10|El baile de nieve
-El baile de nieve es una danza que llevamos a cabo en la aldea al finalizar una temporada de buenos resultados-me explica Calegorm al tiempo que lleva una cereza a su boca. Y yo observo su acción. Realiza cada acción con tal delicadeza.
Afirmo con la cabeza y observo todo el alrededor. En Greenworld le solemos llamar a una actividad como esa "la gran feria" que a pesar de estar hospedada en la Academia, preparamos un día para excursiones en el pueblo mientras se celebraba está actividad.
Había decidido a preguntarle ante la curiosidad naciente dentro de mí al escuchar a algunas personas comentar sobre dicha celebración a medida que avanzamos hacia el centro de la aldea.
Al llegar al centro de dicha aldea, mis ojos se encuentran con una decorada plaza donde todo el rededor está muy bien iluminado debido a la llegada de la noche y las casas adornadas con bellas plantas señalando que la tierra de Islandia ha dado sus frutos. Su árbol ha Sido recuperado y con ello la magia que embellece y mantiene con vida está ciudad.
También le adorna leves capas de nieve que forma parte de estas tierras y la abrigada vestimenta de los aldeanos de color blanco y azul celeste.
-¿Tienes preferencias por los colores claros?-me atrevo a preguntarle a Calegorm. Hemos dejado el caballo en uno de los establos de la aldea.
-Blanco y azul, nuestro distintivo.-responde y se nota la felicidad en su voz contagiada por el ambiente fiestero.
-Me he podido percatar. Sus vestimentas hacen que todo luzca con más iluminación.
-Nos delimita delicadamente nuestras fracciones élficas. Nos favorecen.
Sonrío porque en realidad, si que le hace lucir más pulco y hermoso con ese traje blanco completo y el cabello a juego. Sus ojos azules son un toque de elegancia entre todo el blanco.
Todos nos observan discretamente y yo les saludo agitando mis manos mientras Calegorm me cuenta algunas curiosidades sobre el pueblo, sobre su raza.
-¡Es todo tan hermoso!- exclamo dislumbrada por tal decoración al tiempo que noto lo ansiosos que se encuentran los aldeanos por la iniciación.
»¿Siempre está nevando acá?- pregunto y me dirijo a Calegorm que me asegura que es muy poco probable que deje de nevar en estas tierras, nunca ha sucedido.
Y en mi mente lo interpreto justo como Calegrom y yo, dos polos opuestos que somos maravillosos siendo individuales pero juntos, llegamos a ser mucho más. Justo como lo serían las relaciones entre nuestros reinos.
-Debo decir entonces, que en mis tierras es poco probable que deje de salir el sol cada mañana-hago el intento de bromear, y Calegrom por fin me mira. Una sonrisa se expande por su rostro. Da dos Pazos hacia mí y luego posiciona una de sus manos en la parte baja de mi espalda.
-Bailemos.-expresa muy cerca de mi oído y nos acercamos hacia el centro del círculo enorme que dibujan las parejas danzantes.
La posición que adoptamos da por iniciada la celebración, luego de que varios súbditos se acercarán a compartir palabras con Calegrom, todos de cabello blanco largo y ojos azules. Tan altos y esbeltos como él.
Calegrom eleva una de sus manos para señalar a los músicos que comiencen a tocar la armoniosa música con la que comienza nuestro baile. Todas las damas están vestidas con delicados y sencillos vestidos blancos a nuestro alrededor.
El dulce y lento movimiento me incita a acercarme más a Calegorm que coloca ambos brazos alrededor de mi cintura recibiéndome gustoso al tiempo que yo coloco mis manos en sus respectivos hombros y le miro directo a los ojos. Se me escapa una sonrisita nerviosa cuando me percato de lo rígido que está. Tal vez nervioso por bailar conmigo, por primera vez.
Los firmes pasos Calegorm van de alante hacia atrás acompañados por los míos, y el latido de nuestros corazones notablemente acelerados, debería de resonar más alto que la música.
Mi cuerpo ha estado empezando a reaccionar de una forma inquieta ante el tacto de Calegorm y yo, en vez de detener el acto solo me acerco más disfrutando del baile.
Distingo lo acelerada que es la respiración de Calegorm en estos momentos y su mirada fija en mi rostro acelera nuevamente la mía por igual.
Había aprendido a bailar desde muy pequeña en una celebración que se llevó a cabo donde bailarían los reyes y sus hijas, las princesitas, que para entonces alcanzábamos algunas los seis años. Puedo recordar la cara de frustración y orgullo al mismo tiempo que tenía mi padre por la incomodidad de bailar con un ser tan pequeño.
Y en la Academia se realizaban de vez en cuando celebraciones que disponían de bailes reales en los que por supuesto bailaba con una pareja asignada. Casi siempre mi compañero de baile era Otoniel, aunque en pocas ocasiones era sustituido por George, príncipe de Star Palace, província que desviaba su interés hacia la astronomía.
Este baile, lo considero un acto muy íntimo, porque a diferencia de mis anteriores compañeros de baile, con Calegorm siento una energía muy distinta, como si a través de este baile nos estuviéramos complementando de manera que quedaríamos unidos para siempre. Y nada pudiera separarnos, nunca.
Es cuando la nieve empieza a caer sobre nosotros en un leve tacto que vuelvo a la realidad, me aparto discretamente de Calegorm asegurando que ya se ha hecho tarde y debemos de volver, ya que mañana viajaremos lejos y no me gusta cabalgar de noche. Mucho menos en la nieve. Podría ser peligroso. Aunque por la actitud de Calegrom, da la impresión de que es todo un espero en esta área, y está acostumbrado a realizar esta actividad en las noches. Recuerdo la noche que me recogió cuando fuí transferida aquí.
-Para la princesa-dice una dulce voz femenina y al girarme me encuentro con una pequeña niña que extiende en sus manitas una hermosa corona hecha de flores y hojas. Sus ojos son verdes igual que los míos, y su cabello rojizo como el atardecer.
Me giro y le doy una rápida mirada a Calegrom que sonríe desde atrás y prosigue a colocarme la corona mientras yo me dedico a darle las gracias a la pequeña Rosita, así me dijo que se nombraba.
-Gracias por salvarnos- la dulce niña hace que me agache y me susurra con su voz frágil al oído.
-Ha sido un placer pequeña-le susurro también y ahuevo su rostro en mis manos. La miro admirada. Cuánta belleza.
-Te queda perfecta-me alude Calegorm posicionado frente a mí, luego de que Rosita fuera de vuelta con sus padres, y su mirada brilla al tiempo que observa mis iris.
-Tal vez sea porque lo soy-expreso causando una ligera risa en él, y expresa:
-No me cabe duda de ello.-sonreí satisfecha por sus palabras y mi corazón da un vuelco al escuchar su confesión.
Me cree hermosa.
Si bien antes nunca me habían cortejado, las repentinas confesiones de Calegorm se sienten como uno y no soy muy capaz de disimular las emociones que me causa oírlo.
***
Luego de cabalgar de regreso, agotados por la experiencia, llegamos al castillo. Amarïe nos espera fuera y me sonríe al cruzar nuestras miradas.
-Nuestro tío te espera en tu despacho-le avisa a Calegorm llamando su atención. Calegrom afirma y se marcha dejando mi mano en el aire que antes estaba sujeta a la suya. Nos despedimos con la mirada y me adentro al castillo en dirección al alcoba que he estado habitando a preparar las cosas de mañana junto a Amarïe, que me mantiene entrenenida contándome sobre los libros que ha leído en la jornada.
Durante el trayecto, me percato de que el castillo es mucho más enorme de lo que había visualizado y que son muchos más los espacios que aún no he tenido la oportunidad de conocer.
Además de algunas dudas que aún conservo conmigo, y espero poder resolverlas pronto.
¿Por qué son enemigos nuestros reinos?
En la Academia, en las clases de Historia Universal solíamos hablar sobre nuestros antepasados y los hechos que se llevaron a cabo en nuestros respectivos reinos desde el inicio de su existencia. Acentuando bastante el tema de las guerras y el motivo por el cual no deberíamos volver a una.
Pese a ello, nunca se trató nada sobre las relaciones de Greenworld con el reino de Islandia que aunque yo si sabía que existía, no creía que aún habitaban aquí los elfos. Lo cual me ha sorprendido bastante debido a que no son pocos los que aún perduran.
-No voy a desistir, tío, aunque sean graves las consecuencias al no poder tenerla como mi reina, pero lo intentaré y daré todo por ello, cumpliré con el legado de mi abuelo y la promesa que le hice a mi padre- escucho la voz firme de Calegorm al pasar por su despacho. Al parecer está acompañado y según he escuchado, por su tío. Discuten sobre una chica. Podría ser sobre mí. Amarïe me invita con la mirada a qué siga mi trayecto por lo que me resulta imposible deternme a oír más.
-¡Habéis bailado en el baile de nieve, juntos!-Amarïe me mira recelosa y eleva ambas cejas en el proceso. Yo sonrió como boba por el recuerdo de nuestros cuerpos unidos, solo a pocos centrimetrso de distancia.
-Sí, al parecer los aldeanos esperaban mi visita. Creo que Calegrom lo habia planeado.-lw confieso y me coloco frente al espejo que Calegrom trajo para mí hace unos pocos días. Amarïe se levanta mi cama y me ayuda a desatar el corset de mi traje.
-Por supuesto que lo ha planeado. El baile de nieve no se realiza hasta final de temporada. Recién ha empezado. Mi hermano es todo un galán.-la picardía se hace notoria en su voz.
Justo como la última noche que estuve en la Academia, me mantengo inquieta luego de que Amarïe se marchase a dormir. Tal vez es que siento que me perderé de muchas cosas si udemro siendo la última noche en este misterioso lugar que aún no conozco del todo, y valla que quiero conocer. También me arriban los nervios. Sé que al llegar al castillo la presión para que contraiga matrimonio será aún peor considerando el tiempo que he estado lejos. Ya quiero ver la cara de mis oadres cuando le diga que me casare con Calegrom.
Aunque nosotros dos aún no hemos conversado de manera sería sobre el tema del matrimonio. Sobre nuestra repentina unión.
-¿No consigues dormir?- la voz firme Calegorm me asusta de manera que mi cuerpo da un pequeño brinco en el lugar y mientras recupero el aliento aprecio su hermosos rostro y su mirada tan llena de una llama encendida que apenas me permite apartar mis ojos de ella.
Calegorm se adentra en el gran salón acercándose hasta donde estoy ubicada .
-Ahora que lo pienso, Calegrom-digo y cuelgo mis brazos atrás de su cuello con una enorme sonrisa en mis labios y mirada suplicante-aún no me has dado el recorrido por el castillo como planteaste esta mañana-le recuerdo sus palabras al no hallar mejor manera de pasar tiempo con él que dando un paseo por este enorme castillo. Realmente no me quiero perder de un instante sin su compañía. Soy consiente de que es tarde y todo el castillo duerme. Es el horario perfecto para tener privacidad.
Después de todo, no nos volveremos a ver.
-Sería un verdadero placer, Esmeralda, pero deberías volver a la cama. Mañana nos espera un largo y cansado viaje.-pronuncia y nos acerca a la gran puerta para salir.
-¿Siempre serás tan correcto?-le pregunto atrevida. Calegrom me evalúa y sonríe con picardía.
Me toma por sorpresa su agarre en mi cintura y me eleva un poco del piso. Eliminamos nuestras distancias caindo nuestros labios se unen en un fervoso y apasionado beso.
La sensación que empieza a experimentar mi cuerpo no se compara a nada que halla sentido antes. Ni siquiera a las otras veces que nos hemos besado.
Pienso en la unión de un matrimonio, en las caricias íntimas de los amantes, en el contacto lleno de confianza.
¿Podría llegar a esos límites con Calegrom?
Despejo mi mente porque llegar a ese acto sería faltarle demasiado el respeto a mis padres, más de lo que ya lo he hecho y no tendría cara para verles ni mirarle a los ojos. No siquiera valor de volver al Castillo.
-¿Ya has terminado tu reunión?-le pregunto al tiempo que me separo y recuerdo que hace unos pocos minutos le he escuchado en su despacho acompañado.
-¿Con mi tío?-pregunta Calegorm con tranquilidad.
-Hemos terminado hace un tiempo. Se ha quedado a dormir hoy en el castillo.
Afirmo con la cabeza.
-Calegorm-expreso con dudas. Mi llamado hace que nuestras miradas se vuelvan a encontrar.
Percibo que a empezado a darle sueño, o tal vez quiere evitar el tema de la reunión que ha tenido con su tío, sobre mí.
Le noto tenso en su lugar por lo que prosigo a cambiar de tema para relajar un poco el ambiente.
-¿Sabes?-empiezo a medida que avanzamos por el ampli pasillo que divide el ala este del oeste del castillo donde se encuentran nuestras habitaciones respectivamente.
A pesar de ser castillos totalmente diferentes, el castillo de Greenworld y el castillo que habita Calegorm se asemejan en algunos puntos. Me he dado cuenta de ello porque la primera planta aguarda casi la misma estructura de escaleras dobles que mi castillo.
Lo cual me causa añoranza por haber partido nuevamente lejos de mi hogar en poco más de una semana.
-En mi castillo hay un libro con una leyenda titulada: La reina de la naturaleza verde.
-Tiene dos versiones, la infantil que es la que conozco porque mi madre me la contaba cada noche de pequeña...y la historia real que supongo que debe de estar en la biblioteca, solo que aún no la he encontrado-prosigo a explicarle a tiempo que miro a Calegorm que a pesar de que va a unos pasos más adelantado que yo, le presta atención a mis palabras.
--¿No se te hace familiar?-encuesto ante su silencio.
Desde pequeña mi madre solía leerme varias historias, luego yo las leía cuando fui creciendo, por mero entretenimiento, y llegué a escribir algunas también, aunque cortas. Pero una que siempre se quedó en mi mente fue esa, por alguna extraña razón la triste historia de un amor prohibido me ha causado lástima hacia esos pobres personajes que no pudieron disfrutar su amor como suelen hacerlo mis padres.
-No, ¿debería?-me responde con un poco de arrogancia y me pregunto de donde ha sacado ese mal carácter que cambia de humor en un abrir y cerrar de ojos.
-Es porque me pareció ver al chico que ilustra el libro en un retrato en el gran salón.-digo con lentitud a la espera de su reacción enmarcando cada palabra y está vez he conseguido atraer la completa atención de Calegorm que ha detenido sus pasos de golpe y girado hacia mí.
-Es mi bisabuelo, princesa.-dice mirando a mis ojos y cuando me decido a hablar, él me interrumpe continuando su confesión; -y no creo que guarde alguna relación con su libro.
Terminando de decir estás palabras me doy cuenta de que hemos llegado hacia mi alcoba y no podré retenerlo mucho más tiempo.
-¿Y que hay de tu bisabuela?- pregunto nuevamente curiosa sin darle lugar a la despedida.
-Larga y triste historia. Buenas noches,-dice en un suspiro, esta vez su mirada no se encuentra sobre la mía, sino sobre Copito quien observa desde dentro de la alcoba.
-Buenas noches, Calegorm.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top