| 21; Emma |

Hace un par de años
Finales de 2004

Emma y Hanna se la pasaban juntas la mayor parte del tiempo posible, en general se la pasaban cerca a la casa de los Sano, pero también a veces salían juntas por el distrito de Shinjuku de donde era la pelinegra. Era lo mismo siempre que estuvieran juntas...

Excepto que siempre
habían ratas a su alrededor.

¿Emma sabía de Pandora? Por supuesto, la forma en la que se enteró quizá no fue la mejor.

Pero lo sabía.

Ella guardaría el secreto de Hanna dentro de su corazón por años enteros, aunque le había advertido que si alguna vez salía malherida, Emma sería la primera en llamar a la policía.

—¿Qué estarías dispuesta a hacer por ella, Whitesnake?

Hanna se puso en frente de aquel hombre con el corazón latiendo a mil por hora mientras sentía sus pulmones haciendo lo posible por no desfallecer, Emma se cubrió la boca sorprendida.

—Estoy dispuesta a sacrificar mi vida —observó en silencio el cuchillo frente a ella—, pero no voy a morir aquí hoy. ¿Sabes? Serás tú.

¿Por Emma?

Emma era todo para Hanna, su media naranja, su alma gemela, su mejor amiga y hermana del alma.

—Hanna...

¿Qué estaría dispuesta hacer por ella? ¡Pfft! Mataría y moriría por ella sin pensarlo dos veces.

Whitesnake tiene una debilidad muy linda —murmuró aquel hombre con una sonrisa de lado—, muy linda, de verdad.

Emma apretó la mandíbula cuando lo escuchó, todo era su culpa, si ella no se hubiera dejado atrapar por esos muchachos cuando estaban paseando juntas probablemente no estarían en esa situación.

—Oye, bastardo.

En aquel tiempo había un rumor rondando entre las pandillas de Shinjuku.

¨Whitesnake tenía una rubia
amiga que era su debilidad¨

Rumor del que se enteraron justo ese día y rumor por el cual Hanna, días más tarde a este pequeño incidente, crearía la purga de Shinjuku, un evento que haría que el nombre de Whitesnake y Pandora tomara mucha importancia en el futuro.

El evento que la bautizó
como el 'terror' de Shinjuku.

—Atrévete a tocarle un solo cabello  —escupió la pelinegra—, y no vivirás para conocer el mañana.

Incluso si el mayor estaba apuntando un cuchillo en frente de su pecho, Hanna sólo pensaba en protegerla, pero Emma sabía que Hanna tenía miedo de que algo saliera mal. Podía notarlo por la forma en que la mano, que la tenía agarrada de la muñeca, estaba temblando.

—Tienes demasiadas agallas incluso para alguien que podría morir hoy.

—Me lo dicen seguido.

La pelinegra esbozó una sonrisa.

—Verás, una persona que no tiene nada que perder siempre es bastante tranqui en estas situaciones —miró a los otros hombres de reojo—, pero una persona que tiene algo que perder...

Sus ojos se posaron sobre el cuchillo un momento, si se dejaba hacer un solo rasguño, Keisuke le iba a dar un sermón de los dioses y la iba a castigar, pero no de una bonita manera.

Emma —Hanna la llamó, mirándola por encima del hombro—. Sabes que hacer, ¿no?

La rubia asintió.

—¡Es hora!

Tan pronto la escuchó, Emma se lanzó hacia atrás en el suelo para que Hanna pudiera maniobrar sin preocuparse por ella.

—Recuerda que no rezaré por ti —murmuró, estirando su mano hacia adelante—, ve a saludar el infierno.

Emma cerró los ojos y no los abrió hasta que Hanna había volteado la situación, notando que se encontraba encima del hombre con el cuchillo en su cuello, Emma sonrió.

—Bien hecho —le sonrió la pelinegra, orgullosa.

Emma había entrenado toda su vida con su hermano, Baji y Hanna, además la pelinegra le había enseñado qué hacer en caso de que alguna situación así se presentara. Aunque, de todos modos, era aterrador que pasara, no le sorprendía mucho.

Todos a su alrededor
eran pandilleros.

Y Hanna siempre se había metido en peleas desde pequeña, especialmente si era por Emma, lo cual era irónico.

—¿Te asustaste?

—No—replicó Emma, sarcásticamente—, tengo esta cara de asustada porque estoy teniendo tanta diversión.

—¿Quieres un helado, Emma-chan? —preguntó, abrazándola tan pronto se deshizo de los otros—. Para pasar el rato amargo de nuestra breve separación.

Emma sólo le sonrió y asintió, en lo que iban por sus helados.

—¿Cómo va todo con Baji?

—Vamos bien —meneó la cabeza—, aunque ese chico Chi-fu-yu es...

Hanna era, a sus ojos, una chica que brillaba a pesar de todos los problemas que había tenido que soportar y ella quería cuidarla.

Quería estar a su
lado para siempre.

Hanna merecía ser feliz, por eso hacia lo posible siempre de que lo fuera.

—¿No te la pasas molestándolo con Ryusei? —se burló—. Por cierto, ¿a Baji no le dan celos?

Incluso si eso significaba mantener su pandilla en secreto de su hermano y amigos.

¡Pfft! —Hanna sonrió—. ¡Hasta de su sombra! No me deja en paz cada vez que lo ve, siempre tiene sus manos encima.

Incluso si significaba tener que elegir a Baji sobre su propio hermano como el novio para la pelinegra.

—¿Cuándo no? Yo no pensaba que Baji sería el tipo de chico que mantendría sus... No, espera —recordó uno de sus cumpleaños anteriores—, de hecho si dio señales.

Emma sólo quería verla feliz. Ambas llegaron a la heladería y pidieron los sabores favoritos de la otra.

—¿Sabes qué?

—¿Qué?

—Hm... Se me olvidó —Hanna se rascó la nuca.

La rubia se soltó a carcajadas.

Hanna nunca cambiaría
y amaba eso de ella.

Mientras comían el helado, Emma no apartó su mirada de la pelinegra, estaba feliz con su amistad. Nunca se imaginó, cuando la vio por primera vez, que se convertiría en alguien tan importante. 

Alguien que amaba
como a una hermana.

Los ojos de Hanna brillaron cuando vio el mensaje de Baji llegar y Emma sonrió, estaba feliz por ellos.

—¿Qué dice?

—Es vergonzoso —dijo, sonrojada—, no voy a leerlo en voz alta.

Había confirmado que la decisión que tomó fue la correcta muchas veces.

—A ver —le arrebató el teléfono para leer y se sonrojó, devolviéndolo enseguida—. ¡Baji, dios mío!

Baji complementaba a Hanna, siempre fue así desde el inicio, pero ya saben lo que dicen, los buenos amores tardan en estar juntos.

—Te dije —se burló de su reacción.

Baji realmente se desvivía por hacer feliz a Hanna y Hanna había empezado a amar de nuevo. Ahora realmente creía en el amor, lo cual era una victoria.

—¿Entonces —sorbió su malteada—, me escribiste una canción?

Hanna asintió mientras le daba un bocado a su helado con una sonrisa.

—La cantaré hoy —le avisó—, presta mucha atención, Emy.

—Por supuesto, Hany.

Cuando terminaron sus helados se habían reunido con los chicos de la Toman, Emma vio a Baji besar a Hanna mientras Mikey apartaba la mirada y todos se sentaron en la mesa de siempre.

—Esta canción va dedicada a Emma —comentó Hanna cuando subió a la tarima y sonrió—, mi mejor amiga y hermana.

—Aww —Emma le lanzó un beso con la mano—. ¡Te amo!

♪Buenos días, te vas
♪Nos veremos en la noche
♪Mi mejor amiga hasta el final
♪Mi otra mitad sin pretender
♪Nuestro lenguaje es sagrado
♪Nadie intenta resolverlo
♪Hay nuevas aventuras en el camino

 —Confirmo que nadie entiende su lenguaje —murmuró Baji—, es muy extraño.

Draken soltó una risa.

—Si su novio, no, su mejor amigo no lo entiende —solian burlarse de eso a menudo—, ¿qué nos espera a nosotros?

—Somos dos —Mikey estaba comiéndose un dorayaki—, nunca las entiendo.

—Tres —asintió Mitsuya.

♪Tú y yo juntas
♪Conquistamos en mundo para siempre
♪Conozco todos tus secretos
♪Y te prometo que los guardaré
♪Estaré ahí cuando te sientas despistada
♪Tú y yo, sí, somos perfectas
♪Woah oh, yeah, woah oh

—Me va a hacer llorar —apretó los labios—, de repente se pone cursi.

Baji sonrió y la abrazó por los hombros mientras miraba a su novia.

♪Somos torpes, pero afortunadas
♪Siempre te tengo para atraparme
♪Somos cómplices en el crimen
♪Estás atrapada conmigo por tu vida entera
♪Tan diferentes, estamos locas
♪De un planeta que es difícil de encontrar
♪Cada segundo, cada día

—¡Tú estás atrapada conmigo por tu vida entera! —le gritó—. ¡De verdad!

Todos en la Toman soltaron a reír entonces.

—Está loca —Pah fingió atragantarse con su comida—, yo no la conozco.

Emma le frunció el ceño mientras Peh lo disculpaba porque ¨su cerebro no funciona correctamente¨ entre risas.

♪Tú y yo juntas
♪Conquistamos en mundo para siempre
♪Conozco todos tus secretos
♪Y te prometo que los guardaré
♪Estaré ahí cuando te sientas despistada
♪Tú y yo, sí, somos perfectas

—Hanna te ama mucho —murmuró Baji—, Emma.

—Yo a ella —Emma sonrió.

Draken la observó con una sonrisa, siempre que Emma no estaba mirando lo hacía.

♪Estás a mi lado cuando te necesito
♪A través de los tiempos más difíciles
♪Estaré ahí para ti
♪Al amanecer cuando la luna se ha ido
♪No seré difícil de encontrar
♪Porque tú y yo, sí, somos perfectas

—Creo que ella me ama más a veces —murmuró Emma, Baji la miró de reojo—, sólo no sabe expresarlo fuera de las canciones.

Baji sonrió.

—Deberías leer lo que escribe de vez en cuando —le dijo—, pídele su diario.

♪Tú y yo juntas
♪Conquistamos en mundo para siempre
♪Conozco todos tus secretos
♪Y te prometo que los guardaré
♪Estaré ahí cuando te sientas despistada
♪Tú y yo, sí, somos perfectas

—¿Leíste su diario?

Eso la había sorprendido.

—¡Con su consentimiento! —aclaró al ver que Emma empuñó la mano, por un momento pensó que se veía como un gángster o algo así—. Ella me dejó hacerlo.

Mikey los miró de reojo con una sonrisa mientras Baji alzaba las manos.

Es que eran tontos.

.

.

.

Febrero del 2006.

En medio del corazón de aquel centro comercial, la pelinegra iba observando en silencio las tiendas mientras buscaba a Emma, habían quedado de ir de compras ese día, sólo ellas dos. 

Había extrañado
ser solo ellas dos.

Tenía algo de tiempo en que habían empezado a incluir a Hinata y a veces incluso a Yuzuha en sus salidas, no le molestaba.

—¿Dónde estará...?

Pero hacía mucho que no eran sólo ellas dos por lo que estaba feliz ya que por temas de confianza seguía siendo algo retraída con el otro par. 

Podría hablar de lo
que quisiera así.

—¡Hanna-chan —escuchó la voz de la rubia desde sus espaldas—, espera!

Emma, que era su amiga de toda la vida, ahora estaba corriendo entre la multitud.

—¿Hm?

Era un torbellino rubio de risas y luz, sus ojos eran tan dulces como la miel y su sonrisa hacía cálido hasta el más frío de los inviernos. 

—¡Emma-chan!

Habían estado planeando esa semana por días enteros, un ritual prácticamente sagrado de su amistad que incluía ir de compras, comer comida chatarra y el sentimiento de escapar de la rutina diaria. 

—¡Corre más rápido! —le gritó entre risas.

Emma era el completo opuesto a Hanna, desde su forma de verse hasta su personalidad.

—¡Esto es rápido!

Mientras que Hana era como la luna, oscura y misteriosa, Emma era el sol...

Tan brillante
y cálida.

La rubia iluminaba la vida de todos a su alrededor.

—¡Agárrame! —saltó encima de ella en un abrazo, Hanna la sujetó un momento antes de que se fueran al suelo entre risas—. ¡Qué pésima fuerza!

—¡Era avisar antes —le recriminó, abrazándola en el suelo—, no durante!

Ambas se soltaron a reír entonces, Hanna fue la primera en levantarse y ayudó a la mayor.

—Ya cargo con un peso extra —señaló su panza disimuladamente—, no puedes hacer eso tanto.

—Lo sé, perdón —algunas veces se le olvidaba porque Hanna siempre ocultaba su panza bajo grandes ropas—, perdón.

Comenzaron a moverse en el primer piso del centro comercial mientras veían los locales en un intento de decidir a cuál ir primero.

—Oye, Hany.

Emma se detuvo en un punto.

—¿Hm? —se detuvo también para verla, Emma miró al piso y ella la imitó—. ¿Qué pasa?

—¿Recuerdas esa vez en la que te pusiste frente a un cuchillo por mí?

—¿Hm? —Hanna levantó la mirada del suelo hacia la rubia y le sonrió—. Lo haría dos veces con gusto. 

—Espero que no tengas que hacerlo una segunda vez —Emma sonrió—, pero hoy estaba pensando en ese día.

—¿Sí?

—Realmente Whitesnake es aterrador, huh.

—¿Tú crees? —ladeó la cabeza—. A mí me parece que me he estado conteniendo bien últimamente...

Emma conocía todos sus secretos, era probablemente una de las únicas personas que sabían cosas de ella que ni ella conocía, al igual que ella conocía a Emma como la palma de su mano.

—Te estás tomando un para siempre aquí —la molestó Emma, viéndola mirar dos conjuntos—, escogí tres outfits distintos en lo que tú estás viendo cual de los dos probarte jaja.

Hanna rodó sus ojos y sonrió divertida.

—Sabes que odio tomar decisiones —murmuró—, además estoy tratando de encontrar el par de zapatos perfecto para estos dos conjuntos. 

Hanna solía decir ¨si no puedo decidir entre ambos entonces tomaré ambos¨ ya que era la persona más indecisa del planeta a los ojos de Emma.

—Tu y tu indecisión —aunque no superaba la de Mikey, se recordó Emma—, déjame pensar, yo...

Emma llegó a pensar que Hanna haría que Mikey y Baji fueran sus dos novios, al mismo tiempo, porque no podría elegir. 

Por suerte, ellos
escogieron por ella. 

Aunque a veces se imaginaba cómo hubiese sido si Mikey no fuera tan tonto, la realidad era que Baji y Hanna estaban destinados a ser.

—Ya encontré el par perfecto —sostuvo un par de sneakers rosado neón en sus manos con una sonrisa burlona—, son totalmente

Hanna no pudo evitar soltar una carcajada.

—Sabes que jamás usaría eso.

—Eso es lo que lo hace divertido —Emma tenía una sonrisa como las que ves en los asesinos de la película que hizo retroceder a Hanna un par de pasos mientras negaba con la cabeza—. ¡Vamos, Han-chan, pruébatelos!

—¡No, no —retrocedió lentamente—, te juro que he sido una buena chica!

Las miradas de las personas a veces hacían que se echaran a reír por sí solas.

—Te odio.

—Me amas~♡

Al final Hanna siempre terminaba complaciendo a Emma en lo que fuera que quisiera, por más que terminara haciendo el ridículo. 

—Te quedan bien —se burló de los zapatos en Hanna—, pero dejémoslo para luego.

Ambas asintieron y guardaron el par de cosas, Emma sonrió. Koko y Seishu le habían dado dinero a Hanna para que saliera con Emma.

Les doy un diez.

Emma, por supuesto, creía que ese par estaban bien para Hanna. Le recordaba a antes de que Baji y ella salieran.

—Y yo que estaba pensando que Matsuno-kun era calmado —murmuró Emma mientras hablaban de los chismes que habían olvidado contarse—. No me lo hubiera esperado. 

Hanna alzó los hombros mientras recordaba ese día con una sonrisa.

—¿Sabes lo persuasivo que puede ser Keisuke? 

Emma la volteó a ver con una sonrisa burlona, dándole un sorbo a su malteada, no podía imaginarse al Matsuno en ese tipo de situación. Tenía una cara tan tierna.

—¿Qué se siente tener dos chicos en tu cama a la vez?

—Es una buena experiencia —meneó la cabeza—, no era la primera vez. ¿Recuerdas?

Sí, su amiga definitivamente había hecho locura tras locura, por un momento pensó en él e hizo una mueca.

¡Pfft! Una buena experiencia... ¡Claro! —soltó una carcajada—. Tu cara dice que es mucho más que eso.

—¿Por qué si tienes tanta curiosidad no lo intentas tú?

—No, no, luego del fiasco de Takemicchi no quiero nada de eso —negó con la cabeza—, nada de nada.

Hanna soltó una risa.

—Aún no puedo creer que hayas terminado en esa situación con ese idiota —Hanna la jaló hacia ella cuando vio a unos tipos caminar muy cerca—. Te digo, Tontomicchi es realmente un idiota. 

—Ya, se fue de la nada y luego nos dimos cuenta que tenía novia —Emma chasqueó la lengua—. ¿Qué le pasará por la cabeza?

—No le pasa nada por la cabeza —se rió—, ese es el problema. 

—Tú, por otro lado, tienes algo con los pelinegros y rubios —se volteó a ver otra tienda mientras caminaban—. Ese par que nadie se vio venir, ahora los chicos de esa otra pandilla también. Huh, ahora están en la Toman, ¿no?

Podías decir que los gustos de Hanna eran muy consistentes. Sus parejas o líos usualmente tenían: Ojos negros como los de Shinichiro, azules como los de Haruki o verdes como los de su madre.

Y luego estaba Baji,
con sus ojos marrones.

¿Ven? Keisuke Baji siempre fue la excepción a la regla en todas sus presentaciones. La miró de reojo.

—Hm —Hanna asintió—. Aplicaron la de 'si no puedes contra ellos' en versión de pandilleros.

Ambas entrelazaron sus brazos y continuaron su paseo entre la gente, hablando de todo y nada al mismo tiempo.

—¿Y recuerdas en mi cumpleaños cuando estaban jugando basket?

—Sí —sonrió—, Haruchiyo no paraba de quejarse de...

Su amistad sonaba como una hermosa sinfonía de risas y secretos compartidos, un lazo que se había hecho fuerte con cada año que pasaba. 

—Además de Matsuno-kun —la volteó a ver con duda—, estaba ese otro chico, el pelirosa, ¿no? 

—¿Ryusei? 

—¡Sí, ese!

—¿Qué puedo decir? —se rascó la nuca con una sonrisa nerviosa—. Tu amiga no perdona un rostro atractivo.

—Mi amiga, la menos zorra —se burló—. ¿Con cuántos hombres has estado, cincuenta?

—¡Eyyyy!

Emma le hizo un corazón con las manos para que no se fuera a enojar mientras le decía ¨I love you¨ entre risas.

—No lo vi venir de ti —ambas se soltaron a reír—. La traición, hermana, la decepción.

Cuando se encontraron cerca a su tienda de ropa favorita, vieron en la ventana una señal de que estaban en promoción, sus ojos se iluminaron enseguida y entre risas, ambas ingresaron a la tienda.

—No voy a superar lo de Matsuno.

—Ya vi que no —Hanna rodó los ojos—. Cuando tengamos ochenta vas a estar de 'No puedo creer que hayas hecho eso' Te lo juro.

Emma soltó a reírse. Era lindo que Hanna pensará en cómo serían cuando fueran ancianas porque Hanna jamás creyó que fuese a pasar de los veintisiete.

Le daba esperanza
de que estaba cambiando.

—¿Eso no quiere decir que te has besado con todos los de la Toman a este paso? 

—¿Tú crees? —se puso la mano en la boca, pensativa.

Dentro de la tienda, los estantes con ropa parecían un arcoiris de posibilidades, ambas se dieron una mirada antes de separarse a las respectivas zonas donde la ropa que cada una gustaba comprar se encontraba.

—Hm...

Hanna fue hacia la ropa de hombres en lo que Emma fue a la de mujer y mientras más rosa fuera, mejor. 

—¿A todos —murmuró para ella misma mientras veía una camisa blanca oversize—, de verdad?

Después de lo que pareció una eternidad para Emma, Hanna salió del vestidor usando un pantalón negro y una camisa blanca que era tres tallas más grande, Emma sonrió.

—¡Me encanta —aplaudió con sus manos—, te ves espectacular!

—Me gusta este conjunto —mencionó—. Oculta muy bien mi panza, ¿no crees?

Emma la miró con reproche. Ella adoraba ver su pancita de embarazo pero Hanna lo ocultaba por temor a que quisieran usarlo en su contra.

¿Qué clase de imbécil
lastimarla a una embarazada?

Emma era demasiado inocente.

—¡Ooh!  —le enseñó un vestido negro que había encontrado, le pareció que le quedaría genial—. Prueba este.

Hanna asintió entonces y tomó el vestido en sus manos.

—¿De verdad —la escuchó decir tras la cortina—, a todos

—Hm... 

Emma se puso la mano en el mentón mientras intentaba recordar las anécdotas de besos que había tenido su amiga antes de asentir.

—Sí, a todos —hizo una mueca—, bueno, no. A Pehyan y a Pah no, ni a Muto, ni a Takemicchi. 

—¡Jamás! —hizo una mueca—. Ew.

Hanna salió con una sonrisa luego de haberse puesto el vestido, los ojos de Emma brillaron.

—¡Está bellísimo! 

—¿Si me queda? —murmuró con algo de duda. 

—¡Cien por ciento segura —le enseñó los pulgares—, es como si lo hubieran hecho para ti!

Con un suspiro de alivio Hanna decidió que llevaría el vestido también, le gustó, se acoplaba a su cuerpo por lo que le hizo sentir poderosa, como un político recién electo, y victoriosa al mismo tiempo. 

—¿Qué se siente besar a Draken? —preguntó Emma cuando iban de camino a pagar.

—¿Para mí? Fue muy raro, es decir —hizo una mueca—, besa bien, pero es como... mi hermano. ¿Sabes?

Emma soltó una risa.

¨¡¿Qué ustedes qué, Kenchin?!¨

Hanna había besado a Draken una vez, por un reto de un local al que habían fingido ser novios para llevarse una comida gratis en san valentín.

¨Nos... besamos, por eso estoy
aquí, lavándome la boca¨

El señor de la tienda no les creyó y los obligó a besarse frente a todos. Hanna era una buena actriz así que pasó la prueba.

—Debiste ver su cara, Emma.

Draken sólo había quedado como qué putas acaba de pasar, pero por suerte, no lo demostró en su cara.

Lo que fuera
por comida gratis.

Ese día, cuando le contaron a Mikey y ella, ambos los habían golpeado por idiotas, pero luego se habían reído al imaginarse sus caras cuando el señor no les creyó.

¨Kenny... Ya estamos como
pin pong, nos lavamos la carita¨

Especialmente porque ambos se lavaron la boca con jabón tan pronto llegaron. Fue muy gracioso.

¨¡Hanna!¨

Fue una escena que el par de Sano menores no borraría de sus mentes jamás, en su mente estaban como: Podían habernos llevado y así besarnos a nosotros, pero ese par no pensó.

¨Sólo vimos el
letrero y entramos¨

¨Hanna tenía
hambre¨

¨Asi que..¨

Hanna hizo una mueca mientras recordaba la escena, era lo que ella cataloga como una anécdota más que contarle a mi hijo, miró su vientre.

Ojalá que tú no salgas tan loquito
porque con esos padres que
te tocaron, mi cielo...

Frunció el ceño. Cierto, con los padres que le tocaron no podía esperar mucho de él.

—¿Por qué no lo averiguas por ti misma? —la codeó con una sonrisa—. Lo de besarle.

—Quisiera —suspiró.

Mientras pagaban, Hanna recibió un mensaje de la señora Baji recordándole que era su turno lavar los platos y llevar los ingredientes para la comida del día siguiente, hizo un puchero.

—Odio lavar platos.

Odiaba lavar los platos, de verdad, pero era su maldición al no poder cocinar ni agua hervida.

—¿Quién no? —se burló Emma.

Hanna asintió, era cierto.

—No te preocupes, aún nos queda algo de tiempo —Emma le puso la mano en el hombro mientras esperaban su turno—, te acompañaré al konbini cuando salgamos. 

Con un asentimiento, Hanna le respondió un oki doki a Ryoko antes de guardar su teléfono otra vez, cuando estaba con Emma no lo necesitaba usar.

—Ese par realmente te consiente mucho.

—Sí —Hanna sonrió, pagando—. ¿Sabes que es triste?

—¿Qué?

—Sigo confundiendome a veces —se rascó la nuca con incomodidad—, la otra noche gemí su nombre en vez del de Hajime.

Emma hizo una mueca.

—Eso debe ser muy vergonzoso —se cubrió la sonrisa con su mano—, lo siento, pero... ¡Pfft! Que vergüenza.

Pagaron por sus compras y siguieron con su día con una gran sonrisa. La siguiente parada fue el arcade

—Huele a popcorn —Emma intentó decirlo en inglés y Hanna sonrió—, qué delicia.

—Ya lo creo —afirmó, inhalando con más fuerza mientras sonreía—, amo ese olor a caramelo. A mi bebé le gusta mucho el dulce.

—Será el colmo que de grande no le guste —Emma sonrió—. ¿Cuántos dorayakis te has comido ya?

—Como diez mil.

Ellas fueron a recargar las tarjetas para aplicar a los juegos y escogieron primero el hockey de aire, Emma dejó que su naturaleza competitiva saliera por una vez mientras jugaba con Hanna. Sus risas hacían eco en el juego. 

—¡Gané!

—En efecto —Hanna se metió las manos a los bolsillos mientras sonreía—, qué buena eres.

La había dejado ganar.

—¿Y qué hay con los hermanos Kawata?

Hanna era un alma tan libre que hacía y deshacía estando soltera, de hecho por eso la desconoció un poco cuando se hizo novia de Baji, era como si se hubiese vuelto una santa de repente.

—¿No vas a superarlo tampoco? —se burló la pelinegra mientras cambiaban de juego—. Estás mal, Emma.

—Es que... es gracioso ver como frunces el ceño mientras menciono tus conquistas —se rió—, perdón.

Hanna rodó los ojos, sentándose en el puesto mientras Emma lanzaba un dardo.

—¡Qué puntería, Em! —soltó una risa al ver que falló—. Así cómo le vas a dar al corazón de Ken-chan.

—¡Hanna!

—¡Para que veas cómo se siente! —le sacó la lengua, tomando un dardo en sus manos y levantándose para hacer su turno—. Keisuke... siempre me ganaba en esto...

Emma le vio con tristeza, la mente de Hanna no paraba de volver a Baji cada cierto tiempo.

—Hany...

Por más que hiciera su mejor esfuerzo de desviar el tema de él lo más que pudiese y por el mayor tiempo posible, era inevitable.

Hanna sólo
pensaba en él.

Hanna había estado distante, aunque con la ayuda de aquel par de chicos se había ido mejorando levemente, por momentos Emma podía verlo con claridad, la sombra de su gran amor perdido a través de sus ojos. 

—Estoy bien —se rascó la mejilla—, sólo... Necesito tiempo.

Ella quería ayudarle
a superar ese dolor.

Cambiaron el juego apenas Hanna ganó, esta vez estaban en el que debes bailar siguiendo las flechas.

—No voy a sudar —declaró Emma.

—¿Y entonces?

Ambas se hicieron una coleta alta para evitar golpearse con sus cabellos.

—Dale play.

Al final, la destreza de la cantante terminó por dar frutos, consiguiendo que Hanna soltara un grito de emoción mientras Emma hizo un puchero. 

—Es como si le pidieran hacer zapatos a un pescador —murmuró, cruzándose de brazos—. Qué terrible.

Hanna siempre amó bailar, de hecho Baji y ella solían bailar desde pequeños. Recordó con una sonrisa aquella vez que iban a ir al zoológico.

—Zapatero a tus zapatos —le picó la mejilla—. ¿Qué jugamos ahora? Uf...

Emma agarró su brazo y la llevó a su siguiente desafío entonces, estaba contenta de pasar el día con su amiga, hubo un tiempo en que Hanna se estuvo alejando de ella demasiado. 

—¿Estás bien? —la volteó a ver al notar su silencio.

—Has estado algo... distante.

—¿Cuando? —arrugó la nariz—. Te juro que he estado aquí a tu lado todo el día.

¿Pero realmente lo estaba? Emma veía como, por segundos, Hanna volteaba a ver a su lado y sonreía. Ryoko, la mamá de Baji, ya se lo había comentado.

¨Hanna ve a mi hijo, todo el tiempo,
baila con él en las noches,
se ríe de sus acciones...¨

Así que estaba viendo a Baji, su fantasma o bueno, la idealización que creó su mente porque no quería dejarlo ir. 

 —No me refiero a hoy o los últimos meses —meneó la cabeza—, me refiero a... ya sabes.

—¿Sigues molesta porque me he estado distanciado luego de lo de Kei?

—Sí —infló los cachetes y se cruzó de brazos.

Hanna sonrió y la abrazó por los hombros.

—Perdón —le dio un beso en la mejilla—, te juro que no es algo que haya hecho a propósito.

Hanna miró al techo.

—Ryoko-san ha estado algo al borde así que yo también.

Emma la miró y se sentaron en una de las bancas del arcade, viendo a los demás jugar, en silencio.

—Quiere que decida que planeo estudiar —murmuró, mirando sus pies—. Keisuke quería ser veterinario, pero...

—No serías buena en eso —fue sincera.

—No creo que me vea trabajando en general —miró al techo—, me da mucha flojera. ¿No puedo simplemente ser una nube y ya?

—Quisieras —se burló.

—Hajime se ofreció a darmelo todo —comentó—, pero la idealización que tiene de Akane y yo de Keisuke...

Apretó la mandíbula.

—Si tengo que elegir algo, será dedicarme a cantar —alzó los hombros—, como hago ahora. 

—Aún tenemos tiempo para averiguar qué quieres hacer —se apoyó en el hombro de la pelinegra—, no tienes que tenerlo todo planeado desde ya. ¿Sabes?

—Lo sé —suspiró.

Pensó en Pandora, ella siempre tuvo el sueño de ser más que sólo una pandilla, por ella se quedaría así como estaba.

La propuesta de Hajime
era bastante tentadora.

Tendría tiempo para pasar el día con Emma cuando quisiera, pero una parte de ella entendía que pronto sería madre y quizá ser una pandillera era, como le había dicho a Mikey antes...

No tan suficiente.

Luego de un rato en un silencio tranquilo, ambas siguieron jugando hasta que se quedaron sin saldo en las tarjetas del arcade, salieron entre risas mientras contaban los puntos que habían hecho ese día y pensaban reclamarlas en otra ocasión. 

—¿Sabes qué es lo que más extraño?

—¿A Baji? —alzó una ceja.

Hanna hizo una mueca.

—También —meneó la cabeza—, pero iba a decir las pijamadas que teníamos los cuatro.

—¿Hm? —Emma miró al techo—. ¿Cuando le jalabas el cabello a Baji?

Hanna soltó una risa al recordar eso, extrañaba mucho esos tiempos. 

—¡Yo sólo quería peinarlo! 

¨¡Ayúdame, Emma, es
el monstruo jala cabellos!¨

—Baji no opinaba lo mismo —se burló—, siempre terminaba llorando para que lo besaras.

Hanna sonrió. Hubo un tiempo en que Baji, Mikey y ellas dos se reunían en la sala de los Sano a hacer pijamadas bajo la supervisión de Shinichiro y Haruki, eran... lo mejor, simplemente. 

—¿Te acuerdas de la vez que Baji y tú se escaparon a la playa? —hizo una mueca—. La primera vez.

—¿Bromeas? —ahogó una risa mientras caminaban—. Neesan y Ryoko-san nos dieron una paliza que nos dolió toda la semana, ¿cómo olvidarlo?

—Ese día Ken-chan fue a mi casa y me lo contó todo —confesó entre risas—, no podía creerlo.

Hanna alzó una ceja ante ese dato, era increíble como a pesar de todo el tiempo que pasaban juntas y las miles de cosas que hablaban.

Siempre había algo
nuevo por descubrir.

Ambas amaban eso de su amistad.

—Y yo pensaba que era Mitsuya el más chismoso —bufó—, mis hermanitos dragón son... De verdad.

Hanna soltó una risa.

—¿Por qué nos reímos tanto? —preguntó, sin poder parar de reír—. ¿Nos pasa algo?

—A lo mejor —ambas se echaron a reír bajo las miradas extrañadas del resto de personas ahí.

Tras decidir que comerían ramen, se sentaron en la mesa, dieron las gracias por la comida apenas les sirvieron. Su amistad era así, tan natural como la forma en que los fideos se enredaban alrededor de los palillos.

—Siento que hemos llevado un largo tramo —suspiró en sus fideos.

—¿Por todo lo que caminamos? —Emma ladeó la cabeza.

Hanna apretó su sonrisa, intentando no soltarse a reír. 

—Hablaba metafóricamente —explicó—, pero ya que lo mencionas, sí me duelen los pies.

—Ah —asintió—, a mí también jaja.

Cuando se decía que Emma y ella habían pasado toda una vida juntas era poco más que literal.

—Es verdad...

Se conocían cuando tenían seis años, llevaban todos esos años haciendo que su lazo de amistad fuera lo más cercano posible.

Se consideraban
prácticamente hermanas.

A veces incluso se llamaban así.

—Lo creo, de sobrevivir a punta de ramen instantáneo porque no sabes cocinar —sonrió con burla—, a estar disfrutando de este delicioso plato en un lugar así.

Hanna le sonrió.

—Es que cada vez se hacía más canon mi pobreza —hizo una mueca—, al menos ahora que más gente va a verme cantar, puedo invitarte de este modo. Aunque el dinero de hoy es el que me dieron los chicos.

Hanna miró sus fideos en silencio.

—La reunión de pobres...

Mitsuya y Hanna tenían algo con echarle la culpa de todos los problemas en sus vidas a su pobreza.

¨¿Oyes eso? Es el
sonido de mi pobreza¨

Esa era su respuesta a cada que les pasaba algo.

—Se hizo sin Kei, huh.

En algún punto incluso crearon una reunión mensual donde se soltaban a quejarse de todo, a veces incluían a Emma y Baji en esas reuniones, aunque generalmente eran los dos primeros.

—¿Qué harás... cuando seas más grande? —le preguntó a Emma.

—No lo sé, mi sueño siempre ha sido ser la esposa de Ken-chan —sonrió burlona—, como tú con... ya sabemos quién.

Hanna sonrió.

—Hablando de eso —le dio un bocado a una gyoza—. ¿Cómo vas con eso?

—Terrible, no me hace caso para nada —bufó mientras le daba un sorbo a su bebida—. ¿Qué hay de ti?

—Estamos igual.

—Pero ya en serio —Emma tragó y la miró, apoyando su mejilla sobre su mano—. Me gustaría que te dediques a la música y yo seré tu estilista, lo prometo, al menos antes de casarme y tener hijos.

—Me parece bien —sonrió también.

—Hanna, sé que tu sueño nunca ha sido ser cantante de verdad —masticó sus fideos un momento antes de tragar y verla de reojo—. ¿No has considerado seguir tu verdadero sueño?

Hanna, a medio camino de su sopa, la miró y bajó la cuchara.

—No es así —miró su plato—, ¿qué caso tendría seguir mi sueño...?

—Es tu —enfatizó—, vida.

Los labios de la pelinegra se curvaron ligeramente.

—Quizá en otra vida lo haga —afirmó, finalmente llevando a su boca la sopa—. Sí, en esa vida lo hice.

Emma la miró en silencio, Hanna vivía los sueños de las personas que no estaban con ella, siempre fue así, desde su madre hasta su nana y hermana mayor, del cual era al que se aferraba más, como cantante. 

Pero ese no era
su sueño realmente. 

—Serías la mejor si te dedicaras a eso —suspiró—, incluso Baji pensaba en eso.

Emma creía con los ojos cerrados que Hana podía cambiar y mejorar si la tenía a su lado, con el tiempo lograría hacer que Hanna se olvidara de vivir por venganza.

Y comenzara a
vivir por amor.

Incluso creía ciegamente que la convencería en algún momento de vivir por ella misma. No por su promesa a Haruki o la de Baji.

Sino porque ella
misma quisiera hacerlo.

—¿Sí? —la miró curiosa. 

Emma fue la ayudante número uno que tuvo Baji con Hanna, era la cómplice de su relación, irónicamente si considerábamos que ella sabía perfectamente que su hermano estaba perdidamente enamorado de la pelinegra. 

Bueno, Mikey siempre
fue más indeciso que Baji.

Mientras Baji podía ser tonto, pero no era un idiota, sabía perfectamente la cantidad de chicos que Hanna tenía para escoger y además su naturaleza coqueta no ayudaba para nada. Por eso cuando Baji fue con ella a pedirle consejos, no dudó en dárselos.

Bueno, sólo un poco.

.

.

.

Mayo del 2004

—¡Por favor!

—No.

—¡Por favor, Emma, te juro que no te pido más nada!

La había perseguido una semana entera sólo para que le dijera cómo declararse a la pelinegra. 

—¿No...?

Habían pasado alrededor de dos meses desde el accidente de Hanna, ahora se encontraba viviendo en la casa de los Baji, temporalmente, ya que la estaban cuidando.

—¡Emma, por favor, ayúdame!

La idea era, al menos originalmente, que una vez estuviera bien se mudaría a una habitación rentada.

—¿Por qué quieres declararte ahora? —cansada de que la persiguiera, se cruzó de brazos—. Yo te vi muy contento el otro día sin hacerlo.

Hanna era el tipo de chica que no necesitaba estar en el centro de atención para brillar, ella simplemente brillaba porque sí, el aire a los árboles de sakura olía a nuevos comienzos.

—No lo entiendo.

Baji siempre la había amado, incluso era coqueto con ella y se atrevía a marcar territorio, pero siempre huía como un perro con la cola entre las piernas cuando se trataba de Mikey.

—¿Para qué te vas a declarar?

Así que Keisuke siempre la había visto desde los lados, desde que eran pequeños, nunca atreviéndose a decirle nada por temor a arruinar su amistad.

—¿Por que... la amo? —titubeó—. No lo dudo, es que...

La había amado desde el inicio, desde que podía recordarlo, pero desde que empezó a vivir con ella se había dado cuenta de muchas cosas.

—¿Es que...?

Entre esas estaba el montón de seguidores idiotas que tenía, incluyendo algunos de sus amigos, pero la gota que rebasó el vaso fue el pelirosa. Había sido un golpe bajo.

—Estoy... celoso.

Bajo le confesó lo que había visto, Emma no parecía sorprendida, pero por supuesto que no lo estaría.

Era su mejor amiga
así que ya lo sabía todo.

Emma, que era amiga de ambos de toda la vida, había notado los sentimientos de Baji desde el inicio pero también los de Mikey, por lo que dudaba en ayudarlo.

Aunque Mikey no parecía
querer ir en serio con ella.

—Por favor —rogó el pelinegro, sorprendiéndola—, haré lo que sea con tal de estar con ella.

Por otro lado, Keisuke estaba dispuesto a todo, incluso a perseguirla y básicamente rogarle por ayuda para conquistarla.

Nunca imaginó que
vería esa escena.

Emma apretó sus labios, sintiendo el peso de una historia de amor no hablada en sus hombros.

—Tienes cinco minutos para convencerme —se sentó en una banca y le señaló el puesto vacío a su lado—. Empezando ahora mismo.

Keisuke sonrió, sentándose a su lado y viéndola fijamente, le comenzó a explicar cómo se sentía con Hanna.

—¡Fue tan...!

Cómo se sintió cuando vio aquella escena, la forma en la que su corazón latía por ella. Emma vio aquello con una sonrisa.

Baji estaba locamente
enamorado de Hanna.

Aunque eso ya lo sabía, pensó que nada había cambiado en todos esos años.

—Y entonces ella sólo sonrió, ¡y siguió besándolo!

Le hizo creer que realmente valdría la pena.

—No puedo seguir fingiendo, Emma —suspiró—. Llevo fingiendo todos estos años por Mikey, pero Mikey...

Emma sabía que Hanna gustaba de Baji también, quizá no aceptaría jamás que estaba enamorada porque no creía mucho en el amor romántico, pero sí aceptaba que le gustaba.

Mucho, demasiado.
Baji le encantaba.

Y el sentimiento era enteramente mutuo. ¿Qué podría salir mal? Ella solo les daría un pequeño empujón.

—Hm... No sé como decirle —murmuró—. ¿Cómo... Cómo consigo que sea mi novia?

La idea de un noviazgo en serio era aterradora para Hanna, pero Emma creía que un amor como el de Keisuke podría hacerla cambiar de opinión, miró a Baji en silencio, escuchándolo atenta.

—Tienes que ser valiente —le sonrió tras un largo suspiro—. Pero necesitas un plan.

Ella se acercó a él entonces con una idea cruzando su mente y la firme disposición de compartir sus pensamientos de cómo ganarse el corazón de la chica que capturó el corazón de Baji.

Así empezaron el plan para que
Baji le pidiera el noviazgo a Hanna.

.

.

.

El recuerdo de aquel día hizo que los ojos de Emma se entristecieran.

¨¿Qué podría
salir mal...?¨

Para ella, que había visto de cerca como esos dos pasaban de ser amigos de infancia, a chicos que de vez en cuando terminaban besándose porque sí, a ser novios y luego a esperar a su bebé, era muy doloroso.

—Es difícil —la escuchó—, Keisuke era mi mundo.

Hanna y Baji eran el claro ejemplo de lo que pasaba cuando ¨Él se enamoró primero, pero ella se enamoró más fuerte¨ La historia de amor perfecta que, tristemente, tuvo un final trágico.

El verdadero
¨En otra vida...¨

Todavía recuerda perfectamente la cara de Mikey cuando le contó lo sucedido, cuando la llevó en la moto hacia aquel lugar, el dolor excruciante al ver a Baji en esa mesa, la tristeza profunda que sintió al ver a Hanna en la sala de hospital.

Era un día que
preferiría olvidar.

—Quizá —miró al techo—, si Keisuke y yo estuviéramos juntos, hubiese seguido ese sueño.

Emma apretó los labios cuando la oyó decir eso.

Porque Baji no volvería así
que Hanna había renunciado a eso.

Hanna una vez tuvo un sueño, ahora incluso podría decirse que lo había olvidado porque estaba siguiendo el sueño de su hermana mayor. Miró a Keisuke, que estaba sentado a su lado con una sonrisa, fascinada. 

—Ya casi es hora de tu presentación —murmuró Emma al notarlo—. Usarás el vestido que compraste hoy.

—Okay —sonrió, volviendo su vista a ella—, la canción que cantaré hoy... Takahiro se ofreció a cantar una parte. 

—¿De verdad? —abrió la boca con sorpresa—. Qué extraño de él.

—Sólo fue porque le gustó —sonrió—, pero sí que lo es.

Emma la miró con curiosidad.

—Es en varios idiomas —advirtió con su dedo picando la mejilla de la rubia—, debes estar atenta a la letra.  

—Muy bien —Emma sonrió.

Hanna la observó un momento.

Emma era el bien de su mal, el yin de su yang, la luz en su oscuridad. Sí, eran un dúo algo extraño, pero eran tan inseparables como imparables juntas.

Sin ella, Hanna se
perdería en la oscuridad.

—No puedo creer que te envió a comprar todo esto —Emma soltó un suspiro dramático mientras se dejaba caer en una banca del parque cuando terminaron de comprar los ingredientes que pidió Ryoko—. ¿Quién necesita tantas cosas para una sola comida? 

—No me preguntes a mí —se sentó a su lado—, tú eres la que cocina de nosotras.

Emma sonrió burlona.

—Ryoko-san insiste que la variedad es el condimento de la vida —se alzó de hombros—, es yakisoba casero.

—El condimento para el yakisoba —soltó una risa—, ¿es porque Baji amaba tanto el yakisoba?

—Probablemente —aceptó con una sonrisa.

Ryoko últimamente cocinaba mucho la comida favorita de Keisuke, ambas sólo rogaban en sus mentes ¨por favor, vuelve¨ en un intento de superarlo a su modo. Ella era feliz de verlo sonreír

Pero sólo
ella lo veía.

—En otra vida tú y yo creamos nuestra propia pandilla —soltó Emma de repente—, lo juro.

Hanna la volteó a ver.

—¿ en una pandilla? —sonrió divertida.

—Sí —su entusiasmo era contagioso—. Pero en lugar de pelear y causar problemas, seríamos como... repartiendo alegría y felicidad. Usar chaquetas a juegos, como ustedes en Pandora.

Hanna alzó una ceja. La idea era ridículamente divertida, ambas se soltaron a reír.

Hanna anotó lo de
las chaquetas.

Le pediría el favor a Mitsuya en secreto y sorprendería a Emma con las chaquetas a juego tan pronto estuvieran listas, no podía esperar a ver su rostro cuando las tuviera.

—Osea que seríamos... ¿¨La patrulla del positivismo¨?

—Seríamos ¨La banda de la rubia y la pelinegra¨ o ¨Besties gang¨ probablemente...

Sus risas sólo empezaron a volver más y más fuertes a medida que se imaginaban nombres más tontos. Era algo que amaba de su amistad.

Las risas eran
infinitas a su lado.

El sol comenzó a ponerse a medida que hablaban de eso. El parque se comenzó a llenar con los chicos del grupo de la tarde saliendo.

—¿Recuerdas cuando Keisuke intentó hacer un grupo de estudio con nosotros —Hanna se inclinó hacia atrás en la banca—, y Mikey terminó convirtiéndolo todo en una pelea de almohadas?

—¿Cómo olvidarlo? —soltó una risilla—. Mi abuelo estaba completamente furioso.

Kenny nos echó la culpa a todos nosotros  —negó con la cabeza—, y fingió que él sí estaba estudiando.

Ambas se miraron con sonrisas en los rostros ante el recuerdo.

.

.

.

Era el año 2004, en ese tiempo en el que Keisuke, luego de perder el año y haber hecho llorar a su madre, se portaba aplicadamente en la escuela y ella se había recuperado del todo de su accidente.

—Hey, nena —ese día Keisuke salió de la ducha con una sonrisa ladina—. ¿Estás...?

A Keisuke se le ocurrió la grande idea de hacer un grupo de estudio, una idea que impulsó Chifuyu originalmente, pero él quiso intentarlo con sus amigos y su, ahora, novia. 

—¿Lista para estudiar algo de matemáticas?

—¿No podemos quedarnos en casa y estudiar nuestros cuerpos? —rodeó su cuello con sus brazos y se pegó a él. Keisuke apretó la mandíbula—. Será más... divertido.

El pelinegro se mordió el labio y miró al techo.

Autocontrol, Keisuke,
autocontrol.

—Nu-huh, ya hablamos de esto con los chicos.

Se apartó de ella antes de que lo sedujera (era fácil), y se encerró en el cuarto a vestirse a solas, dejándola boquiabierta.

—¡Perdón! —ahogó una risa—. Te juro que estudiaremos... ¡Todo eso! En la noche.

Hanna había soltado una gran risa y le esperó en la sala hasta que Keisuke estuvo listo para salir, con ella de copiloto en su motocicleta llegaron a la casa de los Sano, justo al mismo tiempo que llegaba Draken.

—¡Hey! —los saludó con una sonrisa.

Decidieron hacerlo en la sala, el abuelo de los Sano sólo se fue al dojo luego de verlos sentarse en el piso de la sala entre libros y cuadernos.

Una escena extraña, pero
a su edad ya daba igual.

Hanna se sentó en medio de Emma y Keisuke, con la espalda pegada al sillón. Mikey y Draken se hicieron al otro lado de la mesa.

—¿Dónde pones la equis?

De algún modo, Hanna creyó que era una buena idea y Emma amaba pasar el tiempo con ellos así que se unió, Draken se pasaba los fines de semana en la casa de Mikey así que aceptó a regañadientes. Y Mikey... Bueno, era Mikey.

—¿Cuál equis? —Baji frunció el ceño—. ¿No estamos en matemáticas? ¿Por qué hay letras?

Pese a que Mikey no era el más estudioso aceptó tener la propuesta de Baji, sólo porque era divertido verlo desesperado tratando de entender los temas y a Hanna, por una vez, no entender algo.

—No estoy entendiendo nada —Emma suspiró.

Emma era el pegamento de esa reunión, su personalidad levemente más calmada que la del resto de explosivos y su sonrisa gentil, plus era la única capaz de calmar a Mikey.

O algo así.

—¿No estábamos estudiando inglés? —Draken ladeó la cabeza mientras notaba que todos tenían algo de matemáticas y él no—. Ah...

—Draken —Hanna soltó una carcajada—, el más perdido de todos.

Al principio sí estaban estudiando, bueno, Keisuke estaba más concentrado en mirar como Hanna se veía mientras mordía el lápiz de vez en cuando y Draken sólo miraba a Emma, de vez en cuando, cuando no era ella quien lo estaba mirando a él.

—¡Agh! —Hanna se quejó—. ¿No podemos cambiar a inglés como dijo el tótem?

—¿A quién estás llamando tótem, enana?

—¿A quién estás llamando enana —frunció el ceño— , tótem?

Baji suspiró y Emma negó con la cabeza mientras los regañaba bajito para continuaran estudiando.

—Nena.

—¿Hm?

Draken chasqueó la lengua y volvió su vista al libro de inglés que estaba leyendo mientras Hanna agitó su lápiz frente al cuaderno y luego recostó su cabeza sobre la mesa.

—¿Cómo vas? —la rubia miró a la menor.

—Hm... No estoy ni sabiendo como pasé el año —murmuró—. No entiendo nada. ¿A dónde fue mi título de genio?

—Al menos no lo perdiste —murmuró Keisuke.

Él sí lo perdió.

Todos se rieron, menos Hanna, ella sólo le dio palmaditas en el hombro porque sabía lo mal que la estaba pasando.

—Tranquilo, Ed, tú puedes.

—Y tú...

—¿Yo qué?

—Si no estudias —la amenazó con el dedo—, te acusaré con mi mamá.

—Eso fue bajo, Baji.

Hanna respetaba a la señora Baji como si fuera su propia madre más que su suegra, era algo que Baji amaba de ella también, la relación de ellas dos le hacía confirmar que escogió a la mujer perfecta.

—La traición —fingió que le apuñalaron el pecho—, la decepción.

Todos soltaron una risa y siguieron estudiando, haciendo el intento por lo menos.

—Nop, me resignaré desde ya a que no voy a ir a la universidad —murmuró al no entender porque x le daba igual a y—, no quiero ver más números en mi vida... Excepto los ceros en mi cuenta bancaria cuando sea rica.

—¿Y cómo te vas a hacer rica si no estudias?

—¿Cuántos ricos no fueron a la universidad? —se quejó ante el comentario de Draken—. Yo mejor seré..

¨La esposa de un hombre
millonario¨ Es lo que pensó.

Se detuvo un momento y miró a Baji con los ojos entrecerrados. Estaba partiéndose la cabeza con eso.

—Tengo que amarte demasiado —masculló y volvió su vista al libro de cálculo.

—¿Hah?

Fine... I'll be the rich manmusitó—: Está bien, yo seré el 'hombre' rico.

Keisuke ladeó la cabeza sin entender. 

—Vamos, Hanna —los ojos de Mikey brillaron traviesos al verla morder el lápiz, concentrada en su tarea—, sólo es un poco de matemáticas.

—Si es tan fácil —rodó los ojos y lo miró—, ¿por qué no lo resuelves tú?

—Porque estoy ocupado —una pequeña sonrisa se mostró en su rostro cuando Emma y Hanna alzaron sus cejas—, manteniéndolos entretenidos.

—¿Podrías bajarle dos tonos? —Keisuke frunció el ceño suavemente, tratando de concentrarse en sus libros—. Hay gente que realmente está intentando aprender algo.

—Okay, okay —Mikey sonrió levemente—, pero... ¿No quieren tomarse un pequeño descanso?

—Hecho.

Hanna vio la oportunidad y la aprovechó.

—Por mi está bien —Draken alzó la mirada del libro enseguida—. Tanto estudio me hizo doler la cabeza.

—¿Y qué haremos en ese descanso? —inquirió Emma, dejando de lado sus cuadernos.

Keisuke suspiró, dejando los suyos en la mesa al saber que todos estaban de acuerdo. Los ojos traviesos de Mikey hicieron que Emma y Hanna compartieran una mirada.

—Aquí vamos de nuevo —murmuró la rubia a su pelinegra amiga—, ¿viste?

—¿Saben que necesitamos para romper la tensión? —la mano de Mikey fue hasta abajo de él, tomando la almohada en que estaba sentado—. ¡Una... pelea de almohadas!

La almohada de Mikey fue a dar en la cabeza de Keisuke enseguida, el cuarto se llenó de las risas y, antes de que lo supieran, había muchas plumas volando a sus alrededores.

—¡Tú-! 

La pelea fue inevitable en el momento en que Mikey atacó a Baji, el pelinegro no lo dudó antes de tomar la suya y golpearlo de vuelta, sin querer golpeando a Draken, cuando el rubio se apartó para esquivarlo. Las chicas los observaron mientras ellos empezaron a tirarse las almohadas el uno al otro.

—Estos idiotas —se quejó Hanna cuando una de esas almohadas la golpeó—. ¡Están fritos!

Se levantó a corretearlos con la almohada. Emma, que inicialmente titubeó, finalmente se les unió entre pequeñas risas. La batalla se hizo más y más intensa, las plumas volaban como si fuera una tormenta de nieve cayendo.

—¡Ven aquí, Kei!

—¡Mi amor, no! —el pelilargo, que llevaba su cabello en una coleta fue atrapado de la misma por la pelinegra, cayéndose en el proceso, pero llevándosela consigo al jalarla sobre sí—. ¡Jaja! 

—¡Montonera!

Mikey se tiró encima de ellos. 

—¡Ay, Mikey —Hanna se quejó cuando le cayó encima—, no eres tan ligero como te ves!

De repente Hanna estaba en un sándwich en ese momento, con Keisuke abajo de ella y Mikey arriba.

—Sandwich —masculló—, otra vez.

El rubio alzó su mirada sonriente y sus miradas chocaron. Mikey apreció la vista de ella debajo de él y Keisuke sólo miró a Mikey con los ojos entrecerrados.

—Oi...

Mikey sonrió.

No le molestaba
tanto la situación.

—Qué buena vista —bromeó Mikey, coqueto—. Podría acostumbrarme.

Estaba disfrutándolo de verdad, no se movió para nada. ¿Por qué hacerlo? Disfrutó cada segundo.

—¡Ven aquí! —al menos hasta que Draken lo apartó de ellos de un golpe con la almohada al ver sus intenciones de besarla—. ¡Tú y yo, Mikey, una batalla uno contra uno, ahora mismo!

Hanna agradeció a su hermano mayor mentalmente porque estaba comenzando a ponerse muy nerviosa al tener a Mikey así de cerca.

—¡Muy bien, Kenchin —Mikey tomó otra almohada y se puso en posición de pelea—, adelante!

Keisuke la rodeó con sus brazos y la sentó encima de él mientras se incorporaba, quedando en la posición mariposa con ella encima, viendo al otro par golpearse con las almohadas. 

—¡Muy bien!

Emma se dejó caer en el suelo a respirar y frente a ella, el otro par le sonrió.

—Nosotros respiremos un rato —murmuró el pelinegro en su espalda, ella asintió con una sonrisa—. Hueles tan delicioso.

Hanna se removió haciendo que gimiera bajito por la fricción sobre sus pantalones así que se levantó bruscamente y ella le frunció el ceño al haberla dejado caer.

—¡O no! —golpeó a Hanna con su almohada un poco brusco antes de salir a correr—. ¡Lo siento!

—¡Ven aquí —se levantó a correr tras él con la otra almohada—, judas! ¡Emma, ayúdame!

—¡Sí! —Emma también se levantó, con una sonrisa.

—¡¿Dos contra uno?! —Baji sonrió feliz—. ¡Muy bien, adelante, mocosas!

Emma y Hanna se miraron entre ellas, indignadas, antes de lanzarse contra el pelinegro.

—¡¿A quién llamas mocosas, mocoso?!

Pero la fiesta de almohadas estaba a punto de ser interrumpida por un abuelo que volvía a la casa tras una jornada en el dojo, confundido por las risas y gritos repentinos, sus ojos se abrieron grande ante la vista.

—¡¿Qué están haciendo?! —gritó, su voz tenía un toque de molestia y diversión al mismo tiempo.

El cuarto se quedó en silencio mientras el grupo de menores se miraban entre sí, se habían olvidado por completo de la existencia del otro que vivía en esa casa. Hanna no pudo evitar sentir algo de culpa al ver el desastre que hicieron ya que la situación se había salido de control.

—¿Y bueno? —Mansaku Sano, el abuelo de Mikey y Emma, bajó la voz un poco—. No se queden ahí parados... Limpien este desastre, antes de que alguien salga herido.

¿Con plumas...? Ninguno se atrevió a decir nada. Hanna pensó entonces que era una amenaza de que les daría una paliza.

—Al trote.

Eran los años de trauma con Haruki y la señora Baji quienes hablaron en su mente en ese momento.

—¡Fueron ellos! —Draken señaló a Mikey y Baji—. ¡Yo sí estaba estudiando, lo juro!

—Sí, claro —sonrió burlón—. Eso no te va a eximir de ayudar, jovencito.

Los ojos del mayor fueron a Mikey entonces, este sólo le sonrió con orgullo.

—Tengo mis ojos en ti, Manjiro —le dijo entonces, poniéndose una mano en la cadera—. ¡¿Qué esperan?!

—¡Ya vamos! —las primeras en reaccionar fueron Hanna y Emma—. ¡Pfft!

Seguido de eso, Keisuke y Draken se pusieron también a trabajar mientras Mikey recogía las almohadas a regañadientes. A pesar del regaño, la tensión en el ambiente seguía siendo ligera.

—Plumas y plumas...

Hanna y Keisuke se dieron una mirada con sonrisas, ambos considerando lo raro que era el momento.

—¡Finalmente! —Hanna se dejó caer de nuevo al suelo cuando acabaron de ordenar la sala—. Voy a traumarme con las plumas de tantas que había.

Hana tenía la sensación de que ese día sería uno que definitivamente recordarían por el resto de sus vidas.

—Ven aquí —Keisuke la jaló hacia él y sonrió—. ¿Ahora  me tienes miedo a más plumas?

Ya fuera porque fallaron en mantener una sesión de estudio por más de dos horas o por la pelea de almohadas.

Sólo sabía que ese día todos
habían estado tan felices que sería...
Inolvidable.

—Okay, fue demasiado descanso —Mikey, algo celoso, se acercó a ellos y sonrió—, continuemos estudiando.

Abrieron los libros y cuadernos de nuevo mientras sonreían.

—No, Baji, tienes que...

Al llegar la noche, Mansaku ordenó pizza para que comieran y Mikey propuso que vieran una película.

—Sólo si es algo bueno —murmuró Emma.

—Tengo la idea perfecta —exclamó—, la alquilé hace poco.

Dejó al trío de amigos mientras corría hacia su habitación y cuando volvió tenía el DVD en manos.

—¿Y este suspenso, Mikey?

Todos se miraron curiosos hasta que la película comenzó, cuando la reconocieron voltearon a ver a Mikey con gotitas de sudor en la frente.

Mikey era siempre...
Tan Mikey.

—La mejor película —aseguró con una sonrisa traviesa—, del año en que nací.

—Um —Hanna miró a Keisuke.

Keisuke lanzó una almohada al rubio, este la atrapó con una sonrisa.

—¿Qué? —se alzó de hombros y señaló la película—. ¡Es un clásico!

El ataque de los
tomates asesinos (1990)

—Por supuesto que es un clásico —Hanna se burló.

Emma puso pausa a la película antes de ir a la cocina y regresó con palomitas, dándole play de nuevo. El cuarto se llenó de una tensión ante lo ridícula que era la película y entonces comenzaron a reír histéricamente ante la absurda trama.

—¡No puede ser, jaja!

A medida que sus risas se hacían más fuertes, Hanna miró a los chicos a su lado.

Quería que esos
días nunca acabaran.

.

.

.

Eran momentos como ese en los que se recordaban a ambas lo afortunadas que eran de tenerse la una a la otra, de tener un grupo de amigos que las aceptaban tal y como eran, con defectos y todo.

—Oho —sus risas fueron interrumpidas por una voz—, ¿Emma-chan y Hanna?

Hanna levantó la mirada con una sonrisa.

—¡Hermanos!

Dragón bebé —le de cabellos lila le pellizcó la mejilla—, ¿qué estás haciendo?

Era algo que tenían esos cuatro desde que era más pequeña, se recordó.

—Hm...

Lo de Mitsuya era pellizcarle la mejilla mientras Draken era jalarle mechones de cabello, a Baji le gustaba peinarla y Mikey... Bueno, Mikey generalmente le picaba las mejillas.

—Estábamos hablando —le explicó que estaban recordando ese día, el de cabellos lila soltó una risa al escucharla—. ¿Qué hacían ustedes?

—Íbamos de camino por Mikey —Mitsuya la despeinó con una sonrisa—. ¿Verdad?

—Hm—Draken asintió. 

Hanna vio con una sonrisa oculta cómo Draken, en presencia de su rubia amiga, se pretendía ser el chico más cool.

El chico rudo que casi no hablaba,
pero en realidad era un idiota total.

Mitsuya la vio con la misma sonrisa, ambos pensando en lo mismo.

Luego lo molestarían
con eso, como siempre.  

—También crearemos una pandilla del amor —bromeó Hanna entonces—, Emma dice que en vez de golpes, repartiremos flores y alegría. 

—¡Shh! —intentó taparle la boca, avergonzada—. ¡Hanna-chan!

—Suena divertido —Draken sonrió tácito—, cuenten conmigo.

Emma lo miró embobada y Hanna soltó a reírse junto a Mitsuya.

—Que estupidez, pero hagámoslo entonces —Mitsuya sonrió—. Pobres y repartiendo flores jaja.

—Es que en vez de comprarlas —se rió—, las arrancamos directamente.

A medida que comenzaron a hablar entre ellos cuatro sobre cómo sería si estuvieran en una pandilla así, el aire comenzó a hacerse levemente más frío.

—De verdad —la sonrisa de Hanna se desvaneció por segundos—, quisiera que pudiéramos seguir haciendo esto para siempre.

Los otros tres intercambiaron miradas, entendiendo el silencioso miedo que sentía Hanna en ese momento bajo sus palabras.

—Pienso igual —afirmó el dúo dragón al unísono.

La batalla contra Tenjiku, probablemente, se acercaba tras el ataque a todos y era algo que tenía a todos algo inquietos, especialmente a Hanna.

—Lo seguiremos haciendo —aseguró Emma, poniendo su mano sobre la de ella—. Somos mejores amigas, hermanas, ¿recuerdas?

—Si...

—Estaremos juntas —prometió Emma—, para toda la vida.

Hanna la miró y asintió, agradeciendo la calidez del agarre de su hermana.

.

.

Luego de cambiarse en la zona de su camerino y ser maquillada por Emma, ambas se separaron entre sonrisas, Emma fue con los chicos entonces y los saludó, una parte se rió cuando vio a Chifuyu a un lado de Takemicchi, recordando la conversación con Hanna. 

—Emma —Hanna sonrió en la tarima mientras hacía una señal que Emma sabía lo que significaba—, ya sabes.

Esta canción
es para ti.

Draken y Mikey se miraron entre ellos, ya que nunca podrían entender el lenguaje secreto de ese par. Takemicchi miró a Chifuyu algo confundido mientras que los hermanos Kawata solo sonrieron.

—¿Es para ti la canción —Takemicchi sonrió—, Emma-chan? 

La rubia asintió con una sonrisa también.

♪En mi amor, siempre hay dolor
♪Todo por mi placer

—¿Qué idioma es ese? —Mikey arrugó la nariz.

—Portugués —replicó Draken—. Aún no supero que hable más de tres idiomas.

♪¿Puedes recordar la última vez...
♪Que te sentiste segura en la oscuridad?
♪Este mundo no fue hecho para el corazón de una mujer
♪Pero aún así, te levantas en medio de todo

—Ahora inglés —alzó una ceja.

Emma sonrió.

—Hanna dijo que eran varios idiomas —les advirtió a todos—, en toda al canción.

Takemicchi sudó al tener que estar tan pendiente de la letra por eso.

♪Cuando me falta el aire, ella es mi signo vital (ooh-ooh)
♪Cuando necesito velocidad, ella es mi compañera leal
♪Cuando pierdo la fé, ella es mi ídolo
♪Acabo de matar a un hombre, ella es mi coartada

—Ahí va ella de nuevo —Emma sonrió.

El día en que Hanna mató por primera vez su única reacción fue correr a confesarle todo a Emma, ambas se habían puesto a llorar al principio, pero Emma la regañó cuando finalmente pasó el susto.

—No se cansa...

Además... ese día le dijo que sería su coartada.

—¿Hm? —Mikey la miró mientras se comía un dorayaki—. ¿De qué hablas?

♪Emma, qué linda eres (coartada)♪
♪Emma, qué linda eres tú (coartada)♪
♪Emma, qué linda eres (coartada)♪
♪Emma, qué linda eres♪

—Siento que Hanna un día besaría a Emma.

Emma miró a Mikey con una sonrisa burlona.

—¿Qué? —Takemicchi lo vio sorprendido.

—Pero si nos besamos —ella sonrió con gracia—, para reforzar la amistad.

—¡¿Qué?!

♪Todo es tan repugnante
♪Todas estas melodías en mi cabeza
♪Todas estas melodías en mi cabeza
♪Todas estas melodías en mi cabeza
♪Mi amor, suave
♪Besos en el cuello
♪Harás lo que sea necesario por mi cuerpo, lo que sea Hanna miró a Mikey.
♪¿Ahora lo quieres, lo quieres todo?

—¿Francés? —Emma ignoró a los chicos y sonrió.

Quien quisiera ser Hanna
para dominar tantos idiomas.

A Emma le gustaba el francés, a diario le rogaba a Hanna que le enseñara, pero simplemente no le entraba, especialmente los números luego del veinte. 

—¿La oíste, no? —Mikey le pegó a Draken en el pecho—. Para ¨reforzar¨ la amistad.

—Taka-chan.

Hakkai miró a Mitsuya con una sonrisa.

¿No quieres
reforzar la amistad?

—No me mires así —lo apartó de un manotazo en la cara, avergonzado—, tonto.

Ooh, tu cuerpo será mi verano♪
♪Dejé tu corazón de lado
♪Ya se fueron los días de los poetas
♪Los odio tanto como los amo
♪Cuando mato a un hombre, ella mi coartada

—Esperen —Takemicchi miró asustado a Emma—, ¿y Hina? 

—¿Quién sabe...?

Emma sólo se alzó de hombros pero la sonrisa en su rostro hizo que el rubio frunciera el ceño.

♪Emma, qué linda eres (coartada)♪
♪Emma, qué linda eres tú (coartada)♪
♪Emma, qué linda eres (coartada)♪
♪Emma, qué linda eres♪

—Necesito procesar la información —volvió la vista a la letra de la canción, algo aterrado—. No puede ser.

¿Hina...?

Hanna le sostuvo el micrófono a Takahiro entonces, Mikey lo miró fijamente. No le agradaba que un chico random y guapo estuviera tan cerca de ella.

♪Mucho gusto en conocer
♪Al causante de todo tu sufrir
♪Y vine de lejos sólo para decirte
♪Tú eres mi mal querer

Continuó ella entonces mientras bailaba mirando a Emma. No sólo el vestido la hacía ver perfecta porque afirmaba su cuerpo pese a no denotar tanto su pancita, Hanna era algo así como bendecida ya que el embarazo sólo le había hecho verse más hermosa.

La forma en que movía sus
caderas tenía a todos hechizados.

Emma soltó un silbido fuerte mientras la veía sonreír.

♪En mi amor
♪Siempre hay dolor♪
♪Ella es mi coartada

—Tan linda —susurró el de ojos violeta viéndola bailar.

Mientras que ciertos ojos verde menta la observaban con fascinación en una esquina de aquel bar.

♪Emma, qué linda eres (coartada)♪
♪Emma, qué linda eres tú (alibi)♪
♪Emma, qué linda eres (coartada)♪
♪Emma, qué linda eres tú (acabo de matar un hombre, ella es mi coartada)♪

—¿Y Yuzuha entonces...?

Emma miró a Hakkai con una sonrisa burlona.

—Hay que superar que Hanna-chan se ha besado a todos aquí —se burló entonces—. Incluyéndome.

Takemicchi la miró.

—Bueno, menos a ti —lo señaló entonces—, claro.

♪Emma, qué linda eres (coartada)♪
♪Emma, qué linda eres tú (alibi)♪
♪Emma, qué linda eres (coartada)♪
♪Emma, qué linda eres tú

—¡¿A todos?! —gritó luego de procesar, mirando a los chicos—. ¡¿Incluso a Hakkai?!

Todos voltearon a ver a Hakkai entonces, Mitsuya alzó una ceja.

—Qué cosas, ¿no?

Hakkai se rascó la nuca, incómodo, Mitsuya entrecerró los ojos.

—¡Te juro que no fue mi culpa, Taka-chan! —aseguró entonces—. ¡Fue suya!

El peliazul señaló a la pelinegra que acababa de bajarse de la tarima y se acercó a ellos luego de dejar que Takahiro, el hermano de Akira, se encargara de la siguiente canción.

—¿Qué cosa es mi culpa?

—Que nos hayamos besado esa vez.

—Ah —una sonrisa burlona cruzó sus labios—. ¿Es que quieres repetir? ¿...Por qué hablan de eso?

—Les decía que te besaste con todos —replicó Emma entre risas—, incluyéndome.

—¡Emma —a este paso Hanna estaba roja—, enloqueciste!

Emma sólo sonrió. Hanna la observó boquiabierta y luego la imitó como si nada, no es que fuera tímida.

—¿Cómo terminaron besándose ustedes dos? —Mitsuya señaló a Hakkai—. Siempre se llevan de las greñas.

—Estaba borracha y pensé que era alguien más —se alzó de hombros—, ya saben cómo me pongo.

No iba a admitir que estaba tan borracha que confundió a Hakkai con Ran, así era el alcohol.

La sola idea
sonaba ridícula.

Pero en realidad tuvo sentido.

—Yo estaba borracho también —se alzó de hombros, no iba a admitir que estaba tan borracho que pensó que era Takashi—. Tristemente.

Mikey la volteó a ver entonces.

—¿Desde cuando te besas con Emma?

—¿Desde cuando...? —miró al techo, pensativa—. Creo que la primera vez fue cuando Emma cumplió... ocho, probablemente.

Takemicchi tenía la quijada en el suelo.

—¡Espera! —se giró a ver al menos esperado después de Hakkai—. ¡¿Y Chifuyu?!

Mikey lo miró también. 

Nadie se lo veía
venir de Chifuyu.

—¿Hm?

Chifuyu apretó sus labios y tragó fuerte. Hanna se relamió los labios y ladeó la cabeza mientras sonreía. 

—Yo... No puedo explicarme como Hakkai —se acomodó el cuello de la camisa, incómodo—. Más bien... ¡¿Cómo fue eso, Mitsuya?! —lo señaló.

El pelilila hizo una mueca.

—Fue un reto —bufó—, muchos años atrás.

—¿Ustedes dos no son hermanos prácticamente? 

—Eso fue antes de eso —aclararon al unísono—, no nos considerábamos hermanos. Wahg.

Mikey no apartó la mirada de un sonrojado Chifuyu.

¿No era ese el que él consideraba el
menos probable considerando
sus sentimientos por Baji...?

Oh, miró de reojo a Hanna, dado que ella salía con dos al mismo tiempo era muy probable que ese par... Además, pensó en Baji, podía esperarse cualquier cosa de él, incluso que un día en medio de una tontería le ofreciera un trío a Chifuyu y su novia. 

Conociendo a Hanna,
le dijo que sí.

—Pero Chifuyu —el aludido se giró a verlo—, ¿te besaste con Baji también ese día?

Los tonos de Chifuyu se multiplicaron.

No podía estar más rojo.

Hanna soltó una risa y se puso detrás de él, abrazándolo por el cuello mientras miraba a Mikey con una sonrisa zorruna. 

—Sé que recuerdas perfectamente lo que hicimos los tres esa vez —susurró al oído de Matsuno—, Mitsu-kun.

El rubio sólo apartó la mirada avergonzado, Mikey lo entendió todo. Apretó la mandíbula. Era como si Hanna fuese del pueblo y para el pueblo.

Eso no lo
vio venir.

Era gracioso para Emma y Hanna, entre ellos solitos se estaban sacando los trapitos al sol.

Aunque fue la rubia
quien comenzó...

Nunca esperó que fueran a reaccionar así, era más divertido de lo que se había imaginado.

—Bueno —Draken carraspeó y miró a los Kawata—, ustedes si se lo tenían bien guardado, eh.

—Ya lo creo... Diablos, señorita —afirmó Pehyan, extendiendo su sonrisa cuando vio a Angry apartar la mirada sonrojado—. Angry, es difícil imaginarte besando a alguien.

—¡Oi! —frunció el ceño—. ¡¿Quieres pelear?!

Eso decía, pero sus mejillas se pusieron más rojas cuando Hanna sonrió burlona.

—Creo que somos los únicos fuera de esto —le dijo Pehyan a Takemicchi—. Una felicitación, amigo.

—Por eso Hanna es tan buena con los idiomas —afirmó Emma entre risas—. ¿Ven?

Todos la observaron sin comprender, Hanna sonrió.

—Pues porque —se acomodó el cabello hacia atrás y sonrió—, besando se conocen otras lenguas.

El sonido de una carcajada hizo que miraron al recién llegado.

—Ustedes de verdad —Inupi, que se acercó a ellos y escuchó la conversación, no pudo evitar reír—, ¿de qué están hablando ahora?

—Hanna es así —Koko, que tenía abrazado a Inupi de la cintura, les sonrió también—. Siempre ha sido así.

Takemicchi sólo sonrió incómodo, la información era demasiado random para dejarla pasar.

—Oh, vamos —Hanna sonrió, abrazando a Emma—. Podré tener labios para todos, pero solo tengo un corazón.

Takemicchi y su lado Mitsu- Chismoso, quería conocer las historias detrás de todos y cada uno de sus besos, pero por otro lado, no quería que el armageddon ocurriera y Mikey no era muy paciente. 

¿Cómo podía
estar tranquilo?

Oh, pero Mikey no estaba nada tranquilo, por dentro estaba pensando en cómo golpearlos sin llamar la atención de nadie.

Sólo esperaba a que
estuvieran fuera de ese lugar.

Todos sintieron un extraño escalofrío en ese momento, menos Takemicchi y Pehyan. Emma lo miró de reojo. 

Quizá los celos lo
impulsarían a actuar por fin.

.

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