Capítulo 23💀
ADELINE IVANOVA
La corona vuelve a estar en mi cabeza y la realidad nos vuelve a golpear en cuestión de segundos, Keegan, Khlaus y yo caminamos en sintonía volviendo al sitio en donde se encuentran todos.
Algunos simplemente ya están perdidos en las sustancias y otros aún están expectantes de todos. Caminó con la frente en alto mientras por mi mente pasan los recuerdos de las fiestas Petrov que he vivido, por supuesto que mi manera de disfrutar era totalmente diferente a la de ahora.
Excesos, bailar, tirarme a la piscina, disfrutar del caos y descontrol...
Hoy simplemente me conformo con ver a mis hijos hermosos y obviamente ser la protagonista de la fiesta.
Mi vida ha cambiado, joder, si que ha cambiado.
En grandes o pequeños detalles pero no soy la misma Adeline de hace años, aquella que entró por primera vez a la mansión Petrov creyendo que simplemente sacaría a su cliente de la cárcel y seguiría con su patética vida.
No soy aquella que buscaba el límite todo el tiempo como una forma de autocastigarse, ni la Adeline que lloraba cada maldita noche por el vacío que tenía dentro sin saber que carajos sería de su vida.
Tampoco soy aquella que estaba muerta de miedo con un test de embarazo en sus manos, la misma que se repetía que ser madre sería un error y que no sería capaz de hacerlo bien.
Esa Adeline simplemente ya no está, no sé cómo ni cuándo pasó pero solo le deseo que haya podido sanar y no regrese.
—Tenemos una sorpresa para ti, luego de que acabe todo esto—habla Keegan con una sonrisa curiosa.
Muerdo mi labio inferior mientras sonrío y los miro a ambos con ilusión.
Ellos reviven cada parte de mi alma.
—¿En verdad me dices esto ahora? Sabes que no me aguanto las sorpresas—me quejo.
—Tendrás que aprender a aguantar—habla Khlaus.
Los tres sonreímos y puedo sentir en todo mi sistema la conexión que tenemos.
Trago saliva y disfruto los segundos en que simplemente mi mirada se encuentra con las de ellos y no hace falta palabras.
—¡Mami!—escucho aquella voz que me llama.
Me giro y los tres vienen corriendo hacia mí totalmente exaltados, han estado jugando y al parecer su tía les ha dado helado porque sus bocas manchadas lo demuestran claramente. Kaia camina detrás de ellos aunque llega última y mis hijos abrazan mis piernas como si no me hubieran visto hace una hora.
—¿Acaso comieron helado de fresa y chocolate?—inquiero haciendo una mueca de intriga.
Kata se relame sus labios intentando limpiar las pruebas, Khalid solo sonríe travieso y Ava me observa con un brillo en sus ojos totalmente especial.
Rio sin poder evitarlo.
Kataleya consigue que su papi Keegan la cargue en sus brazos mientras que Khalid y Ava se quedan a mi lado sosteniendo cada uno mis manos.
El calor de sus manitas es algo de otro mundo.
—Perdón si están en un exceso de azúcar, no pude evitarlo, me han vuelto loca—expresa Kaia divertida y los tres ríen traviesos.
Muerdo mi labio inferior y achino los ojos con una mirada acusadora hacia ellos.
—En verdad aman las fresas con chocolate—expresa sorprendida.
Sonrío ante sus palabras.
Imposible que no las amen.
—Deberían ir a dormir, ¿no creen?—inquiero.
Ninguno responde.
Kata abraza y llena de besos a Keegan.
Es una mimada.
Observo a mi alrededor y me doy cuenta de que ahora esta es mi familia... o quizás siempre han sido ellos.
Kaia, los Petrov, los mellizos, Ava... todos ellos son mi familia y creo que es la primera vez que puedo decir con orgullo que tengo una familia.
Kataleya y Khlaus comienzan a hacerse burla y todos reímos ante aquella imagen, tienen demasiadas cosas e incluso expresiones en común.
—Mami—habla Kata volviendo su expresión sería de un momento a otro.
Mi mirada se centra en ella.
—Dime cariño—respondo.
—¿Por qué el abuelo no vino a nuestra fiesta?
Mi sonrisa se borra en segundos y comienzo a sentir como mi respiración se agita cada vez más, mi garganta se cierra y a pesar de que mi cuerpo se congela mirándola a ella mi vista se vuelve borrosa. Trago grueso y comienzo a esforzarme por respirar, es como si mi mundo se hubiera detenido en cuestión de segundos.
Veo la boca de Kataleya moverse mientras continúa hablándome pero mis oídos están agobiados por el pitido abrumador que me invade. Automáticamente mis manos sueltan a Khalid y Ava para luego colocar una mano en mi pecho mientras hago el intento de caminar.
Las piernas me pesan, el aire me falta, mi vista está borrosa y mis oídos sordos, mientras que mi alma arde y sangra cada vez más intenso.
Mis ojos se llenan de lágrimas y simplemente ya no lo puedo controlar, me duele el pecho y no puedo respirar. Me choco con Kaia la cual intenta tomar mi brazo pero me alejo bruscamente mientras comienzo a caminar hacia la casa tomando aire por la boca con una mano en el pecho.
No por favor...
Trago grueso y siento como mis piernas siguen solas.
No puede estar pasándome esto.
No otra vez.
Logró entrar a la casa y todo el borroso, me sostengo de las paredes y ni siquiera sé cómo pero dejó caer mi cuerpo a un lado de la escalera.
Las lágrimas salen sin cesar y el nudo en mi garganta crece cada vez más.
Resuenan en mi mente las palabras de Kataleya una y otra vez como una maldita tortura.
Sabía que sucedería, era completamente obvio que un día preguntarían por él pero jamás imaginé que ese día sería hoy.
El llanto se agudiza y cierro los ojos sin quitar la mano de mi pecho que lucha por encontrar oxígeno.
No soy capaz de sobrellevar esto, no puedo salir allí y decirles a mis hijos que su abuelo no volverá jamás porque ni siquiera yo puedo aceptar aún que mi papá ya no vendrá, ¿como lo harán ellos?
Joder.
La opresión en el pecho se hace más intensa y siento como si la vitalidad se me estuviera escapando de mis propias manos.
—Ade—escuchó una voz opacada por mis propios oídos.
Trago grueso y abro mis ojos intentando aclarar mi vista. El llanto es cada vez más intenso y siento que ni siquiera eso puedo controlar.
Siento a la misma persona que me ha hablado acercarse y de un momento a otro la tengo a mi lado, mis ojos se encuentran con la mujer que conocí esta noche, Alessandra.
Sus ojos azules me encuentran y quisiera alejarme en cuanto se sienta a mi lado e intenta tomar mis manos pero no tengo fuerzas siquiera para ello.
—Respira, puedes hacerlo—habla y su voz es lo único que escucho.
No me inmuto, simplemente la observo mientras siento como el aire se vuelve cada vez más escaso.
Se pone de pie de inmediato y vuelve a aparecer con un trapo el cual dobla con hielos, aprieto mis dientes y la rabia de no poder controlar el nudo que obstruye mi garganta crece.
De un segundo a otro siento algo frío en mi nuca y levanto mi cabeza para ver a la dama Italiana sosteniendo aquel trapo con hielo sobre mi nuca mientras simplemente me mira a los ojos con cierta calidez.
Su mirada es azul intensa e incluso transmite cierto peso en ella.
—¿Viste que podías? Obviamente la reina puede con todo—habla y me siento extraña—. No tienes esa corona en tu cabeza por nada cariño.
Sus palabras salen con tanta naturalidad que las sensaciones que me provoca son muy raras, está siendo demasiado empatica y amable como para ser una mujer que pertenece a este mundo.
No sé en qué momento pero me doy cuenta que mi respiración se está regularizando poco a poco.
Trago grueso y siento un escalofrío recorrer mi espalda, sigo en silencio pero siento que puedo estarlo y me ayuda a tranquilizarme y volver a la realidad.
Aquellos segundos, minutos o incluso todo ese rato que siento que el mundo se me viene encima y es demasiado difícil sobrevivir es como si perdiera la consciencia aún sin que eso suceda. Todo a mi alrededor desaparece y por más que quiera, no puedo controlarlo.
Alessandra me sonríe e incluso su sonrisa tiene personalidad.
Mi rostro sigue serio y doy un vistazo a mi alrededor mientras mi mente toma consciencia.
—Kata...—susurro.
—Está bien—pronuncia ella mientras quita el hielo de mi nuca—. Está con sus padres.
Le doy una mirada con desconfianza y me pongo de pie aunque aún sigo un poco débil, ella me observa desde allí y se mantiene firme.
¿En qué jodido momento apareció ella?
Vuelvo a tragar saliva y estoy segura de que mi rostro expresa absolutamente todo en este instante.
Abro mi boca para hablar pero ella se pone de pie y habla antes de que yo pueda hacerlo.
—Soy psicóloga—se ataja—. Bueno, no ejerzo hace tiempo pero lo soy.
No tiene pintas de psicóloga.
Se acerca y toca levemente mi hombro para luego pasar por mi lado e irse.
Es rara, su presencia me incomoda demasiado.
No la veo como un rival pero aún así sería incluso más irritante y peligrosa que Kamille como enemiga. Quizás por su edad.
Camino hacia la cocina y me sirvo un vaso con agua el cual bebo desesperada, mi boca está seca.
Termino y apoyo ambas manos en la encimera mientras que mi rostro solo puede mirar hacia abajo mientras respiro hondo.
Me enterraron viva, me torturaron, jugaron con mi mente, vi morir a la persona más importante de mi vida...
¿Por qué es tan difícil esto?
Solo tengo que salir allí y enfrentar la situación como la maldita adulta que soy, como la madre que ellos se merecen.
Tengo que poder.
Porque si no puedo, si no lo hago correctamente, el tiempo pasará y el dolor será más grande para ellos. Los días pasarán y seguirán con la ilusión de que su abuelo vuelva por ellos para llevarlos a escondidas a comer dulces y que cuando regresen crean que en verdad no me di cuenta que lo han hecho una vez más...
Joder.
Solo debo hacerlo.
Respiro hondo y comienzo a caminar mientras finjo estar segura.
Fingir hasta que sea real, es lo que siempre me ha mantenido de pie...
Al aparecer nuevamente me doy cuenta de que ya casi todas las personas se están yendo, seguramente por orden de los Petrov, la corona sigue en mi cabeza y mantengo el porte más neutral que puedo. Hago ojos ciegos hasta que llego hasta mi familia y la mirada de los Petrov recae sobre mi de inmediato, el silencio es un poco incómodo y la que mejor lo maneja es Kaia.
Kata y Khalid dejan de acariciar a los caballos para mirarme y noto la incertidumbre en sus miradas.
Mientras que Ava se mantiene al lado de Kaia con el rostro serio.
—Volviste mami—pronuncia Khalid con cierta timidez en su voz.
Los niños son capaces de percibir las emociones de los adultos incluso antes que nosotros mismos, además, mis hijos han sido criados totalmente por mí y han presenciado más de una vez mis crisis por eso mismo les he enseñado a normalizar las emociones tanto positivas como negativas. Saben que está bien llorar, que podemos sentirnos mal un ratito y seguir más fuerte. Sin duda ellos han sido mi mejor cura para mi alma, por eso estoy segura de que incluso aunque todos a nuestro alrededor estén fingiendo que está todo bien, ellos y yo sabemos que no es así.
Nunca les he mentido.
Y no quiero hacerlo.
—Si amor—pronuncio débil.
Mi mirada viaja hacia el mayor de los Petrov y sus ojos celestes me penetran como si quisieran entrar a mi alma y hacerme todo más fácil, trago saliva y cuando mi mirada se encuentra con la de Keegan siento como sus ojos azules me transmiten aquella seguridad que necesito.
Kaia me observa atenta y puedo percibir su empatía sin siquiera decir una palabra.
—¿Damos un paseo por el lago?—inquiero observando a los niños.
—Si mami—responden al unísono.
Se acercan y tomo sus manos, de alguna manera el tacto me llena de calidez. Ava me da una mirada y prefiere caminar al lado de Khalid sin tomar mi mano.
El lago está bastante lejos, la finca de los Petrov tiene varias hectáreas y el camino es un poquito pesado pero me dará la fuerza para hacer todo más llevadero, ya es tarde pero sin dudas es la propiedad más protegida de esta ciudad, hay muchos voyevikis rodeando cada punta tanto afuera como adentro. En este momento es el lugar más seguro para mis hijos.
Sus manitas me agarran fuerte y comenzamos a caminar bajo la luna, trago grueso y me doy cuenta que sin dudas compartimos un pedazo de alma que nos une con una conexión demasiado fuerte. Gran parte del camino lo hacemos en absoluto silencio.
Ava es más grande que los mellizos y aunque la diferencia no es demasiada sin dudas es notoria, me aterra muchísimo ver su rostro y aquella mirada oscura que me hace saber que tiene muy en claro de que algo no anda bien.
Ellos son maduros e inteligentes y aún así solo siguen siendo unos niños de cuatro años, es lo que me he encargado de lograr todos estos años. Que disfruten cada segundo de su infancia, que vivan la hermosa inocencia y fantasía de ser un niño y aún así estén preparados para el mundo.
No siempre estaré para ser el escudo implacable que los proteja de toda la mierda y quiero estar segura de que no me necesitarán.
Respiro hondo y los tres nos sentamos en la hamaca de madera con cómodos almohadones que está frente al lago con una vista hermosa.
Me abrazan y se apoyan en mí mientras nos hamacamos y miramos la luna iluminar el lago.
Aún tengo el nudo en la garganta y nunca he sentido estos nervios ni en mi peor juicio.
—Perdón por haberme ido así, no quería preocuparlos—hablo tomando el rol que me corresponde.
El silencio me aterra.
—Mami—pronuncia Khalid.
Lo miro.
—¿Estás triste? —pronuncia con una ternura que me desarma—. Solo tenías que decirnos y te curábamos con nuestras naricitas, ¿lo recuerdas?
Trago grueso.
Ojalá hubiera un libro o una carrera que me enseñara cómo hacer esto.
Miro a Kataleya que está a mi otro lado y la noto seria, no habla.
—Si estaba triste, pero era un momento de esos en donde mamá necesita unos minutos a solas para recomponerse—respondo.
Me incorporo y siento las miradas de los tres expectantes sobre mi.
Le doy una mirada al cielo y respiro hondo.
—Quiero hablarles de algo muy importante—pronuncio sacando fuerzas de donde no tengo—. Nosotros somos un equipo y siempre nos hemos contado todo, lo bueno y lo no tan bueno, ¿cierto?
Los tres asienten con la cabeza y no me quitan la mirada de encima.
Por favor necesito mantenerme firme, siento como mi corazón bombea más rápido de lo normal y me aterra derrumbarme en cualquier momento.
—Sabemos que a veces hay cosas muy divertidas que nos hacen reír hasta que nos duelan las mejillas, otras cosas que nos enoja, también hay momentos que nos ponen tan felices que nos hace cosquillitas en la barriga—hablo y me escuchan atentamente.
Trago grueso.
—Y otras que nos ponen triste y nos hacen llorar, ¿verdad mami?—pronuncia Kataleya erizando mi piel.
La miro y nuestra mirada es como si realmente fuera más allá que una simple mirada.
—Claro—pronuncio incorporándome—. Hay cosas que nos ponen tristes, nos hace llorar y nos sentimos un poquito enfermos como una gripa... pero mamá siempre les dice que...
Antes de que pueda terminar Khalid habla por mí.
—Debemos permitir estar tristes, llorar si queremos hacerlo y luego de que ese momento pase seremos mucho más fuerte, como unos superhéroes—habla con entusiasmo y brillo en sus ojos.
Asiento mientras intento cargar fuerzas.
—Si amor—hablo con la voz rota—. Los momentos y las cosas tristes nos hacen más fuertes, solo hay que dejarlas salir y continuar para recibir otra cosa que nos vuelva a provocar mucha felicidad.
—Ya lo sabemos, no somos tontos—pronuncia a la defensiva Ava.
Sonrío aunque creo que lo hago por los nervios, ella nunca es grosera y es la niña más educada que puede existir, decir tonto ya es demasiado para ella. Y me agobia más el saber que su mirada de enojo ha vuelto, soy tan estúpida que ni siquiera he podido darle paz esta noche.
Por supuesto que no son tontos.
—Kata me preguntó porque el abuelo no vino a la fiesta hoy—pronuncio con un nudo enorme—. Y eso me provocó un poquito de tristeza, es por eso que me fui y me tomé unos minutos.
—¿Mi abuelo no pudo venir?—inquiere Kataleya de inmediato y su mirada me hace saber mucho más que eso.
—El abuelo está de viaje Kata, recuerda lo que nos dijo antes de irse—habla su hermano retándola.
—Pero no lo ha cumplido—agrega Ava mirándolos a ambos.
Cierro los ojos por unos segundos.
—El abuelo no vendrá.
Ni siquiera sé cómo pude decirlo en voz alta.
La voz se me rompe y siento que en vez de decirles a ellos me lo estoy diciendo a mí misma.
Él no regresará.
Aquellos dos pares de ojos azules me fulminan y el silencio me da terror.
Ava se cruza de brazos y quisiera haberla protegido más para que en este mismo instante no me estuviera demostrando de que ella ya sabe perfectamente lo que voy a decir, incluso más de lo que debería saber una niña de su edad.
—El abuelo no podrá regresar porque en su viaje sucedió algo inesperado y él tuvo que irse con el tío Vincent—confieso y siento que mi voz se corta.
Estoy intentando controlar la respiración.
No quiero llorar.
Debo ser fuerte ahora, por ellos.
—Pero el tío Vincent está en el cielo—dice Kataleya y su voz débil me rompe el alma.
Respiro hondo y muerdo con fuerza mi labio inferior intentando no derrumbarme.
Khalid no habla.
—El abuelo le está haciendo compañía porque...
—¿Él abuelo tampoco regresará? ¿Él se quedará allí para siempre? Es muy lejos, ¿Cómo haremos para visitarlo?—escupe Kataleya acelerada.
Hago silencio y ni siquiera sé cómo aún sigo de pie.
—Cariño...
Su mirada se conecta con la mía y aún sin responder sus preguntas siento que acaba de obtener sus respuestas.
—No entiendo mamá—habla Khalid—. Yo le advertí al abuelo que no debía pasar mucho tiempo en la piscina.
Sus palabras me confunden.
—¿qué?
Suspira preocupado y vuelve a mirarme con el ceño fruncido.
—Es que cuando yo me ducho y paso mucho tiempo en el agua mis deditos se vuelven viejitos, los abuelos se van al cielo cuando son viejitos y le he dicho al abuelo que no pasara mucho tiempo en la piscina porque se volvería viejito—habla rápido y confundido.
Mis ojos se llenan de lágrimas y sus palabras me toman por sorpresa, su inocencia acaba de expresarse en aquella teoría.
—Debimos hacer un berrinche para que no se fuera de viaje y así no se metería a la piscina—le dice Kata a su hermano con el ceño fruncido también.
—Mi abuelo jamás nos dejaría, solo era un viaje—expresa Ava enojada.
Hablan entre ellos y siento como mi pecho arde, son dos miniaturas que quisiera meter en una caja de cristal y protegerlas para siempre.
—Es que él lo prometió, recuerda Kata—la regaña Khalid.
Aclaro mi garganta y secó mis lágrimas.
—¿Qué cosa prometió?—pregunto.
Los tres me miran, recordando que sigo aquí.
—Que regresaría contigo—pronuncian al mismo tiempo.
Siento otro puñal clavarse en mi pecho y el llanto se hace presente sin previo aviso, siento como mi estómago se revuelve y mi garganta se cierra. Las lágrimas comienzan a caer por mis mejillas y ellos me miran con los ojitos vidriosos.
—Pero miren, estoy aquí, regresé gracias a su promesa—hablo en medio del llanto—El abuelo me trajo de regreso.
Pero yo no pude traerlo de vuelta.
Me siento una inútil por transmitirles mi angustia, al verme llorar sus rostros ya no son los mismos, sus ojos están llenos de lágrimas y ambos hacen puchero con sus boquitas.
Maldita sea.
—Esto me hace sentir muy triste mami—expresa Kataleya con sus ojos llenos de lágrimas.
—A mi también—agrega Khalid.
—Mami yo...—habla Ava y su voz se entrecorta—. Estoy triste pero también estoy enojada.
Trago grueso y los abrazo hundiéndolos en mi pecho, cierro los ojos y me permito llorar en silencio mientras los apapacho.
—El abuelo nos estará viendo siempre siempre desde el cielo—pronuncio sin soltarlos.
Mi mirada se dirige al cielo y las lágrimas no dejan de caer.
—Pero no estará aquí, yo quiero que regrese—espeta Kata.
—¿Cómo haremos cuando nos toque día de parque con él?—inquiere Khalid con su vocecita entrecortada.
Sé a lo que se refiere y yo me hago la misma pregunta cada jodido día.
¿Cómo haré para sobrevivir cada día sabiendo que él no regresará?
La niña que esperaba a su padre sentada en la escalera viendo a la puerta principal cada día, cada noche, cada semana sin cansarse porque sabía que su padre entraría por aquella puerta en algún momento sin importar cuantos días se demorara... aquella niña no podrá entender que esta vez nos quedaremos esperando para siempre.
Levantó sus rostros y los obligó a mirarme mientras seco mis lágrimas e intento incorporarme.
—naricitas—susurro.
Trago saliva y acerco mi nariz acariciando suavemente las de ellos sumando a mi vida otro momento que compartimos juntos.
—Creo que tus poderes no están funcionando mami—dice Kata arrugando su nariz.
—¿Cómo que no? ¿Acaso mi corona está rota?—hablo haciendo muecas exageradas.
Ellos la verifican para asegurarse de que no está rota.
—No está rota.
—Entonces probaré una vez más—hablo y volvemos a hacer naricitas.
En el mismo momento aprovecho para tocar sus puntos débiles y hacerles cosquillas, ninguno se resiste y ríen.
—¡Ajá! Sabía que mis poderes no estaban dañados—expreso.
se miran entre ellos y ríen.
—¿De qué se ríen?—inquiero achinando los ojos.
—¡Haz hecho trampa mamá!
Finjo sentirme ofendida y pongo una mano en mi pecho.
Me pongo de pie y ellos me siguen.
Comenzamos a jugar en el césped y dejo mi corona sobre la hamaca, en este momento soy su mami y es lo único que me hace sentir única.
Luego de unos minutos terminamos recostados sobre el césped observando las estrellas, el cielo está tan azul como sus ojos y la noche se ve muy bonita.
El silencio nos reconforta.
Antes nos recostábamos a observar el cielo para saludar y pasar "tiempo" con Vincent, hoy no solo es por él, también está papá.
Y así será cada vez que lo hagamos.
Porque la herida de Vincent aún no se cerraba pero se ha abierto otra más grande de manera inesperada.
Y ahora el cielo será nuestra compañía...
—Deberíamos despedirnos del abuelo—hablo con firmeza.
Estoy un poco más calmada.
Ninguno responde.
—Abuelo, te extrañaré muchísimo y prometo que cuidaré tus autitos de colección, sé que los amas mucho aunque nunca dejas que los toquemos—comienza a hablar Khalid con naturalidad—. También cuidaré a mami como tú me has dicho, obvio a Kata también solo que ella dice que se puede cuidar sola pero lo intentaré. Saluda al tío Vincent, seguro estará feliz que ya no estará solo.
Respiro hondo y muerdo mi labio inferior aún con mi vista al cielo.
Hay un silencio largo en medio hasta que Kata decide hablar.
—Te amo abuelo, prometo comer toda mi comida y hacerle caso a mami para así crecer más rápido y poder ir a visitarte, les pediré a mis papis que me lleven en su avión, tienen uno muy grande—expresa sus palabras y siento la opresión en el pecho—. Abraza al tío y por favor abuelo, no inviten a mami, ella los extraña mucho pero a mí no me agrada mucho el viaje al cielo.
Seco las lágrimas de mis mejillas y me mantengo en silencio, sintiendo la brisa fría erizar mi piel de inmediato.
—Eres el mejor abuelo del mundo y les recordaré a todos mis amigos siempre que tú eres el mejor y nadie podrá superarte. Te extrañaré abuelo, soy la mayor así que cuidaré de Khalid y Kata lo prometo, también de mami, me portaré muy bien y le enseñaré a Kata no ser grosera. Gracias por traer de vuelta a mi mami. Le recordaré a papá que se despida de ti—expresa con sinceridad mi pequeña gigante, Ava.
Trago saliva y cierro los ojos por un segundo.
—Te toca mami—dice Khalid.
Me toca...
Quisiera tener la valentía de ellos para despedirme.
Aclaro mi garganta y me tomo unos segundos antes de hablar.
—Te amo muchísimo papá—pronuncio con una voz ronca—. Te extrañaré siempre y permitiré que los niños coman dulces solo una vez a la semana, ya no tendrán que hacerlo a escondidas. Cuidaré de ellos y seré muy fuerte y valiente—respiro hondo—. Nunca te olvidaré...
La voz se me corta y no puedo seguir.
Los niños me abrazan y reúno fuerzas nuevamente.
—Adiós abuelo—pronuncian ellos mirando al cielo estrellado.
—Adiós papá...—susurro casi para mi misma.
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