Una semana antes
Jullie
Lo primero que me quitaron fue la venda de mis ojos. La iluminación en la habitación era escasa, por lo que el cambio no fue tan fuerte. Las mismas paredes grises, pero la puerta de mi celda abierta.
Lo siguiente que hizo la persona detrás de mí fue quitarme las orejeras que aislaban cualquier ruido. Cuando liberó mis muñecas de las esposas, comprendí que no era uno de mis captores. Se posó frente a mí antes de soltar mis tobillos y también retirar la mordaza. Era un cazador. Lo sabía por su uniforme. Una máscara le cubría el rostro.
—Te voy a sacar de aquí, pero tenemos que ser silenciosos —dijo—. ¿Entiendes, Jullie?
Asentí.
Se hizo cargo de los últimos impedimentos para volver a ser dueña de mi cuerpo. Tenía los músculos entumecidos y por unos instantes no fui capaz de ponerme de pie. No recordaba cuánto llevaba así: viviendo a oscuras y en completo silencio.
—Vamos. Sé que estás débil, pero necesito que saques fuerza de algún lado.
Me tendió sus manos y las tomé para aceptar su ayuda. Estando levantada, creí que sería capaz de avanzar, pero mi cuerpo no cooperó. No respondía como quería.
—Maldición. Los efectos de las drogas no han pasado. —Me regresó a la silla—. Ven. Sube a mi espalda.
Ya no deseaba continuar estando en esa prisión. Creí que la convivencia con el profesor era desagradable, pero estando en manos de los cazadores descubrí que habían cosas peores. Me temían y por eso me encarcelaron. Tenía vagos recuerdos de las veces que me extrajeron sangre o intentaron alguno de sus experimentos.
Obedecí a mi salvador. Cualquier otro lugar era mejor que allí. Ya me había resignado a terminar muerta.
Fuera de la celda, el aumento de la intensidad de la luz sí me afectó. También sentí frío. Lo que cubría mi cuerpo era un mono y camiseta de tela similar al plástico.
Dimos algunos giros hasta llegar a una escalera. Al subir nos encontramos con unas rejas bloqueando el paso, sin embargo, el cazador conocía la contraseña. No pude captar demasiados detalles de nuestra ruta de escape. Batallé con aferrarme a su espalda y no dormirme. Estaba siendo demasiado agite para mí.
De un momento a otro me sobresalté por el choque de mi espalda con una pared.
—Disculpa —murmuró.
El ruido de un grupo de pisadas pasando de prisa resonó. Ya seguro habían notado mi ausencia.
Volvimos a movernos. No obstante, no fue por mucho. Una silueta obstruía nuestro paso.
—Quítate. Te mataré de ser necesario —amenazó mi salvador.
Hasta ese momento no me había dado cuenta del arma larga en sus manos. La alzó para apuntarle al otro cazador al no recibir una reacción de inmediato.
—Entonces tendré que matarte primero. Y a ella también. Esa es la orden.
Se me dificultó mantener mi posición. Él necesitaba de ambas manos para atacar, pero yo estando en el suelo era una presa fácil.
—Bájala —exigieron desde el extremo contrario.
Más hombres uniformados habían aparecido. Todos tenían armas y nos apuntaban.
—Maldita sea —dijo el enmascarado.
Yo no quería volver a esa celda. No quería estar de nuevo a oscuras, inmóvil y en completo silencio. No quería más inyecciones y lagunas mentales. La tortura de no saber qué harían conmigo y el nulo control sobre mi destino no podía prolongarse. No lo aguantaría. Prefería estar muerta.
—Bájala —repitió—. Ahora. Hazlo y quizá no acaben tu familia y tú muertos.
Los músculos de mis extremidades no pudieron más. Perdí el agarre y el cazador no pudo evitar mi caída. Mi trasero impactó dolorosamente contra el suelo y mi cabeza se golpeó con la pared. Ojeó hacia mí, pero no podía distraerse ayudándome. Estábamos a punto de ser atrapados.
—¿Acaso no saben quién es ella? Ustedes son los que terminarán muertos si no se apartan —replicó mi único aliado.
Recordé la sensación de manos desconocidas recorriendo mi cuerpo. Volví a sentir el hambre, la sed y las ganas de ir al baño. Si no había cometido ningún crimen y tenían ese trato, no me imaginaba cómo sería mi castigo después de ese intento fallido de escape; tampoco qué otras medidas implementarían para impedir otro evento así. Yo solo deseaba regresar con mi familia.
—Ni siquiera puede caminar. Así no podrá hacernos nada.
Los pasos se aproximaron. Mi salvador no iba a poder con todos ellos. Intenté levantarme con ayuda de la pared.
—No se acerquen —dije con una voz que no reconocí como propia. Demasiado ronca y débil, pero era mi mejor esfuerzo desesperado para ganar más tiempo y rogar que ocurriera un milagro—. No lo hagan.
—Quédate abajo, Jullie —pidió mi salvador.
Sin embargo, no obedecí. No dejaría que me volvieran a encerrar. Como no cumplía con sus expectativas, en cualquier momento me descartarían. No les daría el gusto de llegar a ese punto.
—Oye, ¿qué haces? No te muevas —ordenó el que ya supuse era el líder.
Había temor. Me tenían miedo por la supuesta oscuridad que había dentro de mí. Ser descendiente de una bruja no tenía por qué significar que yo fuera malvada, ni les daba derecho a aislarme. Yo no le había hecho daño a nadie.
Tampoco lo escuché. Pude estabilizarme sobre mis piernas. Ya podía detallar mejor sus figuras. Di un paso hacia el grupo de cazadores. Se prepararon para disparar.
—No te muevas —advirtieron por última vez.
Iba a dar otro paso hacia ellos, pero mi salvador se interpuso.
—Vas a terminar muerta si sigues así —me dijo.
Estuve por contestar que eso era lo que quería, pero se oyó un disparo y la agonía explotó en mi pierna. Volví a acabar en el suelo. Apreté la zona y líquido empapó mi mano. Mi muslo sangraba.
Eso fue lo que hizo que el enmascarado bajara su arma y la prioridad ya no fuera escapar, sino auxiliarme.
—Sepárenlos y reténganlos.
En medio de la ola de dolor que me ahogaba, noté cómo los cazadores venían hacia nosotros. Era el fin. Iba a estar a oscuras de nuevo. No quería. Debía haber una forma evitarlo. No. No.
—¡No! —grité.
Un estruendo sacudió el pasillo. Los bombillos estallaron, pero por alguna razón yo todavía podía distinguir las figuras. Mi acompañante continuaba arrodillado junto a mí, solo que se cubría la cabeza, como intentando protegerse de algo. Aún tumbada y haciendo un esfuerzo por respirar a través del dolor, arqueé mi cuello para observar al grupo de cazadores. Todos yacían en el suelo y no pude identificar la forma de sus cabezas. El techo y las paredes estaban cubiertas de salpicaduras y manchas que goteaban.
Era una escena espantosa y la que se quedó grabada en mi mente incluso después de quedar inconsciente. A diferencia de las otras, esa sí la recordé.
***
NOTA:
¡Hola!
Bienvenidos de regreso.
¿Quién creen que rescató a Jullie?
¿Qué papel creen que jugará Jullie en la historia?
¿Sí recordaban a Jullie? xD
Los adoro.
Un gran abrazo <3
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