Capítulo 4: Consejo del Reino.

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—Reúnelos a todos.

—¿A todos los sueños primordiales? —preguntó Lucienne— Deben estar en sus deberes.

—Hazlo lo más rápido que te sea posible, la integridad del mundo de los sueños está en juego —Miró por las ventanas de cristal, observando como el Reino parecía enloquecer sin su Rey. Los sueños estaban por las calles de piedra, gritándose entre sí, y las pesadillas se encontraban creando caos sin nadie que pudiera controlarlos. Hizo una mueca ante la vista—. Ya comenzó el desequilibrio. Debemos apresurarnos.

Cuando Lucienne finalmente reunió a todos los grandes sueños para una audiencia, todo era un completo caos.

Al entrar por las enormes puertas de bronce (aún podía utilizar la arena de las pesadillas para aparecerse, pero solo la debilitaría más), los sueños primordiales la miraron con ojos temerosos, que pronto se convirtió en desesperanza al ver su estado.

—La Reina comienza a perder su poder —se lamentó Gilbert, quien había abandonado su cargo para estar presente en la audiencia—. El Rey a desaparecido y ahora el mundo de los sueños se desmorona.

—¡Blasfemia, querido Gilbert! —exclamó Michael, quien tenía los ojos dorados puestos en la Reina, pero parecía ofendido— La Reina no puede perder el poder solo porque el Rey no está.

Una sonrisa triste se abrió paso en los labios de Ilta, quien sabía la verdad de todo; menos de donde se encontraba su esposo.

—Me temo que Gilbert dice la verdad, querido —dijo Ilta—. Mi poder comenzó a disiparse con la partida de Lord Morfeo.

—El mundo de los sueños se romperá con su ausencia —dijo una mujer de hermosa cabellera pelirroja, sus ojos eran igualmente dorados y se veía angustiada. No dejaba de arrancarse hojas del cabello (que se marchitaban al caer el piso) y sus ojos parecían nerviosos—. Los sueños y pesadillas ya no tendrán un amo. ¡Será un total caos cuando las pesadillas decidan alimentarse del sufrimiento de los humanos! Oh, mi señora, ¿qué debemos hacer? ¿Cómo solucionamos este terrible panorama?

—No hay forma de solucionarlo —admitió—. Lo único que está en mi poder, es seguir cuidando del Reino tanto como me sea posible. Debo tomar el poder, pero como no es posible, deberé administrar todo por mi propia cuenta.

Los ojos de Gilbert se abrieron, asombrados.

—Pero mi Reina —dijo con voz preocupada—, si toma el control con vuestras manos, se debilitará.

—Sería temporal —aseguró—. Hasta que Lord Morfeo vuelva, podría resistir —Pero había cierta duda en su voz mientras echaba su capa hacía atrás, revelando los efectos secundarios de su poder disminuyendo. Su cabello se encontraba de un rubio ceniza y sus ojos dorados, que brillaban como las mismas gemas.

Se preguntaba en que momento volverían sus alas, que la mayoría del tiempo mantenía ocultas, pero considerando que ya no tenía tanto poder, en cualquier momento deberían aparecerse.

A pesar de que ahora no tenía el poder como Reina (ya que era solo regente), siempre, desde el principio de los tiempos, había sido una de los sueños primordiales más poderosos que habían existido. Nunca había sido un secreto para nadie que no solo era poderosa por el poder que le había entregado su señor.

—Para mí que Lord Morfeo se fue por su propio pie —dijo Michael con voz sombría, sus ojos reflejaban la poca fe que tenía puesta en el señor de los sueños—. No sería la primera vez que un Eterno se marcha, usted lo sabe mejor que nadie, mi Reina.

Ilta se quedó muy quieta, recordando aquella época… El tiempo en que la vida parecía sonreírle y todo iba estupendo en su vida. Sandman parecía amarla con locura (algo que cuando recordaba, le traía gran melancolía), y ella estaba más que feliz. Era una Reina muy alegre y afortunada.

Pero eso era parte del pasado, e Ilta disipó la vida feliz que alguna vez tuvo en el tumulto de pensamientos que la aquejaban. No era momento de recordar, sino de actuar.

Debía tomar las riendas del asunto.

—¿Entonces qué otra opción tenemos? —preguntó, buscando que alguien dijera algo de ayuda y no solo estuvieran quejándose y reclamando al señor del sueño, que por obvias razones, no se encontraba presente.

Nadie dijo nada, pero todos sabían que la mejor forma de que todo estuviera en orden, era que Ilta reclamara el Reino del Sueño.

Algo que podría matarla.

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Corto, peor aquí está ;)

Una vez leí un consejo de una escritora que me vino de maravilla; si crees que el capítulo debe llegar a cierto límite de palabras, entonces la inspiración nunca llegará. Lo que se tiene que hacer es dejar que las palabras fluyan, no importa si son quinientas o tres mil palabras en un capítulo, se debe escribir lo que se debe escribir. Ni más, ni menos. ¡Así que no debe forzarse la escritura! Todo debe fluir solo.

Espero que les sirva el consejo ;)

Pregunta del día:

¿Cuáles poderes creen qué tiene Ilta, sin ser la Reina de los sueños? ¿O cuál creen que es su cargo primordial? Porque ella volverá a ser una primordial si ya no es Reina.

¡Ciento veinte votos, cincuenta comentarios y actualizo!

A ver si es cierto que pueden ;)

Necesito tiempo para escribir, así que mientras tardan en llegar al número de votos y comentarios, yo escribiré :D

Vestido de Ilta en multimedia.

Atte.

Nix Snow.

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