Capítulo 3 | Lazo de sangre
La fiesta del compromiso de Josh no fue tan mala como creí. Aunque no quise dejarme dominar por el miedo, en algunos momentos cruzó por mi mente la posibilidad de que algún evento negativo ocurriera; por supuesto, obra de Drake. Sin embargo, poniendo a un lado el malestar de Paula y el caer en cuenta de que Kevin pasaba por una problemática adaptación, había estado agradable. Buena comida, ver a Hannah reír con ese chico, y la compañía de mi amigo. Pude en verdad distraerme de los peligros que nos acechaban, de no saber de Alan, y del tema de Jullie.
Incluso me quedé más tiempo del que planeé. No obstante, pese a ello, antes de regresar a mi habitación mantuve mi intención de ver a Ethan. Ya llevaba dos días sin verlo y quería asegurarme de que estuviera mejor.
El trayecto estuvo bastante solitario, pues el evento en el comedor todavía no acababa. Las luces de la sala de espera de la enfermería estaban apagadas, exceptuando la lámpara del escritorio de información. Temprano Olivia fue quien me indicó en qué habitación estaba, por lo que no tuve que importunar a cualquier otro enfermo.
Abrí la puerta con cuidado, supuniendo que por la hora debía estar dormido. De las seis camas, mi hijo ocupaba la última junto a la ventana. Los bombillos de la habitación también estaban apagados, sin embargo, la cortina estaba corrida, por lo que la luz nocturna se filtraba con facilidad. Últimamente le había comenzado a llamar la atención las estrellas, así que seguramente la habían dejado así por petición suya.
Ocupé la silla al lado de su cama. Tuve la tentación de encender la lámpara que estaba encima de la mesa de noche, con ganas de contemplar mejor el color de su cabello y el rosado de sus mejillas, pero me contuve para evitar despertarlo. Dormía de lado cubierto casi por completo por el edredón, con las piernas dobladas hacia su pecho y una respiración pesada con ligeros ronquidos ocasionales.
Era increíble lo rápido que crecía. Si lo comparaba al Ethan que conocí meses atrás con el de ahora, era notable la diferencia, tanto en altura como en soltura. Hablaba más y su curiosidad aumentaba. Era grato poder ser parte de su vida, pero todavía no era de la forma en la que deseaba. ¿Cómo alguien como yo podía asumir el papel de madre? Y, mientras más pasaba el tiempo, más miedo me daba que si descubría la verdad, no entendiera el porqué se lo oculté. A pesar de mis anhelos, no podía ser egoísta. Era consciente de que la vida de Ethan con la manada iba a ser más sencilla si no era público su parentesco con Drake y conmigo.
Cada vez se parecía más a su progenitor. A la imagen de él cuando tenía su edad y con gestos, como sonrisas y fruncimientos, que reflejaban la magia de la genética. No había nada que se pudiera hacer al respecto. Aunque, tampoco era que lo quisiera. No podía odiar a Drake de esa forma. No obstante, sí podía hacer lo posible por evitar que nuestro hijo cayera en nuestros errores. Él debía ser mejor que nosotros.
A pesar de que el cansancio comenzaba a afectarme, no quise parar de cuidar sus sueños aún. Estar en su presencia me daba tranquilidad. Y eso de unos minutos más se fue alargando hasta que sin darme cuenta me quedé dormida.
No fue un paso por la inconsciencia pacífico. Me zambullí casi de inmediato en una pesadilla que me hizo prisionera. Como de costumbre, no podía moverme. De pie y rodeaba de espesa oscuridad, oía en la distancia una risa y el revoloteo de alas.
«No te tengo miedo», pensé, pues era incapaz de hablar. Y lo repetí en mi mente para no permitir que el sueño me dominara. Porque eso era y no podía ser más fuerte que yo.
—Deberías —dijo una voz gruesa cuyo dueño no identifiqué, pero con el tono para hacer estremecer a cualquiera.
«Te equivocas. Tú me tienes miedo a mí y por eso no muestras tu rostro».
—Deberías —repitió.
Estuve por contradecirlo de nuevo, mas un grito estalló en el interior de mi cabeza. Su efecto fue tal que recuperé el control sobre mi cuerpo para cubrirme los oídos. Sin embargo, fue inútil. Continuó incrementando su volumen. Mis ojos se llenaron de lágrimas y no pude seguir manteniéndome de pie. Caí de rodillas y me encorvé mientras rogaba que se detuviera.
Desperté sobresaltada y con dolor de cabeza. Me costó unos segundos internalizar que todavía estaba en la habitación de la enfermería junto a Ethan. Dejé de examinar mi entorno en busca de algún peligro potencial y me enfoqué en la cama de mi hijo.
Estaba vacía.
Él no estaba.
Una brisa fría impactó contra mí desde atrás. Al darme la vuelta descubrí que la ventana estaba abierta. El olor a humo llegó a mis fosas nasales. Haciendo un esfuerzo por que el pánico no me paralizara, decidí asomarme. Los árboles del patio central de las instalaciones se quemaban, tanto sus copas como los troncos que tenían a su alrededor los lazos verdes y rojos.
Solo un nombre cruzó por mi mente.
Con el miedo esparciéndose en mi interior y las pesadillas de noches anteriores amenazando con volverse realidad, empecé a llamar a Ethan. Luego de no recibir respuesta y de haber buscado en toda la enfermería, abandoné el lugar para ir con Josh y avisar sobre lo que había ocurrido.
En el exterior, varios grupos de Hijos de Diana trabajaban en apagar las llamas con extintores. Maniobré entre ellos y me dirigí al comedor. No tuve que entrar. Josh estaba afuera dando instrucciones.
—Se lo llevó —dije sin haberme todavía detenido frente a él y sin importarme quién pudiera escuchar—. Se lo llevó y no pude hacer nada
El alfa de los Cephei despachó a los miembros a los que le dio órdenes, mientras otros se quedaron con él.
—Cálmate —pidió con molestia—. Histérica no resolverás nada.
—¿Cómo quieres que me calme? —exclamé—. ¿Escuchaste lo que dije? Drake se llevó a Ethan.
Su mención desató murmullos al igual que mi tono de insubornación. Pero no me importó estar dejándolo mal, ni que todos se enteraran de la importancia de Ethan. Drake me odiaba y sacrificar a Ethan era un requisito para volverse inmortal. Y ya no había nadie que lo hiciera cambiar de opinión.
Iba a seguir avanzando hasta él y continuar insistiendo para forzarlo a hacer algo de ser necesario. No obstante, Hannah se interpuso en mi camino.
—Vanessa, no es el lugar —murmuró.
Tenía sus manos en mis hombros, pero yo solo tenía la atención puesta en Josh. Necesitaba descargar mi frustación con alguien y hacerlo actuar para rescatar a Ethan, o por lo menos permitírmelo a mí. En todos esos meses jamás me sentí tan atrapada y atada de manos.
—Vanessa —repitió mi hermana con más firmeza en su voz cuando intenté zafarme de su agarre.
La fulminé con la mirada. No podía estar de verdad apoyando la actitud de Josh.
—¿Aquí se toleran estos comportamientos?
La prometida de Josh dejó de estar apartada, cerca de la cúpula del comedor, para entrometerse en asuntos que no le incumbían todavía. Agarró a Josh por el brazo y la mirada que me dio fue una cargada de soberbia. Era diferente a las que me dio Corinne años atrás. Lo de ella no era por defender lo que supuestamente era suyo de una amenaza, sino creerse superior. Cómo quise demostrarle que se equivocaba.
—No, claro que no —replicó el alfa de los Cephei—. Habrá consecuencias.
Bufé.
—Si no quieres hacer nada, está bien. Pero por lo menos déjame...
—¿Hacer qué? ¿Dejarte dominar por tus impulsos y salir corriendo sin un rumbo fijo? —me interrumpió. Se apartó de Astrid y bajó el par de escalones que nos separaban—. Ese jodido fuego y la seguridad de los que estamos aquí, son la prioridad. Después se verá lo demás.
—Eso no es mi prioridad —contesté. Logré liberarme del agarre de Hannah y la hice a un lado para quedar frente a Josh. Avancé hacia él—. Y no me importa si...
—Basta.
El tono que empleó para decir esa orden tuvo un efecto no deseado en mí. Mis músculos se tensaron y mis extremidades dudaron de la acciones que realizaban. Lo que había querido expresar se quedó contenido en mi garganta. Apreté los dientes, enojándome conmigo misma. Mi voluntad de ir por Ethan no ser más fuerte que el poder que tenía Josh sobre mí por haberme sometido a él.
Me mantuve en mi lugar, temblando por la lucha de recuperar el control.
Hannah se colocó entre ambos.
—Compréndela.
Josh no le respondió de inmediato, sino que al hablar se dirigió a los Hijos de Diana detrás de él.
—Lleven a Astrid con el resto de los Harcos y luego hagan una revisión piso por piso —instruyó.
Su prometida cedió a su orden y se retiró seguida por el grupo de Cephei. Solo quedamos nosotros tres, teniendo en el fondo al resto de la manada todavía trabajando en extinguir el fuego.
—Yo la comprendo, pero, ¿tú qué sientes? ¿Culpa? —le preguntó a Hannah—. Te aseguro que de todos los que están en este territorio, yo soy el más desea que Drake sea capturado, esa escoria que manchó la memoria de mis padres, mis abuelos y de todo mi linaje. Yo no soy el malo y tú eres una invitada a quien en cualquier momento puedo enviar de regreso con su manada. Y agredece que no considere tomar otro tipo de acciones.
Hannah retrocedió, sin replicar.
—No le hables así a mi hermana —intervine al notar que la sensación de la orden de Josh en mí se había suavizado.
Josh sonrió. Cuando rodeó a Hannah para llegar a mí, mi hermana se tensó. No pude deducir por qué se había puesto así.
—¿Acaso tu hermana te dijo que llegó aquí siendo espía para Drake? —susurró—. Yo siendo tú no confiaría tanto en ella.
Mi primer pensamiento fue que lo que Josh quería era distraerme y hacerme dudar de la lealtad de mi hermana. Estuve por responderle que jamás creería semejante mentira, sin embargo, cuando Hannah tuvo la valentía de voltear para mirarme, me percaté del remordimiento en su rostro. No se trataba de un invento de Josh.
—¿Por qué? —exigí saber—. ¿Dónde está Ethan?
Al no obtener una explicación inmediata e irritándome cómo sus ojos se llenaban de lágrimas, la empujé para hacerla reaccionar. Ella se encogió ante la agresión y posó la mirada en el suelo.
—No sé dónde está. Tienes que creerme. Solo reuní información para él un par de meses, porque me engañó. Me convenció de que tú estabas en peligro y que...
—¿Hasta cuándo lo hiciste? ¿Qué le dijiste? —la corté.
—Hasta que te atraparon y me contaste todo lo que te hizo. Rompí lo que el brujo me dio para comunicarme con ellos. Perdóname.
No podía tener esa conversación con ella en ese momento. No en el medio del patio, con Josh de espectador y con la asfixiante angustia de que Ethan estaba en peligro. Fue difícil asimilar que Drake también había metido a mi hermana en su juego. Nunca se asomó la posibilidad de desconfiar de ella. ¿Cómo hacerlo si se trataba de mi hermana menor? Se convirtió en otra cosa que jamás le perdonaría a Drake.
—Ve a la habitación y hablamos allá —le pedí.
Hannah, a pesar de notarse sus ganas de seguir disculpándose, se contuvo. Aceptó mi petición con un asentimiento y se marchó.
Me enfoqué en Josh.
—¿Por qué elegir este momento para decírmelo? —cuestioné—. ¿Planeas hacerle algo por lo que ocurrió hoy?
—No. Ella confesó y la culpa que siente es suficiente —dijo—. Quería a la Vanessa que ahora está frente a mí de regreso. No pensar las cosas en frío hará que te maten. Y, creí que nunca lo diría, pero cuánta falta hace Alan.
Aunque no lo iba a admitir en voz alta, me percaté de ciertos cambios en él. Debía darle la razón, especialmente sobre Alan. Extrañaba su forma de apaciguarme y de aliviar mis atosigos. Al igual que su sonrisa, su mirada y su calidez.
—Ve con tu hermana y trata de descansar un poco —suspiró—. En unas horas convocaré una reunión y te permitiré estar presente. Espero que no olvides la sentencia de los hechiceros y hagas una de tus locuras. Los rastreadores están revisando el bosque, pero dudo que encuentren algo.
—Está bien —fue lo que me limité a decir.
Eso era muy diferente a acceder a entrenar a Hijos de Diana. No me importaba poner mi vida en riesgo con tal de alejar a Ethan de Drake. Sin embargo, no iba a prolongar mi conversación con él, pues sabía que no llegaría a ningún lado. Y si su forma de actuar no me parecía suficiente, no le pediría permiso para hacer las cosas por mi cuenta. Así no le daría la oportunidad de detenerme.
Me di la vuelta para dirigirme a mi habitación, ya maquinando mis posibles pasos a seguir.
—Vanessa —añadió—, tampoco olvides quién es Ethan para nosotros.
***
¿A qué se refiere Josh? ¿Qué es Ethan para ellos? e.e
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