03|Descubriendo lo inesperado

Uno de los requisitos y el principal que todo heredero al trono debe de cumplir para tomar posesión de la nación es dominar a la perfección la habilidad que se le fue concedida, al nacer, por las hadas mayores para ejercerlas al favor de su reino.

Aunque esto no significa que poseen poderes, estos solo se les es concedido a los verdaderos merecedores de tal obsequio días después de la coronación real.

Desde pequeña, solía quedarme por horas admirando las plantas, y muchas veces intenté conversar con ellas.

Acompañada por Lord Roman experimentaba con ellas para lograr resultados mejores y tenía mucho potencial para ello debido a la inteligencia y disciplina que poseía a pesar de mi corta edad, según aseguró Lord Roman.

En las próximas semanas debo de presentarme ante el Consejo Real dominando perfectamente mi área, la cual es sin duda: la naturaleza verde.

Sentada a la sombra de un árbol, apunto notas en el pequeño diario que llevo conmigo aludida por el dulce canto de los pajarillos yacientes en las ramas y observo la belleza del área verde que me rodea. Mientras que algunos sirvientes transitan de un lado a otro del castillo y el jardinero de encarga de mantener a la altura adecuada los elegantes arbustos que adorman el jardín.

«El color verde siempre sacará tu más íntimo poder»

Una frase que siempre pronunció el hada Thiana que se pasaba horas y horas enseñándome la diversas plantas existentes en el castillo y la mejor forma de cuidarlas.

Ayer al anochecer, cuando me dirigía hacia mi alcoba, fui interceptada por el rey de Otoño, quien se sorprendió de tan repentino encuentro, y con su característica amabilidad me aseguró que las cosas con Otoniel marchan mejor de lo esperado y que en unos días volverá a su castillo, como tanto ha deseado a pesar de la bonita experiencia en la Academia.

Hoy en la mañana me levanté decidida a avanzar en mis planes previstos para la coronación.

Mi concentración se encuentra muy lejos de ser interrumpida. Mi madre salió en la mañana a un encuentro con la reina del otoño quien próximamente daría un baile real de bienvenida a Otoniel, no sin antes haber dejado con Thiana una lista con los nombres e historial de los pretendientes que podría considerar para futuro esposo para que juntas le demos una ojeada y; mi padre se encuentra en su despacho atendiendo asuntos nacionales, mientras que el hada Thiana se distrae en el invernadero practicando su magia con las maravillosas plantas, lo cual se ha vuelto su costumbre.

Detengo mi escritura y poso mis delegados dedos en el verde pasto yaciente bajo mí. Tan suave y reconfortante como una almohada.
Me sobresalto al sentir un leve cosquilleo en la zona que está en contacto con la yerba y veo que empieza a tornarse brillante ante mí tacto.

Presenciando esto, aparto con rapidez mi mano de este, quedando confundida con el reciente suceso que ha alterado mis nervios en cuestiones de instantes.

Mis ojos abiertos lo más grande posible observan el lugar que antes ha resplandecido y me veo tentada a colocar nuevamente mis dedos allí con dudas sobre el reciente respaldor.

El verde pasto resplandece nuevamente y yo, aún más sorprendida que antes desvío mi mirada a una figura masculina que se acerca al lugar.

Retiro nuevamente mi mano en alarma para colocarla sobre mi vestido con tal de opacar el hecho del reciente respaldor que acaba de suceder. Trago grueso buscando mi voz para prestarle total atención al joven.

-¡Princesa Esmeralda!,-dice la voz del joven sirviente de ojos azules sorprendido - no sabía que se encontraba aquí, perdone- se disculpa al tiempo que hace una reverencia y se gira para marcharse.

Rápidamente me incorporo sobre mis pies con agilidad a pesar del trabajo entoepecedor del vestido, para detener el paso del joven sirviente-¡ No, espere! -exclamo en su dirección.

Los ojos azules del sirviente hacen contacto con el verde esmeralda de los míos, y prosigo a ordenarle gentilmente que puede hacer su trabajo.

-Yo debo volver ya al castillo- digo juntando todas las palabras en una frase que sale como disparate de mis labios al estar nerviosa.

-No era mi intención molestar-se apresura a decir el sirviente quien es interrumpido por mi voz cuando exclamo: - No lo has hecho, descuida.

Me giro a paso lento deseando por alguna extraña razón alargar los minutos de esta conversación, lo cual sucede al escuchar las palabras del sirviente cuando interroga con voz firme:

-¿Le gustan los girasoles?- la pregunta hace que me detenga y me gire nuevamente en su dirección volviendo al contacto de nuestros ojos, y su proximidad con mi cuerpo.

-Si, me gustan mucho. ¿Por qué la pregunta?-formulo al igual que él, ante el repentino tema de los girasoles, curiosa por su interés.

«¿Cómo podría entre tantos temas existentes, preguntarme por los girasoles?»

-He visto las esquinas de su pequeña agenda-dice este obviando su respuesta mientras señala la pequeña libreta que llevo en mi mano derecha.

-Es usted muy observador, joven- respondo preguntándome internamente si habrá alcanzado a ver el extraño resplandor y ante el silencio instalado en el ambiente me veo obligada a seguir con mi rutina, me marcho del jardín, esta vez, sin interrupciones.

***

Al entrar a la gran biblioteca, me dirijo hacia la Señora Faustina pidiéndole ayuda , siendo ella encargada de los libros reales y de atender la biblioteca.

Una vez que le cuento de mi búsqueda, revisa en unos afiches que guarda dentro de un cajón y luego de pensar por un momento me sugiere el libro de "Poderes concedidos a reyes y reinas".

-Le diré al sirviente Rían que se lo alcance -añade al tiempo que sale de su zona de confort para transitar por el enorme salón.

-Puedo hacerlo.

-De todos modos no alcanzaría, está situado en uno de los estantes más altos del salón.-la Señora Faustina se vuelve hacia mí.

-Tome asiento-añade, y saca uno de los sillones de la espaciosa mesa que hace de centro del lugar.

El joven Rían se acerca a nosotras, Faustina le da la orientación y el la ejerce. Una vez que me ha traído el libro a mi posición le sonrío como amabilidad. Rían es el nieto de Los Toman y está con nosotros en el castillo desde mi infancia. Es solo unos pocos años menor que yo.

-El castillo se encontraba tranquilo sin su presencia. Me alegro de que halla regresado.-expresa y le doy las gracias.

El libro es el doble de grueso que cualquier otro de este salón. Con ayuda de Faustina, le abro dónde necesito y comienzo mi lectura.

«Esteban II, durante su coronación como legítimo rey de aguas subterráneas de Greenworld, fue obsequiado con el más valioso de los regalos que las hadas mayores pueden ofrecer, el poder del agua, con el cual podría nadar en estas sin necesidad de aguantar su respiración y podría transportarla de un lugar a otro con un leve movimiento de sus manos. En períodos de posibles sequías podría hacer surgir el agua mediante recuerdos. »

« Isabella Greenpeace, sus antepasados no fueron bendecidos por las hadas mayores de la manera que deseasen más sin embargo, la pequeña Isabella, tiempos antes de su coronación como Reina de La Naturaleza Verde, ya poseía ciertos dotes, pudiendo embellecer las verdes plantas con tan solo un roce de sus dedos. Sus padres, El Rey Fabricio I Greenpeace y su madre la reina Elisabeth Greenpeace, acudieron a por respuestas sobre los poderes que gozaba la pequeña princesa. "Poder de renovación de la naturaleza verde" fue el nombre que las hadas le dieron. Se dice que solo una princesa cada varios siglos poseía tal poder desde su nacimiento, más sin embargo este poder se le fue arrebatado al enamorarse perdidamente de un amor prohibido, como castigo por su desobediencia.» -leo encontrando una parte de la información que busco.

Me decido a preguntarle a la Señora Faustina por un segundo libro que hable sobre el poder de renovación de la naturaleza y al obtener la respuesta que necesito me encamino hacia mi alcoba abrazando el libro, esta vez más pequeño, a mi pecho.

«El poder de renovación de la naturaleza»-leo en voz alta-«Durante los primeros tiempos del reinado de el Rey Fabricio I Greenpeace, la supervivencia en el reino de Greenworld era muy difícil. Pues recién acaba la guerra y las horribles consecuencias de esta azotaban la nación. La penumbra y el hambre acompañado de las tierras no fértiles y las constantes muertes por falta de buena alimentación era un grave problema que perjudicaba tanto a la aldea como al castillo y al área mágica habitada por criaturas mágicas.

Las hadas mayores viendo esto, no encontraron mejor solución que crear un ritual para que un nuevo ser llegara al mundo con la salvación de Greenworld en sus manos. Fue así como meses más tarde nació la pequeña princesa de la naturaleza verde Isabella Greenpeace, la cual durante su infancia estuvo rodeada constantemente de hadas que se preguntaban si está pequeña era la nueva salvación de Greenworld. Esto fue sabido años más tarde cuando la princesa se encontraba en el patio trasero del castillo y al tocar suavemente el rocoso suelo, de este brotó...»

-¡Princesa!-se adentra en la habitación la Nana sorprendiéndome y me incorporo de inmediato dejando a un lado el libro.

»Su majestad, la Reina del Otoño, ha anunciado el baile real que realizará en el Castillo de Dry Leaves de Greenworld en honor a la llegada del príncipe Otoniel, usted ha sido invitada, por lo que deberíamos iniciar ya con los preparativos, según indicó la Reyna Esmeralda.-expresa con notable emoción en su rostro dirigiendo su mirada al libro que yace sobre la cama.-lamento interrumpir su lectura, princesa-se disculpa la Nana haciendo una reverencia. Me acerco a ella y una vez que le acaricio uno de sus hombres le tranquilizo.

-No se preocupe, es su deber cumplir con las órdenes de la reina -digo y le quito el peso de la culpabilidad. Prosigo a abrir el gran armario en busca de un buen atuendo para la celebración.

-¿Que piensas de este?-tomo en mis manos un vestido verde oscuro, toda la parte superior es de pedrería y tiene mangas largas ajustadas al cuerpo de encaje de la misma tonalidad del verde.

La Nana con su mirada vacila entre la prenda que sujeto en mis manos y el resto dentro del gran armario.

-Podría jurar que es la pieza más sofisticada que tienes.-expresa y lo toma ella, para dejarlo sobre la cama.

-Me he percatado de ello- sonrío y le dejo a cargo la tarea de escoger las sandalias perfectas para el vestido y los demás accesorios.

-¿Ya ha llegado mi madre?

-Hace unos instantes. Se quedó en el salón de vuestro padre.

Una vez más tomo el camino que me dirige hacia el despacho de mi padre. Analizo con mi expresión si es debido que entre al salón, luego de la aprobación de los dos guardias reales que custodian la puerta, doy dos toques en esta.

—Adelante—se escucha desde adentro.

—¿Mis padres tienen unos minutos para mí?—encuesto con la cabeza ladeada en dirección a ellos. Mi padre conserva su puesto mientras mi madre se dirige a mí y nos traslada hacia el espacioso sillón situado frente a la mesa de mi padre.

—Por supuesto, hija—expresa él.

—¿Has revisado la lista que te he dejado con Thiana?—encuesta mi madre acariciando mi cabello.

—Aún no.

—Creo que deberías hacerlo—interrumpe mi padre. Le dedico una mirada curiosa, él enarca sus cejas.

—Sé que deberé ser responsable ante todo —vacilo y luego de despedirme de ellos, salgo en busca de Thiana.

***

—Ahora los leo—dice Thiana buscando el listado. Nos encontramos sobre alfombra que decora el suelo de mi alcoba.

Primero los lee ella en voz baja, analizando las propuestas.

—No se le ha escapado ni un solo príncipe a vuestra madre. Aunque Oyoniel no aparece en esta lista.

—Es porque es el principal de ellos y ya le conozco—musito. Me acerco hacia ella y le pido que comience la lectura.

—¿Sabes que una vez que los lea deberás escoger mínimo cinco de los y proponerle a vuestra madre un encuentro?—encuesta manteniendo me impaciente.

—Creo que lo supe desde el inicio.

—Cuan preventiva eres. Has mejorado.

»Príncipe Maxwell de la provincia Blanca, cabello oscuro, ojos claros, tes blanca, alta estatura. Estudio por cuatro años en la Academia de Príncipes y Princesas de Greenworld y luego volvió a su castillo, esto ocurrió hace cuatro años con exactitud. Se encuentra soltero en busca de una bella dama que le haga sus días felices y juntos cumplir con los deberes de la realeza.—Thiana ríe por un breve tiempo—Es curioso porque este príncipe salió de la academia en el mismo año en que ingresaste tú.

»¿Qué piensas?—pregunta al notar mi silencio.

—En que deberé conocerlos, no vale de nada que lea sobre ellos si su actitud una vez que les halla conocido no me agrada.

—Tienes razón.

—Hagamos el listado. Solo pondré cuatro—digo y me pongo de pie alcanzando pluma y tinta.

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