Capítulo 27 | El sendero de la muerte
Sin importar el impacto que tendría en los humanos, avanzamos en nuestra forma lobuna por las calles y a plena luz del día. Los acuerdos actuales se habían roto, así que ya no era parte de nuestra responsabilidad permanecer ocultos. Gritos de pánico, flashes de celular y el tráfico paralizándose.
«Las prioridades son Alejandro, Emily y Paula», instruyó Josh a través del vínculo. «Ataquen a matar».
Paula se había quedado con Jair bajo la protección de Los Pólux. Todavía debía seguir recuperándose de la tortura e incapaz de luchar. Me sorprendió que Josh la mencionara.
Cuando Alan y yo llegamos al edificio abandonado, Josh e Ian esperaban en la calle frontal a que el grupo de los Cephei se integrara. Atacar en conjunto siempre nos daba más ventaja.
Desde el exterior no se oían disparos; el edificio aparentaba estar vacío y sin ningún tipo de actividad. Sin embargo, a pesar de la contención visual y auditiva de la tecnología de los cazadores, la sangre podía olerse.
En un par de minutos, miembros ocultos en otros lugares se nos unieron y nos dirigimos a la pelea. Nos dividimos en dos grupos para ingresar desde dos lados opuestos; uno encabezado por Josh y otro por Alan.
Una vez pisamos el terreno de la locación, los sonidos de la batalla se hicieron presentes. Ya había muertos en el patio, tanto de vagabundos humanos como de Hijos de Diana y cazadores.
Nuestro primer encuentro fue con un escuadrón que lanzaba granadas de fragmentación y de humo a distintas plantas del edificio. Yo me ocupé del primero que nos apuntó, quien resguardaba a sus compañeros con un arma distinta. Alan se encargó del otro, mientras el resto fue por los tres lanzadores de granadas.
Tiré su arma a un lado y lo tumbé al suelo con mi peso. Sacó una daga, pero también le hice soltarla luego de recibir una leve cortada en mi pata. Después, me volví humana y esa misma daga se la clavé en el cuello, justo en el borde desprotegido de su casco protector. No me detuve a presenciar su muerte, mas me aparté sabiendo lo inevitable que era.
No iba a ir en contra de las órdenes de Josh. No en esa misión. No con todos los Hijos de Diana que habían matado. Demostrar poder con violencia también era positivo para las negociaciones.
De nuevo en mi forma lobuna, noté a Alan mirándome. Su objetivo estaba inmóvil, pero sí seguía respirando. No me dijo nada porque los demás se encontraban también dentro del rango, lo que le restaba privacidad a cualquier comentario que quisiera hacer.
Uno de nuestros compañeros tomó uno de los lanzagranadas y disparó hacia un grupo de cazadores que se acercaban. El otro miembro de los Cephei hizo lo mismo. Alan y yo volvimos a enfocarnos en la pelea.
A pesar del daño y desorientación causado por las granadas, varios cazadores lograron llegar a nosotros. Fueron más difíciles de vencer que los primeros, siendo notoria su destreza en combate y trajes más sofisticados. No obstante, escoger en conjunto a uno solo como objetivo principal y así ir haciendo con los demás, nos hizo ganar sin heridas letales en nosotros.
«Terminen con sus objetivos y sigan avanzando», dijo Josh todavía fuera de nuestro campo visual.
Fuimos hacia la entrada del edificio. Los otros escuadrones de cazadores debían estar en pisos superiores, porque por el momento ningún otro fue a interponerse en nuestro camino. Josh e Ian se nos unieron al inicio de las escaleras. El resto de su grupo se quedaría resguardando el ingreso y revisando la planta baja.
Comenzamos el ascenso en pares debido a lo angosto de la escalera. Durante las primeras plantas, Josh se abstuvo de hacerlos participar en las luchas que sucedían lejos de nuestro paso. El plan no era salvar a todos, sino enfocarnos en tres Hijos de Diana.
Más cerca de los pisos superiores el escenario fue cambiando. Ya no solo éramos los cazadores y nosotros, sino que se mezcló en el ambiente el olor a vampiros. Llegado el momento en que tuvimos que volver a involucrarnos, un Arcturus estaba enfrentando a dos Descendientes de Imm. Los primeros en la formación fueron a asistirlo, sin embargo, no tardaron en aparecer cazadores desde otro extremo. Ese edificio era el campo de batalla de tres bandos distintos.
Preferí a los cazadores; lista para continuar desquitándome por la muerte de Kevin. Alan avanzó a mi lado, al igual que un par de miembros más.
«Ian», llamó Josh.
El cazador que ataqué dejó de moverse. Que alguien más le hubiera quitado el casco lo hizo sencillo.
Unos metros más atrás, el lobo negro retrocedió para acudir al llamado. Robó la atención del Descendiente de Imm que se había fijado en Josh. Por su parte, el alfa de los Cephei no se quedó a colaborar con su subordinado, sino que se dirigió a las escaleras para continuar subiendo solo.
En ese instante de respiro, capté la ligera fibra del aroma de Paula. Allí cobró sentido el porqué Josh siguió avanzando sin apoyo. Esquivé al nuevo adversario que vino por mí y lo derribé con un coletazo. Después fui tras Josh, confiada en que el resto podría controlar la situación sin mí.
En la planta superior la presencia de Paula se intensificó. El recibimiento fue de los residuos de una pelea; con cadáveres y charcos de sangre. Sin indicios de quién había sido el ganador.
Seguí el camino hacia Paula alerta. Al final de esa ruta sonaba una batalla más que se desarrollaba. A través de otro umbral me topé con Josh luchando contra un Descendiente de Imm y a Paula en un rincón sosteniendo un tubo metálico como defensa. No tardé en darme cuenta de que su atención estaba fija en el Kaan en la otra esquina de la habitación. Con sus facciones semejantes a las víboras y ojos completamente negros, era la criatura que más parecía salida de una pesadilla del lugar.
«Llévatela», indicó Josh sin dejar de arremeter contra su oponente y distanciando la lucha de nosotras. Como si fuera necesario pedírmelo.
A medida que fui acercándome a Paula, el Kaan empezó a sisear.
—Jair —murmuró Paula extendiendo el brazo hacia atrás, más allá de donde terminaba la pared.
En ese momento fue que noté una mano que se asomaba y un corazón que latía del otro lado. Pude ver parte de Jair tendido bocabajo. A pesar de la aparente gravedad de sus heridas, seguía con vida.
El Kaan se movió. A esa distancia pude interponerme para evitar que tocara a Paula. Lo embestí para regresarlo a su rincón, pero fue más fuerte de lo que anticipé. No retrocedió tanto y, al tenerme todavía dentro de su alcance, me empujó a mí fácilmente unos metros. Su objetivo no dejó de ser Paula.
Me reincorporé de prisa, sin embargo, sabía que no llegaría. En eso entró en escena el lobo blanco que sí lo haría. Chocó contra el Kaan y lo aprisionó contra la pared, dándome el tiempo para unirme. Volviéndome humana, agarré el tubo que sostenía Paula y con un solo movimiento lo clavé en el pecho del Kaan.
El vampiro con aspecto de serpiente quedó inmóvil. Eso no iba a matarlo, pero sí lo inhabilitaría lo suficiente para ocuparnos de otras amenazas. Josh necesitaba apoyo.
Sin tener que comunicarlo, un intercambio de miradas con Alan bastó para que él se dirigiera hacia el rumbo que Josh había tomado con el Descendiente de Imm. En cambio, yo me enfoqué en Paula.
—¿Te puedes levantar? —le pregunté.
—Jair —repitió lo único que la había escuchado decir.
—Sí, pero todo será más sencillo si te levantas y transformas —contesté. Tomé sus manos para ayudarla a ponerse de pie—. Vamos.
—No me puedo transformar. —Negó repetidas veces con la cabeza—. No puedo.
Se oyó un estruendo. Josh apareció rodando, en su cáscara humana, hasta quedar a unos pasos de nosotras. Estaba inconsciente y malherido. De inmediato me preocupé por Alan.
Paula se agachó junto a Jair e intentó despertarlo.
Confiando en el estado inerte del Kaan y en que Alan y yo podríamos acabar rápido con el Descendiente de Imm, cambié de forma y fui a apoyarlo. Cuando me incorporé a la pelea, Alan acababa de ser derribado. Aprovechando que el vampiro me daba la espalda y me ignoraba, hundí mis dientes en su cuello.
El Descendiente de Imm buscó apartarme, pero Alan volvió rápido a la acción y optó por realizar unos rasguños en el abdomen. Entre los dos hicimos pedazos al vampiro.
Ian y los demás estaban por unirse a nosotros. Regresamos para comprobar el estado de Josh y sacar a Paula de allí.
No contábamos con que el Kaan se había despertado y liberado. Este se aproximó a Paula, quien estaba de espaldas aún concentrada solo en Jair. Josh se arrastró hacia el vampiro y lo sujetó del tobillo, en un intento descabellado de detenerlo. El Kaan lo observó, como si se tratara de un insecto, mientras se esforzaba por levantarse y así poder enfrentarlo.
Pero, no demoró en dejar de ser entretenido para el Kaan. En ese punto, su mano atravesó por completo el pecho de Josh y, con el mismo movimiento preciso, la sacó extrayendo todo lo que se encontró dentro de él. El alfa de los Cephei cayó hacia un lado, carente de vida.
Después, el Kaan me miró. Había algo distinto esa vez en ese vampiro. Con esa velocidad característica de su clase, esquivó el ataque de Alan y llegó hasta mí. No buscó morderme, ni clavar sus garras en mí. En vez de eso, me empujó y salí a través del agujero destinado para una ventana.
Fui incapaz de sostenerme del borde. Alan trató de sujetarme, pero no llegó a tiempo y pude verlo mientras caía. Él con el brazo extendido hacia mí y un sonido ahogado de negación.
Era demasiado alto. No sabía qué tanto se rompería mi cuerpo y si podría recuperarse de eso. ¿Mi cabeza explotaría con el impacto? No la mejor última imagen de mí.
¿Y el Kaan?
Con ese último pensamiento materializándose, algo me sujetó e hizo cambiar la trayectoria de mi caída. Algo peludo, olor desagradable y garras que se hundieron en mi piel mientras me sostenía contra sí. Ese algo evitó que me hiciera pedazos contra el suelo. Solo sentí el rebote momentáneo de la criatura.
Sabiéndome en tierra firme de nuevo, intenté apartarme de lo que seguía sin liberarme. Sin embargo, me aprisionó más con uno de sus brazos y tomó la parte de atrás de mi cabeza para hundir más mi rostro contra el pelaje, impidiéndome respirar.
—Duerme un rato, caramelo.
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