| 11; Reconciliación |

Sur de Kanto, reformatorio

Tercer año de Inui y Taiju, 2004

—Yéndote con el uniforme de tu pandilla, ¿huh?

El pelinegro lo estaba esperando con una sonrisa de medio lado, estaban en el tercer año de su escuela media en aquel entonces. A diferencia del rubio, él estaba utilizando el uniforme de donde estudiaba en ese momento.

—Por lo que veo, estás tan loco como siempre —murmuró—. Te tardaste un buen... Inupi.

El mayor se veía más alto porque llevaba tacones, Kokonoi sólo rodó los ojos ante esto y ambos comenzaron a caminar lejos del reformatorio mientras Koko le contaba que había ocurrido mientras él estaba ahí dentro.

—Escuché que los Black Dragons fueron derrotados, ¿eso es cierto?

—Sí, por la Tokyo Manji Gang...

Inupi alzó una ceja.

—Un montón de mocosos que estaban un año por debajo de nosotros —agregó—, y...

Inui se detuvo y se puso serio.

—¿Hay noticias de Hana?

Kokonoi lo miró fijamente un rato. Hana Yagami, la chica de la que hablaba Inupi, era amiga de la infancia de ellos, la chica que Akane cuidaba, que siempre estaba recostada en las piernas de Inupi y...

«¡Tú me gustas,
Kokonoi-san!»

La chica que había rechazado años atrás cuando se le declaró. No había pensado mucho en ella durante el tiempo en que Inupi estuvo en el reformatorio.

—Hm... Según lo que escuché —hizo un mohín, apartando la mirada—, está viviendo en el extranjero luego de la muerte de Haruki-san.

Haruki, la hermana mayor de Hana, fue la niñera de Akane y a veces se veían seguido cuando iba a recoger a Hana de la casa de los Inupi. Era un sol de persona.

—Nadie más la ha vuelto a ver desde entonces así que supongo que no ha vuelto —comentó—. ¿Si sabes que esa chica es... rara?

Diferente de Koko, Seishu siempre ha estado enamorado de Hana, desde pequeño. Esa niña era la perdición, podría darle hasta sus ojos sin pensarlo.

—No digas eso —masculló, molesto—. Espero que vuelva pronto...

—¿Hm? —lo miró por el rabillo del ojo—. ¿Te gusta o qué?

—¿Cómo pretendes que no lo sabías ya? —se burló.

Koko solo se alzó de hombros, algo incómodo al recordarla. Al cabo de un rato, Inui se detuvo de nuevo y frunció el ceño.

—¡Voy a revivir a los Black Dragons! —aseguró.

—¿Es por qué te dijeron ¨Te encargo la siguiente generación a ti¨? Las cosas son diferentes ahora —comentó—. ¿Qué crees que les pasó a los que te dijeron eso? Estuvieron en aprietos cuando los hermanos Haitani de Roppongi obtuvieron poder, así que abandonaron la pandilla y desaparecieron. 

Inupi se quedó en silencio ante esto. ¿Cómo se sentiría Hana si escuchara eso? Miró al cielo un momento. Koko lo miró de reojo.

—Deja de vivir en el pasado —era gracioso escuchar esa frase viniendo de él—, sólo olvídate de los Black Dragons.

—Está bien —sonrió—, simplemente reviviré a los Black Dragons por mi cuenta.

Koko lo observó en silencio y suspiró. Inupi no lo iba a dejar a un lado para nada, era demasiado terco para eso.

—¿Tienes un plan?

—Nop.

—Hm... Está ese monstruo de mi escuela —comentó—, con su poder podríamos revivirlos.

Eso lo hizo enojar. Inupi hizo rechinar sus tacones al detenerse y mirar a Koko con los ojos entrecerrados.

¨¿Con su poder podríamos
revivir a los Black Dragons?¨

—Llévame con él —fue lo que dijo.

Eso significaba que él también tenía el poder si sólo pateaba su trasero, se dijo, sin ninguna intención de reclutarlo.

Seishu quería derrotarlo. 

—Como quieras.

Koko lo llevó con él, era un gigante físicamente, lo había sorprendido pero se tenía fe a si mismo.

Seishu nunca había
perdido antes.

Estaba convencido que no importaba si fuera Toman, Moebius o los hermanos Haitani, él los vencería...

Entonces conoció a Taiju,
y perdió.

—Tú... eres el jefe —su fuerza era impresionante.

Mientras estaba en el suelo, tratando de respirar, no pudo evitar aceptar que Taiju era demasiado fuerte.

—Me parece bien, reformaré a los Black Dragons... En cambio, ¡Kokonoi! —lo miró fijamente, señalándolo—. Tendrás que darme también tu vida.

Ese día, casualmente, Hanna iba pasando por esa escuela pensando en Koko mientras acompañaba a Mary, la amiga de, ahora veintiséis años, de su mamá cuando los vio.

—¿Seishu y Hajime? —susurró—. ¿Porqué está en el suelo...?

Seishu llevaba el uniforme de los Black Dragons y unos tacones morados, al verlo de nuevo sintió su corazón explotar de felicidad. A su lado vio también al pelinegro que le gustaba cuando era más pequeña y sonrió brevemente.

—¡Vamos, Hana! —la llamó Mary, llamando la atención de Seishu—. No te quedes atrás, cariño.

Seishu volteó a verla y los ojos grises chocaron con los verdes. Era el encuentro casual qué hizo a Seishu sonreír.

—¿...Hana

¿No se suponía que
estaba en el extranjero?

.

.

.

Aquel recuerdo hizo que Hanna arrugara la nariz, había estado pensando de más en el pasado.

Keisuke...
Mis memorias...

Desde que te fuiste,
no me han dejado en paz.

¿Qué debo hacer?
¿Dónde... estás?

Últimamente su memoria parecía estar volviendo en pequeñas oleadas, miró el templo en silencio.

Los domingos por las mañanas,
Keisuke y ella solían visitar el templo.

Ahora, los domingos por la mañana,
ella dormía hasta la hora de almuerzo.

Hanna había enterrado su fé
el día que perdió a Keisuke.

Cuando se volteó a ver a Ryoko, le explicó que quería esperar a Emma como siempre.

—¿Ara? ¿Quieres quedarte más tiempo? —Ryoko la miró con temor, no quería dejarla sola—. Sol...

Hanna asintió y sonrió.

—Emma-chan estará aquí pronto —le dijo en un tono tranquilo—, me quedaré a dormir con ella así que puedes volver más tranquila. Es sólo que... Quiero rezar un poco más. 

Ryoko lo pensó un momento y miró el templo, todavía habían un par de personas cerca así que suspiró. Si ella se quedaba en la casa de los Sano sabría que estaría bien así que asintió, entendía que quizá no quería ir a dormir y extrañar a Keisuke en navidad. 

Su época
favorita del año.

Hanna, que siempre dio mucha importancia a los cumpleaños, Halloweens y navidades. Ahora parecía como si fuera un día más, pero luchaba por cambiar.

—Muy bien, por favor me avisas cuando lleguen a la casa —se acercó y le besó la frente—, no te quedes despierta hasta muy tarde. ¿Okay? 

—Hai, gracias —la abrazó con una sonrisa—. Mucho cuidado, Ryoko-san, nos vemos mañana.

—¡Muy bien, nos vemos mañana! —se despidió de ella con una sonrisa, llamando un taxi.

Hanna se quedó viéndola hasta que estaba tan lejos que parecía una hormiguita, volvió la vista al templo, de alguna forma podía ver a Keisuke con ropa navideña sentado en las escaleras, la vista conseguía calentarle el corazón.

Mi amor,
siempre...

Sus labios temblaron un poco al verlo, realmente quería tocarlo, necesitaba su contacto. Apretó la mandíbula, su promesa con Keisuke pesaba ese día más.

«Con Mikey...»

—Kei-chan, levántate de ahí o te dará frío —le regañó con una sonrisa—. Ayúdame a buscar a Emma-chan. ¿Dónde estará...?

Sus ojos encontraron entonces a la pelirroja. Por un momento se asombró, pero luego sonrió.

—¿Hm, Hina-chan?

Se acercó a ella pensando que quizá no había visto bien, pero sí era ella, se propuso asustarla.

—¿Quién viene a un santuario a rezar en navidad? —escuchó la voz de Emma y sonrió.

Era capcioso que preguntara eso considerando que ella también estaba ahí, Emma se veía bonita como siempre, volvió la vista a Keisuke y este le sonrió.

—¡¿Eh?! —Hina se volteó, asustada—. ¡¿Emma-chan?!

—Así que eras tú, Hina —Emma se rió—. ¿Has visto a Hanna-chan?

Al escuchar su nombre dejó de ver a su novio para ver a su mejor amiga, la rubia estaba viendo a Hinata.

—Aquí estoy —se asomó también con una sonrisa.

—¿Eh? —Hina se volteó a verla—. ¡¿Hanna-san también?!

Hanna sonrió y las tres se fueron a sentar mientras se reían ante la coincidencia de ver a Hinata. El mundo realmente era algo pequeño cuando conocías a alguien, bajó la mirada.

«Conocer a alguien... Es como
desbloquear un personaje»

Eso fue lo que le dijo a Keisuke cuando se encontraron en la escuela luego de conocerse. Hanna apretó las manos en un puño. ¿Por qué no podía parar de pensar en él? Seguí aferrándose a él, incluso sabiendo que se fue.

—¿También vinieron a rezar entonces? —preguntó Hina.

—Hm, mi hermano mayor venía cada navidad a rezar. Qué raro, ¿no?  —comentó la rubia—. Y se convirtió en una tradición anual.

Hina miró a Hanna.

—¡Ah! La hermana mayor de Hanna venía con mi hermano así que veníamos juntas también —agregó Emma—. ¿Cierto, Hana?

—Hm... Mi hermana venía cada año, desde que falleció he venido con... Keisuke —señaló hacia atrás, haciendo que Hina le mirase con curiosidad, pero no dijo nada al respecto—. Hoy estábamos esperando a Emma-chan.

Emma le puso la mano en el hombro y la hizo abrazarse a ella. ¿Cómo explicarle eso a alguien? No encontraba las palabras.

—Hm.. ¡Wow, qué coincidencia! —Hina sonrió, tratando de mejorar un poco el ambiente de su conversación—. Yo también vengo cada año en navidad.

—¡No hay manera —Emma se rió—, también eres una rara entonces!

Hanna sonrió.

—Así que eso significa que probablemente todas nos conocimos hace tiempo —murmuró Emma.

Jaja, es posible.

—¿Entonces... Para qué has rezado, Hina?

Hina les contó lo que había sucedido con Takemicchi y que se había enterado de su conversación con su padre, Hanna podía entender la razón detrás de la decisión de Takemicchi. Después de todo parecía que amaba a Hina en serio.

—Hm, debió haber sido muy duro pero... Sólo porque tu papá le dijo que hiciera eso —Emma puso su mano en el mentón, pensativa—. ¡Bien, déjame esto a mí!

Hanna negó con la cabeza, sabiendo lo que haría esa chica.

—¿Hm, Takemicchi?

Draken frunció el ceño, la iba a llamar para saber sobre el paradero de Hanna ya que usualmente se encontraban en navidad, pero esta lo había llamado y cortado preguntando por el Hanagaki antes de que pudiera decir algo. ¿Por qué le preguntaba a él? 

—Emma quiere saber dónde está Takemicchi —le dijo a Mikey, éste solo le miró confundido, no sabiendo que tenía que ver eso con Hanna, sólo le respondió que no tenía idea—. No sabemos dónde está —le dijo a Emma.

—Pues búscalo —fue su respuesta.

—¿Eh? ¿Que lo busque? —se quejó—. Qué fastidio, es navidad, ¿sabías? 

—¡Kenchin! —Mikey lo llamó, decidiendo por ellos.

Ken lo volteó a ver de nuevo.

—Volvamos —dijo—, esa impulse que escuché debe ser la de Mitsuya. ¡Takemicchi debe estar con él probablemente!

—Mejor deberías volver con Takemicchi, ¿lo entiendes? —dijo Emma en tono autoritario, Hanna silbó—. ¡Estaremos frente a la casa de Hina! Ah... Hanna-chan está con nosotros.

—¿Hm, yo qué? —Draken escuchó la voz de la pelinegra y arrugó el ceño.

Así que ahí estaba.

Suspiró y decidió que irían allá tan pronto hallarán a Takemicchi. Se volteó hacia Mikey, este destapó un dorayaki.

—Nee, Kenchin, ¿dónde dejé mi teléfono?

—Me lo diste para no perderlo —respondió—, ven, vamos a buscar a estos idiotas...

.

.

.

Para Seishu Inui, Taiju era fuerte y eso no era todo, su brutalidad estaba fuera de este mundo, por eso en ese momento, mientras veía a Manjiro Sano, no podía creer que realmente creyera que podría contra él.

—Tan sólo ríndete, Manjiro Sano, el jefe está a un nivel completamente distinto al tuyo —aseguró, serio.

Koko sólo estaba incómodo por el rubio, por alguna razón ese tipo no paraba de mirarlo, le daba curiosidad ver al líder de la pandilla que Hanna tanto se esforzaba por proteger.

—Sólo eres una piedra en su régimen militar.

Recordaba haberla oído hablar de Mikey muchas veces, antes de que ella saliera con Keisuke, Inui y él creían que ella se casaría con Mikey... Era algo molesto debido a la naturaleza de su relación, pero ya que era más ¨conveniente¨que otra cosa, no podían quejarse.

—Mitsuya —llamó al peliplata, quien lo miró—. ¿Ese es el chico que estaba con Hanna ayer?

Ese que tenían frente a ellos era el hombre al que ella llamaba ¨El único con cualidades de volverse mi rey¨ cuando hablaba de su sueño de pequeña.

—Ah... Sí, son ellos dos.

Las cosas se acababan de tornar algo complicadas.

—¿Los... dos? —apretó la mandíbula.

Kokonoi entendió entonces su reacción y sonrió de medio lado.

—Así es —Inui le miró de reojo—, estuvimos toda la noche con ella... ¿Eso qué importa?

—Debiste ver como se movía anoche —Inui sonrió de medio lado, siguiéndole la corriente.

Takemicchi abrió grande los ojos.

¿Hanna ya estaba
relacionada con ese par?
Entonces en el futuro...



Takemicchi miró a Chifuyu y este ya lo estaba mirando, ambos estaban confundidos de a donde iba a parar la conversación en ese específico momento. Mikey sólo entornó la mirada, molesto.

—¿Ah? —Taiju ladeó la cabeza—. ¿...Hablan de la chica linda del otro día?

Hasta Hakkai abrió grande la boca al escuchar a su hermano mayor. ¿Chica linda? ¿Desde cuándo Taiju...? Definitivamente no lo conocía por él, miró a Inupi.

—¿Taiju también la conoce? —susurró Yuzuha, confundida—. ¿De qué o por qué?

Mikey volvió su vista a él. ¿Y ese qué se creía? Le había dicho ¨linda¨ a su mundo. Eso era inaceptable...

—Como sea... Te golpeé con el mejor golpe que he dado esta noche —miró a Mikey, se le veía muy bien como para haber recibido su golpe—. Supongo que me tomará más de uno para callarte.

Takemicchi se preocupó entonces. Mikey no se veía bien, no había forma de que estuviera bien, no luego de perder a su gente importante, además Taiju era demasiado fuerte.

¿Acaso Mikey iba a
ser vencido realmente?

—¿Esto es todo de lo que el invencible Mikey está hecho? —provocó Taiju—. Qué decepción.

—¿Cómo conoces a Hanna...?

Taiju arqueó la ceja, no entendiendo como era eso muy relevante en medio de la pelea. Pensó en la chica, su primera reacción al verla fue 'Es linda y tierna' luego la chica lo había insultado y casi golpeado.

No era tan tierna.

—¿Hm? Sólo la fui a visitar al bar —se alzó de hombros, Mikey parecía estar demasiado interesado en ella así que sonrió—. Se veía realmente linda con ese vestidito, es el que le regalaste. ¿No, Koko?

No sabía muy bien cuál era la situación que ella tenía con sus capitanes pero si sabía que ellos corrían cuando se trataba de ella, pero siempre la mantenían al margen de él.

—Lo sé, siempre se ve bien en todo...

Mikey frunció el ceño.

—Sin nada también —murmuró el rubio con una pequeña sonrisa.

Koko sacó su lengua mientras sonreía.

—Es verdad —le dio la razón.

Taiju sólo frunció el ceño y los miró. 

—Como sea, eso no es de mi incumbencia —le restó importancia—. Sólo es cierto que es linda y fuerte.

Ya ellos arreglaban lo suyo con ella.

Eso era pan
de otro muerto.

Mikey apretó la mandíbula. Mitsuya suspiró, si Hanna estuviera ahí... Estaría rezando por ese par de idiotas. Mikey sólo relajó sus hombros y suspiró profundamente.

—Ese golpe que recibí fue para castigarme a mí mismo —replicó, pateando a Taiju hasta el suelo.

Koko e Inui parpadearon más rápido.

—¿Je...fe? —murmuró el pelinegro.

¿Qué acababa
de pasar?

—¡Jefe! —Inui salió de su estupor.

Hakkai estaba estupefacto, realmente lo derribó de una patada.

—¡Mierda! —Koko también reaccionó entonces—. ¿Taiju fue derribado de un sólo golpe...? 

Seishu parpadeó y sus ojos se clavaron en Taiju.

—Así que ese es el invencible Mikey...

Yuzuha sólo podía pensar que era una bestia mientras que Mitsuya sonrió ya que por un momento lo había engañado y Chifuyu se emocionó.

—¡Mikey-kun! —Takemicchi sonrió.

¡Ese era su líder,
el más genial! 

—Ahora... ¿Qué decían?

Mikey miró de reojo a los dos de Black Dragons, Koko tragó fuerte. 

Oops.

—¿De qué? —Inui, por otro lado, no le importó y lo miró a los ojos.

Para Inui, esto era mucho más personal de lo que era para Koko. A diferencia de Koko, Mikey y él tuvieron sus problemas en el pasado por Hanna.

—¿Que se "ve bien sin ropa" dices?  —Mikey empuñó su mano—. Creo que eso fue lo que dijiste.

—Hm... ¿Y la mentira? —sus ojos estaban fijos en el contrario—. Lo hace, Mikey, se ve divina. Una diosa.

Mikey frunció el ceño, ¿cómo podría asegurar eso? ¿Cómo se atrevía a decir eso? Tuvo un mal sabor de boca cuando pensó en la posibilidad.

—Ey —Koko lo agarró de la mano.

El pelinegro quería vivir para ver el mañana, pero si Inupi seguía provocándolo no era algo tan plausible.

—Ya basta, Inupi —le apretó la mano—, el jefe perdió contra él.

Takemicchi jadeó y se puso en su campo de visión cuando vio sus intenciones de atacarlos, al ver esto Mikey suspiró.

—He decidido... ir con mi hermano y Baji en cada navidad —le dijo a Takemicchi—, ¿sabes?

—Mikey-kun —murmuró, asustado de que lo que dijo Kisaki fuera cierto y Mikey estaba loco.

El rubio le enseñó que llevaba en su collar el amuleto de la Toman original. El anillo de Hanna estaba ahí.

—Manejo el recuerdo que dejó mi hermano y visto el que me dejó Baji —murmuró—, cuando conduzco mi motocicleta en la nieve es como si ellos siguieran conmigo.

—¿...Recuerdo? —Takemicchi suspiró.

¡Por un momento pensó
que perdió la cabeza!

—Mi hermano, Baji y ustedes, chicos, los llevo a todos ustedes conmigo —se tocó el pecho y sonrió, pensando en Hanna también—, eso es lo que me hace fuerte.

—Mikey-kun...

A Hanna no le gustan las peleas en navidad.

—¡Bien, chicos! La navidad está acabando, pero vamos a conducir —les dijo, sonriendo—, a rodar.

—¡¿A dónde crees que vas?! —la voz de Taiju los interrumpió.

Inupi se acercó para ayudarlo a levantarse, todavía algo sorprendido de todo lo que pasaba.

—¡Esto aún no acaba, Toman! Koko, llama a nuestros soldados —ordenó Taiju—, pondremos a cien de nuestros mejores hombres contra ellos.

Takemicchi lo vio con el ojo que no tenía hinchado.

¿Qué demonios
le pasaba?

Koko lo miró de reojo y asintió, yendo afuera para llamar a los demás hombres de su pandilla.

—Ya voy.

Una parte de él todavía estaba pensando en lo que hizo Inupi, ¿por qué intentar provocar a Mikey en ese modo? Su rostro se sonrojó al recordar a la chica de la forma en que dijo Inui.

—¡No dejaré que ninguno de ustedes se vaya, esto termina aquí —gritó—, no perderé ante nadie!

—Taiju... Los Black Dragons son fuertes.

Mikey bostezó.

—Pero ellos no pueden crear una nueva era —le dijo—. Tú eres bueno peleando, pero no tienes corazón... Nosotros vamos a crear una nueva era, así que siéntate y observa.

—¡Oye, Koko!

Inui suspiró, estaba ayudando a Taiju, pero era pesado.

—¡¿Qué demonios estás esperando?! —gritó Taiju—. ¡¿Dónde están mis soldados?! 

Koko solo se quedó quieto en la puerta, aterrado ante la escena. Todos sus mejores hombres en el suelo, el chico que Hanna llamaba su hermano mayor en el centro, a duras penas respirando tranquilamente.

—¡Muévete!

La fuerza de Toman era realmente aplastante. Podía ver que Hanna realmente apostaba al caballo ganador.

—Jefe... Ya perdimos —fue su respuesta.

—¡Déjame ir, Inui! —salió corriendo y cayó al suelo—. ¿Eh?

—¿Hm?  —Draken, que estaba sentado descansando, volteó la mirada hacia atrás.

No sabía cómo explicarle a Mikey, que había dejado con él su télefono, que tenía un par de llamadas perdidas de Hanna de hace unas horas, pero no creía que fuera tan importante si al final irían a verla más tarde con Takemicchi.

Mikey no le creería
que ella lo llamó igual.

Miró al hombre que estaba en el suelo sin camisa y de rodillas. Taiju Shiba, huh, se mordió el pulgar.

—¿Qué... pasó aquí? —lo escuchó decir.

—Oh... ¿Cómo están las cosas allá? —le preguntó entonces—. ¿Le avisarías a Mikey que ya terminé?

Dentro de la iglesia, Chifuyu estaba tratando de coordinar como podrían pelear contra esos cien, pero Draken se paró en la puerta al ver que ninguno salía.

¿Qué demonios
estaban esperando?

—¿Hm? —los vio quedarse callados—. ¿Por qué tan callados, todos?

—¡¿Draken?!

—Ey, Mikey, he pisoteado a todos los de afuera —señaló hacia atrás—. Taiju Shiba perdió contra ti y todos sus soldados fueron derrotados, su voluntad de pelear desapareció por completo.

—¡Yup! —Mikey sonrió.

—¿Qué...? —Takemicchi no podía creerlo.

—¡Los Black Dragons están muertos —declaró Mikey—, la Toman gana! 

Mientras todos estaban asombrados al ver la escena que Draken dejó afuera, él mismo apartó a Mikey por un momento y le comentó de las llamadas al oído, Mikey abrió grande los ojos.

¿Ella... lo había llamado? Frunció el ceño.

Tenía que ser
una broma.

Esa chica tenía demasiado orgullo, si realmente estaba molesta con él no lo llamaría, incluso si fuera navidad. Aunque, se recordó, nunca duraban mucho enojados.

Ella siempre
me perdona.

Draken sólo se alzó de hombros, él también estaba algo sorprendido de que ella hubiese tomado la iniciativa aunque dado que usualmente se la pasaba con ellos en navidad, supuso que podría ser una broma de Senna.

—¿Takemitchy? —Chifuyu se le acercó al verlo callado. 

Takemicchi sonrió con lágrimas bajando de su ojo.

—Misión cumplida —susurró.

Habían pasado la navidad sin que nadie muriera. Nunca pensó que pensaría algo como eso, qué triste sonaba en realidad, pero se sentía muy feliz. Tanto que la tensión finalmente lo alcanzó.

—¡Lo hiciste muy bien! —lo halagó Chifuyu, sonriente.

Takemicchi se desmayó entonces. Por suerte para él, Mitsuya logró agarrarlo y lo cargó en su espalda antes de que fuese a caer al suelo.

—Gracias, Takemicchi —le dijo y sonrió al ver a Mikey acercarse—, vencimos a los Black Dragons gracias a Mikey y Draken, pero... Sin duda, el MVP de esta noche fue Takemicchi.

Todos sonrieron de acuerdo.

.

Mientras tanto, Koko observó a los hombres en el suelo en silencio, ¿qué pensaría Inupi hacer ahora? Lo miró.

—Esto se acabó —murmuró Koko a un lado de Taiju.

—Jefe... Terminamos —declaró el rubio, pasándole por el lado y bajando las escaleras, con la voz seca—. Fue un lindo sueño, corto y fugaz.

Cuando estuvo abajo se detuvo, no quería mirar atrás, ahora que Taiju no estaría entonces quería saber qué haría Koko, después de todo fue Taiju quien le había reclutado. Tomó aire.

—¿Qué vas a hacer...? —se atrevió a preguntar entonces—. Koko...

—¿Qué más? —sacó la lengua, sonriendo—. Voy contigo...

Inupi se alegró de oírlo.

—Hasta luego, Taiju —se despidió el pelinegro. 

Mientras iban caminando, Koko abrazó por los hombros a Inupi y lo acercó más a él, con su boca cerca a su cuello, logrando erizarlo por el choque de aliento.

—¿Viste cómo me miró ese tipo? —susurró, riendo—. Por un momento creí que me mataría.

Estaba hablando de Mikey.

—Tuviste suerte de que Taiju se levantara —murmuró—, estoy casi seguro que iba a ir por nosotros en ese momento.

—Y aun así seguiste provocándolo —le picó la mejilla con el dedo—. ¿En qué estabas pensando?

¿En qué estaba pensando? Simplemente pensó en ella, lamentablemente con la conversación un par de escenas pasaron por su mente, no muy puras.

Dios, tremendo pecador.
Pensando en eso en la iglesia.

Bueno, también le dio con un fierro en la cabeza a alguien en medio de la iglesia así que seguro que se iba al infierno. Hizo una pequeña mueca.

—Ah... De repente pensé en ella desnuda y gimiendo como esa vez —murmuró, mirando al cielo con las mejillas rojas—, no podía concentrarme así que probablemente dije cosas que no debía. ¿Verdad?

Koko estuvo perplejo un momento antes de soltar una carcajada.

—¿Te hace falta follar, Inupi?

Lo miró de reojo. No era especificamente eso, lo que le hacía falta era ella. Claro que no se quejaría si viene en esa presentación. No, piensa en trenes y dinosaurios, Seishu Inui. Estaba frustrado.

—Quizá —meneó la cabeza—. ¿...A ti no?

Koko lo pensó un momento. Luego de que Hanna literalmente les terminara de una forma cruel y repentina, no habían hecho mucho, así que quizá sí.

—Hm... Bueno, es cierto que desde que empezó a salir con ese tipo no nos pelaba ni una naranja —suspiró—. ¿Cuánto tiempo más...? 

Ambos de repente sintieron una mala vibra a sus espaldas y comenzaron a correr lejos, estallando en risas en la otra esquina ante la paranoia de que Mikey los hubiese escuchado.

—Deberíamos ir bajo perfil por los próximos días.

—Ya lo creo...

—Si Hanna se entera que nos peleamos en navidad y con la Toman... Nos arrancará las orejas.

Hajime palideció un poco.

—Tendremos suerte si eso es lo único que nos arranca —se burló Koko. 

Inui se sonrojó brevemente y apartó la mirada, Koko amaba esas reacciones.

—¿Crees que se contentará si le doy un bolso?

Inupi arqueó una ceja.

—¿... Alguna vez la has visto llevar uno? —preguntó con los ojos entrecerrados.

El único bolso que le habían visto usar a Hana en toda su vida era la maleta de la escuela y usualmente siempre hacía que alguien más la cargara.

—Hm... No —hizo una mueca—, es verdad. ¿Qué clase de mujer no le gustan los bolsos? Entonces Inupi, tendrás que recomendarle un par de tacones, eso se te da bien. 

—Idiota —Inui sonrió—. No es una mala idea, y una falda que vaya a juego.

La imagen mental que
se tuvieron ambos.

—¡Estás muy caliente! —se quejó.

—Así te gusto —esta vez fue Inupi quien le sacó la lengua y se adelantó.

Tras un momento de procesar aquello, Koko se mordió el labio y comenzó a seguirlo.

—Joder que sí.

Kokonoi, al igual que Hana, agradecía por mucho su orientación sexual en momentos así.

.

.

.

—¿Hm...? —Takemicchi parpadeó—. ¿Eh... estaba dormido?

—¿Ya estás despierto, Takemicchi?

Takemicchi se enderezó en la moto al recobrar la consciencia por completo, sorprendido.

—¡¿Mikey-kun?!

Miró a su alrededor, desorientado y luego bostezó.

—¿Eh...? —no vio a ninguno de los chicos a su alrededor—. ¿Dónde está todo el mundo?

—Todos se fueron —respondió.

No tardaron en girarse por el parque donde vivía Hina y Mikey aparcó la moto. Kenchin ya estaba ahí junto a ellas, los ojos negros se fijaron en la pelinegra.

¿Otra vez está
hablando sola?

Mikey arrugó la nariz.

—¿Eh? Esto... ¿Qué? —parpadeó al ver a ese par de chicas—. ¿Hina... Y Hanna-san?

Hello, Takemicchi —movió su mano a modo de saludo y miró a Mikey, haciéndole señas para que se apartaran de ese par—. Your face is...

Hanna se detuvo levemente.

Your face is so fucked up —soltó una risa—: Tu cara está vuelta mierda.

Takemicchi ladeó la cabeza sin entender.

—¿Eh?

Draken se acercó a ellos y Emma empujó deliberadamente a Hanna hasta su hermano, quien la sostuvo enseguida. Draken fingió que no vio nada y sólo miró al cielo, Emma silbó entonces.

—Mikey —la escuchó balbucear—, Keisuke me dijo que vendrías... 

Mikey frunció los labios. Igual que él, Hanna parecía no parar de pensar en Baji, era difícil.

—¿Hm? 

No obtuvo respuesta, la chica parecía haberse quedado dormida parada, suspiró.

¿Todavía tenía el hábito de
dormirse en cualquier lugar?

Sonrió.

—Tienes un hábito horrible —murmuró, soportando su peso en sus brazos y recargó su cuerpo contra el suyo, observándola en silencio por un momento. Se veía tan hermosa—. Eres hermosa.

Por otro lado, luego de muchas palabras incoherentes de parte de Takemicchi, finalmente se reconciliaron.

—¡Pero no llores! —murmuró Hina. 

—¡Pero no puedo parar! —claro que seguía llorando.

Hanna abrió los ojos y bostezó ante los gritos.

—¿Qué pasa...?

Alzando la cabeza rápido cuando sintió que estaba recostada en el pecho de alguien, tragó fuerte y entornó la mirada cuando casi choca con el rostro de Manjiro.

—Mikey...

Ambos se quedaron viéndose el uno al otro con los ojos fijos en el otro. Mikey podía sentir su respiración, si quisiera podría saborear sus labios sólo con moverse un par de centímetros adelante.

La tensión...

¡Wa, Hina, estoy tan contenta por ti!

Emma estaba llorando, haciendo que Mikey sonriera.

—¿Por qué estás llorando, Emma? 

Hanna agachó entonces su mirada, pero no tenía donde escapar pues Manjiro la atrapó en sus brazos, optó por esconder su rostro en el pecho del mayor, mascullando entre dientes.

—Es débil a las mujeres, débil en las peleas, pero te cubre las espaldas cuando las cosas se ponen difíciles —murmuró Draken, viendo a Takemicchi—. ¡Es como... ¨él¨! 

Hanna recordó con una sonrisa la primera vez que Mikey y Draken le hablaron de Takemicchi, pero luego el sólo pensamiento la molestó.

Quisiera volver
a esos días...

No, miró a Keisuke atrás de ellos, quiero volver a la noche en que nos conocimos. Quería volver al inicio de todo, quisiera tener esa clase de poder y salvarlos a todos.

—Sí...

Mikey sonrió entonces y asintió.

—¡Takemicchi! 

Takemicchi se volteó a verlos y parpadeó, ¿de cuando esos dos se abrazaban así de cerca? Hanna carraspeó y se alejó de Mikey de un empujón. Emma y Hina le miraron atentas, ella se hizo la loca y miró a cualquier lado menos a los otros presentes. Draken negó con la cabeza.

—Ven a dar una vuelta conmigo —le dijo Mikey y lo agarró del brazo—. Vamos, vamos.

—¿Eh? ¡E-espera, Mikey-kun!

Mikey literalmente lo arrastró hasta su motocicleta, dejándolos a todos entre risas que murieron tan pronto la babu desapareció de sus vistas.

—¿Y bien? —Draken y Emma la miraron—. ¿Qué fue eso?

Sus hermanos eran bastante chismosos, ya lo había confirmado muchas veces en el pasado. Una pequeña sonrisa brotó en sus labios momentáneamente y desapareció.

—¿Hm? —ella sacó de su chaqueta un bombón y lo destapó—. ¿Qué fue.... qué?

Se metió el bombón a la boca mientras sonreía socarronamente.

—¡¿Bromeas?! —Hina chilló entre risitas—. ¡Estabas súper cerca de su boca!

—Nah —ella se sacó el bombón de la boca—, él estaba muy cerca de la mía —la corrigió.

Draken rodó los ojos.

—Chicas —dijo, poniéndose las manos tras la nuca—, las dejaré hablar, estaré sentado por allá... Me estoy muriendo de frío. 

Ellas asintieron entre risas y comenzaron a hablar de la relación de Hinata con Takemicchi, la relación de Emma con Draken que todavía no lograba concretarse y por último, de la situación de Hanna.

—Que no hay nada —suspiró.

—¿Qué hay del chico de navidad? —Hina chilló—. ¡Te regaló joyas! 

Hanna pensó en Hajime, pero su cabeza terminaba inevitablemente pensando en el día en que Keisuke la vio con él y la forma en que reaccionó. Cada vez estaba más segura que ese día la embarazó.

No tenía pruebas,
pero tampoco dudas.

—¡Te regaló joyas —se burló Emma—, amiga, joyas!

—Jaja es verdad —sonrió—. A Koko le encantan las piedras preciosas así que asume que a todos les encantan por igual.

—¿Hm? —Hinata la miró confundida—. ¿No te gustan?

—¡¿A quién no le gustan las joyas, Hina?!

Hanna solo se removió incómoda. Explicar su situación con Koko era complicado, ella probablemente no entenderían así que sólo se decidió que lo mejor era desviar el tema.

Oh, Seishu me regaló esto —les enseñó el relicario que le regaló el rubio por navidad. 

Era de oro rosa y tenía en ella la ecografía impresa de su bebé. Abajo de ese, llevaba el collar que le regaló Keisuke.

—¡Eso es taan romántico! —chilló Emma, sonriendo.

Draken las observó desde donde estaban, cuando gritaban era imposible no escucharlas, sus ojos fueron hacia el collar que Hanna les estaba mostrando.

Mikey estaría
furioso de verlo.

—Oye, Hanna... 

—¿Hm?

—Ahora que lo pienso, a ti te gustan mayores, ¿no? —comentó Emma, alzando las cejas sugerentes—. Es decir, antes te gustaba mi hermano y Wak-

—¡Shh, Emma! No reveles mi oscuro pasado —le tapó la boca, sonrojada—. Por favor.

—Pero incluso esos dos también son mayores —se burló la pelirroja—. Y H-

Hanna sólo apartó la mirada, silbando, mientras el par de chicas se cagaban de la risa.

Todos son mayores —murmuró Emma, mientras en su mente incluía a Mikey y Keisuke en el paquete.

.

.

.

Takemicchi iba en la moto con Mikey, sin saber a dónde iban o por qué, sólo estaba ahí.

—¿Mikey-kun, dónde están tus padres? —preguntó.

Para Takemicchi,
Mikey era un misterio.

Cuando estaban todos él daba miedo, pero por alguna razón, cuando estaban ellos dos solos sentía que le diría cualquier cosa que preguntara, como si estuviera más tranquilo.

—¿Hm? No tengo —replicó—. Soy solo yo, mi abuelo y Emma 

—¡Wow! Así que tu abuelo te crió, eso es sorprendente.

—Emma y yo no tenemos la misma madre —le contó—, por lo que solíamos vivir en casas diferentes...

Takemicchi se sorprendió.

—Su madre... La dejó con nosotros hace unos diez años(?)... y desapareció.

—Vaya... qué salvaje.

—Mi hermano nos crió a ambos —agregó—. Él era diez años mayor que yo y nosotros lo seguíamos a todas partes, nos enseñó todo tipo de cosas... 

Mikey se quedó en silencio por un rato.

—A veces no sé qué sucede...

Takemicchi lo observó.

—Mi hermano debería estar aquí —susurró—, pero no está y no comprendo lo que eso significa.

A veces no comprendía bien a Mikey o lo que decía, pero si que podía ver el cambio en su expresión y la firmeza que sus ojos a veces demostraban.

—Cuando eso pasa mi mente se pone en blanco, no distingo a la derecha de la izquierda o arriba de abajo —dijo—, ni sé lo que está bien o lo que está mal.

—Mikey-kun...

Takemicchi pudo ver que él también lo sabía, que estaba perdiendo la cabeza. Se bajaron de la moto cerca a un puente, todo estaba absolutamente cubierto de nieve, pero ambos caminaban.

—¿Te conté que mi hermano estaba enamorado de la hermana mayor de Hanna?

—¡¿Eh?!

—Hm, la perseguía a todas partes —comentó con una sonrisa—. Claro que ella nunca le prestaba atención. Llegó a rechazarlo veinte veces...

—¡¿Veinte veces?! 

Ambos soltaron una carcajada limpia ante eso.

—Vaya... Hablando de Hanna-san teniendo una hermana mayor —murmuró—. ¿Dónde está ella...? Creí que Hanna estaba viviendo en la casa de Baji-kun.

Mikey asintió.

—Su hermana murió poco después de que Shinichiro muriera —le contó, Takemicchi lo vio triste—. Al principio creímos que fue un asalto...

Mikey bajó la mirada.

¿Cuánto tiempo estuvo ella ocultando
la verdad sobre su hermana y Pandora?

A veces no entendía porque Hanna había hecho eso, no es como que ellos se hubiesen enojado con ella. ¿Creía que la culparían? No era realmente su culpa.

No, tal vez era ella
quien se culpaba.

—Al parecer Pandora se metió con personas peligrosas... Planeaban matar a Hanna —Takemicchi abrió grande los ojos—, pero Haruki, su hermana mayor, se hizo pasar por ella esa vez. 

Takemicchi tragó fuerte.

—Desde entonces... Hanna no es la misma —aseguró—, es más inestable y propensa a cometer... cosas malas. Por eso cuando empezó a salir con Baji todos nos sentimos aliviados, pensando que ella finalmente volvería a ser la misma de antes.

Takemicchi palideció.

¿Entonces qué sería de Hanna
ahora que había perdido a Baji?

¿Seguiría los mismos pasos de la Hanna que vio en aquel futuro? Lo que si estaba seguro es que ya no estaría casada con Mikey, al menos no desde este año, pues se suponía que se casaban en diciembre y diciembre ya estaba por terminar. 

—Mi hermano era el jefe de una pandilla de motociclistas —Mikey cambió de tema abruptamente—... Y apestaba peleando.

—¡¿Qué?! —no podía creerlo—. ¡No hay manera! Eso es impactante, ¿tu hermano no sabía pelear?

Manjiro soltó una risita y comenzó a contarle como todo el mundo se reunía alrededor de su hermano, como lo idolatraban todos los delincuentes, a Shinichiro.

Un chico más débil
que todos ellos.

Incluso cuando le preguntó, solo le decía que no necesitaba entenderlo aún. 

—Cuando mi hermano lideró a todos los tipos rudos en Tokyo... Él brillaba más que cualquier otra cosa —confesó—. Estoy seguro que nunca pensaron en perder si él les cubría la espalda.

Takemicchi podía ver lo mucho que Mikey admiraba a su hermano mayor.

—¡Como tú, Mikey-kun! 

—Soy débil —murmuró.

—¿Eh?

—Pero tú eres fuerte, Takemicchi —le sonrió.

—¡¿Eh?! 

—Lo que es realmente importante no es que puedas ganar en una pelea, es no perder contra ti mismo —aseguró—. Aunque seas débil, nunca te rindes ante nadie, ni siquiera ante el líder de los Black Dragons.

Takemicchi sonrió.

—Cuando sienta que voy a explotar y que estoy a punto de desaparecer... Quiero que me regañes, Takemicchi —sonrió con los ojos cerrados—. Como lo haría mi hermano.

Los ojos de Takemicchi se aguaron.

—¡Por supuesto que lo haré! —prometió.

¿Pero realmente podría
cumplir aquella promesa?

.

.

.

Hanna estaba sentada en el patio de los Sano cuando escuchó la moto de Mikey aparcar y lo volteó a ver. Ambos tenían una conversación pendiente, él le sonrió cuando la vio y se acercó a ella, estirando la mano.

—Levántate de ahí —dijo—, pescarás un resfriado y no es bueno para ti.

La visión de Keisuke se puso a un lado de Mikey y Hanna lo observó boquiabierta por un instante.

—Ya, ya —suspiró y tomó la mano del mayor para levantarse, de nuevo la cercanía entre ambos la hizo retroceder levemente—. Hm, te tardaste... ¿Llevaste a Takemicchi a su casa?

—Sí, ven, entremos —le señaló el cobertizo que tenía por cuarto—, no quiero que te resfríes.

Ella asintió y lo siguió dentro, notó que su cuarto no había cambiado mucho desde la última vez que había estado ahí y suspiró. Caminó despacio hasta la cama y se sentó en ella, quitándose la chaqueta para estar más cómoda, miró a Mikey sentarse en el piso frente a ella tras hacer lo mismo.

—Hm... Necesitamos hablar —dijo él. 

Ella asintió.

—Yo... Um, lamento lo que pasó en nochebuena —comenzó, como lo había practicado con Kenchin antes, ella volvió a asentir—. Me porté mal... al alejarme así sin decir nada. 

—Me ignoraste.

—Sí —aceptó, con voz suave—, y fue mi error... Lo siento.

—Yo... Te vi irte y pensé que había hecho algo mal —su voz tembló—, no entendía porqué te alejaste sin saludar y de paso arrastraste a Draken, fue muy incómodo y... sí, me dolió. 

—Perdón —se disculpó, mordiendo el interior de su boca—. Hm, yo... Te vi con los chicos de los Black Dragons, me enojé al verte con ellos, él te estaba cargando y pensé que...

Mikey no se atrevería a confesar que tenía celos, así que apartó la mirada, todavía tenía un mal sabor de boca al recordar como ese sujeto se había expresado de ella. ¿Por qué su mente le podía creer a esos dos? ¿Era en serio que sabían cómo se veía...? No, no quería ni pensar en eso.

—Pensé que olvidaste a Baji muy rápido —mintió.

Eso no sonaría
tan mal. ¿O sí?

—Mikey —su voz se tornó gélida y él se maldijo mentalmente—. Eso no lo puedes juzgar tú.

¿Qué había olvidado a Keisuke?
¿Podría olvidarlo algún día siquiera?

—Lo siento —carraspeó—, ¡pero él te estaba cargando!

Mikey quería reclamarle porque estaba claro que la forma en la que se abrazaron... Al menos el pelinegro no lo hizo solo como un abrazo amistoso.

—Porque estaba feliz de que hiciéramos mucho dinero con esa presentación —explicó ella entonces, suspirando—. Koko es como mi manager, consigue mis presentaciones y hacemos dinero juntos. Ya está.

Mikey se sorprendió al oír eso, no tenía idea, él sólo creía que ella se presentaba así porque tenía talento para hacerlo. Nunca hubiera pensado que alguien más estaba involucrado en el proceso, se preguntó si Baji lo sabía. ¿Qué? Era una estupidez, por supuesto que su novio lo sabría bien.

—¿Entonces... no hay nada entre ustedes?

Aquella pregunta la tomó desprevenida. ¿Cómo responder eso? Alzó los hombros.

—No quiero ser novia de nadie, Mikey, luego de Keisuke... Creo que estoy mejor soltera —afirmó.

No le diría a Mikey que ser soltera no tenía nada que ver con poder divertirse de vez en cuando, sabía que era muy posesivo, mira si le decía y corría el riesgo de que fuera a buscar a Koko o algo.

—Entiendo —asintió—, hmm... ¿Entonces sí me disculpas? Te juro que no fue mi intención hacerte sentir mal, yo solo... No debí actuar como un idiota.

—Es bueno que lo sepas —ella sonrió—. Descuida, todos cometemos errores, lo importante es admitirlo. Me alegra que lo hayas hecho.

La expresión de Mikey se suavizó.

—De verdad lo siento —repitió con remordimiento—, aprecio nuestra amistad y no me gustaría arruinarla por mis pensamientos estúpidos. 

Hanna se acercó a él y lo abrazó. 

—Ey —le dio un par de palmaditas en la espalda—, no vas a arruinar nada. Gracias por tomar el valor de disculparte, tratemos de ser mejores y más honestos en el futuro. ¿Sí?

—También... me dolió saber que no dijiste que te presentarías —murmuró él—. No nos hemos visto tanto desde que saliste del hospital, sentí que te estabas alejando, no solo de mí sino de todos en la Toman.

Ella se apartó y enderezó, suspirando.

—Tienes razón, lo siento —se disculpó también—. La verdad es que... después de la muerte de Keisuke me ha costado mucho enfrentarme a los recuerdos.

Mikey vio como sus ojos se cristalizaron y se dio cuenta que Draken tenía razón.

—Verlos a ustedes me hace pensar en todo lo que perdimos y no quería que me vieran triste o que se sintieran mal así que traté de alejarme —confesó, abrazando sus piernas—. Quería tiempo para procesar lo que sentía, y viéndolos... No iba a funcionar.

—Entiendo, sí... Nunca pensé en lo difícil que fue para ti —susurró—, debí haber sido más atento y preguntarte cómo estabas, estar para ti, en lugar de dejar que mis sentimientos me ganarán.

—Descuida —ella se limpió con la mano una lágrima que cayó—, yo también debí ser más honesta y abierta con ustedes... contigo. Es cierto que el dolor me hizo alejarme, pero eso no era justo con ninguno de ustedes.

Mikey y ella se quedaron en silencio por un rato más antes de sonreír.

Era bueno que todo
se hubiese solucionado.

.

.

.

—¡Estoy emocionada〰️♡!

La mesa de la primera fila donde, usualmente estaba Baji, ahora estaba ocupada por los seis peligrosos de Pandora. Los hombres ahí miraron con vergüenza a Kimi que parecía loca.

La regla número uno es que debes divertirte
Pero cariño, cuando termines, debes ser la primera en huir
Regla número dos es no encariñarte con
Alguien que podrías perder
♪Así que déjame decirte

—Tenía tiempo que la escuchábamos cantar —murmuró Asa—. Todos juntos.

Bueno, eso es su culpa por ser tan lentos y no cumplir con la única misión que tenían ese día —replicó Senna. Asa sólo le miró de mala gana al no poder rechistar porque tenía razón—. Agradezcan que los perdonó fácil...

—Ya lo creo —afirmó Yuki. 

Esto es como ser una rompecorazones
A los chicos les gusta un poco de peligro
Haremos que se enamoren de una extraña
Una jugadora, cantando ¨Te a-a-amo¨
Como ser una rompecorazones
A los chicos les gusta como luce el peligro
Haremos que se enamoren de una extraña
Una jugadora, cantando ¨Te a-a-amo¨
Al menos creo que lo hago

—Hoy hay más gente de lo normal —comentó Hina.

—Desde que se presentó en nochebuena en el parque central llamó más la atención —afirmó Mitsuya—. Nuestra bebé dragón es toda una rockstar.

—Ohh, así que es eso —Hinata miró a Emma con una sonrisa—. Tenemos una rockstar.

Porque te a-a-amo

—Ya lo creo, amiga —se rió. 

Regla número tres, lleva tu corazón en la mejilla
Pero nunca en tus mangas, a menos que quieras probar la derrota
Regla número cuatro, debes verte pura Ella los miró a los ojos, mordiéndose su labio.
Dale un beso de despedida en la puerta y déjalo deseando más, y más

Koko sonrió al verla.

—Esta provocándonos.

—Mira como baila —Inui la observaba de arriba abajo—, ella...

—La bañaría con billetes solo por...

Koko se detuvo un momento y sonrió de medio lado.

—¿Crees que nos daría un show privado? —bromeó Koko, ganándose una mirada del rubio—. ¿Qué? Ella necesita dinero y yo necesito algo de diversión, creo que es un buen trato. ¿No?

El rubio rodó los ojos y volteó a mirarla de nuevo, ella movía sus caderas de un lado a otro. 

—No es una mala idea —murmuró—, se porta muy mal en el escenario últimamente.

Esto es como ser una rompecorazones
A los chicos les gusta un poco de peligro
Haremos que se enamoren de una extraña
Una jugadora, cantando ¨Te a-a-amo¨
Como ser una rompecorazones
A los chicos les gusta como luce el peligro
Haremos que se enamoren de una extraña
Una jugadora, cantando ¨Te a-a-amo¨
Al menos creo que lo hago

—Ella realmente ama cantar —Takemicchi sonrió, mirando como Mikey parecía más tranquilo ahora.

Al parecer habían tenido alguna clase de lío y ya se habían mejorado las cosas. 

—Sí —le dijo—, su hermana era una cantante reconocida en Tokyo —comentó.

—¿Eh? ¿En serio? —abrió los ojos, sorprendido—. ¡Es toda una familia de artistas!

Porque te a-a-amo

—Así que esta es la chica de la que todos parecen hablar últimamente —el pelinegro con trenzas californianas, la observó en silencio.

La pelinegra le parecía conocida.

—¿No se te hace conocida de algo...? No sé de qué...

—¿Hm? —El rubio con puntas azules, que estaba más concentrado en comer, alzó la mirada y le vio fijamente por un momento, con los ojos entrecerrados—. No veo bien así que ni idea.

—¿Por qué diablos usas gafas si ni así ves? —se quejó su hermano mayor.

El menor sólo hizo una mueca.

—Pues perdón, señor ojos perfectos —refutó entre dientes mientras se acomodaba las gafas.

Chicas, hacemos lo que sea
Porque no queremos que nos rompan el corazón... en dos
Así que es mejor ser falsas, no podemos arriesgar perder
En el amor, de nuevo, cariño

—¡Mi jefa es la mejoor〰️♡!

—Cállate, Kimi —se quejó el pelirrojo, sin encontrar dónde esconderse. 

—Cállate tú —le sacó la lengua—. Estoy apoyándola. No como otros.

—Yo también la apoyo, sólo no soy rarito —le sacó la lengua.

Esto es como ser una rompecorazones
A los chicos les gusta un poco de peligro
Haremos que se enamoren de una extraña
Una jugadora, cantando ¨Te a-a-amo¨
Como ser una rompecorazones
A los chicos les gusta como luce el peligro
Haremos que se enamoren de una extraña
Una jugadora, cantando ¨Te a-a-amo¨
Al menos creo que lo hago

—¿Y bien? —Koko le respiró en la nuca al rubio—. ¿Sigues considerando mi propuesta?

—¿Realmente crees que ella quiera algo... cuando acaba de perder al papá de su hijo...?

—Escucha sus canciones, Inupi —lo jaló del cabello hacia él y sonrió—, mientras no haya amor ... No dice que no quiera algo de diversión. ¿O sí?

—Eres un idiota —sonrió de lado.

Koko le dio una pequeña cachetada para acercar su rostro al contrario.

—Así me amas —dijo antes de robarle un beso corto.

Inui rodó los ojos y miró a la pelinegra, quien casualmente había alzado la mirada y les guiñó el ojo. Seishu se recostó contra la mesa, rojo hasta las orejas.

Cuando Akane estaba viva y cuidaba de Hanna, ninguno de los pelinegros era capaz de hacer ese tipo de cosas, se avergonzó de sus pensamientos por un momento.

¿Kokonoi, ella... y él?
¿De nuevo?

Miró de reojo a su amigo.

—¿Estás... dispuesto a compartirla en serio esta vez?

—Sólo porque es contigo —dijo, agitando su bebida antes de sonreír—. Es lo mismo al revés.

Porque te a-a-a-amo

—¿Takemicchi? —Chifuyu lo llamó en voz baja. 

—¿Sí?

—Ven conmigo afuera —le dijo. Él asintió—, hay algo que debo decirte.

Al menos eso creo

—¿Qué sucede, Chifuyu? —miró alrededor del callejón, estaba completamente solo.

—¿Recuerdas lo que me dijiste... sobre Hanna en el futuro?

—¿Hm? ¿Qué cosa? —preguntó, confundido.

—Sobre su relación de dudosa procedencia con ese par de los Black Dragons —murmuró.

—Ah... ¡Es verdad! —se jaló el cabello, lo había olvidado por completo—. Mikey estaba furioso cuando ellos dijeron que habían pasado la noche con ella. ¿Eh? No me digas que tú crees...

—No lo creo, lo sé —negó con la cabeza—, están en la zona VIP en este momento.

—¿Eh? Ella siempre mira la zona VIP en sus canciones... 

Chifuyu asintió.

—Me encontré con uno de los chicos de Pandora y él me dijo que ellos siempre están ahí, también me dijo que ese par siempre ha intentado tener algo con ella —agregó, sorprendiendo a Takemicchi.

—¿Los dos...? Osea que son rivales —afirmó—. Es la verdadera batalla entre hombres.

.

.

.



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