Máscaras de Bien y Mal

Capítulo 4:

Días Después...
Athena ya había nacido hace algunos meses.
Saga ya convertido en Patriarca, con el nombre de Arles, tenia dominado el Santuario, y con ello, no muy buenas intenciones.

En la habitación de Athena...
Arles, había entrado a la habitación de la Diosa reencarnada, en su mano diestra, portaba la Daga Dorado, la única arma capaz de asesinar dioses.
Arles de dirigió lentamente a la cuna de Athena, donde ella se encontraba durmiendo tranquilamente, cuando el joven trastornado estuvo frente a la cuna, alzo el arma dorada, a punto de atentar con la vida de la muy joven deidad, una mano le detenía, era Aioros de Sagitario.

-¿Pero que hace señor?¿No sabe que ella es la Diosa Athena? Ella solo reencarna cada 200 años.

-¡No te entrometas!-Arles alejo el cuchillo de la cuna,para nuevamente atacar a la deidad, Aioros, aprovechando la situación, golpeo la cara del Patriarca, teniendo como consecuencia, que la máscara azulada cayera de la cara del peliblanco.

-¡¿Tú eres?!-exclamó sorprendido el castaño.

-¡Ken!-gritó Arles, realizando un ataque en contra de Aioros, este pensando rápidamente, agarró a la bebé y salto por la ventana.
Arles furioso, se colocó de nuevo la máscara y dijo.

-¡Aioros de Sagitario, ha atentando contra la vida de Athena, persíganlo!-Arles sabiendo el poder del caballero dorado, llamó rápidamente al Caballero de Capricornio, Shura.
Este se presentó rápidamente en el trono del Patriarca, donde este le esperaba.

-Necesito que asesines al traidor de Sagitario, él quiso asesinar a Athena.

Shura no creía que le ordenaban, no quería hacerlo, pero no podría contradecir al Patriarca.

-Así será señor-se levantó rápidamente el peliverde oscuro y partió en dirección a Aioros.

Lejos del Santuario...

Aioros se encontraba algo cansado y lastimado, pero aliviado de tener a la infante Athena segura.

-Con que aquí estabas traidor-Capricornio ya había encontrado a Aioros, quien se encontraba sorprendido-Excalibur-el Sagitario sintió cuando algunos de sus cabellos habían sido perfectamente cortados.
Este sabiendo que Athena iba a estar segura al lado de la caja de Pandora, invoco su armadura y el ropaje rápidamente se acopló al castaño.

-No quiero pelear contigo Shura-le intento converse el mayor al menor.

-Los traidores solo merecen morir-Shura iba a atacar de nuevo pero fue interrumpido.

-¡Trueno Atómico!-Aioros había usado su técnica principal, sorprendiendo a Shura.

El menor como contraataque, uso de nuevo su técnica, ahora sí lastimando al mayor, este otra vez iba a atacar, pero vio que la pequeña bebé estaba acercándose a Shura.

-¿Qué pasa Aioros?¿No puedes ataca-un golpe le había llegado de lleno en la cara, haciendo que se alejara varios de la infante de cabellos morados-¡¿Cómo?!

-¿Q-quién e-ere-es?-Aioros se encontraba bastante confundido con la presencia de ese joven enmascarado.

-Eso no importa Aioros, corre con la niña, lo más rápido posible, yo voy retenerlo lo necesario-expresó seriamente aquel joven de baja estatura.
Aioros asintió, aún confundido, pero aún así agarró a la bebé Athena y corrió lejos a velocidad luz.

-¡¿Quién te has creído?!-interrogó enojado el peliverde.

-Alguien que lucha por la justicia-contestó serio el enmascarado.

Shura sabiendo que tenia que cumplir su misión, usó la técnica Danza Excalibur, una técnica bastante poderosa, siendo esquivado con facilidad por el contrario.

-"Es demasiado rápido para ser un humano normal"-pensó Shura analizando la situación.

Una pequeña batalla había comenzado, el enmascarado era mucho más pequeño que el caballero de Capricornio, pero aún así daba buena pelea.
Estuvieron dando golpes y bloqueos durante unos minutos, hasta que Shura golpeó la mejilla del contrario, teniendo como consecuencia, que el joven enmascarado cayera al suelo y su máscara lejos de él. Al sentirse sin protección, se teletransporto a quien sabe donde.
Shura se sorprendió al ver la habilidad, de su ahora, ex contrincante.
Después de observar su alrededor, se iba a buscar a Aioros, justo diviso la máscara que se le había caído al joven extraño.

-¿Me preguntó quién serías?-se preguntó así mismo el menor, mientras recogía aquella bella máscara.

Sintió a lo lejos el cosmos de Aioros desvanecer y no sentirse mas.

-Así tienen que pagar el pecado los traidores-diciendo aquello se retiro hacia el Santuario.

Polonia...

Calixto había caído cansado en su cama, pues si, él era el joven enmascarado, el azabache había presentido que algo malo ocurriría, y estuvo en lo correcto, pero ahora podría descansar tranquilo, teniendo en cuenta que Aioros tendría segura a Athena, podría darle tiempo para escapar.

-Espero que no me hayan descubierto...

Fin Capítulo 4.

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