Bonus

(Spica como aspirante de amazona y también su ropa de entrenamiento).

Bonus:

Spica después de haber sanado las heridas externas de lo jóvenes caballeros de Bronce, pidió gentilmente la ayuda de los caballeros dorados, para llevar a los jóvenes a un lugar mas apropiado para brindarles, la atención medica necesaria.
Estos aceptaron sin rechistar y cuidadosamente tomaron a los caballeros de bronce, dirigiéndose a la enfermería del Recinto Principal, Calixto les siguió y Spica escolto a Saori, para que la muchacha no se perdiera y mostrarle mejor el camino, explicándole algunas cosas importantes y secretos del Recinto.

Mientras que con los dorados, llegaron primero a la enfermería, dejando ubicado a cada joven en una camilla, las doncellas del Recinto, pidieron que los caballeros hicieran un poco de espacio, para poder darles inmediatamente la atención medica a los desmayados caballeros de bronce. Cada caballero acató la orden, esperando ahora a su Diosa y a Spica, a excepción de Calixto, quien se ofreció de voluntario para ayudar a los muchachos.

Pasaron unos minutos, y por la puerta, entro Saori y Spica, la primera estaba riendo con su mano en la boca y la segunda reía delicadamente, atrayendo la atención de todos los hombres.

-¿De verdad pasó eso?-preguntó entre carcajadas la pelimorada.

-Si....ja ja, juró que todos los caballeros dorados estaban temblando de miedo, y pesar que la broma era para mí, el Patriarca Sage parecía un Ave multicolor.

-O Dioses...jejeje-continuó riendo la niña.

-¿Por qué tanta risa damas?-cuestionó curioso Aioria mientras se acercaba a las féminas junto con Milo.

-Solo una anécdota que me ocurrió cuando era una adolescente.

-Claro, usted también tuvo su época de niñez-comentó Milo.

-Y al parecer bastante divertida-le siguió Aioria.

-Pues la verdad si...ser la única mujer en la orden dorada era, especial...teniendo en cuenta que fui criada por el anterior Patriarca y este me adopto como su hija-sonrió algo nostálgica Spica.

-Eso significa...que tú...-murmuró Aioria.

-Pues bueno...era la consentida del Patriarca, así que cuando hacia alguna travesura o me querían hacer una broma, Sage se ponía...bastante enojadito-comentó entre algunas carcajadas la femina.

-¡Ay vaya!jajaja, no me imagino que le contaste a Athena para que riera así entonces-Puso una mano en la frente Milo, dejando salir carcajadas sueltas.

-Si quieren les cuento-los dos jóvenes asintieron, invitando así también a los dorados restantes.

-Bueno...antes de que consiguiera mi armadura, era muy tranquila y obediente, pero en el interior, era bastante traviesa y astuta, así que, para agregar algo de diversión, le gaste una broma a cada aspirante o ya caballero dorado, menos a Leo.

-¿Por qué no al él?-preguntó Aioria.

-Por que aún no se encontraba en el Santurio...dejándole aparte, hice 11 bromas, y casi todos mis compañeros de armas, me querían devolver la broma, incluyendo Shion y Dokho-la mayoría abrió los ojos sorprendidos, aquellos quienes son sus mayores ejemplos ha seguir, también fueron como ellos, algo infantiles y traviesos-la broma me la querían hacer en el Templo de Ofiuco, consistía en déjame con tintes pigmeos en el cuerpo y plumas con hojas, pero no contaban que estaba con el anterior Patriarca, así que cuando la ejecutaron ¡por Zeus! Midieron mal y le cayó a el, su cosmos se expandía de forma rápida y yo solo aguantaba la risa, al saber que el que sería afectado no era yo, sino ellos-soltaba pequeñas carcajadas al recordar ese momento-Sage ordenó que todos tendrían que juntase en el Recinto, los demás asintieron asustados y fueron derechito para el Salón Principal, me encargué de llamar a los demás-algunos dorados tenían una sonrisa, mientras que Milo y Aldebarán aguantaban la risa-Sage exigió una explicación por ese comportamiento tan inaceptable, yo me encontraba a su lado, aguantando la risa, el viejo, les reprendió por una hora casi y ordeno porque la trampa, justamente en mi templo, el único que se atrevió a hablar fue Dokho, que explicó que solo querían hacer divertirme un poco y tal vez devolverme las jugadas que les hice a ellos, cuando Sage volteó su mirada a mi, me preguntó si eso era verdad, solo le respondí que solo le había dado unos pequeños susto y nada más, me quite lentamente la máscara, los demás solo apartaron la mirada, ya que conocían la leyes-respiro tranquila-cuando mi cara estaba descubierta, le mire con los ojos mas tiernos y triste que pude, y le dije en el mismo tono, que no era mi intención molestarlos y tener malas intenciones, Sage me miro enternecido, colocó mi máscara y volvió a reprender a los Caballeros acusados, que yo era lo mas santo qué hay y no podían gastarme ese tipos de bromas, así que castigo muy molesto, a los acusados, le hizo entrenamiento extra y trabajos no dignos de caballeros-Milo y Aldebarán reían a carcajadas sueltas mientras lo otros soltaban risas, pero mas discretas.

-Eso si es tener ventaja-decía entre algunas risas el Leon dorado.

-Pues si....

-Spica, necesito tu ayuda, hay que sanar algunas heridas internas que no se pueden curar-pidió Calixto, quien se encontraba algo cansado, había usado algo de su cosmos curativo para sanar las graves lesiones de los chicos de Bronce.

-Esta bien, bien caballeros, ahora verán el verdadero poder de una Saint-la femina de cabellos ébanos se levanto y se dirigió al centro de la sala.

Activando pasivamente y cálidamente su cosmos curativo, Spica cerró su ojos, su cosmos aumentó de derrepente, sorprendiendo a los dorados, a excepción de Calixto, que ya conocía esa fracción de poder.
Los cabellos de Spica danzaban por la energía que esta desprendía, poco después el cosmos se concentro en los 5 muchachos que se encontraban en camillas, lentamente los ojos de la mujer se fueron abriendo, estos se encontraban brillantes.
Los dorados después sintieron el compasivo cosmos de su Diosa, quién se estaba sincronizando con el de Spica.

-"Como la primera vez"-sonrió para sus adentros Spica, al recordar la primera vez que se encontró con Sasha, tan pequeña y desolada, como ella alguna vez lo fue, pero aquel recuerdo de su primer encuentro, le llenaba de alegría.

Tranquilamente el cosmos de Spica se apaciguo, sus cabellos cayeron por la gravedad, y lentamente los jóvenes caballeros de Bronce, fueron despertando, sintiéndose cansados pero no adoloridos.

-Que bueno verlos despiertos a todos chicos-sonrió la mujer cerrando sus ojos de felicidad

-¡Spica!-exclamaron de alegría los caballeros de Dragón, Pegaso, Cisne y Andromeda.

Fin Bonus.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top