Extra 1
Una noche antes de la Batalla de las 12 Casas...
La noche se encontraba tranquila, nuestro personaje principal se encuentra durmiendo con su pareja; mientras que en la salón principal del Templo de Ofiuco, Spica se encontraba despierta, observando la constelación de Cáncer, recordando a su difunto "hermano" Manigoldo algo intranquila.
Hace "poco" tuvo una visión o premonición, encontrando muerte y después paz. Observando claramente, como algunos Santos Dorados fallecían gracias al duro enfrentamiento con los jóvenes Santos de Bronce.
Una veloz idea surco su mente, recorrería el Sendero de las Doce Casas, y visitaría a algunos de sus guardianes correspondientes.
Se dirigió al entrada del Templo, al salir, el fresco viento choco con su femenino rostro, sacándole una sincera sonrisa, vagando en sus recuerdos, cuando era una simple aprendiz de Santo de Plata, pero por razones del destino, se convirtió en la única Caballero Dorado Femenino de su generación.
-Que cosas...-susurró al viento ahora mas tranquila.
Spica se teletransporto hacia la entrada del Templo de Aries, observo por unos momentos el precioso monumento y sin ninguna duda, camino en dirección a la entrada de Aries.
Ya en el interior del Templo, Spica observaba cada rincón de la casa con fascinación, con aquellas armaduras aún reparándose y el polvo de estrellas, destellando en el cielo del Templo. Cuando la fémina llegó al taller del lugar, se encontró con el guardián correspondiente del Templo, el caballero de Jamir, Mu de Aries, acompañado de su joven aprendiz, Kiki de apéndice, quien estaba ayudando a su maestro ordenar algunas herramientas.
-Kiki, quiero que dejes esta caja en la repisa-el infante acató la orden inmediatamente, dejando con mucho cuidado la caja donde le habían mencionado. Se iba a acercar a su maestro si necesitaba algo más, pero sintió que algo tocó el suelo, volteó la mirada y la caja que había dejado en la repisa, se encontraba en el suelo-¡Eeh! Que extraño-murmuró extrañado el niño de 8 años, dejando la caja, esta vez con su telequinesia, nuevamente volteó la mirada ya al girase de nuevo, la caja se encontraba flotando, sorprendiendo ligeramente al infante, ya que este no se encontraba usando su telequinesia-M-maestro M-Mu, hay un e-espíritu el l-l-la caja-exclamó un poco asustado el chiquillo, escondiéndose en las piernas de su maestro.
-¿De que hablas Kiki?-volteó el hombre de cabellos lavanda-la caja esta en el suelo.
-P-pero maestro, yo la v-vi flotando-respondió Kiki aún aferrándose del adulto.
-Ay Kiki...tal vez solo fue tu imaginación-Mu con sus poderes telepáticos, dejo la caja en la repisa y agarró al infante, dirigiéndose a su cuarto para descansar-Mejor vamos a descansar.
El caballero de Aries, apagó las velas que se encontraban encendidas, y se retiro tranquilamente al interior del Templo.
-Hmm, jajaja-mientras tanto Spica se encontraba riéndose discretamente, mientras se dirigía a la salida del Templo del Carnero Celestial, pues sí, la mujer le jugó una pequeña broma al infante pelirrojo.
Ahora esta se dirigía al Templo del Toro, avanzando con lentitud, observando fascinada las millones de estrellas y astros encima suyo.
Al adentrase al Templo de Tauro, todo se encontraba silencioso, suponía que el Guardián correspondiente, se encontraba descansando, así que no más avanzó hacia la siguiente casa: Géminis.
...
La de cabellos ébanos, se encontraba en la gran entrada del Templo de los Gemelos, caminado con seguridad, teniendo en cuenta el laberinto de ilusión, expulsó una "pequeña" cantidad de cosmos, cálido y libre de cualquier mal.
Recinto Principal...
-"¿De quién es este poderoso cosmos? Siento que lo conozco, ¿Pero quién?"-se cuestionado el Patriarca Arles, quien instante después, agarró su cabeza y quejándose ligeramente con dolor; poco a poco su cabello se tiño de azul, y aquellos ojos que reflejaban maldad y locura, se transformaron, expresando ahora, gentileza y arrepentimiento-¿S-spica?-murmuró Saga, soltando pequeñas lágrimas.
-"¿Ocurre algo Saga?"-se escuchó la serena voz de la mujer en la habitación.
-Oh señorita Spica...he cometido tantos errores que no se como enmendarlo-susurró arrepentido el menor.
-Tranquilo joven Saga, tengo el presentimiento...que unas pequeñas estrellas de cosmos, cambiaran todo...-Spica frunció el ceño al sentir que el ambiente de la Casa de Géminis cambiaba.
-Así...que tu eres...Ofiuco-Arles había vuelto a tomar control el cuerpo del Guardián Dorado, añadió en tono diabólico y burlón-No debiste haberte presentado, Serpentario.
-Me encuentro en son de Paz, aparte...esto va a mi decisión sí quise que tu me notarás-respondió la mujer de mediana estatura-Estoy segura que pronto te arrepentirás de todo esto-sin más, la fémina siguió caminado por el Templo para dirigirse a la 4 Casa: Cáncer.
-¿Cómo estas tan segura de ello, Spica?-burlón preguntó el Falso Patriarca.
-Lo sentirás mañana, Arles...-lentamente Spica ocultó su cosmos, y en poco tiempo salió del Templo de los Gemelos.
...
La azabache al encontrarse con la entrada de la Casa de Cáncer, su ojos hablaron por ella, se encontraba sorprendida y sutilmente asustada, desde el fondo del monumento, se podían sentir las almas regocijarse de dolor , angustia y desesperación, junto con ello, la frialdad del Averno.
-Tranquila...-exhaló lentamente, sin más rodeos Spica entró al Templo, y sus ojos se abrieron nuevamente, todo el lugar se encontraba cubierto de rostros y máscara, quienes expresaban dolor y sufrimiento-Ha cambiado bastante, y ese olor...-se cubrió su nariz al sentir el aroma a alcohol.
-¿Pero que tenemos aquí?-apareció el "Caballero" correspondiente del Templo-Una bella doncella ¿cómo se atreve a entrar a este Templo?-preguntó observándole de pies a cabeza.
-Cancer no DeathMask, Caballero del 4 Templo-siguió caminado, esta vez para quedar frente al peliazul-No soy una doncella del Santuario, me presento...soy Spica.
-Entonces eres una invasora-sugirió Cáncer sonriendo satánicamente.
-Tampoco, solo soy alguien que esta "viva" después de la muerte, un alma que necesita completar un objetivo-sonrió soberbia Spica.
-¿Y necesitas de mí para completarle?-cuestionó burlesco el peliazul.
-No, por ahora ese objetivo esta en pausa...lo que me gustaría es charlar contigo-explicó brevemente la de cabellos ébanos.
-¿Debería S-P-I-C-A?-dijo DeathMask con tono altanero el nombre de la mujer.
-Ya lo haces-respondió tranquila la fémina.
-Solo simples diálogos sin ninguna importancia-sonrió el hombre por el pequeño fragmento de personalidad que la dama le mostraba.
-Bueno...me retiraré entonces-dio media vuelta-aunque estoy bastante segura...que muy en el fondo...siente curiosidad-sonrió-de como un alma "cualquiera" no se encuentra vagando por siglos en el Yomutsu.
Sin mas la fémina caminó en dirección por donde llego, aunque detuvo su andar al sentir una mano sujetarle su muñeca.
-Distingo que eres diferente a las demás mujeres, astuta y valiente, me convences-le volteo-te invito un trago.
-Que sutil-carcajeó un poco la fémina-aceptó.
-Sígueme.
Y así fue como el plan de Spica daba resultados.
Ella habló de diferentes temas con el Caballero de Cáncer, este se encontraba extrañamente a gusto con la bella mujer, su modo de vista al mundo y como se encontraba en tranquilidad, aún con todas las almas rodando por ahí.
-Me alegra haber charlado contigo-pacientemente Spica se levanto de la silla-Pasa una buena noche.
-Antes de que te vayas muñeca, quisiera saber ¿no te asusta todos estos rostros?
-Un poco quizás...pero conozco esta tradición, se que en Italia cuelgan máscaras de personas difuntas, aunque...-soltó un suspiro discreto-no pensé que los tomarías tan literal.
-Me sorprendes.
-DeathMask-llamó la mujer esta vez seria.
-¿Ocurre algo?
-Me doy cuenta que en estos rostros, hay niños...¿los asesinaste?-preguntó mientras tocaba el rostro de un niño colgado en la pared.
-Solo hice justicia-sonrió arrogante el guardián.
-¿Justicia dices?
-La definición de justicia e injusticia cambia según el tiempo adecuado, tanto así, que la historia siempre lo ha aprobado, lo que nosotros puedamos decidir puede parecer maligno y horrendo, pero nuestro poder lo hace justo a la vista de los demás y si se
pierde, quedará como el injusto.
-Que modo de ver la verdad del mundo...al parecer nuestro ideal es muy distinto-volteo Spica observando directamente a los ojos del hombre-La justicia únicamente será justicia, sin importar si tienes o no poder, como tu dices, lo malo siempre será malo, y lo bueno únicamente será bueno, aunque...creo que todo debe tener un equilibrio.
Spica hizo una reverencia y se retiro del Templo del Cangrejo, para dirigirse al Templo de Virgo.
...
Spica al estar en la entrada de la Casa de Virgo, activo su cosmos, para que el Guardián Dorado de la Virgen le sintiera.
En muy poco tiempo el joven se presentó, reluciendo su bella armadura y tranquila presencia, aunque su rostro digiera lo contrario; su rostro se encontraba curioso y algo hostil. Al parecer por la inesperada y extraña presencia de la mujer de cabellos ébanos.
-¿Quién osa pasar por este Templo?-preguntó demandante el Caballero de Virgo.
-Un alma, joven Virgo no Shaka-respondió segura y algo burlona.
-¿Quién le autorizó pasar por el sendero de las 12 Casas Zodiacales?-preguntó nuevamente Shaka.
-Yo misma, ¿sabes joven Shaka, quien soy yo?-dijo Spica acercándose al pelirrubio.
-...-silencio.
-Alguien que busca la justicia-y sin ningún problema Spica toco con su dedo indice la frente de Shaka y borró este extraño recuerdo, sorprendiendo al de signo Virgo, quien mostró sus bellas gemas azules por el acto de aquella enigmática mujer, que, no sabe porque esta en su Templo-Ten buena noche, hombre más cercano a un Dios.
Y así la de ojos bicolores desapareció entre las sombras del sexto Templo.
...
El onceavo Templo, Acuario, donde habita el Caballero y Mago de los Hielos.
Spica aun recordaba a su compañero de armas y amigo, Degel de Acuario, siempre portando una actitud correcta e inteligente, con una mirada fría e indiferente, pero...quién diría que sería la persona más cálida del mundo con sus verdaderas amistades.
-Quizás no haya cambiado mucho-se respondió así misma la de cabellos ébanos.
Sin más, la mujer se adentro al Templo de forma circular, que tembló ligeramente por contacto frío a su piel, tal y como recordaba, cuando era una caballero dorado y pasaba por este Templo o se quedaba horas leyendo en aquella magnifica biblioteca que guardan y cuidan los Caballeros del Aguador.
-Seria un honor volver a esa enigmática biblioteca-la mujer camino tranquilamente en dirección a la biblioteca.
Cuando llegó, podría jurar, que sus ojos brillaron de alegría, volver a sentirse una niña de nuevo. Pero sus recuerdos se dispersaron al sentir una presencia helada tras suya, Spica vio de reojo, observando detenidamente a un hombre, mas alto que ella, de cabellos largos y color aguamarina y ojos del mismo color, vistiendo una Armadura Dorada.
-Tu debes ser Acuario, distingo que no has cambiado mucho de tu antecesor, aunque prefiero sus ojos violetas-comentó la mujer, mientras conecta a su mirada con el Mago de los Hielos.
-...-manteniendo su porte serio, solo frunció la cien.
-Es de mala educación no contestar cuando te hablan de forma amable, Camus-sonrió algo cínica la mujer, mientras sus ojos brillaban vivaces, estremeciendo levemente al caballero de alto rango.
-¿Qué quiere?-preguntó hostil y fríamente Camus.
-Solo quiero charlar contigo, no soy una enemiga, solo un alma buscando completar su trabajo-sonrió esta vez gentil Spica, mostrando inocencia, relajando al caballero de los hielos.
-Claro...y disculpe mi hostilidad, solo no acostumbro a tener compañía femenina, solo de las doncellas.
-No hay problema...al principio me trataron así, cuando llegue a este Santuario-Camus arqueo la ceja algo curioso-Descifro en tus ojos que tienes curiosidad sobre mi persona.
-Que intuitiva señorita....
-Spica.
-Señorita Spica le invito una taza de té, ¿acepta?-preguntó frío pero suave el caballero de Acuario.
-Seria un gusto-así ambos se dirigieron a una pequeña sala de estar, donde Spica se sentó en un sillón individual, esperando pacientemente al varón de cabellos largos y aguamarina.
Camus no tardo mucho en preparar un té para el y su acompañante, aunque en su mente, varias preguntas carcomían su mente, y esperaba que aquella mujer las pudiera responder.
-Aquí tiene señorita Spica-cuidadosamente el guardián, le traspaso el agua tibia a la de ojos bicolor.
-Gracias Camus...ahora dime, ¿que deseas preguntarme?-sonrió alegremente Spica, dandole un pequeño trago al té.
-¿Qué hace una mujer por el Sendero de las 12 Casas?¿A que se refiere como cuando llegó al Santuario?...-iba a seguir preguntando, pero se detuvo cuando escuchó unas delicadas risas, haciéndole un pequeño rubor en sus mejillas.
-Jajaja...respondiendo a esas 2 preguntas, fui una caballero o amazona, como quieras decirle, nací en Polonia 🇵🇱, en un llamado actualmente Poznan, mi hermano adoptivo era italiano, que también entreno aquí, cuando fui una chiquilla, no me gustaba las peleas, aunque con el tiempo le agarre su gusto, mi entrenamiento fue difícil, jamás me gusta juntarme con las amazonas, así que siempre me juntaba con los aprendices a caballeros.
-Pero...a usted jamás le he visto aquí, y aparenta una edad sinónima a la mía-comentó confundido Camus.
-Te contaré un secreto Aquarius no Camus, y espero que tu temple indiferente lo guarde-el contrario asintió-Nací en el año 1719 y fallecí en batalla el año 1743 o 1744, con 24 años de edad.
-E-eso es i-imposible, entonces porque...¿por qué sigue en vida?-exclamó sorprendido el de cabellos aguamarina.
-No estoy viva Camus, solo soy una imagen de cosmos, que se genera desde mi tumba-sonrió sincera la mujer.
-¿¡Pe-pero como!?-preguntó desconcertado.
-Es una larga historia, que estoy segura que en un futuro no muy lejano, la contaré y quedaran asombrados...pero aún no es el momento.
-.....comprendo-se tranquilizó el joven, sonriendo levemente y empezando un nuevo tema de conversación.
Así pasaron una hora y media de conversación, ambos entes descubrieron muchas cosas en común.
...
-Fue un gusto conocerte Camus-dijo la mujer sonriente y bella.
-El mío también-le agarró suavemente la mano y le beso el dorso de esta-Espero verla de nuevo, señorita Spica.
-Toma buenas decisiones Acuario, ten buena noche-y sin prisas la mujer subió siguió ascendiendo, para dirigirse a Piscis.
...
Spica al estar en la entrada del Templo e los Peces Gemelos, una fragancia dulce inundo sus fosas nasales, aquel olor fácilmente lo recordaba.
La mujer se teletransporto al origen de esa fragancia, apareciendo en medio de un gran jardín de rosas, pero no unas rosas comunes, sino las venenosas y dulces Rosas Reales Demoníacas, cuya flor daba una muerte lenta e indolora, la barrera mas letal de todo el Santuario.
-¿Habrá cambiando un poco?...ya han pasado 12 años.
Tranquila, la mujer camino en dirección al Templo, esperando encontrar al guardián del signo Piscis.
Y así fue, frente suyo, se encontraba el Caballero Dorado de espaldas, al parecer observando el cielo estrellado e iluminado por la luna. Poco segundos después volteo sorprendido, al sentir una presencia en su Templo y encontrarla a unos paso de distancia.
-¿Quién es usted?-pregunto neutro el peliceleste.
-Soy Spica, joven Afrodita De Piscis, al parecer yo te recuerdo pero tu no a mi-el contrario solo le miro sorprendido y la fémina solo negó levemente la cabeza-Bueno....eso solo carece de importancia-la mujer mostró una pequeña y serena sonrisa, estremeciendo ligeramente al de cabellos celestes, por el aura que emanaba la mujer de piel blanca.
-Si mi intuición no falla, tu no eres una enemiga, pero algo me dice que no eres una doncella tampoco-sonrió mientras sostenía una rosa en su mano.
-¿Qué te hace pensar que no pueda ser una doncella, Afrodita?-la mujer se acerca lentamente al contrario, y este sonrió delicadamente.
-Jamás te he visto o he escuchado de ti en todo el Santuario, además, eres demasiado bella para ser una doncella, seria inaudito que alguien con tan buen porte trabajara casi como una esclava-Spica al estar frente del joven, este le coloco su rosa en el cabello de la mujer de ojos bicolores-También, las doncellas no se acercan al jardín de Rosas Demoníacas, eres especial.
-Que halagador viniendo del Caballero más hermoso y letal de las 88 constelaciones-sonrió media coqueta Spica.
-Bueno es la verdad...y dígame ¿qué le ha hecho venir a este Templo?-Afrodita agarró su suavemente la mano de la mujer y le guió al una pequeña sala.
-Ay...yo solo soy un alma que busca completar un objetivo, pero eso esta algo pausado por el momento, yo solo quería conocer al nuevo guardián de los Peces Gemelos, he escuchado que usted es, astuto, fuerte y hermoso...y no se equivocaban....-Spica cerró sus ojos feliz y nuevamente hablo-También quisiera conocerle brevemente, si es posible.
-Seria un gusto, nada mejor que una buena compañía.
Y así paso el resto de la noche, entre conversaciones y risas.
Afrodita se encontraba encantado con aquella enigmática mujer, era muy hermosa, exteriormente y interiormente, inteligente y muy risueña a su parecer, se sorprendió al ver que el veneno de sus rosas no le afectaba; sin dudas, Spica, como se hacia llamarse la fémina, era única y especial.
Spica no se había sorprendido mucho del cambio del Caballero Dorado, había madura bastante, claro, han pasado 12 años del último encuentro que tuvo con el, aunque le decepcionó un poco el sentido de justicia que poseía, igual que el del Caballero de Cáncer, decía que el poder era justicia, pero bueno, nada se le podía hacer. Por otra parte, su compañía era grata, era educado, tal vez un poco atrevido y muy sociable. Nada parecido a su antiguo compañero de armas, Pisces no Albafica, quien era alguien reservado y solitario, odiando siempre su belleza física, aunque a ella solo le tenia permitido nombra la frase prohibida "Eres Hermoso, Albafica", rió levemente al recordar cuando una vez le hizo una broma a su camarada, haciéndole creer que el veneno de las rosas le había afectado, cuando en realidad ella es inmune a muchos tipos de venenos. Ese mismo día Albafica le había roto todas las cuerdas de su guitarra como venganza.
...
-Son hermosas las estrellas, especialmente esta noche-comentó Spica mientras observaba la constelación de su antigua alumna, La Liebre.
-Si...perdone mi atrevimiento pero...¿cuando cree que podamos vernos nuevamente?
-No creo que sea muy pronto, pero se que algún día me volverás a encontrar, aunque no se en qué circunstancias-esta le besó la mejilla dulcemente-Buenas Noches, Afrodita.
-Ha en god natt vacker (ten buena noche hermosa)-el joven se despidió besándole el dorso de la mano, observó como aquella mujer de cabellos ébanos se alejaba y desaparecía lentamente de su vista.
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