Capítulo 8 Combate imposible
Los jabalíes atacaron, Jay les apuntó con la escopeta pero ninguno retrocedió. Intentó disparar pero no pudo controlar el tiro.
—Los niños no deberían jugar con armas —Gastón se quitó al tigre de encima y lo lanzó contra la pared. Forcejeó contra Jay y le arrebató la escopeta y lo golpeó en el estómago con la parte trasera. Carlos y Mal lo trataron de retener luchando por el arma, Lonnie se arrodilló para ayudar a Jay a levantarse. Evie roció perfume en los ojos de Gastón y les dió el tiempo suficiente para huir de él. Uno de los chicos del grupo antihéroes les lanzó algunas espadas para que pelearan. Lonnie fue la primera en ponerse en posición, Evie y Carlos la siguieron mientras Mal defendía al profesor Yen Sid de unos jabalís que siendo tan tontos como eran aún creyeron que ella podía darles órdenes en nombre de su madre, pero otro grupo de jabalís reaccionaron más rápido y volvieron a pelear contra ella. Shan Yu encaró a Lonnie y pareció reconocerla al instante.
—Tu madre era una guerrera formidable. No me decepciones —le ordenó. Blandió su espada negra ondulada que reflejó la luz de la luna sobre sus ojos. Lonnie sudó, pero no retrocedió. Ambos chocaron la hoja de sus armas y combatieron. Jay le lanzó una ladrillo a Shan Yu y aunque lo golpeó, él apenas se inmutó. Shan Yu era por mucho de los villanos más fuertes de la Isla, incluso por encima de Gastón y sus hijos.
—¡Necesitamos un plan! —dijo Carlos aguantando contra un jabalí que casi lo hacía caer de rodillas.
—¡Se me está acabando el perfume! —se quejó Evie lanzando la última pizca al sujeto que trataba de golpearla. Lanzó el frasco de cristal grueso a la cabeza de un jabalí y este se desmayó después del impacto en su cabeza.
—¡Tenemos que escondernos! —gritó Diego. Los demás antihéroes estaban de acuerdo, debían buscar un nuevo refugio rápido.
—¡Mal, ideas! —pidió Jay.
—¡Estoy ocupada! —respondió esquivando los ataques del hacha de Gastón, quien se había encaprichado con ella y estaba decidido a arrancarle la cabeza. Lonnie pateó a Shan Yu para distraerlo, pero no sirvió de nada. Jay estaba apunto de intervenir, pero lo interceptaron un grupo de jabalíes. Evie y Carlos terminaron rodeados también. Necesitaban alguna distracción, algo que atrajera a los tontos jabalíes sino también a Shan Yu y Gastón. Shan Yu empujó a Lonnie y cayó al suelo. Ella se quejó y trató de levantarse de nuevo, el guerrero le lanzó de regreso la espada.
—Dejas mucho que desear —le dijo Shan Yu decepcionado —. Igualmente voy a disfrutar jugando contigo —alzó su espada y atacó. Lonnie lo esquivó por milímetros. La espada de Shan Yu se quedó clavada en una columna de madera. Carlos no sabía mucho de construcciones, pero sabía lo suficiente para saber que si esa columna caía todo el techo lo haría también.
—¡Lonnie, derriba el techo! —ordenó Carlos.
—¡Nos aplastará a todos! —gritó Jay. Aunque el edificio estuviera en ruinas y la estructura fuera débil, aún podían morir aplastados por los materiales del techo.
—¡Hazlo ya! —exigió Mal, sabiendo que era la única forma de terminar. Lonnie cortó el soporte del techo, toda la estructura se tambaleó y cayó al suelo con un estruendo. Una ola de polvo se levantó y por un segundo la isla quedó en completo silencio. Los vecinos salieron, secuaces torpes se asomaron desde sus balcones, los hijos de villanos salieron a la calle para ver qué sucedía. Los villanos importantes y respetados lo tomaron como una señal para prepararse y luchar.
Las ruinas no se movieron por un momento. Hasta que un trozo de madera se movió y salió Jay tomando una bocanada de aire. Diego y otros antihéroes lograron salir y respirar de entre los escombros. Lonnie y unos jabalíes también salieron. Unos ladrillos de la pared se sacudieron y Jay reconoció un destello verde brillante entre la oscuridad.
—¡Mal! —gritó. Adolorido y cansado corrió a ella y se dejó caer de rodillas para quitar el escombro. Mal salió y escupió una nube de polvo al toser.
—¿Y los demás? ¿Están bien? —volvió a toser. Jay buscó a Lonnie con la mirada, pero no pudo verla. Él la ayudó a salir por completo de los escombros y miraron a Carlos sacar a Evie. Los antihéroes ya estaban afuera y por lo visto estaban bien, pero también los villanos. Los jabalíes eran fuertes y que les cayera el techo encima parecía un obstáculo menor.
—Retirada —ordenó Mal. Los chicos obedecieron, trataron de irse a un lugar seguro, pero no tenían un sitio al que ir. Maddy, Uma, Anthony y varios hijos de villanos los rodearon. El ruido había atraído la atención de todos en la isla, por supuesto que ellos iban a ser los primeros en presentarse para el segundo round.
Gastón y Shan Yu gritaron al salir de los escombros, dieron la orden a todos de atacar. Sus leales hijos obedecieron, los secuaces de villanos fueron a cambiarse la ropa antes de salir a la calle con sus pijamas ridículos. Los villanos de verdad estaban más ocupados con el control y no se presentaron, pero como sea realmente no tenían oportunidad. Los antihéroes eran a lo mucho treinta personas capaces de pelear, los villanos que tenían que enfrentar y sus secuaces con hijos eran un centenar.
—Llévate a los más pequeños, tienen que esconderse en algún lugar —le dijo Mal a Diego. Celia, la hermana menor de Freddie no quería irse, pero él y otro antihéroe se la llevaron a la fuerza, junto a los cachorros y otros niños que prestaban sus fuerzas para el grupo. Mal miró a sus amigos y a los chicos que quedaban —. No hay vuelta atrás, hay que pelear hasta que se nos ocurra algo mejor.
—No es como que podamos huir —murmuró Carlos. Toda la Isla de los Perdidos unidos contra ellos, rodeandolos y listos para combatir. Maddy fue por Evie. Gil y Harry se distrajeron con Jay y Carlos, Shan Yu fue por Lonnie y Anthony se plantó frente a Mal.
—Tiempo sin vernos ¿verdad? —dijo Anthony sonriendo como siempre, maniobrando su espada pirata que Uma le prestó —¿Cómo te va con el príncipe? Oh, lo olvidé, es el rey.
—No tengo ganas de hablar contigo —respondió Mal antes de atacar. Para su sorpresa, Anthony había resultado ser muy hábil con la espada, incluso él logró sacarle la espada de la mano con apenas un movimiento de muñeca. Apuntó el filo hacía su cuello y la obligó a retroceder hasta la pared de un edificio.
—Años y años de esgrima —recordó. Seguía sonriendo como si fuera un juego —. Mal, yo también puedo convertirme en rey con el tiempo suficiente. Ríndete, soporta los abusos de Maddy y Uma un año o dos y después te dejaré iniciar de nuevo.
—¿Cómo estás tan seguro de que serás rey? ¿O que ninguna de ellas me rebanará el cuello?
—No lo estoy, pero si te rindes tal vez pueda convencer a mi abuela de que serás útil. Ella está en el nuevo consejo de Maléfica y tendrán clemencia... Después de que tu madre se encargue de ti.
—No, gracias.
—¿Crees que vale la pena morir defendiendo algo que sabes no tendrá salvación?
—Valía la pena intentarlo.
—Muere con esa idea —la Isla de los Perdidos se sacudió un minuto y todos perdieron el equilibrio cayendo al suelo. Mal no se había fijado en el detalle de que la grieta era visible a simple vista, pero cuando la isla dejó de sacudirse la grieta creció. Algo había alterado la barrera. Yzma y Jafar debían haber hecho que el control volviera a funcionar.
Cuando el suelo se estabilizó, Anthony miró que Mal huyó y corrió para recuperar la espada. La persiguió e intentó cortarla, ella lo bloqueó a tiempo y las hojas rechinaron. Anthony estaba a punto de dejarla de rodillas con su fuerza cuando alguien detrás suyo lo jaló del hombro y lo golpeó en la cara. Anthony cayó inconsciente, el chico que rescató a Mal se sacudió la mano adolorida y levantó la mirada.
—¡¿B-ben?! ¿Qué haces aquí?
—Salvando tu vida al parecer ¿Por qué no me dijiste de... Todo esto?
—Porque estabas enojado y eso me enojó, lo tenía bajo control.
—Claro que sí —dijo él sin creerlo.
—¡Agachate! —Mal se tiró al suelo y jaló a Ben de la camisa para que hiciera lo mismo, una roca les rozó la cabeza y se escondieron detrás de unos botes de basura —. Es muy peligroso que estés aquí.
—Es más peligroso que los villanos escapen —le dijo él.
—Conozco un lugar donde podemos refugiarnos, pero necesito que los villanos se vayan para que huyamos.
—¡Ninguno huirá! —gritó Gastón bateando los basureros —. Aw, que lindo. La dulce pareja reunida. Niño, me hubiera gustado matar a tu padre cuando tuve oportunidad.
—Sí, Gil ya me lo dijo —murmuró.
Gastón dio un paso al frente, enseñó su hacha y Mal se interpuso empuñando la espada.
—Quítate mocosa, esto es asunto de hombres.
—No permitiré que ningún villano se salga con la suya —agregó ella con el sudor frío sobre su frente. Gastón soltó una carcajada.
—Niños, no saben escoger sus peleas —Gastón atacó y aunque Mal lo bloqueó con la espada la hoja se quebró. La Isla de los Perdidos volvió a sacudirse, ahora la magia de la barrera mágica parpadeó y la barrera dejó de existir por dos segundos completos, después pareció estabilizarse y estar restaurada. Una nube de humo color gris azulado nubló la vista de todos los que estuvieran en la calle, el humo era tan espeso que casi no podían distinguirse entre ellos. Los antihéroes sabían que era hora de aprovechar y escapar. Había un punto de reunión habitual entre pandillas, así que estaba claro que debían encontrarse ahí primero y después buscar un mejor escondite.
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