Capítulo 5 Los antihéroes
Habían llegado a la Isla de los Perdidos, al ser de noche pudieron pasar desapercibidos entre las sombras y la oscuridad. El celular de Jay marcó que era pasado de la medianoche.
—Ya es tarde, hay que darnos prisa —dijo. Aunque corrieron a las alcantarillas para encontrar el punto de reunión, se percataron de que no había nadie esperando por ellos —. Maldición, ya se fueron.
—Shh —lo calló Mal, atrás de ellos percibieron pasos —. Ya vienen.
—Mira nada más —una voz chillona se carcajeó —. Tenías razón Uma, vivieron corriendo los tontos más heroicos de Auradon —Maddy se quitó de encima la gorra de su chamarra y mostró una sonrisa malvada. Uma caminó hasta ellos, sosteniendo la empuñadura de su espada.
—No iban a resistirse al deseo de ser los héroes otra vez —se burló —¿Cómo les va chicos? Tiempo sin verlos.
—¿Otra alianza con Maddy? ¿No aprendiste nada la última vez? —dijo Evie. Uma le gruño y desenvainó.
—¿Y ahora por qué tan callada, Mal? ¿No hay comentario de chica ruda? ¿Ni siquiera vas a intentar decir algo cruel? —preguntó divertida Maddy.
—No tengo tiempo para lidiar con ustedes ahora —contestó por fin —. No valen mi atención.
—Buh... —Maddy hizo un puchero —. Es una lástima que no podrás ver el nuevo reino que levantaremos como líderes de esta isla y próximamente de Auradon.
De cierta manera, estaban aliviados de que todo el alboroto de Maléfica fuera solo un truco para atraerlos de regreso a la Isla, aunque Mal consideraba que se habían tomado demasiadas molestias al enviar los mensajes escritos en código.
—¿Seguirán parloteando o van a dejar que les dé una paliza? —preguntó la pelimorada con los puños preparados.
—Alguien está de malas —murmuró Uma —. Adelante, Mal —Uma apuntó hacía ella, de inmediato Jay preparó una de las espadas que le quitaron a las armaduras.
—¡No se metan! —le ordenó Mal a sus amigos, corriendo contra Uma apunto de asestarle un puñetazo en la cara. Uma lo esquivó y trató de rebanar, pero Mal la tomó de los brazos y la hizo soltar la espada, entonces aprovechó para golpearla con su puño derecho. Uma se quejó y retrocedió.
—¡¿Practicas boxeo o qué demonios?!
—Sí, de hecho sí —Mal volvió a saltar contra ella, cuando Maddy desenvainó su propia arma y embistió contra Mal, pero logró retroceder a tiempo.
—¡Es la cosa más estúpida que has hecho, Mal! —le dijo Maddy, antes de poder atacar de nuevo, Lonnie intervinó y la hizo retroceder. Evie fue a ayudar a Mal, mientras Jay y Carlos se dividían el trabajo para mantenerlas a raya y tratar de sacarles información. Entonces una lluvia de piedras cayó sobre ellos, golpearon a Jay en la espalda, Uma se llevó un golpe en la cabeza y Maddy igual, Mal tuvo que soportar algunos golpes en los brazos y la cara, Maddy y Uma huyeron. Los villanos se preparon para enfrentar al misterioso grupo de lanzadores de piedras, entonces, de entre las sombras salieron cuatro sujetos.
—¡Sí vinieron! —canturreo uno de ellos —. Nuestros mensajes salieron de la Isla.
—Resolvieron los mensajes correctamente, aunque llegaran tarde —agregó otro.
—¿Quienes son? —preguntó Lonnie.
—¿Uh? ¿Y esa? No la conozco —mencionó uno más.
—¿Antihéroes? —los llamó Carlos. Uno de ellos encendió una linterna y los villanos suspiraron tranquilos —. Que alivio, sí son ustedes.
—Los esperamos un rato, pero al no verlos llegar pensamos que habíamos fracasado enviando los mensajes, nos fuimos para intentar resolver la crisis por nuestra cuenta, pero escuchamos ruido y decidimos volver a ver —dijo Diego, el primo de Carlos.
—Llegaron a tiempo —Mal se sacudió el polvo de las manos —. Los mensajes... ¿Es verdad entonces? ¿Mi madre; Maléfica, volvió?
Asintieron. La poca esperanza que les quedaba de que solo fuera una broma se esfumó y el peso de la responsabilidad cayó sobre ellos. Debían salvar Auradon una vez más de las garras de Maléfica, La emperatriz del Mal.
—¿Qué más saben del control? —preguntó Lonnie.
—Sigo sin saber quién eres —una espada asomó entre las sombras.
—Ey, viene con nosotros —Jay se puso al frente —. ¡Ah! ¿Harriet? ¿Eres de los antihéroes?
Harriet, la hija mayor de todos los hijos del Capitán Garfio, se presentó ante la luz de la linterna.
—Sí, soy yo.
—No me sorprendería que fueras una manzana podrida —murmuró Mal.
—Entiendo tú desconfianza, pero ahora mismo soy lo único que tienes, así que no permitiré ninguna de tus ofensas.
—Harriet se unió hace poco, pero es quien nos dijo del plan de los villanos —respondió Diego —. Ya hemos lidiado con manzanas podridas, pero Harriet es de fiar.
—Tal vez hay que darle la oportunidad —dijo Evie —. Necesitamos todo el apoyo posible.
—¿Y si es una espía? Todo lo que hagamos caerá por la borda —mencionó Mal.
—¿Crees que quiero pasar el resto de mi vida en un apestoso muelle oliendo a pescado por siempre?
—Mal, por favor —interrumpió Evie —. Es la más decente de los Garfio.
—Hm, igual que ser el enano más alto —concluyó. Le dió un último vistazo a Harriet y estiró la mano —. Me fiaré de ti porque son circunstancias desesperadas, pero si intentas algo más yo misma te lanzaré a los cocodrilos.
Harriet aceptó el saludo. Diego y los otros tres chicos guiaron a los villanos hasta su escondite temporal. Desde que el equipo de antihéroes había sido expuesto a la luz por Maddy y el resto de traidores, tenían que ser especialmente cuidadosos con sus reuniones. Llegaron a uno de los extremos de las alcantarillas y entraron por un pasillo de las catacumbas que llevaba a una cueva enorme. Mal sintió un escalofrío recorrer su columna cuando pasaron al lado de otra entrada de las catacumbas.
—Cuidado, el camino a la guarida de Hades es por ahí. Debemos tener cuidado —dijo Diego. Hades, el señor y rey del inframundo habitaba lejos del resto de villanos, era poco probable que se involucrara en trivialidades, pero no podían dar nada por hecho. Imaginar a Hades al lado de Maléfica y que ambos conquistaran Auradon le daba una sensación enfermiza. Maléfica era suficientemente peligrosa para condenar una docena de reinos con solo un movimiento de su cetro, pero con Hades...
—Por favor, no permitan que él también despierte —murmuró Mal para sí misma. Las posibilidades de vencer a Hades si la barrera mágica caía... Simplemente huir no serviría de nada.
Una vez que estaban en la guarida temporal, el profesor Yen Sid apareció con un rostro preocupado.
—Profesor —los villanos lo llamaron. Él sacudió la cabeza y dijo algo que ninguno entendió —¿Qué sabemos entonces, tenemos oportunidad? —preguntó Mal.
—Sí. Una oportunidad —confirmó —. Esperaba más apoyo de los futuros reyes de Auradon, pero supongo que con ustedes basta —dijo mirándola. Mal se tragó el comentario cruel que iba a lanzar —. Un batallón habría sido bastante, pero...
—El rey Ben está muy ocupado ahora mismo, él... Vamos a detener a Maléfica —mencionó Mal —. Y vamos a sacarlos de la Isla de los Perdidos, él está trabajando muy duro para eso, solo que las disputas entre Auradon y la Isla no le dan muchas opciones, sin embargo, traeremos un barco para que todos salgan, cuando Auradon esté a salvo todos ustedes tendrán una nueva vida.
—¿Todos nosotros? —preguntó uno de los chicos, se giró y vio a casi treinta más. El rey Ben solía convocar cuatro chicos a la vez, imaginar un bote para treinta parecía un sueño —. ¡Un bote para treinta de nosotros, vivan los reyes de Auradon!
—¡Viva el rey Ben y su lady! —cantó otro y la sala festejó.
Ella maldijo, pero no podía permitir que los ánimos volvieran a decaer. Ya encontraría el modo de hacer realidad el dichoso barco, pero no iba a dejar abajo a las únicas personas que la apoyaban en la isla.
—Sí, sí —interrumpió Yen Sid —. Lo único que sabemos es que hay una grieta en la barrera mágica. Lo bastante superficial para no dejar pasar magia que ayude a Maléfica, pero si lo bastante grande para darle esperanza a los villanos.
—¿Cómo consiguió mi madre un control? —preguntó Mal —. Estaba roto el que dejamos olvidado.
—Ah, conque eso era —Yen Sid se enfureció —. Maléfica encontró un control despedazado y oxidado. Yzma y Jafar lo están reparando y su primer intentó resultó exitoso.
—Mi padre no sabe nada de tecnología, Yzma se dedica a pociones —Jay se puso frente a Yen Sid.
—Tuvieron veintiún años para interesarse en la tecnología —mencionó —. Una vez que Yzma tenga éxito en reparar el control estaremos perdidos.
—Sencillos, a Yzma le gusta creer que es bella, seguro ahora está durmiendo, las ocho horas de sueño diario son muy importantes —agregó Evie —. Sé entrar a su casa, mi madre iba a visitarla para ayudarla con su maquillaje.
—Bien —Mal se aclaró la garganta —. Jay, Evie y yo iremos a recuperar el control, Carlos y Lonnie se quedarán con ustedes para que armen una estrategia de defensa y un plan de huida para cuando volvamos —decretó. Ella se acercó a Carlos —. Aprovecha este tiempo para perfeccionar tu máquina por si todo falla.
—Sí, está bien —obedeció. Prefería ayudar en la máquina que poniéndose en riesgo en casa de Yzma, la loca de las pociones que con la grieta de la barrera lo convertirían en llama.
—Andando —llamó Jay. Evie y Mal lo siguieron. Yen Sid se tentó la barba blanca y pensó en todas las posibilidades de lo que perder podría significar. Incluso con la señal suficiente, no había garantía de que el Hada Madrina pudiera recibir un mensaje suyo y enviar refuerzos a tiempo.
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