| 15; Demasiado jóvenes para esto |
—¿Estás saliendo con ellos?
—No.
—¿Entonces por qué?
—Es una historia del pasado —fue lo único que respondió—. De antes de Keisuke.
Mikey se tensó.
—Mikey, déjame ir, por favor.
Inconscientemente siempre creyó que Baji fue el primer y único hombre en su vida, eso le molestaba pero era Baji, su amigo, así que realmente podía dejarlo pasar porque sabía que Baji iba completamente en serio con ella. ¿Pero qué había de ese par? ¿Realmente podía soportarlo?
—Estoy exhausta.
No, ellos definitivamente la veían sólo como una muñeca, alguien para tener sexo y nada más.
—No —negó—. No te dejaré ir hasta que aceptes venir conmigo.
Hanna alzó la mirada al techo, empezando a contar en reversa, podía sentir su cuerpo calentarse por la rabia que le estaba causando. Hanna lo conocía bien y sabía que Mikey en ese estado... podría decir cosas de las que se arrepentiría y que ella definitivamente no quería escuchar bajo ninguna circunstancia.
—Mikey, apártate o voy a golpearte —amenazó por segunda vez—, no lo diré una tercera vez.
—Entonces tendrás que golpearme.
Ella se tensó cuando lo sintió abrazarse más fuerte a ella.
—Porque yo no voy a dejarte ir, Hanna —afirmó.
Normalmente ella salía del bar con ellos tras acomodar todas sus cosas y reclamar el dinero, especialmente ahora que se quedarían a dormir con ella durante ese tiempo así que sabía que tarde o temprano la irían a buscar. Si la veían con Mikey de ese modo, quizá habría una pelea.
—Recuerda bien tus palabras, Manjiro —fue lo que dijo en el oído contrario antes de besar su oreja—, juro que rezaré por ti.
Tomó impulso antes de patearlo en el estómago y alejarlo, a su vez dándole un puño en la cara, Mikey se quedó en el suelo mientras se sostenía el abdomen con una sonrisa de lado. Le había roto el labio.
—Aún golpeas como niña —escupió a un lado.
—Eso no es un insulto —lo miró desde arriba antes de darle otro puño cuando vio que se intentó levantar—. ¿Qué se siente ser golpeado por alguien, ¨invencible Mikey¨?
—Es... refrescante.
Hanna se agachó frente a él y lo agarró del cabello para obligarlo a verla a los ojos, Mikey sintió su corazón hacer corto circuito. Ah, realmente estaba tan malditamente enamorado de ella.
—Escúchame bien, Manjiro Sano —murmuró—. No quiero volverte a oír decirme qué hacer o con quién hacerlo, ni que menciones a Keisuke en el proceso...
—¿O qué? —la confrontó.
—O te juro que jamás volverás a verme en tu puta vida —se acercó a él.
Hanna pasó su lengua por el labio roto de Mikey, saboreando la sangre en sus labios. Mikey apretó la mandíbula, ¿por qué eso lo calentó? ¿Tenía algún fetiche que no sabía?
—Considera esto mi último acto de bondad —le susurró.
Tras dejar un suave beso en la comisura de sus labios, Hanna lo empujó contra la pared donde él la había estado sosteniendo anteriormente. La mirada gélida de la pelinegra hizo que el corazón del rubio se detuviera unos segundos.
—¡Hanna! —la voz de Koko hizo eco en aquel estacionamiento—. ¡¿Estás bien?!
El rubio de la cicatriz vio a Mikey en el suelo, sosteniéndose el abdomen y a ella moviendo su muñeca, no había que ser un genio para notar que lo había golpeado.
—¿Estás bien, te duele algo? —fue directo hacia ella, mirando su muñeca—. Está inflamada.
—Sí, no medí mi fuerza —hizo una mueca.
—¿Estabas llorando? —el mayor sintió tanta ira al ver los rastros de sus lágrimas.
Ella podía verlo así que suspiró y estiró sus brazos antes de que fuera a golpear a Mikey y escalar todo a un nuevo nivel. Ella no permitiría que nadie, ni siquiera ellos o por ella, lo tocaran.
—Seishu, cárgame —ordenó—, estoy cansada.
Koko e Inupi se miraron entre ellos por un momento antes de asentir. Hanna movió sus brazos y el rubio la cargó estilo princesa, mirando a Mikey antes de dejar aquel lugar en silencio.
—Oi, comandante —Koko se acercó a Mikey—. ¿Estás bien? ¿Quieres que llame a alguien por ti? Ese labio está bastante delicado...
—Lárgate.
—Sí, señor, de inmediato —asintió enseguida y se dio vuelta.
No iba a quedarse ahí, podía ver la sed de sangre en aquellos ojos negros. Hajime particularmente no le gustaba ponerse en peligro sin sentido así que sólo siguió a Inupi y Hanna de vuelta a la casa de la menor. A juzgar por la pelea, Hanna seguro estaría de mal humor.
Ah, parece que hoy tampoco tendremos suerte con ella.
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—Parece que ahora estás más tranquila.
Hanna volteó a verlo. Seishu se sentó a su lado en la cama, acariciando a Kira-chan en su regazo, ambos miraban en silencio la televisión.
—El doctor dijo que no debo moverme mucho —murmuró.
El rubio le miró de reojo.
—No debí haber pateado a Mikey —hizo una mueca—. Además... me duele la muñeca.
Seishu suspiró y tomó su mano para darle un beso en la muñeca, suave y le hizo cosquillas.
—Ya está, ¿ves? —le miró a los ojos—. Es un hechizo para el dolor.
Hanna lo observó en silencio, a veces se sentía terrible porque se comportaba demasiado indecisa con ellos. Pese a saber que estaban con ella por algo más que una amistad, aunque no era precisamente una relación que ella pudiera mantener.
—Amo tus ojos, Sei —murmuró con una sonrisa—. Son de un verde tan puro y delicado, como tú.
Aunque no eran sus ojos marrones...
Él apartó la mirada entonces, sonrojado, a ella le gustaba molestarlo.
—¿Puro y delicado? —alzó una ceja, burlón.
Esta vez fue su turno de sonrojarse.
—Cuando Akane-neesan estaba no eras así —hizo un puchero.
—Tú tampoco —le acarició el rostro—, eras una niña tímida y tierna.
—¿Estás diciendo que ya no soy tierna? —achicó los ojos.
—No eres tímida —fue lo que dijo.
Hanna y él se acercaron, estaban tan cerca de sus labios.
—¿Tienes una banana ahí dentro? —Seishu cambió de tema rápidamente, tocando su vientre.
Los doctores le habían dicho a Hana que, en teoría, su bebé por las semanas que llevaba tendría el tamaño de una banana, aproximadamente, así que Seishu sólo se preguntaba cómo era eso posible. Le gustaba como él la acariciaba con ternura y cuidado.
—Se llama ¨Daisuke¨ no banana —le corrigió entre risas.
Seishu recostó su cabeza sobre el hombro de la menor, le gustaba hacer eso.
—¿Crees que seré una buena madre? —susurró—. La verdad es que estoy asustada.
—Eso es bueno, quiere decir que harás lo posible por ser la mejor —susurró de vuelta. Ella apoyó su cabeza sobre la del rubio—. ¿...Te arrepientes de estar embarazada a esta edad?
—Bueno, siempre he creído que este tipo de accidentes pasan por algo —murmuró, mirando al suelo donde su gatita había decidido acostarse—. Mi madre también tenía mi edad cuando me tuvo.
—¿En serio? Creí que Haruki te llevaba como doce años.
Seishu arrugó la nariz, si su madre la tuvo a la misma edad... ¿No era su madre apenas un año y algo mayor que la hermana mayor de Hanna? Según sus cuentas. Eso era... turbio.
—Hm... Mi padre, por otro lado, ese hijo de puta era un señor de cuarenta —la rabia podía percibirse en su voz—. ¿Recuerdas mi canción... ¨Teacher's pet¨?
—Por supuesto... recuerdo todas y cada una —aseguró.
—La canción narra su historia —replicó, incómoda—. Mi hermana la compuso, pero nunca se atrevió a cantarla y me dijo que podía hacerlo cuando mamá falleciera.
Seishu pudo escuchar como su voz se rompía, pero no se movió, creía que no era lo que debía hacer en ese momento. Sólo se quedó quieto, abrazándola y la escuchó hablar hasta que se quedó dormida.
Koko se asomó por la puerta unos minutos después.
—Ya volví —anunció, mirándolo—. ¿Se durmió?
—Sí...
—Ven aquí —le pidió—, tengo que decirte algo... Déjala dormir.
Seishu asintió, arropándola en la cama y saliendo sin hacer el más mínimo ruido para no despertarla. Una vez que estuvieron en la sala, Koko se sentó en el comedor y lo esperó.
—¿Qué sucede?
—Encontré esto —puso sobre la mesa una carpeta con información médica que claramente tenía el nombre de Hana en letras grandes al comienzo—. Lee la primera página.
Seishu asintió y la abrió, comenzando a leer el expediente médico, en parte sintiéndose como un verdadero delincuente por hacerlo y en otra, curioso. Su rostro fue palideciendo poco a poco.
—¿Qué es esto...?
—Me parecía extraño que de repente la señora Baji estuviera viajando más tiempo por su trabajo, creo que está preocupada de no poder con los gastos médicos de ella —murmuró.
—¿Y estos ceros? —susurró Inupi.
—Son consultas psiquiátricas, son caras al parecer —agregó—. Creo que Hanna no lo sabe.
—¿Por qué la señora Baji le ocultaría algo como esto a la madre de su nieto? —inquirió.
—Lee bien —le señaló una parte, poniéndose la mano en el mentón y mirando a la cocina.
—¨La paciente presenta daños traumáticos tipo 3 y amnesia disociativa...¨
¿Qué mierda significa eso? Siguió leyendo.
¨El trauma tipo III ocurre cuando un individuo experimenta eventos múltiples, generalizados y violentos que comienzan a una edad temprana y continúan durante un largo período de tiempo. La amnesia disociativa es una débil pérdida de memoria provocada por un episodio intenso de estrés psicológico¨
—¿Es por eso que... a veces no recuerda nada?
—Eso creo. ¿Recuerdas que Pandora siempre está con ella cuando nosotros no?
Asintió.
—Creo que ellos lo saben —movió su mano—, especialmente Senna.
—¿Y requiere todo esto... para vivir?
—Su expediente médico es una mierda —murmuró Koko—. Creo que empiezo a entender porque cuando nos reencontramos, ella nos vendía besos y eso. Sin alguien que la protegiera...
Seishu se limpió una lágrima que quería salir.
—¿Qué harás...?
—¿Es broma? —Koko le limpió la siguiente con una sonrisa—. Estoy contigo, siempre. Tú dime.
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—¿Eh?
Ella lo miró de reojo, por alguna razón sentía que se veía demasiado distraída, triste quizá. Vio como Koko e Inui hicieron guardia en la entrada de la zona VIP, le recordó a ese futuro demasiado. Se preguntó si ella seguiría ese camino a pesar de todos los cambios que hubo.
—¿Por qué... querías verme a solas, Hanna—san?
—Ya te dije que le quites el ¨san¨, Tontomicchi —le dio un golpe en la nuca y señaló el asiento a su lado—. Anda, siéntate, hombre. Ya no vas a crecer más, te quedarás una pulga para siempre.
—No digas eso, seguro que sí creceré —afirmó, ella solo sonrió.
Takemicchi se sentó en el sillón de al lado, en silencio, no entendía porque ella lo había citado ahí. La última vez que se habían visto esa semana fue dos días atrás cuando ella tuvo una presentación donde cantó una canción que, de algún modo, le sonó a Mikey.
—¿Sabes? Eres el único que se fija en las letras de mis canciones —ella comentó.
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Dos días antes, en la tarde.
—Hanna.
—¿Qué quieres, Mikey?
Takemicchi lo había acompañado, pero no entendía la razón por la que Hanna parecía estar molesta con Mikey, es decir, ¿no se habían reconciliado ya?
¿O había pasado algo que él no sabía? Arrugó la nariz.
—Realmente me molesta verte cerca de esos chicos...
—Mikey, ya hablamos de esto.
El rubio miró de reojo a Takemicchi, quien no entendió por qué pero apartó su mirada, intimidado. Mikey sonrió brevemente y se acercó a ella. Los ojos de ambos chocaron, a Hanna la llamaron porque era la siguiente en presentarse, ella iba a apartarse, pero Mikey la jaló.
—¡Mike-hm!
Takemicchi vio por accidente el momento en que Mikey la besó, se sintió incómodo pero no podía apartar la mirada por alguna razón. Hanna intentaba apartarse, pero Manjiro sólo la atraía con sus manos en la espalda. Qué fuerte...
—Oh —Takemicchi se dispuso a mirar otro lado. ¿Qué debía hacer?
Volvieron a llamar a Hanna a la tarima.
—¡Hm-hnm!
Esta vez Hanna no tuvo ningún reparo en proporcionarle otro golpe al rubio, separándose por fin. Takemicchi se quedó boquiabierto al ver cómo el labio de Mikey soltaba un hilillo de sangre. ¿Lo había mordido antes de zafarse o así de plano fue el izquierdazo que le dio?
Hanna simplemente se fue. Qué salvaje...
—Mikey-kun... ¿Estás bien?
—Ah, Takemicchi —había olvidado que estaba ahí—. Estoy bien...
—Um... Mikey-kun, el show va a empezar —carraspeó, incómodo.
Mikey sólo se pasó la manga de su chaqueta por el labio y asintió. Le había roto el labio, de nuevo.
—Sí.
¿Qué demonios le pasaba? Mikey se pasó una mano por el rostro, es cierto que había dicho que ¨la próxima vez que la tuviera así no dudaría en besarla¨ pero tampoco esperaba hacerlo así. Hana debía estar molesta, más que el otro día. Usualmente no lo golpeaba, pero ya había acumulado tres de sus golpes en menos de una semana.
Era la señal: había cruzado la línea.
—Vamos, Takemicchi —lo agarró del hombro y entraron al bar, Hanna se estaba acomodando en un asiento en la tarima para entonces—. Ah, ahí están —señaló la mesa con Draken, Emma y Hina.
♪Has sido mi musa por un largo tiempo♪
♪Me ayudas a superar cada noche oscura♪
♪Siempre estoy yendo, en movimiento♪
♪Estoy huyendo y tú estás en casa a solas♪
—Takemicchi-kun, ¿dónde estaban? Casi se pierden el show —se quejó Hina al verlos.
♪Estoy demasiado consumida por mi propia vida♪
—Ah, sí... Perdón, Hina —Takemicchi se sentó al lado de su novia y miró la pared donde proyectaban la letra de la canción como de costumbre. La letra lo hizo tragar fuerte.
♪¿Somos demasiado jóvenes para esto?♪
♪Se siente como si no me puedo mover♪
—¿Hm? Se ve triste —murmuró Emma y miró a Mikey—. ¿No estabas con ella...? ¿Pasó algo?
♪Compartiendo mi corazón♪
♪Me está destruyendo♪
♪Pero sé que te extrañaría, cariño, si me voy ahora♪
♪Hago lo que puedo, tratando de ser mejor♪
♪Y cada vez que te beso, cariño♪
♪Puedo escuchar el sonido de un rompimiento♪
—¿De qué hablas? —masculló Mikey entre dientes.
Takemicchi sólo palideció cuando Emma le vio con ojos acusadores, como si supiera algo.
—¿Un rompimiento...? —susurró Hina, el rubio teñido pudo notar que estaba entrando en su modo detective—. ¿A quién besaste últimamente... Hanna-chan?
♪He estado confundida últimamente♪
♪Viendo mi juventud alejarse♪
♪Eres como el sol, tú me levantas♪
♪Pero me drenas si consigo demasiado♪
♪Quizá te necesite o me romperé♪
—Hi-Hina...
—¿Hm? Estás pálido, Takemicchi —murmuró la pelirroja al mirarlo.
Él volvió su mirada al frente, eso era porque estaba aterrado de que Mikey la hubiese escuchado.
♪¿Somos demasiado jóvenes para esto?♪
♪Se siente como si no me puedo mover♪
—¿Q-qué dices? Yo me siento bien —tomó un vaso con limonada—. Sólo tengo sed. ¿Ves?
Ni siquiera se dio cuenta que le temblaban las manos.
—Actúas raro de nuevo —se burló la pelirroja.
♪Compartiendo mi corazón♪
♪Me está destruyendo♪
♪Pero sé que te extrañaría, cariño, si me voy ahora♪
♪Hago lo que puedo, tratando de ser un hombre♪
♪Y cada vez que te beso, cariño♪
♪Puedo escuchar el sonido de un rompimiento♪
—Oh, pero si es el capitán —escuchó la voz de Koko atrás—, ¿vienen a ver el show?
—Koko... —vio al rubio atrás—. Inupi-kun.
El pelinegro le sonrió de lado.
—Sí, ¿y ustedes qué hacen aquí? —preguntó.
Como si no supiera que ellos siempre iban a verla en la zona VIP, bueno, en realidad, más bien preguntaba por qué estaban abajo.
—Hm —Koko se acercó a su oreja y susurró—: Ven a la zona VIP en dos días, a las 4pm.
♪Rompiendo, rompiendo, rompiendo♪
♪Rompiendo, rompiendo, rompiendo♪
♪No quiero tocar esta parte♪
♪Pero lo hago, todo por ti♪
♪No quiero hacer esto difícil♪
♪Pero lo haré porque todavía estoy...♪
—Oh, okay —le extrañó aquello.
Chifuyu frunció el ceño cuando los vio, todavía no entendía cuál era su verdadera agenda.
—A solas —le apretó el hombro y se enderezó entonces—. ¡Nos vemos!
Inupi y él se fueron en silencio de nuevo, Mikey solo miró a Takemicchi sin entender.
—¿Qué te dijo, Takemicchi?
—Hm... Quiere hablar sobre algo a solas —Takemicchi sonrió incómodo—, no dijo qué era.
♪Compartiendo mi corazón♪
♪Me está destruyendo♪
♪Pero sé que te extrañaría, cariño, si me voy ahora♪
♪Hago lo que puedo, tratando de ser un hombre♪
♪Y cada vez que te beso, cariño♪
♪Puedo escuchar el sonido de un rompimiento♪
—A ese chico le gusta Hanna —comentó Hina, viendo al pelinegro alejarse.
Takemicchi volvió a palidecer, su querida novia parecía no saber leer entre líneas porque siempre terminaba diciendo cosas que enfurecerían a Mikey en el momento preciso en que Mikey estaba a su alrededor. A este paso iba a necesitar ver a un psicólogo.
♪Compartiendo mi cama, uh♪
♪Compartiendo mi pan, uh♪
—¿Q-qué dices Hina? No creo que eso sea verdad... A-ha-ha —la miró con los ojos bien abiertos.
♪Compartiendo mi cama, uh♪
♪Compartiendo mi pan, uh♪
—Pero es en serio —ella insistió, sin notar que Takemicchi estaba tratando de detener el verdadero Armagedón—. He visto cómo siempre le da regalos caros, ropa y demás. El otro día lo vi regalándole unos tacones súper finos —agregó la pelirroja.
—Es cierto y el rubio no se queda atrás —comentó Emma con una sonrisa—. Son derrochadores.
—Oh —Takemicchi se resignó.
—¡Ah! No es para que te sientas mal, Takemicchi-kun, yo aprecio mucho tus regalos aunque no sean caros —afirmó Hina, inocentemente.
Draken y Emma soltaron una carcajada limpia al oírla.
♪Me estoy rompiendo♪
♪Compartiendo mi corazón♪
♪Compartiéndome, compartiendo, me estoy rompiendo♪
♪Compartiendo, ya estoy acabando♪
♪Compartiendo mi vida♪
—Ah... Gracias, Hina —a este punto ni siquiera el papel era tan blanco como Takemicchi.
Podía jurar que vio su alma salir de su boca.
—¿Crees que... realmente le guste Hanna? —Mikey le preguntó a Hinata.
Ella asintió, absolutamente segura, cosa que molestó al Sano.
—Un hombre con dinero no gastaría su dinero en cualquier mujer —puntualizó—. Sólo en la mujer que quiere que sea suya o, en su defecto, que ya lo es... Mikey-kun.
Mikey miró en silencio a Hanna entonces, ella quería ser la reina de Tokyo. Para ser la reina necesitaría dinero, ¿no? Se mordió el interior de la mejilla mientras pensaba en sus canciones. ¨El chico indicado es el del dinero constante¨ o ¨Cómprame un gran diamante¨ eran...
¿Significaba que tendría que conseguir dinero para... conseguirla a ella?
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—¿Sabes? Eres el único que se fija en las letras de mis canciones —ella comentó.
—No creo que sea el únic-
—Pero lo eres.
—¿Qué hay de Hina y Mikey?
—¿Hm? —ella lo miró—. Hina las lee, Mikey las entiende, pero... realmente no le prestan atención a ese punto. Al menos no de la manera en que tú lo haces. Así que quería darte las gracias por eso.
—No tienes ninguna razón por la cual agradecerme —aseguró, poniéndose nervioso por el silencio de la otra chica.
¿A dónde quería llegar con eso?
—Me gusta hacerlo —agregó—, tus canciones... Siento que te conozco mejor cuando leo sus letras, de algún modo.
Ella esbozó una pequeña sonrisa.
—Quería decirte algo, es un secreto —confesó ella.
—¿Sí? Hm... Soy.. todo oídos, supongo.
—Hace días que veo a Keisuke conmigo —le contó, mirando hacia una silla vacía—. Justo en este momento está ahí sentado tomando una soda y hace unos días, estaba conmigo en el doctor cuando nos dieron la noticia de que nuestro bebé será un niño.
Takemicchi la vio en silencio.
—Debiste ver como se alegró, se puso a saltar y todo —sonrió—. Take-kun.
Él se sorprendió al escucharla llamarlo así, ¨como en aquel futuro¨ lo llamó también.
Ella le miró, no le preguntó si estaría bien para ella llamarlo así, sólo decidió que lo llamaría así y punto. ¿Estaba yendo en la misma dirección entonces? Se preguntó Takemicchi.
—Estoy enloqueciéndome, ¿verdad? —la vio soltar una lágrima.
—¿P-por qué dices eso? —se asustó al verla así.
En lo que llevaba de conocer a Hanna podía darse cuenta que realmente no era una persona fría como aparentaba ser, pero verla llorar era tan extraño como ver llorar a Mikey.
—Cuando menciono a Keisuke frente a otras personas siempre me miran como si estuviera loca, pero el día de año nuevo e incluso hoy —sus ojos se posaron en los azules—, no dijiste nada o reaccionaste como los demás... ¿Tú también puedes verlo acaso?
—Yo... No, lo siento —le dijo—. Y sí me sorprendió, pero supuse que de algún modo... Estabas tan conectada con él que quizá podías escuchar su voz... Como Mikey-kun.
No sabría cómo explicarle que Mikey también estaba perdiendo la cabeza así que a Takemicchi no le parecía una total locura que ella también estuviera en las mismas condiciones, eran muy parecidos aunque muy diferentes al mismo tiempo.
—Ah... Mikey —su nombre en aquella voz gélida sonó con rabia.
—¿Estás... enojada con Mikey?
—Él me besó —dijo, cruzándose de piernas—, justo después de decir que era muy pronto para que yo supere a Keisuke y que le molesta verme con Koko e Inupi. ¿No te parece irónico?
Takemicchi hizo una mueca.
—Sí, creo que eso estuvo mal, pero... Mikey-kun no te haría daño y sólo fue un beso... ¿No?
—Tienes razón —su mirada se volvió fría—. ¿Qué es un beso igual? No tiene importancia.
—¿No?
Si Mikey escuchara eso seguro que se le rompería el corazón.
—Bueno, yo solía vender besos, Takemicchi —ella se burló de sí misma—, antes de Keisuke.
Takemicchi abrió la boca como pikachu, sorprendido. ¿Qué clase de trabajo era ese? ¿Vender besos era posible siquiera? Le miró curioso.
—¿Cómo... vendes un beso? —su lado metiche salió a relucir.
Ella se acomodó en la silla con una sonrisa socarrona.
—Hm... Le pongo un precio, ellos pagan y yo los beso —dijo mientras señalaba hacia la puerta—. ¿Quieres que llame a Koko para que veas? Es un cliente fiel.
Un cliente fiel. Takemicchi parpadeó, ¿era esa su relación? En el futuro, Hanna era dueña de una cadena de burdeles, tendría sentido que hubiera comenzado con algo inocente como un beso, pero si iba más allá, probablemente continuaría el mismo camino.
—Hanna-san, tú... ¿Sales con Koko-kun?
—¿Salir...? No lo llamaría así. Él tiene a alguien en su corazón y yo también —afirmó.
Takemicchi la vio confundido.
—Sólo... pretendemos que somos esa persona de vez en cuando —musitó—. ¿Sabes?
—¿Cómo pueden hacer eso? —susurró.
—Porque esa persona... ya no está —carraspeó—, es decir, en este mundo...
Takemicchi entendió entonces que se refería a Baji, se preguntó a quién amaba Koko.
—Oh... ¿Entonces qué hay del rubio?
Hanna cambió su rostro a uno aburrido.
—Estás muy preguntón, Takemicchi... ¿No te habrás hecho espía de Mikey o sí?
La mirada interrogadora de la pelinegra hizo que negara rápidamente con la cabeza. Ella sonrió.
—Creo que Mikey está enamorado de mí.
Takemicchi abrió grande los ojos. ¿Ella lo sabía? Bueno, él la había besado tras un arranque de celos, supuso que las acciones hablaban mejor que mil palabras en ese caso así que cómo no saberlo.
—Yo solía estar enamorada de él...
El ojiazul tragó.
—¿Osea que ya no...?
—No lo sé —confesó, mirando al suelo—. Tal vez sí, tal vez no... Tal vez nunca lo sabré.
—Porque...
Ella se levantó y sonrió.
—Takemicchi, tengo una extraña sensación, ¿sabes?
Ella se puso a un lado de la barandilla que protegía al segundo piso.
—De que te vas a ir muy lejos y no te voy a ver en mucho tiempo aunque sepa que quizá no sea así —la vio mirar hacia abajo con nostalgia antes de verlo a los ojos.
De nuevo esa mirada que parecía poder leer sus secretos. ¿Acaso sabía que volvería al futuro?
—No quisiera que fuera así, eres un gran chico —afirmó—, y me gusta cómo puedes mantener a raya a Mikey, igual que Shin-kun.
—¿Qué hay de ti? —le preguntó—. Si te lo propones... Sé que podrías hacer que Mikey-kun...
—Quizá yo también me iré muy lejos —dijo ella, mirando hacia la tarima de nuevo.
De algún modo, pensó Hanna, Takemicchi le hacía querer confiarle la verdad. ¿Cómo reaccionaría Takemicchi si le dijera que se iba a morir pronto? ¿Lloraría, gritaría, se desmayaría? Bueno, la última quizá era algo extrema.
—Quiero dejar a Mikey atrás —confesó.
—¿P-por qué?
Había hecho lo que podía para alejarse de Mikey, su muerte... probablemente lo mataría, eso la aterraba día y noche, saber que dejaría un gran dolor en sus seres queridos. Pensó en Ryoko también, le rompería el corazón.
Especialmente ahora que no estaba Baji...
—¿Huh?
—En una carrera como la mía, Takemicchi, si quieres abrir las alas y volar... Debes estar dispuesto a lanzarte al precipicio sin mirar atrás —aseguró con una sonrisa.
Al final no fue capaz de decirle la verdad.
Quizá por miedo a su reacción o a que, de algún modo, Mikey se enterase.
—No podría dejarlo... Si decido quedarme con Mikey... tendría que abandonar mi sueño.
—¿Por qué...? Podrías tener ambos.
Ella sonrió.
—No, Takemicchi, la vida nunca es tan fácil —miró al techo, pensativa—. Así que tendré que escoger. ¿Una vida bajo los reflectores...?
Bajó la mirada hasta los ojos azules.
—¿O una vida en la oscuridad? —afirmó.
Takemicchi no lo entendería, él no conocía a Mikey o su posesividad, ni siquiera ella sabía cómo había logrado escapar hasta ahora, pero no tenía mucho tiempo igual.
—No se pueden tener ambas cosas al mismo tiempo.
Takemicchi quiso preguntarle a qué se refería, pero unos toques en la puerta los interrumpieron.
—¿Cariño?
La voz de Koko hizo a Takemicchi se volteara hacia la puerta.
—¿Sí? —ella también se giró.
—Hay una... persona que te está buscando.
—Oh, Takemicchi, es hora de que te vayas —sonrió, fingiendo que no estaba incómoda.
Takemicchi se levantó y ella lo abrazó.
—Gracias por escucharme.
—No hay... de qué.
—Me gustaría que te pases por aquí de vez en cuando, para hablar así, eres la única persona que se sienta a escucharme sin pensar en otra cosa cuando me ve.
—Oh... Sí —él sonrió, confundido—. Vendré entonces en otra ocasión. Hm... Adiós.
Ella sólo se levantó y alisó su vestido, despidiéndose con la mano de él. Cuando Takemicchi salió, vio a un joven de aspecto extraño con el cabello y las cejas blancas, esperando para ingresar. Lo vio de reojo mientras se despedía de Koko e Inui.
¿Quién era ese hombre? ¿Por qué le dio escalofríos verlo?
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—Los Black Dragon están bajo nuestro mando... Kisaki y Hanma dejaron la Toman, justo ahora la primera división es la más grande de la Toman —comentó Chifuyu.
Estaba recostado en la orilla del río mientras Takemicchi estaba parado a un par de metros.
—Incluso si los Black Dragon tienen un motivo oculto... Taiju no murió. Y Kisaki fue echado.
Takemicchi observó en silencio el paisaje.
—Ya no tienes ninguna misión aquí —continuó—. Así que... Vas a regresar al futuro, ¿no?
—Sí...
—Tu hogar es doce años en el futuro... No aquí —apretó los labios en una sola línea—. Con Hina-chan, Akkun, donde ellos están en el futuro.
Los ojos de Takemicchi se aguaron.
—¡Chifuyu, gracias por todo! —soltó, girándose a verlo con las lágrimas rodando sus mejillas—. ¡No podría haber llegado tan lejos sin ti, eres el mejor amigo que he tenido!
Chifuyu sonrió.
—¡Nos vemos en doce años, compañero!
Takemicchi sonrió.
—Adiós.
Takemicchi se recordó el otro día.
—Oh, se me olvidaba...
Takemicchi y Mitsuya estaban buscando a Hakkai para ir a la reunión con la Toman ese día.
—¿Hm?
Hanna comía algo.
—Si de veras quieren saberlo... Se fue por allí —señaló con los ojos cerrados.
—¿Quién se fue? —Mitsuya alzó la ceja confundido al verla.
—Hakkai.
—¡¿De veras?! —Takemicchi se sorprendió de que supiera que lo estaban buscando.
Hanna estaba sentada junto a Akira, el peliblanco de Pandora, semi dormida.
—¿De veras qué? —lo miró confundida.
—Que se fue —replicó Mitsuya.
—¿Quién se fue? —frunció el ceño.
—¡Hakkai!
—¿Cuál Hakkai? —bostezó, Akira sólo soltó una carcajada y negó con la cabeza, indicándole él a los chicos donde estaba el peliazul ya que la pelinegra estaba medio dormida.
Anteriormente se habían reunido con Mikey y los chicos, les contó sobre las últimas palabras de Baji y también les pidió un recuerdo para la ocasión, tomó una foto con ellos a sabiendas que no volvería a verlos en el pasado.
Mitsuya, Hakkai, Draken, Mikey, Chifuyu y él...
Sonriendo porque atesoraría esa foto.
Entonces fue al encuentro con Naoto y le pidió que cuidara a Hina antes de tomar su mano. Recordó en silencio su despedida con Hanna y se prometió que también la buscaría en el futuro, esperando que estuviera mejor que en el futuro anterior.
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—¿Dónde estoy...?
Revisó su teléfono para confirmar que estaba de vuelta en el futuro al notar el 2018. Supo que la línea del tiempo había cambiado porque la última vez que estuvo ahí estaba en prisión. Una parte de él se emocionó. ¿Hina se había salvado entonces?
—¿Hanagaki-kun?
—¿Hm? —se volteó a ver la chica que lo llamó.
Por alguna razón se le hacía conocida, pero no lograba ponerle nombre a su rostro.
—Ha pasado un largo tiempo —le dijo ella, su expresión era nostálgica y triste—. Muchas gracias... por venir aquí durante un tiempo tan ajetreado. Por aquí, por favor.
La siguió, tragó fuerte, ¿era un funeral? Su corazón se fue al piso. ¿De quién, por qué? Se miró a sí mismo. Definitivamente tenía ropa de luto, la chica lo dejó en una fila y se fue a sentar en la recepción, lo que significaba que estaba relacionada con el fallecido.
Cuando llegó su turno, la otra chica lo recibió.
—Gr-gracias por... venir... al funeral de mi hermano —estaba arrastrando las palabras al hablar mientras sollozaba.
¿Su hermano? ¿De dónde había visto esa chica?
—Por favor, vaya adentro —indicó la otra chica.
—¡Ah, sí! —comenzó a caminar donde ella le indicó.
—¡Mantén la calma, Mana!
—Lo siento... Luna.
El corazón de Takemicchi dio un salto. ¿Luna y... Mana? Su hermano... No, no podía ser cierto. Comenzó a correr hasta el lugar del funeral. En el altar vio entonces la foto que lo confirmó todo.
Mitsuya-kun... ¿Está muerto?
Jadeó.
No lo podía creer, aun cuando le vio ahí en el ataúd, no podía creerlo. No había modo.
—Hanna, ¿dónde está? —miró a su alrededor, no reconocía a nadie—. ¿Y los chicos?
¿Por qué... Por qué estaba muerto?
Cuando el funeral terminó, Takemicchi buscó las noticias en su teléfono.
"Administrador de la Tokyo Manji Gang, Takashi Mitsuya. Presunto homicidio. El culpable sigue sin conocerse."
¿Qué mierda estaba pasando?
—Hay algo mal aquí.
"Hinata Tachibana. Accidente automovilístico, pandilla de motociclistas es sospechosa."
—¿Hi-Hina también?
No... Otra vez murió de la misma manera. No había cambiado nada. ¿Qué demonios pasaba? Había guardado el teléfono y comenzó a correr, tratando de buscar alguna pista.
Se cayó al suelo por estar corriendo porque sus lágrimas nublaban sus ojos.
—¡Mierda, mierda, mierda...!
Se puso la mano en el pecho y trató de respirar.
—¡Chifuyu, Naoto...! —gritó—. ¡¿Dónde están?!
Su cabeza hizo clic entonces.
—Ha-Hanna-san... ¿Qué hay de Hanna? Ella vive, ¿no? Sí, seguro que está paseándose de lo lindo con esos dos... ¿No? —buscó su teléfono de nuevo—. ¿Eh?
Notó que había una llave junto a su télefono, de donde vivía antes de comenzar sus viajes en el tiempo. No pensó en otra cosa que en ir allí, olía como a casa. Observó el lugar en silencio.
—De un departamento en lo alto a este lugar otra vez, huh —parpadeó—. ¿Por qué...?
Sus ojos fueron a la mesa donde notó la fotografía que se tomó antes de volver al pasado.
—Así que aquí estás.
Alzó la mirada para encontrarse con el dueño de aquella voz.
—Te he estado buscando, mis recuerdos fueron reescritos —Naoto le sonrió con tristeza—. Lo que significa que regresaste.
—¡Naoto! —lo vio angustiado—. ¿Qué demonios fue lo que pasó...? Mitsuya y Hina...
Naoto le miró serio.
—Has viajado al pasado varias veces para salvar a mi hermana y de todos...
Naoto bajó la mirada.
—Este es el peor que ha pasado —sentenció.
Takemicchi palideció. ¿Así de mal estaba este futuro?
—Claramente mi hermana no fue salvada —comentó, tomando un momento—. Y todos los miembros principales de la Tokyo Manji Gang... han sido asesinados.
Naoto comenzó a explicarle. ¿Chifuyu? Asesinado a balazos. ¿Hakkai? Quemado hasta la muerte. ¿Mitsuya? Estrangulado. ¿Draken? Apuñalado. Agregó que Kazutora y Pahchin, todos los miembros, asesinados.
—Incluso Kisaki —agregó Naoto.
—Kisaki también... ¿Todos...? —lo miró, sus ojos cristalizándose—. ¿Ha... Qué hay de Hanna?
Naoto agachó la cabeza.
—Asfixiada —apretó la mano en un puño—. Luego de Draken...
—No... ¿Po... por qué?
—El sospechoso sigue suelto —agregó Naoto—. No tenemos pistas de donde podría estar.
—¡¿Qué hay de Mikey-kun, también fue...?!
Naoto suspiró.
—Prepárate para oír esto, Takemicchi...
¨El criminal que está siendo buscado por estos asesinatos en serie es Manjiro Sano¨
Fue lo que dijo mientras le mostraba la fotografía de un Mikey con el cabello negro largo y un tatuaje en el cuello. Takemicchi no le creyó, no, no podía creerlo.
—¡Déjate de tonterías! —gritó—. ¡No hay manera de que Mikey-kun los matara... ni a Hanna! ¡Oi!
Naoto le aseguró que él también quería conocer la verdad y la única forma de hacer eso era contactando a Mikey. Él era el único que podía, según Naoto, al ser un ex administrador de la Toman.
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Takemicchi observó la imagen de Hanna en silencio, mientras buscaba en internet encontró que solo había vuelto a cantar un par de años atrás. Entre eso, le llamo la atención la imagen de ella.
¿Realmente es...
Hanna?
Su cabello era morado oscuro esta vez, le recordó a Senna, su ropa de nuevo era bastante reveladora pero su expresión lucía como si estuviera cansada de la vida.
¨Hanna Yagami, ex administradora de la Tokyo Manji Gang, fue encontrada a altas horas de la madrugada en la cama de un hotel sin vida, el motivo de la muerte es asfixia. Presuntamente un crimen pasional¨
Takemicchi sentía que se estaba rebanando los sesos tratando de comprender cómo era posible, Hanna volvía a ser alguien importante en la Toman, pero eso no tenía sentido.
¿Y Mikey era el principal sospechoso?
—Oye, Naoto...
No, es cierto que Mikey adoraba a Hanna a un punto casi asfixiante, pero no podía creer que fuese a ser capaz de matarla. Todo tenía que ser una incriminación, ¿no?
—¿Mikey realmente hizo todo esto?
—¿Recuerdas algo de tu último viaje? —inquirió el pelinegro—. Quizá una pista o algo. Debe haber algo en el pasado que hiciste que causó un gran cambio en el presente...
—¿Estás diciendo que me equivoqué? Yo eliminé a los que volvieron a la Toman lo que era... Los Black Dragon fueron derrotados y Kisaki fue expulsado —explotó—. ¡Todo tenía que estar bien!
—Takemicchi-kun...
—No entiendo... ¿Qué hice mal?
Se agachó un momento.
—Quizá no debí decirle a Mikey que podría hacerlo por su cuenta —murmuró.
Sí, Takemicchi había olvidado la promesa que hizo a Mikey y la repercusión que esta tendría.
—Luego de eso sólo tomé esta foto —señaló la foto en sus manos.
—¿De dónde sacaste esa foto?
—Yo la tenía aquí —señaló y entonces notó lo que parecía ser una carta—. ¡No me digas qu-!
—Déjame ver eso —Takemicchi se la entregó.
Naoto la inspeccionó en silencio y luego señaló.
—La marca postal no es de Japón, es de las filipinas. ¿Esta carta... quién pudo enviarla?
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Manila, Filipinas
Takemicchi tragó en fuerte al ver aquel lugar, definitivamente era el lugar del que Mikey había hablado en el pasado. No estaba seguro si realmente estaría ahí, pero si lo estaba sería la primera vez que vería a Mikey en el futuro.
¿Qué se suponía que debía decirlo cuando lo viera?
Se detuvo un momento. ¿Estaba bien? Mikey no sería el mismo, si había matado a todos... ¿No lo mataría a él también? Palideció. Por un momento pensó en irse, vio a su alrededor, a juzgar por la pila de chatarra ese era el lugar que Mikey mencionó en el pasado, donde el hermano mayor de Mikey había encontrado las babu.
—¿Takemitchy?
Se congeló en su lugar y cuando volteó su rostro pudo ver a Mikey, sentado en una pila de chatarra con una mirada que fácilmente clasificaría para un comercial de una película de zombies. El viento movió sus cabellos negros y le vio sonreír suavemente, con la mirada de siempre.
—Mikey.
Wow, esa mirada realmente no había cambiado nada en doce años.
Finalmente te encontré.
—Hm... ¿Has... estado bien?
—Sí —lo escuchó hablar en voz baja.
—Hm... Uh... Lo —sintió sus lágrimas caer—, lo siento.
—Sigues siendo un llorón —Mikey apoyó su mentón en su mano, sonriendo—, eso no ha cambiado... Te traje aquí porque quería pedirte un favor.
—Huh... ¿Un favor? —aquello le sorprendió.
—Vine aquí para recordar mis recuerdos con mi hermano mayor —Mikey se levantó—. Estoy abrumado de tantos recuerdos. Cuando era joven peleé con muchas personas, aprendí varias cosas, reí y también lloré...
Takemicchi le vio ansioso.
—Así fue como hice a la Toman —sonrió con los ojos cerrados—, me trae nostalgia.
—Mikey-kun —Takemicchi se alegró de ver que seguía siendo él mismo.
Sí, el Mikey que conocía no sería capaz de asesinarlos.
—La Toman cambió demasiado —el rostro de Manjiro se oscureció—. Takemicchi... ¿Por qué dejaste la Toman?
—¿Huh?
¿Él... dejó la Toman?
Aquello lo tomó desprevenido.
—Quería que estuviéramos juntos, que te quedaras a mi lado como lo hubiera hecho mi hermano —dijo—, traté de arreglar las cosas por mí mismo, pero no podía controlarlo todo.
Mikey lo observó en silencio un momento, recordando la promesa que hicieron y que, al final, Takemicchi no cumplió. Él estuvo solo, pasó tantas cosas que lo rompieron, por un momento recordó a Hanna.
Hanna lo había culpado de todo lo que sucedió.
—Mi...
—La perdí, Takemicchi —se miró las manos—. Perdí la luz de mi vida, mi único amor.
—Mikey —su voz tembló.
—Nunca volveré a ser como antes.
Mikey miró al suelo entonces, perdido en sus pensamientos.
—Mikey, ¿de qué... estás hablando?
—Intenté evitar que dejaras la Toman y Kenchin dijo ¨Detente, Mikey¨
Manjiro se sumió en sus recuerdos, podía ver a Draken y a Mitsuya inclinándose ante él mientras decían que el camino que escogió de la violencia... Ellos dos podrían soportarlo, pero Takemicchi era su líder y no querían involucrarlo en eso, no querían verlo como ellos.
—Esos dos... ¿Significa que...?
—Sí... Ellos fueron los últimos —afirmó, mirándolo sin expresión—. Yo fui quien los asesinó.
Cuando Draken murió, Hanna perdió todo. ¿Cómo es que podía perdonarlo? Nunca lo entendió. Siempre le perdonó todo tan fácilmente.
¿Dónde estaba el límite?
—¿Huh?
Takemicchi no podía creer lo que estaba oyendo.
—Esa Toman ya no existe, los chicos están... A todos —Mikey tenía la mirada perdida en el abismo—. Los maté a todos.
—Y Ha...Hanna-san.
Mikey cerró los ojos y Takemicchi pudo ver su rostro contraído por el dolor que le causó la sola mención de su nombre. Mikey alzó brevemente su mirada para fijarla en los ojos azules.
—También —sonrió a secas—. La cité en un hotel.
Mikey se tensó cuando la imagen de Hanna usurpó su cabeza un momento. Especialmente su mirada.
Era difícil para él sacársela de la cabeza normalmente, aunque había logrado controlarlo un poco desde su funeral. Pero cada vez que oía su nombre, la imagen volvía para atormentarlo.
—¿Un... hotel?
Mikey asintió robóticamente.
—Le confesé mis sentimientos —murmuró—, le dije finalmente lo mucho que le amaba...
Mikey, que había estado vagando por el mundo entre su obsesión por Hanna y su amor, fue convencido por él de que la buscara de nuevo. Era irónico que le dijera ¨te prestaré mi juguete favorito¨ y le diera su número.
“¿Hola...?”
La voz de Hanna contestando, el entusiasmo cuando la citó a aquel lugar.
Todavía podía sentirla bajo su cuerpo.
En su cabeza todavía podía verla ingresando a aquel cuarto de hotel con su camisa blanca transparentándose por la lluvia que había aquel día.
Su brasier era negro.
La chica que lo había perdido todo doce años atrás estaba ahí, con una sonrisa, como si nada hubiese pasado entre ellos.
—Ella sonreía tan brillante como un sol, Takemicchi —sintió su vista nublarse.
Miró sus manos. Esa sonrisa, la sonrisa tan brillante y cálida como el sol que podía hacer a cualquier corazón, por más frío y congelado, derretirse ante su presencia. Si cerraba los ojos podía ver su expresión cuando le dijo: ¨Todo este tiempo te he amado, aún te amo...¨
Su sonrisa.
—Ella... me aceptó, a pesar de todo los errores que he cometido —lo miró a los ojos—, ella sólo me aceptó con los brazos abiertos así que le hice el amor toda la noche hasta que se durmió.
Su mirada.
Sí, incluso en ese momento podía sentir sus labios contra los suyos. Las caricias de la originalmente pelinegra, el cuerpo que él enmarcó con sus manos, el olor que desprendía, las uñas arañando su espalda y cómo resonaban sus gemidos en aquel cuarto mientras le susurraba ¨te amos¨ al oído.
—Se veía tan hermosa...
Apretó la mandíbula. El recuerdo de esa noche estaba tan grabado en todas y cada una de las partes de su cuerpo, Manjiro sentía que ni siquiera volviendo a nacer dos veces podría olvidarlo.
Su voz.
Era curioso, su cabello lo volvía loco por momentos, enredándose entre sus labios. Odiaba ese color en ella, le gustaba más su cabello natural.
—Entonces mientras dormía yo...
La pelinegra había hablado con alguien por teléfono antes de ir a dormir, la escuchó decirle a Akira que Mikey finalmente, después de tantos años de negación, había aceptado que la amaba.
“Mikey...”
Cuando ella salió del baño se acercó a él y lo abrazó, estaba tan delgada y débil, cuando lo comentó ella sólo sonrió y dijo que ya no practicaba ningún deporte, a duras penas comía.
—Tomé una almohada y...
Porque luego de ser una marioneta sin vida propia, Hanna olvidó por completo cómo vivir.
—La presioné contra su rostro hasta que no volvió a respirar jamás —confirmó, Takemicchi estaba llorando hasta el agua que no tenía.
Y eso... También era su culpa, porque él creyó que Hana era feliz junto a Izana, creyó que era feliz de tener todo un harem a sus pies. ¿No era así? Se tocó la cabeza.
—Todavía no entiendo cómo me seguía amando pese a saber el monstruo en que me convertí...
Sus labios.
Takemicchi palideció.
—No...
—Es por eso que quiero que me detengas, Takemicchi —le lanzó un arma—. Mátame.
La mirada vacía del Sano hizo que el ojiazul no parara de llorar.
Sin ella...
—Sin Hanna no hay Manjiro —afirmó—, no quiero vivir en un mundo donde ella no está.
Su vida perdió sentido.
Takemicchi no podía creerlo.
—Mikey...
Finalmente lograba encontrarlo, reunirse con él...
—Quiero que todo termine aquí —se acercó a él—. Mi sueño...
¿Y él le estaba pidiendo que lo matara?
—¿De qué estás hablando? No entiendo... Me pi-pides que te mate.
Su voz sonaba distorsionada por el llanto.
—Justo después de que nos reunimos —murmuró—, pero yo... yo sólo quería verte otra vez.
—¨Sólo quería verte otra vez¨
Aún recordaba cómo Hakkai le dijo que hubiese querido ver a Takemicchi y a los demás de nuevo, había dicho que extrañaba aquellos tiempos donde molestaba a Hanna y jugaban a pelearse por Mitsuya. Le había hecho sonreír por un instante.
—Huh, Hakkai dijo algo parecido en el momento de su muerte —le comentó.
—¿Hakkai... en el momento de su muerte?
Mikey le aseguró que cumplir su sueño era difícil, como hacer una nueva era, y cuando Toman iba en la dirección correcta... Y de repente todo terminó de esta manera.
—¿De esta manera?
Takemicchi no lo entendía.
—Cuando asesiné por primera vez —murmuró.
Takemicchi tragó fuerte.
—No sentí nada y pensé que... Todos los problemas de este mundo podrían ser arreglados con asesinatos —se miró la mano por un momento y soltó una pequeña risa.
Takemicchi le vio confundido.
—Lo aprendí de Hanna —sonrió hacia abajo—. Que todo está bien cuando eliminas a aquellos que se interponen en tu camino.
—¿De... Hanna?
—Hm —Mikey miró en silencio el arma—. La primera vez que la vi matar a alguien...
Cuando Mikey dijo eso un flash le vino a la cabeza: Hanna azotando a alguien de uniforme rojo contra el piso, furiosa. Luego ella se levantó con una mirada completamente vacía, como la de Mikey en ese momento, sus manos y cara tenían manchas de sangre. Tragó fuerte.
¿Qué demonios era esa memoria...?
¿Por qué Hanna... mataría a alguien?
No, había algo mal con su cabeza.
—Creo que entendí ese día que yo no era el único que había perdido la cabeza —murmuró Mikey, adolorido—. Es mi culpa por no ver que ella lo perdió todo también.
—¿Perderlo todo...?
—Ya sabes, su familia, su niñera, amigos, a Baji... Y...
Los ojos de Mikey se desenfocaron cuando recordó eso.
—¡Te equivocas, Mikey! —saltó hacia él y lo agarró de los hombros—. ¡No has cambiado!
—Detente, Takemicchi.
—¡Sigues siendo el mismo —continuó—, lo veo en tus ojos! ¡Nada ha cambiado!
—Para...
—No... No has cambiado... Así que... ¡Deja de hablar de asesinatos, por favor!
Mikey lo agarró de la camisa y lo lanzó contra el suelo, inmovilizándolo con su propio cuerpo.
—¿Qué parte de esto no entiendes? —le puso el arma en la mejilla, presionando fuerte—. Adelante, Takemicchi, mírame con esos ojos.
Mikey recordaba cuando fue tras Chifuyu. Él le había asegurado que cuando fuera tras de Takemicchi, sería como si él hubiese viajado en el tiempo, el mismo que conoció en el pasado. ¨Míralo a los ojos y sabrás que no miento, créeme¨Fueron sus últimas palabras.
Así que es cierto...
—¿Escuchas a Hanna cantar, Takemicchi? —susurró—. Hay una canción de ella que siempre me ha dolido. La conoces, ¿verdad? ¨El ascenso de un rey y la caída de una reina¨
Takemicchi abrió grande los ojos, esa canción... ¿Entonces incluso en esta línea ella había cantado esa canción? ¿Qué demonios pasó con ellos cuando Hanna tenía diecisiete?
—¿Sabes cuáles fueron sus últimas palabras antes de dormir? —susurró, apretando el agarre de la pistola en su mejilla.
¨Keisuke siempre me dijo que tú volverías por mí. Realmente creí que tú y yo... podríamos ser una familia¨
—¿Qué demonios significaba eso...?
La vista de Takemicchi se nubló al ver el dolor que atravesaba los ojos de Mikey.
—Toma esa pistola, Takemitchy —las lágrimas amenazaban con salir de sus ojos—. Si no me matas, serás tú el que morirá.
La lágrima de Mikey cayó sobre su mejilla, Takemicchi no podía moverse.
—No podemos regresar en el tiempo —susurró—. Hanna solía preguntarme qué haría si tuviera una máquina del tiempo. ¿Salvaría a mi hermano mayor, a su hermana mayor, a Baji...?
Takemicchi vio como Mikey comenzó a llorar.
—Yo sólo... quería que ella fuera feliz —sollozó.
—Mi-Mikey-kun...
El sonido de un disparo hizo que Takemicchi cerrara sus ojos con fuerzas, preguntándose si realmente eso había sido todo. Un momento después abrió los ojos al notar que seguía vivo.
—¡¿Estás bien, Takemicchi?! —escuchó la voz de Naoto.
—¿Nao...to?
Abrió grande sus ojos, si él estaba vivo entonces...
Miró enseguida al pelinegro, chilló asustado antes de acercarse y abrazarlo gritando su nombre, ignorando el llamado de Naoto y su advertencia para que no se le acercara.
—¡MIKEEY!
Naoto vio el arma a su lado y palideció. El seguro estaba puesto... Manjiro Sano nunca intentó matarlo.
—Tachi-bana... Nao-to... Gra...cias —la voz Mikey lo hizo tensarse—. Takemicchi... no habría podido hacerlo.
—¡Mikey! —lo apretó en sus manos.
—Por fin... Se acabó este infierno —sus ojos se llenaron de lágrimas—, toda mi vida... he estado sufriendo.
—¡Mikey, no, no digas eso! —sollozó.
—Ahora... finalmente podré estar con ella de nuevo, ¿no es así? —su sonrisa se distorsionó—. ¿No me odiará incluso... cuando la maté, Takemicchi...?
—Aún... aún puedo cambiarlo... el pasado —Takemicchi estaba en shock.
No, Mikey no podía morir, no así. ¿Por qué...?
—¿Takemicchi? —Naoto dudó si deberían estar hablando de eso.
—Haré... lo que sea para cambiar el futuro —prometió entre lágrimas—. No voy a rendirme, no quiero... Así que no digas cosas tan tristes...
—Juju, gracias —Mikey sonrió—. Tus palabras... me tranquilizan.
La sonrisa del rostro de Mikey no desapareció.
—Incluso si me estás mintiendo, estoy feliz.
Takemicchi no pudo evitar recordar a Manjiro sonriendo en el pasado...
—Al fin... podré volver a ver a mi reina.
¿Dónde fue todo mal? ¿Dónde? ¿Dónde?
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