Capítulo 5💀
ADELINE IVANOVA
Me encuentro sentada frente al espejo mientras me maquillo lentamente intentando disociar cualquier emoción que me recuerde lo que sucedió este día, comienzo hidratando mi rostro y aunque veo mi reflejo en aquel espejo es como si simplemente fuera un robot.
Nada es real.
El vacío aparece nuevamente.
Mis manos se mueven como si simplemente estuvieran recibiendo órdenes, siento el ardor en el pecho quizás por el alcohol que aún quedan restos en mi sistema. Comienzo a colocar el corrector y los ojos se me llenan de lagrimas, sin importar cuánto evada mis emociones los pensamientos se encargan de torturarme el doble.
Respiro hondo e intento contener el llanto, debo estar lista en unos minutos y no tengo tiempo para seguir llorando.
La capa de maquillaje no es tan gruesa pero me hace sentir que me estoy colocando la máscara que me permitirá seguir con toda esta mierda.
Trago grueso y luego de unos minutos más finalmente tengo el maquillaje listo, me pongo de pie y visualizo el vestido que llevo puesto. De tiras con un tajo en la pierna derecha, se amolda perfectamente a mi figura y es de color azul totalmente lleno de brillos del mismo color.
Lidian fue la primera que me enseñó que debía ver mi belleza física como un recurso no como un regalo. Así es como pase toda mi vida utilizando mi cuerpo, mi rostro, mis ojos, toda mi apariencia para conseguir todo lo que quisiera. Así es como he probado el sabor de manipular a los hombres, porque si, siempre que manipulas algo debes entregar. Nada es gratis en esta vida.
Y yo lo sé más que nadie.
Mi cabello está perfectamente recogido en una coleta alta, al igual que mi flequillo que he peinado hacia atrás con gel para no dejar rastro de él. Ya está creciendo y agradezco mucho eso, el flequillo representaba la versión que fui todos estos años junto a Max, ser mamá, ser esposa, ser la primera dama...
Lamentablemente soy como las serpientes, siempre estoy mudando mi piel.
Doy el último vistazo, trago saliva y respiro hondo para luego salir de la habitación.
Mis tacones resuenan por el pasillo, camino con la frente en alto y el semblante serio.
Siempre te tratarán como tú les demuestres que te tratas a ti misma.
Bajo las escaleras con superioridad y comienzo a sentir la mirada de Elliot clavada en mi, lo ignoro completamente mientras que camino y me posicionó frente a él ignorando a dos de sus hombres que están a su lado.
Me da una mirada lasciva de pies a cabeza.
—Hermosa...—expresa casi en un susurro.
Ni siquiera me inmuto, no necesito que un patético hombre me apruebe si soy hermosa o no.
—¿nos vamos?—inquiero.
Él relame sus labios y me mira fijamente.
—Si pero antes hay algo que quiero mostrarte.
Sus palabras me generan un poco de incomodidad pero lo manejo perfectamente, él se acerca y me veo obligada a mirarlo a los ojos.
—Creo que es un buen momento para presentarte a mi mano derecha, es la persona que me ha ayudado en cada detalle, desde hace tres años—pronuncia con una pequeña sonrisa—. Si esta noche sale bien, se vendrán cosas más grandes así que supongo que es justo que se conozcan.
¿Mano derecha?
Trago grueso e intento mantener mi expresión pero las dudas comienzan a aparecer por mi mente, me ha tomado por sorpresa y es lo que más odio.
Asiento con la cabeza y su mirada me dice que esto no me gustará para nada.
Me pierdo intentando adivinar todo antes de tiempo pero lamentablemente no logro encontrarle respuesta a esto, no hay nadie que se venga a mi mente o algo en lo que esto me puede afectar.
—Adelante...
Él hace una seña seguido de esa palabra y oigo unos pasos provenientes de la cocina.
Los nervios y la ansiedad me están matando.
Le doy la espalda a él y aprovecho para cerrar los ojos y respirar hondo antes de voltear a ver a la persona que está detrás mío.
Una sensación horrible se apodera de mi cuerpo.
Trago saliva y finjo una sonrisa tranquila para luego voltear y ver a la mano derecha de Elliot.
Mi mirada se encuentra de inmediato con la de ella y mi sonrisa se esfuma en un segundo, siento como todo mi cuerpo se tensa y mis ojos visualizan a aquella persona de pies a cabeza para comprobar que es real.
Esto no puede ser...
Siento un nudo en la garganta y ni siquiera puedo explicar la sensación de traición que atraviesa mi cuerpo.
Me mira con una sonrisa.
—Channel—pronuncio a penas con fuerzas.
Ella...
Joder, ella era mi amiga.
Siempre me ha costado hacer amigas pero con Channel logré conectar de inmediato, le he confiado absolutamente todo, la he dejado entrar a mi casa, cuidar a mis hijos...
Ella decía consolarme cuando yo tenía mis crisis y le decía lo difícil que era para mi todo.
Ni siquiera puedo asimilarlo, no dejan de pasar recuerdos por mi mente mientras la observo allí parada sin ninguna culpa.
Los ojos se me llenan de lagrimas e intento contenerme.
Las traiciones duelen pero aún peor cuando vienen de una persona en la que confiabas plenamente, le brindaste tu confianza y le confesaste tus demonios internos, aquella persona que nunca hubieras imaginado que te daría un puñal por la espalda u aún cuando lo hace te cuesta creerlo... porque a diferencia de esa persona, tú siempre fuiste sincero.
Ni siquiera cuando Lidian me traicionó sentí esta decepción, ella siempre me había dado señales de que era capaz de cualquier cosa. Pero Channel...
Joder, Channel me vio en mi peor momento, me vio deconstruirme cada puto día.
Se infiltró en mi casa, con mi familia, en el gabinete de Max...
—¿No dirás nada Adeline?—pronuncia ella con un tono cínico.
Es como si fuera otra persona.
—Sabía que eras una perra que se quería coger a mi marido pero no que eras una puta traicionera—expreso con furia pero mi voz se entrecorta.
Ríe irónica y se acerca a mi.
La rubia me mira fijamente a los ojos y mi rostro le demuestra el asco que me da.
—¿Tienes cara para decirme traicionera? Tú eres la más traicionera del mundo—expresa con odio—. Yo no te he traicionado porque nunca he estado contigo, siempre seguí mi plan.
Tantos años...
No puedo creerlo.
Elliot observa todo como si fuera un bello espectáculo.
Trago saliva y de la angustia y decepción pasó a un sentimiento de ira y repulsión.
—La manipuladora salió manipulada—pronuncia Channel orgullosa.
La miro a los ojos sin bajar la mirada.
—¿Sabes algo? Quise ser tu amiga porque creía que realmente eras una mujer que podía estar a mi nivel, que no tenía inseguridades, que no competía—le digo firme y ella borra su sonrisa—. Pero acabo de darme cuenta que eres una más Channel, eres una más de las perras inútiles que desperdician su vida estando a mi sombra porque creen que destruyéndome les va a dar un poco de amor propio.
Pronuncio aquellas palabras duras y firme ante ella, y en cuanto reconozco su expresión débil y de enojo comienzo a sonreír exageradamente.
Le he dado en su ego.
—Mírate—le digo y acaricio irónica su cabello pero ella quita mi mano—. Eres bonita pero has pasado tres años lamiéndome el culo para cumplir la orden que un hombre te dio.
Ríe.
—No sabes cuánto he disfrutado verte por las cámaras de la cueva en cada tortura, gritando y suplicando por tu vida como la perra qué eres—espeta con odio.
Sonrío y aunque la rabia me sube cada vez más no le demuestro en absoluto.
—Ay amor, que bueno que hayas podido ser feliz un segundo gracias a mí—le digo con sarcasmo.
No le quito la mirada de encima.
Y ella pierde personalidad cada segundo que pasa frente a mi, volviéndose una hormiga.
—Estás destruida y crees que follandote a Elliot vas a salir de esta—expresa intentando dañarme.
Suelto una carcajada y doy la una vista a mi alrededor antes de volver a ella.
—¿También lo quieres a él? Digo, ya que tu tipo de hombre al parecer es cualquiera que haya pasado entre mis piernas—pronuncio dura—. Podrás engañarme, traicionarme, verme siendo torturada pero tú jamás serás Adeline Ivanova y eso te arderá toda la puta vida Channel.
La rabia me consume y le digo aquellas palabras simulando estar tranquila cuando lo único que quiero es asesinarla por perra traidora.
—Ya vamonos Elliot—pronuncio.
Él sonríe cínico y toma mi mano para luego salir junto a mi por la puerta.
Se que lo hizo para desestabilizarme Justo antes de la misión que define mi lealtad, fue un golpe muy bajo y sucio pero no me extraña viniendo de él.
Trago grueso y aunque continuo como si nada no puedo dejar de pensar en la hija de puta de Channel, me siento una idiota por haber confiado en ella.
Fue espía de Elliot todo el maldito tiempo y no solo eso, ella tenía cada maldito detalle de mi vida, cada miedo, cada crisis, todo.
Subo a la camioneta blindada que nos llevará a la fiesta, Elliot no estará allí pero se que tendrá manera de vigilarme todo el tiempo.
—Channel va contigo—informa Elliot.
Ella se sube a la camioneta y mi rostro se tensa.
—¿Por qué carajos viene ella?
Elliot ni siquiera me mira, termina de darle indicaciones al chofer que nos llevará y pone su vista en mi.
—No puedo estar allí, ella es mi mano derecha.
Responde tan seco que no tengo tiempo a replicar, cierra la puerta y el chofer comienza a conducir.
Acaba de arruinar todos mis planes.
El nerviosismo se apodera de mi cuerpo y mi mente no deja de analizar cada maldita situación para que todo salga a la perfección.
—Yo más que nadie se que eres como una pantera Adeline, por eso estoy aquí—habla la rubia a mi lado.
Trago grueso y ni siquiera la miro.
—¿Y podrás contra la pantera?
No responde y rio por lo bajo gozadora.
Elliot todavía no confía en mí y por eso me mandó a Channel para vigilarme.
—Tengo la orden de matarte en el primer instante en que nos traiciones—expresa con un sonrisa.
—¿Necesitas una orden para intentar matarme?
Perra.
Cierro los ojos y pido por favor que mi mente no me traicione y controlar mis emociones para poder actuar como debo. Un paso en falso y todo se va a la mierda.
Los minutos se hacen demasiado cortos hasta que llegamos a la dirección en donde se dará la fiesta. Es una mansión privada y no se entra sin el brazalete de invitación. El jefe de la organización china está uniéndose a las grandes ligas y según tengo entendido festeja su paso por aquí y los grandes negocios que hará a futuro.
El auto se frena y trago saliva, tomo mi cartera de mano plateada con brillos al igual que mi vestido y soy la primera en bajar.
Enderezó mi espalda y mantengo mi mentón en alto.
No es mi primera vez enfrentándome a depredadores.
Channel camina detrás mío y llegamos a la puerta principal en donde se encuentran dos hombres de seguridad, me freno y con una sonrisa en mi rostro levanto mi muñeca para que escaneen el código de mi brazalete. Se tardan algunos segundos hasta que finalmente me dejaran pasar y me encuentro dentro del gran salón lleno de personas.
—No intentes perderme porque estaré cerca tuyo cada maldito segundo—susurra la rubia en mi oído.
¿En serio fui amiga de esta insoportable?
La ignoro y continúo caminando, algunas miradas recaen sobre mi y no me molesta en lo absoluto. No soy poco conocida en este mundo.
Me dirijo a la barra para pedir un trago y mientras espero recibirlo alguien se acerca al lado mío.
—La mismísima reina—pronuncia con un acento peculiar.
Lo ignoro hasta que recibo mi trago y giro para verlo a los ojos, es el jefe de la Interpol. Recuerdo algunas cosas pendientes de hace años.
—¿O debería decirte primera dama?—inquiere con doble intención.
Sonrío falsamente y lo miro a los ojos.
—Puedes llamarme como sea, tengo muchos títulos pero mi nombre siempre será el mismo, ¿cierto?
Bebo un trago y miro disimuladamente a mi alrededor, aún no veo a mi principal objetivo.
—Obvio—responde.
No soy de su agrado, muchos de estos poderosos hombres me repudian por ser lo que ellos no pueden ser en el sexo contrario.
Siempre tendré las bolas que a estos idiotas les falta.
—¿Qué quieres?—inquiero seria.
Sé que no se me acerco simplemente para ver cómo estoy.
—La prensa de Rusia está loca por averiguar qué pasó con la primera dama después de la loca conferencia que diste—habla mirándome a los ojos—. Desapareciste y ha sido un misterio supongo.
Sonrío irónica.
—¿Quieres la primicia?
Él no sonríe.
—Simplemente quiero saber de que bando está actualmente la mujer más peligrosa—pronuncia.
Mi sonrisa se borra delicadamente.
Bebo el trago mientras él espera atento a una respuesta.
—¿crees que necesito bando?
—Si estás aquí es por algo, tu no estás en esta fiesta simplemente por festejar Adeline—habla serio.
Maldito chismoso.
Simplemente quiere cuidarse el culo, saber si lo jodere a él o a alguien más.
Aquí todos se fijan en uno mismo.
—¿Qué mierda es lo que quieres saber? Me estás arruinando la noche—espeto.
Sonríe y me mira fijamente a los ojos.
—¿Volviste a la mafia roja?—inquiere interesado.
—No.
—¿Y por qué tus hijos están bajo el cuidado de Kaia Petrov?
Mi cuerpo se congela en un segundo, siento como la tensión se va a mi rostro y mi mirada penetrante recae sobre él, ni siquiera se inmuta y disfruta de mi reacción porque es justamente lo que quería.
Ni él ni absolutamente nadie que esté relacionado con el bajo mundo es confiable.
Y que sepa donde están mis hijos es demasiado peligroso.
—Cada persona que se mete con mis hijos termina muy mal–respondo seria mirándolo a los ojos.
La tensión está en el aire y se ha generado una nube de mala energía muy grande.
No creí que me fuera a encontrar con este maldito problema aquí.
—No pretendo meterme con tus hijos pero todos sabemos que esos adorables retoños son los talones de Aquiles que todo el mundo ha estado esperando que tengas—habla tranquilo y pasivo.
Me estoy irritando.
Mi pecho sube y baja frenético.
—Dilo de una maldita vez o sabes que perderé el control y no soy para nada amable cuando eso pasa.
Él ríe.
Necesito resolver esto rápido.
El jefe de la organización china ya está aquí.
—No sé exactamente qué planeas con la mafia Corsa pero se que no estás con los franceses y quiero ser parte de tu plan—confiesa.
Obvio que el maldito estaba informado.
—¿No sabes lo que planeo pero igualmente quieres ser parte?—repito irónica.
Asiente con la cabeza y mis nervios ya están alterados.
—Si tú estás soportando al inútil de Elliot es porque se viene algo grande y no quiero perderme eso.
Lo miro a los ojos.
En este momento necesito más aliados que enemigos sinceramente, además el me serviría.
—¿A cambio de qué?
Él me mira con una sonrisa.
—Protección para tus hijos—pronuncia—. Y al ser socios puedo ayudarte en lo que me pidas.
Él tiene acceso a muchas cosas, joder.
Me cae pésimo y se que no debo confiar en lo absoluto pero el poder y el dinero es adictivo y él hará lo que sea por un poco más de eso.
Extiendo mi mano.
Él sonríe orgulloso y estrecha mi mano suavemente.
—Me traicionas y te mato—pronuncio seca.
—Igual digo—responde con una sonrisa falsa.
Suelto su asquerosa mano y me pongo de pie luego de beberme todo el trago.
Lo dejo allí solo y comienzo a caminar entre la gente en busca de mi objetivo de esta noche.
No estoy nerviosa pero tengo demasiada adrenalina en mi cuerpo y eso en ocasiones es muy malo, no puedo dejar de pensar en la maldita perra de Channel y en cómo tengo ganas de asesinarla.
Estoy dispuesta a todo y los obstáculos que Elliot cree ponerme solo me dan más fuerza aún.
Saldré viva o muerta de esta historia pero mis hijos tendrán todo el jodido mundo a sus pies.
Lo veo a unos pocos metros y trago saliva, acabo de ver mi presa y nada ni nadie me va a detener. Tomo una copa de champán que me da uno de los mozos y camino delicada y sensualmente hacia él, está con su grupo de seguridad y algunos hombres de su organización. Notó sus rasgos asiáticos en su rostro de inmediato.
Respiro hondo y camino con una sonrisa.
Paso por detrás de él y cómo toda una torpe dama choco mi copa sobre él logrando que el líquido caiga en mi escote.
Él se voltea de inmediato y yo levanto mi cabeza con una expresión desafortunada.
—Lo siento mucho—expreso afectada—. Juro que a penas era la primera copa—digo divertida.
Finjo preocuparme por mi vestido y él me da un pañuelo de tela para secarme.
—Discúlpame a mi por arruinar tu hermoso vestido.
Sonrío y lo miro a los ojos de aquella manera que los hombres aman... débil.
Seco mi vestido y uno de sus hombres me toma el pañuelo para llevártelo.
—Supongo que no se notará—digo en un tono dulce.
Él me observa detenidamente mientras que yo hago lo mismo con una sonrisa, viste un traje costoso y su perfume tiene un aroma de mucha calidad. Relamo mis labios y sonrío como toda una chica inocente, estoy acostumbrada a que los hombres me miren demasiado pero él lo hace como si intentara recordar algo.
Nunca nos hemos visto personalmente.
—Déjame darte la bienvenida—pronuncia acorándose la garganta—. Soy Lin Whang.
Su acento es demasiado peculiar.
Me mira a los ojos fijamente y sonrío, extiende su mano y respiro hondo antes de presentarme.
—Adeline Ivanova.
Extiendo mi mano y él la besa.
Sus ojos recaen sobre mi otra vez, tiene una mirada intensa y sus ojos negros lo hacen aún más sombrío.
—Adeline Ivanova—repite en un tono suave.
Suelta mi mano y se gira para darle una mirada a uno de sus hombres, el cual parece de nacionalidad estadounidense. Comparten cierta complicidad en sus miradas y escucho como le dice algo en un idioma que casi no reconozco.
—Zhè shì nǚwáng, xiānshēng...
¿Chino?
Continuó con una sonrisa y Lin, el jefe de la mafia china me vuelve a mirar a los ojos y esta vez es de una manera muy diferente.
—La reina de la mafia rusa—pronuncia en un tono ronco mientras me mira a los ojos—. La mujer del caos...
Mi sonrisa se borra.
—Creía que me describían con palabras mucho mejores que esa—digo divertida.
Ríe por lo bajo.
—Me imagino que si estás aquí, no es casualidad—habla serio—. Una mujer como tú no tiene nada de torpe mucho menos de casual.
Sonrío y mantengo mi postura firme y sensual.
Sus hombres clavan la mirada en mi como si fuera un peligro al cual tienen que atenerse.
—Me encantaría hablar en privado—pronuncio mirándolo a los ojos.
Sonríe con una mirada peculiar.
—Por supuesto.
Sonrío orgullosa y me doy media vuelta para pasar por delante de él y caminar junto a sus hombres por en medio de la fiesta, en el camino logro cruzar mi mirada con Channel y la rabia vuelve a hacerse presente de inmediato, esa maldita perra me observa cada paso que doy.
Salimos del gran salón y caminamos por un pasillo que nos lleva a una puerta enorme.
—Primero las reinas—indica adulador.
—Obvio que si—pronuncio con una sonrisa.
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