltó al oír estas palabras y el disparo hizo que Hanna diera dos pasos atrás, aturdida. Mierda, Takemicchi apretó la mandíbula, ese dolor conocido atravesando su pie.

—¿Qué pasa, Kisaki? —levantó la mirada, sonriendo.

Por suerte para él... No era la primera vez que sentía aquello así que mantuvo la compostura.

—¡Dispararme en el pie no me matará!

¨¿Qué motivos tienes para ganar?¨ 

—Quizás no tengo el carisma de Mikey-kun o la terquedad de Hanna-san...

Mikey, Hina, Hanna, Akkun, Baji, Draken...

—¿Qué demonios estás balbuceando? 

El cerebro de Kisaki no estaba procesando, acababa de dispararle, ¿cómo podía mantenerse? Takemicchi no flaqueó, sólo le miraba seguro de sí mismo.

Mitsuya, Kazutora, Chifuyu, Naoto, Emma...

—No tengo la inteligencia de Naoto —añadió.

Todos ellos eran sus motivos para ganar.

Comenzó a levantarse lentamente, todos los veían con sorpresa, es decir...

¡Le acababan de disparar en el pie!

Kisaki apretó la mandíbula mientras sentía su mano temblar en el arma.

¿Cómo era posible que estuviera de pie?

—No soy tan habilidoso como Koko-kun.

Koko lo miró sorprendido.

—No soy grande y fuerte como Mucho-kun —continuó—, y no soy bueno peleando como Draken-kun... Así que...

Sonrió.

—Sólo puedo hacer una cosa —se enderezó por completo y sonrió—. ¡Nunca rendirme!

Pese a que la mayoría no podían creer lo que estaban viendo.

—¡Incluso si me matan, nunca me rendiré!

Hanna solo sonrió.

—¡Así se dice, pulga!

—Te mataré —amenazó Kisaki, ella lo miró con el ceño fruncido.

¿Debería apuñalarlo ya?

No... Si lo hacía y él jalaba del gatillo por accidente, mataría a Takemicchi.

—¡Entonces házlo! —se pegó al arma.

Hanna vio a Hajime al otro lado y amó su expresión de terror ante la situación.

—Sería lo más fácil. ¿No? —frunció el ceño—. Tan fácil como te fue matar a Emma-chan.

Kisaki bajó el arma y lo golpeó con ella, Takemicchi cayó al suelo. 

¡Ahí estaba la oportunidad!

Hanna se agachó desenfundando la navaja que le robó anteriormente a Asa. 

—¡¿Akkun?! —se sorprendió cuando lo ayudó a levantarse.

Koko sintió su corazón desfallecer al verla mirando hacia Kisaki.

—Incluso si no eres fuerte.. Tus palabras hicieron eco —afirmó Souya, haciéndose a su lado.

—¡Agh! —se quejó—. No puedo holgazanear. 

—¡Me diste fuerza —Inupi se levantó, por fin quitándose el pie de Koko de encima—, Takemicchi!

Sabía que estando Kisaki tan cerca, Hanna no dudaría en intentar matarlo, pero teniendo un arma era demasiado peligroso. Miró de reojo a Koko, a juzgar por el shock no podría ayudarlos.

—Takemicchi...

Chifuyu sonrió.

—Estoy agradecido que tú hayas asumido el cargo de Baji-san —le dijo.

Kisaki se había dado la vuelta, ella solo tenía que calcular bien el momento en que lo atacaría, era complicado mientras siguiera teniendo un arma, un mal movimiento y ambos se irían al infierno. 

No podía permitirlo.

—¡Kisaki! —Chifuyu lo llamó—. ¡Quisiera acabar contigo por asesinar a Baji-san!

La mención de Keisuke la congeló en su lugar, incapaz de moverse, pudo ver a Keisuke agacharse frente a ella y poner su mano sobre las suyas donde sostenía la navaja. 

—Pero esto es solo una pequeña pelea de niños —afirmó—, no estamos aquí para matarnos unos a otros... Sólo queremos lucirnos, vernos rudos y geniales.

No, Chifuyu. Ella apretó la boca en una sola línea. Ella sí estaba ahí para matarlo.

—No sabemos donde más centrar nuestro poder así que lo expulsamos entre nosotros.

Inui miró a Koko mientras oían al rubio hablar.

—¡Peleando con los puños!

Koko intentó hacerle una seña para que la mirara, pero éste solo le frunció el ceño.

—¡Por lo que creemos! —concluyó Chifuyu.

Muto apretó la mandíbula, esa era la diferencia que lo hizo lagrimear, Tenjiku y Toman estaban a mundos de distancia, haciendo que una sola pregunta saliera en su mente.

¿Qué era lo que estamos intentando conseguir... Izana?

—¡Por la carga que llevamos!

La imagen de Keisuke parecía decirle que no valía la pena mancharse las manos de sangre.

—¡¿Y?! —gritó Kisaki—. ¡Tú, basura, puedes llevarte todo lo que quieras y decir palabras bonitas, pero eso no cambia el hecho de que perdieron!

Pero ella lo ignoró, apretando la navaja entre sus manos. 

—Te equivocas —sonrió ella con su cabello cayendo por su rostro—, Kisaki.

—¿Hanna? —Kisaki frunció el ceño al verla.

Lo siento Keisuke, Emma, pero esto es lo mejor.

—Lo siento, pero vas a morir —afirmó—. ¡Tú me quitaste lo que más quería y no volverán conmigo!

—¡Hanna, espe-!

Sufre, maldito... Devuélvanme a mis...

—El único que perderá aquí hoy... serás tú —empuñó bien la navaja y arremetió contra Kisaki—. ¡Salúdame a los demonios del infierno!

—¡Kisaki!

—¡Mi navaja! —se quejó Asa—, ¡es decir, no, Hanna!

Seguido de eso hubo un gran silencio, Hanna apretó la mandíbula mientras sentía el ardor extenderse por su cabeza. Izana sintió su corazón detenerse mientras la veía caer.

—¡Hanna-san! —la voz de Chifuyu sonaba tan asustada en ese momento.

Ah, Keisuke... Emma...

—¡Hanna-san! —Takemicchi corrió hacia ella.

Alcanzó a ver sus ojos azules cristalizarse, pero el pitido en sus oídos hizo que ella cerrara los ojos. Qué terrible destino era ese, pensó Hanna, perdió su mente, pero no le importaba. 

¿Dónde está... mi mente...?

.

.

.

En la cima de aquel container

Antes de la pelea de Angry


—¿Recuerdas nuestro sueño, Hanna?

La pelinegra que estaba sentada sobre sus piernas mientras él la abrazaba por la espalda, se tensó. ¿En serio le preguntaba eso luego de lo que había hecho? Miró en silencio a los demás.

—Sí...

¨Tenjiku será tuyo si vienes conmigo¨

—Me prometiste que estarías ahí cuando fuera la reina de Tokyo —musitó en voz baja.

Era una lástima que algunas promesas... jamás se cumplen.

—¿Crees que... hubiéramos logrado todo ese sueño...? —hizo una pequeña pausa—. ¿Si hubiéramos seguido en contacto?

Hanna miró las manos del peliblanco, realmente ya no la estaba obligando a quedarse ahí, había guardado la navaja hacía un par de minutos cuando la abrazó, sus labios temblaron.

—Sí —replicó sincera—, creo que en otro mundo o en otro tiempo, tú y yo...

Hanna recostó su espalda en el pecho del peliblanco.

—Construimos juntos un reino mejor que ningún otro —le aseguró en voz baja—, probablemente seguí las palabras de Shin y heredé los Black Dragons y lideramos como debía ser todo.

Aquellas palabras hicieron que el apoyara su mentón sobre su hombro y suspirara.

—Acabo de sentir cómo se mueve —susurró con voz fascinada mientras acariciaba su abdomen.

Hanna sonrió.

—Yo, lo siento —susurró el peliblanco—, creí que podría tenerte si te lastimaba.

Aún había algo humano en él, pensó Hanna.

—¿Qué hay todo lo que te di, Izana?

Hanna, que siempre estuvo obsesionada con los viajes en el tiempo, pensó que quizá en otra línea de tiempo, Izana y ella no terminaron así.

—Desapareció.

Hanna apretó los labios, mirando al cielo, el destino era algo realmente doloroso. 

—Creí que construiríamos un reino que sería para siempre —susurró ella—. Creí que podríamos hacer que los Black Dragons fueran lo que solía ser, creí que construiríamos un reino que... nunca existió.

Lamentablemente en esta línea de tiempo no pasó eso, ambos se corrompieron y el dolor los perseguiría de por vida. Quería creer que Izana y ella podrían crear un mejor futuro, pero por esa noche...

Su prioridad sería deshacerse de la amenaza que era Kisaki.

—Yo creí que nunca nos podríamos separar —susurró él, apretándola contra él—. Hanna...

—¿Qué te pasó, Izana?

—No lo sé... ¿Qué te pasó a ti?

—No lo sé...

Miró sus manos.

La sangre siempre llenaba sus manos, pese a no haber nada ahí.

—Un día sólo desperté siendo este monstruo —murmuró.

¿Cuándo fue...? Después de que Shinichiro muriera, algo dentro de ella murió también.

—Ya somos dos —susurró el peliblanco.

Hanna pensó en las cartas de Shinichiro con Izana, la forma en la que hablaba de ella, los momentos en que Izana parecía ser cuerdo... Dolía. Una parte de ella no podía dejar de pensar que sólo eran unos niños rotos, con muchos problemas mentales, jugando a ser adultos.

En un mundo que no tenía piedad por los pobres y huérfanos.

Mi océano —lo llamó entonces por el apodo que solían usar en el pasado.

Izana sintió sus ojos cristalizarse.

Mi pez tropical —le respondió con una pequeña sonrisa, ocultando su rostro en su espalda.

Quizá en otra vida, pensó mientras miraba al cielo, Izana y ella cumplirían sus promesas.

—Es hora de despertar del sueño —murmuró Hanna, viendo a Angry llorar—. Iz-

Harían que los Black Dragons fueran lo que solían ser durante la primera generación y crearían un Tenjiku que realmente seguía su objetivo original.

—Izana —la voz de Kisaki los distrajo.

En otra vida.

.

.

.

Mierda...

Dolía, huh.

Su cabeza dolía terriblemente, era una sensación bastante extraña. ¿Cuántas veces había visto aquel cielo cuando perdía? Cerró los ojos al caer, pensativa. ¿Una... dos veces? Quizá tres.

—¡Hanaaaa!

El ardor en su mentón y labios era detestable, pero el de su abdomen no la dejaba respirar.

—No, Hanna, no te mueras —Takemicchi estaba llorando cuando abrió los ojos—, por favor.

—¡No estoy muerta, idiota! —se tocó la cabeza cuando gritó—. Em, Takemicchi. Auch.

Le dolía la cabeza terriblemente.

—¿Estás bien? —parpadeó.

¿Cómo pudo fallar?

—Por supuesto —le dedicó una sonrisa de ojos cerrados—, sólo... voy a tomar un descanso.

¿Acaso le faltaba odio? No, ella realmente había planeado asesinar a Kisaki, quizá fue la falta de planeación. ¿O era por el arma que Kisaki tenía?

—¡Está bien-!

Sí, eso debía ser, usualmente se encargaba de las personas en silencio y no de ese modo.

—¡Yagami!

Pero había fallado miserablemente.

 —¡Eres una maldita perra! —Kisaki le gritó, tratando de buscar el arma que se había caído.

Chifuyu parpadeó sin poder creer lo que acababa de pasar, miró a Hanna en el suelo, Takemicchi había llegado a ella tan rápido y ahora estaba levantándose de nuevo, con los ojos en Kisaki. 

—¡¿En serio creías que podrías matarme así de fácil?!

—Kisaki —soltó un quejido, incorporándose levemente—, cállate.

Los ojos verdes la observaron en silencio mientras apretaba los puños detrás de Muto.

—No se puede descansar en esta pelea —chasqueó la lengua—. ¿Eh...?

Para su desgracia, fue Hanma el que recibió la puñalada en lugar de su objetivo original y la había mandado a volar de un par de golpes en el mentón y la cabeza.

—Kisaki... maldita cucaracha —masculló al verlo—, no te mueres, ¡te multiplicas! Has de tener a Dios de tu lado hoy, huh.

Se sentó, con el mentón y su labio sangrando. Solo podía ver a Kisaki, aunque había dos ahora, eso le molestó. Izana apretó la mandíbula al verla de ese modo.

—Debí haberte matado en ese ento-

—No toques a mi reina o te mato, Kisaki.

Izana se puso frente a él cuando lo vio acercarse.

—Tú encárgate de tus cosas, yo me encargo de disciplinar a mi perra.

—Oye, mald-

Hanna cerró los ojos ante el dolor.

Agh, ni siquiera podría decirle algo del dolor.

—¡Ja! Y tú...

Kisaki lo miró entonces, Takemicchi frunció el ceño.

Nada estaba saliendo como debería, estaba harto.

Ta-ke-mit-chy... ¿Realmente quieres que Toman desaparezca?

—No uses mi apodo a la ligera —fue lo que le respondió Takemicchi, frunciendo el ceño.

—¡Eres un jodido dolor en el trasero!

Kisaki se rió entonces, comenzando a desesperarse que hubieran tantos fallos en su plan. Miró a la Yagami de reojo, esa mujer y su estúpido novio realmente le molestaron desde el inicio.

—Entonces me rendiré... 

Izana parecía estar interesado en ella por lo que no podía tocarla realmente, pero la mataría en el momento en que Izana perdiera el interés o su plan fuera un éxito, se encargaría de ella como debió haber hecho desde un principio.

—Lleguemos a un acuerdo —ofreció con una sonrisa sardónica.

Takemicchi frunció el ceño.

—Unamos Toman con Tenjiku —ofreció Kisaki con los brazos abiertos.

El nervio que tenía...

—¡Nadie estará mejor que el otro! Será llamado Tokyo Manji Gang —declaró—, Mikey seguirá siendo el líder. ¡¿Qué tal eso?! 

Hanna se tocó el vientre al sentir un dolor agudo de repente.

Uh, mierda, ¿eso era una contracción...?

—No es una mala propuesta, ¡¿verdad?!

Este maldito...

Takemicchi lo golpeó. Era como decir que incluso pese a eso quería que las cosas siguieran su curso de la forma que él quería que fueran. 

—Oi —Izana se acercó a ella, preocupado—. ¿Estás loca?

¿Cómo había hecho eso? ¿Acaso no pensaba en ella misma y en su bebé? 

—¡Pudiste morir! —le gritó—. ¡¿Qué demonios te pasa?!

—Izana... Tú —sus ojos se cristalizaron al verlo—, ¿por qué haces esto?

El peliblanco tragó fuerte al darse cuenta que estaba saliéndose de sus casillas, todo era culpa de Hanna, ambos se miraron a los ojos.

¿Hubiera sido diferente...? 

—¡Kisaki —Takemicchi lo vio caer al suelo—, voy a golpear tu podrido cerebro hasta hacerlo pedazos!

Kokonoi se alcanzó a acercar a ella sin levantar sospechas, pero él fue más rápido.

—Hanna —Inupi, que había corrido apenas la vio ser golpeada por Hanma, se agachó a su lado y la llamó, apartando a Izana de ella—. ¿Estás bien, cariño?

Hanna apartó la mirada de los dos Izanas para ver a dos rubios, ¿había mencionado antes que el rostro de Seishu llorando le excitaba? Ella realmente necesitaba un psicólogo, pensó un minuto.

—Mierda, Seishuu〰️♡, ahora hay dos guapos con tu cara —murmuró ella con una sonrisa mientras intentaba tocar su rostro con la mano, claramente no tocando nada—. ¿Puedo tener ambos en mi cama?

—Creo que... ejem —tosió, sonrojado—, creo que tienes una ligera contusión, cariño. 

—¿Eso es un no? —hizo un puchero.

Inui suspiró.

—Claro, cuando lleguemos a la casa y te tratemos estas heridas —afirmó, besándole la mejilla—. Seré todo tuyo, lo prometo.

Ella sonrió y cerró los ojos, perdiendo el conocimiento por segundos, Seishu la vio preocupado mientras la sostenía en sus brazos.

—¡¿Hanna?!

Hanna abrió los ojos y apretó la mandíbula, sin poder pensar en otra cosa que el dolor, se sujetó fuerte de los brazos del rubio, quien le sostuvo también.

—Creo que... las... Braxton Hicks...

—¡¿Ahora?! —Seishu abrió los ojos.

Hajime observó esto en silencio, con un dolor punzante en su pecho. En otra ocasión él también estaría ahí con ellos, apartó la mirada.

Ah, cómo dolía eso.

Las Braxton Hicks, pensó Seishu asustado. ¿Qué sabía de eso...? Lo había leído con ella en uno de sus libros sobre maternidad.

¨Son episodios de tensión de los músculos uterinos, son contracciones esporádicas durante el embarazo... Como un parto falso¨

Hizo una mueca al verla tirar su cabeza hacia atrás por el dolor, debía doler bastante.

—¡Jefa! —Kimi se acercó a ellos y se agachó frente a ella, viéndola preocupada por las heridas.

Seishu carraspeó incómodo.

—Oi, tú ve a formarte con tus amigos —lo regañó la peliazul, abrazando a Hanna—. Nosotros nos encargamos de ella.

Inupi vio a Senna acercarse también y asintió para caminar de vuelta y hacerse a un lado de Hakkai, el peliazul le puso la mano en el hombro mientras le aseguraba que ella estaría bien.

—Levántate, Kisaki.

Takemicchi lo miró desde arriba.

—No estoy de humor para un acuerdo.

—¿Por qué demonios estás tan obsesionado conmigo? —masculló Kisaki.

Nadie logró escuchar lo siguiente que le dijo a Kisaki sobre Draken del futuro, pero el rostro de Kisaki mostraba que él tampoco entendía de qué mierda estaba hablando. Takemicchi no tardó mucho en volver a lanzar su puño, lamentablemente siendo detenido por Izana esta vez.

—¡Fuera de mi camino, Izana!

—Házte a un lado, Kisaki —Izana sonrió—. Voy a matar hasta el último de ellos...

Ellos:

—¡No lo harás, bastardo! 

Izana lo pateó.

—Oi, Kimi —se rió—, hay dos de ti y dos de todos... ¿Qué estoy viendo?

—¿Es el medicamento —preguntó Asa, ladeando la cabeza—, o el golpe?

—Creo que es el shock de que alguien la haya golpeado en la cabeza —comentó Kimi, administrándole un medicamento por medio de una jeringa—. ¿No es la segunda vez?

—¿Cuál fue la primera? —el pelirrojo frunció el ceño.

¿Hanna siendo golpeada en el rostro? Es decir había peleado cientos de veces, sí, incluso perdido varias, pero en general nunca se había dejado golpear la cabeza o el rostro. 

—Cuando entrenaba con Wakasa-san —se alzó de hombros—. Le dio un golpe terrible.

Ah... Es verdad —murmuró, riendo al recordarlo.

Por suerte para ella, en Pandora, la mayoría cargaba con botiquines para emergencias. Porque podían ser pandilleros, pero responsables... Y Kimi era, ya saben, mujer precavida vale por dos.

—Piérdete, basura.

Takemicchi podía entenderlo por fin...

La razón por la que Draken-kun iba a la cárcel por asesinato, es porque quería vengar la muerte de Emma. Takemicchi intentaba golpear pero Izana lo esquivaba con destreza.

—No.

Koko no podía creer lo que veía.

—¡No te levantes más —le gritó Kakucho, considerando que era suficiente—, Takemicchi!

La razón por la que Hanna enloquecía por completo y perdía su rumbo en este futuro no era sólo porque perdiese a su bebé sino porque, además de eso, perdió a Emma y por eso mató alguien.

Todo fue por venganza.

Ah —suspiró Izana—, realmente no sabes cuándo rendirte.

Podía entenderlo, miró a Hanna por un momento, la muerte de Emma había hecho que Hanna incluso fuera tan lejos como para que intentara matar a Kisaki con sus propias manos.

La manera en que las cosas pasaron para Mikey ser así en el futuro...

—¡Ustedes —gritó—, bastardos!

Todo pasó por un motivo.

—¡Llevaron a Mikey-kun al límite —escupió algo de sangre—, pero yo voy a protegerlo!

En medio de la pelea contra Izana, Takemicchi se detuvo abruptamente, sorprendiendo a todos.

—¿Hm? 

Muto se sorprendió de verlo detenerse, ¿se había cansado a sí mismo y ese era su límite? Hanna soltó una risa que hizo que todos la vieran, ayudada por Asa y Senna que la sostenían, ella se levantó. 

Te tomó bastante tiempo...

Fue lo que dijeron Takemicchi y ella, al mismo tiempo. Takemicchi levantó la mano al cielo mientras que Hanna se enderezó con la mano de Senna en su espalda. Sus ojos estaban cerrados, pero ella sonreía grande.

—Yo... no perdí.

—¿Huh? —Izana alzó las cejas—. ¿De qué estás hablando?

Chifuyu fue el primero en entender y voltearse.

—¡Toman no ha perdido! —silbó la pelinegra.

Izana frunció el ceño y miró a Hanna.

—¿Qué mierda, Hanna?—arrugó la nariz—. ¿No estabas desmayada...? Tienes un golpe bastante feo ahí, ¿sabes?

—Cállate —se quejó—, idiota guapo.

Izana sonrió, hacía tiempo no lo llamaba de ese modo.

¡Comandante! 

Hakkai, Souya e Inupi siguieron la mirada de Chifuyu. Los ojos de Takemicchi estaban, a duras penas, reteniendo sus lágrimas. 

—¡Mikey! 

Kisaki se volteó también.

—Gracias, Takemicchi —él respondió y miró a Hanna de reojo—. Reina... de Pandora.

Ella sonrió. Mikey llevó su mirada a su rostro magullado y esa sonrisa que amaba, tan hermosa.

Frunció el ceño al notar que podía ver su abdomen abultado bajo de la camisa por su chaqueta abierta. Quería preguntar qué mierda le pasó, pero ese no era el momento, estaba claro que había peleado, incluso la habían lastimado (lo cual era sorprendente para él).

Apretó la mandíbula.

Y él no estuvo ahí para detenerla.

—¡No puede ser!

Chifuyu soltó una exclamación.

—¡¿En serio?!

Hakkai se emocionó.

—¡¿Mikey?!

Mucho no podía creerlo.

—¡Estás... bromeando! —Kokonoi lo vio boquiabierto—. Él acaba de perder su hermanita menor... ¿En este momento no debería estar desesperado? ¡No hay manera de que viniera!

Mikey solo le pasó por la mitad a Kisaki e Izana adjudicando que debía hablar con Takemicchi.

—En serio viniste —Takemicchi se mostró agradecido.

Mikey lo abrazó por los hombros.

—Gracias —susurró—, Takemicchi.

—Mikey-kun... Pe-pero por qué —se sintió confundido ante el repentino acto del rubio—, no estabas precisamente en el mejor estado para venir...

Mikey lo soltó y lo dejó ver atrás de él, su mente divagando por momentos, aún estaba levemente impresionado por toda la información. Miró a Hanna, ella parecía adolorida.

Mataría a quien se atrevió a golpearla así.

—¿¡Draken-kun!? —se sorprendió de verlo llegar en la motocicleta—. ¡¿Por qué ambos están aquí?!

—Bájate —le dijo Draken—. Hina-chan.

—Huh... ¡¿Hina?!

Hina y Takemicchi se vieron con los ojos aguados.

.

.

—¿Puedo... hablar con ustedes un momento? 

Mikey no reaccionaba, sólo miraba al suelo.

—Takemicchi-kun... creyó que podría salvar a Emma-chan —murmuró la pelirroja.

Estaba apretando sus manos en un puño. 

—¡Oye! —Draken se sorprendió—. ¡No menciones esa mierda ahora! ¡¿Qué te pasa?!

Draken bajó la mirada al suelo y se mordió la lengua.

—No tiene sentido —reclamó—. Takemitchy, Hina-chan incluso... 

Estaban en ese lugar aún, no podía creer que Hinata también dijera eso, ¿por qué? Era como echarle sal a una herida abierta.

—¿Por qué ahora —la miró—, de todos los tiempos, dirías eso?

Ella estaba parada frente a Mikey, que se encontraba sentado con la mirada aún en el suelo, con una expresión preocupada.

—Sólo... déjanos solos —murmuró—, Hina.

No quería ser grosero con ella, pero no era el momento para esto.

—No es sólo Emma-chan —Hinata sintió su garganta escocer—, hay un montón de personas que Takemicchi siente que debe salvar. 

—¡¿Y?! —gritó—. ¿Qué estás trat-?

—Yo morí —lo interrumpió con voz firme—, doce años en el futuro, morí.

Draken abrió grande los ojos mientras que Mikey sólo la escuchó en silencio.

—Ha-Hanna-chan también —su voz se rompió.

El corazón de ambos se hundió un momento. ¿Hanna...? No, la idea era ridícula, pensó Draken.

—Eso es ridículo —frunció el ceño—, hierba mala nunca muere.

¿Verdad...?

Tragó fuerte ante la sola idea.

—Takemicchi-kun volvió del futuro para detener todo y que eso no pase —continuó—, sé que suena como una mentira, pero es la verdad.

¿La verdad? La idea de que Hanna no estuviera en el futuro hizo que Mikey se sintiera perdido. No había Manjiro sin Hanna, él no... no podría vivir así. Lo único que lo mantenía cuerdo en ese momento era el hecho de saber que Hanna seguía ahí, con vida.

Mientras ella viviera, él también lo haría.

—Está desesperado —Hinata tomó una breve inspiración—, porque él conoce todos sus futuros y quiere ayudar a todos.

Mikey recordó a Takemicchi entonces, su rostro desesperado en cada una de esas ocasiones, la sensación inquebrantable que sentía de que siempre estaba tan asustado y aún así corría a la pelea, la forma en la que se asustaba cada vez que una pelea... Todo encajaba.

Como las piezas de un rompecabezas.

—Yo no... yo no puedo hacer nada para ayudarlo —Hinata comenzó a llorar—, por eso...

Hinata no pudo evitar recordar las palabras de Hanna.

—Hanna-chan dijo...

¨Aunque sin Mikey y Draken... No importa, Takemicchi y yo vamos a liderar esta batalla hasta el final¨

—Takemicchi-kun y ella los necesitan —movió sus pies, inquieta—, incluso así...

El rubio más alto cerró los ojos, eso sonaba como Hanna, se mordió el interior de la mejilla.

—¿Hanna, cómo...? —Mikey pasó saliva y miró a Hinata.

Hinata sonrió con lágrimas en los ojos, el día en que Takemicchi y ella hablaron sobre los futuros de Hanna no pudo evitar sentirse demasiado triste.

—¿Cómo es que Hanna...?

Cada vez que la veía recordaba eso, era demasiado difícil mirarla y recordar eso, por eso admiraba a su novio. 

Takemicchi era más fuerte de lo que creía.

.

.

—Lo siento, Takemicchi-kun —se hizo frente a él—, yo también vine.

Draken sonrió y se volteó a ver a la pelinegra, abriendo grande los ojos al ver que su rostro estaba herido. Al menos parecían que le hicieron una pequeña curación de emergencia, se acercó a ella con el ceño fruncido.

—¿Quién fue el hijo de puta? —inquirió—. Yo lo mato.

—Fue Hanma —fue Kimi quien respondió por ella.

—Yo lo mato —repitió.

—Yo iba por Kisaki, pero ya ves —Hanna sonrió con los ojos entrecerrados y estiró su mano hacia el más alto—. Nee, Ken-chan, my brother, ¿hace cuánto tienes un gemelo? No me lo habías presentado... está guapo.

Kimi se rió cuando el rostro de Draken se deformó en una mueca.

—¿Qué tan fuerte la golpeó? —se quejó—. Lo mataré...

—Estoy o-okay —ella le mostró el pulgar con una sonrisa de ojos cerrados—, Kimi es experta en primeros auxilios así que me hará efecto el analgésico... In no time, dontcha worry.

Draken alzó una ceja al escucharla hablar inglés de repente.

Ajá... Creo que es momento de que te retires de la pelea o de cuatrocientos —se burló, ella hizo un puchero—, tú acabarás con ochocientos.

Draken miró a sus acompañantes con seriedad.

—Ustedes dos, de Pandora, ¿huh? —ellos asintieron—. No la suelten.

—¡Hai!

En ese tiempo Hina le había confesado a Takemicchi que les contó a ese par todo sobre su viaje en el tiempo.

—Ah y... Hanna-chan también lo sabe, porque te escuchó allá —susurró Hina—, perdón.

—Oh... 

Takemicchi suspiró, no podía evitar ver a ese par y preocuparse, estaban completamente mal cuando los vio, no había forma de que pudieran pelear, creía. Draken volvió con Mikey.

—¿Qué harás, Mikey? —inquirió en voz alta—. Parece que la mitad de Tenjiku puede pelear aún...

—La mitad... Um, 200 contra 2 —Mikey los miró y les gritó—: ¡¿Quieren alguna ventaja?!

—¡¿Ventaja?!

—¡¿Acaso no sabes contar?!

—¡Esa es nuestra línea, imbécil!

Más quejas de Tenjiku se escucharon.

—¿No son ustedes los bastardos que se burlan de mí? —Mikey alzó una ceja, emanando aquella aura que dejó a todos impacientes—. ¿Quién demonios creen que soy? ¿200 chicos? ¡Pfft!

Todos le miraron, incrédulos.

—¡Tráiganme veinte mil! —aseguró con una sonrisa.

—¡¿Veinte mil?!

Hanna sonrió con los ojos cerrados.

Agh..

Malditas contracciones...

—¿Estás bien —Kimi la veía preocupada—, jefa?

—Tienes que respirar, estúpida —Senna se agachó a su lado—. Uno, dos, uno, dos.

Hanna lo fulminó con la mirada.

—¡Mikey! —Pehyan no pudo evitar gritar.

Los chicos sintieron sus ojos humedecerse a ver a Mikey como el Mikey que conocían pese a la situación.

—Vamos chicos, ¿cuál es el problema? —Mikey sonrió—. ¡Es hora de la fiesta, por eso estamos aquí!

—¡Vamos a hacer algo de ruido —exclamó Draken—, Toman!

Takemicchi los vio hablando fuerte y miró a Hina.

—Gracias, Hina...

—¿Huh?

—Intenté hacer que entraran en razón pero no pude, tu sinceridad los conmovió.

—No, Takemicchi-kun —le dio la mano y sonrió—, se necesita mucho más que eso... Es tu desesperación lo que conmovió a todos.

—Quédate con Hanna —él la besó en la frente—, y los de Pandora.

Ella asintió y Takemicchi se acercó a los chicos de la Pandora, vio a Hanna antes de sonreír.

—Te ves...

—He tenido mejores días —bromeó Hanna, abrazándola—. Gracias, Hina, siempre salvando el día.

Hinata la abrazó de vuelta con lágrimas en los ojos, la primera vez que se conocieron también le había agradecido por algo que no era realmente su acción sino la de Takemicchi.

—Eres una chica fuerte —le dijo a la pelirroja con una sonrisa—, gracias.

Habían recorrido un largo camino.

—No sé qué truco usaron —Izana miró hacia atrás—, pero esto se nos salió de control, Kisaki.

Kisaki lo miró.

—Tenías que haber acabado la pelea rápido en lugar de jugar a las escondidas con esa zo-

—No te atrevas a llamarla así —lo amenazó, por quinta vez, mirándolo fijamente—. Iré por Mikey.

Kisaki sólo asintió con el ceño fruncido. Seguido de eso, Izana corrió hasta Mikey y le dio una patada que lo hizo retroceder un par de metros.

—Perdiste a Shinichiro...

Izana sonrió con la cabeza ladeada.

—Perdiste a Emma...

Su tono de voz demostraba su incredulidad por verlo ahí.

—Dime... ¿Qué se siente convertirse en un cascarón vacío?

Mikey frunció el ceño.

—Terminemos con esto —masculló—, Izana.

—¡¿Qué mierda hiciste para volver a levantarte?! —le gritó, tratando de comprender—. ¡Eres igual que ella!

Mikey lo pateó entonces al ver que no peleaba.

—Así que... vienes del futuro, huh —Draken miró a Takemicchi de reojo—. Suena como un montón de mierda, pero francamente siempre te he visto desesperado.

—Draken-kun...

Cuando Takemicchi lo miró, Draken mordió su mejilla y volteó a verlo.

—Te creeré —dijo—, Mikey y yo, estamos en tus brazos, así que más te vale cumplir lo que necesitas hacer.

Draken miró de reojo a Hanna, a veces parecía ida, probablemente era por el medicamento o por el cansancio, pero sus ojos perdieron el brillo que siempre la acompañaba. Le preocupaba, no podía sacarse las palabras de Hinata de la cabeza.

¿No que hierba mala nunca muere, cómo es que Hanna en el futuro...?

—¡Wow♡! —lo esquivó con una sonrisa—. ¡Esa patada fue increíble, Mikey!

Mikey volvió a patearlo.

—¡Todo ese poder incluso después de que te hice perder el equilibrio! —lo admiró—. Qué loco.

Ambos chocaron sus patadas entonces.

—¡Eres un natural, ya veo porque te llaman el invencible! —comentó—. ¡Esto es genial! ¡Por primera vez en un tiempo me estoy emocionando♡!

Otra patada que logró esquivar y sonrió.

—¿No te parece extraño que ella tenga fuerzas para pelear incluso en su estado?

Eso hizo a Mikey fruncir el ceño, ¿sabía que ella estaba embarazada? Apretó la mandíbula cuando una patada de Izana lo hizo retroceder. Bueno, no es como que no se le notara con la chaqueta abierta. 

—¿Qué pasa? —sonrió burlón—. ¿Ya te cansaste?

En medio de sus giros y patadas, Izana logró acercarse lo suficiente para burlarse de él.

—Debiste ver lo linda que Hanna se veía sobre mis piernas más temprano —le susurró en el oído con un tono juguetón—. Y su cuerpo pegado al mío, ¡hmm!

Mikey se tensó.

—Ella realmente es... una delicia —agregó, apartándose para ver su rostro desfigurarse por la ira, disfrutándolo bastante—. ¿La has... probado alguna vez, Mikey?

Mikey miró a Hanna un momento.

¿Ella haría eso con Izana...?

—Es una lástima que logró escaparse de mí en un momento...

No, si ¨escapó¨ era porque la había obligado en primer lugar, lo pateó entonces, furioso.

—Es una lástima... 

Kisaki sonrió al ver que finalmente Izana estaba peleando en serio.

—Ya puedo ver a través de tus movimientos —comentó Izana, deteniéndolo.

—¡No puede ser! —Chifuyu no podía creer lo que veía.

¿Mikey fue pateado de vuelta?

—Sus poderosos sentidos —Muto observó curioso.

Ninguno de ellos había visto algo así antes, bueno, miraron por un momento a Hanna.

Pero eso no contaba, se dijo.

Mikey nunca había golpeado a Hanna, ni siquiera en medio de una pelea donde la pelinegra perdía el control, sólo se dedicaba a esquivarle hasta el cansancio.

—Ese es el carisma de Izana Kurokawa en sí —comentó.

Hanma se sostuvo el abdomen con una mueca de dolor, sentado en el suelo, realmente ella lo había apuñalado. Bueno, lo importante era que su Kisaki estuviera bien.

—¡Yo he arrodillado a cualquiera en mi camino con mi ¨poder¨!

Izana le sonrió.

—No voy a parar ahora que mi plan se vino abajo...

Takemicchi vio esto preocupado. ¿Incluso con Mikey en la pelea... perderían? Se preguntó.

—Te mataré —sentenció.

Mikey mantuvo su vista en él, aún estaba repitiendo las palabras de Hinata en su cabeza. ¿Hanna...? Apretó la mandíbula y saltó de nuevo contra Izana.

—Ya te he dicho —Izana esquivó su patada—, ¡que puedo ver a través de tus movimientos! 

—Déjame preguntarte una cosa —Mikey no se movió pese a ver su puño dirigirse a su rostro, sorprendiendo a Izana—. ¿Por qué mataste a Emma?

Izana abrió grande los ojos.

.

.

.

 Izana siempre quiso un hermano mayor y entonces un chico vino a su orfanato un día.

¨¡Así que tú eres Izana!¨

Shinichiro Sano, él dijo que era su hermano mayor.

—¿Eh...? ¿Ustedes dos se conocen? —le preguntó a la pelirroja.

Haruki le enseñó a amar las pequeñas cosas de la vida. 

—Somos amigos —le explicó la ojiazul con una sonrisa.

—Podríamos ser más que eso —bromeó el pelinegro.

—En tus sueños —se burló ella—, Superman.

Izana creía que ambos eran tan geniales.

Mientras que Shinichiro le enseñó de motocicletas, cómo pelear, las costumbres de un pandillero...

—Ella es la hermana de Haruki —le dijo la primera vez que la chica los encontró—. Hana. 

También le enseñó de moda, a sonreír, cómo peinarse y le presentó a Hana...

—¿Entonces Hana sería tu cuñada?

Le enseñó todo lo que él sabía, era su...

—Si logro que Haruki me acepte —sonrió.

Shinichiro era su único hermano.

—¿Entonces te convertirás pronto en la reina de Tokyo? —le habían preguntado a la chica.

Ella miró a Kakucho y a Izana antes de mostrar su más grande sonrisa.

—¡Sí! Tan pronto Shin deje que me encargue de los Black Dragons —afirmó—. ¿No es genial?

—¿No necesitas un rey? —preguntó Izana con una sonrisa.

—¡Ah! Ya lo he decidido... 

—¿...Qué? —Izana frunció el ceño.

—Dejaré que Manjiro sea mi rey —aseguró con confianza.

¿Su... rey?

—¿No querías un harem?

—Hm... Manjiro tiene todo para ser mi rey —ella se alzó de hombros—. Es una lástima que no tendré un harem, pero definitivamente valdrá la pena por completo si Manjiro es mi rey.

Aquella frase fue lo que hizo que Izana prefiriera cortar lazos con ella.

¿Por qué... quería que fuera él su rey? No importaba, se decía, después de todo no valdría la pena decirle nada hasta que le demostrara que él era mucho mejor que Mikey.

—Súbete a mi moto —le dijo al mayor—, ¿quieres montar?

Unos años después, en S.S Motors, los vio de nuevo. Hanna estaba sentada a un lado de su hermano mientras jugaba con un chico rubio que tenía una cicatriz en el rostro, Shinichiro estaba fumando mientras revisaba una moto.

—Sí, suena bien —Shinichiro aceptó—. Dame un momento...

Cuando él terminó, Izana vio como Shinichiro asintió con la cabeza y le dio un beso en la frente a la pelinegra antes de ir con él. Le había molestado verla ahí, ¿por qué le molestaba...? Si fue él quien la cortó tiempo atrás.

—Pensar que me llevarías en la parte trasera de tu moto... ¿Cuándo saliste del reformatorio?

—He mejorado, ¿no?

No respondió nada y sonrió.

—Shinichiro... ¿Me dejarías —preguntó Izana—, hacerme cargo de los Black Dragons? 

—¿Huh?

—Ya que es importante para ti, quisiera protegerlo —le dijo con una sonrisa—. Quizá luego sea yo quien le de el puesto de líder a Hanna. 

Los Black Dragons también eran importantes para Hanna.

—Seguro —afirmó con una sonrisa—. Siempre creí que te lo daría un día, mi sueño siempre ha sido pasarlo a mis hermanos. Izana, gracias. Quiero dejarte los Black Dragons, a ti y a Manjiro....

Manjiro, Manjiro, Manjiro... Siempre él.

Después de la muerte de Shinichiro y Haruki, Kisaki vino a él cuando se había convertido en basura y le ofreció crear Tenjiku.

—Para un hombre llamado el ¨más fuerte¨ realmente has caído bajo, huh —Kisaki se metió las manos a los bolsillos—. ¿Estás deprimido porque tu hermano murió? Izana Kurokawa.

Así que sí, creó Tenjiku. ¨Su propio reino¨ La idea de hacerlo fue buena, intentó buscar a Hanna entonces, pero no tuvo muchos éxitos así que se concentró en crecer su reino.  

Para destruir a Manjiro Sano y ser el único rey.

.

.

—Mikey... Te contaré un secreto.

Izana se le acercó.

—Shinichiro no llegó a ser mi ¨hermano mayor ideal¨ y después tu subordinado lo mató...

Apretó la mandíbula.

—Es por eso que decidí hacerte cenizas —declaró—, y convertirme en el ¨hermano mayor¨ ideal.

Sonrió, sosteniendo el mentón de Mikey.

—¡Ouch!

Ambos se voltearon a ver al escuchar a Hanna, solo para notar que la razón por la que se quejaba era porque le estaban poniendo pomada en los labios, Izana ensanchó su sonrisa.

—Por supuesto, eso también implica robarme a tu chica —susurró en su oído, Mikey apretó la mandíbula—. Después de todo, los hermanos siempre deben compartir. ¿No es verdad?

Mikey frunció el ceño.

—Así que... 

Izana tenía unos celos que se convirtieron en un terrible remordimiento, pensó Hanna mientras veía a dos Izanas peleando contra dos Mikey, era una bomba de tiempo que podría explotar en cualquier instante.

—¿Podrías quedarte vacío ya? —inquirió el peliblanco.

—¿Por eso mataste a Emma...?

Izana lo golpeó hasta que cayó al suelo.

—¡Tú me lo quitaste todo —le gritó—, Manjiro!

Mikey lo observó confundido, quizá él no lo entendería porque siempre lo tuvo todo desde un principio. Izana apretó la mandíbula. ¿Por qué él... era el único que debía estar solo?

—A Shinichiro —dijo, recordando entonces la pequeña Emma—, a Emma.

Sus ojos se desviaron un momento, la pelinegra le vio entonces y le sonrió, con esa sonrisa que hacía su corazón doler porque sabía que ella siempre escogería a ¨su rey¨ y ese rey no era él.

Era Manjiro Sano.

—A Hanna... 

Así que se encargaría de él esa noche.

—¡Es por eso que voy a matarte!

—¡Mikey-kun! —Takemicchi gritó cuando lo vio caer al suelo, Hina se cubrió la boca.

—¡¿Es Izana algún tipo de monstruo?! —se quejó Chifuyu.

A medida que avanzaba la pelea, Hanna iba recobrando su visión lo suficiente para no ver dos Mikey peleando contra dos Izana, era gracioso pero al mismo tiempo un dolor de cabeza.

  —¡¿Me estás jodiendo, Mikey —exclamó, molesto—, esa es toda tu fuerza?!

—¿Mikey-kun... se está conteniendo?

Aunque Takemicchi preguntó al aire realmente no esperaba una respuesta. 

—No —Draken miró a Takemicchi un momento—, Mikey está yendo al cien.

Mucho menos esa respuesta.

—Eso sólo demuestra qué tan fuerte es Izana Kurokawa.

La pelinegra bostezó, el analgésico estaba haciendo efecto. Por otro lado, Hanma, que ya se había levantado se acercó a Kisaki co una gran sonrisa al ver la pelea con emoción.

Siempre se divertía cuando estaba con Kisaki.

—¡Sabes que quiero matarte —gritó Izana—, ¿verdad?!

Kakucho se acercó a Kisaki y Hanma mientras hablaba de la fuerza que tenía Izana: la soledad. Kisaki apretó los labios algo incómodo al oír como Izana llevó al suicidio a un hombre en el pasado tras un incidente.

—Esa es la cosa con Izana —murmuró—, él no tiene un freno mental que diga ¨detente, vas a matarlo¨ A Izana no le importan los demás...

El puño de Izana lanzó a Mikey lejos otra vez.

—Sus puños son capaces de matar a alguien —vio a Izana sonreír.

Hanna se cruzó de brazos mientras veía como peleaban, se sentó en el suelo, cansada, al menos el dolor había pasado a segundo plano gracias a los analgesicos. 

—Realmente nadie te importa —masculló Mikey, pateándolo.

Mikey e Izana eran fuertes, ella supuso que la pelea sería más bien de resistencia, volvió a bostezar.

—¿Ni siquiera los que pelean por ti?

Takemicchi los observó boquiabierto.

—¿Por mí? Jaja, ellos pelean porque me temen —se burló—. ¡Esto no es Toman, nosotros no jugamos a la casita como ustedes!

Los hermanos Haitani, Muto y Mochizuki fruncieron el ceño levemente.

—¡Incluso Pandora es más realista que Toman —lo pateó lejos de él—, Hana es mejor líder que tú!

Hanna frunció el ceño.

—¡En Tenjiku nos mueve el dedo —exclamó—, y el interés!

Mikey esquivó sus golpes y patadas.

—La amistad y confianza son solo ilusiones de mierda.

Hanna le señaló a Senna para que la acompañara con los demás.

—¿Hm...? Noto algo raro en Izana —murmuró Takemicchi—. ¿No te parece?

—Sus movimientos son más descuidados.

Hanna se hizo a su lado con Senna ayudándola a sostenerse detrás.

—¿Qué hay —se recargó en el hombro del rubio—, Takemicchi?

—¡¿Eh, Hanna-san!? —la miró, sorprendido—. ¡¿Ya te sientes mejor?!

—Hm —ella sonrió—, necesitas más que eso para sacarme del juego. Sólo fue un rasguño. ¿Ves?

Le mostró su mentón y cara remendadas, Takemicchi solo pensó que no se veía tan bien para decir que ¨estaba bien¨ y que alguien le creyera, pero a juzgar por su sonrisa no le importaba.

—Ha recibido muchos golpes de Mikey —continuó—, debe estar llegando a su límite...

—¿Huh? —Takemicchi se volteó al oír a Draken—. ¿A qué te refieres? 

Hanna miró a Takemicchi, por alguna razón recordando la primera vez que lo vio en aquel patio de su casa donde los chicos estaban jugando. Habían pasado un largo tramo desde aquel entonces, sonrió brevemente. 

—¡Yo puedo darle lo que ella se merece —lo pateó de vuelta—, incluso todos los hombres que quiera!

Mikey solo trataba de respirar.

No puedo caer en la locura, se decía, debo mantener la cordura.

—¡¿Por qué ella te escogió a ti para ser su rey?! —le faltaba algo el aire—. Maldita sea.

Es más difícil de lo que parece.

—¿Vas a seguir decidiendo todo —Mikey sonrió de lado—, por tu cuenta?

—Ahora que Emma y Shinichiro no están...

Hanna volteó a verlos de nuevo, era una batalla predestinada, se acarició el vientre un momento al sentir ese dolorcito.

Esto es real, hijo.

—¡¿No te sientes solo?!

El peliblanco intentó golpearlo.

—Te equivocas, Izana —el rubio lo detuvo a la mitad del golpe—. Todavía tienes un hermano, al igual que yo.

Mikey no pudo evitar recordar sus palabras a Shinichiro cuando le preguntó que sentiría si tuviera un hermano mayor... Ahora entendía que se refería a Izana.

¨Lo amaría¨

Fue su respuesta aquella vez, aún recordaba la sonrisa de Shinichiro aquel día. No podía olvidarlo.

—Hermano —lo observó fijamente—, yo solo quiero salvarte.

El hecho de que era su hermano no iba a cambiar, ni por sus actos ni por lo que hizo.

—¡Cállate! —lanzó una patada.

Mikey la esquivó, sorprendiendo al peliblanco enseguida.

—No vas a golpearme de nuevo —murmuró el rubio.

Mikey atinó un golpe en la nariz, seguido de una patada, Izana cayó al suelo entonces, le había roto la nariz, Hanna hizo una mueca al notar esto.

—Bueno —Hanna miró a Izana en el suelo—. ¿Quién quiere café?

—¿Puedes tomar café? —la miró de reojo.

—Si puede pelear —Takemicchi sonrió—, no creo que le haga daño el café, Draken-kun...

—Estoy embarazada, no incapacitada —infló los cachetes—, mal hermano.

Draken sólo sonrió y la abrazó por los hombros, era bueno ver que ya estaba de vuelta.

—¿Qué mierda? —Izana sonrió.

Se había asustado sinceramente con la forma en la que reaccionó anteriormente, luego hablarían de eso.

—¡Así que estabas ocultando tu fuerza todo este tiempo!

Izana se levantó, sorprendiendo a todos por esa tenacidad, Hanna lo observó en silencio, era difícil verlos pelear. Sólo quería que esa pelea terminara pronto y volver a casa.

Quería acostarse junto a Kira-chan y Peke J...

A llorar.

—Excelente, es espléndido. ¡Esto se pone cada vez más divertido♡! —lo miró algo encorvado—. ¿Cierto, Mikey?

Mikey esquivó su puño y lo golpeó en el esternón, dejándolo sin aire.

—¿Por qué eres así, Izana? —preguntó—. ¡¿Por qué no puedes querer a tus hermanos?!

Hanna silbó al ver cómo se veían peleando.

—Me calienta más que sol de verano —bromeó para aligerar un poco el ambiente.

—No seas tonta —se rió Draken.

Izana escuchó a Mikey recriminarle y no pudo evitar recordar ese día.

Cállate, cállate, cállate.

—Si sólo hubieras abierto tu corazón —aseguró—, Emma y yo te hubiéramos aceptado felices.

No me hables así, como si supieras.

—¡Cállate!

Mierda, no podía seguirle el ritmo, parpadeó al verlos junto a Mikey entonces.

—Shinichiro... Emma...

—¿Por qué están —parpadeó, tratando de no verlos ahí—, de su lado?

Hanna apretó la mandíbula.

Emma...

Por un momento, pudo ver a Emma sonreírle ahí, y parpadeó.

—Creo que... sigo mal —le susurró a Senna.

Senna la abrazó de la cintura atrás de ella para que no se cayera cuando la vio tambalearse.

—Senna...

—Ey, estás bien —aseguró el pelimorado—, sólo necesitas respirar. ¿Recuerdas? Uno, dos..

Hanna asintió entonces tratando de seguir la respiración del mayor.

—¡AAAAHHHH!

—Se acabó, Izana —determinó Mikey entonces—, perdiste.

¿Perdió...? Izana no podía creerlo, no, si perdía eso significaba que todo lo que hizo fue inútil, que lo había perdido todo estúpidamente, que se había quedado solo. Miró a Hanna, ella sólo le vio con tristeza, odiaba ver ese rostro.

¿Por qué lo miraba así?

No podrían volver al pasado y no habría un futuro donde ella pudiera perdonarlo, pero aún así le miraba como si lo hubiese hecho, como si todo estuviera bien y le dolía.

¿Y Emma?

Si perdía esa batalla, todo habría sido en vano, incluyendo su muerte.

—¡AGH —se jaló el cabello antes de ir hacia el culpable de todo—, KISAKI!

Kisaki se sorprendió de que fuera hacia él de repente, temiendo lo peor.

—¡DAME ESO!

Hanna se tensó cuando el peliblanco le arrebató el arma a Kisak y Mikey sintió su corazón acelerarse.

—Si pierdo esta pelea...

Sus ojos se fijaron en Mikey.

—Significa que perdí todo —sus labios se curvaron—, ¿no es así?

—¡Izana, no lo hagas!

El peliblanco se tensó al escucharla y se giró a verla, ella lo miró con genuina preocupación. ¿En serio? ¿No hace un par de minutos antes de su conversación estaba recriminándole, mordiéndolo y hasta golpeándolo? ¿Aquella conversación sí significó algo para ella también?

Hanna... 

 ¿...O era porque iba a lastimar a su preciado rey? Apretó la mandíbula.

—Hey, mamá —sus ojos se cristalizaron al recordar a su madre.

¨Izana, de ahora en adelante, estarás sólo, sé fuerte¨

Mikey apretó sus labios en una línea.

—Hermano...

—¡Usar armas es jugar sucio —le gritó Takemicchi—, Izana!

—Ser derrotado...

Draken observó en silencio como los ojos de Izana lucían sin vida, Hanna le vio triste.

—Significa que ya no tengo que perder —murmuró el peliblanco.

—Dispárame entonces —dijo Mikey—. Con eso estarás satisfecho, ¿verdad?

Hanna Yagami odiaba las armas de fuego, fue el arma que le arrebató a su hermana años atrás, si un sólo disparo podía hacerla trastabillar, dos podrían enloquecer, pero tres serían su perdición. 

—¡Mikey! —Hanna le gritó, esta vez con el ceño fruncido.

Mikey sabía de esto, a pesar de eso quería ayudar a Izana y quizá salvarlo de esa oscuridad aunque sus métodos quizá serían criticados, no apartó la mirada del peliblanco.

Lo importante eran los resultados, ¿no?

—¡Mikey, no lo provoques —le gritó Draken—, él no está jugando!

—¡¿Qué pasa, Izana?! —Mikey los ignoró—. ¡Aprieta el gatillo, dispárame!

Mikey estaba listo a recibir el impacto de la bala, pero eso nunca pasó. Kakucho apareció mágicamente frente a Izana, apartando la pistola de un golpe y mirándolo a los ojos. No podía permitir que lo hiciera.

—¡¿Kakucho?!

La verdad era que, si Kakucho se hubiese enterado de lo que pasó con Haruki antes de, habría hecho que Hanna tampoco tuviese que cargar con esa cruz, pero era inútil pensar en algo que no podía ser cambiado. Izana, por otro lado, aún no había cometido ese error. 

—Kakucho...

No te conviertes en un asesino tú también.

—¿Qué mierda haces? —susurró Izana.

Todos estaban completamente inmersos en el drama, incluso Madarame se sorprendió.

—Senna, las palomitas —bromeó con una sonrisa—. Rápido.

Hanna al ver a Kakucho llegar al encuentro de su amado (la menos fujoshi), deseó tener palomitas con ella.

—Izana, fue suficiente —le dijo—, perdimos.

Tenjiku no podía creerlo.

¿Kakucho... yendo en contra de Izana?

Los ojos violeta temblaron un momento antes de que su ceño se frunciera, Muto abrió su boca sorprendido.

¿Kakucho... que era más leal que nadie?

—¡¿Cómo un simple esclavo  —le gritó Izana—, puede aconsejar a su rey?!

Hanna suspiró.

—¡Oi, Izana, teme! —él la miró—. ¡Ya acéptalo y vámonos todos a casa!

Los chicos en la Toman sonrieron al escucharla.

Ella era así de impulsiva simplemente.

Los de Tenjiku lo encontraron algo divertido también.

—No es bueno para el bebé tanto trasnocho —ella murmuró entre dientes—, ni para mí.

Takemicchi la miró.

—Es cierto...

Takemicchi asintió con una gotita de sudor en su cabeza, de verdad seguía olvidando por completo que estaba embarazada, simplemente era difícil recordarlo con lo activa que ella se veía siempre.

¿No se supone que la mayoría de embarazadas se cansaban hasta de respirar?

Chifuyu, por otro lado, estaba comenzando a arrepentirse de ser el padrino de su bebé. De sólo pensar en lo que un niño con la energía combinada de ella y Baji era... Una catástrofe, no podía ni siquiera imaginar lo desastroso que sería. Una parte de él rezó porque fuera calmado y adorable.

Le tenía mucha fé.

.

.

Kakucho estaba discutiendo algo con Izana que ninguno parecía tener idea. 

—Ey, ejecutivos —Izana abrió grande los ojos viendo a los demás—, ¿qué están esperando? Maten a este tipo.

Pero ninguno se movió, todos fruncieron sus entrecejos, mirando a Izana serios.

—No lo entiendes, Izana —lo vio a los ojos—, ninguno de ellos pueden ganarme.

—Fuera de camino, sirviente —masculló—, aún puedo seguir.

—¡IZANA —lo agarró de los hombros y lo obligó a mirarlo de vuelta—, TENJIKU PERDIÓ!

No, Izana se negaba a aceptarlo, él no podía perder contra Mikey, era aceptar que no tenía nada. 

—¡CÁLLATE! 

¡BANG!

La sangre le salpicó la cara entonces. Hanna cayó al suelo ante el sonido y se cubrió los oídos, Senna alcanzó a evitar que se golpeara de mala forma al sostenerla, pero sabía lo que seguía. 

—¡Kaku-chan!

¨Descuida, no es Haruki, no es Haruki¨

—Ha-Hanna-san —Takemicchi chilló asustado al verla caer y se agachó a su lado—. ¿Estás bien?

—Mierda —Senna se agachó a su lado—. Hanna, no es Haruki-neesan.

Sólo había sido un disparo, pero su cabeza le jugó una mala pasada, Hana se agarró la raíz del cabello entre las manos mientras miraba el suelo con la mandíbula apretada.

—Ha, Haru... Haruki —susurraba frenéticamente—. Ha-Har... Haru... Yo... Lo siento, lo siento.

Draken parpadeó al notar que, atrás de él, Hanna estaba empezando a tener un ataque. Luego de que hablaran sobre la razón de su ida al extranjero, Hanna confesó su trauma.

Y sus reacciones.

—¡Mierda! —se quejó al verla y la abrazó—. Hanna, mírame, no es Haruki. Haruki está muerta.

—¿Qué...?

Draken apretó la mandíbula, no contaba con que el maldito de Kisaki fuera a dispararle a Kakucho, bueno, en realidad nadie contaba con eso. 

—Haruki... ¿está... muerta?

—Sí —la forzó a verlo a los ojos—, mírame, hermanita, mírame.

Mikey los miró de reojo un momento al notarla en el suelo, la pelinegra estaría bien mientras fuera un solo disparo así que miró a Kisaki fijamente.

—Mierda —Kisaki apretó la mandíbula—, eres demasiado molesto.

Kakucho parpadeó y se tocó el hombro para sentir su propia sangre, verla aumentaba el shock.

—Maldición, Hanagaki siempre arruina mis planes...

Mikey alcanzó a parpadear dos veces antes de.

—Pero ahora eres tú, Kakucho —Kisaki jaló del gatillo—. ¡Muere!

Tres disparos.

Hanna se desmayó. 

Fue inmediato.

Por suerte, Draken la alcanzó a sostener y el rostro en su mirada era preocupado. No podía creer lo que acababa de pasar, Senna abrió grande los ojos y se agachó frente a ella.

—¡¿Qué?! —Takemicchi se sorprendió al ver que Izana recibió los disparos en lugar de Kakucho.

Hina se cubrió la boca ante la sorpresa mientras los Haitani abrieron grande los ojos.

—No puede ser.

Mikey sintió su corazón desplomarse,  de nuevo.

—¡¿Huh?!

Incluso Mochizuki, Madarame y  Muto no podían creer lo que estaban viendo.

—¿Qué...?

Draken también se había sorprendido cuando lo vio.

—Oh —masculló Draken—, por la mierda.

Por supuesto, Inui y Koko no fueron la excepción en sorprenderse ante lo ocurrido.

—¡¿Izana?! —Kisaki se quedó estupefacto al verlo.

Todos estaban en shock.

No lo vieron venir, ¿verdad?

—¡¿Por qué, Izana —le recriminó, aterrado—, por qué proteges tu esclavo?! 

—Tú...

Pero Izana tampoco lo entendía bien, su cuerpo simplemente se movió por sí solo ante la idea de que podría perderlo. Kakucho era todo lo que tenía, no quería perderlo a él.

—Bastardo...

Kakucho lo miró, ambos tendidos en el suelo, con la sangre que corría producto de los disparos.

—¿Por qué hiciste eso?

—Joder —tosió un poco—, para ser un sirviente, necesitas muchos cuidados...

Izana, que estaba de lado, se volteó a verlo con lágrimas en los ojos.

—Fuiste... un esclavo muy útil, mierda —arrastró las palabras por el dolor—, yo solo...

Torció sus labios mientras lo veía, el rostro de shock de Kakucho lo hizo sonreír levemente.

—Mi cuerpo se movió solo —susurró.

Kisaki se cayó al suelo, asustado. ¿Qué haría ahora? Su plan... No.

Mikey...

—Mikey... Hay algo que quiero decirte... 

Mikey abrió grande los ojos al verlo así.

—Tenjiku perdió —susurró.

—Izana...

Kakucho le reclamó a Izana lo que hizo, pero él solo sonrió, robándose su aliento, de nuevo.

—Perdón, Kakucho... Tú —sonrió con los ojos cerrados—, eres lo único que tengo.

Kakucho comenzó a llorar.

¿Por qué tenía que decirle eso ahora? 

—No puedo ver nada —mascullaron los de más atrás.

No quería perderlo...

—¿El líder recibió un disparo?

Los murmullos de Tenjiku no pararon, los de Pandora se voltearon a ver entre ellos sabiendo que los disparos eran un gran problema para su líder.

—Mierda, este es el final de Tenjiku...

—¡Alguien llame una ambulancia! —gritó Muto enseguida.

—¡Izana —Mochizuki salió de su estupor brevemente—, Kakucho!

Inupi no sabía cómo reaccionar ante la situación, sin embargo, su cerebro hizo click por un breve momento.

¡Mierda! ¡Disparos + Hanna = Trauma!

La buscó con la mirada de inmediato y cuando finalmente la encontró, estaba desmayada en los brazos de Draken, Senna estaba con su mano en la cabeza, preocupado y Hina estaba tratando de agitar sus manos para darle aire.

—¡Hanna! 

—Inupi...

Se detuvo al escuchar la voz de Koko.

—¿Qué quieres? —masculló.

—Si la llevas al hospital... Envíame la cuenta —le dijo—, yo la pagaré.

Inupi lo miró con el ceño fruncido, su prioridad era otra así que sólo asintió y corrió con Draken.

—¡¿Cómo está?!

—Tuvo demasiado por hoy —respondió el del tatuaje de dragón—. Debe descansar.

Inui acarició el rostro de la pelinegra, preocupado, y palideció enseguida. Hanna siempre tenía las manos frías al igual que los pies, pero estaba completamente fría esta vez.

—Draken, está... demasiado fría —susurró al borde de un colapso—. La voy... la voy a llevar al hospital, no va a aguantar hasta que llegue una ambulancia. 

Ambos se vieron con los labios apretados y Draken asintió.

—Te acompaño para ayudarte a subirla.

Mikey escuchó como Izana le confesaba lo que sucedió ese día

—Tú... Emma, Shinichiro y yo... No somos hermanos.

Esas fueron las palabras de Izana que congelaron al par en su puesto a medio camino.

—No comparto lazos de sangre con nadie —murmuró—, en absoluto.

Kakucho lo vio con tristeza, Takemicchi no sabía qué pensar, incluso Kisaki se sorprendió.

—Está bromeando —murmuró Inupi, incrédulo—, ¿cierto?

—Andando, Inupi —Draken lo codeó al salir de su propio estupor, el rubio asintió y lo siguió.

Koko los vio en silencio alejarse con un nudo en la garganta.

No comparto lazos con nadie, en absoluto.

Por un momento, Izana recordó a aquella joven chica de cabellos rojos y ojos azules que le sonreía en el orfanato, a su pequeña hermana de cabellos negros y ojos grises, la adoración que ambas sentían la una por la otra y la promesa que le hizo de proteger a Hanna con su vida.

Haruki-san, al final... no cumplí la promesa.

—¿No hay forma de salvarme, cierto? 

Mikey lo vio en silencio, sin saber qué decir mientras Izana estaba llorando.

—¿Izana...?

Kakucho intentó levantarse para verlo.

—Emma... Shini...

Kakucho sintió que su mundo se vino abajo cuando lo vio dejar de respirar. 

—¡Izana! —le costaba respirar a él también—. ¡Responde, Izana, vamos!

No... No me hagas esto.

Takemicchi los observó con tristeza.

—¡Izana, por favor, Izana! 

 No me dejes tú también.

—Kaku-chan...

—¡Izanaaa!

Kakucho se arrastró como pudo hasta llegar a su lado, escupiendo sangre por el shock y se dejó caer lo más cerca que pudo llegar, tomó su mano entonces.

—Izana, está bien... No estarás solo...

Se detuvo un momento.

—Pronto... pronto estaré contigo —sollozó.

Sonrió mientras miraba al cielo, recordando todos los buenos momentos que vivieron, sus lágrimas comenzaron a agolparse en sus ojos a medida que pensaba en todos esos tiempos.

—Nosotros... tuvimos una vida increíble —le sonrió grande—. Parece que... fuimos terribles.

—¡Kaku-chan!

—Está... nevando —notó al mirar al cielo.

Los recuerdos del día en que prometieron crear Tenjiku, su reino, le hicieron doler más el pecho.

Todo... se derrumbó.

—Mi... rey —apretó su mano con fuerza.

Tras un momento en silencio, Mikey se giró hacia todos, luciendo implacable como siempre.

—Miembros de Toman, Pandora y Tenjiku... ¡La pelea terminó! —anunció entonces—. La ambulancia y la policía llegarán enseguida, ¡escapen lo antes posible! Yo me quedaré aquí.

—¡Mikey!

—¡No pierdan más el tiempo!

—Vete tú también —Muto, ayudado de Sanzu, se acercó—, Mikey.

—Nosotros nos quedaremos aquí —afirmó Mocchi.

—Chicos...

Madarame solo se quedó ahí a un lado de Rindo mientras veían como Ran se acercaba a ellos.

—De alguna manera siempre los he admirado... Izana, Kakucho —les cerró los ojos suavemente a ambos—. Que en paz descansen. Yo... mantendré viva su forma de vivir.

Mikey se giró hacia Kisaki, quien se arrastró en el suelo hacia atrás, asustado al verlo.

—Nunca te voy a perdonar —declaró, acercándose a él—, Kisaki.

—¡Kisaki! —el sonido de la motocicleta hizo que todos le miraran.

Hanma agarró a Kisaki y lo cargó mientras maniobraba la motocicleta con la otra mano, lo cual era sorprendente considerando que estaba sangrando en el abdomen. Kisaki se acomodó entonces en la moto.

—¡Te tengo! —le sonrió—. Me debes una, ¿cierto♡?

Takemicchi los vio irse, boquiabierto.

¡Mierdase están escapando!

—¿Hah...? —Chifuyu frunció el ceño—. ¿Qué Hanna no lo había apuñalado? 

—Sí, ¿verdad? —comentó Asa con el ceño fruncido—. Yo lo vi muy bien al hijo de puta ese.

—¡Deberíamos ir por él! —Kimi frunció el ceño—. ¡Yo lo mato!

—¿Que quién apuñaló a... quién?

Mikey se giró a verlos, su expresión estaba neutra.

—Hanna-san a Hanma-kun, bueno, es que en realidad iba por Ki...saki —respondió Takemicchi, luego palideció al recordar que quien preguntó fue Mikey—. Este... uh...

¡No era el momento para eso! 

¿Dónde estaba Hanna, por cierto? Ella sí que se le perdía, pensó, entonces vio a Draken dejarla en la moto de Inupi, al parecer estaba inconsciente.

Si se escapaban, el futuro no cambiaría...

 ¿En qué momento...? Frunció el ceño.

Eso no importa, estaba con Inupi así que estaría bien.

—¡Takemicchi!

Draken lo llamó apenas Inupi arrancó, él se subió a su propia moto y fue hasta donde estaba el susodicho.

—¡Sube! —le gritó—. ¡Vamos a perseguirlos!

—¡Draken-kun! —se volteó a ver a Hina, preocupado—. ¡Ah, Hina-!

—¡Takemicchi, yo protegerá a Hina! —le dijo Mikey—. ¡Ve a buscar a Kisaki!

—¡Sí —asintió—, déjamelo a mí!

Akira miró a Senna y Yuki, los tres se reunieron entonces para asegurarse de que todos en Pandora evacuaran. Senna, el líder interino en estas situaciones, se acercó a Asa para dar las órdenes.

.

.

Inupi llegó al hospital más cercano con su corazón latiendo a mil por hora.

Tan fría...

Ella estaba fría, tanto que se había quitado su propia chaqueta para ponérsela y aun asi no ayudaba mucho el clima, ya que estaba nevando. Aparcó la moto en el estacionamiento y cargó a la pelinegra enseguida, corriendo dentro.

—¡Disculpe! —llamó una enfermera, que se volteó a ver preocupada.

—¡¿Qué sucedió?!

—Se desmayó por un... trauma de la niñez... ¡Está embarazada y mencionó algo sobre las contracciones de Braxton! —agregó entonces—. ¡Es-está muy fría!

—¡Cielo santo! —la enfermera llamó a otro muchacho y corrió por una camilla—. ¡Está golpeada!

—¡Ah... nos asaltaron! —mintió—. ¡Por favor! 

—¡También deberías revisarte esas heridas!

Seguido de esto le dio las indicaciones necesarias a él quien, tras verla ser atendida, fue a la sala de hospital como indicado. Se dejó caer en un asiento, frunciendo el ceño.

¿Cuántas veces había pasado eso?

Frunció el ceño, no era normal ir tanto al médico, quizá sólo estaba exagerando o no.

Era posible que ella no le estuviera diciendo algo sobre su condición...

Vio a la enfermera ingresar un par de minutos después y se levantó de un brinco, ya le habían hecho una pequeña curación a él también en el tiempo que llevaba esperando, estaba asustado.

—¡¿Tiene alguna idea de cómo está?!

—Tranquilo, joven, su novia está bien —le tranquilizó ella con una sonrisa tranquila—. Se le bajó la presión, pero ya descartamos posibles casos de hipotermia. Le están dando medicamentos y ya está consciente, podrá verla en un rato más, por favor, sea paciente.

—¡Mu-muchas g-gracias!

Se inclinó ante ella con una sonrisa y fue hasta el asiento de nuevo, dejándose caer. Sentía que se le iba a salir el corazón del pecho. Recibió un mensaje entonces y al revisarlo vio que era Koko.

Koko

¿Ya están en el hospital? ¿Cómo está?

Inupi

Sí.

Está estable, le están aplicando medicamentos.

Koko

Me alegra, envíame la dirección.

Me pasaré a verla un momento.

—¿Hah? Está loco —frunció el ceño y guardó su teléfono en el bolsillo.

Todavía se sentía herido.

Estaba seguro que Hanna se sentiría igual así que esperaría a tener su confirmación sobre cómo se sentía antes de decirle cualquier cosa. 

.

.

¨Naoto... Finalmente los acorralamos.¨

Draken y Takemicchi iban a toda marcha detrás de ese par.

Era increíble todo lo que Kisaki había hecho solo para controlar la Toman...

—¡Esta vez no voy a dejarte escapar, Kisaki!

Intentar matar a Draken, manipular a Kazutora para que mate a Baji y lastime a Hanna, arruinó a los hermanos Shiba, mató a Hanna, Chifuyu y Naoto en el futuro, mató a Emma...

A Izana y Kaku-chan.

—¡Acelera Hanma —gritó Kisaki, estirando su mano hasta dar con el acelerador—, nos están alcanzando!

¡Además en cada una seguía matando a Hinata por alguna razón!

—¡Espera, idiota —gritó Hanma al perder el agarre por su mano—, suelta el acelerador!

—¡AHH!

Kisaki frunció el ceño al notar que estaban en el suelo porque habían resbalado, pero para cuando intentó levantarse, chocó con unas piernas.

—Al fin te alcancé —murmuró Takemicchi, respirando entrecortado.

Kisaki no tardó mucho en salir corriendo, algo que hizo que intentara correr tras de él, pero el dolor en su pie por el disparo hizo que apretara la mandíbula y maldijera.

Mierda, cómo duele.

—¡Maldita sea —se quejó—, para de correr!

No esperaba que Draken lo agarrara de las cintas en su uniforme y lo cargara en su espalda.

—¡Lo siento —se disculpó por hacerlo cargarle—, Draken-kun!

—¡¿Qué?! —Draken sonrió—. Es igual que el otro día. ¿No? Cuando Kiyomasa me apuñaló...

Takemicchi palideció ante aquella mención. 

—Ese día... tú sabías que iba a morir, ¿verdad? 

Takemicchi no respondió, pero Draken tomó su silencio como la prueba.

—No sé qué vaya a pasar de aquí en adelante, pero... sé lo mucho que has luchado por nosotros.

.

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.


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